La princesa blanca 19

Joey planea una excursión.

19

Lo primero que hizo Joey al levantarse fue coger  el móvil y llamar a Judith.

—Hola Judith —saludó Joey mirando satisfecho en el espejo como el moratón del ojo estaba pasando a un color amarillo casi normal.

—Hola Joey, ya veo que no te gusta madrugar. Estaba a punto de llamarte.

—Estuve escribiendo hasta tarde y se me han pegado un poco las sábanas. Lo siento pero voy a compensarte. ¿Te apetece ir de picnic a Groom Lake?

—Me parece una idea estupenda pero, ¿No lloverá?—preguntó Judith dubitativa.

—Anoche antes de acostarme vi el pronóstico en internet y hay un noventa por ciento de posibilidades de que no llueva. —respondió Joey con seguridad.

—Para esta ciudad esto casi es un día de playa. —dijo ella—De acuerdo.

—No hagas nada, yo me ocupo de todo. Dentro de una hora paso a buscarte.

Los siguientes minutos fueron una locura. Joey hizo una ensalada de patata y unos filetes de pollo empanados, los metió en una cesta junto con un mantel viejo, unos cubiertos,  unos platos de plástico y unas servilletas de papel. Sacó una nevera portátil y metió un par de cervezas y unas Coca Colas en ella.

Cuarenta y cinco minutos después de colgar el teléfono salía con el Honda en dirección a casa de Judith. El día era claro y luminoso y la temperatura era suave, tal como habían previsto los meteorólogos. Mientras conducía hasta la casa de Judith repasó mentalmente todo lo que llevaba intentando averiguar si se había olvidado de algo.

Judith ya le estaba esperando con una mochila a la espalda y una bandeja en la mano. Con una sonrisa  entró en el coche y levantó ligeramente el papel que protegía el contenido de la bandeja.

—Estoy segura de que te olvidaste del postre. —dijo ella mostrándole unas galletas con un aspecto delicioso.

—Tienen un aspecto estupendo —dijo Joey acercando la mano a las galletas para coger una.

—De eso nada —replicó ella dándole un golpe a Joey en la mano  y volviendo a tapar la bandeja.

Cogieron la carretera que  iba en dirección  a Neilton y después de la gasolinera cogieron la pista forestal que llevaba al lago. El camino que  serpenteaba entre las montañas que rodeaban la ciudad por el este  era estrecho y estaba en bastantes malas condiciones,  por lo que  a pesar de estar relativamente cerca, tardaron más de una hora en llegar.

Cuando llegaron a la orilla, el sol caía de plano sobre la cristalina superficie del agua revelando un paraje espectacular. El lago tenía forma de lágrima y estaba rodeado de un bosque de árboles de hoja caduca que raleaban a medida que se acercaban al agua. La orilla oeste era una maraña de juncos y plantas acuáticas pero la orilla opuesta, a la que habían llegado, era una agradable pradera salpicada de robles y abedules. Judith eligió  un roble especialmente frondoso y extendiendo una manta sobre el suelo se sentó a la sombra.

Joey descargó el coche, preparó un mantel  y después depositar la comida sobre él se tumbó al lado de Judith.

—No entiendo por qué la gente no viene nunca aquí.—dijo Joey dedicándose a admirar las piernas de Judith que asomaban de un vestido estampado cerrado por delante con una fila de botones.

—Será por la leyenda—respondió ella sirviéndose ensalada en un plato y cogiendo un poco de pan.

—¿Qué leyenda? —preguntó Joey abriendo una lata de cerveza y ofreciéndole otra a Judith.

—¿Cómo es que no estás enterado? —dijo Judith sorprendida— Creía que todo el mundo conocía la leyenda del leñador. Resulta que durante la gran depresión dos leñadores asesinaron a un compañero; según se dice, desde entonces, su espíritu vaga por los alrededores del lago asesinando a todo aquel que se acerca.

—Es una buena idea para una historia... —dijo Joey pensativo mientras comía ensalada— quizás escriba algo sobre ello alguna vez.

Mientras comían la conversación siguió entorno a la leyenda y hablaron de adolescentes asesinados y supervivientes encerrados en psiquiátricos hasta que el tema se agotó.

Cuando terminaron Judith le felicitó con sorna por no haber quemado la ensalada y le ayudó a   recoger los restos en una bolsa.

Judith se acercó a la orilla. La luz se reflejaba en el agua y atravesaba la fina tela del vestido de algodón revelando la figura de reloj de arena de la joven. Joey se acercó con timidez y la abrazó por detrás contemplando la quieta superficie del lago por encima de la cabeza de la joven,  disfrutando del paisaje y del aroma que emanaba  de su pelo.

Judith se quedó quieta y cogiéndole las manos se recostó contra Joey cerrando los ojos y disfrutando del calor del sol.

Tras un par de minutos  ella se deshizo del abrazo y se dirigió al pequeño embarcadero donde se quitó los zapatos y se sentó metiendo los pies en  el agua.

Joey se sentó a su lado y la imitó, el agua estaba fresca y podía ver un cangrejo explorando  el fondo en busca de algo que comer. Joey se lo señaló a Judith y ambos estuvieron observándolo en silencio durante lo que pareció una eternidad.

—¿Has traído el ordenador? —preguntó Judith.

—Lo llevo siempre conmigo, es una manía.

—¿Por qué no vas a por él y me lees algo de lo que has escrito?


El rey había suspendido las audiencias de esa mañana y en su lugar había una convocado una reunión de emergencia a la que asistían, Serpum, la reina, el coronel Magad,  jefe de la Guardia Alpina y el almirante Stallion, el comandante de la flota, llegado a toda prisa desde Alissé.

—Bien, veo que estamos todos. —comenzó el rey ocupando la cabecera de la mesa de mapas—Habéis sido convocados hoy con urgencia porque  he recibido informes perturbadores. El rey de Irlam está preparándose para invadir nuestro reino.

—¿Hasta que punto son fidelignos esos informes?—preguntó Magad conscisente de que solo cuando estaba sentado a aquella mesa podía hablar de tú a tú con el rey e interrumpirle sin ninguna clase de ceremonia.

—No puedo revelarte la fuente de estos informes por razones de seguridad para el reino, pero puedo asegurarte de que los confidentes son de la máxima confianza. —mintió el rey para proteger a su esposa.—La invasión se llevará a cabo por mar. Lo único que no conocemos con certeza es la fecha. Probabablemente ni el propio Senabab la sabe.

—No dudo de la veracidad de tus informes, majestad —intervino Stallion— Pero el puerto de Alissé es prácticamente inexpugnable. Es cierto que nuestra armada es mucho menor pero las cadenas que protegen el puerto bastarían para evitar cualquier incursión.

—Estoy convencido de que tienes razón. —dijo Serpum interviniendo por primera vez—Pero si yo fuese Senabab, desembarcaría en las playas que hay al este de la ciudad y atacaría a Alissé por tierra mientras protejo con mis galeras la flota de invasión.

—Puede que tengas razón —dijo Magad señalando los alrededores de Alissé en el mapa— estás colinas aquí y aquí serían ideales para situar maquinas de asedio con las que podría amenazarse la ciudad.

—Visto esto ¿Qué sugerís que hagamos? —preguntó el rey.

—Ante todo yo fortalecería y colocaría trabuquetes aquí y aquí. —respondió Magad señalando las dos colinas más altas y mejor situadas al este de  la ciudad— Eso entorpecerá su avance y ganaremos tiempo, incluso podríamos rechazarlos antes de que se hiciesen fuertes y cerrasen el anillo entorno a la ciudad.

—No es mala idea. —intervino el almirante —Pero nuestra flota no es lo suficientemente potente para evitar que la armada enemiga   aporte las tropas de refresco y los suministros suficientes para llevar la invasión  a cabo. Me temo que solo es una cuestión de tiempo.

—No, hay otra solución, —dijo Serpum —debemos derrotarlos en el mar.

—Eso es casi imposible. Nosotros disponemos de unas cuarenta y cinco galeras,— replicó el almirante pesimista—mientras que los últimos informes que he recibido hablan de que Senabab  tenía hace un año   alrededor de cien  barcos a su disposición, número que probablemente ahora haya aumentado.

—Mi padre nos ayudará. —intervino Nayam—Sabe que si Juntz cae, él será el próximo. No dudará en ayudarnos cuanto pueda.

—Lo sé. —dijo el rey posando los ojos sobre su esposa con ternura— pero aun así no podríamos reunir más de setenta y cinco u ochenta naves. Son demasiado pocas.

—Podrían ser suficientes —dijo Serpum sacando unos legajos de una carpeta.

—¿Qué es eso? —preguntó el rey interesado al ver el diseño de unas extrañas naves en los papeles.

—Aún tenemos al menos un mes para prepararnos. En ese tiempo no podríamos producir más que unas pocas galeras que no significarían una diferencia, pero  podríamos carenar los cascos de las existentes y fabricar casi un centenar de estas.

—Son demasiado pequeñas —dijo Stallion examinando el diseño.

—Cierto, almirante pero no estan diseñadas para atacar directamente a las galeras enemigas. Están  diseñadas para ser ligeras, rápidas y muy maniobrables.

—Ya veo. —respondió Stallion— Y esa  proa afilada y reforzada con acero...

—Esa es la clave —dijo Serpum observando la mirada de aprobación del  almirante que comenzaba a entender la base del plan de batalla.

—Me imagino lo que estáis pensando. —dijo el rey — Pero el plan tiene dos pegas. Esas naves son ligeras pero también muy vulnerables y el plan sería más eficaz si consiguieses sacar a la flota enemiga a mar abierto,  la Bahía de Saana es un lugar demasiado angosto...


—¿No vas a explicar cómo van a utilizar las naves pequeñas? —Le interrumpió Judith.

—Claro que no. Hacerlo ahora no tendría ningún sentido, aparte de saciar tu curiosidad claro. —respondió Joey continuando la lectura.


—Lo sé. Con respecto a la segunda no hay problema. Cuento con el orgullo de Senabab y su voluntad de acabar con todos nosotros para sacarlo de la bahía. Con el cebo adecuado vendrá a nosotros. En cuanto al primer inconveniente confía en mi, yo me encargaré de desviar su atención lo justo para hacer el ataque efectivo.

—Entonces tenemos un plan —dijo el rey — pongámonos en movimiento.

Albert y Nissa llegaron a la rivera del Rumor en apenas un par de horas, pero cuando llegaron al río el templo ya ardía por los cuatro costados. Caminaron por la orilla en dirección a Eruud hasta que encontraron lo que Albert estaba buscando, un embarcadero. Amarradas a los  postes de madera había varias embarcaciones de distintos tamaños.

Albert se paró e inspeccionó desde lejos las barcazas que se balanceaban mansamente con la corriente. Después de unos minutos eligió una que parecía no estar demasiado hundida lo que quería decir que no llevaba mucha carga.

Dejó escondida a Nissa tras una pila de madera y salió corriendo en dirección al embarcadero gritando y señalando el templo. Los vigilantes del embarcadero se despejaron súbitamente y dirigieron sus miradas hacia el horizonte teñido de naranja por las llamas. El jefe de la cuadrilla de vigilantes comenzó a dar órdenes , enviando a uno a alertar a la ciudad mientras que el resto se fueron con él hacia el templo. Solo quedó un hombre que debido a una pierna inútil  no podía desplazarse a la velocidad que el resto.

A Albert no le costó demasiado matarlo y tirarlo al río.

—No tenías que haberlo matado. —dijo Nissa al reunirse con él.

—Lo siento princesa pero no podemos dejar testigos —replicó Albert guiando a la joven hasta la barcaza que había elegido—Si lo hubiese dejado con vida hubiese dado la alarma y hubiese recordado nuestras caras.

—¿Qué podía haber hecho? Podíamos haberlo atado y habérnoslo llevado.

—Lo siento Nissa, estamos solos, rodeados de  miles de personas que si conocieran nuestra identidad no dudarían en matarnos.  Un enemigo vivo, por muy inofensivo que parezca sigue siendo un enemigo y no pienso correr el más mínimo riesgo. Si quieres hacer algo reza por él. Segun su religión ahora está en el paraíso disfrutando de la misericordia de su único dios.

Nissa se sentó en un banco, en la popa de la gabarra y guardó silencio mientras Albert dirigía la embarcación hacia el centro de la corriente con la ayuda de una pértiga.

Albert  echó un vistazo al mapa. El Rumor , a su paso por Eruud, era un rio ancho y caudaloso. La corriente era rápida pero el lecho arenoso del río hacia que la navegación fuese relativamente sencilla  en casi todo su curso salvo en el último tramo donde la gran cantidad de sedimentos que arrastraba se depositaba formando bajíos  que se movían y cambiaban de tamaño con cada estación y cada crecida.

Una vez estuvieron en el centro de la corriente Albert se dirigió a popa y sentándose a la izquierda de Nissa cogió el timón. Un silencio incómodo se estableció entre los dos. En cierta manera Albert lo agradeció.  Movió ligeramente el timón intentando aprovechar al máximo la corriente y levantó la vista hacia las estrellas. En la academia le habían enseñado las constelaciones para  poder orientarse pero siempre le habían intrigado. Si era cierto lo que decían muchos de que en ellas estaba escrito el destino de cada habitante del continente deseó por un momento tener la habilidad para poder leerlas.

Amaba a Nissa. La había amado desde hacia mucho tiempo. Hasta hace unos días, estaba convencido de que nunca sería suya y eso le ayudaba a mantenerse concentrado en su misión, pero después de lo que había ocurrido hacía unas horas, su otrora férrea disciplina amenazaba con romperse.

Mientras la poseía y sentía su cuerpo vibrar con cada embate de su pelvis, locas ideas de huir y desaparecer para siempre juntos se arremolinaban en su mente. La deseaba, la amaba tanto que le dolía, pero en el fondo de su ser sabía que si huían las consecuencias no solo serían un príncipe compuesto y sin novia sino que la guerra entre los tres reinos se haría inevitable...

—¿Estás enfadado? Preguntó Nissa mientras observaba como las luces del amanecer se confundían con el gigantesco incendio que consumía el gran templo de Eruud.

—No, Nissa. Solo estaba pensando. —respondió sin poder disimular el pesar en su voz.

—Yo también lo he hecho. Lo siento, sé que todo lo que haces lo haces por mi seguridad y que no disfrutas con ello. —dijo Nissa sentándose sobre él a horcajadas

—No Nissa, por favor... —dijo Albert intentando resistirse.

—Sé en lo que piensas.  Yo también tengo la tentación de abandonarme y desaparecer contigo —dijo ella sellándole los labios con un beso—Soy consciente de lo que me espera a mi llegada y pienso cumplir con mi deber,  pero hasta que lleguemos hasta nuestro destino pienso vivir estos días como si fuesen una vida entera. He hecho sacrificios horribles para poder escapar de las garras de mis captores y para seguir manteniéndome viva. Y por lo poco que he podido ver tú te has jugado la vida y has ido mucho más allá de lo que el deber te dictaba por culpa de una niña díscola y malcriada. Por eso nos merecemos al menos unos pocos días de felicidad.

Nissa terminó el discurso y solo se tomó un instante para coger aire antes de abrazar a Albert  de nuevo con abandono, saboreando cada  beso como si fuese el último. Las manos de Albert se deslizaron por la espalda de la princesa para terminar apretando el cuerpo de la joven  contra él.

La princesa suspiró y se quitó la burda camisa que le había dado Albert. El fresco de la madrugada erizó inmediatamente los pezones de Nissa. Albert, atraído por ellos, los besó y los lamió golosamente. Nissa se retorció y gimió besando y tironeando del pelo de Albert.

Las estrellas fueron desapareciendo poco a poco dando lugar a un horizonte despejado salvo por una columna de humo negro que iba quedando poco a poco atrás en el horizonte. Mientras los dos amantes se besaban y exploraban con avidez  la gabarra avanzaba plácidamente río abajo, directa hacia Noab.


Judith abrió los ojos. Estaba tumbada a su lado escuchando atentamente el relato de Joey.

—¿Qué es lo que más te cuesta a la hora de escribir un relato? —Preguntó Judith.

—Una buena pregunta. La verdad es que la trama no es lo más complejo. A veces incluso parece que cobra vida ella sola y pasajes que en principio parecen no tener mucho sentido en  la historia, luego toman cierta relevancia o sirven para darle un buen giro a la trama. La verdadera dificultad está en los detalles. En procurar no cometer pequeñas contradicciones o cambiar repentinamente el carácter de un personaje. No cometer faltas de ortografía y sobre todo en evitar las repeticiones.

—¿A qué te refieres?

—En mi opinión, el mayor enemigo de un relato  es la repetición a cualquier nivel. Repetir palabras, repetir situaciones, repetir escenas de sexo... hacen que el relato pierda todo su interés.

—¿Eso quiere decir que no te gustaría besarme repetidamente? —peguntó Judith insinuante.

—¡Oh! ¡ No!  —dijo Joey acercando sus labios a los de Judith—Lo que hay entre tú y yo no es ninguna historia de ficción.

Joey besó a la joven suavemente. Poco a poco la intensidad de los besos y su profundidad fue aumentando hasta que tuvieron que separarse para poder respirar.  No hubo necesidad de palabras entre ellos, un par de gestos bastaron para saber que había llegado el momento.

Joey se tumbó al lado de la joven y acarició su cuerpo con suavidad por encima de su vestido. Judith se estremeció y le besó con más calma disfrutando del momento mientras le ayudaba a desabotonarse la parte superior del vestido.

Tras un rápido forcejeo logró dejar a la vista unos pechos grandes y plenos, ligeramente bronceados que pugnaban por salir del  reclusión de un bonito sujetador beige de encaje.

La joven se estremeció cuando los dedos de Joey acariciaron su sexo bajo la falda del vestido. Está vez judith no esperó a que Joey forcejease con los  últimos botones del vestido y ella misma se lo quitó dejando a la vista un pequeño tanga  a juego con el sujetador.

Joey, excitado por la visión del cuerpo espléndido y semidesnudo de Judith,  le besó los pechos  mordisqueando con suavidad los pezones a través de la fina tela de su ropa íntima.

Judith Jadeó  y se retorció con la boca de Joey sobre sus pechos  y las manos entre sus piernas. Con satisfacción vio como la lujuria se apoderaba de su novio cuando ella se quitó finalmente el sostén dejando sus pechos grandes y firmes con los pezones oscuros y tiesos a la vista.

Joey besó y chupó los pechos de la joven   de nuevo disfrutando de su aroma y su sabor mientras con la  mano apartaba el tanga y acariciaba suavemente su sexo.

Judith, al sentir un contacto tan directo, se puso rígida unos segundos pero enseguida los besos y las caricias de Joey le hicieron olvidarse de sus miedos y empezó a sentir como el ligero hormigueo de la excitación era sustituido por una hirviente sensación de apremio.

Joey lo percibió inmediatamente y fue bajando por su vientre hasta envolver con sus labios el monte de venus de la joven cuidadosamente depilado.

Judith notó como todo su cuerpo reaccionaba y su sexo se encharcaba ante las dulces caricias de Joey. Incapaz de tener las manos quietas se acarició el cuerpo y se estrujó los pechos con fuerza gimiendo y apremiando a Joey.

Con un empujón apartó a Joey y se sentó encima de él. Durante unos instantes dejó que su novio admirase  su cuerpo antes de  inclinarse sobre él y le quitarle la camiseta. El torso del joven era ancho y estaba casi lampiño. Dominada por un deseo irrefrenable comenzó a besarselo mientras movía lentamente sus caderas sobre el pene erecto de Joey.

Joey soltó un sonido ronco y acarició el pelo de la joven mientras ella bajaba poco apoco con su besos hasta su cintura. Con un par de tirones Judith le sacó los pantalones dejando su polla al aire.

El contacto de su polla con los pechos blandos y cálidos de Judith casi le llevó al orgasmo. Joey cerró los ojos y se limitó a disfrutar de las manos y los pechos de Judith acariciando su miembro.

La polla de Joey estaba caliente y dura como una piedra. Judith atraída por ella, besó su punta arrancado un gemido a Joey. Volió a besarla de nuevo, esta vez Joey no hizo ningún gesto pero su polla se estremeció buscando un contacto más íntimo.

Con timidez Judith se metió el miembro de Joey en la boca y lo chupó y lo lamió, primero con suavidad y luego cada vez con más energía. Con satisfacción, notó como todo el cuerpo de su novio se crispaba con sus caricias y lametones.

—¡Oh! ¡Sí! Eres maravillosa. —dijo Joey entrecortadamente mientras acariciaba la oscura melena de Judith.

Ella siguió chupando y lamiendo cada vez más rápido hasta que Joey la apartó con suavidad y tumbándola boca arriba eyaculó sobre su vientre.

Mientras Judith jugaba con el semen que él había derramando sobre su vientre Joey buscó en los pantalones y sacando un preservativo se lo colocó apresuradamente.

Al volverse hacia ella vio como Judith, tumbada boca arriba, se había quitado el tanga y  había separado las piernas tímidamente con una mezcla de deseo y vergüenza. Joey se inclinó sobre ella y le acarició el pubis totalmente depilado y su sexo húmedo y turbulento. Con suavidad metió dos de sus dedos y comenzó a explorarla buscando las zonas más sensibles de su interior. Judith gimió y tembló mirando a Joey con unos ojos  rebosantes de deseo y confianza.

Joey siguió acariciando y besando a la joven dejando que  fuera ella la que cogiese su miembro y lo introdujese en su sexo cuando se sintiese preparada.

Ambos gimieron a un tiempo cuando la polla de Joey resbaló con facilidad en el interior de judith. Durante nos instantes, Joey se quedó quieto encima de su novia besándola y disfrutando de su cálido vientre. Poco a poco empezó a moverse con suavidad disfrutando tanto de su placer como de el de ella.

La joven sintió como todo su sexo se estiraba y se estremecía de placer con cada acometida de Joey. Abrazó a Joey y dejó que el llevara el ritmo disfrutando de un momento largamente deseado.

Poco a poco los gemidos de Judith se hicieron más apremiantes y comenzó a mover sus caderas al ritmo de las de Joey. Las sensación de compenetración fue maravillosa y Joey aceleró el ritmo haciendo que su polla penetrara más rápida y profundamente en el sexo de Judith.

La joven se agarró sus pechos y gimió cada vez más fuerte hasta que todo su cuerpo se estremeció con el orgasmo.

Judith se estrujó los pechos y gritó mientras relámpagos de placer recorrían todo  su cuerpo hasta la punta de sus pies. Se relajó pensando que todo había terminado pero Joey le dio la vuelta y poniéndola a cuatro patas la penetró de nuevo. La joven separó las piernas  para estar más cómoda y recibió la polla de su novio con el cuerpo aun recuperándose del orgasmo.

Joey se inclinó sobre ella y penetrándola con suavidad envolvió su cuerpo con un abrazo   le besó y le mordisqueó el cuello y las orejas. Pronto Judith comenzó a gemir de nuevo. Joey tiró de ella hasta ponerla erguida y así poder abrazar su vientre y sus pechos mientras la follaba.

Judith gimió sintiendo como las manos de joey exploraban todo su cuerpo arrancando chispazos de placer de las zonas más insospechadas. Con cada penetración él apretaba su cuerpo contra el de ella haciendo que se derritiera de amor y deseo.

Con un gesto Judith se deshizo del abrazo y le obligó a Joey a tomarse un respiro.

Él  se apartó obediente y observó como su novia se inclinaba apoyando los antebrazos en el suelo y separando la piernas. La visión del sexo de Judith con los labios abiertos  e hinchados por el deseo le cortó la respiración.

—Fóllame fuerte —dijo ella con la voz ronca de deseo.

Por un momento Judith no pudo evitar recordar sus dos anteriores relaciones sexuales al recibir el salvaje empujón de Joey. Habían sido apresuradas, violentas y profundamente insatisfactorias.

Los empujones de Joey se volvieron más apresurados sacándola de aquellos oscuros pensamientos haciéndola sentir un placer intenso y descontrolado. Joey  empezó a gemir suavemente y  Judith volvió la cabeza y observó la cara de su novio contraída por un intenso placer mientras se corría en su interior.

Joey sintió como explotaba en el interior de la joven que le miraba con dulzura. Con la polla aun dura siguió penetrándola con fuerza agarrado a su caderas hasta que le cuerpo de Judith se combó y se estremeció paralizado por el orgasmo.

Con un último grito de placer ambos se tumbaron de lado y Joey sacó la polla del vibrante coño de su novia.

Joey abrazó a la joven por la espalda y sin dejar una molécula de aire entre sus cuerpos desnudos se quedó dormido.

¡Vamos! —dijo Judith despertándole y poniéndose el tanga—tenemos el tiempo justo para llegar al comedor.

Joey se despertó y miró la hora. Era tarde, pero se tomó su tiempo admirando el cuerpo firme y turgente de Judith mientras ella se vestía. Con una mueca de disgusto vio como  ese monte de venus cálido y suave que había escalado hacía un rato se escondía bajo el tejido del tanga, como sus pechos grandes y firmes con los pezones oscuros volvían a quedar enjaulados en su sujetador y como la piel morena y satinada de la joven desaparecía de su vista al ponerse el vestido.

—¡Estúpido! —exclamó ella al verse observada—Deja de mirarme como un pasmado y vístete de una vez.

LLegaron al comedor comunitario justo a tiempo. Antes de entrar Joey arrinconó a Judith contra una esquina y le dio un largo beso antes de entrar.

Amber ya les esperaba con el delantal puesto y el cucharón en la mano y no pudo evitar un gesto de alivio.

—¡Uf! Menos mal. ya creí que iba a tener que enfrentarme yo sola con estas fieras. —dijo la animadora señalando a la gente que ya empezaba a hacer cola.

—Lo siento —dijo Judith poniéndose el delantal apresuradamente— Nos hemos distraído y casi llegamos tarde.

—Ya veo —dijo Amber quitando unas briznas de hierba de la melena de Judith—¿A que ha sido maravilloso?

—Yo... —dijo Judith enrojeciendo ante la intuición de Amber— ¿Cómo lo has sabido?

—Se os ve en la cara. A Joey no tanto. pero tranquilos vuestro secreto está a salvo conmigo.

—Gracias Amber.

—¿Qué tal ha sido? —preguntó Amber con naturalidad.

—¡Oh! Ha sido maravilloso. No tengo mucha experiencia para poder comparar pero parecía que me conocía de toda la vida. Apretó todas las teclas y casi me hace perder el sentido.

—¡Eh! ¡Que estoy aquí! ¿Podríais dejar de hablar de esto? Hay niños delante. —dijo Joey muerto de vergüenza.

—Te entiendo, es como si supiese que necesitas en cada momento ni te trata como si fueses de cristal ni como una zorra a la que hay que rellenar todos los agujeros. —dijo Amber— Espero que seáis felices juntos. No seas tan tonta como yo y no lo dejes escapar.

— ¿Podéis dejarlo ya?

—En cuanto a ti, seguro que disfrutaste como un loco de estos  jugosos melones —dijo Amber rozando uno de los pechos de Judith con el cucharón mientras  imitaba la voz de pervertido de Mike.

—Sí, sí. —respondió él colorado como un tomate—Es una mujer preciosa y apasionada. Disfruté mucho con ella.

—¿También te lee sus relatos? —Le preguntó a Judith.

—Sí, y por cierto, —respondió ella— creo que Joey tiene algo que decirte.

—¿Yo? —dijo el aludido intentando escurrir el bulto.

—Vamos Joey no seas estúpido y  dile la verdad. —insistió Judith con un gesto.

—Está bien. —claudicó él— Amber, lo siento,  pero el final que te envié del relato lo escribí solo para chincharte. En realidad he seguido escribiendo...

—¡Serás cabrón! —exclamó Amber amenazándolo con el cucharón  antes de coger un nueva ración de sopa y servirla a un sorprendido cliente— Eso ha sido un golpe bajo. Más te vale que me envíes todo lo que has escrito si no quieres que...

—¿Si no quiero que qué? —dijo Joey defendiéndose.

—Que me enfade yo también contigo. —intervino Judith provocando una sonrisa complacida en  la animadora.

—Está bien. Me rindo. —dijo Joey sirviendo un filete empanado y fingiendo no oír como su novia y su ex hablaban de el como si no estuviese presente.

Al fin la noche terminó y después de despedirse de Amber, Joey llevó  a su novia a casa.

—Ha sido un día maravilloso. Gracias Joey.

—Yo también he disfrutado mucho, hasta que llegamos al comedor. ¿ No puedes hacerte amiga de otra persona?

— No seas infantil. La verdad es que Amber es una chica muy maja.

—Y no te molesta que haya hecho el amor con ella. —preguntó Joey.

—En realidad tendría que darle las gracias, Si no llega a ser por ella probablemente tú y yo no estaríamos juntos ahora.

—Ten cuidado con Amber. Es una manipuladora.

—Vale, vale. Solo la tocaré con guantes y me lavaré las manos antes y después. Ahora vete a casa y envíale el relato. Chao cariño.—dijo Judith dándole un beso y saliendo del herrumbroso Honda.

Guía de personajes:

Reino de Juntz.

Rey Deor II: Soberano de Juntz.

Eldric: Único hijo varón del rey Deor. Príncipe heredero de Juntz. Prometido con Nayam de Gandir.

Nissa: La hermana de Eldric. Prometida con Taif príncipe heredero de Gandir.

Serpum: Conocido en la corte de Juntz como el arcipreste. Preceptor de los hijos del rey y fiel amigo y consejero del soberano. Tiene un oscuro pasado que solo el Rey Deor conoce.

Coronel Magad : Jefe de los Guardias Alpinos La élite del ejército de Juntz

Almirante Stallion: comandante de la flota de Juntz

Albert: Miembro de la Guardia Alpina y guardaespaldas de Nissa.

Guldur: Compañero de Albert en la Guardia y guardaespaldas del príncipe Eldric.

Fugaz: Caballo del príncipe Eldric.

Reino de Gandir.

Accab I: 2º rey de la decimotercera dinastía de Gandir.

Taif: Primogénito del rey Accab y heredero al trono de Gandir.

Nayam: Princesa de Gandir.Primera hija de Accab. Prometida al príncipe heredero de Juntz y tras su muerte del rey Deor.

Reino de Irlam

Senabab: Rey de Irlam.

Yamín: Gran visir del rey.

Kondra : Madame del prostíbulo más lujoso de Senabab.

Swich : Espía de Juntz en Veladub.

Nesgar: Posadero ladrón y traficante de seres humanos en Veladub.

Vulk: Cómplice y guardaespaldas de Nesgar .

Amwar: Supremo sacerdote de Veladub.

Piratas

Baracca: Capitana del Tormenta.

Moser: Lugarteniente de Baracca y contramaestre del Tormenta.

Algún lugar en la costa oeste de los EEUU

Joey: estudiante y autor de la princesa blanca. Enamorado de Amber.

Amber: Jefa de las animadoras.

Sres. Kingsey : Padres de Amber.

Johnny: Novio de Amber y quarterback del equipo.

Mike: Mejor amigo de Joey y loco del skate.

Judith: Amiga y compañera de Joey desde la infancia.

Robert y Nora Rosen: Padres de Judith.

Srta. Freemantle: Profesora de química en el instituto dónde estudia Joey .

Lisa: Madre de Joey.

He colgado un mapa de los tres reinos en esta URL por si queréis consultarlo. Lo hice para mi propio uso a la hora de escribir la historia, así que no esperéis una obra de arte.

[URL=http://www.subirimagenes.com/otros-mapaprincesablanca-8904614.html][IMG]http://s2.subirimagenes.com/otros/previo/thump_8904614mapa-princesa-blanca.jpg[/IMG][/URL]