La princesa blanca 18

Nayam visita el harén de Senabab

18

Judith entró en el coche y sin decir nada se sentó a su lado mientras Mike  miraba a Joey con la típica sonrisa que decía "te lo dije".

Era el último día antes de las vacaciones de primavera, las clases estaban llenas y los profesores ya habían corregido los parciales. Cuando entraron en la clase de química la Srta. Freemantle ya les estaba esperando con un grueso montón de exámenes.

En cuanto todos estuvieron sentados la profesora comenzó a repartir los cuestionarios corregidos acompañando cada entrega con un breve comentario.

—Muy bien Allie, buen trabajo, B-, sigue así.

—Gordon ¿Cuándo vas a ponerte a estudiar de una vez? Tienes una D...

La profesora siguió su recorrido repartiendo elogios y broncas y Joey la ignoró hasta que llegó al sitio que ocupaba Amber.

—Buen trabajo, Amber  la progresión ha sido increíble, un B+. Si sigues así estoy segura de que lograrás un sobresaliente en los finales.

—Joey no pudo evitar una sonrisa de satisfacción que no escapó de la inquisitiva mirada de Judith.

La Srta. Freemantle dejó las dos mejores notas para el final. Judith había sacado un A- y Joey un A+ un examen perfecto, lo que no contribuyó a mejorar el temperamento de una competitiva Judith.

El resto de la mañana siguió más o menos igual. Joey no lo hizo tan bien en el resto de las asignaturas y excepto en biología en la que Ambos sacaron B+,  en el resto,  Judith le superó claramente y Joey notó como la joven comenzaba a relajarse.

Todo el mundo celebró con una gran ovación la campana que señalaba el final de la última clase del día y el comienzo de las vacaciones de primavera.

—Siento todo lo que ha pasado. —se disculpó Joey — ¿Me perdonarás algún día?

—Yo también lo siento. —respondió Judith más relajada con el saco de sobresalientes bajo el brazo—  En realidad no es culpa tuya, no podías imaginar lo que iba a pasar.

Joey se acercó tímidamente a ella y le dio un beso suave en los labios. Judith respondió pegándose a él y respondiendo al beso sedienta. Salieron por la puerta del instituto al sol del mediodía y antes de que Joey pudiese decir nada Judith le dio un beso y se despidió diciendo que tenía que hacer un recado.

Joey se ofreció a llevarla pero ella insistió en que no hacía falta y desapareció entre la multitud de alumnos que se dirigían a casa satisfechos de no tener que volver en unos días.

Durante la comida, su madre le interrogó acerca de las notas y se mostró decepcionada como siempre de que su hijo fuese un vago que prefería pasar el tiempo escribiendo en vez de estudiando.

Después de que su madre le  amenazara por enésima vez con quitarle el ordenador si no mejoraba, Joey terminó el postre y se fue a su habitación dejando a su madre refunfuñando en la cocina y fregando los platos.

En cuanto cerró la puerta de la habitación suspiró aliviado y abrió el ordenador.


Albert y Nissa despertaron un par de horas antes del amanecer.  El templo estaba envuelto en un espeso manto de silencio y solo la trémula luz de algunas lámparas de aceite se abría paso en la densa oscuridad de una noche sin luna.

Albert sacó de la mochila las ropas que había comprado antes del torneo para la joven y disfrutó  contemplando por última vez a la joven desnuda vistiéndose.  Mientras la princesa  se ajustaba los pantalones de cuero,  Albert suspiró consciente de que si tenía éxito en su misión la mujer que amaba acabaría en el lecho de otro. Hasta la noche anterior, el hecho de no haberla tocado nunca le había permitido mantener una especie de dique entre ellos, permitiéndole mantener la compostura y hacer su trabajo pero ahora que la había visto desnuda, que había acariciado su piel, que había escuchado sus gemidos y sus súplicas desesperadas mientras  hacían el amor, el dique se había roto y toda clase de planes fantásticos y sueños imposibles le asaltaron  amenazando con llevarse toda su cordura por delante.

Cuando terminó de vestirse, Nissa se dio cuenta del sufrimiento de Albert y se acercó a él.

—Sé que esto es terriblemente difícil y confuso para ti, Albert. —dijo ella acercándose y acariciando el rostro del soldado— Yo también siento la tentación de dejarlo todo y huir contigo. Pero la vida me ha dado todo menos lo que más anhelo. Quiero que sepas que siempre ocuparás un lugar en mi corazón, pero el destino de una nación y de miles de personas  depende de que yo vuelva a casa para poder casarme con un extraño.

—Lo sé princesa, —replicó Albert intentando recuperar el buen juicio—  sabes que seré fiel al juramento que hice al ingresar en la Guardia Alpina y te defenderé hasta el último aliento.

—Gracias, Albert. —Dijo Nissa dándole un beso y saboreando su boca probablemente por última vez.

—Ahora vayámonos de este antro —dijo  Albert  respirando hondo y dirigiéndose hacia la puerta.

Albert desenfundó la daga, más apropiada que la espada para combatir en espacios cerrados y se acercó a la puerta. Posó el oído en la madera sin escuchar ningún ruido en el exterior. La puerta de la habitación estaba cerrada por fuera pero  a pesar de estar firmemente atrancada había sido diseñada para retener en la habitación a gente que no quería salir de ella, así que  un par de patadas y un poco de palanca con la daga bastaron para forzarla  sin demasiado estruendo.

Una vez en el pasillo, ambos se quedaron quietos sin respirar, esperando un ejército de monjes rabiosos que nunca llegó.

Unos instantes después Albert tomó la delantera y guio a la princesa en la oscuridad. Se dirigió a la nave central pero con un susurro Nissa le dijo que los monjes le habían explicado que muchos peregrinos dormían allí y no convenía despertarlos. Con un mapa que Nissa se había hecho mentalmente gracias a las descripciones que le habían hecho los monjes que le acompañaron  en el viaje, la princesa guio con gestos silenciosos a Albert a través de las cocinas y luego por un solitario pasadizo hasta los almacenes dónde se guardaba la comida para los clérigos. Al llegar al otro extremo,  Albert pudo ver una gran puerta por la que podía entrar un carro custodiada por dos hombres armados de enormes  alfanjes.

Albert apartó a Nissa y con gesto le indicó que llenase la mochila de comida mientras él se deshacía de los guardias.

Albert se asomó de nuevo a la esquina para echar un vistazo. A quince metros de él, al final de un estrecho pasillo formado por las abundantes vituallas que se habían traído para el Tannit, estaban dos hombre,  uno se mantenía despierto mientras el otro dormitaba con su alfanje en la mano.

El guerrero sospesó la situación y descartó sacar la espada. Había muy poco espacio. Pensó en atacar directamente. El pasillo era realmente estrecho y podría acabar con los hombres uno a uno pero se le ocurrió algo mejor.

—Nissa, ¿Has acabado?

—Sí,  un poco de carne salada y muchos frutos secos, higos y dátiles.

—Perfecto, ahora quédate y vigila un momento. —dijo el indicándole la esquina— Voy a distraerlos un poco.

Nissa se agachó obediente a vigilar a los guardias mientras Albert cogía un par de grandes ánforas e aceite y se dirigía a una de las esquinas del almacén.

Tuvo suerte y encontró un gran fardo de algodón y unos sacos de cereales y derramó el contenido de las ánforas sobre ellos. Con una sonrisa lanzó una lámpara de aceite y no esperó a ver el resultado para ir corriendo hasta la esquina dónde Nissa le esperaba obedientemente.

No tuvieron que esperar mucho antes de que una espesa humareda empezase a extenderse por el techo del local. El hombre que estaba alerta le dio una patada al que dormía plácidamente y dejando el alfanje apoyado en la pared se lanzó a la carrera por el pasillo.

Al llegar a la esquina Albert le recibió con un directo en la cara y una cuchillada en el corazón. A continuación se acercó al otro guardia que trataba de despejarse. El hombre vio a Albert y le lanzó un mandoble con su alfanje que se clavó inofensivamente en un tonel.

El guardián desencajó la hoja del tonel preparándose para un nuevo ataque pero el vino que salía a presión del recipiente dañado le dio en los ojos cegándole por unos instantes. Albert no esperó y le espetó la daga en el cuello, sangre y vino se mezclaron por un instante y corrieron por el torso del sorprendido soldado justo antes de desplomarse.

Albert estaba dispuesto a tirar la puerta abajo cuando Nissa llegó a su lado con un gran manojo de llaves.

—Estupendo, espero que tarden un buen rato en darse cuenta. —dijo Albert probando una llave tras otra hasta dar con la que abría la puerta.—Si el fuego se extiende nosotros seremos la última de sus preocupaciones.

Con un suspiro de satisfacción Nissa salió al aire fresco de la madrugada. Después de todo, había aguantado y al fin era libre. Al lado de Albert sabía que nada malo le podría ocurrir. Ahora solo tenía que volver a casa.


Joey cerró el ordenador, se puso  unos vaqueros viejos y  se fue al comedor social. Mientras conducía el viejo Honda no dejaba de preguntarse cómo Judith le habría perdonado tan rápido. Finalmente llegó a la conclusión de que estaba colada por él y en el fondo sabía que todo era culpa de ese sacerdote metomentodo.

Entró en el comedor un poco más confiado hasta que al entrar en la cocina vio a Judith poniéndose un delantal para servir la comida.

—Hola,  Joey,  ¡Sorpresa! —dijo ella acercándose y dándole un beso.

—¿Qué haces aquí?—dijo Joey  estupefacto.

—He hablado con el padre O´Brien y ha aceptado mi ayuda.

—Pero tú eres...

—Sí, soy judía pero eso no tiene nada que ver. El padre O´Brien siempre agradece una mano extra. ¿Cuándo empezamos?

Joey estaba pensando en algo que decir cuando entró Amber en la cocina. La permanente sonrisa de la animadora se le congeló en la cara al ver a Judith, pero como persona a acostumbrada a guardar las apariencias, se repuso rápidamente y saludó a los dos con alegría.

—Hola Judith. ¿Has venido a ayudar o Joey te ha obligado a convertirte? —preguntó con una sonrisa que aparentaba ser de lo más inocente.

—Hola,  Amber. ¿Qué tal? —saludó Judith— La verdad es que cuando Joey me dijo lo que hacía me pareció tan buena idea que no me he podido resistir y he hablado con el padre O´Brien. Es un buen hombre y no ha puesto ninguna pega.

—Muy cierto. ¿No es  maravillosos que estemos aquí los tres juntos? —dijo Joey intentando romper el hielo con torpeza.

La conversación terminó bruscamente cuando el cocinero les indicó que la comida estaba lista para ser servida.

Tras el mostrador Amber y Judith se pusieron a ambos lados de Joey y se dedicaron a servir comidas con una sonrisa. A Joey le tocó servir el pescado así que tuvo tiempo observar como servían ambas la comida compitiendo por ser la más simpática y la más alegre de las dos.

Cuando terminó la cena ayudaron a recoger las mesas y mientras Amber se despedía Joey llevó a Judith en el Honda hasta su casa.

—No tenías por qué venir al comedor. ¿Es que no te fías de mí? —Preguntó Joey cuando finalmente paró el coche frente a la casa de Judith.

—No, confío totalmente en ti. —respondió ella — de quién no me fío es de Amber.

—Ya le he dicho que todo ha terminado y ella lo ha aceptado.

—Sí,  pero de todas maneras seguiré yendo si no te importa. —replicó Judith— Me ha encantado la experiencia.

—¿Te apetece quedar mañana para tomar algo? —Preguntó Joey mientras Judith abría la puerta.

—Llámame por la mañana. —respondió Judith dándole un beso y alejándose.

Llegó a casa bastante cansado pero pronto se dio cuenta de que la tensión que había pasado en el comedor le impedía dormir así que cogió el ordenador y se puso a escribir.


—Buenas tardes mi reina. ¿Qué tal os encontráis? —preguntó  Serpum acompañando la pregunta con una reverencia en cuanto entró la joven reina en su despacho.

—Un poco cansada, no sé por qué. He  pasado toda la mañana acompañando al rey en las audiencias pero estaba cómodamente sentada.

—Pareces haberte adaptado muy bien al ritmo de la corte.

—La verdad es que Deor hace que sea todo tan sencillo...

Serpum sonrió satisfecho al ver el brillo del enamoramiento en los ojos de la joven. En su fuero interno, desde que conoció  a la joven reina, sabía que el matrimonio sería un éxito.

—Hoy, para empezar vamos a hacer algo ligeramente distinto. Vas a establecer un contacto rápido con Albert y luego vas a concentrarte e intentar localizarlo en un mapa que te voy a dar. Esta es una técnica que no necesita  que toda tu atención con lo que es muy indicada para realizarla mientras te mueves o combates.

Serpum le dio un sencillo juego que le obligaba a la joven a mantener parte de su mente ocupada en otra cosa mientras que con la otra parte  se concentraba en Albert.

—¿Qué ves?

—Veo a Albert y a Nissa, corriendo. ¡Están juntos ! —exclamó la joven al darse cuenta que ambos corrían cogidos de la mano.

—Qué más.

—Veo agua delante y ... fuego detrás.

—Bien, ahora no pienses y señala un punto en el mapa.

—La joven soltó el puzle que tenía en sus manos y señaló un punto en el mapa.

—¡Excelente! —dijo Serpum satisfecho— Están en Eruud y se dirigen al río. Sabía que podía confiar en ese chico. Bien ahora vamos a practicar de nuevo  el contacto a distancia, pero quiero que ahora seas especialmente cauta, si ves que no lo consigues no intentes forzar la situación.

—De acuerdo. —dijo ella concentrándose— ¿Con quién debo conectar?

—Con el rey Senabab. —respondió Serpum— Toma, esta es una joya que el rey le regaló a Nissa cuando aun creía que podía conseguirla para su hijo, te ayudará.

Nayam cogió la joya y la observó detenidamente, era una gargantilla de platino con esmeraldas engarzadas, de preciosa factura pero muy similar en diseño a las que usaban los esclavos. Al asirla con fuerza para concentrarse, sintió inmediatamente la maldad de las intenciones de la persona que la había regalado.

Nayam tomó aire y se concentró. Tal y como Serpum le había dicho le resultó  mucho más sencillo contactar con el rey Senabab y tanteó con exquisita suavidad para que no se enterase de nada. Poco a poco fue infiltrándose en la mente del soberano de Irlam hasta que  sus sentidos se confundieron con los de él.

Estaba en una lujosa estancia rodeado de sedas y almohadones. Unas jóvenes esclavas le rodeaban dándole vino y dátiles. Con satisfacción podía ver el miedo en sus ojos y en las dilatadas ventanas de su nariz.

El rey Senabab estaba totalmente desnudo salvo por un diminuto taparrabos. El tórrido aire proveniente  del desierto convertía el palacio en una sauna. Amina no se hizo esperar. Apareció desnuda y cargada de perlas que destacaban sobre su piel oscura como una noche sin luna. Su cuerpo joven y esbelto excitaba al rey pero eran sus ojos grandes y almendrados de color miel, su nariz pequeña y su boca pequeña y de labios gruesos los que le daban una aire de inocencia irresistible a los ojos del rey.

Senabab se quedó quieto observando el tocado con una enorme perla en forma de lágrima sobre su frente lisa y despejada. Un collar de perlas daba tres vueltas en torno a su cuello y caían sobre sus pechos acariciando sus pezones grandes y negros como el carbón a la vez que brazaletes y tobilleras de oro y plata tintineaban delatando  cada movimiento de la joven.

La concubina se acercó postrándose ante su rey. Las perlas  de su cuello y su tocado tintinearon suavemente al tocar el suelo.

El rey la invitó a incorporarse con un gesto y la joven se acercó con los ojos acuosos y la respiración anhelante. Senabab acarició su cara suave y su cuello mientras la joven se acurrucaba en su regazo.

El soberano  acarició los pechos de la joven y  le pellizcó los pezones con fuerza. La concubina se revolvió en el regazo del rey y se mordió el labio para ahogar un grito de dolor. El rey sonrió travieso y la besó.

Cuando al fin separó sus  labios Amina puso las piernas a ambos lados de las caderas del rey y comenzó a moverse lentamente, con la  mirada ausente, sobre la polla erecta del rey. El rey notó como la raja de la joven se humedecía a medida que  aumentaba el ritmo de sus caderas.

Como si estuviese bailando una de las danzas de la región de dónde era originaría, la joven comenzó a retrasar el torso poco a poco sin dejar de mover sus caderas. El rey acarició el pubis de la joven increíblemente suave y aromático. La joven se estremeció y gimió ante el contacto.

—Soy tu esclava mi señor. —dijo ella cogiendo la enorme mano del rey y metiendo dos de los dedos en la boca.

El rey, excitado se arrancó el taparrabos mostrando su verga enhiesta a la concubina instantes antes de penetrarla. El coño de la joven se dilató para poder admitir la poderosa herramienta del rey y Amina soltó un grito de placer. La joven se incorporó por un breve momento y se abrazó al rey mientras este comenzaba a entrar y salir de su sexo húmedo y caliente.

Senabab la besó de nuevo y acarició todo su cuerpo , negro y brillante de sudor mientras  los labios de la joven se pegaban a los suyos con una mezcla de miedo y deseo que hacían a Amina irresistible.

Con un empujón obligó a la joven a tumbarse  mientras el rey, de rodillas,  comenzó a aumentar el ritmo de las penetraciones hasta  volverlo casi salvaje. La joven sin tener a que agarrarse se limitó a gemir y gritar mientras su rey descargaba toda su furia en ella.

Finalmente la joven pudo incorporarse y Senabab aprovechó para levantar el liviano peso de la concubina y ponerse de pie sin dejar de penetrarla. Amina se dejo hacer intentando agarrase al cuello del rey resoplando y gimiendo con sus collares y brazaletes tintineando con fuerza hasta que el orgasmo la asaltó paralizándola. El rey  sacó su polla del sexo de la joven y  la depositó en el suelo.

Amina se paró un momento jadeando pero tras unos instantes el rey la cogió por su cabellera negra y brillante y la metió la polla hasta el fondo de su garganta. Senabab  aguantó así hasta que gruesos lagrimones comenzaron a surgir de los ojos de la joven estropeando su cuidado maquillaje.

Cuando se separó, la concubina tomó una larga bocanada de aire y sin esperar una orden cogió el glande del rey entre sus labios y comenzó a chuparlo a la vez que lo acariciaba con suavidad con la punta de su lengua.

Nayam sintió como el hombre estaba a punto de correrse y se sorprendió de lo diferente que era la sensación de los hombres, como casi todo el placer se concentraba en su polla y apenas se enteró cuando Senabab tiró de la joven y la colocó de pie frente a una columna.

La joven se agarró a la columna y el rey  se acercó por detrás con el rabo erecto y palpitante entre sus piernas. Acercó su cara a la espalda de la joven y aspiro su aroma. Nayam notó el olor a almendras, a sudor y a sexo que desprendía la hembra.

Senabab se agarró a la columna por detrás de la joven tapándola por completo con su envergadura. El rey notó como el sudor de ambos se mezclaba y comenzó a restregar su polla contra el culo y la espalda de la joven que gimió de nuevo excitada.

El rey introdujo la mano entre las piernas de la joven y la penetró con sus dedos con tal fuerza que le obligó a ponerse de puntillas. Continuó acariciando su sexo unos segundos más para luego apartar las manos y darle dos sonoros cachetes en el culo. La joven gritó sorprendida pero se mantuvo de puntillas mientras el rey se inclinaba para lamer y mordisquear sus costados con fiereza.

Nayam sintió cómo Senabab se fijaba en el ano de la joven y sonreía torvamente. Sabía que Amina nunca había recibido una polla por allí y con un una sensación de placer anticipado, el rey separó las piernas de la joven y presionó contra el estrecho orificio hasta que toda su polla estuvo enterrada en el culo de la joven.

Amina sollozó y tensó inconscientemente todo su cuerpo durante unos instantes. El rey comenzó a follarla sintiendo como la joven respiraba profundamente y se esforzaba en relajarse.

El culo de la joven era cálido y deliciosamente apretado. Senabab   comenzó a penetrarlo con fuerza haciendo que los pies de la joven se despegasen del suelo con cada embate. Senabab adelanto una de sus manos y comenzó  a masturbar a la joven mientras la sodomizaba hasta que notó que empezaba a disfrutar. Pronto los gritos de dolor se fueron transformando en jadeos de placer.

Senabab  satisfecho, apartó las manos del pubis de la joven y tiró con fuerza del collar de perlas  hasta que éstas se clavaron en el delicado cuello de Amina. La joven se agarró al collar mientras el rey continuaba empujando dentro de ella hasta eyacular en su interior .

Senabab siguió empujando  hasta que notó como el cuerpo de la joven se crispaba y se retorcía a consecuencia de un bestial orgasmo. Con un último tirón, el collar se rompió y la joven cayó sobre los cojines tosiendo y gimiendo rodeada de perlas, a la vez atemorizada y satisfecha.

—¿Te ha gustado pequeña?

—Sí, mi señor —dijo la joven dando la única respuesta posible.

—A mi también pequeña. Eres un gran consuelo.

—¿Es que mi rey no es feliz? —pregunto la joven con inocencia.

—No es tan sencillo, mi querida Amina. —dijo el rey sonriendo y acariciando el pelo sudoroso de la joven.

—¿No es mi rey  el soberano más poderoso del mundo? ¿No puede tener todo lo que quiera?

—Sí,  pero a veces no todo lo obtiene de buen grado y debe cogerlo por la fuerza. ¿Entiendes?

—¿Quiere decir mi rey que va a comenzar una guerra?

—Esos traidores de Juntz quieren aliarse con Gandir y yo no puedo permitirlo.

Inmediatamente El rey se dio cuenta de que estaba hablando demasiado  y desvió la conversación hacía otros temas pero Nayam pudo ver con claridad una ensenada atestada de galeras de guerra y una multitud de soldados hormigueando en el puerto.

Nayam se retiró con la misma cautela con la que había entrado en la mente del rey. Cuando abrió los ojos y recordó las últimas imágenes un escalofrío recorrió todo su ser.

Aun escalofriada, Nayam se topó  con la escrutadora mirada del arcipreste examinándola. El anciano no necesitó  de la magia para darse cuenta de que las noticias no eran nada buenas.

—Cuéntame qué has averiguado. —le apremió Serpum.

—Senabab está preparando una guerra. Planea invadir Juntz por mar. Ha construido una enorme flota.

—Debí imaginarlo, el resto de los accesos al país son estrechos pasos de montaña fácilmente defendibles y desde los que se puede ver llegar con suficiente anticipación un poderoso ejército.

—¿Qué podemos hacer? —preguntó Nayam.

—Ante todo se lo debemos contar todo al rey. La buena noticia es que Nissa está en buenas manos. Si logramos traerla a casa sana y salva quizás Senabab cambie de opinión.

—No lo creo, Serpum. Es verdad que considera a Nissa un buen peón para sus movimientos, pero cuando hablaba de la guerra percibí     que la guerra era  inevitable según su punto de vista.

—¿Alguna pista más?

—No mucho,  aunque por la sensación de apremio con la que evocaba las imágenes del puerto sospecho que no tiene mucho tiempo.

—Es probable que tengas razón. nos e puede abastecer un ejército numeroso indefinidamente. Con el tiempo la disciplina se relaja y la moral se resiente. En el momento que el destino de Nissa esté claro, para bien o para mal, atacará.

—¡Ojala  tuviese tus conocimientos! Es tan desesperante saber que tengo esas capacidades y que por la estupidez de unos monjes rencorosos el mundo esté a punto de caer en las manos de un tirano.

—Tranquila, tenemos aun un poco de tiempo y cuando llegue el momento estarás preparada. Ahora ve con tu marido y cuéntale lo que has visto. —Le dijo Serpum tranquilizándola un poco— Y no te olvides de mencionarle que su hija está ahora bajo la protección de Albert. no todo deben ser malas noticias.

Guía de personajes:

Reino de Juntz.

Rey Deor II: Soberano de Juntz.

Eldric: Único hijo varón del rey Deor. Príncipe heredero de Juntz. Prometido con Nayam de Gandir.

Nissa: La hermana de Eldric. Prometida con Taif príncipe heredero de Gandir.

Serpum: Conocido en la corte de Juntz como el arcipreste. Preceptor de los hijos del rey y fiel amigo y consejero del soberano. Tiene un oscuro pasado que solo el Rey Deor conoce.

Coronel Magad : Jefe de los Guardias Alpinos La élite del ejército de Juntz

Albert: Miembro de la Guardia Alpina y guardaespaldas de Nissa.

Guldur: Compañero de Albert en la Guardia y guardaespaldas del príncipe Eldric.

Fugaz: Caballo del príncipe Eldric.

Reino de Gandir.

Accab I: 2º rey de la decimotercera dinastía de Gandir.

Taif: Primogénito del rey Accab y heredero al trono de Gandir.

Nayam: Princesa de Gandir.Primera hija de Accab. Prometida al príncipe heredero de Juntz y tras su muerte del rey Deor.

Reino de Irlam

Senabab: Rey de Irlam.

Yamín: Gran visir del rey.

Kondra : Madame del prostíbulo más lujoso de Senabab.

Swich : Espía de Juntz en Veladub.

Nesgar: Posadero ladrón y traficante de seres humanos en Veladub.

Vulk: Cómplice y guardaespaldas de Nesgar .

Amwar: Supremo sacerdote de Veladub.

Algún lugar en la costa oeste de los EEUU

Joey: estudiante y autor de la princesa blanca. Enamorado de Amber.

Amber: Jefa de las animadoras.

Sres. Kingsey : Padres de Amber.

Johnny: Novio de Amber y quarterback del equipo.

Mike: Mejor amigo de Joey y loco del skate.

Judith: Amiga y compañera de Joey desde la infancia.

Robert y Nora Rosen: Padres de Judith.

Srta. Freemantle: Profesora de química en el instituto dónde estudia Joey .

Lisa: Madre de Joey.

He colgado un mapa de los tres reinos en esta URL por si queréis consultarlo. Lo hice para mi propio uso a la hora de escribir la historia, así que no esperéis una obra de arte.

[URL=http://www.subirimagenes.com/otros-mapaprincesablanca-8904614.html][IMG]http://s2.subirimagenes.com/otros/previo/thump_8904614mapa-princesa-blanca.jpg[/IMG][/URL]