La princesa blanca 14

Albert prisionero de los centauros.

14

Joey despertó el domingo y con consternación pudo ver como lucía un sol precioso. Ningún vendaval ni chaparrón le impediría a su madre llevarlo a rastras hasta la iglesia.

En un principio le pareció una idea pésima pero luego pensó en todos los mandamientos que había transgredido en los últimos días y se vistió con la esperanza de lavar todos sus pecados.

A pesar de que el padre O´Brien era buen tío y se mostraba siempre comprensivo con todos sus pecados,  aquella mañana le costó una barbaridad ser sincero con él.

Cuando terminó, el sacerdote se quedó tan estupefacto que Joey creyó que le iba a realizar un exorcismo pero al verle tan sinceramente arrepentido le recetó treinta  padrenuestros y dos semanas de ayuda en el comedor social  para obtener la absolución.

Durante la ceremonia, el padre O´Brien dedicó parte de su homilía a cargar contra una sociedad que según él se había sexualizado en exceso, dando más importancia a las relaciones físicas que a la amor y la complicidad en la pareja. Joey se revolvió incómodo en en su banco cuando el sacerdote, al terminar la parrafada fijó su vista en él.

—El padre O´Brien ha estado especialmente bien hoy en la homilía. ¿Verdad? —dijo su madre— En la actualidad parece que si no tienes relaciones sexuales con alguien eres un fracasado.

—No seas retro mama. Yo creo que el sexo no tiene nada de malo mientras no se use para hacer daño a la otra persona. —dijo Joey mientras cruzaba una rápida mirada con Amber que ya estaba subiendo al coche de sus padres para volver a casa.

Las nubes empezaban a agolparse  presagiando un nuevo chaparrón pero su  madre insistió en que le apetecían unos espaguetis y fueron a comer a un italiano que había en el centro. Disfrutó de la comida pero cuando salieron del restaurante ya empezaba a llover. Montado en el coche al lado de su madre, a veces se preguntaba si no se sentiría sola. Nunca la había visto con un hombre desde que se había divorciado y sospechaba que aun estaba enamorada de su padre  pero nunca hablaba de ello y Joey no se había atrevido a preguntar. En opinión de Joey, su padre estaba bien dónde estaba, desaparecido desde el día que firmó los papeles del divorcio.

Cuando llegaron a casa llovía a mares así que los planes de salir un rato con Judith se vinieron abajo y decidió escribir un rato.


Albert quedó colgando unos segundos hasta que decidió que esperando allí arriba no ganaría nada. Se dejó caer y rodó al llegar al suelo  tal como lo había hecho innumerables veces en su adiestramiento  para evitar hacerse daño.

Los centauros se retiraron un par de pasos con sus armas preparadas y le observaron levantarse y sacudirse las hojas.

Con un gesto le indicaron que dejase la espada y a daga en el suelo y solo entonces el macho se acercó para maniatarle con la cuerda de su arco mientras la joven centaura seguía apuntándole.

Una vez se sintieron más seguros, la joven aflojó la tensión de la cuerda de su arco y con un tirón de las ataduras le obligaron a seguirlos al interior del bosque.

En cuanto se alejaron del rio la vegetación del sotobosque disminuyó bruscamente debido a la escasa luz que dejaba  pasar el espeso follaje de los árboles. Los centauros impusieron un ritmo que podía seguir a duras penas, impidiendo a Albert aprovechar cualquier ventaja para intentar huir.

Cuando llegó al poblado Albert estaba tan cansado que en cuanto pararon se agachó y se puso de rodillas intentando recuperar el aliento.

Enseguida se vio rodeado por una multitud de cuadrúpedos curiosos. Algunos mantenían las distancias pero otros, los más jóvenes, se acercaban para insultarle o escupirle. Albert aguantó las vejaciones con resignación y esperó hasta que  sus captores decidieron que ya era suficiente y le llevaron a una gran cabaña que había en el centro de la aldea.

Al ver al prisionero los hombres que estaban de guardia en la puerta se separaron dejándoles paso.

El interior de la cabaña era oscuro y estaba escasamente amueblado. El rey de los centauros no tenía trono ya que nunca se sentaban.  Albert se acercó ante el rey y sin intentar luchar contra las ligaduras hincó una rodilla  frente a él en señal de respeto.

—¿Quién es este hombre que se atreve a cruzar por un reino vedado para su raza?

—Lo encontramos en la cascada mi rey. —respondió la centaura antes de que Albert pudiese decir nada.

—¿Y qué se supone que estabais haciendo allí? —pregunto el rey con el ceño fruncido.

—Padre... yo...

—No me gusta que te alejes tanto, comprendo que estabas en celo y querías intimidad pero no hacía falta ir tan lejos. Y tú, Kinn, No me importa que cortejes a mi hija pero también eres uno de mis guerreros más preciados y te necesito aquí conmigo para solucionar cualquier emergencia.

Tras la reprimenda el rey se fijó en el prisionero y dio una vuelta en torno a Albert. El Rey Kaum era un centauro enorme. Cómo todos sus antecesores se había ganado el derecho a dirigir a su pueblo por su fuerza, su astucia y su capacidad de organización. Aunque Albert eso no lo sabía, inmediatamente vio en la excepcional talla y en los ojos vivos y la frente amplia del centauro  que era una persona con la que no se debía jugar y adoptó una actitud lo mas respetuosa posible.

—¿Qué has venido a hacer aquí humano? —preguntó con una voz tan profunda como las cavernas de Gramm— ¿Eres un espía? ¿Para quién trabajas?

—No soy un espía majestad...

—¡Mentiroso! —le interrumpió Kinn con un puñetazo.

—¡Quieto! No es honorable pegar a un enemigo maniatado. —intervino el rey recalcando su afirmación con un golpe de su casco en el suelo que hizo temblar la cabaña —deja hablar al prisionero.

—Solo estoy de paso. iba camino de Ahab por el rio cuando me encontré con la cascada y no pude evitar caer por ella destrozando mi embarcación. —respondió Albert  aun dolorido por el golpe—Pocos segundos después, cuando logré llegar a la orilla, oí unos ruidos y me escondí con la intención de dejar pasar de largo a quién se estuviese acercando y continuar mi camino.

—Me has dicho a dónde vas, pero no de dónde vienes.—dijo el rey haciendo una seña a Kinn para que se calmase—No pareces ciudadano de Irlam.

Albert sopesó mentir a aquel hombre pero había demostrado ser muy inteligente desmintiendo todas las leyendas que había oído sobre los centauros  describiéndolos como a seres rudos lerdos y libidinosos, así que prefirió ser sincero hasta dónde fuese posible o callar pero no insultar a un rey con mentiras estúpidas.

—Vengo de Juntz. Soy un miembro de la Guardia Alpina del rey Deor II.

—¡Miente! ¡Es un espía de Senabab! —Rugió Kinn acercándose a Albert puño en alto.

El rey se le quedó mirando pensativo a la vez que con un nuevo golpe del casco en el suelo contenía al guerrero.

—Desnúdalo. Si resulta ser un espía llevará en algún lugar escondido  el tatuaje que le permite identificarse.

—Si en verdad eres de Juntz, has venido desde muy lejos y has tomado una ruta extraña para llegar a Ahab. —dijo  el rey Kaum mientras su guerrero desataba  y desnudaba a un Albert que no hizo ningún gesto por evitarlo—¿Por qué...

El rey cayó de repente cuando Kinn le quitó la camisa y vio el medallón que le había dado Serpum colgando de su cuello. El centauro se acercó a Albert y agarrando el medallón de la diosa Neiss lo arrancó de un tirón y lo observó con detenimiento. La joven centaura que hasta ese momento se había mantenido en un respetuoso segundo plano se acercó al rey.

—Es tu medallón, el que...

—¡Silencio Narah!—dijo el rey haciendo señas a Albert para que se levantase al fin— ¿Cómo has conseguido este medallón?

—Un alto funcionario de la corte me lo entregó diciendo que me protegería en mi misión...

—¡Serpum, viejo zorro! No estaba equivocado. —dijo el rey con una carcajada— Este medallón te ha salvado la vida. Es una antigua joya de mi pueblo. Fue forjada hace más de mil años de un único bloque de metal que cayó del cielo y se la entregué a Serpum en pagó por un servicio que evitó la destrucción de mi pueblo.

—Majestad —dijo Albert — le suplico que lo acepte como regalo y vuelva a formar parte del patrimonio de tu pueblo, estoy seguro de que es lo que Serpum desearía.

—Gracias. Acepto el regalo. Narah, haz que traigan agua y paños para que nuestro invitado se pueda limpiar y que preparen un buen banquete. Esto hay que celebrarlo, hace veinte años que no sé nada del viejo Serpum. ¿Cómo se encuentra?

—Más viejo, más cascarrabias,  pero es una inestimable fuente de sensatez y conocimientos para el rey y para el reino.

—No es mal destino para el último gran mago del continente.

—¿Un mago? —dijo Albert sorprendido pero notando como una serie sospechas y sucesos fortuitos comenzaban a encajar en su mente al verlos desde otra perspectiva.

—¿No lo sabías? —dijo el centauro con una sonrisa.

—Eran muchas cosas las que ignoraba hasta ahora. La existencia de centauros vivos por ejemplo.

—Ese es uno de los servicios que el último gran mago del continente hizo por nosotros antes de desaparecer en el olvido.

—Pero no recuerdo que ningún gran mago con ese nombre.

—Los magos tenían muchos nombres y nuestro amigo recibía uno de cada pueblo al que ayudaba. Es un gran honor para nuestro pueblo que haya adoptado el que le dimos nosotros. Cuando era famoso era conocido como el gran Ümwalllas.

Albert e quedó estupefacto. El gran mago desaparecido hace mucho tiempo en la gran explosión de las islas de los volcanes era el arcipreste y consejero del rey Deor en Juntz. En ese momento llego un centauro con una jofaina y unos paños y Albert ahogó su confusión en el agua fresca.

Siempre había pensado que el arcipreste era un hombre sabio y prudente. Y cuando le impuso esa misión le pareció arriesgada pero no exenta de lógica. Ahora, mientras salía de la cabaña tras el rey, camino del banquete que aquellas criaturas habían preparado en su honor, no pudo evitar pensar  en que ese enigmático anciano sabía mucho más de lo que le había revelado y que probablemente le encomendó la misión porque estaba seguro de que él podía llevarla a cabo. Lleno de confianza en el futuro de su misión, se sentó en la única silla de la mesa para disfrutar por primera vez en mucho tiempo de una abundante cena.

E l fresco aire de la mañana le despertó. Habían dormido totalmente desnudos y Nayam acercó su piel fría al cuerpo cálido de su esposo que aun dormía apaciblemente. Aprovechó que el rey dormía para observar su cuerpo aun musculoso y definido. Con un dedo recorrió sus muslos su vientre casi plano y jugó con el pelo gris que cubría su amplio pecho.

Las caricias despertaron a Deor que se revolvió un poco confundido en un primer momento al ver a aquella intrusa en su cama hasta que recordó la noche anterior y besó a la joven con ternura.

—Buenos días mi reina. ¿Has dormido bien?

—Si mi señor aunque ahora tengo un poco de frío. —respondió Nayam apretando su cuerpo desnudo contra el de su esposo.

—Por favor déjate de tratamientos y llámame Deor cuando estemos en privado. —dijo él—Ahora no solo somos rey y reina, somos marido y mujer, somos amantes.

Nayam miró a su esposo, asintió con una sonrisa y cuando bajó la vista vio que sus caricias habían surtido efecto. La polla del rey volvía a crecer de nuevo.

La nueva reina era consciente de que su primera misión en su nuevo puesto era proporcionar al rey placer y darle un hijo así que sin pedir permiso se giró y tomo el miembro del rey entre sus manos.

Con suavidad comenzó a acariciarle la polla mientras rozaba la punta con sus labios. La respiración del rey se aceleró levemente pero no emitió ningún sonido. Nayam no se lo pensó y se metió el pene en la boca chupándolo con suavidad. Tras unos instantes notó como el miembro continuaba creciendo en su boca hasta estar perfectamente duro y erecto.

Lo acarició una última vez con su lengua y se irguió. Cuando Nayam levantó la vista el rey la observaba con satisfacción.

—Nayam , —dijo acariciando a la joven que se había subido a horcajadas y estaba frotando su sexo ardiente contra el miembro erecto del rey— sé que no soy el hombre que deseabas como esposo, pero quiero que sepas que haré todo lo que esté en mi mano para compensarte.

Nayam estaba tan excitada que apenas oyó las palabras de su esposo y se levantó brevemente para poder introducirse la polla del rey en su coño. La sensación de tener algo duro y caliente abriéndose paso en sus entrañas fue deliciosa y con un gemido de placer  comenzó a subir y bajar por aquel miembro anhelante disfrutando de cada oleada de placer.

El rey aún un poco aturdido por el sueño sonrió divertido cuando la joven comenzó a acariciarse el cuerpo mientras le cabalgaba, intentando excitarle aun más. Recorría sus caderas y sus flancos y se estrujaba sus pechos grandes y plenos pellizcándose suavemente los oscuros pezones para mantenerlos erectos mientras se mordía los labios gimiendo.

El rey alargó sus brazos y  participó en el juego. Sus manos se entrelazaron y acariciaron juntas la piel oscura y cálida y  los pechos firmes.

Finalmente la joven se agachó sin dejar de mover sus caderas y le dio un largo beso a su esposo. Sus labios se entrelazaron, sus lenguas se entrelazaron, sus piernas y sus cuerpos estaban entrelazados formando uno solo.

El rey se giró y se colocó encima de la joven. Apartó su pelo enmarañado y sudoroso y siguió penetrándola con suavidad mientras se miraban a los ojos. El hombre mantuvo un ritmo constante controlando  y retrasando su clímax. Parando para besar y acariciar el cuerpo de la joven.

Nayam gemía y miraba  a los ojos del rey descubriendo amor y deseo en ellos. Satisfecha abrazó aún más estrechamente a su esposo con brazos y piernas sintiendo como su polla entraba y salía de su sexo cada vez más sensible y caliente.

El rey notó como los jadeos de la joven se hacían más fuertes y apremiantes y Deor empezó a empujar más rápida y profundamente olvidándose de toda contención hasta que eyaculó  en el interior de la joven casi al mismo tiempo  que ella se corría.

Nayam notó como los chorros de la caliente simiente de su esposo inundaban sus entrañas a la vez que su vagina se contraía repetidas veces colmando todo su cuerpo de un placer tan intenso que se olvidó hasta de respirar. Su esposo aun continuó penetrándola unos  segundos más hasta que estuvo seguro de que el orgasmo de Nayam había pasado y se apartó para dejarla respirar.

Poco después unos suaves golpes a la puerta les indicaron que el desayuno acababa de llegar. Disfrutaron de un abundante desayuno y comieron rápido y en silencio. Tras el desayuno, el rey arropó a la joven, que aún seguía desnuda, con una manta para que no se enfriara y comenzó un discurso que no podía esperar más tiempo.

—Sé que está boda debería continuarse con una pequeña luna de miel, pero lamentándolo profundamente no podemos permitírnoslo. Ahora que eres la reina quiero que sepas que confió en ti. Sé que Serpum ya te ha visitado y te ha propuesto algo que ha trastocado todos tus principios y creo que no puedo pedirte que hagas todo esto sin darte una explicación.

—No es necesario. Los deseos de mi señor son órdenes...

—Tonterías,—le interrumpió el rey— la esposa de un rey  no solo tiene que proporcionar placer a su marido, también debe aconsejar hasta donde sus conocimientos le permitan y evitar que su esposo cometa errores que podrían ser irreparables, pero bueno, eso lo entenderás con el tiempo, aun eres demasiado joven. Lo que quiero es explicarte por que te pido que arriesgues tu vida recurriendo a la magia.

—Hace cientos de años magia y religión eran dos formas de entender el mundo que nos rodeaba. —comenzó el rey—Ambas tenían su cuota de poder y hacían de contrapeso la una con la otra evitando que ninguna adquiriese el poder absoluto. Pero hace ahora casi cien años un rey joven, rodeado de enemigos en la corte, se apoyó en los sacerdotes de un oscuro dios para mantenerse y después de no pocos esfuerzos consiguió consolidar su poder. En los largos años de su reinado se fue rodeando de esos oscuros monjes fiándose de su consejos y aumentando el control de su pueblo gracias a éstos. Era Namib el abuelo de Senabab de Irlam.

—Los sacerdotes impusieron un gobierno basado en la rígida interpretación de sus leyes y acabaron eliminando el resto de los cultos de Irlam. Pero los magos eran intocables, o eso parecía. Acudían allí donde el pueblo sufría y ayudaban en todo lo que estaba en su mano, pero el resto de los dioses al ser expulsados, se llevaron sus bendiciones e Irlam otrora un lugar fértil y productivo se convirtió en poco tiempo en un desierto seco y estéril. Los sacerdotes viendo que su estatus estaba en peligro buscaron un cabeza de turco y encontraron en los magos, las víctimas perfectas.

—Entonces todo lo que me han contado desde pequeña...

—Son todo mentiras. —replicó él— El caso es que dedicados al pensamiento y alejados de las esferas de poder,  los magos  fueron acusados de aplicar sus malas artes contra el pueblo, fueron perseguidos y los rumores de orgías y salvajes sacrificios se extendieron como el fuego en una llanura agostada, sobrepasando fronteras y envolviendo todo el continente en un cruento baño de sangre. Los tres reinos se vieron afectados por una histeria colectiva. Cuando los magos intentaron reaccionar era demasiado tarde y aislados y en inferioridad de condiciones, fueron cayendo uno a uno hasta que solo unos pocos quedaron ocultos en los lugares más remotos del continente.

—El reino de Juntz no fue diferente y aunque mi padre intentó protegerlos, representantes de todas las religiones se aliaron y se tomaron la justicia por su mano. Poco a poco el tiempo fue pasando y la sequía se atenuó con lo que los representantes de las distintas religiones se vanagloriaron de haber librado el continente de una lacra y volvieron a sus ceremonias y sus cánticos. El resultado de estos disturbios fueron un estado religioso monoteísta, el de Irlam. Un estado politeísta en el que el poder lo tiene un gobernante que a la vez es el sumo sacerdote  de todas las religiones que es Gandir. Y un estado en el que religión y poder están separados y solo se juntan en ceremonias concretas para guardar las apariencias frente al pueblo que es Juntz.

—Los lustros pasaron y el reino de Irlam comenzó a mostrarse intolerante contra todo lo que fuese en contra de su fe hasta el punto de que sus vecinos comenzaron a sentirse amenazados.

—Fue en ese momento cuando llegó a la corte de Juntz un desconocido que se ofreció como tutor de los hijos del rey. Mi padre, que no era tonto, reconoció a Serpum como un antiguo mago y lo acogió en palacio. En poco tiempo se convirtió en consejero del rey y preceptor de su familia hasta el día de hoy, contribuyendo a mantener a raya a nuestros belicosos vecinos siempre desde un secreto y anónimo segundo plano. Solo Serpum y yo, y ahora tú, conocemos la verdadera naturaleza del arcipreste.

—Pero si ya  tienes a Serpum,  ¿para qué me necesitas a mi?—preguntó Nayam.

—Lamentablemente, aunque lo haga más despacio, el tiempo pasa también para los magos y ahora Sepurm necesita casi toda su magia para mantenerse en un estado de salud aceptable. Por eso necesitamos desesperadamente de tus habilidades. Serpum ha visto correr la magia en ti y sabe lo que puedes llegar a hacer. Cree sinceramente que tú puedes ser su sucesora y yo necesito que lo seas.

—Entiendo.

—Aun así, sé que te estoy pidiendo algo que va contra todo lo que habías creído y te habían inculcado hasta ahora y lo entenderé si te niegas.

—La magia la heredé de mi madre y aunque ambas la ocultamos y no tratamos de desarrollarla, siempre hemos sido conscientes de que no eran algo malo y la hemos utilizado para ayudar a nuestro padre siempre que hemos podido y con las limitaciones que nuestros escasos conocimientos les imponían. —dijo Nayam—Por otra parte soy consciente de que este reino, que ahora es mi reino, corre un grave peligro y estoy dispuesta a seguir los consejos de Serpum si con eso logramos salvarlo.

—Sabía que no nos equivocábamos contigo. —dijo el rey acariciando la cara de la joven—Le he dicho a Serpum que empezarás esta tarde y yo me he tomado el resto de la mañana libre así que deberíamos descansar un poco por fin. Este viejo ya ha tenido suficientes emociones por un día.

Guía de personajes:

Reino de Juntz.

Rey Deor II: Soberano de Juntz.

Eldric: Único hijo varón del rey Deor. Príncipe heredero de Juntz. Prometido con Nayam de Gandir.

Nissa: La hermana de Eldric. Prometida con Taif príncipe heredero de Gandir.

Serpum: Conocido en la corte de Juntz como el arcipreste. Preceptor de los hijos del rey y fiel amigo y consejero del soberano. Tiene un oscuro pasado que solo el Rey Deor conoce.

Coronel Magad : Jefe de los Guardias Alpinos La élite del ejército de Juntz

Albert: Miembro de la Guardia Alpina y guardaespaldas de Nissa.

Guldur: Compañero de Albert en la Guardia y guardaespaldas del príncipe Eldric.

Fugaz: Caballo del príncipe Eldric.

Reino de Gandir.

Accab I: 2º rey de la decimotercera dinastía de Gandir.

Taif: Primogénito del rey Accab y heredero al trono de Gandir.

Nayam: Princesa de Gandir.Primera hija de Accab. Prometida al príncipe heredero de Juntz y tras su muerte del rey Deor.

Reino de Irlam

Senabab: Rey de Irlam.

Kondra : Madame del prostíbulo más lujoso de Senabab.

Swich : Espía de Juntz en Veladub.

Nesgar: Posadero ladrón y traficante de seres humanos en Veladub.

Vulk: Cómplice y guardaespaldas de Nesgar .

Amwar: Supremo sacerdote de Veladub.

Algún lugar en la costa oeste de los EEUU

Joey: estudiante y autor de la princesa blanca. Enamorado de Amber.

Amber: Jefa de las animadoras.

Sres. Kingsey : Padres de Amber.

Johnny: Novio de Amber y quarterback del equipo.

Mike: Mejor amigo de Joey y loco del skate.

Judith: Amiga y compañera de Joey desde la infancia.

Robert y Nora Rosen: Padres de Judith.

Srta. Freemantle: Profesora de química en el instituto dónde estudia Joey .

Lisa: Madre de Joey.

He colgado un mapa de los tres reinos en esta URL por si queréis consultarlo. Lo hice para mi propio uso a la hora de escribir la historia, así que no esperéis una obra de arte.

[URL=http://www.subirimagenes.com/otros-mapaprincesablanca-8904614.html][IMG]http://s2.subirimagenes.com/otros/previo/thump_8904614mapa-princesa-blanca.jpg[/IMG][/URL]