La Princesa Azul

Mi primer relato. Mi historia real, aunque un poco fabulada.Esta es la primera parte. Espero que me dejen sus comentarios. Les estaré agradecida

Nunca habría podido imaginarse el cambio tan radical que daría su vida con tan sólo 18 años. Siempre había soñado que algún día vendría su "princesa" azul a rescatarla de esa jaula de cristal donde su familia la tenía desde que era pequeña, pues, se daban cuenta de que estaba creciendo, y ya buscaban para ella un buen esposo, que la cuidara y la mantuviera a cambio de que le diera hijos.

Le esperaba una vida monótona, casi sin emociones, con un marido a su lado que jamás la haría vibrar ni sentirse enamorada, apartándola aún más de los sueños que ella había ido construyendo para su futuro.

A su edad llevaba muchas cicatrices invisibles que la vida le había propiciado. Por ello Nika, que así se llamaba, había madurado muy rápida y forzadamente. Se encontraba muy sola. Y es que estaba muy sola, aunque siempre estuviera rodeada de gente. Pensaba (y estaba en lo cierto) que ninguno de aquellos cariños que le prodigaban sus familiares y amigos era sincero; más bien una fachada que había que mantener intacta para no perjudicar a esa imagen que tenían ante el mundo de familia perfecta y feliz.

Es por eso que Nika deseaba con todas sus fuerzas acabar lo antes posible sus estudios y desaparecer. Buscar un trabajo lo más lejos posible. Sí, esa sería una buena excusa para no tener que asumir mansamente la vida que le estaban preparando. No quería casarse. No quería formar una familia y traer unos hijos al mundo a los que no podría hacer felices. Porque ella sabía que jamás podría amar a un hombre. Lo sabía desde que era muy pequeña. La excitaba sólo el pensar en el tacto de una mujer, en la piel suave y sensible, en los besos sensuales y dulces… Se masturbaba a menudo pensándolo.

Se conocieron un día cualquiera. Nada hacía presagiar lo que se avecinaba, cuando unos ojos se chocaron con los suyos. Los eligió a ellos, sin pretenderlo, de entre miles.

Se le hizo imposible explicarse lo que había sentido cuando la vio aparecer en la cafetería.

"Nika, tienes que salir más, vamos a tomar un café, que te voy a presentar a unas amigas. Te vendrá bien conocer gente nueva", le había dicho Elena, una amiga de toda la vida, de las de verdad.

Eso era lo que tanto había anhelado volver a sentir. Ese vuelco que le dio el corazón cuando la vio aparecer en su vida. La primera vez que lo sintió era muy pequeña, recién descubierta su sexualidad. Pero en aquel caso ya tan lejano, ella no había sido correspondida como hubiera querido. Y desde ese momento siempre había pensado que nadie la amaría, que nadie querría enamorarse de ella y hacerla feliz.

No era consciente de su belleza, tanto interior como exterior, ni de la fuerza de su juventud.


Blanca casi pataleaba a medida que iba caminando. Su amiga Rocío era muy insistente. La había llamado al menos cinco veces en tan solo una hora para que fuera a la cafetería donde se reunían siempre. "Tienes que venir, Blanca, ha venido Elena con una amiga que quiero que conozcas. Es muy simpática". Ella no había advertido la segunda intención de sus palabras, por eso le molestó que le estropeara los planes. "No tengo ganas de ver a Elena, y mucho menos de que me presenten a alguien"

Hacía dos años que Blanca se había separado. Bueno, a decir verdad, su última novia, con la que tenía planes de futuro, la había engañado con una amiga que tenían en común, y acabó yéndose con ella, dejando a Blanca sola, y con el corazón herido. La había amado mucho, con locura, era casi una obsesión lo que tenía con ella. Y a sabiendas de que la engañaba, seguía aguantándola. Le costó mucho salir adelante, pero con la ayuda de su amiga Rocío casi lo había superado. Era adorable esa chiquilla, se había portado muy bien con ella.

A sus 38 años era una mujer muy atractiva, sin proponérselo, y muy inteligente. Tenía mucho éxito en su trabajo, pero se sentía muy vacía. De qué servía todo lo bueno que le traía la vida si no tenía con quién compartir nada. Pero tenía muchos miedos, muchas inseguridades que se habían ido creando en su interior desde que le arrancaron el corazón. No se fiaba de nadie, ni quería dejar que le volvieran a hacer tanto daño.

Iba distraída pensando en sus cosas cuando entró a la cafetería y, buscando a Elena y Rocío con la mirada, sus ojos se posaron en la chica que con gesto tímido estaba sentada con ellas. Le temblaron las piernas, empezó a sudar ¿Qué le pasaba? ¿Quién era esa chica?

Ya estaba todo hecho, en ese instante, Nika tuvo la certeza de que iba a querer mucho a esa mujer, aun sin conocerla, sin saber quién era, sin haber escuchado aún su voz… Esas cosas se sienten, es como un presagio, como un presentimiento que aprieta el estómago y hace que se te sonrojen las mejillas.

Blanca también lo supo. Había sentido esas mariposas en el estómago, esa ilusión de sentirse como una adolescente de nuevo. Esas ganas que tenía de acariciarle el pelo a Nika, de mimarla y consolarla, pues, había intuido tras esos ojos tan bellos una gran tristeza, que automáticamente desapareció cuando la miró a ella.

Se sentó lo más lejos que pudo de ella, porque le temblaba todo y no quería que se lo notara. Su amiga Rocío la miraba con una sonrisa en los labios. Sabía lo que le había pasado a Blanca, sabía lo que estaba pensando, aparte de que tenía dotes adivinatorias, porque conocía a su amiga mejor que nadie. Por eso hizo todo lo posible para que se sentaran juntas. Quería que Blanca fuera feliz.

Nika apenas podía articular palabra. La cabeza le daba mil vueltas, sentía como una corriente eléctrica cada vez que le llegaba el olor de su perfume. Quería conocer a esa enigmática mujer. Quería, y no sabía por qué, hacerla feliz.

Tras un buen rato de charla y de risas, las cuatro muchachas se despidieron. Rocío le pidió a Nika su número de teléfono, a sabiendas de que ellas no se atreverían a intercambiárselo. Por eso, cuando llegó a casa, lo primero que hizo fue mandarle un mensaje de texto:

"Eres una chica genial. Hemos estado muy cómodas con tu compañía. Nos gustaría que lo repitiéramos más veces"

A lo que Nika contestó tajantemente:

"También yo lo he pasado genial con vosotras, y por supuesto que lo repetiremos, pero se me ha quedado una espinita clavada. Me gustaría haberle pedido a Blanca su número de teléfono. Querría hablar con ella"

Rocío casi lloraba de alegría. Sabía que era esta chiquilla de quien ella había tenido una visión, hace un tiempo le dijo a Blanca que aparecería en su vida una muchacha joven que le robaría el corazón, e incluso se la describió físicamente. Por eso, sin más dilación, le pasó a Nika el número de su amiga. Seguro que la llamaría. Y no se equivocaba pues, acto seguido, la llamó, y quedaron al día siguiente

No sabían lo que les esperaba