La primera vez sangré

Mi primera experiencia anal fue muy dolorosa.

Mi primera experiencia anal fue muy dolorosa, tanto fue así que por un tiempo estuve reacia al hacer sexo anal. Pero eso no impidió a que después obtuviera el placer que se siente al ser penetrada por la parte trasera.

Iba en segundo de secundaria. Para esas fechas ya no era virgen, ya que había tenido mi primer relación sexual a los once años con uno de mis primos (que después les contare) y con el cual lleve un tórrido romance. Sin embargo nunca había tenido relaciones por el trasero y ni siquiera se me había pasado por la cabeza.

Para ese entonces me había enamorado de mi profesor de Taller de Computación, un joven con una voz demasiado gruesa, era guapo, alto, de cabello algo rizado, ojos cafés claros y con buenos modales. Me acuerdo que a todas nos llamaba señoritas y a los jóvenes les decía señores, por que según él, ya no eran castos a esa edad debido a la masturbación. Poco se imaginaba que muchas de nosotras ya habíamos experimentado la autosatisfacción e incluso que ya habíamos sentido por lo menos un miembro viril en alguna parte de nuestro cuerpo.

En una ocasión le pedí el favor al maestro que me permitiera usar una computadora en el receso, ya que tenia que entregar un trabajo al final de día. Pero no logre terminarlo. Para mi fortuna, el maestro que nos había pedido el trabajo no se presento en esa ocasión, así que le pedí de nuevo al maestro de Taller que me permitiera trabajar en el receso del día siguiente. El me contesto que si quería, podía ir a su casa a terminar el trabajo. Yo no pensé mal en ese momento debido a la preocupación del trabajo, y además, nunca me imagine que aquel caballero fuera hacerme algo. Pero no niego que se me paso por la mente tener una relación con él.

Al día siguiente, el plan era ir a la casa del maestro y después de ahí ir a la escuela. Me di una buena ducha, y trate de arreglarme lo mejor posible para gustarle al maestro. Me peine con dos colitas en los extremos de mi cabeza, me puse brillo en los labios y un poco de maquillaje, discreto para que mis padres no se dieran cuenta. En cuanto a mi atuendo no podía hacer mucho, ya que era el uniforme de la escuela: una blusa blanca, una falda tableada, el suéter y zapatos negros.

Llegue a la hora que habíamos acordado. El maestro abrió su puerta y pude notar que me veía de una manera distinta, como nunca lo había visto mirar a una mujer. Me dijo que pasara y que subiera a su cuarto, que ahí tenía la computadora. Así lo hice y efectivamente ahí estaba la computadora. Cuando me senté para poder usarla, le quite el salva-pantallas que tenia y pude notar que tenia de fondo de escritorio a una mujer una pose provocativa y con pocas ropas. En ese momento él llego con una jarra de limonada y me dijo que no hiciera caso a la imagen y proseguimos a trabajar.

El dijo que mientras me dictaba yo escribiría, claro así era más fácil que él tuviera las manos libres. Pasaron como unos quince minutos y pude notar que me miraba mucho las piernas. Yo quise seguirle el juego, así que subí mis piernas en un travesaño que tenia la silla y así logre que la falda se subiera un poco. El noto lo que hice, pero ambos no dijimos nada y continuamos. Se acerco un poco, como si se estuviera acomodando y entonces su mano rozo mi pierna, creo que estaba calando el asunto, si es que me sentiría agredida o no. Yo no hice caso y seguí escribiendo. Un segundo roce pero fue mas adrede y entonces coloco toda su mano en mi pierna. No dije, nada, al fin a quien le dan pan que llore.

El siguió con su mano en mi pierna y entonces lo comenzó a subir poco a poco. En un principio le dije que no, que dejara la mano pero en la parte de abajo, casi por la rodilla. Pero creo que noto mi respiración agitada, que me estaba excitando y no hizo caso a lo que dije. Entonces sentí su mano en la parte más alta de mi muslo y me dio un pequeño beso en la mejilla. Yo solo incline la cabeza a un lado para que el pudiera besarme el cuello. Esa fue la indicación de que le iba a permitir hacerme lo que él quisiera.

Me levanto jalándome del brazo y comenzó a besarme. Por mi cabeza pasaban muchas cosas, pero en realidad ya estaba pensando con la vagina y no con la cabeza. El me agarro por la cintura y se repego con fuerza en mí, pude notar entonces que su miembro estaba erecto; pero sentí algo inusual: su pene era muy grande, demasiado nunca había sentido un pene de semejante tamaño. Yo me asuste en ese momento, pero sus besos no me dejaron pensar con claridad. Ya estaba mojada para entonces, pensé que su penetración seria dolorosa… nunca imagine cuanto.

Me desabrocho la blusa poco a poco hasta que dejo al aire mi pequeño busto, pero el sostén hacia que relucieran bien. De un jalón me bajo el bra y comenzó a lamerme mis pechos. Sentí explotar en ese momento que saque un quejido de satisfacción que lleno toda la habitación, casi llegue al orgasmo.

Se coloco de rodillas y me volteo. Me desabrocho la falda y la dejo caer lentamente. Así que quede solo con mi bóxer cachetero y comenzó a comerme las nalgas y pasar todas sus manos por mi parte, mis piernas y mis glúteos.

Me dijo que me quitara el bóxer mientras el sacaba algo de uno de los cajones del escritorio. Yo hice caso sin replicar y me dijo que me pusiera en cuatro. Cuando vi que saco un lubricante le dije que no era necesario, ya que ya estaba lo bastante excitada como para que lo usara, pero solo me repitió que me pusiera en cuatro, así que hice caso.

Mientras estaba en esa pose volteé un poco para mirar su miembro; sinceramente me espante al ver semejante tamaño, debieron de haber sido como unos 25 cm. Y era muy grueso. Note que lo estaba lubricando y me dijo que no me moviera para nada, que probablemente me dolería un poco. Yo pensé a mis adentros: "el maestro ha de creer que soy virgen". En eso sentí la punta de su glande en la entrada de mi ano, y antes de que pudiera replicar algo sentí como lo metió de dos empujones. Mi dolor fue tal que mi primer reacción fue alejarme, pero él me agarro tan duro de la cintura que no logre mi cometido.

Ni siquiera me pregunto si me sentía bien, lo comenzó a sacar y a meter con tanta fuerza que yo solo gritaba. Sus embestidas eran terribles, el solo me decía que yo estaba muy rica, que gritara mas por que eso lo excitaba y que todavía no entraba toda. Sentía que me partía en dos y no podía creer que todavía faltara más. Entonces la saco y me dijo que se la chupara, yo hice caso pensando que si lo excitaba demasiado ya no lo volvería a meter por atrás. Pero sus embestidas en mi garganta eran frecuentes que en más de una ocasión vomite por la penetración tan profunda en mi garganta.

El se recostó y me dijo que me subiera en él dándole la espalda. Yo quise que me penetrara en la vagina pero se acomodo de tal forma que me penetro de nuevo por el ano. Su fuerza era tal que aunque en esa posición yo era la que tenía el control, la verdad es que él la tenía y me daba con tanta fuerza que comencé a gritar sin dejar de moverme.

Estuvo así por un rato y entonces me recostó en la cama, pasó mis piernas sobre sus hombros y comenzó con las arremetidas. Lo único que quería era que ya terminara, me dolía bastante el trasero que la excitación que sentí cuando me estaba besando había desaparecido casi al instante de ser penetrada por primera vez. El volvió a cambiar de posición y me dijo que me colocara boca abajo. Esa fue la más dolorosa de todas las posiciones, me sentía como toro que le están clavando las espadas, las estocadas eran terribles y lo único que yo podía hacer era llorar.

Me dijo que me pusiera en cuatro de nuevo y al hacerlo sentí que algo escurría por mi pierna: sangre. Me había reventado el ano tantas veces que estaba sangrando. En eso me dijo: "No quiero que saques nada, que todo se quede adentro". Y entonces eyaculo tan fuerte que sentí como si me hubiera orinado por bastante tiempo. Se quedo por un rato dentro de mí y lo único que se oía eran mis chillidos. Entonces se aparto de mi, yo quede inmóvil por el dolor, llorando como hacia mucho no la hacia. El se acerco, me levanto con suavidad y me dio un gran y profundo beso. Me dijo que no llorara, que lo que había hecho había estado perfecto, que nunca había tenido un orgasmo así y que me agradecía por eso.

Me dio papel para que me limpiara, estaba sangrando pero paro casi enseguida. Me vestí y le pregunte acerca del trabajo, contesto que él lo terminaría por mi. Me despedí con otro beso pronunciado y salí de la casa caminando como si hubiera montado a caballo por mucho tiempo y limpiando mis lágrimas por el gran dolor que había sentido.

Comentarios: kimajaneth@yahoo.com.mx