La primera vez que sentí leche salir de mi culo
Mi primera experiencia haciendo anal
Esta es la historia real de cómo fue mi primera penetración. El término hace referencia a la primera vez que metieron un pene dentro de mi. La razón de no llamarle perdida de virginidad, es porque fue analmente, y prefiero pensar en mi primera vez como la que sucedió en una historia que con gusto os contaré en otra ocasión. La historia que ahora nos centra, hablando en tono algo grosero, es de cómo me la metieron por detrás (Por primera vez).
Comenzando la historia, esa noche era la primera vez que había recibido permiso para salir sola a altas horas de la noche, acompañada eso sí por alguna de mis compañeras de Universidad. Yo era la típica estudiante que siempre se dedicaba en cuerpo y alma a sus estudios, y que había dejado por completo toda clase de vida social, razón principal por la cual, a pesar de mis 18 de edad, aún no había podido conseguir quitarme la virginidad, y no precisamente por la falta de deseo, ya que como cualquier joven que a estas edades no ha sentido el ardor de un hombre, había sentido la llamada del deseo, que día de día se plasmaba en el olor de mis bragas al quitármelas después de una jornada completa.
He de reconocer que no buscaba precisamente el desenlace que tendrá esta historia, pero sí que la intención principal de realizar aquella salida era la de recibir en mi culo la mirada de distintos machos que me hicieran sentir deseada, esperando que aquello provocase en mi un punto de inflexión y cambio de actitud que me ayudase a despertar la yo reprimida sexualmente que llevaba dentro.
Había llegado la hora de salir, y algo avergonzada por ser la primera vez que saldría con el único objetivo de ser causa de masturbación de todas las miradas que mi culo recibiría, decidí vestirme con la ropa más provocativa que había podido comprar a escondidas de mis padres. Llevaba puestas unas finas medias negras, altos tacones de aguja, y un vestido negro y ajustado que marcaban mi figura. Mis pechos no son especialmente grandes, así que no necesite de ninguna clase de sujetador, y fue suficiente con la utilización de una camiseta elástica que evitaba que mis pezones se notase en excesivamente.
Debajo del vestido, supongo que la parte de más interés para vosotros, llevaba un tanga negro que había adquirido en un mercado callejero esa misma mañana. No estaba acostumbrada a utilizar tanga de tipo hilo, por lo que sentía algo incómodo el roce del hilo entre mis glúteos, especialmente al agacharme, cuando sentía con fuerza la presión sobre mi oficio anal. Un punto clave para comprender la historia, es el hecho de que recientemente había terminado con mi período de menstruación, por lo que por seguridad, y al estar utilizando tanga, llevaba en mi interior un pequeño tampón de tamaño pequeño, que eran los únicos que mi virgen vagina admitía.
Quedé con mis compañeras en la puerta de la sala de fiestas, a la cual me dirigí en bus, al encontrarse algo alejada en las afueras de la ciudad. Dentro del bus comencé a sentir los comentarios de la gente, quizás provocados por mi forma de vestir.
-Se le marca la tanga. -Dijo una voz de fondo, la cual me extrañó, al haberme intentado asegurar antes de salir de casa que este no se notaba mirándome al espejo.
Al llegar a la puerta de la sala, me encontré con mis compañeras, las cuales parecían tener la misma intención de ser víctimas de miradas y pensamientos oscuros, debido a su forma provocativa de vestir.
Juntas decidimos entrar.
A partir de aquí mi relato será breve y acelerado, debido a que así fue todo lo que sucedió dentro de aquella sala. Cuando la música comenzó a animarse, y tras haber vivido un par de copas, mis compañeras y yo, mezcladas entre la multitud, comenzamos a bailar, rodeadas por una gran cantidad de sujetos, la mayor parte de una edad muy superior a la nuestra, y que no paraban de intentar acercase a rozarse con nosotras. Cómo os imagináis, el sentirme deseada, y saberme razón de excitación, me lubricaba bastante la vagina. Hablando claro, se me abrió tanto que tuve que acudir al baño a cambiarme el tampón que llevaba puesto.
En mitad de una canción bastante pegadiza, un hombre de cierta edad, 55 aproximadamente, y algo repugnante diría yo a primera vista, comenzó a bailar pegado a mí, sintiendo el roce de su parte delantera en mis glúteos. Al terminar la canción, de una manera muy educada y cortés, comenzó a entablar un conversación conmigo, la cual seguí por educación más que por interés.
-¿Estudias o trabajas? -Me preguntó colocando una mano sobre mi cintura, haciendo que me sintiese algo incomoda, no sólo por eso sino por sus ojos clavados en mi canalillo.
Al cabo de media hora, la cual pudo aprovechar para rozar mi cuerpo todo lo que pudo, conseguí alejarme, creyéndome que le había dejado claro que no estaba dispuesta a tener con él más relación que una simple conversación.
Y es en este punto donde comienza el punto cumbre de mi historia, el cual me cuesta algo contar al ser la primera vez que publico mis experiencias. La cuestión es que, necesitando orinar, tuve la necesidad de ir al baño. Éste se encontraba cercano a la puerta de salida, en una zona oscura, donde había un fuerte olor a orina, y siendo un lugar poco higiénico, donde pocos hombres, en su estado de borrachera, podían orinar dentro de la taza. Entré al baño de chicas, el cual sólo estaba separado del de caballeros por un pasillo. El control de acceso, evidentemente, era inexistente.
El compartimento era pequeño, apenas había espacio para el inodoro y mis piernas, por lo que tuve que tener especial cuidado en no rozar éstas por las paredes, las cuales no estaba precisamente limpias.
Sin haceros esperar más, voy de manera breve a describir lo que allí ocurrió:
Creyendo que me encontraba sola, bajé mis medias hasta mis rodillas, seguidas de mi tanga, al cual le costó algo salir de mis glúteos al encontrarme con las piernas tan poco esparcidas. El cordón del tampón quedó colgando.
Me incliné hacia delante, con intención de comenzar a orinar, cuando de repente, el hombre con el que había estado hablando abrió la puerta, quedándome algo asustada mirando hacia arriba sin saber cómo reaccionar.
Desabrochando su pantalón, y sacando de él su pene, el cual estaba sin depilar, dijo estas palabras.
-Perdona que te haya hecho esperar.
Sin decir ni una palabra más, me agarró por la cintura, y me dio la vuelta completamente, colocándome mirando a la pared, con las manos apoyadas en éstas. Seguidamente, colocando las manos sobre mis caderas, alzó mi culo, sintiendo como inmediatamente su pene, el cual ardía de calor, se colocaba en la entada de mi vagina.
No dije nada. No sabía qué hacer ni cómo reaccionar y, sobre todo, y ahora que ha pasado algo de tiempo, me moría de ganas de ser penetrada.
Estaba algo borracho, y tras mover la punta de su pene en mi vagina, intentó penetrarme, sin percatarse de que era imposible al tener el tampón metido.
Sus palabras siguientes fueron -Bueno, creo que no te importará.
Sin decir nada, subió su pene y lo clavó dentro del culo. Grité fuertemente de dolor, sintiendo como mis rodillas temblaban u la entrada de mi culo ardía.
Soltando un quejido cada vez que lo hacía, me dio una serie de embestidas secas, cinco para ser más exactos, las cuales conté una a una.
1, 2, 3, 4, 5. Con la última, agarró mis pechos, empujo fuerte, y llamándome perra, comenzó a correrse dentro de mí.
Sin decir palabra, sacó su pene de mi interior. Miré hacia abajo y vi como las gotas de semen caían recorriendo mis piernas, a la vez que la puerta se cerraba y mi ano se abría y cerraba por lo nerviosa que me encontraba, sintiendo a la vez el humo del cigarro que encendió antes de irse.
No volví a saber nada más de ese hombre, el cual me dejo dolorida en el baño, sentada sobre la taza, sin saber qué hacer. Fue así como por primera vez me sentí utilizada por un hombre.
Como dejaron de verme como a una mujer, y me trataron como un orificio para depositar su semen.
Me alegra haber podido tener el valor para compartir mi historia por primera vez, espero que no sea la última. Todo es verídico, y si alguien desease conocer más detalles, o hablar de cualquier cosa, es libre de escribirme a mi e-mail para entablar una conversación. Gracias por leerme, espero que os haya gustado. Espero vuestros comentarios.