La Primera Vez Que Probé Una Polla

Siendo una joven de 19 aLA PRIMERA VEZ QUE PROBÉ UNA POLLA Siendo una joven de 19 años que nunca había tenido relaciones sexuales, me decidí a probar una polla y esa decisión cambio por completo mi vida.

LA PRIMERA VEZ QUE PROBÉ UNA POLLA

Cuando probé una polla por primera vez tendría como unos 19 años. Antes de que ocurriera este evento yo solo había jugado con juguetes sexuales en el cuarto de un hotel. Empecé a hacerlo de esa manera porque en mi casa no tenía la privacidad debida y mis ganas de sentirme mujer eran sublimes. Después de un tiempo de solo jugar conmigo sola, me harté de la soledad y empecé a buscar “amigos” en una página llamada Craigslist. En aquellos años, esta pagina tenia un portal de citas donde podías quedar con quien tu quisieras. Era el Tinder de los 2000s. En fin, después de un tiempo de buscar quedar con alguien, chatee con un chico que vivía a 20 minutos de mi casa. Así que un viernes por la noche quedamos de vernos en un motel cerca de donde él vivía, ya que él no tenía coche y se iría caminando al motel. Yo me fui con más tiempo de antelación para agarrar el motel y arreglarme. Habíamos quedado que iríamos mitad y mitad en el motel.

Una vez agarrado el motel, me meti al baño inmediatamente para depilarme mi cuerpo y tener mi piel suavecita. Luego que termine eso, me unte una loción con sabor a rosas por todo el cuerpo. Al terminar, saque mis ropas de mi mochila y empecé a ver que sería bueno ponerme para mi primera vez con un hombre. No tenía mucha variedad, así que me puse lo que se miraba más sexy. Esto constaba de una tanguita roja de encaje bien pequeña que apretaba mis partes masculinas, unas pantimedias de color carne, falda tubo roja cortita que me llegaba a la mitad del muslo, una blusa negra entallada de manga larga, brasier rosita, y unos tacones de tirantes rojos con una altura de 10 cms. Para finalizar, me puse un poco de maquillaje ligero, me pinte los labios de color rojo oscuro y los parpados tenia un color entre rojizo y negro. Iba muy de acorde a mi vestimenta. La peluca me la pondría en cuanto mi chico fuera llegando.

Cuando termine, me fui a la cama para sentarme como toda una chica esperando ansiosa por su hombre. Revisé el celular y solo faltaban como 15 mins. para que él llegara. Le mande mensaje para decirle que yo ya estaba lista y le di el numero de cuarto, para que se fuera viniendo si estaba listo ya. Él me contestó inmediatamente diciéndome que ya iba para allá. Pasaron 10 minutos y me mandó un mensaje diciéndome que ya estaba en el motel y había tocado a la habitación, pero que nadie salió e inclusive las luces estaban apagadas. Me pregunto si le había dado el número de cuarto correcto. Se me hizo raro, y mire por la ventana a ver si estaba afuera. Nadie. Abrí lentamente la puerta para cerciorarme que no me viera nadie y al ver que no había nadie, saque mi cabeza y mire hacia ambos lados y no estaba nadie presente.

Le dije que yo estaba en el motel, en el cuarto que le había dicho, pero que afuera de mi cuarto no había estaba él. Después de platicar y darnos cuenta de lo que había pasado, llegamos a la conclusión de que estábamos en moteles diferentes. Por esa misma calle había dos moteles con el mismo nombre pero a 10 minutos de distancia. Me dijo que porque no pasaba y lo recogía al motel donde estaba. Me quede pensando. Ya estaba arreglada y maquillada. Tenía miedo de salir y que me mirara alguien así. Después de pensarlo por un tiempo, decidí ir por él. Estaba demasiado caliente como para no hacer nada esa noche. Pero iría a la segura. Me puse un pants encima de la falda, una chamarra para tapar mi vestimenta femenina y mi cara con el maquillaje. Los tacones me los lleve en la mochila. Honestamente, no se porque me lleve los tacones, pero sentia que tenia que llevarlos. Así me fui por él al otro al hotel.

Cuando llegué al motel, el me estaba esperando por la calle. Le hice la seña que yo era Alexandra. El me miro por la ventana y me saludo. Entro al coche y se me quedó mirando.

-Pense que ibas a venir vestida de mujer.

-Pues si lo estoy, por debajo del pants y la chamarra. Mira!- Me baje un poco el pants para enseñarle la falda roja.

-Orale! Y no crees que te puedes quitar eso e irte vestida así de sexy.

-Pues no seeee! Es muy riesgoso.

-Andale!

-Porque no nos esperamos a llegar al motel y ahí me quito todo?

-Es que quiero irte tocando mientras vas manejando- y en eso me toco la pierna suavemente. Con ese movimiento me descontroló completamente. En ese momento no lo sabía, pero mi personalidad es de una sumisa. Así que pueden manejarme fácilmente y a su antojo. No me pude resistir y sin mas nada que decir le dije que estaba bien. Me quite la chamarra ahí mismo, luego los tenis, y luego el pants. En cuanto me miro las piernas envueltas en las pantimedias, los ojos se le hicieron grandes y una sonrisa coqueta salió de su boca. Le dije que me pasara la mochila. Así lo hizo. Saqué mis tacones y me los puse para poder manejar. Toda mi ropa de chico estaba en el asiento de atrás.

Ya vestida de chica, empecé a manejar hacia el motel. Durante el camino no dijimos muchas palabras. El solo se dedicó a verme las piernas y a tocarlas. Yo solo me dejaba hacer. Con cada toque que me daba, lo único que podía hacer era morderme el labio. Tenía muchas ganas de que me hiciera suya. Mi mente estaba totalmente puesta en modo mujer. Todos mis pensamientos y movimientos los hacía como los de una chica. En ese momento ya no había cabida para el yo masculino que habitaba en mí por 19 primaveras. Era una chica totalmente y quería sentirme como una chica en toda la extensión de la palabra. Así que cuando llegamos al motel, me estacione enfrente de la habitacion, abri la puerta del coche, junte mis piernas y las saque hacia afuera como una dama suele hacerlo. Entonces me levanté y empecé a caminar con movimientos femeninos contoneando mis caderas. El chico me estaba esperando adelante, pase por él para abrir la puerta y él me agarró de la cintura y me acerco hacia él, haciendo que mis pompas chocaran contra su pene. Podía sentir ese rabo super parado siendo refregado de un lado a otro y acariciando mi culo sobre su pantalón y mi falda y pantimedias. En ese instante solo alcance a sacar un suspiro de placer. Ya no me importaba si me miraban así. Pero me recompuse y estaba tratando de abrir la puerta cuando siento que el chico baja sus manos lentamente por mi cintura y va a hacia mis piernas llegando al final de mi falda. Entonces sin decir nada, agarró mi falda y me la subio, dejando expuestas mis pompas al aire libre cubiertas con las pantimedias y siendo divididas por la tanga roja. Cuando hizo esto, yo apenas y había abierto la puerta. Esto me dio la oportunidad de ir hacia adentro, antes de quedar semidesnuda en el estacionamiento del motel. Una vez dentro me di la vuelta y le sonreí picaramente.

-Pero qué haces?- Dije yo con mi cara roja de vergüenza, pero sin haberme bajado la falda en lo absoluto.

-Es que tengo unas ganas de cogerte ese culito rico que tienes mamacita! La sensación de esas pantimedias me han puesto a mil. Y ahora que veo que traes una tanga roja, solo quiero hacértela a un lado y penetrarte putita.- En eso, dio unos pasos acercándose a mí, con su mano izquierda agarró mi “panochita” como si fuera la de una mujer. -No tienes nada de polla! Así está mejor. -Acto seguido me soltó una nalgada con su mano derecha, para después apretar mi culo con mucha fuerza. Cuando hizo esto, se acercó a mi cara y me planto un beso, mordiéndome los labios y chupandomelos como si lo estuviera haciendo con una manzana. Yo cerré los ojos y me deje llevar, ya que me sentía en el nirvana. En un cielo erotico lleno de placer que me estaba poniendo super candente. Cuando abrí los ojos para volver a la realidad, mire a los ojos de él directamente. Podía ver, sentir y pensar lo que él quería en ese momento: cojerme.

Me empujo hacia la cama. Yo actúe como una mujer lo haría, me recoste y abrí levemente mis piernas lo mas sexy y sensual que pude. Él se quitó la ropa lentamente delante de mí y una vez desnudo, mis ojos inmediatamente se fueron a su polla. Se me hacía agua la boca. No la tenía tan grande, pero sí la tenía gorda (lo que más importa verdad chic@s?). En ese momento, él se subió a la cama, y me hizo acostarme. Se vino de rodillas hacia mí hasta quedar encima de mi cara. Podía sentir todo su peso sobre mi pecho, pero lo que más podía sentir era el peso de esa polla gorda en mi cara, lista para mamarla. Le probe la puntita con mi lengua. Tenía un sabor muy peculiar, algo salada, de la polla salían líquido preseminal. Lo lamí, me lo comí y me gustó ese sabor. Luego me introduje la cabeza en mi boca. Apenas me cabia. Justo me estaba acostumbrando al tamaño cuando el chico empujó la polla hacía más adentro de mi boca. Me agarró la cabeza y empezó a usarla para masturbarse. Yo sentía que me estaba ahogando pero podía sobrellevarlo. Me cojio la boca por unos minutos, hasta que pude sentir como esa polla se estaba contrayendo. Él me sujetó la cabeza y dejó su polla dentro de mi boca. Cuando sentí chorros de líquido caliente introduciéndose en mi garganta es cuando caí en cuenta que ya se había venido. No pude deleitarme con el sabor a semen en ese momento, ya que todo se fue directamente hacia mis entrañas. Después de unos segundos, él me soltó la cabeza y se relajó un poco, sacando su polla de mi boca. Yo intuí que quería que acabase de limpiarle su leche. Agarre su polla y la empeze a chupar como si fuera un biberon. Todavía tenía algo de semen y por fin pude saborearlo sin prisas. Su sabor y viscosidad es algo que todavía tengo en la mente. Ese día decidí que solo comería pollas por el resto de mi vida.

Al mismo tiempo, pensé que eso sería todo lo que pasaría esa noche. Pero qué equivocada estaba. Esa noche tambien perderia mi virginidad anal, pero esa sera otra historia que contarles.