La primera vez que mi tío me metió la verga

Mi tío me desvirgó despacio, me dolió, me ardió, le dije que no quería verga, aunque la deseaba, al parecer lo adivinó por que no le importó que dijera que no, me amenazó con contarle a todo el mundo, lo de él y las manoseadas que me daba el vecino, con menos edad.

Poco a poco, me alejé de la casa y mi tío ya no tuvo oportunidad, con el vecino menos, en la capital, mi profe de mate me había arrimado y tocado las tetas en el colegio, pero más de eso nada, mis compañeros me parecían muy niños y tontos, así que no dejé que nadie se me acercara.

Me tocaba y ya había tenido un orgasmo tocando mi clítoris, o algo similar, estaba urgida que me hicieran mujer, pero no me atrevía, ya estaba bien desarrolladita, con mis tetas ricas, blancas redonditas con pezón bien planito, con unas caderotas, virgen, pues la primera vez, quería que fuera con un pene y no con un dedo.

Mi abuela tuvo un accidente y yo me fui al pueblo, andaba por allí por las primaveras quinceañeras, mi tío me chulió y acosó en cuanto me vió, sus preguntas fueron reglamentarias, si ya había desarrollado, lo hice a los 13, si ya me la habían metido, dije que no, que si tenía con quien jugar caballito, le dije que no, que si me acordaba cuando jugábamos, me avergoncé pero dije que si, así estuvo toda la tarde.

Por la noche, mamá fue al hospital y nos quedamos solos en la casa, todos estaban fuera, y me dijo que me deseaba, que ya estaba lista para desvirgarme y que quería ser el primero en mi cuerpo para tratarme bien y ningún pendejo me hiciera daño, negué con la cabeza, pero él siguió diciendo cosas, mientras calculaba que mamá había llegado al hospital, le dije que pasara buenas noches, me fui a bañar y a mi cuarto.

El salió y regresó como a la media noche medio bebido, fue a mi cuarto y me dijo que tenía muchas ganas, que había dejado de cogerse a una puta, para darme a mi todo el placer, le dije que no, pero se desnudó y el tipo ahora tenía un platanote enorme. Me excité, pero le dije que no.

Se me acercó y me besó, yo lo rechacé, pero el continuó intentando mientras yo intentaba quitarme, me metió la mano en medio de las piernas y empezó a tocarme, yo le dije que no quería más, que no era correcto.

Se levantó con eso parado y me dio un jalón, me dijo que si no lo dejaba se lo iba a contar a mi mamá y a mi abuela y todos iban a saber el tipo de puta que yo era.

Me quedé fría, no dije nada, lo vi asustada, empezó a besarme y le correspondí sin hacer nada más que besarlo, me tocó las tetas, me quito el camisón, me bajo los calzones, me tiro en la cama y me beso entera, me abrió bien las piernas y me volvió a preguntar si no me habían encajado ningún palo por el hoyo, se rio, puso su dedo en mi cosa y le dije, “no quiero que metas dedos, primero metes la verga y luego ya veremos”.

Se reía sarcástico, me decía “ que puta sobrinita, quien te ve, carita de ángel, pero bien que te gusta esta mierda, ya estas mojadita putita, lista para que te use, por fin voy a desvirgarte el hoyo mamita”

Yo no hice más que dejarme manosear, me acostó en la cama boca abajo y me abrió las nalgas, me preguntó si por allí también era virgen y le dije que sí, me beso la espalda y las nalgas, las piernas, me dio vuelta y me acaricio la cara con la verga, me metio la punta y dijo que le lamiera, se la lamí, me metió lo que pudo en la boca y yo succioné, como me había enseñado años atrás, luego se levantó y me mamó la pusa bien fuerte y me excitó tanto que le pedí que me abriera de una vez, me palpitaba, me salía agüita y me picaba por sentirlo dentro de mí.

Me jaló a la orilla de la cama, abrió, me subió las piernas y me dejó la punta en la orilla del hoyo, me dijo “vas a recordar esto el resto de tu vida puta de mierda, al fin te voy a bajar la calentura, sos como perra callejera, te dejas montar de cualquiera, yo voy a enseñarte como coge un macho, no como el vecino, que no pudo ni abrirte” me asusté, me puse roja de la vergüenza, el continuó con su risa sarcástica, acariciaba afuera con su punta y empezó a meter despacio, me dolió e intenté moverme, pero entro un poquito más, “tranquila putita, quiero que te entre lento, que se tarde mucho para que recordés ese dolor el resto de tu vida, voy a dejarte bien chimada, pero despacio” seguía entrando y yo lloraba, si me movía me dolía más, le pedía que no más pero el se reía, y me apretaba las piernas con fuerza.

Poco a poco, fue entrando y sentía que me ardía, el jadeaba estaba rojo, los ojos rojos, vidriosos, le dije “me estas violando maldito cerdo”, eso solo hizo que se excitara más, no dejó de meter, aunque yo lloraba, mientras el me miraba fijo, “ay que hoyo mas apretado y exquisito” ¿Te gusta tu violación putita? Siempre fuiste bien fácil, te abrías cuando yo quería, me buscabas, te gustaba, zorra, así le abrías el pan a la salchicha del vecino”

Seguía llorando, me dolía, me ardía, no me movía para que no doliera más, finalmente, todo quedó dentro, se quedó un tiempo allí viéndome llorar, me soltó las piernas, la dejé caer, pero me dolió la concha, entonces las subí a sus caderas y empezó a sacarla, me dolía más que cuando me la había metido, “ay mi amor, que apretadito, me haces daño, me la estas apretando muy duro” yo contraje y me dolió y el gimió, así que me relajé y deje que saliera, me vio abierta, me puso un espejo “ya sos mujer perrita”

Me arrodillo y me hizo tragarme la polla, con flujos, como cuando desvirgó a Isabel, gemía, “ay mami, sos la puta más rica que me desvirgado” alcanzó a decir jadeante para terminar en mi boca. A mi me ardía, me besó la espalda y se fue a su cuarto, me quedé dormida hasta el otro día.