La primera vez que estuve en el cielo
Una historia de amor verdadero, con un desenlace de los que a ustedes espero dejen satisfechos.
La primera vez que estuve en el cielo
Hola me llamo Alejandro y en este relato cuento la mejor experiencia de mi vida.
Esto pasó hace unos meses, pero mi historia no comienza ahí, sino hace un par de años cuando entre a la universidad.
Yo tenía en ese entonces 18 años y pues en realidad era muy tímido, físicamente mido 1.75, soy blanco de pelo castaño y complexión regular, nada del otro mundo en general atractivo para algunos, pero pues yo no lo consideraba importante en ese entonces. Tampoco estaba muy seguro de lo que sentía, en realidad nunca había tenido ninguna experiencia con un hombre, pero tampoco con una mujer, jamás había pensado en eso y en realidad tampoco quería pensarlo, mis fantasías eran mayormente encaminadas a soñar con algún día llegar a ser un gran pintor.
Bueno, fue entonces cuando llegué a mi primer día de clases en la universidad, sonara raro pero así pasó: al llegar al salón donde me tocaba mi primera clase vi al ser más impactante que hasta ese entonces mis ojos habían visto: era Antonio un joven con una sonrisa blanca maravillosa, fue lo primero que se me grabó, lo demás vino después a mis ojos: cabello oscuro, piel blanca, un cuerpo marcado por el gimnasio el cual se acentuaba aún mas por la ropa ajustada que llevaba, podía ver sus brazos fuertes, de esos que te invitan a abrazarte, un abdomen completamente plano en el cual quisieras recostarte, y por que no un trasero bastante bien formado de esos que no ves todos los días y que ahora puedo describirles, pero que en ese momento solo quede pasmado por aquella sonrisa que vi a un metro de mi y que me marcó desde ese momento hasta ahora.
Y si desde ese día no deje de pensar en él. En realidad mi misma inseguridad no me dejó acercármele lo suficiente y aunque no éramos amigos siempre al verlo entrar al salón y dirigir mi mirada hacia la suya el contestaba con una sincera sonrisa. Pasaron unas semanas y fue el cumpleaños de una amiga por lo que realizó una reunión es su casa. Cuando llegué note que no eran muchas las personas que habían asistido tal vez entre diez y doce, pero entre ellas estaba Antonio. Cuando lo vi mi corazón se puso a mil, estaba ahí, era mi oportunidad de acercármele, ni siquiera sabía si el sentía gusto por los hombres, mucho menos que pensaba o sentía por mi pero no me importó tomé la fuerza de donde pude y llegue muy normalmente a saludarlo, mi corazón estaba al máximo, pero por un momento se detuvo cuando de su boca oí por primera vez mi nombre: - Hola Alejandro, me dijo al mismo tiempo que estiró la mano y la estrechó con la mía, solo con eso la sangre subía a mi cabeza y sentía que elevaba mi cuerpo. Comentamos a platicar de todas las trivialidades posibles y a reírnos por todas las tonterías, claro mi timidez empezaba a desaparecer y era en parte por la ayuda del alcohol que estábamos consumiendo en grandes proporciones y puesto como han de imaginarse pocas veces había tomado, para ese entonces ya estaba completamente en otro mundo.
Antonio también ya estaba muy tomado y aunque había mas gente platicando con nosotros yo sentía que el sólo estaba enfocándose en mi y en realidad las demás personas también bastante tomadas solo estaban hay como un mueble más. Creía que ya nada podía ser mejor cuando de un momento a otro sentí como la pierna de Antonio comenzó a rozarse con la mía, al principio creí que fue accidentalmente, pero poco a poco note como comenzaba deslizarse de manera lenta por la pantorrilla sobandolá delicadamente asiéndome sentir sensaciones jamás experimentadas casi indescriptibles. Todos estaban demasiado ebrios para notarlo, por lo que lejos de sentir miedo de que nos vieran sentía un extraño placer por lo que me estaba haciendo, por lo que lo dejé que siguiera jugando así, por unos diez a quince minutos, mientras nuestros ojos y sonrisas jugaban maliciosamente diciéndose en secreto lo que estaba sucediendo. Comencé yo también a deslizar mi pierna sobre la de él hasta corresponderle aquellas caricias y como nadie se fijaba en lo que ocurría debajo de nuestras cabezas pude estar así bastante rato deslizando la pierna sobre la suya y tocando ligeramente su muslo con mi rodilla hasta llegar a tocar sutilmente la punta del ziper del pantalón. No se lo que me pasó en ese momento, pero me detuve quizá por que comencé a entrar en razón un poco y me empezó a llegar una sensación de nervios, por lo cual no seguí y me retiré un poco hasta quedar separados. El no dijo nada mas, bajó un poco la mirada pero fingimos que no había sucedido nada y seguimos platicando normalmente.
Al finalizar la reunión el me invitó a un bar donde se reuniría con otros amigos, yo no acepté, gran error.
Los días pasaron y las cosas siguieron muy similares a antes de aquella reunión: nos saludábamos, algunas veces platicábamos pero no se volvió a pensar en lo que había pasado aquél día. Comencé a pensar que eso había sido producto de mi imaginación, que quizás lo había mal interpetrado, pero igual había sido algo muy obvio, no sabía que pensar, lo único cierto es que estaba completamente enamorado de Antonio.
Terminó el año escolar y para el siguiente el ya no era mas mi compañero de clases ambos habíamos quedado en salones diferentes y sabia que ya lo había perdido, no había ninguna señal de su parte. Yo estaba completamente loco por él lo sabía, lo sentía, pero tenía miedo de decírselo, miedo a su rechazo, por lo cual lo único que me quedo fue evitar verlo para así tratar de olvidarlo.
Pasaron así año y medio en el cual yo evite verlo casi completamente, mi vida se había detenido, ya no era lo mas importante la pintura en mi vida, ahora el recuerdo de lo que podía haber sido ensombrecía una parte de mi vida. Para estos dias llego la hora de realizar un viaje a una playa cercana, con el fin de perfeccionar algunas técnicas artísticas parte de la escuela y el pretexto perfecto para que muchos y muchas fueran a alocarse. Tenia que ir todos los salones debían hacerlo, y mas pronto de lo que pensaba ya me encontraba ahí, con todo el mundo divirtiéndose y yo solo pensando en que terminara aquel viaje.
Una noche antes de partir de nuevo a casa todos se fueron a el antro de moda a deleitarse por ultima vez de todo lo que existía en ese lugar, pero yo preferí quedarme a ver el mar y a llenarme de nostalgia, me insistieron pero no cedí, por lo que prácticamente todos se fueron dejándome solo, o al menos eso creía yo.
Era poco antes de la media noche, el mar estaba tranquilo, yo estaba ahí sentado en esa inmensa masa de arena con un cuaderno en la mano, debería estar dibujando un boceto de aquel hermoso paisaje, pero solo podían salir de mis trazos las letras una y otra vez que formaban su nombre: Antonio. La hoja estaba ya apunto de llenarse con tantas veces que había escrito su nombre, cuando de repente detrás de mi, sentí como unos brazos rodeaban mi cuerpo, abalanzándose para obtener el cuaderno, que tenia sobre mis piernas, obteniéndolo rápidamente, dándome muy pocos segundos para voltear y descubrir aquella sonrisa de la cual me había enamorado y de la cual salió una oración: -Yo tampoco te he olvidado.
Mi cuerpo se heló, era algo indescriptible, era él, Antonio estaba junto a mí y no me había olvidado.
Esta vez ninguno de los dos tenia alcohol dentro su cuerpo, estábamos completamente lúcidos, concientes de lo que pasaría, estábamos solos, en medio de la inmensa playa, y aunque hubieran estado mil personas más, esta vez no me hubiera importado. Yo seguía sentado, paralizado, el se inclinó hacia mí y beso mi frente, era el primer beso de amor que recibía; después su rostro acaricio al mió, sentía su respiración, tenue, calmada, sin temores. Sus labios seguían recorriendo mi rostro hasta llegar a unirse a los míos, sentía su calor, con cada beso, mi temperatura subía mas y mas no pensaba en nada más que el estaba a mi lado.
Se quitó la camisa, ví por primera vez su pecho, con mucho vello, su abdomen marcado que lentamente se contraía se fue acercando cada vez mas al mío, me quitó la camisa, estaba sudando, tenía bastante calor, era demasiada emoción, demasiado placer. Comenzó a besar mi cuello, mi pecho, sus brazos me apretaban fuerte, yo correspondía deslizando mis manos por su espalda, acariciando en ocasiones su cabello y al mismo tiempo llenándolo de besos en cada lugar que estaba en contacto con mis labios de su cuerpo.
El siguiente pasó lo di yo, era la primera vez que hacia todo eso, pero el mismo instinto me hacía saber que era lo que seguía. El llevaba una bermuda que fui bajando poco a poco hasta despegarla totalmente de su cuerpo, el sabia lo que pretendía hacer y recostó su cuerpo sobre la arena, para quedar debajo de mí, yo comencé a recorrer su abdomen con mis labios, con calma, disfrutando centímetro a centímetro , no dejando ninguna parte sin una caricia mía; mi lengua jugaba ente los surcos que hacían los pliegues que marcaban su abdomen y poco a poco fui acercándome a su miembro que se encontraba relajado; mi lengua se deslizó sobre él, comencé a acariciarlo desde su unión con el vientre hasta la punta de su glande, podía olerlo, sentir como se contraía cada vez que mi lengua se acercaba, hasta llegar a hacerlo crecer a un punto máximo, recorrí una y otra vez todo aquel miembro y lo introduje en mi boca una y otra vez, disfrutándolo en cada momento, para en ocasiones, dejarlo un momento para pasar a sus testículos y succionarlos y jugar con ellos. Por su parte Antonio utilizaba sus piernas para bajar el pantalón de lino que traía yo puesto hasta obtener dejármelo en las rodillas poniendo al descubierto mis nalgas las cuales comenzó a recorrer sensacionalmente, frotándolas cada vez mas, provocándome que me contrajera en varias ocasiones.
Después hizo que girara mi cuerpo completamente quedando yo ahora pegado en la arena, y el tendido en mi cuerpo, el cual comenzó a besar con mayor intensidad nuevamente. Fue recorriendo todo mi cuerpo con su lengua y labios, hasta llegar a mi pene, donde se detuvo mayormente frotándolo y meneándolo muy lentamente, y en ocasiones soplándole despacio lo cual me estaba llevando a un total placer mismo que continuó cuando me comenzó a sobar lentamente mi trasero, separándolo hasta poder introducir sus dedos en mi ano, para después tomar un poco de saliva y deslizarla en mí, para posteriormente tomar su miembro completamente erecto e introducirlo en mi orifico. Ni siquiera concebía dolor o tal vez era una combinación con placer la cual resulto magnifica. Sentía como se movía lentamente dentro de mí mientras con sus manos me acariciaba el pelo y yo trataba de acariciar su rostro. Sentí como todo su cuerpo se contrajó para arrojarme en mi pecho todo aquel liquido que salió de él. Tomó mi miembro y lo agito fuerte, asiendo que también de mi brotara todo el semen que había contenido en mucho tiempo y que guardaba para él, mojando con este su pecho y parte de su barbilla. Terminando esto el se dejo caer en mi cuerpo satisfecho, al mismo tiempo que rodie con mis brazos su cuerpo ofreciéndole el descanso que necesitaba. Mis ojos podían ver como me sonreía, tal como lo había echo aquella vez que lo conocí.
Cuando tuve voluntad mire mi reloj, y no concordaba con todo el tiempo de plenitud que había recibido. Habían pasado cuando mas un par de horas. Nos pusimos de nuevo la ropa y nos quedamos sentados uno junto al otro. Yo incline la cabeza sobre su hombro y el rodeo mi cintura con sus grandes brazos como siempre lo había deseado. Estábamos callados, solo mirando al horizonte, esperando el amanecer. Al poco rato comenzaron a llegar nuestros compañeros los mire de lejos, estaban demasiado ajenos a la realidad para poder imaginar lo que había pasado.