La primera vez, fue en el bosque de un parque.

Lo tenía todo friamente calculado y lo hizo.

Lo tenía muy claro, iba a ser ese día, ya lo tenía bastante amaestrado como para que la operación fallara, para ser su primera vez, lo tenía todo fríamente calculado.

En la bolsa llevaba el bote con su chuchería favorita en forma de paté, que se untaría, y lo tenía sin alimentar desde la mañana, ya eran las 19:00, pero al ser verano, no había nadie por el parque que encima con la humedad se acrecentaba más la temperatura.

Ya había llegado, era un lugar lleno de pinos por todos lados, abandonó la bolsa, llamó al perro, un pastor belga de dos años de edad, aún sin estrenar, como ella, y dispuesto a hacer todo lo que le pidiese su dueña, y comenzó con su festín una vez que comprobó la soledad en la que se encontraba... Se bajó los pantalones, que no llevaba bragas, se tumbó sobre una toalla y, sin deshacerse de la ropa, comenzó a untarse paté:

  • Brico, nooo, no, no, no,... -el perro se fue directamente al tarro de chucherías.

  • Brico, ven..., mira..., aquí... -mientras untaba su clítoris y sus labios con el paté favorito del perro.

Brico, empezó a pasar la lengua por ese “plato” tan particular, y lamía por todos lados, sin detenerse, a lo loco, ella, en principio sentía, pero no lograba sentir lo que quería conseguir, eso si, el perro no dejaba de lamer sobre su rajita.

  • Oooh, oooh, oooh, siii, siii... -sentía la lengua del perro, que continuaba buscando cada trocito de su rico paté.

Aún así, todavía no conseguía lo que buscaba, no se estaba dando cuenta que el perro por mas que ella quisiera no le iba a abrir los labios de su vagina, a no ser que le ayudara, cada vez estaba más caliente.

Se untaba paté por todos los lados, incluso se lo introdujo un poco en el culo, pero el perro no conocía la herramienta para abrir culos y vaginas y ella lo desconocía.

Llegó un momento en que por casualidad con sus dedos abrió la capucha que escondía el clítoris, y como sus dedos todavía estaban impregnados de tan rico elemento, Brico continuó tras sus dedos.

  • Oooh, Brico, oooh, creo... que ya hemos acertado..., sólo tenía que... a...brirme para tiii.

Y así fue, mientras utilizaba las dos manos para conseguir hacer salir el clítoris, el perro no dejaba de lamer, sin detenerse, como sus dedos volvían a estar rebosantes de paté, el perro lamía con delicadeza todo, los dedos, el paté... el clítoris.

El placer que obtuvo fue intenso, esa lengua jamás se detuvo, y ella comenzó, a pesar de tener muchos años practicando con sus dedos, a veces mojados en líquidos aceitosos, a sentir extraños escalofríos, sabía que sería lo siguiente.

  • Ufff, ufff, ufff, -decía mientras reculaba un poco porque no quería que aquello finalizase tan pronto- ufff, mmm...

El orgasmo fue intenso, para ser su primera vez el orgasmo fue fabuloso, ahora sólo tenía ganas de orinar, sus labios no cesaban el movimiento de abrir y cerrarse, y Brico, caminaba como victorioso a su alrededor.

Se puso a orinar y salió una mezcla entre orines y otros fluidos que jamás había visto.

Ya vendrían mejores momentos.