La primera vez: Diana

Compañeras de colegio, desconocidas y cómplices.

Hola, yo soy Nona y te doy la bienvenida a este mi tercer relato/Confesión, este sitio se esta convirtiendo en mi cómplice, estoy abriéndome a compartir experiencias que jamás me atreví a compartir con nadie antes.

Creo que es justo que cada vez les hable un poco más de mí, al menos a nivel personal; como ya les he dicho antes no tengo atributos físicos impresionantes, o al menos eso cree uno hasta que alguien se lo dice, así es como me di cuenta de que mis piernas son mi fuerte (gruesas, torneadas, firmes y blancas con algunos lunares en lugares que me gustan mucho ). También les he contado como me gusta aprender e investigar sobre lo que sea, constantemente trato de aprender sobre orientación y preferencias sexuales, también es cierto que me aburro rápidamente de algunas cosas, como las personas, por ejemplo.

Quiero confesarles que tarde bastantes años (comparada con la mayoría) en perder la virginidad, por prejuicios, la espera del indicado, miedo, etc.

Cuando tenía 18 años comenzó a despertar un interés en mi por una chica del colegio, yo siempre me considere heterosexual, pero cuando Diana re-llego a mi vida muchas cosas comenzaron a cambiar en mí.

Diana no era nueva, no era esa chica nueva que llega al colegio y te hace sentir un interés por conocerla al ser la nueva, sino todo lo contrario, ya llevaba dos años de conocerla e ignorarnos normalmente al estar en distintos grupos de amigos, solo nos limitábamos a darnos un “buen día” por las mañanas o un “hasta luego” al marcharnos.

Era un viernes casual y una compañera estaba de cumpleaños, así que decidió invitarnos a todo el grupo a su casa por la noche para festejar. Recuerdo que era final del Verano, cuando llegan esos días cálidos y noches algo más frías, mis amigas y yo planeamos juntarnos en casa de mi amiga Laura para arreglarnos todas juntas e irnos a casa de nuestra compañera de cumpleaños.

Entre muchos “que me pongo”, “como me maquillo”, “como me veo”, mi amiga Laura que ya tenía una relación bastante larga y era la única con vida sexual, comenzó a cuestionarnos a todas que si porque seguíamos vírgenes, que si los novios de mis amigas no las presionaban para hacerlo, que si porque yo no tenía novio, etc., el ambiente se puso distinto.

Mis amigas comenzaron un debate al cual no le puse atención dado a que no me importaba realmente, me encontré a mi misma, pensando en lo linda que se veía Diana en la mañana, en como sus ojos eran tan hipnotizantes, como nunca note lo grandes que se volvieron sus tetas, lo sedoso que se veía su cabello y lo agradable que se portaba con las personas, a pesar de estar en un grupo de amigas muy detestables, no le di importancia a mis pensamientos y continúe arreglándome para más al rato, cuando note que de solo pensar en Diana me había puesto un poco húmeda.

Todas optamos por vestir similar con minifaldas, top strapless, y flats, nada llamativo pero con estilo.

Sorpresivamente había muchísima gente, realmente parecía estar todo el colegio en esa fiesta. Obviamente Diana estaba ahí, Diana era una chica muy reservada castaña, muy delgada y alta, sin mucho trasero, pero con pechos bastante grandes que supongo por el peso la hacían arquearse un poco, de ojos marrón claro y piel casi tan blanca como la mía, lucía un pequeño short blanco y un top amarillo de cuadros.

Diana nos saludo a todas de beso, todo muy normal hasta que me abrazo y con sus largos brazos sentí como me abrazaba y acariciaba por la espalda hasta las nalgas, casualmente nadie lo noto y como ya tenía a Diana en mis pensamientos, quise calmarme en el baño masturbándome un poco. Continuó la fiesta, el perreo, los tragos y Diana constantemente estaba sobre mí, la muy cabrona sabia que me movía, me pedía bailar con ella, que la acompañara al baño, que le ayudara con el bra que se le desabrocho sin querer, que si no se le salía el culo por debajo del short y muchos pretextos más solo para estar juntas y hacerme verla o tocarla, no mentiré a este punto ya me parecía muy raro, pero igual disfrutaba verla y pasarme un poco tocándola.

Extrañamente disfrutaba del grito de atención que Diana pedía, ya bastante tomadas las dos nos fuimos camino hacia el piso de arriba, serian como las 2 de la mañana y muchos ya se habían ido, otros más seguían tomando o meditando sobre la vida y los amigos, algunas parejas estaban discutiendo y otros en las recamaras de al lado o los baños estaban cogiendo, y los gemidos de mis compañeras, los rechinidos de las camas, el gracioso y excitante sonido cuando la piel de dos personas sudadas se pegan una a otra rápidamente me reconfortaba y excitaba mucho mientras subía las escaleras al cuarto al que Diana me llevo de la mano.

Llegamos al cuarto de los padres de Daniela (la chica del cumpleaños) y nada perezosa Diana me tomo por la espalda para rodearme por la cintura y darme tiernos besos en el cuello y la nuca, me pidió que nos sentáramos para “hablar” conmigo.

Me confesó ser lesbiana, a pesar de no haber tenido nunca novia o darse un beso siquiera con una mujer, decía que le encantaban las mujeres y que sentía que no había nadie en el colegio con quien experimentar, y que según ella yo por no tener novio también era lesbiana, a lo cual me eche a reír y le dije que era una tonta, le conté lo mucho que me gustaba mamar una buena verga y dejar que me la metieran por el culo, ella se sorprendió mucho y antes de pasar a decirle otra cosa, se sacó el top y pude ver los senos más grandes que jamás había visto.

Diana comenzó a hablarme en un tono “sexy” cuestionándome si ella me provocaba, que, si no quería saltar hacia ella a besarla o tocarle los pechos, me decía que todos los chicos le decían lo mucho que querían estar entre ellos, decía que era una estúpida por no desearla... Diana realmente estaba muy insistente en que yo iniciara lo que sea que fuese a pasar, a lo que yo le respondí que no era lesbiana, pero tampoco de piedra y aunque desde siempre me prendió el porno lésbico, nunca había tenido la oportunidad de llevarlo a cabo y no la dejaría pasar.

Acto seguido nos besamos, era una sensación particularmente tierna y muy dulce, sentía el sabor de su bálsamo de coco mezclarse con el sabor del vodka que ambas habíamos tomado, cuando menos lo pensé ella tenia sus manos bajo mi top, haciendo lo suyo, estrujando y pellizcando mis tetas y pezones, bastante bien para nunca haber estado con una chica; y yo, entre sentir sus dulces labios junto a los míos en un rio de saliva y uno que otro lengüetazo en el cuello, bajando poco a poco hasta mis senos, solo pensaba en buscar el camino hasta su vagina, lo encontré y metí mi mano para sentir la primer vagina ajena a mí.

Inicie con movimientos circulares leves, tal como me gusta, después con mis dedos anular e índice separe un poco sus labios para llegar más rápido al clítoris, y humedeciendo con la saliva de un beso nuestro procedí a dar movimientos de arriba abajo a su clítoris, un acierto brutal, Diana comenzaba a retorcer los ojos y se ponía cada vez más húmeda, me pidió parar y claro que no lo hice, hasta que ella me aventó a la cama y me bajo de un tirón la falda para hacerme un oral maravilloso. La muy perra no me dejo correrme, puso sus grandes y deliciosas tetas sobre mi cara.

Tener semejantes tetas solo para mí, mamarlas, golpearlas, morderle de vez en cuando un pezón, no sé si le gustaba mas a ella o a mí.

Diana me pregunto si sabia hacer una tijera, a lo cual respondí que no, pero había visto como se hacía, así que nos abrimos y cuidadosamente pegábamos nuestros sexos, nuestro fluido paso de liquido a una consistencia mas bien pegajosa hasta estallar, primero ella y unos segundos después yo.

Estábamos agotadas, pero ninguna quería parar, pasamos un rato a modo de descanso solo besándonos y tocándonos mutuamente, abrazadas, entre mimos y palabras obscenas, imaginando lo que podíamos hacer en otras fiestas, después de clases, en el mismo colegio.

Más tarde baje besando y lamiendo su boca, cuello, pecho, senos, ombligo su zona intima muy bien depilada, llegue a sus labios para subir y bajar mi lengua, ocasionalmente trataba de meter mi lengua, Diana estaba tan caliente que comenzaba a sentir su sabor interno, ese beso entre mis labios faciales y los suyos vaginales se convirtió en mi favorito.

Diana comenzó a darme nalgadas y abrirme las piernas para meterme los dedos, mientras también lamia mi sexo, y cuando menos lo pensé estaba cometiendo el 69 mas delicioso de la vida, con una mujer preciosa y tan caliente como yo.

Ambas quedamos en bajar a lo que quedaba de fiesta para no levantar sospechas, fue muy divertido vestirnos una a la otra mientras no dejábamos de besarnos.

De lo borrachos que estaban todos en la fiesta nadie noto nuestra ausencia, Diana y yo comenzamos una relación bastante sexual, en la que experimentamos muchas cosas juntas, ella paso mucho tiempo sin salir del closet y yo, bueno no soy lesbiana, pero gracias ella disfrute por primera vez de una mujer, para nunca más dejar de hacerlo.

-Nona3