La primera vez de Rocío

Aunque Rocío ya había nacido tiempo antes con las ropas de su madre y hermana, pero hoy os hablo de la primera vez que se decidió a quedar con un hombre y entregarse a él.

Los comienzos de Rocío

Sucedió en Madrid, en la intimidad que daba el haberse mudado a un edificio de apartamentos por la zona de Cuzco, un lugar tranquilo en el que poder dejar salir a esa putita que se albergaba en mi interior. Recuerdo que eran muchas las tardes y noches que me vestía de Rocío, jugaba con mi consolador, tonteaba y fantaseaba con chicos por internet pero no me decidía a quedar con ninguno, hasta que un día tras llegar de trabajar mi excitación era mayor, diferente al resto de días por lo que llegué a casa, me desvestí y me puse un tanga y los tacones, me puse una copa y me metí al chat, empecé a buscar un hombre con el que sentirme a gusto y hubo un chico, que no sé por qué, pero me gustó, así que tras un rato hablando, investigando lo que él quería, diciéndole lo que yo buscaba etc. le propuse vernos, le dije que viniera a mi apartamento y me hiciera suya, quedamos en vernos en 45 minutos, tiempo en el que yo me puse otro vaso de ron, me lo bebí de un trago y me metí en la ducha, para limpiarme bien por fuera y por dentro, y comencé a dilatar mi culito con el consolador. Después de salir me vestí, con una falda negra de volantes, una camiseta blanca con brillantes y relleno por la zona de las tetas, unas medias negras de rejilla, un conjunto de tanga y sujetador con relleno negros con encajes, y unas botas de tacón negras hasta la rodilla, me empecé a maquillar como bien pude y supe, y luego me puse una peluca pelirroja, obviamente no era la mujer por la que un hombre se daría la vuelta en plena calle, pero yo me veía divina, veía una mujer radiante con ganas de ser follada. Mientras terminaba de esperar a mi hombre, me serví otra copa para calmar los nervios que me invadían hasta que sonó el timbre, un sonido que hizo que un escalofrío me recorriese entera, pero no había marcha atrás, por lo que me levanté del sofá y con el ruido de mis tacones inundando la casa me dirigí a la puerta para abrir a mi chico, y saludarle con la voz más femenina que pude, una vez cerrada la puerta nos dimos dos besos los dos sonreímos con risa nerviosa, hasta que le cogí la mano y le hice seguirme al sofá. Le ofrecí una copa, y preparé otra copa más para mí, mientras el me esperaba sentado y sin quitar ojo a mi culo.

Una vez terminada la copa, me senté a su lado y brindamos por ese encuentro, y fue ahí cuando su mano empezó a recorrer mi pierna, yo no sabía qué hacer, así que posé mi vaso y comencé a besarle, primero unos piquitos tontos de adolescente, hasta que nuestras lenguas se entrelazaron, y ahí ya no había quien parase aquello, mi mano se posó en su paquete, para frotar ese regalo que tenía para mí, hasta que al paso de unos minutos de besos y magreos, me arrodillé entre sus piernas y sin decir palabra, empecé a quitarle el pantalón, y su polla saltó ante mí, brillante, dura, rosadita, por lo que mis labios se abalanzaron sobre ella, era un manjar, un regalo, la primera polla de Rocío, y yo disfrutaba, mientras veía a mi hombre recostarse en el sofá y disfrutar con la mamada que le estaba dando.

Tras unos minutos chupando esa polla, la calentura de los dos era enorme, por lo que el chico me dijo que ya era mi momento, así que me levanté, cogí un condón, un bote de lubricante, y mientras sacaba el consolador de mi culo, y me untaba el gel, mi chico se ponía su condón y lo llenaba también de gel lubricante. Yo no sabía cómo ponerme, así que le dije que se tumbase, para ser yo quien se pusiera encima e ir metiendo la polla poco a poco, para ir controlando el dolor, lo fuimos haciendo poco a poco, la polla era de un grosor como el de mi juguete por lo que no me hizo mucho daño, tras unos movimientos encima suyo y al ver que no había dolor, le dije que me follase el, por lo que me puso tumbada boca arriba y abierta de piernas, para poder ver mi cara mientras me daban mi primera follada, yo disfrutaba como una loca, mi polla estaba pequeñita, pero sentía mucho placer, estaba siendo follada por primera vez, perdiendo mi virginidad, era feliz. Tras un rato decidimos cambiar de postura y me puse a 4 patas para que me follase a lo perrito, mientras lo hacía yo no hacía más que decirle que quería su leche, que quería que se corriera en mi boca y en mi cara, que me moría de ganas de su leche, así que tras unas buenas embestidas me hizo arrodillarme ante él, se quitó el condón y me metí la polla en la boca, chupaba como una loca, estaba desesperada por su leche, hasta que noté como sus gemidos aumentaban y me gritó un “Toma zorra, bebe todo” y mi boca empezó a llenarse de su leche, un auténtico manjar, un regalo del que no desperdicié ni una sola gota, me supo a gloria, era mi primera corrida, mi primera follada, y mi primera vez… ¡¡¡era FELIZ!!!

Una vez terminada la faena y tras limpiar bien su polla, el chico se vistió y se fue, yo esa noche me quedé con esa ropa puesta, oliendo a macho, a semen, a follada, hasta la mañana siguiente, soñando con poder repetirlo lo antes posible.

un besito a todos

Rocío