La primera vez de Raquel. Parte IV
Esta historia es la continucion de "una noche caliente con raquel", esta vez contada por otro personaje.
Parte I http://www.todorelatos.com/relato/83929/
Parte II http://www.todorelatos.com/relato/83948/
Parte III http://www.todorelatos.com/relato/84001/
La Perspectiva de Raquel amando a Ana.
Fin del semestre al fin, una semana para detenerme y disfrutar de esas cosas pequeñas que entre el alboroto de la universidad y el régimen de la vida cotidiana me voy perdiendo. La extraño, hace solo 3 días que se marchó y siento un vacío enorme dentro. Cómo disfrutar de esas pequeñas cosas sin ella, sin esa sonrisa desbordante y contagiosa? Podré? Recuerdo su carita de ángel al entrar en el apartamento… cómo confunde la nada santa!! quién dice que se come un coño de esa manera desenfadada, sin preámbulos y toda glotona teniendo esa cara tan inocente??!! Recuerdo sus piernas largas estiradas en el sofá, su pelo cayendo detrás de la espalda del mueble y ese cigarrillo diminuto perdiéndose en aquellos labios carnosos que en cada bocanada parecían regalar un beso, tan linda como la primera vez que la ví en la universidad.
Yo estaba en la puerta con mi maleta nerviosa sin saber qué decir, sólo esperando que me aceptara como compañera de apartamento. Nunca me han gustados los chicos, siempre me han parecido inmaduros y demasiado tontos, de ellos sólo sirve su verga y he podido sustituirlo con brillantes jugueticos que siempre me han garantizado un buen tamaño para saciar mi necesidad de ser penetrada. Las chicas sin embargo tienen algo especial, desde niña supe que me gustaban, pasaba horas mirando sus pelos, manitas, ojos y bocas, cuando la inocencia no me impulsaba a fijarme en otros atributos. A medida que fui haciéndome mujer me sabia hermosa, los hombres no paraban de acecharme y eso no logró otra cosa que ahuyentarlos, mi repulsión hacia ellos como amantes no hizo otra cosa que aumentar.
A los 14 años ya tenía un cuerpo de 25, unas tetas lindas grandes paraditas que me encantaba masajear para pasar el rato, mis nalgas eran bien formadas, puede decirse que tenía un culo apetecible …todo ello era un problema aunque el resto no lo viera así. Al cambiar mi cuerpo mis necesidades también lo hacían, en las noches soñaba con chicas y amanecía húmeda cuestionando mi sexualidad, sin embargo las chicas del colegio no me miraban como yo a ellas, lo hacían de reojo con un poco de envidia de mis senos que querían reventar la blusa del uniforme, de mi saya que dejaba ver mi prominente culo al subir las escaleras, de mi boca grande, roja y carnosa, de mi cuerpo atlético que no hacía otra cosa que segregar hormonas deseándolas y ellas apartándose.
Había una chica en especial en ese entonces que despejó las pocas dudas que me quedaban sobre mi sexo, y lo que quería hacer con él: Sonya. Era la más alta de la clase, era una chica bastante desarrollada para su edad también, pero más bien por la estatura y los vellos que sobresalían de la manga de su blusa, sus senos ya estaban formados suculentamente, pero sobre todo era una chica seria, y eso me gustaba. Sonya no era muy linda, era un poco pecosa y su nariz ocupaba gran parte de su cara sin embargo tenía unos ojos enorme verdes, que parecían dos esmeraldas. Una tarde en la clase de natación Sonya sustituyó su habitual traje de baño con vuelos que tapaban sus partes bajas por un bikini diminuto, y ese día mi coño de adolescente se encendió al descubrir las discretas curvas de Sonya y la silueta de su pubis que tanta curiosidad me causaba. Lo tendrá lleno de pelos? me preguntaba, seguro que sí considerando su vellosidad bajo el brazo . El incidente que hizo que Sonya se convirtiera en mi primera demostración irrefutable de que mi apetito sexual se despertaba sólo con mujeres, sucedió ese día al terminar la clase y quedarnos las dos un rato más en el agua porque nos gustaba mucho nadar, y porque las demás niñas se fueron babeando tras los chicos a un partido de fútbol; ese día fue el comienzo de todo.
El agua estaba un poco fría, y aunque nadábamos de un lado a otro de la piscina las bajas temperaturas mantenían nuestros pezones erectos marcándose perfectamente a través de la tela mojada. Yo salí de la piscina y mientras me secaba noté cómo discretamente Sonya miraba mi culo que se empinaba sin intención al secarme los pies. Pensar que miraba mis nalgas me ponía nerviosa, con 14 años no sabía qué sensación exacta estaba sintiendo, pero era claro que un calor agradable comenzaba a quemar mis muslos. No me atrevía a mirarla, pero esta vez sí me agache con la intención de erguir mi culo para que ella lo viera en toda su dimensión; y lo hizo. Me puse colorada y me viré hacia ella, agarré mis cosas y me fui hacia las duchas. Ella salió del agua y sentía desde el baño como se acercaba chapoteando. Yo estaba desnuda quitándome el agua de la piscina, aproveche para lavar mi pelo y la fragancia del shampoo inundaba el lugar. Quedamos una frente a otra y sin dejar de mirarnos Sonya comenzó a quitarse su traje de baño. Primero la parte de encima, y quedé boquiabierta al ver sus tetas, nunca tan grandes como las mías, pero eran redonditas con pezones rosados y bien paraditas, que dejaban mi vagina aun más caliente y latiendo, provocándome unas ganas tremendas de lamerlas. Quitó también la parte de abajo de su bikini exponiendo un coñito que me pareció delicioso cubierto de bellos rubios. Sin duda alguna yo me sentía excitada y Sonya no quitaba sus ojos verdes de mis tetas, cuando de pronto me dijo: “déjame tocarlas”. Yo no sabía qué hacer, quedé muda por unos instantes que parecieron siglos hasta q ella se acercó y sin que yo pronunciase palabra se metió bajo la ducha conmigo, olió el perfume de mi pelo y lo apartó de mis senos, que se erizaron al sentir su respiración cerca de mi cuello.
Sus manos un poco más seguras y atrevidas que las mías aprovecharon la erección de mis pezones para tocar la punta de ellos y dibujar la silueta de la aureola y más tarde de toda la masa que compone mi busto. Tuve que cerrar mis ojos porque la sensación iba más allá de lo que podía imaginarme desde mi poca experiencia. Bajo el agua tibia Sonya y yo nos besábamos, fue mi primer beso y como una braza encendida mi cuerpo aumentaba su temperatura y la mente se separaba de él hasta q no pudo dominarlo y mis manos se enterraron en el pubis de Sonya buscando desenfrenadamente su agujero.
Mi boca devoraba sus pezones y ella respiraba acelerada en mi oído. No sé por qué lo hice pero no pude evitar agacharme y besar su coño, pasar la lengua por encima de sus pelos y abrir con mis manos sus labios para introducir mi lengua y alternar con mis manos, Sonya se retorcía y yo me excitaba cada vez más con su coñito así frente a mi cara y entre mi boca. La verdad todo lo que sucedió esa tarde fue impulsado en mi caso al menos por la excitación que sentía y mis deseos reprimidos de estar cerca de una chica; Sonya en cambio sabía lo que hacía y quería, ya que tardó menos en encontrar la entrada de mi vagina y deslizar sus deditos por toda la zona volcando mis ojos en blanco. Yo de pie contra la pared, ella arrodillada sosteniendo en alto mi pierna derecha succionaba delicadamente mi clítoris, y luego de acariciar mi sexo sin tregua hundió su dedo índice en mis vírgenes cavidades arrancando de mi un pequeño aullido de dolor, su mano ensangrentada no cesó los movimientos en el interior de mi coño transformando mi primera agonía en un placer nunca sentido hasta entonces. Al momento metió otro dedo y luego otro, movía los tres dedos de una lado a otro y un calambre y ardor desconocidos para mí me hacían tambalear y mis gemidos ya eran gritos, no pude evitar contonearme moviendo mis caderas sobre los dedos que Sonya había introducido en mi, “vente, córrete en mi mano Raquel, muévete y grita” me decía Sonya, haciéndome caer desfallecida de placer.
Un orgasmo gigante se apoderó de mi y le halé del pelo buscando su boca para besarla. Yo hice lo mismo con su coño pero no desprendió sangre alguna y ella nunca grito de dolor sino de placer, Sonya no era virgen desde hacia tiempo y me indico qué hacer en cada momento hasta que empezó a gritar como una loca cuando mi boca chupaba su clítoris y mis manos se perdían en su interior. Terminamos de tomar nuestra ducha y cuando iba a secarme ella me tomó de la mano y me dijo que no habíamos terminado, me pidió que me pusiera en cuatro patas para poco a poco ir metiendo un dedo en mi culo, yo estaba desconcertada pero aquello aunque dolía un poco me gustaba, me lamió el ano y volvió a meter sus dedos en mi coño, así estuvimos un rato, ella chupando mi culo hasta que introdujo el dedo completamente en él y empezó a moverlo desenfrenadamente, yo no paré de dar chillidos, me gustaba mucho lo que hacía, mucho más que por el coño, “ muévete Raquel mueve esas nalgas gigantes para que te corras y sientas lo rico que es la cojas a una por el culo ” que me dijera esas cosas que no se cómo salían de su boca con 14 años me excitaba más y no pude contenerme y de forma natural empecé a mover el trasero a más no poder y otro espasmo me hizo caer de mis rodillas y gemir frenética. Y así en las duchas del gimnasio de la escuela tuve mi primera vez, Sonya había desvirgado mi coñito y mi culo y a partir de ahí no tuve dudas de lo que quería. Tuve varios encuentros con ella ya que nos hicimos novias a escondidas, y hasta que cumplimos 15 años que Sonya se fue de la ciudad con sus padres, tuvimos toda clase de experiencias.
Conocí en el futuro muchas mujeres, ya sabía dónde buscarlas y cómo seducirlas, lo que cada vez se hacía más sencillo haciendo uso de mis buenas dotes de tetas y culo, pero no amé a ninguna, por eso Ana es diferente, ella despierta en mi más allá de pasión y deseo una genuina intención de no querer separarme jamás del abrazo que conforman sus delgados brazos alrededor de mi cuerpo. La vi en la universidad por primera vez saliendo de un baño toda agitada y despeluzada seguida de dos chicos, arreglando su saya y abotonando la camisa. Aunque ellos me eran indiferentes la cara de lujuria de ella acompañada de los ojos marrones más tiernos del universo me flecharon al instante. En su esbelta figura delgada se adivinaban unas curvas bien distribuidas y su andar despreocupado y sensual me hicieron seguirla hasta q entró a su clase.
Desde entonces intenté saber todo de ella, la observaba a escondidas y lo que en un momento pareció un flechazo se convertía en obsesión. Necesitaba verla en los recesos de clases para poder recrear mis masturbaciones de noche, poco a poco fui descubriendo que era una chica distinta, y que podía ser mi chica. En cierta ocasión, y creo que fue ese día en el q ella me descubrió, coincidimos en una reunión con los directivos de la universidad que se llevo a cabo en un salón de mi facultad. Yo estudio sicología y ella arquitectura, es un año mayor que yo, no debimos coincidir ese día sin embargo lo hicimos y me sentí feliz. Busque un asiento lo más cerca de ella posible, tan cerca que solo nos separaba un chico al final del salón. Por verla salir demasiado a menudo del baño agitada, colorada y sobre todo acompañada supuse que era una mujer caliente y eso me gustaba, pero esta vez en ese salón con media universidad de testigo Ana me demostró que era una esclava del sexo y que su sed de placer la saciaban tanto chicos como chicas, lo que me alentó bastante.
Mientras el rector de la universidad daba su discurso noté como una mano del chico que se nos interponía, navegaba bajo la falda de ella, y otra chica que estaba sentada al otro lado de Ana manoseaba sus senos con cautela, disimulando que jugaba con su pelo, que caía dorado sobre sus senos. Esa situación en un primer momento me puso celosa, pero no tardó en estimular mi sexo, Ana abría más sus piernas para dar más libertad a las caricias del chico en su coño y empezó a tocar con una mano la verga del chico por encima del pantalón y con la otra masajeaba las piernas de la chica y lo que se esconde entre ellas. Era muy excitante no podía quitar mis ojos de ellos, que disimulaban sus manoseos al máximo pero yo que estaba tan cerca sabía exactamente lo que hacían. Poco a poco sentía mi coño mojarse y me daban ganas de tocarlo y sobre todo de tocarla a ella, en ese instante en que mis ojos no podía disimular más la lujuria Ana me miró, directo a mis lascivos ojos, temblé…hasta que su mirada morbosa bajó hasta el escote de mi blusa centrándose en mis pezones duros que se marcaban claramente sobre la camisa, sonrió con picardía y salió del salón, sus compañeros salieron detrás supongo a terminar en algún lugar lo que habían comenzado.
Mi decisión de acercarme a ella estaba tomada, supe que estaba buscando pareja para compartir piso y no perdí tiempo en presentarme. La llamé por teléfono y le asegure que era una chica confiable y elevé mis cualidades sobre la convivencia al máximo, ella solo preguntó: “te adaptarías a oírme gemir a cualquier hora y verme follando en cualquier habitación del apartamento?” dios que pregunta!! que tipo de chica era?! Demasiado ardiente supongo, pero mis deseos de conocerla y de formar parte de sus objetos sexuales eran más fuerte que mi consciencia, le dije que no me importaba. Cuando me fui a su casa y me vió desde el sofá en la puerta, sostuvo su cigarro unos segundos, y lo dejó caer encendido sobre un vaso que yacía en el piso, noté su excitación al ver mis curvas resaltadas en el vestido corto y ajustado que llevaba con toda intención. Se levantó y me indicó el camino hacia mi cuarto bastante amable pero sin dejar de mirar mi cuerpo desde todos los ángulos posibles, trató de disimularlo pero la morbosidad en su mirada la delataba, y yo aprovechando mi ventaja deje caer unas llaves para inclinarme totalmente hacia el piso y dejar mi culo empinado mostrándole mis bragas y rebosantes nalgas. Al recuperar la postura erecta sus ojos querían explotar, podía sentir su mirada lamerme el coño y despojarme la tela que cubría mi culo para meterse en lo más profundo de mis entrañas; su sexo latía por mí, y yo chorreaba por ella, me mordí los labios para aguantar los deseos de saborear su boca y morder su cuello largo y esbelto. Qué ganas le tenía a esa chica!! Traté en los días venideros de sonsacarla cuanto pude, andaba en pocas ropas todo el tiempo exaltando mis mejores poses y curvas, me ponía braguitas pequeñas y salía con un batón transparente mostrándole mis tetas casi enteras, las tocaba antes para que mis pezones se mostrarán erguidos, aunque la verdad con verla eso sucedía de manera involuntaria. Otras veces me duchaba y salía casi sin secarme toda mojadita envuelta en la toalla que dejaba fuera casi la totalidad de mi culo y busto, ella se removía en el asiento y hasta acariciaba su pubis, yo disimulaba no ver, pero siempre estaba pendiente, más de una vez la sentí masturbándose en el salón a mis espaldas.
Cuando me sentaba frente a ella a secar mi pelo o mis piernas, ella me miraba de arriba abajo y yo subía las piernas mostrando mi coño entre las bragas, o dejaba caer una manga de la camiseta mostrándole mis tetas completicas. Me encantaba hacerla sufrir, no sé por qué nunca me dijo nada, no sé cómo se aguantó tanto. Yo sé que me deseaba, y sé que al mismo tiempo que yo me masturbaba pensando en ella, también ella lo hacía pensando en mí.
Hubo una noche en particular que mis deseos hacia ella tocaron cúspides, ella estaba tomando un baño con la puerta semiabierta, y desde el sofá donde me encontraba leyendo se veía su silueta a través de la cortina de baño. Mi mente comenzó a imaginarse cómo serian sus senos, como se vería de cerca ese culito paradito que tiene, discreto pero apetecible. Comencé a imaginar que entraba a la ducha con ella y que enjabonaba su espalda bajando hasta sus nalgas y me enternecía entre ellas tocando su culo, metiendo mis dedos enjabonados en él. Mi coño se humedecía con mis fantasías, ella mojaba su pelo y yo me creía halando de él para robarle un beso bajo el agua, ella enjabonando sus piernas y yo creyendo que eran mis manos quienes recorrían sus extremidades para zambullirlas en su vagina. Ella en el baño y yo masturbándome en pleno salón pensando en su cuerpo bajo el agua a pocos metros de mi, tan apetecible, tan sensual. Ana cerró la ducha, y tuve que sacar mis manos empapadas de lo profundo de mi coño. Ella corrió la cortina y sacó una de sus piernas con tal morbosidad que por un momento pensé que sabia lo que yo hacía y que solo pretendía seducirme, luego salió completamente y comenzó a peinar su pelo completamente desnuda con la puerta casi abierta de espaldas a mí. Introduje mis dedos nuevamente en mi vagina quitándome las bragas y quedándome así en medio del sofá con las piernas abiertas a solo una vuelta de ella para ser descubierta, pero el morbo de la situación me excitaba más y la verdad que al ver ese culo paradito y esa espalda larga delgada de una blancura impecable solo manchada con el dorado de su pelo que caía en la mitad de ella mis manos se desquiciaban dentro de vagina. Ana de espaldas y yo gimiendo con mis dedos entrando y saliendo a toda velocidad, ella canturriando y contoneando su cuerpo de espaldas a mí, y yo pellizcando mis pezones que estaban fuera de mi blusa, mi orgasmo estaba cerca, quería besarla quería tocar su cuerpo, pero tenía miedo de ser rechazada. Ana intentó virarse pero solo se inclinó hacia delante para poner sus bragas introduciendo sus pies en ellas pero dejando su trasero levantado dejando ver totalmente su coño, yo no pude aguantar esa visión y me corrí como un río, quedé jadeando de deseos y corrí hacia mi habitación.
Pasaron las semanas sin que pasara nada entre nosotras, hasta aquel día que precipité finalmente las cosas en el baño con mi excusa de enamorar a un chico y la ropa interior olvidada, ese día nos cogimos como fieras, ese día supe que a pesar de su naturaleza liberal y desenfadada la amaba, que no hacía falta conocer más que su piel suave y deliciosa, que sus labios tan carnosos y morados, que su abrazo tan tibio y apasionado, q no hacía falta que fuera una chica corriente porque sus locuras, morbosidad, su necesidad de esparcimiento constante, su insaciable apetito sexual tan voraz como un tigre en la selva, esas cosas tan suyas eran las que me habían enamorado desde el instante en que la conocí, y tras haber sentido su cuerpo de diabla pero al mismo tiempo de diosa sobre el mío, dentro mío, no hay como impedir esta necesidad de entregarme a ella y no a otra. A veces siento que le soy imprescindible, que me anhela tanto como yo a ella sólo que es distinta, y necesita mantener su espacio y continuar viviendo sus desenfrenadas pasiones.
El hecho de que se haya ido con sus amigas y amigos de clase a un viaje, me deja claro el sin numero de locuras que cometerá, ahora mismo debe estar devorando un coño, cabalgando una polla y con las venas llenas de alcohol. Pero así es ella, y yo no quiero cambiarlo sino esperar a que nazca dentro de sí la necesidad de detenerse, no habrá prueba de amor más genuina que esa si al hacerlo es en mi regazo que reposa sus ansiedades. Me encanta cómo quedó en esta foto, resaltan sus ojos marrones que no pueden ocultar la niña tierna que habita en ella, que linda es mi Ana, la amo.