La primera vez de Elena sin Él
Aventura amorosa de Elena fuera de su relacion con Ivan.
La separación llegó de nuevo. Otra vez el correo vacío y el teléfono mudo. Iván había desaparecido.
Ella, abrumada y dispersa, veía los días pasar sin tener noticias de él. La idea de que le hubiera pasado algo la atormentaba, pero no había pasado demasiado tiempo como para atreverse a arriesgar su felicidad haciendo una llamada inoportuna obligándola día atrás día a irse a la cama con una sensación de vacío total y la misma pregunta: ¿Dónde estas, Iván?
Camuflaba su tristeza bajo una capa de maquillaje y una eterna sonrisa. Su trabajo era su vida, su válvula de escape con el que rellenar las horas vacías. Solía mirar a través de la ventana la vida de la gente pasar, se fijaba en los hombres de semejante físico al de su amor, soñando por un momento que era él uno de ellos, pero ninguno era Iván y después de varios meses sin noticias decidió volver a vivir.
Una mañana, mirando el correo de una página social donde pertenecía, recibió un mensaje privado de alguien fuera de su red. El mensaje era escueto, solo ponía, me encantas, pero llamó su atención y le contestó antes de tirarlo a la basura, "te encanta, ¿el que?".
El chico en cuestión le contestó y a ella, tal vez, por la carencia de cariño, de deseo y de mil cosas mas, le hizo gracia, y un par de mensajes mas sirvió para que se intercambiaran los correos electrónicos.
Era extraordinariamente educado, y solo tenía palabras bonitas para ella, por su parte, Elena era consciente de que el joven solo quería tener una aventura con ella pero sentirse halagada y querida, era lo que mas necesitaba en ese momento, asi que no le importaba para nada sus intenciones.
La sorpresa se llevó cuando descubrió que no solo vivía en su ciudad, sino en su mismo barrio. Su cabeza comenzó a hacer cábalas porque estaba segura que lo tenía que conocer, pero nada, no daba con la tecla, así que, aprovechando que él regentaba un establecimiento, a solo cuatro calles de su casa, y que pasaba prácticamente el día entero allí, ir a comprar a su tiendas sería una buena manera de conocerle en persona y de sentir la sensación del primer encuentro.
Llegó una tarde y se armó de valor, entró por un pasillo y cogió algo de comer, él, estaba en la caja, leyendo la prensa, ella, se dispuso frente a él, y cuando levantó la vista la encontró.
Elena le pregunto si sabía quien era y él a penas tuvo palabras para contestar, se quedó con la boca abierta, fue ella la que le animó a que le diera dos besos y así fue como arrancó de su silla. Como un niño tímido, se sonrojó cuando ella le habló, a penas podía mirarla a los ojos y le reconoció que había sido toda una sorpresa para él el paso que ella había dado.
A la mañana siguiente recibió un mensaje donde le decía que le había sorprendido muchísimo su visita, y que si sabía que era guapa en fotos, en persona era increíblemente bella. Aquello la terminó de conquistar.
Se intercambiaron los teléfonos, él, la llamó para tomar y café, ella, para tomar una cañas, no tuvieron prisas para conocerse, pero la amistad fue inevitable entre ellos fue creciendo y el deseo con ellos.
En cierta ocasión ella, le instó a que no pretendiese nada con ella porque no estaba en ese punto y él acató la orden a pies juntillas, pero los días pasaban, los mails de él eran muy escuetos y ella pensaba que perdía el interés cuando el de ella subía. Así que, pasó al ataque:
Dos citas más les llevaron a un paraje donde las parejas de la ciudad se comían a besos bajo la oscuridad de la noche.
La timidez de él le impedía dar el paso, así que ella, después de una larga charla y algunos silencios le dijo:
Si no vas a besarme, llévame a casa.
Entonces la besó, y su timidez desapareció.
El beso aquel encendió las alarmas de Elena que le correspondía como si levaran años besándose. Aquel joven tímido tenía muy buen besar así que ella pensó que si besaba bien...
Solo fueron dos besos.
La siguiente cita, en el mismo lugar dos días mas tarde, dio para más.
Luego pasaron muchos días sin verse, hablaban de vez en cuando pero poco más. Ella se inquietó, pensaba que algo de ella no le gustaba, cuando precisamente era que le gustaba demasiado lo que le impedía acercarse a ella.
Pero una tarde recibió un mensaje, le preguntaba si quería verle, en su piso.
Ella se organizó y le contestó que si.
Al llegar sintió un poco de tensión, estaba yendo al terreno de él y bueno, no era precisamente ese su estilo. Él la recibió muy bien, ella, se quedó prendada del piso que tenía, parecía de catálogo. Estuvieron hablando en el salón, pero notaba los nervios de él, así que le dijo que se acercara a ella y la besara. De nuevo, tuvo que tomar ella la iniciativa, le gustaba precisamente eso de él, la timidez que le hacia parecer un niño. Después de unos besos y alguna caricia, ella, le insinuó si se ponían cómodos, entonces él le dijo, vamos a mi habitación.
Ella se sacó los pantalones y luego el suéter. Debajo llevaba una pequeña combinación muy sexy. Él estaba sentado en la cama mirándola. Ella, se puso a horcajadas sobre él y le sacó la camiseta. Le gustaba su olor a recién duchado, siempre olía así, pero aún, no le había probado. Él la cogió por la cintura, él notaba nervioso, pero al besarla se tranquilizó. Ella respondió a sus besos con pasión, tenía una manera especial para besarla que le encantaba, la tocaba con sumo cuidado, le parecía que era de porcelana su blanca piel, estaba tan nervioso por no poder alcanzar las expectativas con ella que, al sentirlo tan ansioso, le asió por le cuello, le besó cálidamente y le susurró que estuviera tranquilo, que lo principal era pasarlo bien...
Le bajó las tirantas del sujetador y besó todo el recorrido del hombro, beso, que agradó mucho a Elena, en ningún momento había pensado en Iván, no le había comparado, y era tan diferente... Le gustaba su juventud que pese a la seguramente, inexperiencia, estaba bastante seguro y lo hacía muy bien. Sumamente atento, le preguntaba continuamente lo que quería que le hiciera, sin embargo, Elena, notándole aún nervioso, le sugirió que se tumbara y respirara hondo.
"Túmbate cariño, que voy a relajarte un poco".
Se colocó a su lado, y agarró su pene con la mano. Era tremendamente bonito a sus ojos. Rosado, de buenas proporciones y circuncidado. Con la punta de la lengua tanteó el reborde del glande, a lo que él respondió con una leve contracción. Pasó la lengua muy suavemente por todo el pene haciéndolo desaparecer entero dentro de su boca, contrayendo su garganta para su disfrute. Él abrió los ojos y dejó escapar un suspiro hondo Nadie le había hecho una mamada de esa manera. No quería que parase, quería sentir su dulce boca devorándolo de esa manera, alternando con besos y caricias su hermosa verga.
Él le acariciaba el trasero, las largas piernas que le volvían loco. Entonces ella, le dijo que le pondría una cosita y continuarían el juego.
La cosita era un condón, que poca gracia le hizo a él pero como ella era su diosa, nada podía hacer al respecto.
Y se le olvidó al sentirla subirse sobre él, al sentir su mano para introducirse su polla erecta dentro de ella, al verla sobre él, tan bella, desnuda, mirándole a los ojos, suspirando, mordiéndose los labios... No podía creer que esa mujer fuera suya en ese momento, y el un arrebato pasional, la agarró por la cintura y le dio la vuelta cubriéndola con su cuerpo robusto. Se acoplaba muy bien a su cuerpo, dejaba caer su cuerpo sobre ella, acortándole la respiración, arrancándole suspiros de placer, que intercalaba incorporándose para mirarla y besarla, cogerla de la mano, volverla a besar como si fuera la última vez convirtiéndose aquel polvo en un acto muy intimo que arrancó a Elena un orgasmo fortuito y muy placentero.
Él paró para contemplarla y decirle lo guapísima que estaba recién follada, cosa que la hizo sonreír.
En ese momento apareció Iván en su memoria y una sombra de tristeza apareció en su mirada que él captó.
Arrodillándose frente a ella, le dijo que en su vida hubiera imaginado estar con una mujer tan dulce y tan bella como ella, y que era el hombre más afortunado del mundo. La besó como tanto le gustaba a ella y de nuevo, volvió a ella esa sensación tranquila a su lado y le susurró que se verían pronto.
Al llegar a casa, vio un mail de Iván, que había aparecido pidiéndole que se conectara cuando llegara, pero ella, apagó el ordenador y se dio una ducha, la meterse en la cama, llamó a su amante para decirle que era un encanto y que estaría encantada de volver a verle al día siguiente.
Ya era hora de empezar una nueva historia.