La primera vez de dos amigos

Historia real: Uno tiene 19 años y el otro 20. Uno es un caliente colombiano el otro un rubio penetrante español. Se conocen en un intercambio de estudiantes universitarios y no saben como van a pasar la ultima noche de despedida.

La Primera vez de dos Amigos

Esta historia – como todas las que escribo – es

absolutamente

real ocurrida generalmente a mí o a algún amigo conocido. Espero que la disfrutes pajeándote, como lo hago yo cuando me encuentro con una buena historia o cuando escribo una como esta y mis recuerdos se vuelven vivos otra vez.

Mi nombre es Andrés soy un colombiano de 19 años que vive en Guayaquil – Ecuador. Hace poco que me mudé aquí. La verdad es que no estoy muy seguro de como pasó lo que pasó con mi amigo Sebastián – pero tampoco me arrepiento mucho. De hecho me siento bastante feliz. Desde el colegio – típico colegio católico de hombres – no he podido de dejar de ver las piernas de mis compañeros – las piernas y los paquetes y los calzoncillos que se les veían al abrir las piernas en las clases de educación física. Y aunque me pajeaba pensando en los más guapos – hasta 3 veces al día – nunca había hecho nada con otro hombre – o mujer – y no pensaba que algo así pudiera pasar.

Conocí a Sebastián en la cafetería de mi Universidad: él junto a otros 4 chicos de España habían venido a Ecuador como parte de un programa de intercambio y solo pasarían un mes en Guayaquil. Yo andaba con mis dos mejores amigas - ambas bonitas y super extrovertidas – por lo cual no tardó mucho el grupo de españoles en fijarse en nosotros. Empezamos a hablar entre todos y nos fuimos a un bar cercano para tomarnos unas cervezas. Mientras la algarabía era alta, yo me quedé atrás rezagado hablando con Sebastián: entre mas hablábamos mas cosas teníamos en común – música sobre todo! La verdad es que me impactó bastante – aunque todavía no entendía de que manera: Sebastián era un rubio de 1,80 y ojos azules – no muy típico español es cierto, pero del tipo de hombres que me gusta. Como había hecho ejercicio durante su adolescencia, se notaba un lindo cuerpo y tenia unas manos grandes, hermosas. Yo mido 6 centímetros menos, pero tengo un cuerpo bien definido – debido a que nado bastante en la universidad y en la playa – un poco trigueño debido al sol del trópico, pero con ojos son verdes, lo que hace un buen contraste con mi piel. El tipo de hombres que las chicas miran.

Después de esa noche, nos hicimos inseparables. Las clases terminaban en dos semanas y ese tiempo nos pasamos encontrándonos en las cafeterías, en los bares cercanos, saliendo con el resto del grupo – claro, una de mis amigas ya se había cuadrado con uno de sus amigos – y en fin disfrutando al máximo – eso sí, sin descuidar los últimos exámenes finales del semestre. No me acuerdo como salió el tema, pero un día antes de terminar las clases le dije a Sebastián – que iba a pasar unos días en la casa que mis padres que viven en la playa a 4 horas de Guayaquil. Además, le comenté que cerca de ahí existen playas muy solitarias donde muchas veces yo me bañaba completamente desnudo. Noté de inmediato su interés, pues él me decía que le encantaba estar bajo el sol en pelotas y le dije que fuéramos para allá el fin de semana que terminábamos las clases. El encantado acepto.

Durante el viaje en bus - salimos de noche para llegar bien temprano a la playa – seguimos hablando y riéndonos. Como estabamos en plan molestoso le dije que si no dejaba de molestar le iba a dar un beso – y en la boca! Esa fue la broma de todo el viaje, y cada vez que le mencionaba lo del beso se quedaba sospechosamente callado. Horas después estabamos durmiendo uno al lado del otro mientras el bus llegaba a su destino. De vez en cuando abría los ojos y miraba lo cerca que estabamos el uno del otro y con la poca luz que entraba veía su paquete marcado dentro de los jeans que siempre usaba.

El primer día pasamos con mis padres, almorzando y en una playa en la ciudad donde hay mucha gente. Yo no pensaba en otra cosa que en el día siguiente cuando iba a llevar a Sebastián a aquella playa solitaria donde había ido solo tantas veces – y donde siempre me entraba cierta arrechera y terminaba pajeándome pensando que tal vez alguien me estuviera observando – pero nunca con nadie mas, solo conmigo.

Al día siguiente nos levantamos temprano y salimos en el carro de mi padre hasta unas playas a 30 minutos de la ciudad – y 15 minutos mas caminando. Al llegar exhaustos nos sentamos y empezamos a hablar. Sebastián sacó un libro y empezó a hojearlo. Al rato – yo super nervioso – dije " bueno me voy a meter al mar", me paro y me empiezo a quitar las bermudas dejando mi verga al aire y mi culo a centímetros de la cara de Sebastián. Empiezo a caminar lentamente, por esa playa interminable, pero al sentir una mirada que no me deja ni un segundo, corro y me sumerjo en el agua. Realmente no hay mejor sensación que sentir el agua debajo de tus pelotas!

Cinco minutos mas tarde, mi amigo deja su libro y nerviosamente veo a lo lejos como va bajando sus bermudas hasta quedar desnudo. Me doy la vuelta y de reojo veo como se va acercando – trato de ver su verga y empieza a correr para llegar lo antes posible al agua. Sin embargo, al llegar se lanza muy cerca de la orilla y se pega en la cabeza. Me acerco para ayudarlo – estoy tan cerca, desnudo y mi verga empieza una pequeña erección – pero no puedo hacer nada, Sebastián tiene un fuerte dolor de cabeza y me pide que lo lleve a la casa. Nos vestimos y vamos caminando hasta el carro y de ahí a la casa. Lo acuesto en la cama – en el cuarto que compartimos – y lo dejo dormir.

Una hora mas tarde – como buen amigo – vuelvo al cuarto para ver como sigue Sebastián. No hay nadie mas en casa – mis padres habían salido y la muchacha no va los fines de semana. Abro un poco la puerta y lo encuentro dormido de lado en la cama, pero el estaba DESNUDO! Me quedo en shock entre la puerta medio abierta – su boxer botado en el piso y recostado de perfil me mostraba su espalda, su culo y el resto de su suave y firme cuerpo, sus piernas, sus pies. No resisto y no me doy cuenta que me estoy frotando mi verga con el marco de la puerta. Después, meto la mano derecha dentro de mis bermudas, tratando de ocultar mi respiración entrecortada, y sigo tocándome el paquete parado frente a el – esperando que se levante de su sueño – pero el sigue ahí placido durmiendo. No resisto mas, y siento como mi semen - contenido a reventar después de pasar la noche tan cerca de el en el bus y después de verlo desnudo en la playa y sin haberme hecho una paja en tres días - empieza a subir manchando mi mano y los interiores de mis bermudas.

Cierro suavemente la puerta y veo la mancha en mi ropa. No hay problema pues puedo dejarla lavando. Otra hora mas tarde entro nuevamente al cuarto; esta vez Sebastián se levanta – pero sigue en bolas! Se sienta y me dice que ya se siente mucho mejor – se tapa decorosamente el paquete, pero puedo ver como a medida que seguimos hablando va creciendo un poco. Seguimos 5 minutos hablando como si nada, bromeando como siempre, aunque el estaba completamente desnudo. Al rato le digo que mis padres nos invitan a comer y lo dejo cambiarse solo. En la noche lo vuelvo a ver mientras duerme, esta vez con su boxer puesto, y recuerdo su desnudez. Mi verga dura, frotándome suavemente contra el colchón, tratando de no hacer ruido. Pero nada, no se levanta y sigue durmiendo. Dos días después, el se regresa a Guayaquil y yo me quedo con mis padres.

No puedo dejar de pensar en él, en que una semana mas tarde estará de regreso en España, en su culo y su paquete – el cual lo tengo en la cabeza como un fantasma, una imagen borrosa sin clara definición – en tocarlo al menos una vez, aunque no me corresponda él – o tal vez si. Me arriesgo o no me arriesgo? Cuatro días mas tarde le invento una excusa a mi papá – un ultimo examen que tengo que dar – y regreso a mi suite/mini apartamento de estudiante en Guayaquil. Llamo a Sebastián – está feliz de que haya vuelto! – y le digo que aprovechando que estoy en la ciudad lo voy a invitar a un concierto como despedida – 3 días mas tarde se va de Ecuador. Por supuesto acepta.

Esa noche, nos vamos al concierto, nos tomamos unas cuantas cervezas, las bromas van y vienen, y finalmente estamos en mi suite solos los dos. Ya es tarde y le digo que mejor se quede a dormir ahí pues puede ser peligroso salir a esas horas, que se quede en mi cama y que yo duermo en el piso en mi saco de dormir – solo tengo una cama. El acepta, pero que el duerme en el piso y yo en la cama – yo soy un buen anfitrión y le digo que de ninguna manera. El decide entonces que compartamos la cama – gracias a Dios solo tengo una cama – yo acepto.

Guayaquil es una ciudad bastante caliente – y yo detesto el aire acondicionado – así que nos quedamos yo en boxers y él en calzoncillos, apago la luz y nos metemos entre las sabanas. Seguimos bromeando en la cama, y entre estas y otras le digo que si sigue molestando "le voy a dar un beso, y en la boca!" Esta vez el no se queda callado y me desafía " a que no te atreves" No se que responder: "te digo en serio" El otra vez: "a que no te atreves" Así que sin pensarlo, me acerco y coloco mis labios encima de los de el. Pienso que iba a ser un beso de 1 segundo – un pico – y ya iba a retirar mis labios cuando siento como abre su boca y su lengua empieza a buscar la mía.

Empezamos a besarnos como locos como si fuera la primera vez que lo hacemos y su mano empieza a buscar mi erecta verga. Yo empiezo a tocar la suya y a mover mi mano mientras seguimos besándonos. Me encanta. De pronto veo como me quiere sacar mi boxer y yo su calzoncillo – impregnado ahora con unas gotitas de líquido pre-seminal. Empieza a abrir mi collar – y finalmente lo rompe pues este no se abría – lo ultimo que importa en ese momento. Finalmente desnudos como aquella vez en la playa frente a frente. Decido prender la luz y me quedo viendo su erecta verga – realmente nunca había visto una verga erecta – y esta era realmente excepcional: se erguía en un ángulo casi recto – era como si tocara el ombligo de Sebastián por si sola. Me encanto de verla, de tocarla y finalmente – arrodillado el – de besarla poco a poco – de lamerla, de chuparla.

El se acuesta a lado mío y empezamos un 69 bestial - la primera vez que chupo una verga y la primera que siento como me la chupan a mí. Correrse y terminar no era difícil, pero esperaba mas, mucho más; y me acerco nuevamente para besarle y sentir como nunca antes había hecho una barba en la cara tan masculina como la de Sebastián. Duramos al menos otros 15 minutos tocándonos – nunca nada tan excitante en mi vida, nunca nada tan fuerte: realmente algo muy suave y amoroso, mi amigo, ahora mi amante.

En un momento el se pone de rodillas y empieza a frotarse más rápido, más rápido, un quejido y veo como sale de esa hermosa verga ese liquido maravilloso: incluso arrodillado en posición vertical las gotas le salpican su estómago. Yo me quedo como absorto y veo como su mano empapada de semen se aproxima a mi verga y empieza a moverla mas fuerte, mas fuerte – vamos – mezclando mi líquido pre-seminal con su semen. Sigue Sebastián, sigue!

Finalmente termino. Se acerca a mi cara, esta vez cada uno de lado sin importar que todo el liquido que se riega, me mira y sin pensarlo, nos hechamos a reír de lo que había sucedido – tanto para el como para mi había sido la primera vez con otro chico! Un final beso hasta quedarnos poco a poco dormidos.

El final de esta historia no va a ser la siguiente y ultima noche de Sebastián en Ecuador – en la que otra vez lo invito a mi suite y pasamos otra noche de pasión pero esta vez mas calmada, más romántica con las luces de las velas y la música; tampoco la despedida en su cuarto – besándonos a escondidas para que no nos sorprenda la familia de la casa donde se estaba quedando ese mes; ni el dolor que sentía en el alma al recordarlo yo en Ecuador y el en España; ni tampoco los miles de e-mails que nos seguimos enviando hasta que poco a poco la distancia se hacia mas notoria – hasta un día en el que simplemente ya no volvimos a escribirnos – por cierto, aunque después de esto he ido a Europa, nunca mas lo volví a ver.

El final que quiero recordar, es el de la primera noche que estuvimos juntos; cuando el dormía y yo recordaba el perfil de su culo, sus piernas y su espalda mientras dormía en la casa de mis padres. Solo que ahora, estaba junto a mi y yo no solo lo podía ver sino tocar, oler y sentir hasta el fondo de mi. Ese es el recuerdo que prefiero guardar.