La primera vez con mi dulce amiga

Salir una noche con los amigos y hacerse un sueño realidad, que aparte puede empezar a cambiarte la vida sobre todo sexualmente. Mi primer relato despues de disfrutar tanto tiempo con los de los demás, espero que les guste y si es así seguiré escribiendo por que puede haber segunda parte.

Nunca supe porque pero me fije en ti, estabas al final de la barra un poco alejada de todos pero no perdías detalle de nada.

Nos habíamos visto varias veces en reuniones de amigos, aunque no habíamos hablado mucho yo era más bien tímido al igual que tu. Pero ese día te vi de forma diferente, siempre me habías parecido guapa pero en ese momento al mirarte mi corazón se acelero.

Tu cara redondita y con esa leve sonrisa de niña buena y tímida que te hace tener una sensualidad que otras nunca conseguirán. Con tu cuerpo delgado pero bien contorneado, que aunque no te gusta mostrar se intuye que escondes unas curvas que cualquier hombre desea.

Me acerque y te sonreí, no sabía cómo empezar a decirte algo pero con tu sonrisa me facilitaste todo. Luego me comentaste que si yo no estaba tan borracho como los demás, y la verdad es que no si que había bebido algo para estar contentillo pero no como la mayoría que tenían un buen pedo.

Te sonreí  y te dije un par de tonterías al oído que te hicieron gracia, tu sonrisa y mirada hicieron que mi corazón se acelerara más aún. Rocé tu mano y tú no rechazaste la mía, entonces me miraste y me diste un pequeño beso en la mejilla.

Me arme de valor, te di un beso en la boca a la vez que te dije “vámonos”.

Salimos del local y al dirigirnos hacia mi coche, nos paramos en la esquina y nos dimos un apasionado beso a la vez que te abracé y pude intuir por primera vez tu cuerpo por encima de la ropa.

Fuimos al coche y aparte de besarnos varias veces, empezamos hablar más tranquilos diciéndonos que siempre nos habíamos parecido interesantes pero que nuestra timidez había hecho que no habláramos mucho. El caso es que nos fuimos a tomar algo alejados de nuestros amigos a otro pub de la ciudad.

Nos divertimos y somos libres de miradas, aprovechando para bailar y besarnos apasionadamente durante un buen rato. Con los amigos nos habíamos cortado seguro aparate de que seríamos objeto de bromas (que seguro que alguno se habrá dado cuenta de que nos hemos ido juntos y mañana nos espera un día complicado) pero hoy es hoy y mañana será otro día.

Salimos del sitio y me ofrezco para llevarte a casa, vives un poco a las afueras en una urbanización de chalets rodeada de césped y árboles. Al llegar me indicas un sitio escondido para que aparquemos y empezamos a besarnos en el coche, acaricio tu cuerpo por encima de la ropa haciendo que mi miembro tome una erección importante algo que no pasa desapercibido para ti. Sonríes al verlo y suavemente pasas la mano por encima de mi pantalón como queriendo sentirlo pero no tocarlo.

Me dices que salgamos y nos vayamos a un rincón, que allí no hay nadie a esas hora y solo está la luz de la luna. Me acuerdo que llevo una manta en el coche y la cojo.

Llegamos al sitio indicado pongo la manta y con cara de niña buena, me coges de la mano y apoyándote en un árbol me besas apasionadamente. No sé si ir más allá o ser prudente en esta primera vez, pero tú me das pie a que te acaricie tus pechos por encima de la ropa. Luego me miras, sonríes y me sensualmente me dices al odio “aunque sea virgen no quiere decir que no podamos disfrutar de muchas cosas esta noche”.

Yo al oírlo, me siento en una nube de placer. Virgen pero caliente, el sueño de cualquier hombre. Y en ese momento empiezo a besarte suavemente el cuello.

Cierras los ojos y notas como voy desbrochando tu camisa, se desliza sobre tu suave piel y estremeciéndose por la leve brisa de la noche.

Tus pechos quieren salir del sujetador que los oprime y yo los ayudo, quedando dos hermosos pezones los cuales no puedo aguantarme el besarlos y lamerlos como cualquier niño recién nacido.

Mientras acaricio el resto de tu cuerpo, tu respiración se va haciendo cada vez más y más rápida.

Te recuesto en la manta y mis manos se van deslizando entre tus piernas que se abren con el roce de mis dedos, acariciando la parte interna del final de tus piernas mientras que con mis pulgares empiezo a rozar tus braguitas que se notan húmedas a la altura de vagina.

Mientras tus manos tienen cogida mi cabeza y la hacen presión para que se deslice poco a poco hacia bajo, no sin dejar de lamer y besar tus pechos, tu abdomen y sensual barriguita. Cuando llego a la altura de tu falda, te miro y me sonríes mordiéndote el labio inferior dejando claro que deseas que te quite esa prenda ¡Ya!

Te quito tu faldita y veo esas braguitas mojadas, donde las yemas de mis dedos se han hundido suavemente en tu chochete y acariciando tu clítoris. Las deslizo suavemente, mientras voy besando el triangulo blanquito de piel que va apareciendo mientras las bajo.

Me separo un poco para admirar lo bonito de tu tesoro escondido, pero tú que tan excitada estas diriges mi cabeza a tu linda cueva que desprende un olor a dulce sexo y frescor a la vez.

Mi lengua va directa a tu botoncito y tú te estremeces de placer nada mas notarlo, paso mi lengua a toda velocidad por tu coñito rosadito y depilado en su mayoría. Meto un poco la lengua y no paras de hacer pequeños gemidos, incrementando tu respiración. Con mi lengua juguetona estando los dos fuera de sí, la paso por encima por tu virgen ano mientras que con mis dedos froto tu clítoris.

Ya no puedes mas, empujas mi cabeza entre tus piernas mientras sueltas un gran suspiro a la vez que agitas las piernas y luego todo tu cuerpo como sin control. Te has corrido y disfrutado como nunca.

Me separo y te miro, estas con los ojos cerrados abriéndolos poco a poco. Con una mirada tímida y apartándola de la mía, sonríes  levemente.  Voy subiendo por tu cuerpo, mientras lo acaricio con mis labios, llego a tu boca y me fundo en un profundo beso que hace que saborees todos tus jugos.

Mientras nos besamos, pasas la mano por encima de mi miembro que sigue enjaulado en mi pantalón. Me desabrocho el pantalón y te dirijo tu fría y temblorosa mano a mi polla, que se encuentra en su estado mas altivo que nunca podía imaginar.

La tocas suavemente, haciendo que mi carne se ponga de gallina mientras la sigues acariciando. Voy a estallar de la excitación que llevo, te miro sonriéndome y mordiéndote los labios para luego preguntarme con tu cálida voz “¿Y ahora que tengo que hacer yo?”.

Yo le sonrío y le respondo que hago solo lo que desee, apretándole la mano para ayudarle a meneármela.

Ella me vuelve a sonreír, mientras se incorpora y se sube sus braguitas. Me tumbo mirando las estrellas mientras se pone a mis pies de rodillas, uff no puedo más.

Me acaba de desabrochas el pantalón y me lo baja hasta que mi miembro queda todo el libertad, lo mira y con su suave mano lo empieza a agitar. Primero con una mano y luego con la otra, está claro que no ha tocado muchas pollas.

Esta siendo una buena paja, pero yo soñaba con algo más. Mirándote a la cara y viendo como disfrutas, me dices de forma my sensual que es la segunda vez que tocas una poya pero que de ahí no has pasado. Aunque tras una breve pausa, si tú me lo pides quizás haga algo más.

Te miro y poniendo un poco de cara de pena, te pregunto si puedes dar algunos besos a mi poya y chuparla aunque sea un poquito.

Sonríes y poco a poco vas bajando, a la vez que tus pechos que están el descubierto hacen que se note por su nueva posición la excitación que tienes por los puntiagudos de los pezones.

Besas poco a poco mi poya y sacando tu cálida lengua, empiezas a lamer toda mi polla incluyo empezando por mis huevecillos. Estoy empezando a estremecerme, cuando te la hundes en tu boquita y empiezas a darme una tímida mamada que me lleva al séptimo cielo. Pongo mis manos en tu cabeza sin presionarla y aparto los pelos de tu cara para podes verte mientras estas haciéndome esta increíble mamada. Después de un par de minutos, ya no aguanto más y con un pequeño suspiro mientras voy tensando mis piernas te digo que viene ya.

Te separas un poco, hubiese sido ya demasiado que lo engulleras todo, y con la mano agitas mi poya mientras van saliendo unos tres o cuatro disparos de mi poya que caen sobre tus pechos. Qué imagen más erótica, cuando te miro y te veo con la luz de la luna con tu camisa abierta, tus pechos al aire y mi semen resbalando sobre ellos. Nos miramos y nos reímos, cuando sorprendido y sin esperármelo te inclinas lentamente metiéndote mi ya no tan erecta poya en la boca. No has podido resistir probarlo.

Nos tumbamos no sin antes sacar un clínex y limpiarte mis restos de semen, y mirando al cielo nos quedamos unos minutos en silencia mientras nos acariciamos con nuestras manos. Cuando salen de tus labios unas suaves palabras “para ser la primera noche que nos decidimos a hablar, creo que no la vamos a olvidar”.

Nos reímos un poco y nos volvimos a besar, mi corazón latía con fuerza y mi miembro se empezaba a despertar. Ella lo noto, pero me dijo creo que ya está bien por hoy, no?

La acompañe a casa andando casi llegando a ella nos despedimos con un tierno beso. Diciéndome ella que lo que había pasado le había gustado mucho y que se lo había pasado muy bien conmigo, pero que no estaba obligado a nada aunque si le llamaba podía ser que le gustara conocerme un poco más despacio que hoy.

Me fui a mi coche, era ya bastante tarde. Llegue a casa y no pude aguantarme hacerme una paja, estaba como ido por lo que había pasado. Estaba muy cansado y me pudio el sueño.