La primera venta
Este es el primer capítulo de la vida de Rubí, todo lo que tuvo que pasar en su vida de adolescente.
La primera vez, es un suceso significativo para la vida de cada persona, sobre todo para las mujeres. En palabras de chicas de mi edad lo describen como el mejor suceso que ha paso en sus vidas, porque lo hicieron con el chico que amaban, y fue demasiado maravilloso.
Mi primera vez fue de todo menos especial. No hubo chispas de colores ni mucho menos se podría describir como perfecta. Todo lo contrario, fue lo peor que me pasó, o eso pensaba en ese momento. En ese entonces vivía en un pequeño pueblo, lugar de mucha pobreza. Mi casa (si se le puede llamar así) consistía en: una pequeña cocina, en dónde sólo había una mesa con tres sillas, una estufa y un refrigerador ambos de segunda mano, los cuales ya estaban muy dañados; el baño se encontraba afuera de la vivienda y lo compartíamos con las otras 5 viviendas que se encontraban alrededor de la mía, en el únicamente teníamos una taza de baño sin tapa y una regadera sin agua caliente. Los cuartos eran solo dos, en uno dormía mi madre con mi padrastro y en el otro mi hermanastro y yo.
Mi madre tenía pocas semanas que se había juntado con mi padrastro, y las cosas cambiaron. Él era un hombre alto y medianamente gordo, de rostro no agraciado y de cabello negro al igual que su barba, tenía 45 años, según me había dicho mi madre. Su hijo de nombre Gonzalo, era muy parecido a él, excepto que era delgado y sin barba y a sus 18 años era muy popular entre las chicas del barrio. Mi madre por otro lado, era baja de estatura, con una figura descuidada, pero se podrían apreciar sus tetas grandes y sus voluptuosas caderas, lo contrario a mí, que no era ni voluptuosa ni tenía grandes tetas, estaba aún en desarrollo, apenas alcanzaba una estatura de 1.52, y en conjunto con mi cara me hacían aparentar que tenía 14 años, dos años menor a mi edad real.
Mi padrastro solía llegar todas noches ebrio y en ocasiones hasta arriba de hierba. Mi hermanastro y yo éramos quienes teníamos que trabajar para sustentar no los gastos de la casa sino también los vicios de mi padrastro. Yo trabajaba en una tienda de ropa, mientras que Gonzalo se la pasaba con sus amigos, pero la mayor parte del tiempo llegaba con dinero a la casa. A mí padrastro no lw importaba a qué se dedicará su hijo siempre que cumpliera con llevar dinero. Por su lado, mi madre se quedaba haciendo las tareas del hogar mientras mi padrastro se iba todo el día a la calle.
Las ventas en la tienda de ropa era cada vez más bajas, y lo inevitable sucedió me despidieron a las pocas semanas, por lo que los roles tuvieron que cambiar. Mi madre consigo un trabajo en la capital, limpiando una casa. A mí padrastro no le pareció, pues mi madre tenía que vivir ahí, únicamente podrá salir los fines de semana, que eran sus días de descanso. Yo por más que buscaba no conseguía trabajo, pues era menor de edad y era muy difícil que alguien me diera la oportunidad, por lo que mi padrastro tuvo que aceptar que mi madre se fuera. Al día siguiente que esto sucedió, tuve que levantarme temprano a preparar el desayuno y hacer los quehaceres.
Mientras mi hermanastro y mi padrastro desayunaban y yo lavaba los trastes, no puede evitar notar que este último me estaba repasando con la vista de pies a cabeza.
Oye Rubí-. Me llamó. Me volví para que viera que le prestaba atención.
Dígame padrastro.
Te conseguí un trabajo. Solo necesito que estés lista hoy a las 8, vendré por ti y arréglate. No me hagas pasar vergüenza.
¿Un trabajo? ¿De qué?-. Pregunté
Eso no importa, sólo ponte bonita y da una buena impresión-. Dicho esto salió de la casa en compañía de su hijo.
A lo largo del día me apure a hacer los deberes, cerca de las 6 de la tarde me bañe y al momento de vestirme me coloque un vestido que me llegaba debajo de la rodilla. Me maquille lo más que pude para aparentar un poco más de edad y me dieran el trabajo.
Escuché que la puerta se abría.
- Rubí-. Grito mi padrastro.- Ven aquí.
Y eso hice, mi padrastro estaba acompañando de un hombre que todos conocemos con el hacendado del pueblo, el cual ya había visto en alguna ocasión. El hombre era chaparro y más gordo que mi padrastro, en su cabello y barba se podían apreciar unas canas muy notorias, debía rondar los 50 años de edad.
-Hola Don Gabino-. Saludé.
-Hola Rubí-. Me lanzó una mirada que me recorrió toda en segundos.-Lindo vestido-. Me alagó. Después volteo a ver a mi padrastro.- Pues no está muy buena pero es carne fresca. ¿Cuánto quieres por ella?
Yo no entendía nada.
Como es virgen si está cara-. Le respondió mi padrastro.
Pon el precio.
Que sean 6 mil.
¿Por una hora? No lo vale. Te doy 4 mil si me la dejas más tiempo.
Hecho.
Yo estaba absorta, no entendía de lo que hablaban, pero tampoco me había podido mover, pues mi padrastro me había sujetado de la cintura impidiendo que saliera de ahí. El hombre pago y mi padrastro me soltó.
- Pueden usar esa habitación-. Mi padrastro señaló mi habitación.- Rubí pórtate bien-. Me dijo mientras el contaba los billetes y el hombre me llevaba a arrastras a mi habitación.