La primera paja en grupo de los 5
Cinco adolescentes se masturban juntos por primera vez en la casa de uno de ellos.
No era la primera vez que subían por esas escaleras de la casa de Luis, ni la primera tarde de verano que pasaban allí. Pero lo que ocurriría en su habitación sí sería una novedad.
Mientras los cuatro subían rápidamente por las escaleras, Luis iba encendiendo la consola. Tenía el último modelo, la envidia de sus amigos, que tenían que conformarse con jugar en casa de su amigo Luis. Se acomodaron sobre la cama, y sortearon los turnos por los que jugarían. Los primeros serían David y Luis, los mayores del grupo. Si Luis era el pijo del grupo, David era el que mandaba. A sus catorce años, presumía continuamente de sus ligues y de lo que hacia con ellas. Eran pocos los que le creían, pero eso él no lo sabía, ni le preocupaba demasiado. Su pelo de punta, y su aro metálico en la oreja izquierda le hacían el más ligón del grupo. En cambio Luis era un chico más normalito. Sus ojos verdes le daban un aire infantil que volvía loca a alguna compañera, pero él se preocupaba más de los libros que de las faldas.
En cuanto acabaron la partida, cogieron los mandos Jaime y Marcos. Jaime estaba algo rellenito y siempre estaba discutiendo con David o Luis, que eran los que más se metían con su tripa, y su voz de pito irritaba a más de uno. Marcos era amigo íntimo de Jaime, pero nuevo en el grupo. Llevaba algo más de un mes yéndose con ellos, pero hablaba poco con ellos. Físicamente era antagónico a Jaime, alto, y muy delgado.
Mientras ellos jugaban, David y Luis hablan de chicas con Carlos. Pronto David empezó a contar sus experiencias con Elena, que incluían apasionados besos y algún ligero roce por encima de la ropa, pero David lo exageraba hasta el punto de decirles que estuvieron a punto de acostarse juntos. Luis no se lo creía mucho, pero el ingenuo de Carlos no paraba de hacerle preguntas. Carlos tenía doce años, pero podría aparentar alguno menos. Su cuerpo menudito y su cara llena de pecas le hacían ser aun más aniñado.
El relato de David iba subiendo de tono y poco a poco se fueron calentando más, hasta que el propio David propuso masturbarse juntos. Cuando Marcos y Luis quisieron parar el videojuego y dar su opinión, David ya se había desabrochado el cinturón de sus Levis y luchaba contra sus botones. Marcos se dio la vuelta y continuo la partida, mientras el resto esperaron a que alguien diese el paso y acompañara a David. Finalmente, Jaime metió su mano derecha dentro de su chándal, mientras David empezaba a acariciar lentamente su rabo. El pequeño Carlos miraba absorto cada uno de sus movimientos, posiblemente era la primera vez que veía un pene desarrollado. El de David no era demasiado grande para su edad, estaría cerca de los 14 cm. Al ver que solo Jaime le acompañaba en su paja, David miró a Luis y le invitó a imitarles. Luis le dijo que parara mientras iba a buscar unas servilletas. Ingenuamente, Carlos preguntó para que las necesitaban. Como respuesta obtuvo silencio y alguna risa perdida.
Pasaron dos minutos hasta que Luis apareció de nuevo en la habitación con unas servilletas, y una cinta de video. Era una película porno. Eran pocos los que habían visto alguna, tan solo David, y el propio Luis. Para fastidio de Marcos, Luis apagó la consola sin avisar y colocó la cinta prohibida en el video. Todos esperaban expectantes a que Luis se apartara del televisor. Cuando lo hizo, pudieron ver como una chica rubia estaba chupandole un rabo descomunal a un negro. Rápidamente, David volvió a sujetarse su grueso pene, que aun mantenía fuera de su pantalón, y empezó a deslizar su mano lentamente por el tronco. Lo hacia sin prisas, mientras miraba a los demás esperando que alguien le acompañara. De nuevo fue Jaime quien se llevó la mano a su pantalón, y empezó a mover su mano dentro de él. Tras un rato moviéndola dentro, decidió sacársela, y mostró a los demás un pene sin desarrollar de unos 10 centímetros, y con unos pocos vellos rodeándola. David no pudo evitar una sonrisa de satisfacción cuando se fijo en él.
Jaime sacó a Marcos de su embelesamiento, preguntándole por que no se unía. Marcos le miró con cara de extrañado, pero en el fondo deseaba aliviar su erección. Le daba vergüenza, a fin de cuentas casi no había hablado con ellos, pero el calentón que la película le había provocado hizo que empezara a aflojarse los nudos que mantenían sus bermudas rodeando su escuálida cintura. Tal vez esa paja le serviría para integrarle en el grupo. Tras deshacer los nudos, bajo el pantalón corto hasta sus rodillas, mostrando un pene que igualaba el tamaño del de David en longitud, superándolo en grosor. Esta vez la cara de David mostraba una expresión menos amigable con Marcos. Para evitar enfadarse aun más, David miró a la película y comenzó a bombear con más fuerza, provocándose los primeros gemidos. Carlos le miró y soltó una discreta carcajada.
Luis esperaba el momento de unirse, pero no se atrevía. Nunca se mostraba desnudo en publico, ni siquiera en las duchas del colegio. Siempre se duchaba en bañador, provocando las risas de algunos compañeros. Pero esta vez al fin y al cabo estaba en su casa, y sus amigos también se estaban pajeando. Tras unos minutos de dudas, Luis se decidió e deslizó su mano dentro de su pantalón corto. Empezó a acariciarse por encima de su bóxer, para pasar poco después a agitar repetidamente su caliente palo dentro de él. Lo hacía con rapidez, quería terminar deprisa.
Mientras tanto, Carlos observaba con curiosidad cada uno de los movimientos de sus amigos. Había oído hablar de las pajas, pero nunca lo había intentado, principalmente porque no sabia como se hacían. Pero sus amigos, sin saberlo, le estaban dando una clase práctica de masturbación. Los rostros de placer de sus amigos le hicieron animarse y empezó a desabrocharse el pantalón. Pero pronto se dio cuenta de que su pene estaba mucho menos desarrollado que el de sus amigos. Aun no tenía un solo pelo, y su pene parecía haber crecido poco a lo largo de su vida. Pese a su escaso desarrollo, decidió no ser el único que no se masturbaba en aquella habitación.
El calor aumentaba entre las cuatro paredes, y David se quitó su camisa lo más deprisa que pudo, dejándola en el suelo. Las gotas de sudor resbalaban por su pecho, deteniéndose en la hilera de pelillos que acababa en su ombligo. También Jaime decidió aligerar su vestuario. Dejó su camiseta sobre una silla, y se quitó por completo el pantalón del chándal, quedándose con tan solo los slips de animalitos arrugados en sus tobillos. El calor que manaba de aquellos cuerpos adolescentes provocó que también el tímido Marcos se deshiciera de su camiseta, dejando al descubierto su delgado y pálido torso.
Ahora los cinco estaban masturbándose, mientras miraban aquella película y observan a los demás. De fondo se oía la película, algún ruido de chapoteo, y los gemidos cada vez más enérgicos de David, que aceleraba el ritmo poco a poco. Su mano subía y bajaba violentamente, haciendo que el rostro de David se desencajara por momentos. Carlos le miraba, e imitaba con curiosidad los movimientos de su mano derecha. Sentía un placentero hormigueo recorriendo su pequeño pene que le incitaba a seguir el sube-baja.
De pronto, David empezó a gemir aun más fuerte, lo que provocó la mirada de todos. Comenzó a bombear con más fuerza, y su rabo arrancó a escupir pequeñas ráfagas de caliente semen. Jaime miraba con asombro, ya que él simplemente soltaba unas gotitas de liquido transparente. Pero la corrida de David era mucho más abundante, blanca y espesa que la suya y bañaba su pubis y parte de su abdomen. Sonrió con satisfacción al ver que todos le miraban, y se levantó de la cama para limpiarse con una servilleta. Mientras que se limpiaba, Luis aprovechó para quitarse la camiseta y el pantalón corto, quedándose solo con el bóxer puesto. Debajo de ellos se marcaba un bulto considerable, posiblemente mayor que el de cualquiera de sus amigos. David echó un vistazo al paquete de su amigo, y esperó a ver su rabo para poder comparar. Luis, al sentirse observado, introdujo de nuevo su mano dentro del calzoncillo, y prosiguió incómodamente su paja. También Carlos observaba el bulto de Luis, mientras seguía con dos dedos su recién aprendido juego. El tamaño de su pene solo permitía sujetarlo con un par de dedos, pero eso a Carlos ahora no le importaba. Poco a poco sentía mas calor, así que decidió quitarse sus calurosos pantalones y su camiseta de tirantes.
El que parecía que iba a correrse ahora era Luis. Se mordía el labio inferior y echaba el cuello hacia atrás, al tiempo que gemía apagadamente. Al sentir cerca el orgasmo, Luis se sacó instintivamente su calzón, quedándose totalmente desnudo. David comprobó que el pene de Luis era superior en tamaño al suyo. En realidad era el más grande de todos los amigos. Pronto empezó a soltar semen, llegando a saltar hasta el pecho de Luis. Hacía más de una semana que no se masturbaba, y el semen acumulado en sus hinchados testículos brotó con gran fuerza. Le pidió a David que le acercara una servilleta, y este aprovechó para echarle una mirada al rabo de su amigo mientras se la entregaba.
De pronto Carlos sintió como su frágil cuerpo estremecía de placer y como unas gotitas transparentes salieron de su breve pene. Había experimentado su primer orgasmo, aunque incompleto sin eyaculación. Recogió orgulloso su leve corrida con una servilleta, mientras que David y Luis le miraban.
En cambio, Jaime y Marcos parecían embelesados con la película. Eran los que faltaban por terminar, y Jaime no parecía que fuera tardar mucho. Tras un par de minutos, Jaime empezaba a eyacular pequeños chorros de semen transparente, mientras gemía sonoramente. Los chorrillos cayeron entre los michelines que se le formaban al sentarse, por lo que tuvo que pedirle Luis una servilleta para no mancharse aun más.
Ya solo quedaba Marcos, pero este se acariciaba sin ninguna prisa. Subía y bajaba su mano derecha con tranquilidad, mientras se sujetaba los testículos fuertemente con la izquierda. Los cuatro amigos observaban sus lentos movimientos de muñeca, hasta que Marcos se dio cuenta y aceleró brutalmente su ritmo. Movía su mano con rabia, como si le fuera la vida en ello. Su rabo tardó poco en contestar y empezó a correrse con fuerza, manchando incluso el suelo. Necesitó la ayuda de dos servilletas para limpiarse el vientre y otra para el suelo.
De repente, la puerta de la casa se abrió. Eran los padres de Luis. Rápidamente este recogió la cinta de video y la escondió bajo el colchón, al tiempo que David encendía la videoconsola y le arrojaba uno de sus mandos a Marcos. Se vistieron lo mas deprisa que pudieron y cuando los padres de Luis entraron a su habitación, encontraron a David y Marcos jugando con la consola, y al resto charlando tranquilamente sobre la cama. Había sido su primera experiencia masturbatoria juntos, pero posiblemente no sería la última.