La primera noche
Lymarym participa en el Ejercicio y hace el siguente resumen de su micro: Nuestra cita era una cita para el sexo,luego nos despediríamos cerrando la puerta a la ilusión de otro encuentro.
Hacía años esperaba por esta cita, aquella vez de la playa falto tiempo aquella vez de la fiesta sobraron ojos esta noche lo que me falta es valentía; la cita fue organizada por nuestro amigo, él siempre tan colaborador , cuantos meses, habían transcurrido desde nuestro último encuentro donde habíamos acordado consumar nuestros libidinosos deseos.
Ciertamente que ésta inesperada cita, empezó un poco fría, yo me sentía como un cordero camino al matadero y supongo tu también estabas incomodo.
Yo te esperaba en mi oficina, para relajar el ambiente, tomamos varios tequilitas, salimos a cenar y luego a la casa de nuestros amigos, quienes no se cansaban de prender fuego, para que admitiéramos que éramos amantes furtivos.
Cuan equivocados estaban, yo sí te deseaba con pasión, sin embargo las oportunidades de poseer tu sexo habían sido esquivas y ahora con toda esta comitiva ansiosa de chisme y morbo yo me sentía más que intimidada.
Al pasar la noche ya era hora de regresar a casa, por supuesto, lo más prudente era que me acompañaras Llegó el taxi y tomamos rumbo hacia mi apartamento, hablábamos de lo pesados que estaban nuestros amigos y de aquella cita fallida la última vez por razones de tiempo.
Cerca de mi casa, decidimos cambiar de rumbo y de una vez por todas consumar nuestro encuentro postergado por varios años; para aligerar las cosas le pedimos al taxista que nos llevara a un hotel cercano tenía ganas de probar tu sexo, de probar tus besos y de sentir tu piel como abrigo de la mía.
Todo fue transcurriendo muy rápido, nuestra cita era una cita para el sexo, y eso haríamos.
Por primera vez te bese en el taxi, me gustó, auque estaba muy asustada por lo extraño del momento y sobre todo por admitir que sería tu amante casual por una noche.
Sabía que luego de nuestra aventura, tal vez, no volveríamos a tocar el tema y cada vez que nos encontráramos, seríamos dos extraños que tenían amigos en común.
No conocía tu cuerpo, ni tus manos, ni tus caricias, todos serían míos por una sola noche corta y loca para la primera vez era demasiado por conocer.
Vaya que me sorprendiste que buenos besos, que buenas embestidas, que buenas caricias, y como caballero hubo repetición.
Al final, nos despedimos como extraños en la noche, para continuar el camino sin promesas de un reencuentro