La primera con mi mejor amiga

Volviamos de bailar.

LA PRIMERA CON MI MEJOR AMIGA Y VIRGEN Todo pasó un día durante el Carnaval, después de toda una noche de juerga y baile Anetta durmió en mi casa

Yo soy Anna y todo lo que cuento a continuación pasó hace un año, cuando aún tenía 17 años, y fue la primera experiencia lésbica de mi mejor amiga, Anetta. A la mañana siguiente cuando despertamos nos pusimos a hablar en mi cuarto, y como siempre salió el tema del sexo. Yo ya me había acostado con unos cuantos chicos y estaba acostumbrada a masturbarme todos los días (para mí el sexo es igual de necesario que comer y beber), pero ella jamás había tenido ningún tiempo de relación con un chico y además rara vez se masturbaba. Me preguntó cómo me masturbaba... - Pero dime Anna, ¿cómo lo haces? Yo... yo no sé y además me da miedo hacerme daño -dijo ella nerviosa. - ¡Por Dios Anetta! Estoy harta de decirte que es lo más placentero del mundo, sólo tienes que acariciarte suavemente de arriba a abajo -dije mientras yo lo hacía, estaba muy caliente viéndola tan inocente con su camisón rosa por encima de la rodilla que dejaba ver sus braguitas también rosas. - Anna... ¿qué haces? -dijo sorprendida. - ¡Venga Anetta! Las cosas se aprenden con la práctica -dije yo mientras me tumbaba encima de ella en la cama y cogía su mano dirigíendola hacia su virginal conchita. - ¡¡Anna!! Pero........ -dijo ella con una mezcla de sorpresa y excitación, pero yo la callé con un húmedo beso, metí mi lengua en su boca y la saboreé. Anetta calló y se entregó por completo, comenzó devolvíendome el beso y jugueteando con mi lengua en su boca. Mientras la besaba seguí acariciando su conchita, pero ahora debajo de sus bragas, estaba húmedo y cálido, sin rastro de vello, muy apetecible para mí. Jugueteaba con su clítoris pellizcándolo mientras mamaba sus pechos como un niño pequeño, saboreándolos, endureciendo sus pezones con una combinación de mordiscos y pequeños lametazos. Recorrí todo su estómago con mi lengua hasta llegar a su húmeda concha ya muy caliente después de estar pajeándola con la mano, Anetta respiraba entrecortadamente, estaba disfrutando, y pensar que ella tenía miedo de hacerse daño y ahora estaba disfrutando como la ninfómana de su amiga. Posé mis labios sobre los labios de su concha, los recorrí de arriba a abajo besándolos poco a poco, pasé mi lengua sobre ellos y fuí abriendo su raja con la lengua, lentamente, para hacerla gozar más. Separé los labios con mis dedos y encajé mi boca en su raja, la lamí de arriba a abajo, la succioné y chupé su clítoris hasta hacer que se viniera en mi boca. Cuando se corrió arqueó la espalda como un gato mientras me pedía más, quería más sexo, quería disfrutar más, y yo no me pude negar. Después de tragarme todos sus jugos me levanté de la cama y me dirigí hacia mi armario. - Anetta ¿sabes que estás muy rica? Tus jugos saben a gloria - le dije. - ¿Qué vas a hacer ahora? -preguntó ella exhausta pero con más ganas de fiesta. - Ya lo verás, vas a disfrutar mucho... -dije maliciosamente. Abrí el armario y de la parte de arriba saqué un cinturón con un enorme consolador con vibración en la parte de fuera y otro más pequeño por la parte de dentro, me lo puse lanzando un gemido al penetrarme y Anetta me miró asustada... - No... ¿no irás a meterme eso? -dijo asustada. - Tranquila, no te dolerá, sé que eres virgen pero... ¿acaso preferirías perder la virginidad con algún bruto de esos que te gustan? -dije enfadada. - No.. no..no pero..... -tartamudeó. - ¡Pues entonces cállate! -dije y tiré de sus piernas hasta ponerlas al borde de la cama. Volví a chupar y a lamer toda su concha y su clítoris para volver a calentarla. Comencé a meterle los dedos poco a poco, primero uno, después dos, después tres, hasta que conseguí meter todos los dedos en forma de cuña dentro de ella. Cuando ya estuvo a punto puse en marcha la verga vibradora y acerqué la punta a su concha, ella me suplicó que por favor no la hiciera daño, pero yo no la oí. Comencé a meter la punta lentamente, pero ella ya no podía más y pidió que acabara de una vez por todas con su virginidad, le advertí que podría dolerle, pero no me hizo caso y volvió a pedírmelo. Embestí con toda mi fuerza contra su concha y ella soltó un gran grito de dolor, en seguida la sangre comenzó a brotar de su concha, pero aún así, con lágrimas en los ojos me pidió que siguiera, que le diera cada vez más duro. Seguí embistiéndola cada vez más fuerte hasta que nos venimos a la vez, caí exhausta encima de ella, sin haber sacado aún la verga de goma de su concha, unidas por esa verga que Anetta no quería sacarse de la concha. Así pasamos toda aquella mañana cogiendo, la primera fue ella, pero más tarde fui yo quien cayó en las garras de la verga vibradora. Nunca habíamos disfrutado tanto, aún me vengo recordándolo... Autor: anna karina