La prima volta. ( la primera vez en italiano)
Esa era, por aquel, entonces mi tema favorito. Siempre que lo escuchaba trataba de imaginarme como seria hacer el amor.
Esa era, por aquel, entonces mi tema favorito. Siempre que lo escuchaba trataba de imaginarme como seria hacer el amor. Trataba de imaginarme que se sentiría al ser penetrada. Como seria el tacto de un pene. ¿Me daría asco? ¿Sería capaz? Nunca había sentido un cuerpo desnudo pegado al mío. A mis 15 años solo las fantasías de mis noches de insomnio eran lo más cerca que había estado del sexo.
Alguna vez me excite al notar la dureza en mi vientre de algún chico con el que baile un poco mas pegado que de costumbre. Pero hasta ahí llegaba mi experiencia con el sexo opuesto. Ni siquiera era capaz de imaginarme cono seria un pene. Lo imaginaba rígido, como un tubo de plástico, algo así. Por supuesto nunca había visto una peli porno ni nada parecido.
Los quejidos de aquella canción, en la que una mujer sentía por primera vez el sexo, me hacían fantasear.
Aquella noche saldría con mis amigas de nuevo. Una amiga cumplía años y nos había invitado a su fiesta. Sería en su casa, sus padres le habían permitido hacerla allí y se la dejarían para ella sola y sus amigas y amigos, hasta las 12 de la noche que seria cuando volverían de cenar.Yo sabia que Ángel estaría allí.
Mmm… Ángel. Era el chico más guapo de la clase. Creo que todas estábamos enamoradas del. Era alto, de pelo moreno y unos ojos color caramelo que me volvían loca. Brillaba no solo por su físico sino también por su carácter. Era agradable, inteligente. Vamos, lo que se dice un bombón para una quinceañera. Tenía mi misma edad y muchas mañanas, en el recreo, pasábamos el rato charlando debajo de un árbol que nos gustaba. Creo que estaba enamorada del hasta los huesos.
Me demore en la ducha, quería oler bien para él si se daba la oportunidad de bailar juntos alguna canción. Me seque y puse leche hidratante por todo mi cuerpo. Un poco de desodorante y algo del perfume que mama me regalo por navidad.
Una faldita blanca y por encima de la rodilla y una camisa corta de tono azul pastel. Algo de brillo en los labios, mis padres no me dejaban usar pintura ni nada parecido. Me mire al espejo y peine por enésima vez mi pelo rubio. Lo quería todo perfecto para él.
Cogí un pequeño bolso con mi móvil dentro, algo de dinero, mí cartera con la documentación y un detalle para la cumpleañera que había comprado aquella misma mañana en una tienda del centro.
Le di un beso a mi madre y salí de la casa dirigiéndome a la parada del autobús.15 minutos después paraba chirriante ante las cuatro personas que lo esperábamos. Me senté en el primer asiento que vi libre. Frente a mí una señora mayor se limpiaba la nariz mientras me miraba con descaro. A su lado un señor que, sería su marido, clavaba la mirada en el culo de una chica que permanecía de pie a mi lado. Arrancó haciendo tambalear a la gente que estaba de pie y los arboles comenzaron a pasar rápidos frente a la ventana.
Yo miraba hacia afuera mientras pensaba en Ángel. ¿Iría a la fiesta? ¿Podría bailar con él? Casi estaba nerviosa por verlo. Impaciente seria la palabra más adecuada.
Un ratito después vi los edificios que me indicaban que mi parada estaba cerca. Me puse en pie y pulse el timbre para pedir la parada. Me dirigí como pude entre la gente hasta la puerta trasera. Un frenazo que casi me tira al suelo, el sonido silbante de las puertas al abrirse y salí de allí.
En la acera comencé a andar camino de la casa de mi amiga. Tardé apenas unos minutos en llegar. Era una casa adosada, un pequeño garaje a la derecha y un amplio jardín privado en la parte trasera. Ya podía escuchar la música desde la calle y el ruido de gente divirtiéndose. Toque el timbre y pase mis manos nerviosas por mi pelo para colocarlo bien en su sitio.
La cara sonriente de mi amiga apareció al poco detrás de ella. Me recibió con un beso y unas gracias por venir mientras me invitaba a pasar dentro.
Saque del pequeño bolso mi obsequio y se lo di. Lo abrió allí mismo, en mitad del pasillo. Una pequeña cajita de plástico salió bajo el papel y, al abrirla, un anillo de plata que escondía en su interior. Su cara se ilumino mientras lo sacaba y lo ponía en su dedo.
-Muchísimas gracias. Me encanta. Es aquel que vimos el otro día y que tanto me gusto. Muchas gracias- Volvió a repetir mientras me daba otro beso.
Me cogió de la mano y casi me arrastro por el pasillo hasta salir al jardín. Un montón de amigos bailaban y hablaban montando una gran algarabía. Todo estaba decorado con globos dorados y cintas del mismo color. Una gran mesa se mostraba al fondo repleta de golosinas, bocadillos y no sé cuantas cosas más. Presidiéndola, un gran pastel de dos pisos con una graciosa muñequita de caramelo que parecía escalarlo, ataviada como una alpinista. Era precioso.
Mis ojos buscaron a mis amigas mas intimas y, a la vez, huroneaban entre la gente para dar con mi chico preferido. Pero no lo vi. Esto no me gusto y me dirigí hacia donde estaban mis amigas acompañada de Rosi, que era el nombre de la cumpleañera.
-Holaaa...- Casi gritaron juntas al verme llegar- Que guapa estas…
.Hola-conteste con la misma alegría mientras repartía besos por entre el grupo.
Alguien me paso un vaso con cola mientras hablábamos casi atropelladamente entre nosotras. Rosi, les mostraba el anillo que le había regalado, orgullosa de mostrarlo.
En la pequeña pista improvisada varios chicos y chicas bailan, y pequeños grupos se repartían por el jardín charlando animadamente.
La tarde tocaba a su fin y la oscuridad se nos venia encima. Salimos a la pista a bailar mientras las luces comenzaban a iluminar el verde césped y un foco señalaba donde estaba la mesa con la comida y la bebida. Yo bailaba algo triste. No había venido, tenía tantas ganas de verlo…pero no me atrevía a preguntar por él para no ser el objeto de burlas y bromas de mis amigas. Aunque ellas sabían perfectamente cuanto me gustaba Ángel.
Deje de bailar para dirigirme a la mesa a ponerme un poco de cola más y picar alguna cosa. Puse un poco de hielo en mi vaso mientras miraba entre los platos preparados que iba a probar primero.
-¿Qué? ¿No sabes que elegir?
Aquella voz me pillo por sorpresa. La conocía, la conocía muy bien.
Me volví para encontrarme con la cara sonriente de Ángel casi junto a la mía.
-Venga, no te cortes. Te recomiendo que pruebes los hojaldres, están riquísimos-Siguió diciendo como lo más natural. Sin un hola. Solo sonreía mientras me acerba una bandeja con crujientes pastelillos de hojaldre. Cogí uno y lo mantuve en mi mano mientras trataba de decir algo.
-Pero... ¿por dónde has entrado? No te he visto…
-Aaaah...Soy mago. Aparezco y desaparezco a voluntad-Y su risa me llego fresca, radiante como sus dientes blancos que mostraba al reír. Casi me tuve que contener para no besarlo.
Le reí la broma mientras llevaba a mi boca la delicia de pastel. Lo mordí y, ciertamente estaba bueno.
-¿Hace mucho que llegaste?-Pregunto mientras se ponía un poco de cola en un vaso.
-Hace un ratito. Estamos allí bailando. ¿Te apuntas? –Le dije mientras trataba de tirar de su mano para que bailase con nosotras.
Se dejo llevar y un coro de saludos le acogió al pisar la pista de baile.
Estaba guapo. Su pantalón blanco de pinzas. Su camisa color crema. Una corbata que le hacía parecer más mayor. Su pelo bien peinado y sus ojos….ay...Sus ojos...
A nuestro alrededor todo eran risas, alguna carrera alocada por el jardín de dos chicos. Alguna parejita algo escondida entre los setos dándose la mano tiernamente mientras se contaban sus cosas. Algún globo que alguien había sacado de su sitio y ahora volaba golpeado por nuestras manos. Y yo...
Yo solo tenía ojos para él. Me acercaba a su oído con cualquier excusa para decirle algo y notar su brazo chocar contra mi pecho o su mano en mi cintura para acercar su cabeza.
La música dejo de sonar de pronto y nuestra cumpleañera anuncio que iba a partir el pastel y que nos acercásemos a la mesa. Nos arremolinamos a su alrededor mientras encendía las quince velitas. Alguien dijo de hacer una foto y me pegue todo lo que pude a Ángel con la excusa de que teníamos que salir. Pude oler un perfume intenso que salía de su ropa y su brazo rodear mi cintura. Su cadera chocar contra la mía. Me sentía volar de ilusión. Lo tenía junto a mí, lo sentía tan cerca...
Pequeños platos con trozos de pastel fueron pasando de mano en mano y, una vez que todos teníamos el nuestro, cantamos desafinadamente el cumpleaños feliz.
Rosi abría nerviosamente algún regalo mas mientras Ángel y yo nos dirigíamos hacia una zona del jardín donde había pequeñas mesitas para disfrutar del pastel. No sé porque, intuí que yo también le gustaba, no se había separado de mí desde el primer momento.
Juguetonamente metió un dedo en el pastel y lo lleno de nata para estrellármelo con cariño en la nariz. Reí con la broma mientras trataba de devolvérsela pero se me escapo riéndose. Volvió desconfiado a mi lado mientras le prometía que no lo haría. Cogió de la mesita una servilleta de papel y cariñosamente me limpio mientras se reía. Sus ojos estaban frente a los míos. Podía sentir su respiración chocar contra mis labios. Tuve que luchar para no besarlo.
Pasamos un ratito allí sentados, hablando, conociéndonos. En un momento mis rodillas rozaron las suyas. Y él no las aparto, me dio la impresión que se apretaba a mí. Me contaba de lo que les había sucedido al salir de clase, de que sus padre planeaban este verano irse a Benidorm dos meses de vacaciones y un montón de cosas. Yo solo lo escuchaba embelesada, como mira una niña enamorada. Me bebía sus palabras mientras mi mente lo imaginaba besándome.
Me cogió de la mano mientras me invitaba a bailar. La música sonaba lenta y algunas parejas ya estaban dando vueltas en la pista. Me deja llevar. Puso sus manos en mi cintura y yo las mías sobre sus brazos. Comenzamos a bailar al son de la música. Se acerco un poco a mí y pude poner mi cabeza sobre su hombro. Lo sentí tan pegado a mi...flotaba más que bailaba.
Sentí sus manos recorrer mi cintura para juntarse en mi espalda. Su cuerpo estaba, literalmente, pegado al mío. Pasé las manos por debajo de sus brazos y me abrace a él con más timidez que otra cosa en el cuerpo. Su aroma se me pegaba a la nariz y me encantaba. Dimos vueltas y más vueltas. Lentamente, sin prisas.
Mi corazón se acelero cuando sus manos comenzaron a recorrer mi espalda. Eché la cabeza hacia atrás y sus labios se pegaron a los míos. Los note calientes. Cerré los ojos y note su lengua abrirse paso entre mis labios. Una explosión estallo en mi boca. Me estaba besando el chico que tanto me gustaba y no alcanzaba a comprenderlo. Mi lengua giro rodeando la suya. Mis manos lo apretaron contra mi pecho. Nuestros ojos seguían cerrados mientras dábamos vueltas mecánicamente. Sentí como un hilillo de saliva se escapaba entre nuestros labios. Creo que para él también era la primera vez que besaba a una chica. Eso lo hizo aparecer más tierno aun ante mis ojos. La primera vez...la prima volta.
Por mi estomago pasaban un montón de mariposas mientras me hundía en aquella boca. Mis manos subieron hasta su pelo para no permitirle que se escapara. Quería seguir sintiendo aquel primer beso hasta la eternidad. Las suyas sujetaban mis hombros al mismo tiempo.
Todo pareció pararse a nuestro alrededor. Dejaron de existir las amigas, los globos, las luces...todo. Sólo él y yo en el universo y aquella primera vez, aquella prima volta.
Se separo de mí lentamente. Me miro a los ojos y me soltó un “te quiero” que se me clavo en el alma.”Yo también a ti” susurre mientras hundía mi cara en su cuello.
La música paro y nos soltamos de mala gana, nuestras manos se quedaron entrelazadas mientras nos retirábamos aun rincón tranquilo.
En la casi penumbra, justo detrás de un seto un poco más alto dimos rienda suelta a nuestras bocas de nuevo. Lejos de miradas indiscretas y concentradas en sentir al otro. Su lengua volvió a hurgar en mi boca hasta el último rincón mientras, sus manos recorrían mi espalda de arriba abajo. Yo me sentía extraña. Deseaba más.
Note su cuerpo muy pegado a mí y, en un momento dado, note algo duro chocar contra mi vientre. Estaba excitado. Yo también. Respiraba acelerada mientras me dejaba abrazar con las ansias de una quinceañera. Me pegue más a su cuerpo para sentir en mi pecho el suyo.
Poco a poco nos fuimos dejando caer al suelo. El seto impedía que nadie viera nuestras maniobras. Sentados en la hierba seguimos con nuestras caricias primerizas. Sentí sus manos temblar mientras bajaban por mi falda. Mi pulso se acelero hasta sentirlo en las sienes cuando una mano se deslizo entre nosotros y acaricio mi pecho .Me dejaba hacer. Me sentí muy excitada. Él respiraba fuerte mientras besaba mi cuello con besos inexpertos pero cálidos como una noche de verano. Mi respiración estaba también acelerada. No sabía bien donde colocar mis manos. Recorrían sus hombros, sus brazos, su pecho, su espalda, con torpes caricias. Seguía besándolo con lujuria mientras mi cuerpo temblaba. Sus manos parecían no saber muy bien tampoco hasta donde podía llegar.
Se separo de mí lentamente para mirarme una vez más a los ojos. Volvió a decir “te quiero” y me abrazo con fuerza.
Su cuerpo seguía pegado a mí y notaba una pujante dureza chocar contra mi muslo. Quería tocarlo, quería saber cómo era pero mi corta edad me impedía dar el primer paso. La vergüenza era más grande que las ganas.
Me empujo suavemente hasta dejarme tumbada en el césped. Se tumbo a mi lado y su boca busco de nuevo la mía mientras su mano volvía a acariciar mi pecho. Lo note dulce, como con miedo. Apretó mi pecho suavemente entre sus dedos hasta que mis pezones reaccionaron a sus caricias. Quería que parase, aquello me superaba pero me deje llevar por sus caricias y lo deje disfrutar de mí. Su lengua seguía jugando con la mía cuando note su mano resbalar por mi estomago. Sabia donde quería llegar y no sabía si dejarlo o no. La pare suavemente con mi mano para mantenerla en mi estomago. No sabía si estaba preparada para lo que se avecinaba. Su boca beso con más ganas las mía y mi mano dejo, poco a poco, de hacer fuerza sobre la suya.
De nuevo la sentí bajar por mi costado, llegó a mi cadera y bajo lentamente hasta mi muslo. Siguió bajando hasta llegar al filo de mi falda. El corazón se me salía del pecho cuando la note subir por mi muslo desnudo. Hundí mi cara en su cuello y note la suavidad de sus dedos rozar el filo de mis braguitas. Para entonces mi respiración estaba más acelerada. Un ligero temblor sacudía mi cuerpo.
Su mano temblorosa se paseo por mi monte de Venus suavemente y mi cuerpo salto cuando un dedo se coló entre mis muslos. Me sentía húmeda, muy húmeda. Un ligero gemido se me escapo cuando rozo mis labios a través de la tela de la braguita. Me sentía extraña, muy extraña. Era tan diferente a cuando lo hacía yo...
Su boca volvió a buscar la mía mientras rodaba con un dedo las braguitas hacia un lado. Apenas si podía respirar con sus labios en los míos. Solo pude murmurar...
.-Despacio amor, despacio.
Su pulso se acelero aun mas al escuchar las palabras que le daban permiso para que siguiera con su aventura. Sus dedos juguetearon con mi vello púbico que, para entonces, ya aparecía perlado de mis flujos. Un dedo se coló suavemente entre mis labios mayores y un largo jadeo surgió de mi garganta. Note mi clítoris rozar contra su dedo y un escalofrió me recorrió. Procure abrir un poco mas mis piernas para dejarle campo libre. Sus dedos comenzaron a masajearme torpemente mi vagina, que ya aparecía encharcado. No era muy diestro, se notaba que era su primera vez, pero supo elevarme al cielo con sus caricias.
Yo me revolvía entre nerviosa y asustada bajo él. Mi mano se coló por debajo de la camisa para acariciar su espalda mientras no dejaba de notar su miembro rozar mi pierna.
Mi cuerpo reaccionaba a sus caricias con pequeños estertores que me hacia cerrar los ojos fuertemente mientras me mordía el labio. Sentí mis piernas temblar mientras un orgasmo me empezaba a sacudir desde adentro. Sus dedos se habían colado un poco en mi y salían y entraban rápido haciéndome gemir acelerada.
Me corrí por primera vez con unos dedos que no fueron los míos. Me apreté a él mientras mi mano arañaba su espalda presa de placeres que nunca había sentido tan intensos.
Su boca volvió a buscar la mía. Ahora me dio un beso largo y suave que me saco de aquella semi -inconsciencia en la que me había sumergido. Lo bese mientras trataba de no mirar sus ojos. Me moría de vergüenza.
El acariciaba mi pelo delicadamente mientras me decía que me quería.
-¿Te ha gustado? –Pregunto algo ruborizado.
Un “si” tímido me atreví a soltar sin mirarlo directamente. Me apreté contra su hombro para que no viese mi cara.
-Para mí ha sido la primera vez que he acariciado a una chica. También la primera vez que la he besado.-Confeso tímidamente.
-Yo tampoco había besado nunca y nunca me habían acariciado. Ángel, ha sido fantástico. Te quiero y, si esto llegaba, quería que fuese contigo. Por eso me he dejado. Sólo podías ser tu-Le susurre mirándolo ahora directamente a los ojos.
Me volvió a besar con esa pasión de niño enamorado y yo le devolví el beso con las mismas ganas.
Estaba besándolo cuando me di cuenta de que él no había sentido ningún placer, salvo el de acariciarme. Sentí vergüenza pero, haciendo de tripas corazón, fui yo quien esta vez lo empujo hasta dejarlo tumbado bocarriba en la hierba. Coloqué una pierna sobre la suya y comencé a besarlo con rabia. Hundí mi lengua en su boca y n deje ni un rincón sin recorrer.
Mi mano resbalaba por su pecho hasta colarse por debajo de la camisa que saque del pantalón. Tenía un bello ralo en el pecho y lo acaricie suavemente. Bajé lentamente por su estomago hasta llegar al borde del pantalón. Para entonces, su respiración estaba muy alterada. Dejé mi mano resbalar por encima temblorosa. Me acercaba a su entrepierna y el corazón se me acelero. Note en la punta de mis dedos algo duro, lo deje resbalar por mi palma y aprecie su dureza. Estaba caliente. Mi boca no dejaba de besarlo. Quería llegar hasta el final aquella noche.
Apreté suavemente, su tamaño me impresiono, nunca imagine que podía ser así de grande un miembro. Me sentí extraña y no sabía muy bien como continuar.
Baje lentamente la cremallera de su pantalón y cole mi mano por ella. Podía sentirla palpitar bajo el bóxer. Lo hice a un lado y, por primera vez, tuve un miembro en mi mano. Estaba caliente, era extraño al tacto. Para nada era como un tubo de plástico, pequeñas venitas lo surcaban, parecía como si algo resbalase en su interior al apretarlo.
Lo saque suavemente de su encierro para poder mirarlo. Ciertamente no sabía cómo proporcionar placer a un chico. Me limite a apretarlo de vez en cuando con la mano y notar de nuevo como algo extraño. Acaricie la punta, suave al tacto, algo resbalaba sobre ella, algo liquido, no podía ser semen ya.
La sentía latir pero no sabía cómo acariciarla.
Dime como se hace, nunca lo he hecho antes-Le murmure al oído.
Bajo su mano y guio a la mía en un suave sube y baja .Sentía como su glande se escondía bajo la piel al subir para reaparecer de nuevo al tirar de ella hacia abajo. Me marco el ritmo y me aplique mientras miraba con la cabeza apoyada en su pecho.
Note su respiración acelerarse, sus piernas se abrieron un poco y yo seguí con mis caricias.
-Un poco más rápido-Me pidió
Acelere y podía sentir resbalar, ahora por mis dedos, de nuevo aquel liquido caliente.
Sentía su corazón acelerado en su pecho, su mano apretaba mi hombro y largos jadeos escapaban de su boa.
No sabía si sentí placer o dolor. No querría hacerle daño por nada del mundo. Pero no lo parecía.
Me afane mas en aquel loco sube y baja hasta que sus caderas se impulsaron hacia adelante girándose rápidamente para no manchar su pantalón.
Jadeo más profundo mientras note el semen caliente por primera vez chorrear por mi mano. Seguí acariciándolo más lentamente mientras pequeños quejidos escapaban de su garganta a cada nuevo golpe de semen al salir. Sus piernas temblaban y su pecho subía y bajaba alocado.
Su mano se clavo en mi hombro mientras jadeaba. Después lo sentí como se rendía poco a poco relajado. Miré mi mano chorreando de aquel líquido blanquecino y espeso y no pude evitar llevarla a mis labios para saborearlo. Quería aprenderme su sabor, quería saber cómo era. Lo note caliente, algo salado me recordaba a una bechamel mal hecha pero no sabía mal del todo. Siempre pensé que me daría asco pero no. No me supo mal.
Subí mi cara para mirarlo y me encontré con sus ojos clavados en mi mano y en mi boca.
-¿Por qué has hecho eso?-Pregunto.
-No lo sé, mi primera vez y quería saber a qué sabia.-Conteste con algo de vergüenza.
Me beso y pudo notar en mi boca su propio sabor pero no le importo. Me beso apasionadamente.
Permanecimos allí tumbados, en silencio, disfrutando de aquel momento irrepetible, de nuestra prima volta. Su mano acariciaba mi pelo y la mía reposaba en su estomago.
Nos dijimos mil cosas bonitas al oído. Nos juramos amor eterno bajo las estrellas. Nos besamos enamorados como solo dos niños pueden hacerlo y nuestros cuerpos se buscaron como para que aquella comunión primera no pasase nunca. Todo era bonito a nuestro alrededor. La vida nos sonreía. Y el mundo misterioso del sexo se acababa de abrir ante nosotros.
Detrás del seto todo continuaba igual, música, risas, bromas etc. pero para nosotros no existía nada que no fueran los brazos del otro, el perfume del otro, el sabor del otro.
Allí estuvimos hasta que llego el momento de marchar. Nuestras ropas manchadas de verde y la ilusión del primer amor tatuada para siempre en el corazón. Fue nuestra primera vez, nuestra prima volta.