La prima Elena sabe lo que hace

Mike descubrirá el mayor placer que puede sentir gracias a su prima.

Era uno de esos días de verano calurosos a más no poder. Mike, un chico de 18 años entrando ya en la mayoría de edad y como era normal, tenía las hormonas alteradas. Medía 1,70, algo delgado y pelo corto casi rapado debido a que no le gustaba llevar el pelo sudado y quería que el aire pasará por su cabeza refrescandole.

Su prima Elena por su parte tenía ya sus 20 años, pelo moreno, bajita y algo regordeta pero con unos muslos que daban ganas de agarrarlos bien al igual que su culo que se movía de un lado a otro como una modelo mientras la parte del bañador casi se deslizaba hasta entrar en su ojete. Sus tetas eran enormes para una chica de aquella estatura teniendo problemas en muchas ocasiones dejando alguna que otra vez el pezón al aire.

Ambos estaban a solas ya que la madre de Elena estaba de viaje con sus amigas y como su hija era muy responsable, no vio inconveniente alguno.

—Me voy a dar un buen chapuzón, ¿vienes?—preguntó mientras se desprendía de su camiseta haciendo que sus pechos rebotasen como en las películas.

—No, luego—dijo algo rojo.

Él era muy tímido y le costaba concentrarse. Además, trataba de disimular la erección que tenía. Pensó que el que su prima se fuera a bañar le calmaría pero fue mucho peor ya que al verla nadar aumentó las ganas de masturbarse.

Entonces tuvo una idea y al cabo de unos segundos decidió meterse en el agua, el agua fría le aliviaría. O eso pensó. Pero la realidad fue que Elena al ver como este se metía, decidió unirse a él para jugar a meter la pelota en una canasta que tenían para ello.

—Venga, si anotas, te preparo la cena, sino...la haces tú—dijo Mike ya calmado y jugando.

—Muy bien, mira como la meto—dio un salto dentro del agua, lanzando la pelota como una profesional.

Esta entró limpia dejando boquiabierto a este.

—¡Si!—gritó de alegría ella.

Sus tetas rebotaron tanto que golpeaba el agua con furia, al chico se le paso por la cabeza que podría producir un tsunami con aquellos misiles.

—Tienes que hacer la cena.

—No, no pienso—se negó este entre risas.

—¿Cómo que no?—se abalanzó sobre este como una niña.

Se llevaban muy bien desde niños y siempre se habían tratado bien. Algo que no cambió aquel verano, y ese juego lo demostraba. Elena hacia cosquillas mientras Mike trataba de no empalmarse, el pobre notaba las tetas en su pecho. Pero todo fue en vano ya que su polla estaba tan dura que sobresalía golpeando el vientre de la joven que se retiro al notar algo y pudo comprobar el empalme.

—¡Mike que soy tu prima!—dijo fingiendo enfado.

Este nervioso, rojo como un tomate y casi llorando de la verguenza, solo pudo hacer una cosa.

—¡Esto es todo culpa tuya!

—¿Mía?

—¡Si, con ese cuerpo tan jodidamente sexy y sensual que tienes!—casi cerraba los ojos para no verla—¡y de esas tremendos misiles que podrían derribar un país!—señaló estas.

Entonces desvió la mirada al suelo, más bien al agua donde aún estaban ya que estaban en los escalones dentro de la piscina y se tapaba su entrepierna.

—Así que ya no eres un niño eh—dijo esta.

Mike levantó su mirada y vio a su prima con una sonrisa, una que no conocía.

—Si me dejas verla...no diré nada a mi madre. ¿Sabes lo que hará si se entera de que se te ha puesto dura con mis pechos?—preguntó pícara sacudiendo estos con el hilo de sus hombros.

—Le diré que fuiste tu

—¿A quién creera?, ¿a su tierna, buena y obediente hija o...a un chico entrando en la mayoría de edad con las hormonas por las nubes?.

Le tenía bien pillado por los huevos.

—Venga, ¿o te lo quito yo?.

Mike negó y se aparto las manos para bajarse el bañador. Suspiró y finalmente dejó su largo y algo grueso pene a la vista de su prima que dejó escapar un oh de sorpresa mientras la sonrisa se dibuja en ella. Apenas tenía pelo y sus huevos estaban bien grandes.

—Buen chico—le dio un beso en los mofletes.

Luego, agarró su miembro sorprendiendo a este que estaba paralizado por la situación. Sopló su oreja produciendo un cosquilleo por el cuerpo de este. Y entonces, comenzó a masturbarle suavemente, lentamente, subiendo y bajando la mano por toda su virilidad mientras le mordía la oreja.

Mike temblaba de placer, una cosa era una paja echa por él mismo y otra era aquello, sentía algo que nunca había sentido y comenzó a gemir fuertemente, cerrando los ojos y abriendo la boca, del cual solo escapaban grititos ahogados.

—Desde luego ya no eres tan pequeño—susurró ella aumentando la velocidad y haciendo que las piernas de este se sacudieran.

—Voy a...voy a...voy a...

—Adelante, suelta todo—dijo.

Su glande comenzó a expulsar tremendos chorros de semen, unos cuatro o cinco y luego dos ya con menos cantidad. Mike casi pierde la consciencia tras la mejor paja que había tenido en su vida.

—Joder, si que estaban llenos—comentó ella limpiándose.

Su pene volvió a la normalidad y él tardo unos pocos minutos en recuperar el aliento. Elena, satisfecha, le obligó a permanecer desnudo mientras su tía no estuviera en casa.

—Lo dejaré aquí—dijo poniéndo este a secar.

Mike, al ver el culo de su prima se puso tieso de nuevo y se fue cara a esta que estaba de espaldas.

—Prima—dijo con voz aguda.

Ella al darse la vuelta vio su cara, no parecía él mismo pero no pudo ver más ya que este la beso con pasión, meneando su lengua por toda su boca mientras trataba de investigar a fondo. Elena trato de zafarse pero entonces este la puso sobre la mesa, y con un tirón la dejó desnuda.

—¡Los necesito!—Mike comenzó a succionar sus pezones tan fuerte que el dolor era sustituido por el placer.

Elena daba largos gemidos sintiendo la lengua y su boca. Pero lo mejor vino cuando este succionó su entrepierna. No podía creer lo que estaba pasando pero no le daba importancia en aquel momento tan maravilloso que estaba viviendo.

—No podemos...no podemos...—ella alcanzó el climax a los pocos segundos de decirlo, con su cordura perdiéndose con esta.

Pero Mike no estaba satisfecho ya que necesitaba correrse de nuevo. Su respiración era agitada y muy fuerte, parecía un toro. Elena tenía hasta miedo. Pronto vio como la polla dura como una roca entraba en ella y ahí ya se perdieron en besos, caricias, y demás.

No obstante, el chico apenas estaba empezando en el sexo por lo que apenas pudo aguantar un minuto.

—¿Ya estás mejor?—preguntó ella.

—Si...—su pene estaba flácido y encogido.

Y ahí se quedaron descansando un buen rato antes de hacer la cena.

Aquella noche, Elena no podía dejar de pensar en lo sucedido, pero sobretodo, en el mayor orgasmo de su vida. Llevando la mano a su entrepierna, se masturbó dos veces aquella noche ya que su primo dormía como un tronco debido al ejercicio realizado.

Cuando despertó al día siguiente, notó algo extraño y abrió los ojos de par en par cuando comprendió lo que estaba pasando. Mike estaba encima suyo en pelotas, separando las piernas bien para meterla de manera cómoda.

—Buenos días prima—dijo sonriente.

—¿Cómo que buenos días pequeño pervertido?, sácala ahora mismo—ordenó.

Para su sorpresa este la sacó y vio como el pene apuntaba a ella. Y ploff, una tremenda corrida cayó sobre su cara.

—¿Pero qué haces?—dijo tocándose el semen de sus labios.

—Tu has dicho que la sacará—respondió encogiéndose de hombros.

—¡Te voy a dar una patada en los huevos, ven aquí!.

Ambos salieron corriendo por la casa aunque lo que al principio fue una bronca, luego se convirtió en risas antes de seguir con el sexo hasta que volviera su tía. Y aquello fue solo el principio.

FIN