La prima del cura, el cura y la pandilla

El cura es muy guarro, su prima tiene mucho vicio... Este relato no tiene desperdicio.

Benedicta, una joven de 26 años, de un metro sesenta centímetros de estatura, morena y guapa que estaba comiendo pato a la naranja con el cura en la cocina de la casa parroquial, y le decía el cura:

-Los muchachos de este pueblo hacen orgías homosexuales en el monte.

-¿Y tú cómo sabes eso, Nicolás?

-Me lo contó Pancho.

-¿En confesión?

-Sí, en confesión.

Fue cómo si le dijera que hacía un sol de carallo. Sabía que su primo se pasaba el secreto de confesión por el forro de los cojones. Mientras echaba gaseosa a un vaso con vino tinto, le preguntó:

-¿Y qué piensas hacer al respecto?

-Nada. Son cosas de juventud. Una etapa. No creo que ninguno de ellos acabe siendo maricón.

-Si acaso bisexual cómo tú, ¿no?

-Puede.

-¿Ya se la mamaste a Pancho?

-Sí.

-¿Y le desvirgaste el culo?

El cura, con la boca llena, le respondió:

-Desvirgué.

-¿Dejaste que te diera?

-Qué menos.

Hablaban del pecado cómo del pan nuestro de cada día.

Después de comer, el cura, que era un treintañero, moreno y alto, fue a sus aposentos a tomar la siesta.

La habitación estaba pintada de blanco y no era muy amplia. Tenía el piso y el techo cubiertos con madera de roble, un armario con tres puertas y con un espejo en la puerta del medio, una mesita de noche, una ventana y en la pared de la cabecera de la cama colgaba un oleo con una mujer desnuda en una pose provocativa en vez de un crucifijo.

Benedicta, que era prima y criada del cura, después de recoger la mesa y lavar los cacharros, fue junto a su primo y se echó a su lado. El cura estaba por encima de la cama con los zapatos y la sotana puesta, Benedicta lo besó en el cuello y en la boca y le echó la mano a la polla por encima de la sotana mientras su lengua acariciaba la del cura. Frotó su polla hasta que se la puso dura, luego se desnudó. Tenía unas tetas cómo sandías, con areolas marrones y pezones enormes, y en el coño tenía un felpudo de pelo negro. Le dio la teta izquierda a mamar. El cura, con las manos detrás de la nunca, mostrando una chulería desmedida, le pasó la lengua por un pezón después por el otro y apartó la cabeza. Benedicta, cabreada, cogió la teta con la mano izquierda y se la aplastó contra la boca.

-¡Mama!

El cura no le hizo ni puto caso. Benedicta se quitó el vestido, quitó las bragas y el sujetador, se echó boca arriba y se puso a hacer un dedo. El cura le dijo:

-¡No te irás a masturbar!

No le contestó, siguió acariciando el clítoris con dos dedos y metiéndolos dentro de la vagina. Al rato el cura levantó la sotana, cogió la polla y mirando cómo su prima se masturbaba, comenzó a hacer una paja. Poco después se besaban. Luego el cura fue a por sus tetas, si antes se las despreciara, ahora, mientras la meneaba, se las devoró, sí, devoró, se las lamía, se las chupaba y le mordía tetas y pezones. Benedicta, con el placer que le proporcionaba masturbarse y que le devorara las tetas, se puso de un cachondo subido de tono. Dándole la espalda, le puso el coño en la boca, le cogió la polla y se la mamó haciendo un 69. El cura sacó la lengua y dejó que Benedicta se diera placer moviendo el culo... Pasado un tiempo, al ver que se iba a correr si se seguía frotando en la lengua, puso su coño mojado sobre la polla, la clavó hasta el fondo y después folló a su primo con clavadas tan fuertes que mismo parecía que le quería romper la polla. El cura tenía poco aguante. No le duró ni cinco minutos. Al correrse puso sus manos en su gordo culo y empujó. Quería quitarse de encima a Benedicta, pero la muchacha ya se empezara a correr y jadeando cómo una perra, apretó aún más su culo contra él.

Al acabar, le dijo el cura:

-¡Puede que quedaras preñada, insensata!

-Tranquilo, si eso pasara no le iba a decir a nadie que es tuyo.

-Eso espero.

Benedicta sacó la polla, se dio la vuelta y le puso el coño en la boca.

-Toma, que sé que te gusta.

El cura la cogió por la cintura, lamió el coño y se trago su semen y los jugos de su prima, que le preguntó:

-¿Cómo tiene la polla Pancho?

-Larga y delgada.

Pancho era un amigo mio, alto cómo un castillo y que aparentaba ser formal, aparentaba, ya que cuando los de la pandilla jugábamos en el monte a \"me la chupas\" él se iba y decía que no se la chupaba a nadie. El cabrón mentía bien, pues todos lo creíamos.

El \"me la chupas\" consistía en hacer pajas en parejas, para lo cual se tiraba una moneda al aire y se pedía cara o cruz, las caras se las tiraban con las caras y las cruces con las cruces y al que se corría antes que el otro se la tenía que chupar la pareja que le tocara, y chupar hasta que se corría otra vez.

Los nueve andábamos entre los diecisiete y los diecinueve años. Éramos, Pancho, 17 años, moreno, muy alto, delgado y el más guapo de la pandilla. Cascorro, 18 años, moreno, bajo de estatura, gordito y con cara de bonachón. El Tirillas, 17 años, de estatura mediana, moreno, flaco cómo un fideo y difícil, de ver. El Miñoca, 17 años, estatura mediana, moreno, fuerte, no muy difícil de ver y con la polla muy delgadita. El Llorón, 18 años medio rubio, fácil de ver y un cagado ante las peleas. Pampín, 17 años, moreno, de estatura mediana, bastante agraciado y un busca pleitos. El Cañotas, 18 años, moreno, de facciones duras y complexión, fuerte. Lucho,19 años, moreno, de estatura mediana, ni guapo ni feo y un poco chulo, y por ultimo yo, 17 años, moreno, de estatura mediana, musculado y ni guapo ni feo ni todo lo contrario.

Os pongo en situación. Pancho se había ido, los otros en medio de un pinar, de pie, con la polla fuera, la sacudíamos con los ojos cerrados y concentrados cada uno en una chavala, bueno, yo no, a mi siempre me gustó pensar en mujeres casadas. Dándole leña al mono, oímos decir a Pancho:

-Mirad que os traigo.

Abrimos los ojos y vimos que Pancho traía cogida por los pelos a una mujer y le tapaba la boca con la otra mano, era Benedicta, la prima del cura. Lucho, el mayor de la pandilla, le dijo a Pancho:

-¡Qué haces, retrasado! ¡¡Te va a moler a palos la guardia civil!!

-Os estaba espiando y se tocaba el coño.

Aquello ya cambiaba las cosas.

-¡No jodas! ¿La prima del cura es una pajillera

Pancho, estaba crecido.

-Eso parece.

Benedicta llevaba puesto un vestido marrón oscuro que le llegaba a los pies y calzaba unas sandalias. Para nosotros era un misterio el cuerpo que había debajo. La rodeamos. Pancho le quitó la mano de la boca. Con cara de asustada, nos preguntó:

-¡¿Qué me vais a hacer?!

Lucho, le respondió:

-Te vamos a follar los nueve.

Se puso altiva.

-Os denunciaré si me folláis.

Lucho le bajó los humos.

-A ver, Benedicta, te vamos a follar sí o sí. ¿Quieres que sea por las buenas o quieres que sea por las malas?

-Iréis los nueve a la cárcel.

Lucho, besando su cuello, le dijo:

-No atreverás a contarlo. Quedarías cómo una puta.

Benedicta se encontraba en un apuro. Tenía tres manos en el culo, dos en las tetas, dos bocas en el cuello, una mano en el coño, que era mi mano derecha, y a Lucho queriendo comer su boca. Le entró el calentón y cómo era rápida pensando, apartando la boca de la de Lucho, dijo:

-¿Y si os la chupara a los nueve?

Lucho iba a piñón fijo.

-Eso ya lo podemos hacer nosotros.

Yo iba a lo mío.

-A mí si me dejas que te coma el coño...

Pancho también se conformaba con poco.

-Y a mí si me dejas que te coma el culo...

Cascorro también pasaba de meter y sacar.

-Yo me conformo con desnudarte y que me la mames.

Los otros se conformaron con la mamada. Lucho se quedó solo en su afán de meter.

-Vale, la mayoría gana. No te follaremos el coño. Ataca, Cascorro.

Cascorro, que el más bajito de la pandilla, la desnudó. Al quitarle el vestido, el sostén y las bragas vimos lo que había debajo, unas tetas grandiosas con areolas del color de su vestido, unos pezones enormes y un coño muy peludo. Benedicta, vestida solo con unas medias marrones, unas ligas negras y calzando las sandalias, se puso en cuclillas, cogió dos pollas, la del Llorón y la del Miñoca y se las sacudió. Lucho se la metió en la boca... Al rato, el Tirillas se corrió en su espalda, Lucho, en su cara. Las pollas del Llorón y del Miñoca las frotó en sus tetas cuando se corrieron. Yo me corrí debajo de un sobaco, Cascorro en su espalda, Pancho cerca de su culo y Pampín y el Cañotas en sus hombros. Quedó hecha un asco, pero caliente cómo no había estado en su vida. Lo supe porque al ponerse en pie me agache yo, la cogí por la cintura, le lamí el coño y estaba petado de jugos espesos. Se le escapó un gemido que nos puso de nuevo las pollas tiesas, luego dijo:

-¡Para, Quique, para qué me corro!

Sus palabras alborotaron el gallinero, mis ocho colegas comenzaron a decir lo mismo:

-¡Sigue, sigue, sigue, sigue, sigue, sigue, sigue, sigue...!

Seguí y Benedicta, en segundos, se encogió cómo un acordeón y cayó de culo sobre la hierba. En posición fetal y temblando, se corrió a lo bestia. Cascorro y el Miñoca se volvieron a correr, esta vez sobre sus costillas.

Cuando se pudo incorporar. Benedicta, cogió las bragas y se limpió la leche que tenía por delante, Pancho le limpió la de la espalda y al terminar le lamió el culo. A Benedicta se le apretaron los muslos, se le separaron las pantorrillas, con ellas los pies y echó las dos manos al coño al más puro estilo Marilyn Monroe en La Tentación Vive Arriba, solo que sin falda y sin la brisa del metro. El guarro no paró ahí, y no paró porque ella no se movió mientras le frotó la polla en el ojete, y cómo no se movió le clavó la cabeza de la polla en el culo. Esto hizo que se pusiera tiesa cómo un palo. El Llorón y yo fuimos a por sus tetas y se las comimos. Lucho le comió la boca. Benedicta ya no se cortaba, le devolvía los besos a Lucho al tiempo que le cogía las pollas al Tirillas y a Pampín... Los otros se la pelaban. Benedicta estaba más que cachonda. Con la polla de Pancho dentro del culo se fue echando hacía atrás hasta que Pancho quedo boca arriba con ella encima. No me pude resistir, volví a comerle el coño y en nada se volvió a correr, pero esa vez pataleaba cómo queriendo huir. Aún se estaba corriendo y jadeando cuando Pancho se corrió dentro de su culo. Después se quitó de debajo de ella. Se la froté em el coño, y me dijo:

-Mete.

No me lo tuvo que repetir. Se la clavé. Mi polla entró cómo una bala por aquel túnel engrasado. Al llegar al fondo me cogió el culo y me apretó contra ella. Le dije:

-Me voy a correr.

-Corre.

¡Era increíble! Pasara de no querer follar a dejar que me corriera dentro de ella. El gallinero se volvió a revolucionar.

Al sacarme yo, el Llorón y el Cañotas le pusieron la polla en la boca. Se las meneó y chupó por turnos mientras Pampín la follaba cómo un conejo... Esta vez, con unas treinta clavadas, la que se corrió fue Benedicta, diciendo:

-¡No pares, no pares! ¡Me corrooooo!

Al sacarse Pampín, el Llorón, a punto de correrse, la montó y en segundos su corrida se unía a las otras dentro del coño. Era obvio que Benedicta quería quedar preñada. El Miñoca no quiso ser menos, pero no le dio tiempo y se corrió en su cara. El Cañotas era duro cómo una piedra y cerdo cómo él solo. Al metérsela la besó con la leche del Miñoca en los labios y la folló a romper más de diez minutos, la folló hasta que Benedicta se volvió a correr, y al hacerlo nos insultó.

-¡Hijos de puuuta!

Él Cañotas también le llenó el coño de leche. Lucho, le dijo al tiempo que la montaba:

-Hija de puta, tú, hija de puta y puta.

Lucho estaba tan cachondo que ni un minuto tardó en llenarle el coño de leche. Cuando el Cascorro y el Tirillas la follaron ya el coño echaba por fuera, y echando por fuera se corrieron dentro. Cuando la volví a follar sentí cómo si mi polla fuese un pesó que se metía dentro de un vaso de leche y la leche desbordaba. Los huevos se me encharcaban al meterla hasta el fondo. El picor se apoderó de mi polla mientras la follaba. A Benedicta le iba a venir el gusto, y esta vez lo dijo:

-Me voy a correr.

El gallinero se alborotó de nuevo.

-¡Dale, dale, dale, dale, dale, dale, dale, dale, dale...!

Le di, y viendo cómo mis colegas se la seguían machacando, exclamó:

-¡¡Me corrooooooo!!

Su coño echaba por fuera, y aún echó más cuando me corrí yo dentro de él.

Seguía Benedicta tirando del aliento cuando vi venir al Miñoca y al Tirillas con la polla en la mano. Salí de encima de ella cagando leches. Sabía lo que venía a continuación. El Miñoca y el Tirillas se corrieron en su cara. El Llorón, Pampín y el Cañotas, en sus tetas, Cascorro, en su cara y Lucho en su vientre.

Después de regarla pasó sus manos por la leche y se dio una especie de masaje en la cara, en las tetas y en el vientre. Acabó echando la mano al coño y después se chupó los diez dedos. Quedamos anonadados, todos menos el Cañotas, que le echó las manos a las axilas, la levantó en alto en peso y se la clavó en el coño, Benedicta, rodeó su cuello con los brazos, lo besó y después dijo:

-Que alguien me la meta en el culo.

Se formó una fila india. Yo me puse de último, por las dudas. El Miñoca fue el primero y se corrió sin haberla metido del todo. Pampín duró mucho, tanto duró que Benedicta se corrió sacudiéndose una cosa mala y mordiendole a El Cañotas en el cuello. Después fue Pancho, al que no le dio reparo ver salir la leche de Pampín del culo, bueno, ni a él ni a nadie. El caso fue que el culo se fue abriendo y cada vez le daba más gusto la doble penetración a Benedicta. Cómo ya dije, yo fui el último. Cuando se la metí en el culo el Cañotas y Benedicta se estaban corriendo juntos y se comían las bocas. Al meterla sentí las contracciones de su culo, me quedé quieto y mi polla reaccionó soltando leche por un tubo.

Después de esto, Benedicta se vistió y regresó a su casa. Iba fresca cómo una rosa y nosotros quedamos agotados. Era mucha mujer de Dios.

Al llegar a casa le contó con pelos y señales a su primo el cura lo que había ocurrido en el monte. Acabó diciendo:

-... Así si el otro día quedé preñada ya tenemos a quien echarle la culpa.

El cura tenía un empalme brutal. Se levantó de la silla y le quitó el vestido. Vio sus bragas blancas llenas de manchas amarillas que hiciera la leche al secar. Se las quitó mientras Benedicta sacaba el sujetador. Se agachó y vio la leche seca cubriendo los pelos de su coño y toda la raja. El muy cerdo, jadeando cómo un perro le lamió los pelos, el coño y después todo el vientre, las tetas, la cara, le comió la boca, a continuación la cogió por la cintura y la arrimó a la mesa de la cocina. Sin anestesia le clavó la cabeza de la polla en el culo, al tiempo que le decía:

-¡Toma, puta!

Mientras la polla entraba forzando su culo, Benedicta, le dijo:

-¡Maricóóóóóóóón!

Ni maricón ni hostias, agarrándola por las tetas le dio caña brava.... Poco después, cuando el cura se iba a correr, la sacó y le dijo:

-¡Mama, perra!

Benedicta le dio media docena de mamadas, después se levantó, le plantó un beso con lengua, se volvió a dar la vuelta, separó las piernas, y le dijo:

-Métela en el coño y córrete dentro.

Le mordió las nalgas, le lamió el coño y después le folló el ojete con su lengua. Al metérsela en el coño ya los dos estaban a punto para descargar. El cura la folló lentamente para no correrse tan pronto, pero Benedicta quería correrse, y quería correrse ya. Movió el culo de delante hacia atrás y de atrás hacia delante a la velocidad del rayo hasta que se detuvo, y en bajito dijo:

-Me corro. Lléname.

El cura, sintiendo cómo gemía, cómo temblaba y cómo le apretaba la polla y cómo la bañaba, le llenó el coño de leche a su prima.

Cuando se separaron le dijo Benedicta:

-Lo del monte fue mentira, Nicolás.

-¡¿Qué?! ¿Y la leche seca en el coño?

-De una paja.

-¿Y ese sabor a semen de tu cuerpo?

-Todo meo. Te autosugestionaste.

-¡¿Por qué me engañaste?!

-Para que te volvieras a correr dentro. Quiero tener un hijo tuyo.

-¡Serááááás!

Mentirosa compulsiva, es lo que era, entre otras cosas.

Quique.