La presidenta del AMPA

De como seduje y me follé a la presidenta de la asociación de padres, una madura tan morbosa como sumisa...

Hola amigos de nuevo. Estoy de nuevo con vosotr@s, tras una larga ausencia, para haceros partícipes de una aventura extraconyugal de la época anterior a la pandemia, cuando aún se podía salir de noche, moverse libremente y disfrutar de la vida y del sexo sin engorrosos límites….

Con motivo de la jubilación de un compañero de trabajo, fui de cena con los amigotes… lo típico en estos casos, y más como siendo el caso éramos todos varones: alcohol en abundancia, buen ambiente, ganas de juerga lejos de la rutina marital… tras salir del restaurante ya bastante entonados y marcharse para casa con sus mujeres los más perjudicados y los más cortados , decidimos  cuatro de nosotros irnos a tomar unas copas a un pub cercano que está muy de moda últimamente en mi ciudad, con buena música, camareras jóvenes que alegrarían la vista a un muerto y lleno de gente pasándoselo bien aun estando como estábamos en un día laboral… vamos un local lleno de posibilidades. Mientras tonteaba casi que por costumbre con la camarera que atendía nuestra barra, y sin dejar de charlar con mis amigos, no dejaba de ojear la abarrotada sala en busca de una oportunidad. Los precios elevados facilitaban que la clientela fuera selecta, descartando a la chavalada, y poca gente había en el local que no tuviera cumplida la treintena. Abundadan los hombres trajeados y las mujeres arregladas, y mi apetito crecía por momentos según oteaba el horizonte.

No llevaría ni media hora en el local cuando la vi entrar, acompañada de otras cinco mujeres de su edad. La miré fijamente aprovechando que ella no me había visto y acabé descartando cualquier posibilidad de error. Efectivamente, la que acababa de entrar era Olivia, la presidenta del AMPA del colegio de mis hijos, una mujer de cuarenta y pocos años muy bien llevados, a la que conocía de las reuniones escolares, las fiestas infantiles, corrillos del patio y poco más. Recordaba vagamente que era abogada o procuradora, que estaba casada – a su marido, un hombre mayor que ella, con aspecto de aburrido y una alopecia y una barriga incipientes lo había visto en una o dos ocasiones con ella, pero nunca lo había saludado- y que tenía dos  gemelas de siete años que estudiaban en el curso inmediatamente posterior al de mi hijo. En los minutos siguientes las observé con detenimiento y discreción, para hacerme una idea lo más exacta posible del momento: vestía de fiesta, con un vestido negro con lentejuelas, de tiras y con un buen escote. La falda corta y los tacones de las sandalias realzaban sus piernas, y estaba peinada y maquillada sin caer en la exageración. Parecía estar con un grupo de amigas más que de compañeras de trabajo, seguramente festejando el cumpleaños de alguna de ellas, y como yo mismo y mis amigos alegres y un tanto eufóricas por el alcohol consumido. Al cabo de un rato, finalizado mi análisis, decidí hacerme el encontradizo con ella, aprovechando una visita suya  a los lavabos, cercanos a donde me encontraba. Me adelanté y la abordé en el pasillo de acceso a los mismos como si yo volviese de los baños, haciéndome el sorprendido pero saludándola por su nombre y besándola en la mejilla

-       ¿Olivia? Vaya, qué agradable sorpresa…

Ella me contestó

-       Hola Daniel, ¿y cómo tú por aquí?

Yo le contesté haciendo un mohín simpático

-       Pues nada, celebrando la jubilación de un compañero y vigilando que no se emborrachen demasiado los amigos, ja ja ¿Y tú?

Ella sonrió y dijo

-       Yo en una reunión de compañeras de facultad, de esas que con el paso de los años ves cada vez menos pero con las que mantienes el contacto y la amistad, recordando viejos tiempos y rompiendo con la rutina

-       Pues te veo muy bien, la verdad, estás muy guapa esta noche…

Su turno para ir al lavabo interrumpió nuestra fugaz conversación, y no teniendo sentido esperar a que saliera del mismo me volví con mis amigos, mientras en mi mente empezaba a fantasear con  la idea de seducir y follar a Olivia. No es que fuera ni de lejos la mujer más atractiva que conozco – rubia, con gafas y media melena, de mediana estatura, con unos pocos kilos de más, que no hacen sino acentuar  sus curvas y destacar sus tetazas y su trasero… de carácter es jovial, simpática, y cotejándola con su marido siempre me ha parecido,  como suele decirse, “mucho arroz para tan poco pollo”.

El caso es que regresé como dije con mis amigos, que estaban ya de retirada: Paco estaba muy perjudicado por el alcohol y Ángel decidió llevarlo a casa en su coche, acompañando Luis la coyuntura para que lo dejasen de camino y ahorrarse el taxi. Como yo tenía ya un nuevo plan para esa noche les dije que acabaría mi copa y que me iría más tarde por mi cuenta. Tras marcharse mis amigos me pedí otro whisky y al cabo de un instante vi a Olivia salir del baño y volver con sus amigas. Me sorprendió que me buscase con la mirada, la saludé alzando mi copa y a partir de ahí nuestras miradas empezaron a cruzarse cada cierto tiempo mientras ella charlaba con sus amigas. Cuando al cabo de un rato accedieron a la pista de baile vi llegada la ocasión de empezar a jugar mis cartas y las seguí a la misma, empezando a bailar cerca de ellas como quien no quiere la cosa, hasta que antes de un par de canciones me emparejé con ella… La música y el ruido hacían casi imposible cualquier conversación, así es que nos limitamos a observarnos en silencio, a sonreírnos y a bailar, cada vez más desenfadados y absortos el uno en el otro. La música era latina, ideal para rozarnos y agarrarla como si nada por la cintura, acercar nuestros cuerpos hasta sentir el contacto frugal de su pecho contra el mío, rozar nuestras caderas y acercar cada vez más nuestras caras y nuestros labios…  No sabría decir cuántos bailes llevábamos, cada vez más absortos el uno en el otro, cuando una de sus amigas se acercó a Olivia para decirle que ellas se marchaban ya. Ella pareció dudar por un momento en acompañarlas, pero yo intervine de inmediato

-       Por favor, quédate un poco más, que luego te acerco yo a tu casa

Olivia apenas titubeó en contestar

-       De acuerdo, me tomaré la última y luego me voy

Tras marcharse sus amigas, me dirigí con ella a una mesa situada en un extremo de la sala más o menos apartado y donde elevando la voz era posible mantener una conversación. Encargué bebidas para ambos – Olivia, congestionada tanto por el baile como por el alcohol ya consumido se pidió un gin-tonic- y empezamos a charlar de banalidades del colegio y de nuestros hijos. Al cabo de un rato quise empezar a tantear el terreno y le dije

-       ¿Puedo preguntarte una cosa? ¿Cuál es el secreto de tu felicidad? Porque se te ve muy bien con tu marido, como si la rutina de los años de matrimonio, el desgaste de los hijos, el día a día y demás no hicieran mella en vosotros

Ella sonrió brevemente y me contestó

-       ¿Y cómo sabes tú que eso no es así? Porque te aseguro que no soy maga. ¿Acaso tú y tu mujer no estáis bien?

Yo torcí un poco el gesto y le dije

-       Una cosa es no estar mal, que mal no estamos, y otra muy distinta es estar bien. El día a día es una lucha constante de trabajo, rutina, niños, obligaciones… pero la chispa del amor se va gastando con el paso del tiempo, y si no hay chispa ya no digamos fuego y pasión

Y habiendo puesto una pica, me levanté acto seguido, la cogí de la mano y la llevé de nuevo a la pista sin darle tiempo a responderme, para una segunda sesión de baile. Esta vez eché el resto con el mismo, agarrándola más firmemente, dejando que mi mano se deslizara fugazmente al sur de su cintura, y estrechándola un poco más cada vez… ella se dejaba hacer sin protestar, restregándose a su vez contra mí y disfrutando con la situación; y todo ello sin hablarnos más que con la mirada, cada vez más penetrante en mi caso y seductora en el suyo.

Mi polla estaba ya dura como una piedra, y en el siguiente baile – un merengue- aproveché la coyuntura y me pegué a ella para que notara mi excitación, jugándomela a una carta: o se apartaba y daba por finalizada la velada con cualquier excusa o ya era mía…  Ella no dijo nada al notar mi polla restregarse contra ella, y como la que calla otorga acto seguido mi mano izquierda se fue a posar sobre su culo aprovechando la intimidad  y el anonimato que la semioscuridad de la abarrotada pista nos brindaban. Ella replicó a mis movimientos apretando sus brazos en torno a mi cuello para atraerme aún más cerca, clavando sus tetas en mis pectorales, y ante ello no dudé en apoyar mi mano derecha suavemente en su cabeza y buscar su boca con mis labios.

Fue un beso lento pero apasionado, lleno de tensión sexual contenida, húmedo, con lengua  y dientes… nos devorábamos como dos enamorados, con ansia y sin tregua, sin darnos tiempo apenas a respirar, como si temiésemos que de parar a hacerlo la magia del momento desapareciese y dejase lugar a la cordura. De forma instintiva habíamos dejado de bailar, y permanecíamos quietos, rodeados de gente y de ruido pero al mismo tiempo absortos en nuestro propio mundo....

Al cabo de un rato separamos nuestros labios un instante para recobrar el aliento, que no el juicio, sin dejar de mirarnos fijamente a los ojos – supongo que ella, como yo, buscaba en mi mirada contestación al qué iba a suceder a continuación- y mudos, como si temiésemos que las palabras rompiesen la magia del momento. Tras un breve titubeo me lancé y le dije

-       Disculpa Olivia si me he excedido, pero de siempre me has parecido una mujer muy atractiva, y no puedo resistirme a tu hechizo

Y antes de que pudiese contestarme la volví a besar con pasión, inclinándome sobre ella y aprovechando que ella cerraba sus ojos tras sus lentes empañadas para desviar mi vista hacia sus tetas. Su canalillo lucía brillante por el sudor, subía y bajaba sin parar por efecto de su agitada respiración y dejaba entrever un sujetador de encaje negro…  ardía de ganas de comprobar si su braga o tanga iría a juego con él, pero no era ciertamente ni el lugar ni el momento idóneos para ello. Así es que tras separarme de ella – que abrió los ojos nada más notar que me alejaba, como temerosa de ello- la cogí de la mano y la guie hacia la salida, previa parada en el ropero para recuperar su bolso y su chaqueta.

Ya afuera me dirigí al estrecho callejón lateral del pub que estaba en penumbra, y ocultándonos en las sombras procedí a apoyarla contra la pared y a comerle de nuevo la boca para acallar su primer atisbo de lucidez ante lo que estábamos haciendo

-       Estamos locos…

Eso dijo,  pero no puso ningún reparo cuando metiendo ambas manos bajo su vestido comencé a magrearle las nalgas – que tenía algo blandas pero resultaban de lo más sugerentes…- usaba tanga de hilo dental, de los que a mí me gustan, y casi que al momento sus manos empezaron a hurgar en mi pantalón buscando bajarme la cremallera para apoderarse de mi erecto miembro. Sus gemidos de placer apenas eran acallados por mi boca, y comprendí que el alcohol y su excitación habían anulado su raciocinio cuando no puso objeción a que mis manos, abandonando su culo, procedieran a dejar caer sus tirantes y a sacar sus tetas fuera del sostén para acto seguido comenzar a amasarlas y a juguetear con sus pezones mientras le comía el cuello desde la clavícula hasta el lóbulo de la oreja y le susurraba

-       Venga putita, a ver cómo la chupas

Olivia, fuera de sí, no lo dudó. Se dejó caer en cuclillas, la espalda apoyada contra la pared y las piernas abiertas en torno a las mías para, tras sacar mi polla y mis huevos completamente fuera de mis calzoncillos, comenzar a chupármelos. Lo cierto es que lo hacía con más ardor que destreza, como si estuviese falta de práctica, pero el morbo de la situación era más que suficiente para mantener mi mástil enhiesto pese a ello. Al cabo de unos segundos  la agarré con ambas manos por ambos lados de la cabeza para follarle la boca  y le dije

-       Quita las manos… las buenas zorras como tú no las necesitan para comerse un rabo. Y no dejes de mirarme mientras lo haces, guarra

Ver así a la presidenta del AMPA del colegio, casada y madre de familia, totalmente sometida, tragando polla, congestionada, babeando saliva que resbalaba hasta sus tetas desnudas en un callejón, como si fuese una vulgar ramera, me tenía a mil… mientras hacía esfuerzos por controlar mi excitación y retrasar mi orgasmo, constaté que la muy puta había metido sus manos entre sus piernas, y como quiera que la falda se la había subido hasta las caderas como consecuencia de la postura en la que estaba, no me fue difícil adivinar en la penumbra del callejón cómo se apartaba el tanga hacia un lado con una mano y se masturbaba furiosamente con la otra. Ello me puso fuera de mí, y notando cómo mi eyaculación no tardaría en producirse, le ordené

-       Así putita así, córrete para mí con mi rabo en la boca y trágate todo mi semen si no quieres manchar tu lindo vestido y que todos vean al salir lo guarra que eres

Y, como si nos hubiésemos puesto de acuerdo, ambos nos corrimos a continuación; yo mordiéndome los labios para no gritar y ella roja como la grana tragando semen para no ahogarse, ya que mis manos le impedían sacársela de la boca. Pese a todo fue tal la cantidad que eché que un reguero se extendió por la comisura de sus labios, y cogiendo éste con mis pulgares, procedí – tras ayudarla a levantarse, que para eso soy a veces también un caballero- a restregárselo por los enhiestos pezones antes de recomponerle el sostén y el vestido y susurrarle al oído

-       Y ahora vamos corriendo a un hotel, que me muero de ganas por follarte….

Apenas hablamos desde que salimos del callejón hasta llegar al párking subterráneo donde había estacionado mi coche – en la última planta y en un rincón apartado y prácticamente vacío del mismo-, y apenas subidos al mismo antes de dirigirle la palabra volví a comerle la boca y meterle mano para evitar que sin el alcohol y con tiempo para pensar se le bajara la calentura y se echase atrás… con la mano izquierda sobaba sus tetazas mientras la derecha se abría paso a través de su falda para, apartando su tanga, meterle dos dedos en el coño y comenzar a follarla lentamente y hasta el fondo… mi polla morcillona necesitaba aún un tiempo para ponerse a tono de nuevo, pero yo no quería que Olivia dejase de sentirse excitada, deseada y dispuesta a todo. Mientras la masturbaba y le metía mano comencé a comerle el cuello y a susurrarle al oído

-       Joder, sí que estás mojada… tengo tantas ganas de follarte que no puedo esperar al hotel. Pásate atrás que voy a reventarte ahora mismo, perra

Por suerte para mí tengo un monovolumen de 7 plazas con los cristales traseros tintados, que compré cuando tuve mi segundo hijo porque mi mujer quería espacio de sobras para las sillas, las bolsas con ropa de emergencia, los juguetes de la playa y el sinfín de cachivaches que uno suele acumular los primeros años,  y que ahora para follar viene también de miedo – aunque mi mujer eso no lo sabe, je je-. Así es que tras abatir las filas de asientos traseros y la bandeja del maletero quedó un espacio más que aceptable para poner a Olivia a cuatro patas mirando hacia la pared: verla así, las ubres colgando fuera del sostén entre la blusa desabotonada, la falda enrollada sobre las caderas, el tanga enrollado en uno de sus tobillos, los labios del coño abiertos y brillantes y la cabeza gacha… ver a la mamá, a la esposa y a la señora formal y decente así de sometida, de salida y a mi merced, en definitiva, me la  puso de nuevo como el granito, y tirando de ella hacia mí, mientras evitaba golpearme la cabeza con el techo, comencé a pasar mi boca por sus húmedos labios vaginales arriba y abajo mientras mi lengua iba horadándolos poco a poco desde el ano hasta el clítoris. Olivia comenzó a gemir más alto y mover sus caderas más rápido de cada vez, hasta que a cabo de unos instantes estalló en un tremendo orgasmo que la hizo correrse en mi boca como si se hubiese meado, y quedar a continuación groggy e inerte. Sin darle tiempo a recuperarse la giré boca arriba, tiré de ella hasta dejar su coño rozando mi polla, y pasándome sus piernas sobre mis hombros comencé a rozar mi polla contra sus labios vaginales mientras le decía

-       ¿qué quieres, putita?

Ella apenas levantó la cabeza sobre sus hombros  con la mirada perdida de quien acaba de correrse, y con voz ronca me contestó

-     tu polla, cabrón, métemela

Yo me eché a reír y le dije

-          Aquí no hay más cabrón que tu marido, que está en casa durmiendo como un bendito mientras su mujer se dedica a chupar rabos y a suplicar polla como una putilla cualquiera… así es que si quieres que te folle dime qué eres tú y qué es tu marido, le repliqué mientras continuaba restregando mi rabo a lo largo de su coño

-          Soy una puta, tu puta… y mi marido es un cornudo. Y ahora métemela ya de una vez, joderrrr

Sin hacerme de rogar más procedí a metérsela lenta pero firmemente, gozando de la cálida sensación de su coño húmedo a la vez que hirviendo, sintiendo cómo éste se iba ensanchando según la penetraba y con mi ego por las nubes al oír a Olivia gruñir de gusto conforme la iba rellenando hasta la matriz. Apenas sentí mi pelvis pegada a ella y mis huevos rebotando contra su culo comencé a bombearla cada vez más fuerte y más rápido mientras con la mano izquierda le oprimía el cuello – la sensación de asfixia parcial, que ella creo nunca había probado, incrementa el placer sexual notablemente- y con la derecha la nalgueaba mientras gruñía entre jadeos

-       Mira a la presidenta, siempre tan digna, tan elegante y tan distinguida, dejándose follar como una cualquiera y gozándolo como una perra…. ¿te gusta, eh puta? ¿te gusta que te monten como a una cerda?

Olivia, con el rostro congestionado, la respiración acelerada, las tetas bailándole como flanes y pellizcándose sus enhiestos pezones  aulló su respuesta a la vez que se tensaba producto de un nuevo orgasmo

-       Sííííí….. diosssss, joderrrrr, qué gusto me das……. Sigue, no pares de reventarme, me corro otra vez….. agggghhhhhh

Yo, próximo a mi vez al orgasmo, aceleré mis embates – su coño encharcado soñaba chof, chof, cuando mi polla hacía tope en él- mientras le decía

-       Tras correrme en tu boca y en tus tetas ahora me apetece rellenarte entera, puta

Ella pareció volver en sí por un instante y me contestó asustada

-       No, por favor, no estoy tomando nada y podría quedarme embarazada

Yo, que tengo la vasectomía hecha, no quise sin embargo tranquilizarla y le respondí

-       Estupendo, pues voy a preñarte y luego ya te las arreglarás tú para hacer creer al cornudo que el niño es suyo

Y bufando como un toro comencé a descargar mi semen  en su interior con golpes duros y potentes… Olivia no pudo evitar un nuevo orgasmo que la hizo desmayarse al sentirse regada tan copiosamente, y tras unos instantes de  incómodo reposo  - yo recostado a su lado de medio lado y ella goteando semen del coño sobre la moqueta-  que aproveché para inmortalizar la escena con mi móvil sin que se diera cuenta comencé a acariciarle la mejilla para hacerla volver en sí  y decirle

-       Venga, que ya es hora de volver a casa con tu marido y tus hijas

Como una zombi,  seminconsciente pero sin parecer en ningún momento arrepentida conseguí que recompusiera sus ropas y acto seguido la llevé a su casa, dejándola delante de su portal y esperando como un caballero a que entrase antes de marcharme. Yo volví con mi esposa y esa misma noche, antes de dormir, empecé a pensar en cómo iba a aprovechar la noche vivida en las semana siguientes y le mandé un whatsApp….

CONTINUARÁ

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