La presentación
Laura se propone realizar la presentación más atrevida de su vida enfrente de toda su clase.
La presentación
Me levanté algo nerviosa. Al fin y al cabo, la nota de la asignatura más importante del curso dependía de la presentación de hoy. Desayuné algo rápido y me preparé para salir.
Media hora más tarde, estaba lista. Me miré en el espejo de pared de mi habitación, ya vestida, y me sonreí nerviosa.
- Espero no haberlo llevado demasiado lejos -
Nuestra profesora lo había dejado claro. Quería que rompiésemos con lo establecido, que fuéramos atrevidas y explícitas, sobre todo con nuestra exposición. Sinceramente, ahora, al mirar mi reflejo, empecé a pensar si me había pasado de vuelta. Los nervios se apoderaron de mí y noté como me subía un cosquilleo desde mi espalda hasta mi estómago y un nudo se empezó a formar en mi garganta.
Mi proyecto era atrevido, pero era mi idea de cómo presentarlo lo que en este instante me estaba causando un primer atisbo de duda.
- No, ya lo tengo todo preparado. Texto, diseño y diapositivas. No puedo echarme atrás ahora -
Con este pensamiento me sonreí y me di la vuelta, ya más segura de mí misma. Me puse el abrigo más largo que tenía, cogí las llaves, la mochila con el portátil, y salí de mi piso. En el ascensor, terminé de repasar mi aspecto. Estaba perfectamente arreglada, aunque, para alguien que no supiera que iba a hacer hoy, mi atuendo no tenía mucho sentido. Un abrigo tipo blazer bastante grueso que me llegaba hasta un poco más abajo de la rodilla, con lo que se veía de mis piernas desnudas, más unos botines a juego con el abrigo. Si alguien tenía el suficiente frío como para ponerse ese abrigo, sin duda habría considerado unos pantalones largos, o medias, al menos.
Cuando atravesé el portal a la calle noté el frío de la mañana, aunque ya era mayo, y las temperaturas empezaban a subir agradablemente. Un escalofrío me recorrió el cuerpo y me dirigí con paso firme hacia mi coche.
Arranqué e intenté buscar una emisora que me distrajera de más pensamientos relacionados con la exposición, pero no lo conseguí. Pensé en los proyectos de mis compañeras, y cómo de diferente sería el mío. Ellas habían seguido el camino fácil, imitando a los nombres más grandes e intentando sin mucha originalidad darles una vuelta transgresora y de denuncia. Me reí para mis adentros. A transgresora no me iba a ganar nadie.
Llegué a la facultad y aparqué el coche. Comprobé la hora dos veces. Todavía era pronto. Salí del coche con cuidado de que no se me subiese mucho el abrigo y caminé hacia la cafetería. Necesitaba un café y repasar mi texto para la presentación.
Ya dentro de la facultad me sentí más segura con mi atuendo. Desde luego aquí a la gente le importaba más el estilo que la funcionalidad de la ropa. Nadie iba a reparar en la razón por la que no me quitaba el abrigo, aún con la agradable temperatura que hacía dentro.
Nada más sentarme con mi café recién hecho, alguien tocó mi espalda.
¡Buenas! - dijo casi gritando.
¡Joder, Ana, que susto! - mi mejor amiga y compañera apareció por detrás, sobresaltándome.
¿Qué? ¿Nerviosa? - respondió entre risas mientras se sentaba enfrente.
Pues ahora mismo, un poco. Aunque creo que voy a sorprender, como pidió -
¿Sí? ¿Qué has preparado? ¿Un vestido? ¿Una chaqueta? ¿Qué has hecho para... -
Ya lo verás - la corté.
Vengaaa, ¡dame una pista al menos! -
Noooooo, nada de pistas, nada de nada - respondí divertida por la insistencia.
Joe tía, siempre con tus secretos - me dijo, ya resignada - Ya sabes que nunca te voy a robar una idea, no como otras... -
Lo sé, lo sé. No es por eso, es porque creo que la sorpresa va a ser más grande de lo que esperas.
Alguna de tus putas locuras, seguro. Bueno, al menos déjame contarte lo mío.
Mientras Ana me contaba su trabajo, no dejaba de preguntarme cómo reaccionaría ella al ver el mío. Seguro que le iba a encantar, pero seguro que no se imaginaba el espectáculo que estaba a punto de dar enfrente de toda la clase.
Tras quince minutos hablando, me dijo:
¿Vamos a clase ya? -
Vale, pero déjame que vaya al baño primero - respondí recogiendo mis cosas.
Nos levantamos y caminamos hasta el baño más cercano a la clase. Parecía que ya había gente entrando en el aula.
Espérame aquí fuera, ¿vale? - dije abriendo la puerta del lavabo.
Vaaaaale, pero no tardes, ¿eh? Que nos conocemos - oí mientras cerraba la puerta.
Al entrar en el baño me di cuenta de que todos los cubículos estaban con la puerta abierta y vacíos. Estaba sola. Me puse frente al espejo y me alejé un poco para verme mejor. Me desabroché el abrigo, abriéndolo hasta mostrar en el amplio espejo lo que escondía.
- Ahora sí que estoy nerviosa – pensé alterada - ¿De verdad voy a hacer esto? -
Me repasé bien de arriba abajo durante unos largos segundos, como había hecho esta mañana en casa. Podía haber hecho esto de muchas maneras, y mi presentación me estaba empezando a hacer dudar.
¿Y si les parece demasiado? -
¿Y si me cortan a la mitad? -
¿Y si no lo entienden? -
¿Y si pese a todo me suspenden? -
Ya empezando a temblar de nervios, me volví a tapar con el abrigo.
- ¡No! Tengo que hacerlo. Va a ser la mejor presentación de mi carrera. – me dije, como ya me había dicho a mí misma las noches anteriores.
Me lo había imaginado muchas veces y estaba casi convencida de que me iba a salir bien, y, además, de que lo iba a disfrutar muchísimo. Con una nueva sonrisa de convicción en la cara, salí del baño donde me esperaba Ana.
- Así me gusta, venga, vamos a clase. - me dijo con evidente prisa.
Cuando llegamos a la puerta de clase, observé que no había demasiada gente dentro. Todavía quedaban algunos minutos antes de empezar.
¿Te sientas conmigo? - me preguntó Ana.
Me voy a sentar sola un poco más atrás, que tengo que repasar mis apuntes para la exposición. -
¿En serio? ¿Seguro? – recriminó, un poco molesta por mi respuesta.
Sí, tía. Ya sabes que necesito concentrarme y no estar comentando el resto de las presentaciones. Eso lo podemos hacer después - respondí riéndome y guiñándole el ojo.
Bueeeeeno, está bien. Te dejo para que repases tu super-trabajo super-secreto del que no quieres decirme nada – aceptó, ya menos irritada por no poder sentarse conmigo.
Te va a gustar, te lo aseguro.
Nos dirigimos hacia el centro de la clase, donde un pasillo central dividía las filas de asientos. Ana se sentó sola en los primeros asientos y yo avancé un poco más, casi hasta la mitad final de las filas.
Tras pasar unos cuantos sitios para tener un poco más de intimidad, saqué mi portátil de la mochila. Quería aprovechar los últimos minutos antes del comienzo de la clase para repasar las diapositivas que acompañarían mi presentación.
- Sin duda son el plato fuerte - pensé.
Podría haberlas sustituido con un voluntario en vivo, eso habría sido increíble. Pero si ya tenía dudas sobre si iba a ser demasiado, no me quiero imaginar como de nerviosa estaría con esa solución. Además, apenas había chicos en la carrera. Ese pensamiento empezó a despertar un calor muy familiar para mí.
Pasé mi presentación a un pendrive para poder ponerla en el proyector de clase y ahí fue cuando escuché la puerta cerrarse.
- Buenos días a todas – saludó nuestra profesora, María, a la vez que avanzaba hacia su escritorio. - Espero que hayáis descansado para el día de hoy. Como bien sabéis, hoy tenemos exposiciones y espero ser sorprendida. No hace falta que diga que esta es una de las asignaturas más importantes de la carrera y os interesa sacar la máxima nota posible -
La clase se silenció por completo.
- Si habéis seguido los requisitos del proyecto y de presentación estoy segura de que lo conseguiréis - dijo con cierta esperanza, aunque estoy segura de que ya sabía que la mayoría de los trabajos apenas rozarían el aprobado. - Aprovecho para recordaros que está prohibido el uso de móviles y dispositivos de grabación. Y revisad que tengáis todos vuestros aparatos en silencio. No quiero interrupciones de ningún tipo, eso puede influir en la nota del infractor-
María sacó un cuaderno mientras el resto de la clase nos preparábamos para las dos horas en las que todos nuestros trabajos serían evaluados.
- Bien. Comencemos. Paula Aguirre, te toca empezar. - anunció nuestra profesora y jueza.
La alumna se levantó con una gran bolsa que contenía su proyecto. Mientras colocaba un vestido en el maniquí preparado para las presentaciones, la clase se revolvía de nervios. Todas nos jugábamos mucho en nuestros minutos. Se palpaba la tensión en el ambiente.
Y así fue como continuó la primera hora de presentaciones. Una detrás de otra, íbamos pasando por la tarima que normalmente ocupaba un profesor. Aproveché para fijarme en los que pronto serían mis espectadores. La clase estaba casi vacía para su capacidad, unas quince o dieciséis personas. La mayoría eran chicas, solo había dos chicos matriculados este año. No sabía decir si eso era bueno o malo, dada la naturaleza de mi proyecto. Acabé por desentenderme del número y sexo de mis compañeros y centrarme en las exposiciones.
Llegamos al ecuador de la clase, y el desgaste se empezaba a notar. Cada vez había menos alumnas interesadas en las presentaciones o demasiado nerviosas con sus propios problemas. María, ya se había acomodado en su escritorio, menos concentrada en fingir interés por los trabajos que estaban siendo presentados. Al menos la exposición de mi amiga Ana parecía haberla agradado. Mucho mejor enfrentarse a una María contenta, que frustrada.
Más exposiciones pasaron y yo sabía que mi turno estaba cerca, así que comencé a prepararme. Lentamente, sin hacer mucho ruido, comencé a descalzarme. Los botines no eran parte de mi proyecto. Cuando mis pies entraron en contacto con el suelo, noté la fría piedra, que me mandó un nuevo escalofrío por la espalda. Esto bien podría haber sido por los nervios, pero preferí achacárselo a la sensación de pisar el suelo con los pies desnudos. Metí mis botines en la mochila.
Laura Guerra - me sorprendió.
¡Si! - exclamé.
- Adelante, cuando estés lista - me apremió mi profesora.
Me levanté, y salí al pasillo central de la clase. No todos me observaban, pero yo sentía la presión de mil miradas sobre mí. Comencé a caminar hacia el escenario, sintiendo a cada paso el frío en mis pies. Conseguí subirme al escenario, con María mirándome extrañada, quizás porque iba sin ningún material de apoyo.
- Cuando quieras – me sugirió, inquisitiva.
Me situé cerca de su mesa, lo suficiente para poder enganchar el pendrive en el ordenador. No sabía si los demás eran conscientes de los nervios que sufría en ese instante, pero sí sabía que ninguno esperaba el espectáculo que tenía preparado.
Cuando la primera diapositiva apareció en la pantalla, me situé en el centro del escenario. Aproveché para acercar un taburete que podría servir de algún propósito a mi presentación, aunque no tenía claro cuál.
La diapositiva no era más que un fondo negro. No había nada escrito, todo lo que había que decir lo iba a decir yo, aunque no saliesen palabras de mi boca.
En el centro, tapando parcialmente la pantalla, el haz del proyector me sirvió como un foco personal. Empecé a hablar.
- Buenos días a todas, voy a presentar mi trabajo para proyectos. Espero que os guste -
No el mejor de los comienzos, ya que los nervios hicieron que mis palabras sonasen entrecortadas. A pesar de eso, sabía lo que tenía que hacer ahora. Calmarme y seguir.
Poco a poco, me desabroché el abrigo. A la vez, hice un gesto para dejar mis hombros al descubierto mientras cruzaba los brazos por delante para evitar que se abriese. El abrigo empezó a descender por mi espalda y torso, y cuando ya no pudo bajar más, llevé mis brazos a los laterales de mi cuerpo, dejando que la prenda cayese al suelo de manera silenciosa. Mi trabajo, en mi cuerpo, estaba expuesto ante mi clase.
Todas las miradas se centraron en mí, con los ojos abiertos como platos. La expresión de incredulidad en sus caras solo podía compararse con la de haber presenciado un milagro bíblico. Bocas abiertas y varias bocanadas de sorpresa. Era lo que buscaba.
Uno, dos... Probablemente fueron de los segundos más largos de vida. Me sentía paralizada, pero tenía que continuar.
- Como veis, he decidido desarrollar una innovadora pieza de lencería- dije con una velocidad impropia de una frase clara.
Adopté una pose con la que se me viera bien. Como una modelo de pasarela.
- Esta no es una pieza de lencería normal. El paradigma de la sensualidad nos dice que es mejor sugerir que enseñar. La lencería tradicional sólo actúa como un envoltorio bonito del cuerpo, desechándose una vez empezado el sexo. Este body está diseñado para disfrutar del sexo con los cinco sentidos, sin tener que quitártelo en ningún momento. Además, la tela que lo compone es de un nuevo tipo de encaje ultrarresistente, con unas propiedades muy interesantes - intenté concluir - Voy a empezar por contaros los elementos a destacar en el diseño –
Estaba demasiado nerviosa como para preocuparme de cualquier cosa que no fuese mi presentación. Miraba al frente, pero no era consciente de nada de lo que pasaba ni a un metro de distancia, como si los propios nervios me hubieran cegado.
- Empezando por arriba, - continué tan rápido como pude - lo primero que encontramos es la parte del cuello. Aquí se encuentra un collar, esencial para la sujeción de la prenda, aunque su funcionalidad no acaba ahí, como veréis más adelante. Rodea todo el cuello y tiene cuatro centímetros de ancho. -
Aproveché para tomar aire e intentar ir un poco más lento. Había practicado mi texto decenas de veces, no podía permitirme olvidarme de nada.
- De aquí surgen dos tirantes frontales que rodean el pecho por el lateral exterior, acomodándose a un generoso margen de tallas. - dije mientras con una mano recorría la tela. – Es evidente que no hay ninguna parte que cubra el pecho. -
Me pasé la mano por encima de una de mis tetas, rozándome el pezón suavemente. Estaba con las tetas al aire enfrente de mis compañeras, compañeros y profesora. Despedía sensualidad por todos los poros de mi cuerpo. La sensación que eso me produjo fue indescriptible y, a la vez, predecible, pues notaba un creciente calor y un fuerte cosquilleo entre mis piernas.
- Justo debajo del pecho podemos encontrar un refuerzo que actúa como una pequeña plataforma que permite elevarlo un poco. Es similar a un push-up - proseguí mientras me cogía mi teta izquierda desde abajo y la elevaba. A la vez con la otra mano, señalaba la parte de la prenda a la que me refería.
-Desde luego no es lo mismo que un sujetador, pero es una concesión a realizar para que los pechos queden al descubierto. -
Me solté la teta, lo que produjo que botara sutilmente con la caída. Me propuse hacer una pequeña pausa para evaluar al público. Sus expresiones no habían cambiado.
Mi mirada coincidió con la de mi amiga Ana. Era la única con una expresión diferente a la de mis compañeras. Su mirada decía "Esto es a lo que me refería con: "otra de tus putas locuras", mientras que su sonrisa sugería: "Tía, lo estas bordando". Eso me calmó un poco y me permitió proseguir con algo más de seguridad.
- Pasando a la parte del vientre, aquí he seguido el contorno de las curvas del cuerpo, consiguiendo una forma que se adapta y baja hasta la cintura, donde termina rodeando la cadera - seguí señalando con mis manos los bordes de la tela. - Más allá de la cadera tenemos la zona genital -
Esperaba que esta parte no me causase problemas, era la sección más delicada de mi trabajo.
- La tela termina en el monte de venus, donde se divide en 2 finas tiras independientes que continúan rodeando por debajo. Las tiras son lo suficientemente delgadas como para no cubrir la vulva, quedando los labios expuestos - empecé a apoyarme en el borde del taburete. Al final le iba a dar uso.
No sólo había expuesto y manoseado mis tetas frente a un público atónito, si no que también iba a separar las piernas y mostrarles como de accesible estaba mi coño con esta lencería. La pregunta que rondaba mi mente ahora era: ¿Estaban lo suficientemente cerca para notar mi excitación?
Ya tenía las piernas separadas lo suficiente como para que, incluso mi profesora María, situada en el extremo derecho del escenario, pudiera ver cómo me exhibía sin aparente pudor. María se inclinó hacia delante ajustando sus gafas para verme mejor. Desde luego su actitud había cambiado de un aburrimiento rutinario, a un interés que, ni yo ni nadie en clase, había visto nunca.
- La parte de atrás es igual de importante - dije girándome lo suficiente para que todos pudieran verme con claridad. - Las tiras de las que ya os he hablado, cruzan diagonalmente la parte superior de los glúteos, para terminar uniéndose con lazos, en los laterales anteriores de la cadera. Se pueden deshacer y atar directamente atrás, sin pasar por debajo, y, si es necesario, también se pueden retirar por completo de la prenda. - expliqué de una manera más pausada.
Mientras cogía uno de los lazos y tiraba de él, demostrando a lo que me refería, me di la vuelta completamente. Ahora les ofrecía una vista perfecta de mi culo. Me agaché un poco, apoyándome con una mano en el taburete, inclinándome hacia delante, pero intentando mirar hacia el público. Estaba bastante segura de que, con esta postura, también se me veía el coño perfectamente. Con cada segundo estaba disfrutando más y más con esta presentación.
- Como veis, es fácil y rápido - demostraba con habilidad - También podréis apreciar como la prenda sube por el centro de la espalda, estrechándose hasta la anchura de los dos tirantes frontales justo antes de llegar al collar, donde se ensancha de nuevo para terminar donde hemos empezado. -
Me volví para dirigirme a la clase de nuevo, y de nuevo pudieron disfrutar de la visión de mis tetas y una mejor aún de mi sexo.
La primera parte de mi presentación había concluido, y ya estaba realmente cachonda. Notaba un calor constante en mi zona íntima, que apremiaban unas ganas tremendas de tocarme. Pero eso tendría que esperar. Una cosa era desnudarme en público, otra muy distinta era masturbarme sólo por el morbo de hacerlo ante una atenta multitud.
De nuevo, estaba claro que había conseguido mi objetivo de sorprender a todo el mundo en ese aula. Las caras de sorpresa se habían transformado en caras de interés, pudor y excitación a partes iguales. Fue en ese momento en el que estaba totalmente segura de continuar mi exposición. Lo mejor estaba aún por llegar.
- A continuación, os voy a mostrar cómo se comporta mi trabajo en diferentes escenarios sexuales - dije mientras me apartaba al lado izquierdo del escenario, dejando ver con claridad el brillante cuadrado iluminado por el proyector.
Y cambié a la siguiente diapositiva.
Volvieron a aparecer caras de sorpresa en mi audiencia. Nadie se esperaba que esto pudiera escalar a más.
La diapositiva consistía en una única foto a tamaño completo, en la que se me veía frontalmente con mi lencería, iluminada por una luz frontal tenue, acompañada por una contraluz que brillaba más atrás. La diferencia entre la foto y mi directo, era una silueta más grande, casi oculta por las sombras, situada detrás de mí. Unas manos grandes me agarraban un pecho con fuerza mientras la otra se perdía en mi entrepierna. Su cabeza estaba enterrada en mi cuello, ligeramente inclinado para dejar espacio. No se distinguía la identidad de mi misterioso compañero, solo se veía mi cara, con una mirada de ojos cerrados, ligeramente alzada, y, la boca entreabierta. Una expresión de placer tan intensa, que sería imposible de reproducir en otras condiciones.
Creí que me corría ahí mismo, sin tocarme, en ese mismo instante. Me daba igual haber ido demasiado lejos. Estaba siendo la experiencia más excitante de mi vida e iba a disfrutarla hasta el final.
- Como veis, el acceso a las zonas erógenas es inmediato, sin dificultades. A pesar del collar, la mayor parte del cuello sigue expuesta. - dije mientras me apartaba el pelo y doblaba el cuello, cómo en la foto. - También os puedo asegurar que la zona del pecho es totalmente compatible con cualquier interacción, sin ser incómodo para ninguna de las partes -
Demostrando mi afirmación, me llevé las manos a las tetas, y me las apreté haciendo movimientos circulares, variando la presión que ejercía con mis dedos. Fui consciente de lo duros que tenía los pezones. Cada vez que mis dedos los tocaban, estímulos de placer recorrían mi cuerpo. No tenía planeado estar jugando sexualmente con mis pechos enfrente de toda mi clase. Esto ya había transcendido la profesionalidad requerida en un evento importante de una asignatura universitaria.
En un último movimiento, tiré de mis pezones hacia arriba. Al soltarlos, mis tetas cayeron, juguetonas, botando hasta volver a su posición natural.
- En esta foto, llevo las tiras atadas por debajo, y aun así el contacto es total. - confesé de manera segura. - Os lo demostraré -
Atándome de nuevo los lazos por debajo, procuré mostrarme lo más parecido que pude a mi imagen proyectada. Todas las fibras de mi cuerpo trabajaron a la vez al intentar contener un gemido cuando me pasé la mano por el clítoris. Esto estaba resultando más difícil de lo que jamás podría haber imaginado. Aun así, me aparté los labios mostrando mi coño en todo su esplendor. Estaba muy cerca de mandarlo todo a la mierda y meterme un par de dedos, pero ya había mostrado lo que se requería y aún me quedaba algo de autocontrol.
Era el momento de pasar de diapositiva. Volví a adoptar una postura natural.
- El diseño tiene en cuenta dos de los posibles roles sexuales más comunes, sumisión y dominación. El objetivo de la prenda es moverse entre ellos de manera fácil y fluida." - empecé a describir mientras apretaba el botón que producía el cambio de imagen en la pantalla.
La iluminación era igual que en la anterior imagen, pero ahora me mostraba de perfil, de rodillas en suelo, el culo casi en los talones y los brazos a mi espalda. Con el torso inclinado hacia delante y la cabeza hacia atrás, mi pelo caía libre como una cascada morena, casi negra. Mi silueta exhibía todas las curvas que mi cuerpo podía ofrecer. Un sombreado culazo permitía formar un arco que subía por mi espalda. Mis generosos pechos, sólo perturbados por un pezón erecto, mostraban su dimensión real. Mi pieza de lencería se veía espléndida, pero lo que más llamaba la atención era lo que había de tetas para arriba.
Mi expresión estaba formada por unos ojos que miraban suplicantes hacia arriba y una boca abierta, con la lengua fuera. Describía a la perfección que rol estaba tomando en la fotografía. Si todavía quedaba alguna duda, mi invitado de la foto anterior la resolvería.
En el collar de mi cuello, una cuerda atada se tensaba ligeramente hacia arriba, terminando en una de las manos que anteriormente exploraba mi cuerpo. Su silueta también se encontraba de perfil, en dirección opuesta a mía, casi sumida en las sombras y cortada a la altura del pecho, pero ahora se apreciaba algo que no se podía percibir en la diapositiva previa. Él también estaba desnudo.
Una polla erecta, totalmente horizontal, se presentaba casi encima de mi cara. Unos huevos sin vello con apariencia de pesados, completaban la erótica composición. Un simple tirón de aquella correa, y acabaría con esa polla en boca. O quizás con la cabeza enterrada entre sus piernas, con su miembro recorriendo toda la longitud mi cara y sus huevos en la cálida cama que ofrece mi lengua. Mis pensamientos derivaron a lo mucho que me apetecía volver a esa misma posición. Chuparla, lamerla, metérmela hasta el fondo de la garganta. Si hubiese tenido un voluntario, lo habría hecho sin dudar.
Volví a concentrarme.
- El collar tiene un pequeño agujero de botón, tanto en la parte delantera como en la trasera, que permite atar complementos, si así se desea. Es prácticamente invisible en el caso contrario - expliqué, obviando el hecho de que hablaba del rol sumiso. - Por supuesto el material del collar es suave y cómodo, por lo que asegura confort, incluso si las cosas se vuelven...- me pausé - ... intensas. - Mi faceta de perra en celo casi asumió el control de mis palabras.
Mostrarme así de sumisa en público superaba con creces la excitación que me provocaba el desnudo. Ya estaba notando una inundación de fluidos en mi coño que no habría creído posible antes. Sin duda iba a necesitar tocarme nada más salir de allí. O que alguien me follara ahí mismo en frente de todas. No iba a poner pegas a nada.
Parece que un nuevo desnudo no había causado tanta impresión entre mi público. La única diferencia que encontré fue algunas caras sonrojadas, por lo que pude deducir, que más de una entre la audiencia se encontraba identificada en mi fotografía.
Decidí pasar a la siguiente diapositiva.
- El rol dominante no necesita de accesorios, sólo un uso creativo del diseño - describí la imagen de la pantalla.
Esta vez, se me mostraba encima de mi compañero. Ahora él estaba tumbado sobre unas sábanas blancas. Casi todo su torso estaba tapado por el mío. Sus brazos se elevaban al cabecero de la cama, donde se encontraban con los míos, que agarraban sus muñecas con fuerza mientras una cuerda con un nudo aseguraba que se mantendrían en esa posición. Ayudando a la retención de aquel chico, nuestras caderas coincidían, pero mis piernas flexionadas rodeaban sus muslos impidiendo que se separasen. Mi culo agradecía la posición mostrándose en su mejor ángulo, ligeramente arqueado hacia arriba, para dejar espacio a una polla que luchaba por alzarse. O penetrarme. Porque mi coño se mostraba orgulloso de nuevo entre mis nalgas, ofreciendo una nueva visión mi anatomía más íntima que pedía a gritos que le metieran una polla.
Mi pelo mantenía la identidad de mi acompañante atado un secreto, pero me pregunté cuántos hombres querrían ocupar su lugar al ver esa foto. Sin duda sería un número grande.
- Lo que he usado para atar a mi compañero no son más que los propios lazos que aseguran la parte inferior de la prenda. Además, no hay que tener miedo de romperlos, gracias al tejido ultrarresistente, son capaces de resistir gran tensión. - aseguré con confianza - Por ese motivo, recomiendo no pasarse con los nudos. Aunque en caso de emergencia, son vulnerables a los cortes de una simple tijera. -
Ya sólo quedaba una diapositiva, y agradecí que la presentación estaba a punto de terminar. No sabía si mi cuerpo aguantaría más. Y el final no iba a decepcionar. Sería la cereza encima de una tarta de leche merengada. Mi postre favorito.
- Para terminar, me gustaría recalcar que este body no sólo es resistente a tensiones, también es impermeable a cualquier tipo de manchas causadas por el sexo. -concluí cambiando a la fotografía final.
Con las rodillas separadas en el suelo, mi cuerpo se alzaba ocupando la totalidad de la imagen, aunque sin duda, el énfasis estaba en mi boca. Abierta, con la lengua sacada. Un abundante líquido, blanco y espeso, que bañaba mi toda mi boca y resbalaba por las comisuras de mis labios, deslizándose por mi mentón. Unos goterones descendían por mi barbilla, y se intuía perfectamente donde iban a parar. Mis tetas estaban cubiertas también, casi equitativamente. Sin duda era una corrida abundante. Cualquiera podía dudar que toda perteneciera al mismo hombre, y se podía plantear que más de uno había participado en cubrirme de semen.
Lo importante para la presentación fueron aquellos trozos de la pieza manchados de corrida, que procedí a señalar inmediatamente.
- Como veis, no hay ni rastro de los trozos manchados en la fotografía - me señalé - Esta foto fue tomada hace menos de veinticuatro horas y tras un lavado rápido en seco, se eliminan por completo. -
La incredulidad volvió a las caras de todas, y justo después de acabar la frase se escuchó un pequeño gemido. Miré con rapidez hacia el lugar de origen del sonido, que parecía proceder de la zona donde estaba sentada Ana. Desde mi posición elevada, era la única que podía ver con claridad como tenía las piernas ligeramente abiertas y una de sus manos se perdía sospechosamente entre ellas. Nuestras miradas se cruzaron y la vergüenza se empezó a apoderar de ella. Se sonrojó al instante.
Decidí intentar salvar a mi amiga redirigiendo hacia mí la atención.
- Y así concluye la presentación de mi trabajo. Espero que os haya gustado y no dudéis en preguntarme cualquier duda que os haya podido surgir acerca de la pieza - dije con el alivio de finalizar una maratón de sensaciones.
La clase se quedó en silencio de nuevo. Pensándolo mejor, no quería responder a ninguna pregunta. Lo que quería era bajarme de ese escenario y masturbarme con fuerza. Necesitaba un orgasmo con urgencia.
Tras unos segundos de silencio más, me fijé en la hora. Hacía diez minutos que había terminado la clase. Pero nadie parecía molesto por perder ese tiempo.
Una presentación y trabajo fantásticos, Laura - me felicitó mi profesora - Espero que hayáis tomado nota de cómo se cumplen todos los requisitos de una presentación rompedora -
Muchísimas gracias – respondí aliviada.
Hemos terminado por hoy, tendréis las notas disponibles en una semana – concluyó la clase María.
Nada más oír eso, cogí mi abrigo y mi pendrive. En un último acto de exhibicionismo, caminé todavía prácticamente desnuda por el pasillo central, con una sonrisa triunfal en mi cara. El movimiento de mis tetas al andar provocó que el bullicio que normalmente invade un aula después de clase, se sustituyera por miradas indiscretas o desvíos de pudor.
Cuando llegué a mi asiento, me puse el abrigo y terminé de recoger. La gente había empezado a cuchichear y a abandonar el aula, pero Ana venía caminando hacia mí.
Has estado increíble. - me felicitó con sinceridad.
Gracias, ha sido una locura - respondí visiblemente acalorada.
Y gracias por salvarme de mi pequeño accidente. Ahora me toca a mí salvarte a ti -
¿Cómo? -pregunté, confusa.
Me agarró la mano con fuerza y tiró de mí. Atravesamos la clase ya casi vacía con rapidez. Justo al cruzar la puerta nos abordó una compañera. Se dirigió a mí.
- ¡Laura! Perdona, ¿te puedo preguntar una cosa? - me dijo en voz baja, para que nadie más que yo la escuchara.
¡Un momento! - dije, frenando a Ana - Por supuesto, dime -
¿Crees que te puedo hacer un encargo en color rojo? - imploró tímidamente.
Por supuesto. – sonreí contentísima - Déjame tu número y... -
Ana me interrumpió bruscamente tirándome de la mano de nuevo.
- ¡Lo vamos hablando! - grité mientas me llevaban.
Al menos la había dejado con una sonrisa en la cara. Me sentía muy contenta con el aparente éxito de mi trabajo entre mis compañeras, pero las prisas de Ana me estaban poniendo nerviosa.
¿¡Pero qué coño te pasa?! ¿A dónde vamos? – pregunté, visiblemente irritada.
Es una sorpresa - me susurró de manera pícara, guiñándome un ojo.
Ahí fue cuando me di cuenta de que estábamos en la puerta del baño donde había estado preparándome antes de mi exposición. Me metió dentro junto a ella. De nuevo, estaba vacío.
Su mirada de lujuria me anticipó lo que iba a pasar. Si mi excitación había disminuido algo desde el final de la clase, Ana la había vuelto a aumentar al máximo con esa mirada. Se abalanzó sobre mí y me besó con pasión. Inmediatamente nuestras bocas se fundieron en un morreo de película. Nuestras lenguas jugaron durante largos segundos, y mi cuerpo lo recorrían sensaciones que no había sentido así de intensas en toda mi vida. Se separó unos centímetros de mí y llevó sus manos a los botones de mi abrigo.
¿Así que te gusta exhibirte y tocarte enfrente de toda la clase? ¿Eh, zorra? - dijo mientras me abría el abrigo.
No he estado tan cachonda en mi vida - confesé jadeando.
Mi cuerpo desnudo estaba expuesto de nuevo, pero ahora sólo para Ana. Me agarró de las tetas con fuerza y comenzó a besarme el cuello. Solo pude soltar un gemido.
- Pues aquí tienes tu recompensa por calentar a toda clase - me susurró.
Su boca encontró mi pezón y lo chupó con unas ganas voraces. Estaba en el séptimo cielo.
- Me he corrido cuando te he visto bañada de lefa, ¿sabes?, joder casi me pillan tocándome mientras te miraba. - me dijo mientras cambiaba de pecho.
Eso me encendió aún más y aproveché que estaba ligeramente agachada para levantarle la camiseta. Ella aceptó con ganas, ayudándome, acabamos de quitársela por completo. Con un hábil movimiento desabroché su sujetador y lo tiré al suelo. Ahora era mi turno.
Me agaché para chupar las tetazas de mi amiga. Me metí uno de sus pezones en la boca, y succioné con fuerza. Alterné lametones con pequeños mordiscos mientras Ana empezaba a gemir de placer y llevó una de sus manos a mi coño. Empezó a masturbarme.
Seguro que estabas deseando tocarte ahí arriba ¿eh? Lo podrías haber hecho, total, todo el mundo se lo esperaba. - me provocó.
Si, me moría por hacerlo - respondí, jadeando, todavía con su teta en mi boca.
Ya lo sabía yo, te encanta ser tan puta, ¿a que sí? -
Sí -
Te hubiese gustado tener un rabo para que te follara ahí mismo, ¿no? -
Siiii -
Y que se corriera en tu carita en frente de todos, ¿verdad que sí? -
¡SIIIIIIIIIIIIIIII! - dije casi gritando, al borde del éxtasis.
Ella retiró su mano e inmediatamente la intenté coger. Necesitaba mi orgasmo ya. Pero Ana me lo negó.
- No , no - dijo empujándome dentro de un cubículo.
Me sentó y ella se agachó. Me separó las piernas. Sin esperar a nada, enterró su lengua en mi coño. Nada podría haberme preparado para eso. Su lengua jugaba dentro y alrededor de mí y yo no podía contenerme más. Mis gemidos ya se oían por todo el baño. Iba a correrme. Agarre con fuerza su pelo y me preparé.
- Me... me... voy a.. a correr... – avisé como pude entre gemidos.
Ana aceleró su comida de coño y ya no pude aguantar más. Todo mi cuerpo se estremeció en el orgasmo más intenso de mi vida. Me arqueé subiendo mi pelvis, cerré las piernas y apreté su cabeza sin preocuparme de su seguridad. Olas de placer se propagaban por todo mi cuerpo y terminaron en un gutural gemido que no pude reprimir.
Todavía estaba temblando cuando conseguí relajarme un poco y liberar a mi amiga de entre mis piernas. Me sentía todavía mareada cuando la miré. Tenía la cara llena de mis flujos. Me había corrido en la cara de mi amiga.
Con una pasión impropia de alguien que se acaba de correr, me lancé a besarla sin importarme nada. Con el beso me agaché junto a ella y nuestras tetas se juntaron y aplastaron como segundas bocas. Ese morreo selló nuestro encuentro furtivo en los baños de la facultad. Nos separamos y ambas volvimos a la realidad.
Nos reímos. Eso sí que había sido una locura, cualquiera podía haber entrado, y seguro que alguien me había oído correrme.
- Me debes una buena comida de coño, zorra. Igual te hago subir para que me lo hagas en mi próxima presentación – me sugirió divertida.
Me reí, pero quería devolver el favor. Además, seguía inexplicablemente cachonda. Quise bajar a quitarle los pantalones y ponerme a ello, pero me frenó.
- Aquí no, puta loca, ya hemos armado bastante escándalo – me recordó. – Venga, vámonos – me dijo con prisa.
Una vez en pie, empezamos a vestirnos.
¿Quién era el chico de tu presentación? - me preguntó mientras yo echaba un último vistazo a sus tetazas.
Ángel - respondí con curiosidad - ¿Por?
Llámale. Vamos a tu piso. -
Fuimos hacia mi coche casi corriendo, y pensé en lo que me esperaba en las próximas horas. Me apetecía mucho devorarle el coño a amiga para darle las gracias, y a partes iguales me apetecía una buena follada. Llamé a Ángel.
En media hora en mi piso - abordé nada más descolgó.
¿Cómo ha ido? – me preguntó.
Ha sido todo un éxito -