La pregunta
Su pregunta me abrio al camino hacia la felicidad
LA PREGUNTA
Había cumplido los 19 años y la fiesta junto a sus compañeros de Universidad había sido en nuestra casa la noche anterior. Durante gran parte de ella yo había escuchado sus risas y conversaciones hasta que por fin el sueño me venció.
Al día siguiente, casi al mediodía él y yo nos sentamos al comedor para tomar desayuno .Mi hijo tenía la cara típica después de una fiesta pero se veía feliz. Me dio detalles de la fiesta y comentarios acerca de algunos compañeros y compañeras suyas que yo conocía. Contestó muchas de mis preguntas y luego de un silencio más o menos largo me soltó la pregunta que al parecer tenia atravesada desde hacia tiempo.
- Mamá -¿Por qué yo nunca te veo?
Le respondí sonriendo.
- Pero Raúl querido, como puedes decir eso. Desde que vivimos los dos solos, todo el tiempo que tengo aparte de mi trabajo´ te lo dedico a ti. A veces pienso que nos vemos demasiado y que invado tu vida privada.
El me miro un rato aun sin cerrar su sonrisa y me dijo con voz suave casi como en un murmullo.
- Creo que no me entiendes mamá, no me refiero a eso. Me refiero más bien a que no te veo en tu aspecto físico, a que eres demasiado recatada en ese sentido. Por ejemplo anoche conversando con mis compañeros aquí en la fiesta me di cuenta que yo nunca te he visto desnuda, no sé cómo eres , como luces, Estoy seguro que eres mucho más linda que la mayoría de mis compañeras, pero solo eso lo imagino yo nunca te he visto.
Yo trate de reír, pero esa risa me salió un tanto forzada porque de verdad su pregunta me había tocado. Me había tocado porque era verdad. Desde que mi matrimonio se había deshecho creo que me había abandonado en cuanto al cuidado de mi aspecto físico. Algunas amigas me habían hecho comentarios al respecto pero esta pregunta de mi hijo había producido en mi interior una agitación nueva. Esa pregunta había removido mi sensibilidad de mujer joven de una forma muy especial.
Ese día domingo almorzaríamos fuera de casa en un restaurante al cual me gustaba invitarlo los fines de semana. Yo no quería que el supiera que estaba
Impactada por su pregunta de modo que se me ocurrió que una forma de suavizar seria hacerlo sentir que de algún modo estaba de acuerdo. Así le pregunte que vestido quería el que yo me pusiera para el almuerzo y él me respondió sin demora.
-Quiero verte con el vestido amarillo.
Mas tarde y mientras me arreglaba para el almuerzo, me di cuenta que ese vestido me lo había comprado para su fiesta de licenciatura en el colegio, Pero que después de eso no había vuelto a ponérmelo porque yo estimaba que me realzaba mucho el busto y me marcaba aun más las caderas.
Mientras me vestía me daba cuenta de que mi hijo, me estaba mirando ahora o quizás desde hacía algunos años como se mira a una mujer. Me daba cuenta también que los muchachos ahora tenían un criterio mucho más amplio en ese sentido. El propio Raúl no había tenido ningún problema en contarme detalles de sus pololeos y aunque a menudo me hacia comentario de sus relaciones intimas con las muchachas y que frente a todo eso yo seguramente aparecía ante el como una mujer asexuada. Era lógico que mi comportamiento en ese sentido le pareciera extraño.
Yo solo tenía un par de compañeras de trabajo con las cuales me juntaba y compartía y me aterrorice al pensar que quizás mi hijo estuviese sacando conclusiones herradas sobre mi comportamiento íntimo. Me mire al espejo y encontré que mi figura en ese vestido amarillo me hacia aparecer como una mujer atractiva y casi insinuante.
Sus comentarios acerca de cómo lucia con el vestido amarillo fueron halagadores. Me tomó de la mano y me hizo girar, estaba contento.
Yo estaba inquieta, no sabía cómo comportarme. por primera vez sentía que no me calzaba el rol de mama que tan bien sabia desempeñar, perdía seguridad.
Cuando el garzón nos ofreció un aperitivo, que siempre yo reemplazaba por un jugo de frutas, acepte con gusto un trago más fuerte, y me di cuenta que buscaba un apoyo en eso. Conversamos en forma festiva y reímos mientras yo sentía que el calor subía a mis mejillas y me daba cuenta que por primera vez en mucho tiempo, sentía la presencia de mi cuerpo.
Me dijo que yo estaba sonrosada y que me veía muy bonita.
El también estaba contento, me miraba a los ojos con los que parecía sonreír y a veces me tomaba mi mano para reír junto conmigo.
Cundo abandonamos el lugar bajamos por una escalera rodeada de espejos, el iba detrás de mi y pude ver que me miraba directamente a mi trasero. Quizás otras veces lo habría hecho, pero era la primera vez que yo lo notaba. No me sentí mal por eso, mas bien me sonreí interiormente
No volvimos de inmediato a la casa y sin consultar su opinión guié el auto hacia el mirador que la costanera tenía en lo alto de la colina. Creo que en ese momento no quería volver a casa no tenía bien claro por qué.
Detuve el auto y nos bajamos. La vista era maravillosa. El me tomo de la mano afirmando su espalda en el auto me abrazo por detrás, este era un gesto que él hacía a veces como una forma de juego como para indicarme que me tenia prisionera al cual yo no me resistía pero esta vez fue algo distinto. El me tomo más bien por la cintura y me atrajo con algo de fuerza luego sus manos ascendieron y sentí como deslizaba una suave caricia sobre mis pechos. Era la primera vez que esa caricia se hacía presente y ahora me doy cuenta que ese fue el momento en que yo debiera haber reaccionado pero no lo hice, sus manos quedaron detenidas sobre mis pechos en los cuales sentía la presencia dura de mis pezones. Quedamos en silencio, sin movernos.
Esa caricia me conmovió. Hacía años que no recibía una caricia de ese tipo. Creo que sentí un estremecimiento casi desconocido mientras sentía palpitara mis pechos en sus manos. Entonces me dijo al oído,
- Son maravillosos-
Bajo sus manos a mis caderas y recorrió su entorno pausadamente, me atrajo más hacia el y en ese momento percibí claramente la presencia de su pene erecto presionando sobre mis nalgas. Lo abracé por los hombros y lo bese en la mejilla El separó sus labios y mi lengua de mujer madura ansiosa entro buscando la suya. Éramos madre e hijo, éramos hombre y mujer
Y estábamos calientes.
Cuando bajábamos, yo conducía el auto lentamente. No hablábamos. yo tenía conciencia que habíamos pasado un límite que no era posible revertir. Sentía que cualquier palabra estaba demás pero ninguno de los dos parecía arrepentido. El había puesto su mano izquierda sobre mi rodillas, el vestido amarillo dejaba ver mis muslos y el me acariciaba levemente con sus manos tibias.
Al llegar a la casa, detrás de la puerta nos esperaba el segundo beso. Percibí ese beso distinto del primero que había sido ansioso, como una pregunta. Este beso en casa fue intimo, entregado, lo construí conscientemente para que él supiera que era el beso de una mujer que era suya. Me apegué mas a el y lo lleve caminando abrazado a mi hasta el gran sofá del living. Me abrace a su cuerpo cerré sus ojos con mis besos y dejé que sus manos reconocieran aquellas zonas mías que no se si habría imaginado.
Solo un par de minutos después me miraba desde el sofá mientras yo comenzaba a bajar la escalera desde mi cuarto. Me había desnudado completamente mis pechos duros y de pezones casi brillantes de excitación lo apuntaban mientras mis caderas ahora a plena luz parecían ondular suavemente ante su ojos quemados de calentura Mientras seguía descendiendo mis manos acariciaban mis nalgas y sentía como mi sexo se humedecía y mis labios mayores precian agitarse para dejar aparecer a mis labios menores, mariposas sorprendidas. No tenía nada oculto, Ahora si podía verme como el quería.
Esa visión había hecho presa de su cuerpo que ahora sentía mío. La calentura que la visión de mi cuerpo desnudo le ocasionaba le produjo una erección tan manifiesta que conmovía todas mis entrañas, El tenia la vista fija en mi sexo en mi mata de pelos negros y ensortijados y eso le ocasiono una erección que me parecía un desafío
Busqué esa erección con mi mano y la encerré en mi boca, Lo aprisione entre mi lengua y mi paladar haciéndolo sentir la necesidad de descargarse en mi boca. Ahora lo tenía para mí. Como ninguna mujer lo podría tener. Porque ninguna mujer le podría entregar los que yo le daría y estaba dispuesta a darle y que el quizás no imaginaba.
Abrazados y desnudos besándonos a cada momento me daba cuenta que no había transcurrido aun unas cuantas horas y había cambiado fundamentalmente la forma de vernos mi hijo y yo. La pasión se había desencadenado como deslizada por una montaña y a cada momento nos conocíamos mas.
Durante unos cuantos años nos habíamos negado
el uno al otro y ahora queríamos recuperar nuestro tiempo. A cada momento encontrábamos partes de nuestros cuerpos que nos causaban deseos hermosos y nada nos queríamos negar. Vivirlo ahora era lo que nos urgía. Ya tendríamos tiempo de hablar .
Yo estaba ahora boca abajo y el me montaba mientras me acariciaba el cabello. Su cuerpo me abrazaba con el calor de su piel de macho excitado. Sentí el grosor de su miembro y lo abrace entre mis nalgas para no dejarlo escapar. Nuestros jugos liberados durante el amor habían lubricado mis espacios y su pene parecía deslizarse sin vuelta hacia mis profundidades. Lo sentí llamando a mi entrada y le transmití el anhelo profundo de ser penetrada por el por ese conducto
que nadie me conocía. Entonces me acerque a su oído y le dije plena de calentura.
- Métemelo por ahí amor.
Me sentí dilatar hasta la muerte y me fui entregando con pausa, me gustaba sentirme abierta cuando el entraba, me sentí latir cuando el salía. Nos quejábamos juntos. Sentí que en ese momento que él estaba contruyendo mi culo a su medida, para entrar cuando el quisiera o cuando yo se lo pidiera
Fue un juego que disfrutamos el resto de la tarde…
Ya luego llegaría la noche. Nuestra primera noche la primera de tantas que nos esperan en este mundo que se abrió a partir de su pregunta.
Responderé todas sus preguntas que aún tenga guardadas para mí.