La potranca domada

Una jovencita, un hombre adulto, y el deseo animal que los une.

Se estaba haciendo tarde y el transporte no llegaba...

Julieta esperaba el autobús del pueblo y miraba con creciente preocupación los nubarrones que iban tornando el cielo de un color oscuro anunciando el inminente chubasco sobre los campos.

El aire se tornaba sofocante por la humedad y una repentina racha de viento caliente le enredó los cabellos castaños y del mismo modo jugueteó con su falda, levantando la corta pollerita a cuadros del uniforme del colegio y dejando a la vista de los ocasionales transeúntes la tirita de sus bragas perdida en la deliciosa zanja que formaban las nalgas apretadas de su bien formado trasero de jovencita quinceañera.

Un coro de silbidos surgió de unos de muchachotes favorecidos por el espectáculo.

Idiotas... como si supieran que hacer si pudieran... montón de pajeros... pensó mientras se acomodaba la falda, en ese momento mostrar el culo era lo que menos le preocupaba.

Ya estaba comenzando a gotear...

Entonces vio detenerse la camioneta.

Fue una sorpresa que no esperaba. Y corrió alegre a abrir la portezuela.

¡Viniste! ¡Viniste!! ¿Cuándo regresaste?

Preguntaba mientras se colgaba alborozada del cuello del hombre que conducía y lo comía a besos... quince días ausente de viaje por la capital era mucho tiempo sin verse, sin estar juntos...

Había que transitar por el campo siete kilómetros de ruta polvorienta hasta llegar a la granja, y la lluvia lo estaba convirtiendo ahora en una pista de barro pegajoso.

En la cabina de la camioneta hacía calor, y Julieta mataba el tiempo haciendo un globo con una goma de mascar mientras sentía la camisa blanca adherirse a su piel, a sus pechos juveniles, que llenaban altivos el sujetador meciéndose suavemente al vaivén de su respiración agitada y el traqueteo del camino.

Observó de reojo al hombre que conducía y con una mano traviesa disimuladamente desprendió dos botones de su escote ampliando la brecha que dejaba al descubierto el paisaje de sus senos apretados en el sostén...

Lo estaba tentando... lo estaba provocando... y con sus ojazos verdes de nena seductora entrecerrados y las largas pestañas que sugerían placer abanicándose lo observó nuevamente, esperando su reacción...

Mírame... Mírame...

Él sonrió apartando apenas la vista del camino. Ya conocía sus mañas y caprichos mejor que nadie... y también como calmarlos...

Y sorprendiéndola, estiró ágil una mano para acariciarla, más ella con una risita juguetona se apartó apretujándose contra la ventanilla... sólo para desprender otro botón al tiempo que apoyando sus pies en el tablero con las piernas en alto dejaba al descubierto sus muslos torneados y la piel húmeda y dorada... y sus bragas de algodón blancas ya húmedas de ansiedad... calor... y deseo.

Semejante paisaje era demasiado para cualquier mortal y encabritado por esa visión tentadora el hombre apretó más el acelerador y dobló con la camioneta derrapando en el barro hacia la entrada de un sendero que se apartaba del camino principal, hasta llegar detrás de un bosquecillo.

Allí se detuvo... lejos de miradas indiscretas.

Afuera llovía copiosamente y por un instante sólo se escucharon los sonidos del agua al caer y la respiración agitada de los dos que se miraban.

Al fin solos... solos los dos...

Suspiró ansiosa y movió de un lado a otro la goma de mascar en su boca... y elevando suavemente su cintura con un decidido movimiento deslizó las bragas hasta los tobillos, dejándolas un instante envueltas en derredor de sus zoquetes de colegiala... antes de dejarlas caer al piso.

Y entrecerró sus ojos de gata mimosa invitándolo, completamente entregada y anhelante mientras su corazón se agolpaba... y escuchaba el inconfundible sonido de la cremallera de un pantalón masculino que se abría...

Ahora sí... ahora sí...

Como una buena nena previsora retiró la goma de mascar de su boca y la pegó en un costado del asiento... iba a necesitar sus labios libres y sin obstáculos para un mejor juguete... y también húmedos... los mojó con su lengua...

El tipo se le vino encima.

Julieta sabía bien lo que iba a hacerle. Ya estaba acostumbrada...

Y era lo que ella también deseaba que le hicieran...

¿Cuándo había sido la primera vez?

Ya habían pasado dos años de aquel encuentro...

Recordaba bien ese día...

... ella contemplaba azorada junto a la cerca, espiando sin perder detalle como el garañón en el corral servía una yegua con furia salvaje entre corcovos bestiales y relinchos, mordiéndole el lomo y la grupa para estimularla, antes de pararse en dos patas con su tremendo aparato en plena erección, ya escupiendo chorros de semen que bañaban las ancas de la hembra aún antes de montarla... y como entre bufidos le hundía su miembro poderoso y con embestidas brutales la penetraba y una y otra vez... una y otra vez... y la yegua se dejaba..

.

¿Cómo aguanta semejante cosa? Es tan grande... Cómo puede ser?...será que le agrada? tiene que gustarle... claro.. . Si hasta yo me siento rara ... viéndolos, nerviosa... ansiosa... con cosquillas en el estómago y en... allí...

¡OH, Dios!!

Todo el cuerpo le temblaba de excitación solo de ver esa escena... estaba tan agitada y mordiéndose los labios absorta que no se había dado cuenta que la observaban...

Él la había descubierto allí, junto a la cerca.

La había encontrado con las mejillas sonrojadas y el corazón palpitante, las hormonas en plena ebullición, avergonzada... y a la vez vulnerable... hermosa y vulnerable, niña con deseos de mujer... mujer con deseos de hembra en celo... anhelante de probar... de sentir...

Y él, viejo conocedor de esos ardores, se había acercado respirando suavemente a su oído, aspirando el perfume de su piel joven y tibia... la había acariciado suavemente, allí, parado detrás de ella, besándola con primor en sus cabellos, en su cuello... mientras apoyaba su virilidad en esa grupa de potranquita en celo y la frotaba lentamente, apretándola cada vez más fuerte haciéndole sentir su deseo endurecido contra su cuerpito joven... él también sabía como estimularla antes de servirla...

Y de sus labios nacarados le robó un beso sin pedir permiso... su primer beso, un beso que la hizo desfallecer y acelerar sus latidos entregándose... y entonces abrazándola tiernamente la fue llevando lejos de miradas indiscretas... hasta un lugar donde podría tenerla sólo para él.

Y ella ardiendo y confundida por esas nuevas sensaciones que estaba apenas descubriendo se había dejado llevar mansamente...

Y allí, en la penumbra del fondo de un galpón apenas iluminados por rayos de luz que se filtraban entre las maderas, su cuerpito adolescente había sido conmovido, acariciado, besado... manoseado y lamido con lujuria... allí, de pie contra un mueble... las manos parecían multiplicarse tocándola por debajo de su ropa... dedos ásperos que rozaron sus pechitos tiernos y la hicieron temblar... labios ardientes que mordían su boca y una lengua húmeda que la incitaba enredándose con la suya... ahogándola... excitándola... haciéndola suspirar de gusto cuando recorrió sus pezones endurecidos... lamiéndolos y cubriéndolos con baba caliente... y esas manos que se perdían entre sus piernas, tocándola como nunca había soñado... niña inocente... en un principio se había rebelado débilmente, apretando las rodillas... negándose a esa mano intrusa que la palpaba en su intimidad virginal... para luego darse por vencida y dejarse llevar por ese frote lujurioso que la dominaba... que la humedecía... que la doblegaba y la abría de par en par... y hacía que esos dedos gruesos que se colaban por el costado de su braguita hacia su rincón más caliente se impregnaran y untaran en sus mieles...

Completamente entregada se dejaba hacer, se dejaba domar en ese corral improvisado de lujuria y obedecía a las riendas del deseo... y allí estaba su propio semental para guiarla por ese camino salvaje...

Entre besos apasionados y toqueteos intensos una mano tomó la suya y le hizo acariciar un bulto endurecido de sangre caliente y esperma por derramar... podía sentir su calor a través de la tela del pantalón. Él le mantenía apretada, enseñándole a restregarlo y a bajar el cierre buscando en la bragueta... y no hizo falta... era fácil de hallar... de pronto tuvo entre sus dedos ese mástil de carne caliente, palpitante, que llenaba la palma de su mano casi sin poder rodearlo... grueso, inflamado de deseo...

Se estremeció al percibir como latía y de verlo erguido, asomándose con su cabezota morada que le apuntaba casi amenazante...

Más todavía cuando el hombre la hizo arrodillarse allí, sobre un viejo colchón de lana...

Solamente cerró los ojos...

Y se dejó hacer...

Cuando salió de aquel galpón ya no era la misma. La niñita virgen sólo era un recuerdo.

Su semental la había montado a gusto y placer y la había hecho mujer.

Todavía podía sentirlo... sentir el sabor a hombre inundándole la boca... sentir sus cuerpos entrelazados... y todo su ardor empujando entre sus piernas llenándola de placeres y gemidos...

Y lejos de arrepentirse por lo sucedido... regresó a encontrarlo nuevamente en el siguiente atardecer. En el mismo lugar. Por un poco más...

Ese rincón sería su refugio y en sus brazos se entregaría cada día.

La potranquita ya había sido domada.

La camioneta oscilaba lentamente al ritmo de los cuerpos que transpiraban en el ardor desenfrenado empañando los vidrios... La lluvia caía con más fuerza sobre los campos pero a ellos no les importaba.

Así... Assíii... Oh Dios!... No pares, no pares... Ohhh...

Julieta se mecía jadeando, montada a horcajadas sobre el hombre, oscilando las caderas en la cadencia lujuriosa que le dictaba el placer, subiendo y bajando... empalándose voluntariamente en esa verga gruesa que brillaba empapada en sus fluidos, lubricada con el flujo espeso de su sexo que gozaba con la penetración intensa, sostenida, con ese miembro fornido que se le enterraba a cada golpe llevándola al paroxismo...

Más... más... más... oh... ohh...

Se aferraba a él enloquecida, sujetándolo de la nuca y apretando sus pechos contra su rostro, para que la boca de él no dejara de chupárselos, de lamer sus pezones erectos...

Fuerte... fuerte... más fuerte...

Y él la sujetaba de la cintura y la mantenía casi suspendida en el aire para clavarla a pijazos intensos, violentos...

A ella le gustaba así... ella también había aprendido a cabalgar con furia...

Ahh... Ahh... Ahh!!...

Le estrujó tan fuerte los pechos erguidos que la hizo gritar, sus manos amasándoselos le dejaban marcas blancas en la piel, que luego se tornaban rojas... y la verga endurecida entraba y salía sin pausa llenándola toda... toda... Y como si eso fuera poco... una mano se deslizaba entre sus nalgas de potra sedienta... buscando entre ellas hasta encontrar con la yema de los dedos el orificio caliente todavía inmaculado... y en pleno paroxismo un dedo grueso se hundió en su ano haciéndola retorcer encabritada, al tiempo que una boca hambrienta le mordisqueaba los pezones arrancándole un grito de dolor y placer...

Ooohhh!!!Me muero... me muero... ohh!!... ohh!!...Aahh!!!

El orgasmo fue intenso y se prolongó en una sucesión de contracciones que le hicieron estallar el cuerpo en oleadas de placer tumultuoso... y derrumbarse sobre su hombre exhausta...

Y él acompañó su movimiento y excitado por gozarla aún más la tendió de espaldas sobre el asiento, acuciado por la inminente descarga que bramaba en su verga buscando liberarse tumultuosa... sosteniendo su miembro a punto de reventar se lo acercó a la cara... y ella le miró con ese gesto de putita en celo que lo trastornaba y comenzó a lamérselo, a chuparle el glande como una nena golosa reclamando su leche...

Lo hizo estallar...

El surtidor de esperma caliente le bañó el rostro en una catarata de crema viscosa... y mientras el se sacudía acabando ella se metió la verga en la boca succionando con fuerza, sorbiendo el semen de su hombre en borbotones espesos... saboreando y tragando..., lamiendo los chorros que brotaban de la cabezota morada del miembro y los hilillos de leche que se corrían por el tronco venoso hasta dejarlo bien limpio, y él extasiado prolongaba su propio placer y restregaba la pijota frotándosela por la cara recogiendo los restos espesos de la abundante descarga que corrían por su mejilla llevándoselos a los labios para que ella chupara relamiéndose y tragara hasta la última gota...

... Rico... rico... me gusta... como me gusta...

Recordó su primera vez en aquel galpón...

Ya no era una potranquita inexperta...

Se quedó ronroneando como una gatita mimosa abrazada a su hombre, sintiendo su cuerpo velludo... verdaderamente lo había extrañado.

Estaba acostumbrada a buscarlo casi a diario, y dos semanas sin sentir su calor era demasiado tiempo...

Y él también adoraba a esa niña que lo llevaba a la locura, que lo trastornaba... era la hembra más deliciosa que había conocido en su vida y bastaba rozarla para volver a desearla, poseer ese cuerpito salvaje era una plácida adicción de la que no podía privarse...

Julieta se refugió entre sus brazos respondiendo con un suspiro de gusto a las caricias que él le estaba prodigando, sintiendo como el hombre con primor apartaba los cabellos revueltos de su nuca y la recorría con besos juguetones... le agradaba jugar con él, después de todo todavía era casi una nena... bien crecidita, eso sí... y capaz de despertar intensas pasiones... e intensos deseos...

Podía sentir como a él se le estaba endureciendo nuevamente, allí, apoyada entre sus muslos tibios... como le estaba frotando esa pijota caliente poniéndola de nuevo rígida contra su colita, con la cabezota deslizándose ansiosa en un sube y baja candente recorriendo lentamente la raja entre sus nalgas... apretándose contra el agujerito cerrado y apenas explorado...

...Hummm... Me dejaste la colita doliendo con ese dedo travieso... se quejó juguetona, haciendo pucheritos y poniendo voz de nenita caprichosa... ahora quiero que me hagas sana sana... que me hagas mimitos... quiero besitos... muchos besitos...

Y acomodándose contra el asiento le ofreció la vista de sus ancas... invitándolo con la mirada.

Y él no se hizo rogar y separando con ambas manos tan delicioso bocado hundiendo su cabeza comenzó a recorrerla con su lengua ansiosa, deleitándose con cada pliegue de su sexo jugoso, separando los anchos labios para saborearlos mejor, sorbiendo sus mieles y arrancándole gemidos de gozo con cada relamida, succionando su botoncito inflamado de placer hasta hacerla delirar y temblar de satisfacción... abriéndole las piernas para tener un mejor acceso a cada rincón de su intimidad la chupaba enloquecido... deslizando su boca arriba y abajo desde la vulva hasta alcanzar a lamer el estrecho ano marrón, para recorrerlo y horadarlo con la lengua en movimientos circulares que abrían sus arrugas relajándolo... dilatándolo... deseándolo...

La niña suspiraba embriagada en las debilitantes nubes del placer que parecían consumir su voluntad... completamente entregada, abstraída a los encantos del sexo... solamente alcanzó a gemir débilmente y contornearse al percibir como nuevamente un dedo ensalivado se perdía en su ano... seguido lentamente de otro... y otro chorro de saliva caliente que la lubricaba y hacía menos penosa y más placentera la experiencia... mientras otra mano la masturbaba recorriendo su vagina... y labios deseosos besaban y mordisqueaban sus nalgas preparándola...

...le vino a la mente la escena del semental y su yegua...

Cuando él subió por su espalda cubriéndola de besos se dejó hacer, sin oponer resistencia...

Podía sentir el miembro grueso que se bamboleaba con la cabezota rozando sus muslos... le arrancó un jadeo de satisfacción el sentir como de un solo golpe se introducía pleno en su vagina llenándola... lubricándose con sus propios jugos... inflamado por el deseo, endurecido en una tremenda erección, dispuesto a servirla... y los dedos que no dejaban de moverse hurgando en su interior en una doble penetración que la estimulaba y la hacía pedir más y más...

Aaahhgg... quiero... quiero... un gemido ahogado escapaba de sus labios...

Y complaciéndola y complaciéndose... el hombre guió su estaca poderosa apoyando la cabeza henchida chorreante de flujo y saliva en la entrada más pequeña... y presionó decidido..

Aaahhgg!! aahh!! aahhh...

Casi se desmaya sintiendo como se abría su esfínter con el empuje de ese tremendo trozo de carne que palpitaba dilatando su ano y haciéndola retorcerse y caracolear su grupa tratando de librarse de esa deliciosa tortura hasta ahora nunca experimentada...

Más él la tenía bien aferrada y siguió empujando la punta redonda que palpitaba enloquecida por el deseo animal, venciendo la presión que ese culo ajustado hacía oponiéndose al intruso que lo desgarraba... disfrutando cada centímetro que su verga se hundía en esa niña que gemía y jadeaba debatiéndose entre el dolor y el goce...

... aahh... aahhgg.. me muero..me muero.. no aguanto... no puedo... no puedo...

Se la estaba metiendo por atrás por primera vez y le dolía... más él como respuesta solamente la aferró de sus cabellos como riendas para tenerla quieta... al tiempo que se la hundía por completo en las entrañas y comenzaba a moverse en un mete y saca cada vez más intenso..

Con su cara contra el asiento mordió el tapizado para ahogar un grito desde lo más profundo, sólo para recibir otro tirón del cabello y otra embestida más intensa por respuesta... abrió la boca tomando aire... y gritó nuevamente, esta vez no pudo evitarlo... y además no estaba en la casa, nadie podría oírla aquí...

Salvo él, que con cada aullido que escapaba de sus labios respondía excitado con otro arrebato de su miembro, casi brutal... penetrándola sin piedad entre bufidos de satisfacción... hasta que sus gritos y jadeos se acoplaron en un mismo ritmo marcado por el frenesí de la penetración y los movimientos del sexo violento, lujurioso... animal... salvaje...

Un ardor intenso como fuego se esparcía desde su ano dilatado por la fuerza del hombre que la poseía como nunca había experimentado... y se extendía por su sexo... se mezclaba en gotas de lava ardiente con el flujo que corría entre sus muslos salpicando el asiento, latía en sus pezones como agujas... le nublaba la vista, tornaba rojo cada poro de su piel y estallaba en remolinos tórridos de jadeos, ya no tenía fuerzas para gritar... su boca abierta tomaba aire respirando entrecortada y la lengua viboreaba en busca de algo... cada embate aprisionaba más su cuerpo y la empujaba contra el asiento, hasta tener su cara apoyada en el vidrio, empañándolo con sus jadeos alocados... mientras el ariete seguía dentro de ella enloqueciéndola y el placentero dolor se extendía en millares de gotas por su piel... hasta dominarla por completo...

Vislumbró los hilillos de agua correr por el vidrio... como antes lo habían hecho los chorros de semen por su rostro... en un arrebato su lengua lamió la frescura del cristal... la fría sensación la estimulaba todavía más...

El frío en su boca... el calor en su cuerpo... y el semental que la llenaba... la llenaba y la bombeaba extasiado... le apretaba los pechos... la manoseaba entre sus piernas por adelante y le daba duro por detrás duplicando su delirio... largos momentos de placer que no parecían tener fin... las sensaciones la llenaban más y más... y a él la lujuriosa sensación de poseerla así por vez primera lo extasiaba... lo llevaban al delirio... hasta hacerlo hasta bramar desbocado, y con un par de bombeos brutales que casi la parten se corrió aullando satisfecho en su interior, con chorros calientes que la inundaban... y que la hicieron retorcer y conmoverse al sentir el dique romperse en su interior, con un mar de leche que que se derramaba en su culo recién estrenado, y la atiborraba de esperma volcándose caliente por sus ancas... una sensación indescriptible, increíble... orgásmica...

Ohh Dios! me muero... me muero... me ... aahh. aahh !!...Aaahhggg!!!

Julieta quedó desmayada, casi muerta sobre el asiento, sintiendo el dolor en su ano inflamado que menguaba lentamente... y el semen tibio que corría entre sus muslos...

Como la yegua recién servida...

Qué me pasó?... no puede ser... hacerlo así...

Y que me guste, que lo haya disfrutado...

Era casi inconcebible... pero él se lo había hecho. Le había dado por el culo, la había iniciado sin preámbulos en el sexo anal y ella lo había disfrutado... no pudo evitar sentirse confusa... algo avergonzada... y también satisfecha... casi como nunca lo había estado hasta entonces.

Por él era capaz de cualquier cosa... ya lo sabía. Aunque se sorprendía a lo que había llegado...

La camioneta se detuvo frente a la granja.

Ya no llovía, y Julieta entró a la casa acomodándose la ropa...

-¿Por qué tardaron tanto?- preguntó la mujer mientras se secaba las manos en un delantal.

  • Es que llovía mucho y nos empantanamos en el camino... -

La jovencita lo miró de reojo y con una sonrisa cómplice mientras se justificaba...

Bueno, ya la cena está casi lista, menos mal que llegaron... Mira si no tienes chofer que te vaya a buscar y te atrapaba semejante chubasco... ¡Tuviste suerte!!-

Sí, tuve suerte de que lloviera, tuve suerte que me recogiera, tuve suerte que me besara... que me tocara... que me culeara... se estremeció recordando lo que habían hecho en la camioneta y apretó su ano todavía dolorido comprimiendo sus nalgas como si un chorro de leche fuera a delatarla...

Sí, fue una verdadera suerte que PAPA fuera a buscarme... -

Respondió sonriendo...

Y por si no quedaban dudas de lo bien que la había pasado con su padre, esa noche Julieta dejó entreabierta la puerta de su habitación...

Afuera llovía nuevamente.

Y en la oscuridad del cuarto la luz de un relámpago iluminaba de tanto en tanto los dos cuerpos que jadeaban sobre la alfombra... excitados por el deseo desenfrenado de tenerse mutuamente... de no poder hacer ruidos para no ser descubiertos... de enredarse en ese amor incestuoso y prohibido...

Ella se dejaba hacer allí, en cuatro patas... No importaba. No importaba si su padre le tapaba la boca para ahogar sus gemidos mientras la montaba furioso... dilatando nuevamente su culo recién estrenado... No importaba.

A ella le gustaba así...

La nena ya había sido domada...

Y la potranquita ya se había convertido

en toda una yegua viciosa...