La posibilidad del Sol
Parece que llegaras a tocar fondo cuando te cachetean feo y, sin esperarlo, te das cuenta que, con sólo levantar la vista, él, siempre está.
Había pasado una mala noche, dormí de a ratos y me desperté sobresaltado un par de veces, no era para menos, estaba nadando en broncas y con el ego por el suelo, sumaba incertidumbres, dolores, humillaciones, incógnitas y todas las que se te cruzan por la cabeza cuando, sin comerla ni beberla, estás creído que todo lo hacés bien y de buenas a primeras te hacen “socio” del “Club de los Cornudos” . Lo tengo claro, es un “club” más que importante porque tiene “socios” de ambos sexos para repartir y a algunos les gusta pertenecer a él, yo, en lo particular, no le veo la gracia y estoy seguro que muchos piensan igual.
Había apostado a la fidelidad, antes no había sido un “santo” , tampoco pretendía que con casi cuarenta en mi haber, la persona con que nos habíamos elegido para estar juntos hubiese sido antes una “santa” , se aplicaba aquello de “lo pasado, pisado” , eso sí, había algo primordial, a partir del momento en que decidimos estar juntos, otorgaba toda mi confianza y pretendía recibir lo mismo, pero… el ser humano es proclive a caer en las tentaciones y en los errores de excusas fáciles, esto sin contar que suele convivir con el “hijoputismo” incorporado pues resulta más fácil “hacer a espaldas” que plantear diferencias por medio del diálogo.
La hago corta, mi novia, casi esposa, amante o como quieran llamarle, con la cual, luego de tres años y medio, estábamos a las postrimerías de juntarnos en la convivencia, había dado parte de enferma en su trabajo, me avisó a mí por teléfono un instante antes de que yo saliera desde mi departamento para irme a mis labores diarias.
Como resulta bastante lógico, pregunté si necesitaba algo y me ofrecí a pasar por su casa para atenderla, se negó a esto alegando que era un tema de dolores menstruales propios de cada mes. Yo sabía de esto y como le afectaba por eso le contesté que pasaría por su casa después del trabajo, algo que sucedería después de las 18.00 horas.
Yo tenía un trabajo, si se quiere, cómodo, no me era tan necesario pasarme todo el día en la oficina de la empresa de construcción que teníamos con un amigo-socio. Mi tarea estaba organizada y adelantada, con el tiempo que tenía por delante no hice más que pensar en su problema, me pasé la mañana pensando en que ella estaría incómoda con sus dolores, posiblemente un tanto malhumorada y ni ganas de comer tendría.
Al mediodía le avisé a mí socio que me retiraba, a él, debido a la confianza que teníamos, le comenté que me iría a casa de mi novia porque andaba un poco molesta con sus dolores “mensuales” , me mandó saludos para ella y me dijo que me fuera tranquilo, que él se ocupaba de todo. Pasé por un restaurant en el que solíamos comer y compré el almuerzo para los dos. No iba a ser una tarde de mimos, no importaba, le daría la sorpresa con el almuerzo, incluso compré un ramo de jazmines porque sabía que le encantaban esas flores.
¡Me cago en la sorpresa! ... Cuando llegué a su casa vi el coche de su Jefe estacionado en la puerta, esto me extrañó y a la vez me alarmó, quizás se había sentido peor, pero preferí pensar que era una visita de trabajo. ¡Trabajo las pelotas! , entré con mi propia llave y como no vi a nadie en el comedor, me dirigí directamente al dormitorio, aunque ya con los “cables pelados” , no era lógico que él estuviera en el dormitorio.
En realidad, era el mejor lugar en que deberían estar, ya los gemidos me habían alertado y no eran precisamente de dolor, sin embargo, no me pregunten porqué, a pesar de mi carácter fuerte, lo tomé con tranquilidad y saqué mi teléfono. En ese momento recordé todas las malas de ella que no me gustaban, había como para hacer un catálogo y uno, con la idea de estar enamorado y/o conformar una familia o una unión llevadera, mira para otro lado o deja pasar lo que llega a molestar. Son esos conformismos estúpidos, quizás de uno y otro lado, que, aunque uno no les de bola, están y permanecen, a veces no pasa nunca pero si aparecen son jodidos.
Como fuere, con toda la tranquilidad del mundo me asomé a su dormitorio y me los encontré totalmente desnudos, sobre la cama y “meta palos y a la bolsa” . No existían dolores menstruales ni de otro tipo porque pude observar que el miembro del Jefe nunca podría compararse con el mío. Sin embargo, ella lo cabalgaba gimiendo como desaforada y pedía…
- Dale con más fuerza viejito querido, me llevás al Cielo, no te imaginás como te siento, ¡qué pija que tenés!, me duele, pero, da gusto sentarse acá.
Casi me río por esta afirmación, el pobre tipo se estaba “comiendo” un engaño de aquellos. Lo estaba viendo, nadie me lo contó, su miembro no podía compararse con el mío que era casi el doble en tamaño y grosor y que, además, ella se lo “comía” siempre sin ascos y sin dolores por el agujero que a mí se me antojara y/o que ella quisiera cuando asumía algún tipo de posición de “dominante” . Mi teléfono seguí filmando y otra vez estuve a punto de largar una carcajada cuando ella dijo:
- Te quiero dar todo, tratá de ponerla en mi cola, pero despacio mi vida, no se la doy ni a mi novio porque me duele mucho por allí y hoy estás más grande que nunca.
Mentirosa total, se quejaba horrores cuando se metía la verga del veterano en el culo, pero yo sabía que le encantaba el sexo anal, bastaba tenerla “empomada” hasta pegar las pieles de pelvis y nalgas y no podía parar con los orgasmos. Tuve un poco de temor la primera vez que le “hice la cola” pero fue ella misma quien me dijo que le gustaba y adoraba sentirla en su interior. Desde allí en más, no había día de sexo en que no me diera una vuelta por su trasero, es más, muchas veces era ella misma quien se “empalaba” y ni hablar de dolores.
No sabía a qué estaba jugando ni lo que pretendía sacarle al veterano, porque esa era otra, el señor tenía como sesenta años y colaboraba poco con la cogida que ella se estaba dando. De vez en cuando le tocaba las tetas y pellizcaba sus pezones, pero estaba quieto, como si el “puré de Viagra” que se hubiera tomado no lo dejara o le permitiera hacer más que mirar y abrir grandes los ojos viendo como ella agitaba las caderas buscando su orgasmo.
Llevaba unos diez minutos allí, todo estaba filmado y registrado y comencé a notar que una rabia sorda me estaba ganando la partida. No entiendo como a algunos les gusta mirar cuando se la cogen a la mujer o la novia o se excitan con eso, a mí no me pasaba así, incluso en algún momento pensé en que ese engaño era lo mejor que me podía suceder y comencé a notar que sus tetas medianas ya no eran tan erguidas y que su culo no estaba tan firme, sin dudas que lo disfruté, pero ahora me parecía conformado por nalgas chatas y anodino.
Imaginé el susto que les daría a los dos el que yo asomara de improviso, hasta pensé que el señor podría llegar a tener un infarto por mi aparición. No era ninguna idiotez, mi metro ochenta y cinco y mi físico trabajado en gimnasio daba para pensar en una paliza de órdago. No quise eso, el pobre tipo podía llegar a pagar con su salud y yo tenía claro que jamás es el hombre el que se coge a una mujer dando el “puntapié inicial” , a menos que sea en una violación, es ella la que acepta ser cogida, el “sí” es de ellas y nada se gana con maltratar al hombre en cuestión haciendo gala de un machismo estúpido.
Hice lo que me pareció mejor, me quedó clarito que eso no era por sexo de momento, eso de “la tenés más grande que nunca” , se me hacía de varias trastadas anteriores y si ya de por sí era duro para perdonar, con esto se había rebalsado el vaso. No lo pensé más, me retiré tan despacio como había entrado, dejé los jazmines que de inmediato perfumaron todo el living-comedor, la bolsa con la comida quedó sobre la mesa grande junto a mis llaves y le mandé el video por WhatsApp, no podría desmentirlo y preferí hacer un “borrón y cuenta nueva” , luego me fui sin siquiera golpear la puerta.
Me fui para mi casa, me bañé tratando de sacarme las broncas de encima y exploté entre las cuatro paredes del baño, llorar no lloré, pero grité bastante y sólo salí de debajo del agua cuando ésta se puso fría. ¿Por qué lo había hecho?, ¿en qué fallé?, ¿por qué no me dijo que las cosas andaban mal entre nosotros?, ¿por qué actuar a espaldas? , sexualmente buscaba siempre su placer anteponiendo el mío, estaba atento a sus necesidades, es más, varias cosas que tenía en la casa las había comprado yo, la ayudaba con dinero porque el sueldo nunca le alcanzaba ¿a qué se debía ese engaño? ...
Cuando salí del baño, el teléfono vibraba y estaba al rojo vivo, no me importó ni quise saber cuántos eran, borré todos los mensajes y las llamadas perdidas con mensaje de voz apretando un botón, no leí ni escuché ni siquiera uno de ellos. Tenía otras cosas en que pensar, lo primero fue llamar a un cerrajero para que me cambiara la cerradura y luego llamé a la empresa de telefonía para anular su teléfono, estaba a mi nombre, lo había pagado yo y no quería que lo disfrutara. Parece una tontería, pero era una de mis formas de dar una vuelta de página.
Parte de mi bronca la derivé hacia el lado del Jefe de ella, mi “ex” -ya estaba convencido de ello, conmigo no cuajaba aquello de que “cuando hay amor todo se perdona” - trabajaba como secretaria en el Estudio Jurídico que el jefe, un Abogado con cierto renombre, tenía junto a su mujer que andaba en los cincuenta años y a la cual conocía. No me costó nada llamarla por teléfono…
- Hola Graciela, ¿cómo estás?...
- Hola Guille , ¿qué contás?, yo estoy enloquecida de trabajo, tu novia pidió el día y mi marido salió a hacer una diligencia, a todo esto, ¿cómo se siente ella?...
- Creo que bien, cuando salí de la casa le estaba dando el culo, bahh, cogiendo con tu marido por todos sus agujeritos, los dos estaban bien y entretenidos.
- ¿Qué estás diciendo Guillermo ?, eso no puede ser, me estás gastando una broma, los mato a los dos si fuera cierto.
- Para nada, no es broma, te mando el video que les hice y después arréglate vos con él, de mi “ex” novia me ocupo yo, disculpá la mala noticia.
No daba para hacerla más larga, el video era más que evidente, se lo envié y me sentí, no sé si regocijado, pero no había dudas que le había endosado los “quilombos” a ella, las medidas que tomara con esto eran exclusivamente de su potestad.
Llegó el cerrajero que atendía todas las cerraduras del edificio y no tardó más de quince minutos en cambiar las cerraduras y darme las llaves nuevas. Comí algo ante un ataque de hambre y apagué el teléfono antes de irme a recostar un rato en el sofá, pensé que no podría dormir porque estaba muy acelerado y enojado, sin embargo, me dormí como un angelito.
Como a las diez de la noche me desperté sobresaltado por el sonido de una llave en la cerradura, era quien yo pensaba, pero ni borracho accedería a atenderla. No bien se dio cuenta del cambio de la cerradura, golpeó la puerta pidiendo que, por favor la atendiera y como no obtuvo respuesta, se puso a hablar desde atrás de la puerta cerrada…
- No es como vos pensás Guille , dejame que te explique. Sé que estás adentro porque vi tu coche en la cochera. Yo sé que estuve mal, pero se dio así después de que le pedí un aumento de sueldo, era eso o el despido, con la de hoy fueron sólo dos veces y es sólo porque él insiste, no significa nada para mí, yo te amo a vos y quiero resarcirte del engaño. Dame otra oportunidad, fue algo pasajero, ni siquiera gocé con eso. Por favor Guille , no tiremos a la basura todo lo nuestro…
Estuve tentado para abrir la puerta y decirle que jamás le daría una oportunidad, que yo había respetado siempre la fidelidad que le pedía, que había sido ella la que había tirado todo a la basura, que me sentía humillado, que se había “cagado” en los sentimientos y en mí, que ya no podría confiar más en lo que hiciera o dijera, que me daría asco tocarla, que para mí es como si hubiera muerto, que me había menospreciado y despreciado como hombre, que con llamarla “puta” no me alcanzaría, que la fidelidad es el resultante del amor que dos se profesan.
Pensaba en un montón de cosas para decirle, pero preferí no hacerlo, escuché todo lo que dijo para disculparse y ninguna de sus excusas me resultaba valedera, yo tenía una sola cosa en mente, “me había engañado acostándose con otro tipo” , no me importaba que fuera o no el Jefe de ella, no podía existir ningún tipo de justificación, además, si yo no me hubiera enterado, nadie me aseguraba que no volvería a pasar con ese tipo o con otro que circunstancialmente le gustara, ella sola se había colgado el cartel de “puta” en la frente y yo no pensaba evitar que fuera bien visible.
Finalmente, después de estar una hora monologando frente a la puerta de mi casa, dio la vuelta y se fue. No salí, ni mucho menos, a corroborar que se hubiera ido, lo que sí hice, previendo que fuera a llorar sus miserias a la casa de mi socio o a la empresa, lo llamé por teléfono para avisarle y contarle como “venía la mano” con ella.
No me quedó nada en el “tintero” y a él también le mandé el video, a llorar miserias y con mentiras al leprosario, eso porque cabía la posibilidad de sacarse el yugo acusándome a mí de las diferencias de pareja, esto existe y es más común de lo que parece.
Al margen de todo lo que le expresé, le dije que me tomaría una semana de vacaciones para tratar de sobreponerme del “sopapo” que me había dado mi “ex” con su proceder. Mi amigo-socio lo entendió a la perfección y me dijo que me tomara el tiempo que creyera necesario, para él y para cualquiera que preguntara, yo estaría en el Congo, no por nada éramos amigos, los dos pensábamos igual al respecto, aunque no entendía por qué no había reaccionado en contra de esos dos.
- Yo los hubiera dejado para cama de hospital, no la perdonaría, pero él y ella se iban a acordar un rato largo de mí por la paliza que recibirían.
- Es al pedo y te hace mal, ellos se curan y vos estás encerrado por lesiones graves o suelto, pero habiendo gastado fortunas en Abogados y con un antecedente abierto.
- En eso tenés razón, pero, hay que “tener huevos” para bancarse ese momento.
- Es cierto, lo que más me extraña es que, en ese momento, me puse a pensar en todas las fallas de ella y no en lo que me estaba haciendo.
- O sea… Ya tenías las bolas al plato con ella y seguías a su lado por inercia.
- Puede ser, no lo discuto, ya está… ya fue…
La “historieta” no fue tan fácil, no era “soplar y hacer botellas” , es muy difícil cuando te engaña la persona en la que más confías y en la que depositás todos tus sentimientos, tus ganas, tus sueños, tus esperanzas, dejás de creer en la fidelidad de tu propio perro/a criado desde cachorro, hasta esa crees que falla.
Me pasé esa semana y un poco más recluido en mi departamento, tuve momentos de depresión, de broncas, de sentirme un reverendo pelotudo, me sentí un fracasado como hombre, lleno de incertidumbres, con el ego por el suelo, sin ganas de bañarme, arreglarme o comer a las horas acostumbradas y más de una vez, olvidándome de eso. El resultado fue un cierto deterioro físico y mental.
Está más que claro que la inteligencia, poca o mucha, no la perdí, sabía que lo que hacía o lo que no hacía, estaba mal, pero una cosa es dar un consejo a otro para que no se deje caer y otra es practicarlo en sí mismo cuando el que recibe el “cachetazo” es uno y, además, sin esperarlo y con alevosa traición de por medio. La libido se había ido de paseo, no había teta o culo que la incentivara y ni siquiera me ponía mal con eso, llegué incluso a pensar que era lógico y normal.
Los cuatro primeros días tuve que aguantar un montón de apariciones en mi departamento, fueron a distintas horas y estuvieron plagados de monólogos llorosos escuchados a través de una puerta, hubo pedidos de perdones, de nuevas oportunidades jurando y jurándose fidelidades con el permiso explícito para que yo hiciera lo mismo cuantas veces quisiera. Nada me importó, me había fallado en lo más profundo y para no reaccionar en nada me había hecho a la firme idea de no verla, ni conversar con ella, no hubiese podido convencerme de nada y me ahorraba un mal rato.
Tampoco me conformó ni me hizo gracia una de las noticias que me había traído mi amigo-socio, él se solía hacer unas escapadas hasta mi casa para conversar conmigo y para traerme algo de comida o llenar mi alacena y mi heladera. Por su boca supe que mi “ex” había sido despedida de su trabajo, la esposa, la familia constituida del veterano y los intereses comunes le jugaron en contra a la infiel, el tipo no lo pensó demasiado y en cuanto la esposa puso el grito en el Cielo por lo del video, a la calle con la supuesta “vividora” que ahora desesperaba por conseguir un trabajo para mantenerse.
Es verdad, no me hizo gracia, pero por un momento pensé, para mí, en que se lo tenía merecido, ya que uno es el único responsable de las consecuencias de sus actos y, como dice la canción “que te perdone Dios porque yo, no” . Mi amigo me lo dijo como esperando una respuesta, de alguna manera, favorable para ella y sólo se encontró con mi silencio.
Otra de las noticias tuvo que ver con la aparición del video en Internet y en eso juro que no tuve nada que ver, la versión de la infidencia pasaba por el lado de la “esposa cornuda” o por alguna de sus amigas, ya que ésta lo había desparramado por todas sus amistades, estaba enojada y dispuesta a dejarlo en la calle al marido infiel. Nunca supe si a ella la perjudicó en algo, a él estoy seguro que sí.
Las “cagadas a pedo” y los enojos de mi amigo-socio rindieron sus frutos, ya mi “ex” no venía más con sus pedidos de perdones y oportunidades y me reintegré a mis labores en la oficina, aquí debo decir que nunca estuve muy alejado de mi trabajo, gran parte de las charlas tenía que ver con la marcha de la empresa y distraer mi mente en eso me ayudaba bastante, el problema surgía cuando estaba solo y con tiempo para pensar.
En lo único que no le di bola a mi amigo fue con la aceptación de las invitaciones para salir a tomar algo y tratar de aplicar el dicho aquel que reza, “un clavo saca a otro clavo” , nunca creí que eso me pudiera servir… Regresar a la soledad de mi departamento era una especie de martirio que trataba de sobrellevar con películas de acción en que hubiera muchos tiros, líos y patadas, ni siquiera me interesaba ver videos porno, si los veía tampoco generaban en mí “algo” para que la libido se despertara.
Me llevó más de un mes comenzar a cambiar, empecé a ir al gimnasio de nuevo y me armé de paciencia para tratar de escribir o, mejor dicho, como siempre opiné, “garabatear palabras en un papel” . Eso me ayudó mucho a pesar de que me causaba dolores revivir situaciones, hasta que un día, con el verano que ya se nos venía encima mientras se alejaba la primavera, me desperté distinto…
Descubrí que afuera había sol, lo miraba por la ventana y su luz me encandilaba, lo dejaba entrar en mi habitación y penetraba entibiando y alumbrando los más oscuros rincones, observé que brillaba y calentaba el pequeño charco del balcón evaporando con invisibles ascensos el vital elemento. Escuché que el zorzal, casi domesticado, como todas las anteriores mañanas entablaba un duelo de armoniosos sonidos con el hornero que custodiaba su nido construido en el balcón del quinto piso de ese edificio que me enfrenta.
Noto también que la perra cachorra que me había conseguido como compañía, transpirando con su boca abierta, se desparramaba a merced de los rayos que quemaban e imaginé que no era capricho de animal, estaba absorbiendo la energía que esa bendita luz nos regala.
Era la mañana de un sábado y afuera había sol. Lo estaba viendo distinto y un impulso me incitó a levantarme del lugar en que estaba comenzando a escribir, entonces salgo al balcón para dejar que los rayos me caigan a pleno. Como pasa siempre que uno se toma el tiempo de experimentarlo, debajo de su luz, una extraña energía te atrapa y recorre cada palmo de tu cuerpo. Es raro sentir ese escalofrío por las células que reaccionan bajo el influjo de su calor, la sangre parece circular más libre y las neuronas se activan... Se siente bien.
Tomo conciencia que son muchos los días en que sale el sol, pero no nos detenemos a disfrutarlo y pensando así se me ocurrió salir a recorrer las calles para tratar de descubrir si la gente entendía al sol del mismo modo en que yo lo hacía. De entrada nomás, los ruidos del tránsito no me resultaban invasores, el colectivo pasaba como siempre y su acelerada era sólo parte de los ruidos cotidianos que nos envuelven, hasta me pareció que los conductores de los automóviles respetaban con criterio el peligroso cruce de calles.
Afuera y en la calle el sol se siente mejor, ni siquiera tengo que elegir vereda porque a ambas las ilumina. El portero me dio los buenos días, el “ caracúlico ” de la despensa me saluda con una sonrisa y las flores del puesto de la esquina parecen contonearse al son de un arco iris de colores. El día “ pinta ” fenomenal y casi se impone pellizcarse para comprobar si es realidad o sueño, pero me contengo, porque si es sueño, después de lo pasado, prefiero seguir soñando.
Me detengo en el quiosco de la Pañalera para comprar cigarrillos y cruzo muecas y sonrisas con el bebé que la joven lleva en brazos, más adelante me confundo en un abrazo con mi primo Gustavo y como siempre, hay chanzas, bromas y reproches porque aparezco poco por su negocio, le mando saludos a Eduardo y cruzo la calle para controlar la tarjeta del juego.
A metros, delante de mí, camina una rubia hermosa que atesoré en mis recuerdos anteriores, no me ve y no la llamo, no hay “ mala onda ” pero prefiero entrar a la Agencia sin que me vea, lo primero que pienso es que no estoy preparado para mujeres. Es raro, no me sentí “ necesitado ”, ni el corazón me dio un vuelco al verla, alguna vez había sido importante, me parece que, con sol, es otra cosa.
En el local de juego hay tres apostadores más y allí las caras cambian, están metidos en sus “ martingalas ” y elucubraciones numéricas esperando que “ ese ” número alivie un tanto sus preocupaciones y necesidades y me queda claro que el sol puede ayudar, pero las necesidades permanecen, también las “ oscuridades ” de cada uno, algunas de las cuales estoy comenzando a dejar de lado. Allí no hay “ buenaonda ” y no les doy mayor importancia, controlo el billete y salgo rápido.
Aún con sol se observan cosas que “ enturbian ” la mañana, hay una discusión de un proveedor con el dueño de la Pizzería y no es en buenos términos, tampoco la conversación de esa mujer que le gesticula al Portero del edificio de enfrente, ¿Será que no pueden ver el sol o seré yo que me siento cansado y “podrido” de las negatividades que se arrastran, negatividades que yo mismo estoy tratando de solventar? ... ¿Seré yo el que está hastiado de compadecerse de sí mismo y busca la amistad del sol para cambiar? La frenada de un auto me sobresalta y la “ puteada ” para el imprudente peatón suena nítida y clara y más que agraviante resulta correctiva. Noto que todo no es tan distinto a lo de todos los días, sólo soy yo el que pretende estar mejor.
Estoy a punto de ingresar a una zapatería para preguntar por un calzado y recuerdo que allí no hay sol, así que encamino mis pasos hacia la Plaza. Faltan dos cuadras y las mujeres que van o vienen parecen más llamativas, como si la calidez del día ayudara a combatir sus inhibiciones. Hay risas que flotan y alegrías que se palpan, pero si uno presta atención, se notan los “ Ángeles negros ” en mucha gente que pasa, más hoy no es un día en que quiera pensar en los problemas que puedan existir y en los que la gente se “ fabrica ”.
En la Plaza me recibe un mundo de colores y un movimiento nuevo. Algunos se aceleran al cruzar las veredas diagonales, otros aminoran su marcha o se detienen. Pienso que las Plazas tienen ese poderoso influjo que tiene muchas explicaciones o quizás ninguna. Voy hasta la fuente de agua que funciona a pleno, rodeada de chicos, padres, parejas y otras personas que vienen y van, es mucho bullicio para lo que quiero hacer.
Regreso a la vereda de la Avenida y me dedico a observar todo lo que pasa desde ese lugar que conseguí en el único banco libre. Luego de un instante saco papel y lápiz y trato de expresar en letras, pero las frases parecen haberse llamado a descanso. El hombre gordo sentado a mi derecha me mira, me ignora, aunque a la señora de la izquierda se la nota intrigada por mi cara de fastidio.
¿No le sale nada? , pregunta y me doy cuenta de que la belleza morocha de tez blanca e impactantes ojos negros (¿Por qué serán tan expresivos los ojos negros?) ha estado observando mis “ garabatos ”. En otro momento le hubiese contestado cortésmente, me hubiera levantado segundos después y me habría ido, pero hoy hay sol, pretendo estar mejor y éste parece haber penetrado y ablandado mis “ tontas durezas ”.
Es pasado el mediodía y la luz pega de lleno en el banco de la Plaza, le contesto que no, que no hay inspiración, hago algunas anotaciones, digo un par de cosas, me contesta y se entabla una conversación que tiene mucho de monólogo. Casi siempre pasa igual, cuando se busca la atención de una persona desconocida para hablar es debido a que la necesidad de comunicarse es grande y normalmente no existe con quien hacerlo.
Mientras desgrana su charla casi monologada a la que convierto en conversación por mis breves acotaciones y las preguntas que “ le dan letra ”, yo la miro y no sólo eso, me interesa mirarla. La cabellera y las manos cuidadas, la ropa haciendo juego con cartera y sandalias, igual que los modos, denuncian a una persona con una educación y un nivel medio-alto. Resulta ser “ separada ”, Profesional en Leyes, con hijos grandes, los “ cuarenta y pocos ” cercanos y todo en su físico aparenta “ firmezas ” ( hombre al fin ), apenas algunas arrugas que no la desmerecen y toda la angustia que suele caracterizar a gran parte de mi generación.
Luego de un rato, cuando la “ charla ” comienza a encaminarse para el lado de la intimidad, el café o la gaseosa nos llaman desde la confitería y hacía allí trasladamos nuestras ganas. Antes de cruzar la calle vuelvo a mirar la Plaza y todo sigue igual o mejor, ¿Seré yo o es porque el sol calienta más? La, a esta altura conversación, se extiende por horas y hay demasiadas cosas que se comparten, incluso las risas y las alegrías que surgen haciéndome sentir complacido.
Afuera de la confitería el sol se convierte en escaso y me ofrezco a acompañarla a su casa en una localidad cercana. El “ taxi ” nos lleva rápido y descendemos en una hermosa casa-quinta ( ya lo esperaba por la dirección que le dio al conductor ), cuando transponemos el portón de entrada el sol se ocultaba a nuestras espaldas, pero continuaba impregnando nuestro interior.
No hubo muchos preliminares, las necesidades de los dos parecieron hacer ebullición y los besos no tardaron, las ropas quedaron diseminadas en el living y vestidos sólo con la piel, me tomó de la mano llevándome a su dormitorio. Me deleité mirando sus nalgas duras y bien armadas y tuve un poco de temor por mi presunta “performance” , aunque todo estaba en la cabeza que pensaba, la “otra” respondía sin pensar y me sentí más seguro. ¿Qué les voy a contar? , ella me recibió por dónde ambos queríamos, se sintió bien y yo me sentí mejor, terminamos “fundidos” y ni siquiera nos acordamos de la cena.
Al salir de su casa el sol me daba de lleno en todo el cuerpo anticipando otro día pleno y para mí un concierto de posibilidades con otro futuro que asomaba. Brotan desde adentro alegrías nuevas, las risas surgen y seguirán surgiendo, ya no hay “fantasmas” , las esperas no serán tan largas, hay comunicación y lo que es mejor, algo que se inicia. Para todos no es igual pero el intento de caminar bajo el sol no es utópico, todo es más claro y... algunas cosas te brinda la posibilidad del sol.
Si les gustó, valoren y comenten.
Gracias, Guilleos1.