La pordiosera (1)
Una sesión de sexo guarro con una sucia pordiosera. Fotos.
Por mi trabajo suelo desplazarme por los barrios marginales de mi ciudad.
En una de esas ocasiones y mientras estaba consultando mis papeles en un descampado se me acercó una mujer pidiéndome un cigarrillo. La miré atentamente y se lo di. Debería tener unos 40 años aunque realmente aparentaba muchos más. Iba vestida con una falda larga y varias camisetas, una encima de la otra que le daban un aspecto muy dejado.
Le dije que buscaba una dirección y ella se ofreció a acompañarme. Acepté su ayuda y se montó conmigo en el coche para guiarme hasta donde quería ir.
La pordiosera
Enseguida me contó que vivía en una chabola cerca de aquel lugar y rápidamente se despertaron mis instintos. A lo mejor podía aprovecharme de esa situación. Le dije que si le apetecía tomar una cerveza y me dijo que encantada que no tenía dinero. Le respondí que si quería podíamos ir a un supermercado y comprar unas cuantas y tomarlas en su casa. Ella lo entendió enseguida y dijo que de acuerdo que necesitaba dinero. Paramos a comprar cervezas y una botella de ginebra que era la bebida que más le gustaba. Finalmente nos dirigimos a su casa que realmente era una sucia chabola.
Entramos y enseguida nos servimos unas copas. Ella bebía, fumaba y enseguida le empezó a hacer efecto el alcohol. Le dije que si se portaba bien conmigo le daría 50 euros y mirándome fijamente me respondió que por 50 euros se dejaba hacer cualquier cosa. Deje el billete bajo el cenicero y le ordené que se desnudara. Enseguida empezó a quitarse las varias capas de prendas que llevaba percibiendo una fuerte olor a sudor. Se quitó las camisetas, no llevaba sostén. Tenía unas buenas tetas, algo caídas y coronadas por una gran aureola de color rosado, por el frío enseguida se le erizaron los pequeños pezones.
El espectáculo era genial, esa rellenita mujer desnuda de cintura para arriba levantado los brazos mostrándome sus peludos sobacos adornados y relucientes por el sudor. Mi nariz reaccionó al instante y le pedí que se acercara. La rodee con los brazos, sobándole las tetas e incrustando mi nariz en sus axilas. Era un olor penetrante. Ella rió y me dijo que le gustaban los hombres guarros que no se andaban con remilgos, a lo que le respondí que no le quedaran dudas que era de su estilo. Seguidamente le bajé la falda mientras le manoseaba el culo. Su tanga estaba maltrecha por el uso y la falta de jabón. Su pubis era abultado y por los costados asomaban muchos pelos que por el interior de su muslo se juntaban con los largos pelos que lucía en las piernas.
Genial pensé para mí, me encantan las mujeres peludas. Le pedí que se quitara el tanga. Mientras lo hacía pude ver que realmente hacía mucho tiempo que no se lo cambiaba, estaban totalmente sucio de restos indefinidos aunque predominaba una gran mancha marronosa en la parte posterior de la tira. Le ordené que lo cogiera y los oliese. Lo hizo mirándome a los ojos, frunciendo la nariz y con voz melosa me dijo:
"mmmm, huelen a coño y culo, apestan ... quieres olerlo tu?"
Acto seguido me lo acercó diciéndome:
"huele mi coño y mi culo cabrón, tengo el coño mojado, hace días que no me lavo y mi culo apesta, seguro que lo tengo cagado para ti".
Olí su tanga, nunca en mi vida había olido algo así, era un aroma potente, fuerte donde costaba separar lo que correspondía a su coño y lo que era producto de su ano. Mi excitación subía por momentos. Me arrodille y empecé a olisquear la fuente de esos efluvios, su coño era grande, muy peludo y rosado por dentro, brillante de la humedad. Separé los labios y sin oposición le introduje dos dedos en él, Lo saqué, olí, chupé y volví a meterlos en su interior. Repetí la operación dándoselos a chupar. Ella lo hizo sin resistencia, diciéndome que también le gustaban los coños. Al cabo de un rato empezó a gemir.
La quería excitada y le pedí que me ofreciese su culo. Se dio la vuelta y separó las nalgas. Lo que vi me encantó. Tenía un ano rosadito, enmarcado por una gran mata de pelo. Su culo estaba realmente sucio, se apreciaban restos indefinidos por doquier. Olía a truenos. No pude resistirme y empecé a olerlo abriendo sus nalgas al máximo. Tenía la polla a mil. Acerqué mi dedo índice a su orifico posterior y dando círculos empecé a realizar una constante presión hasta que lenta, pero constantemente se fue introduciendo en su recto venciendo la poca resistencia de su esfínter. Cuando se acomodó en su interior realicé unos suaves movimientos de mete-saca hasta que mi nudillo quedó incrustado en su ano. Al cabo de un rato lo saqué. Mi dedo había perdido su color original y ahora aparecía manchado de caca. Lo olí mientras ella me rogaba que volviese a metérselo. Le dije que bueno pero que antes quería que lo limpiase. Se agachó entre mis piernas y mirándome a los ojos me cogió la mano introduciendo el dedo en su boca chupándolo como si se tratará de un caramelo.
"Así te gusta cabrón!" me decía mientras seguía chupando a la vez que empezaba a monosearme la polla por encima del pantalón. Mi excitación estaba al máximo. Me quité el pantalón y los calzoncillos como pude liberando mi polla de la presión que la ropa ejercía en ella. Mirándome me dijo:
"quieres que te la coma".
Sin responder se la introdujo en su maloliente y pastosa boca empezando a chuparla con gran maestría. Mientras lo hacía me sobaba los huevos y con su dedo reseguía el surco de mis nalgas a lo que separé las piernas para facilitarle la labor. Empezó a meterme un dedo en culo, cada vez más profundamente. Al cabo de un rato lo sacó y se lo puso en la boca diciéndome que yo también apestaba. Me tumbé en el sofá y cogiéndome mis piernas le dejé todo mi ano a su disposición para que me hiciera un beso negro. Estuvo alternando un buen rato comida de culo y polla. Cuando se ponía mi polla en su boca no se olvidaba de mi culo y me sodomizaba con su dedo. Le dije que me iba a correr y ella aceleró la felación hasta que con un gran alarido descargué toda mi leche en su garganta. Siguió chupándome hasta que quedó limpia y reluciente sin que desperdiciara ni una gota de mi jugo.
Mi erección no desfallecía y tras vaciar una cerveza la puse en cuatro sobre el sofá y le introduje la botella primero por el coño y cuando tuvo su primer orgasmo, aproveché la excitación para meterle el cuello de la botella por el ano. Ella gemía y me insultaba. La saqué de golpe, provocando un gran pedo que salió desde lo más hondo de sus intestinos inundando la habitación de un olor indescriptible. Su culo no quedó indemne de tal operación y quedó aun más manchado de caca.
Con mi polla en la mano le dije:
"ahora te voy a dar por culo".
Enfilé mi polla hacía su estrecho y sucio canal y sin mucho esfuerzo y gracias a la abundante lubricación que me ofrecían sus excrementos la sodomicé profundamente. Su recto era un gran charco de materia indefinida y que prefería no imaginar. Al cabo de un rato no pude retener más mi corrida y, sacando la polla de su culo, la volteé introduciéndosela en la boca para acabar por segunda vez en su garganta. Sin rechistar, pese a la cantidad de caca que adornaba mi polla la chupó y chupó hasta correrme en su garganta. Quedamos los dos exhaustos sentados en el sofá aunque mi cabeza no paraba de dar vueltas imaginándome como podía seguir usando de ese cuerpo para mi placer.
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