La Popu (12)

Andrea se relaja un poco y logra una buena relación con sus sádicos y perversos captores. ¿Que será capaz de hacer por sobrevivir a todo esto?

Popu 12

Nuevas comodidades y una amiga difícil.

Cuando Andrea regresó a su habitación, mil ideas y sensaciones le recorrían la cabeza. Pensaba en esa extraña sensación que últimamente la anulaba. No podía evitarla. En cuanto se sentía un objeto sexual de los hombres de Manguera, su cuerpo tomaba vida propia y su mente perdía la voluntad. Disfrutaba muchísimo del placer de sentirse ese objeto de deseo, ese receptáculo para sexo que todos los hombres buscaban.

Un dilema atormentaba su cabeza. Su mente le dictaba que la vida que estaba eligiendo estaba mal, que no debería seguir ese camino. Pero su cuerpo y su sexo principalmente estaban tan necesitados de esas sensaciones, tan alegremente estimulados, que echaban por tierra cualquier argumento teórico. Andrea había conocido el placer y no lo iba a abandonar tan fácilmente.

-Al fin y al cabo. ¿Qué problema hay que sea una puta?- se preguntó a si misma

-Lo disfruto, y es suficiente.- argumentó

-¿Para quién voy a ser otra cosa? ¿Acaso vino alguien a preocuparse por mi desde que estoy acá?. ¡¡Al carajo con los demás!!- concluyó

Tremendamente excitada, se arrojó sobre la cama, y mirando al techo sintió como su sexo palpitaba en deseo. La habían usado, la habían calentado mucho, pero no le había sido suficiente. Su sexo se humedecía de solo recordar las imágenes de lo ocurrido debajo de la mesa. Aun podía sentir las calientes y duras vergas de los hombres de Manguera penetrándola sin piedad.

Andrea gimió y llevando una mano hacia su entrepierna, comenzó a acariciar los contornos de su vulva húmeda y caliente. Los gemidos se volvieron mas notorios a medida que ella movía sus dedos expertamente, abriendo sus labios, deslizándolos suavemente por sus carnes internas, acariciándose en lo mas íntimo, sintiendo oleadas de un placer intenso que prometía no ceder hasta devastarla.

Tomó con sus dedos el capuchón de su clítoris. Con movimientos suaves y acompasados comenzó a estimularlo. Su boca se entreabrió y su espalda se arqueó al sentir los primeros contactos. Cerró los ojos e imaginó a muchísimos hombres alrededor de ella, tocándola, masturbándola, usándola. Imaginó sus vergas hinchadas a punto de explotar sobre su cuerpo. Por un momento se preguntó qué se sentiría ser bañada literalmente en semen caliente. Pero su pensamiento no llegó a encontrar respuesta. Una oleada de salvaje placer le nació en su pubis y recorrió todo su cuerpo haciéndola temblar como una hoja. Jadeando, transpirada y totalmente devastada por el reciente orgasmo, Andrea se entregó a un sueño reparador. Su mano brillante de flujos cayó a su costado sobre el colchón mientras su cuerpo yacía sobre él. Solo podía notarse la respiración profunda que hinchaba sus pechos.

Al cabo de unas horas Andrea fue despertada por uno de los guardias de Manguera. Al despertar, Andrea se percató que sus piernas habían quedado semi abiertas y su sexo mojado a la vista del hombre que la miraba con lascivia.

-Manguera quiere que te mudes de habitación.- le dijo en cuanto la vio despierta

Sin comprender mucho, aún semidormida, Andrea se puso de pie dispuesta a seguirlo. No llevaba nada con ella. Solo tenía la ropa que llevaba puesta, lo que había sobrevivido de su primera violación.

-Vamos- dijo él cerrando la puerta detrás de ella

Caminaron por unos pasillos algo intrincados, pasaron por un par de puertas mas, que el hombre abrió con su manojo de llaves, y finalmente una de las puertas dejó una hermosa habitación delante de los ojos de Andrea.

-Este es tu nuevo lugar, putita. ¡Cuidalo!- le dijo el hombre

-¡¡Waaaw!! ¡¡Gracias!!- atinó a responder ella

La habitación era simple pero bien arreglada. Una cama de bronce, con sus correspondientes barrotes en la cabecera y a los pies, acomodada en el fondo del cuarto y cubierta de una colcha rosa. A un costado, sobre un escritorio personal, papeles, cuadernos, lapiceras, libros, un equipo de música y varios CDs. Mas allá un espejo de cuerpo entero y junto a él un armario al costado. Dentro del armario se dejaban entrever algunas prendas de ropa. En el medio de la habitación había una alfombra en tonos rojos y azules que le daba aún mas vida.

Era un cambio importante. Andrea no cabía en si misma de alegría. Mentalmente comparaba su vieja habitación con esta nueva y no podía creer el cambio que había experimentado.

Un sobre, encima de su cama le llamó la atención. Tenía su nuevo nombre escrito en él "Putita Andrea". Lo tomó entre sus manos y lo abrió. De adentro salió una tarjeta que decía mas o menos lo siguiente:

"Espero que te guste tu nuevo lugar. Para mantenerlo solo será necesario que mantengas tu condición de puta.

Acordate también que lo mismo puede tener tu amiga Laura. Está en vos convencerla.

PD: Por cierto, mi muchacho espera alguna "propina", espero que sepas dársela."

Andrea se sonrió. Miró hacia el hombre y su sexo comenzó a mojarse. El pensarse una puta la calentaba muchísimo. Tomó al hombre de la mano y lo llevó delicadamente dentro de la habitación. Una vez allí acarició su pecho, sus caderas y bajando mas y mas llegó con sus manos hasta el cinturón de él, que desabrochó lenta y sensualmente. Hurgó dentro de la ropa interior y extrajo una verga palpitante y deseosa. Sin preliminares ni miramientos, se la llevó a la boca comenzando con una mamada que en poco tiempo aflojó las rodillas del muchacho, que buscó soporte en la cabecera de la cama para no caerse.

-Gracias. - dijo ella con su rostro todo mojado con los fluidos del sexo oral, y una sonrisa pícara

-La chupas como una diosa.- dijo él sorprendido

-Lo sé. Voy aprendiendo a ser una buena puta.- dijo ella calentándose al pronunciar la ultima palabra

-Vas a ser excelente- auguró él entre gemidos

Con las piernas abiertas, tendida de espalda sobre su cama, Andrea chupaba la verga de ese hombre como si fuera lo ultimo que fuera a hacer en su vida. Su otra mano ya se había deslizado a su húmeda entrepierna y comenzaba a dibujar el placer sobre su ardiente carne.

De repente, el hombre tomó el control de la situación. Se subió a horcajadas de ella, con ambas rodillas a un costado de su cuerpo sobre la cama, y con embestidas dignas de una fiera, tomándola de los pelos, comenzó a meter su pija hasta el fondo de la garganta de Andrea.

Andrea comenzó a sentir cierto ahogo cuando la verga le tapaba la garganta, pero en poco tiempo recordó cómo respirar en los tiempos que él le dejaba. Algunas lágrimas involuntarias provocadas por el esfuerzo de su garganta comenzaban a escurrir por su rostro. Sus ojos miraban la cara del hombre y disfrutaban la furia que habían desatado en él. El macho primitivo había nacido en él, el deseo sexual lo quemaba por dentro, y Andrea disfrutaba de todo eso. Sus dedos masturbaban frenéticamente su clítoris haciendo que su rostro hiciera de vez en cuando alguna mueca de irrefrenable placer.

-Te la voy a sacar por las orejas, puta.- le dijo él

En ese momento se la sacó de la boca y tomándola por los tobillos le abrió las piernas lo mas que pudo. Ella sintió que algo hervía dentro de ella y dejando su clítoris acarició el pecho del hombre recorriendo su cuello hasta envolverlo por los hombros. Sabía muy bien lo que seguía, y lo deseaba ardientemente. El muchacho apuntó con su verga al lubricadísimo sexo de Andrea, y de un solo movimiento se hundió en él hasta las pelotas.

-Uhhhhh- gimió Andrea sintiendo como la verga la llenaba de golpe

Era un vicio increíble para ella. El sentir su sexo lleno de caliente y palpitante carne, sentirse atravesada por esa daga caliente la perdía completamente. Encendida totalmente, las piernas abiertas de Andrea rodearon la cintura del hombre apretándolo aun mas adentro suyo. Adoraba esa sensación. Meter la verga caliente y dura acariciándola lo mas adentro posible, bien hondo, en esas partes que la hacían volar de placer. Comenzó el vaivén violento y frenético, pero duró apenas unos minutos. Al cabo de unos instantes su cuerpo temblaba sintiendo la estaca que la quemaba por dentro, en un éxtasis tal que temió apretar demasiado a ese pobre muchacho. Era tal el volcán a su alrededor, que el hombre tampoco pudo contenerse mas y en un gemido largo y sentido se descargó abundantemente dentro de ella, que amó sentir esa sensación de leche caliente disparada y fluyendo cálida dentro de su sexo.

El muchacho se levantó de la cama. Se volvió a vestir mientras la miraba con una sonrisa.

  • En un rato vamos a reunirte con tus amigas. Será mejor que te prepares.- le aconsejó.

  • Así lo haré.- Prometió ella

En cuanto el muchacho cerró la puerta de la habitación, Andrea acarició el suave néctar que aun chorreaba por su sexo. Una mezcla de semen y sus propios flujos que con una consistencia viscosa se deslizaba por sus muslos. Sonrió y se puso de pie recorriendo la habitación. Colocó un CD de U2 en el equipo de audio y entró en el cuarto de baño. Ahí vio una magnifica bañera blanca, algunas toallas y sus cosméticos frente al espejo. Una vez mas sonrió feliz, abrió el agua y dejándola correr un poco comenzó a prepararse un buen baño de inmersión, que adornó con abundante espuma.

Después del relajante baño se arregló un poco, se peinó, se maquilló y eligió alguno de los vestidos mas sexys y provocativos del placard. Una vez lista abrió la puerta de su habitación y se encontró con el mismo muchacho que la esperaba afuera.

-¿Cómo estoy? - le preguntó haciendo una vueltita delante de él

-Estás deliciosa, como siempre.- le respondió él con una palmada en el culo

Andrea se acercó al muchacho y abrazándolo se cercioró de su apariencia manoseándole la verga debajo del pantalón. Sonriendo se dio cuenta que nuevamente estaba tiesa y dura. El deseo de seguir cogiendo con ese hombre le pasó por la mente, pero una frase de él le indicó que no había tiempo.

-Vamos, tu amiga nos espera-

Dos puertas mas allá, en un salón austero pero amplio, esperaba Laura sentada en un sillón. Cuando Laura vio llegar a Andrea de manos del guardia se puso de pié, y en cuanto este la soltó, corrió a abrazarse a ella.

Apretada sobre su cuello Laura sollozaba pensando en las cosas que le estaba haciendo padecer a su amiga.

-Perdoname Andrea... perdoname. No se si algún día me vas a poder perdonar por esto.- lloraba Laura

-Lau... tranquila... está todo bien.- respondió Andrea tratando de calmarla

-¿Qué te hicieron? No supe mas de vos por un rato largo... - preguntó Laura

-Lo mismo que a vos, Lau, lo mismo... - dijo acariciándole el cabello

-Pero estas muy bien vestida, y maquillada. ¿Qué pasó?.- dijo Laura sonriendo y dando un paso atrás para observar mejor a su amiga

-De eso quiero hablarte Lau.- dijo sonriendo

-Pero quiero que me escuches bien todo antes de opinar.- agregó

Laura hizo silencio y mirando extrañamente a su amiga se recostó en el sillón para escucharla.

-Es algo muy simple, Lau. Me encontré de repente un día acá adentro, traicionada por mi amiga, violada por el novio de mi amiga, nuevamente violada por un montón de hombres, sometida a una vida miserable en una celda y con muy pocas posibilidades de salir.- comenzó diciendo

-Me usaron y me violaron por todos lados, como supongo que lo habrán hecho con vos. Lentamente aprendí a soportar esos abusos, y en determinado momento, algo dentro mío se liberó, y comencé a sentir el placer sexual sin culpa.- continuó ante la cara atónita de Laura

-Poco a poco me fui dando cuenta que cuanto menos me resistía y cuanto mas colaboraba, mejor me iba. Me trataban bien, me cuidaban, y cuando me lo proponía, hasta me divertía haciéndolo.- Agregó

-Pero... te convertiste en una puta... - protestó Laura

-Una puta... puede ser. Todo depende de la connotación que le des a esa palabra. Me excita mucho escuchar esa palabra, pero me considero una mujer que vive el sexo con libertad y sinceridad. Sin pensar en la gente de afuera, en la sociedad, en lo que ellos dirán. Me gusta sentir placer sexual, me gusta brindarlo. Me siento bien así, y ellos me cuidan. ¿Qué mas puedo pedir?- argumentó Andrea.

Laura se quedó callada y observando fijamente a los ojos de su amiga. Era como si de repente no la conociera, como si fuera otra persona la que estaba ahí delante de ella hablándole. Sentía una doble sensación. Por un lado su conciencia le producía un rechazo a lo que escuchaba de su amiga. Era todo lo que toda la vida le habían enseñado que debía evitar. Tantos años cuidándose de no parecer una mujer fácil, tratando a los muchachos con la distancia suficiente como para que no les fuera sencillo llegar a meta. Por otro lado, su instinto primitivo, su subconsciente, sus fantasías y la curiosidad de saber lo que se podría llegar a sentir haciendo lo que hacía su amiga Andrea la trastornaban.

Por un momento deseó tener a su madre a su lado. Ahora comprendía el porqué no la habían sacado de su celda y solo las habían reunido a ellas. Sin embargo, recordó la ingenuidad y tontera de su madre. ¡¡Cómo había caído!!. Se recordaba a ella misma gritándole que corriera, que escapara, y lo lenta que había sido su madre en entender, para finalmente caer violada junto a ella. Recordó la escena en la cárcel y cómo por culpa de sus tontos gritos hubo que soportar una segunda y una tercera tanda de hombres que las usaron hasta hartarse. Definitivamente su madre no sabía nada de esto.

-Hay algo mas Lau.- dijo Andrea abrazándose con los ojos llorosos a su amiga pensativa

-Contame.-

-Hablé con Manguera. El tiene mucha confianza en mi.- dijo sin animarse a continuar

-Me imagino... Debe estar muy contento con vos.- dijo Laura sonriendo burlonamente.

-Bueno... ¿querés que te cuente o no?- dijo Andrea algo sonrojada de lo que había dejado entrever a su amiga

-Si contame. Que quiere ese hijo de puta.- preguntó

-Hablé con él. Esta muy preocupado por Uds. dos. Vos y tu mamá.- comentó Andrea

-¿Qué es lo que le preocupa?- preguntó irónicamente Laura

-Por un momento pensé que las iba a matar a las dos.- dijo Andrea

Laura hizo un silencio y por un momento su ira y su ironía quedaron de lado. La dureza de esa frase la había hecho volver a la realidad. Un frío corría por su espalda. De ahí en mas prestó mucho mas atención a su amiga.

-Seguí... dale.- pidió Laura ansiosa

  • Dice que tu madre es muy vieja para nada, que no vale la pena invertir tiempo en ella... y de vos tiene sus dudas. Dice que sos muy rebelde y que jamás le vas a servir para nada. Que sos un riesgo que te escapes en cualquier momento y que le vayas con el cuento a alguien. Que odiaría tener que mover contactos para limpiarte en la calle o para dar vuelta cualquier cosa que hayas hecho.- comentó de golpe Andrea

  • Es un hijo de puta.... - murmuró Laura

  • Creo que te equivocas un poco. - intercedió Andrea

  • El hombre tiene su negocio, con sus riesgos. Puede ser una persona muy agradable si te lo pones de tu lado... o alguien muy negro si lo tenés del otro lado.- continuó

  • ¿Y yo tengo que acceder? ¿Hacerme puta y abrir las piernas siempre que el lo pida? - preguntó con ironía Laura

  • ¡¡Nena!! ¡¡Esta en juego tu vida!! ¡¡No seas estúpida !! - le increpó casi llorando Andrea

Hubo un prolongado silencio en el que ambas se quedaron mirando una a la otra. Laura estiró una mano y acarició el cabello de su amiga Andrea. Con la punta de los dedos le secaba las lágrimas mientras la miraba con ojos tiernos.

-Voy a intentarlo ... prometo que lo voy a intentar.- le dijo finalmente

-Gracias. - respondió Andrea un poco mas aliviada

Sumidas en el clímax de esa conversación, las dos muchachas no se dieron cuenta de la llegada de un par de los hombres de Manguera al recinto donde estaban.

  • Andrea.- llamó uno de ellos - Acompañame -

Andrea se puso de pie y acomodó su vestido para que cayera con gracia sobre sus piernas mientras caminaba hacia el hombre en la puerta del salón. Desde el otro lado, Laura la miraba caminar seductoramente, observaba los ojos de los hombres de manguera, y por sobre todo sus bultos crecientes en sus pantalones. Tomándola de la mano con suavidad, el hombre la llevó afuera de la habitación.

Al rato, otro hombre mas apareció. Esta vez la buscaban a ella. Muy dentro de su cabeza Laura se debatía en una decisión difícil. Sin embargo, recordó la promesa a su amiga. Se levantó sonriendo y con rostro deseoso miró el bulto del pantalón del hombre con total descaro. Su ropa no podía competir con la de Andrea, pero acomodó sus trapos lo mejor que pudo y caminó sensualmente hasta el hombre. Una vez allí se acercó a dos centímetros de su boca con los labios entreabiertos y deslizó la palma de su mano por el muslo del pantalón del hombre. Sabía como calentar a un hombre, y estaba dispuesta a poner todas sus herramientas en práctica.

El hombre, sin decirle nada, la tomó de la mano y la llevó al salón de al lado. Laura sentía la adrenalina fluyéndole abundantemente por la sangre. Todo este mundo nuevo al que se entregaba era muy excitante, pero muy peligroso a la vez. Sabía que la apuesta era grande, y que si algo salía mal, tendría que pagar con su cuerpo, o quizás con su propia vida.

El hombre la llevó a una habitación contigua y le indicó que se aseara, se cambiara y se maquillara. Al mirar la habitación Laura sintió envidia por primera vez de lo que había logrado su amiga. Muchísimos vestidos, a cada cual mas lindo, cantidades de zapatos, maquillajes, un yakuzzi, una cama espléndida, música de fondo.... todo eso era un lujo para ella.

Laura optó por relajarse. Inició todo con un buen baño de espuma, perfumó todo su cuerpo con las mejores fragancias y se relajó mientras escuchaba la suave música de fondo. ¡¡ Esto es vida!! Se dijo a si misma pensando en Andrea. Estaba decidida. No mas resistencia. De ahora en mas dejaría que su cuerpo gozara con voluntad propia. Finalmente, Andrea tenía razón. Todo esto podía transformarse en una gran fiesta. Tendría todo lo que quisiera, y encima... enormes cantidades de sexo y placer.

Cuando estuvo vestida, maquillada y lista, se miró al espejo sin poder creer el cambio que había experimentado en ella. Se la veía mas radiante, mas mujer, inclusive le había cambiado el rostro y una sonrisa iluminaba sus facciones.

Sin saber muy bien qué hacer, Laura intentó abrir la puerta de la habitación. Estaba resignada a encontrarla cerrada como siempre, pero grande fue su sorpresa al poder abrirla.

Al otro lado de la puerta, y vestido con un impecable traje, estaba uno de los hombres de Manguera esperándola. Ella le sonrió y él le tendió la mano. Apoyando la suya sobre la del hombre, suavemente, como una dama, sintió como su ropa interior recién puesta se mojaba levemente ante la vista y la idea de hombres vestidos tan sexys. A cada momento Laura se arrepentía menos de su decisión.

-¿Vamos Laurita?- le preguntó él

-Si, donde quieras- respondió ella sintiendo hormigueos en el estómago de pensar que ese hombre la llevaría a una sesión mas de sexo brutal, sin saber de que se trataba, pero excitada al fin con la incógnita.

Cuando Laura se acercó el hombre la tomó por la cintura y apretándola contra él mismo la besó fuertemente. El olor de ese hombre le trajo fuertes recuerdos de inmediato. Laura levantó la vista y lo miró a los ojos. De inmediato se percató. Ese hombre era nada menos que pistón, aquel bárbaro desgraciado que se había ocupado de romperle el culo sin piedad en el medio de la tribuna. La mano le comenzó a transpirar a Laura, pero sin que se notara dejó que el hombre la acompañara.

Caminaron unos pasos mas y se metieron en un pequeño cuarto. Parecía un camarín. Una vez dentro, Laura se acomodó en uno de los sillones indicada por Pistón, quien le pidió que aguardara unos minutos ahí.

Apenas cinco minutos mas tarde la puerta del camarín se abrió nuevamente. Era Manguera. Entró al lugar y le sonrió a Laura.

-¿Estas lista Laura?- le preguntó

-Supongo que si... - dijo ella dudando

  • Bueno... nadie te explicó mucho ¿verdad?. Perdoname, ahora te cuento bien.- dijo Manguera sentándose en el sillón.

Encendiendo un cigarrillo y con tranquilidad Manguera comenzó una charla distendida con Laura. Fue difícil romper el hielo inicial, los recelos que ambos se tenían, pero finalmente todo fluyó relativamente cómodo. Manguera entonces le explicó de que se trataba.

-Mira linda. Vos sabes cómo nos gusta divertirnos y jugar con Uds. Tomémoslo como eso... un simple juego, una competencia. Hace rato que tenía ganas de medir entre tu amiga y vos, cual es mas adecuada a nuestros juegos.- comenzó

  • Si, mas puta decís...- interrumpió Laura mirándolo a los ojos

  • Podría ser... aunque no incluye todo lo que abarca lo que queremos de una mujercita como vos.... pero bueno, ya te vas a enterar.- continuó él

  • Va a haber público presente, espero no te inhibas sintiéndote observada.-

  • Naa... me encanta que la gente me mire cuando me emputecen.- dijo Laura con un dejo irónico.

  • Podría ser peor Laura... podría ser mucho peor.- amenazó el

Laura hizo silencio. Pese a todo lo que había pensado unos minutos atrás en la habitación, sentía que se le hacía muy difícil permitir que estos hombres gozaran y usaran de ella. Pero no tenía salida.

  • Y ¿Cuál es el premio para la que gane el concurso?- preguntó Laura

  • El premio es sorpresa. Y creeme, vale la pena esforzarse.- le dijo él

  • Acá tenés algunos vestidos de fiesta. Vestite linda y sexy de entrada, porque tu amiga.... tu amiga ya sabe lo que nos gusta.- continuó diciendo él

  • Te espero en el escenario, Laura. Se que vos podés, putita.- dijo haciéndola temblar con una caricia sobre su entrepierna.

Laura miró a su alrededor y observó los vestidos. Eran uno mas bello que el otro, todos de noche de gran gala. Finalmente tomó uno y se lo probó. Conforme con el resultado al mirarse en el espejo se acomodó el escote, el maquillaje y el cabello. Una vez lista respiró hondo, tomó coraje y salió por la puerta del camarín. Ahí nuevamente Pistón la acompañó hasta llegar a la parte de atrás del escenario. Una estenografía parecida a un cuarto de niña adolescente la rodeaba. Todo pintado de colores en tonos rojos, el cuarto disponía de tres paredes (atrás y a los costados), una cama, un sillón y algunos almohadones. Los telones aun estaban bajos, las luces tenues, pero detrás de la música funcional, se escuchaba un incesante murmullo de muchos hombres.

Uno de los hombres de Manguera apareció por un costado y evidentemente apurado le colocó un collar en el cuello uniendo una cadena a él que la unía al piso. Laura sintió que su última posibilidad de escapar de esa pesadilla acababa de esfumarse, pero con valentía e intentando mentalizarse en gozar de su cuerpo dejó que todo fluyera.

De repente... el silencio... Una voz en el micrófono anunciaba la apertura del concurso espectáculo y le daba la bienvenida a todos los presentes. Primero en español, luego en ingles, el relator fue introduciendo a todos en el concurso que comenzaba. Los aplausos y los gritos que se escuchaban del otro lado del telón cerrado, comenzaron a intimidar a Laura, pero pese a que sus manos le traspiraban copiosamente y no podía mantener sus pies quietos, se pudo controlar bastante.

-Y ahora, con Uds... las concursantes....- dijo el hombre

  • En el box azul.... ¡¡Andrea, "La ardiente"!!.- continuó en medio de un griterío infernal que vitoreaba la visión de su amiga.

-Y en el box rojo.... ¡¡Laura, "La rebelde"!!- dijo por fin

Laura no podía mas con sus nervios. Tomada de la cadena que unía su collar al piso, se preparó a lo que vendría. El cortinado comenzó a moverse y un potente reflector le encandiló la vista. Los mismos gritos y excitación se escuchaban de fondo. Laura prefirió sonreír y evitar demostrar el pánico que sentía en ese momento.

A medida que pasaban los segundos, sus ojos, un poco mas acostumbrados ya al reflector, comenzaron a distinguir lo que había del otro lado. Su pánico ahí se transformó en horror. Un enorme salón, como si fueran las gradas de un teatro, repleto de hombres vestidos en batas la aplaudía, la vitoreaba y le gritaba todo tipo de obscenidades.

-¡¡¡¿Quien será la mas puta de las dos?!!!- arengó el conductor

-Eso lo decidiremos entre todos... ¡¡esta misma noche!! - se respondió

Laura, casi petrificada solo atinaba a pensar en cómo se había metido en esto, y en que mejor tenía colaborar o la suerte de ella y de su madre corría peligro.