La Pony Girl (1 a 3)
Una joven es vendida por su tío como Pony. Este relato fue poblicado con mi autoría hace muchos años en otro foro.
La Pony Girl (Capítulos I a III)
Autor: Ricardo Erecto
Patricio Rowland
David Nolan
Mariana Johnson
Introducción.
Patricio Rowland siempre le había intrigado la posibilidad de disponer de una joven como pony. Para ello había buscado libros, que no abundan, sobre el tema y volvía una y otra vez a internet para informarse sobre el tema, cómo tratarlas y entrenarlas, infraestructura necesaria y buscaba dónde conseguir una.
En los contactos realizados hasta ese momento, no había logrado disponer de una pony, pero no se desanimaba. Habría alguna forma de conseguirla.
Como buen abogado había buscado toda la legislación pertinente y ya conocía cómo debía hacerse el contrato, tenía además todos los elementos y arneses necesarios pero... le faltaba lo más importante, la pony.
Un día decidió poner un aviso en el diario:
"Prestigioso abogado busca en compra o alquiler pony girl para estancia en Saladillo. Puede estar entrenada o no. Pago al contado y resolución rápida de la transacción. Teléfono : ......."
Era cuestión de esperar que alguien llamara. Dos días después de la aparición del anuncio, recibió un llamado telefónico de alguien que quería conversar del tema. Quedó en recibirlo esa misma tarde.
Capítulo I.
A la hora convenida David Nolan se hizo presente en la casa de Patricio.
-¿Usted viene por el llamado de esta mañana?. Supongo que Ud. tiene una pony para vender. Deme algunos detalles.-
-Es una joven de 27 años. He estado entrenándola por un año, pero debido a mis múltiples ocupaciones es poco lo que he avanzado. Para que resulte una pony eficaz y eficiente falta bastante.-
-Supongo que además de usarla como pony la habrá usado también en la cama.-
-Por supuesto que la he cogido pero nunca en la cama. Siempre lo he hecho en el establo o en el campo.-
-¿Qué me puede decir de las cogidas?.-
-A mí me gusta metérsela en la vagina como lo hacen los animales, desde atrás. Nunca la cogí de frente ni se la metí por el culo o la boca como a algunos les gusta hacer. Yo solamente en la concha.-
-El culo, ¿lo tiene dilatado por la introducción de algún objeto?-
-Le he colocado un aditamento simulando una cola de caballo pero nada más. Los cachetes y la espalda fueron azotados algunas veces.-
-¿Y las tetas? ¿La ha castigado allí?-
-No, en las tetas no la he castigado nunca. Ha recibido algún latigazo en las piernas cuando no se mueve rápido. Respecto de las tetas, las tiene muy firmes. Le diría que son unas muy lindas tetas.-
-¿Tiene fotos de ella vistiendo los arneses?-
-En realidad no tengo fotos, ni con los arneses ni con poca ropa o desnuda. Solamente tengo una foto de hace tres años en la playa.-
-¿Hace tres años ya conocía a la esclava?-
-La conozco desde que nació porque es mi sobrina. Hace tres años estuvimos las dos familias en la playa. Allí comencé a elaborar la idea de tenerla a mi cargo para entrenarla pero hace solamente un año lo concretamos y no puedo atenderla como corresponde. Ahora necesito dinero y es una oportunidad de conseguirlo vendiéndola.-
-Tengo muy pocos elementos como para decirle que me interesa. Lo mejor es que venga con ella y discutamos las condiciones y el precio. ¿Ella sabe que la va a vender?-
-No, no sabe nada de esta visita y de mis intenciones de venderla.-
-Pero, ¿usted tiene los papeles como para venderla? Se haría un traspaso de titularidad y debe elaborarse un nuevo contrato-
-Yo hago con ella lo que quiera pero no tengo ningún papel. Ella firmará el contrato que usted quiera y en las condiciones que usted quiera. Repito que hago con ella lo que quiera.-
-Entonces hagamos así. Yo prepararé un contrato de sumisión total y entrega, de por vida, sin ningún derecho para ella, pudiendo disponer como quiera de su cuerpo. Si ella lo firma, entonces pago, si no, no hay negocio. Todo esto condicionado a que la acepte. Le advierto que será un contrato en el cual ella no tenga ningún derecho y ceda su voluntad de manera permanente.-
-De acuerdo. Ponga lo que quiera en el contra ¿Cuándo quiere que la traiga?-
-Ya mismo me pondré a trabajar en el contrato. Mañana por la mañana sería buen momento.-
Así quedaron de acuerdo en que David traería a su sobrina para efectuar la venta y por su parte Patricio prepararía un contrato de sumisión para que ella lo firmara.
Capítulo II.
A la hora convenida se presentaron tío y sobrina.
D: ésta es la joven de la cual le hablé.
P: Lo mejor será primero firmar los papeles y luego procedemos con lo demás. Si no llegamos a un acuerdo, entonces rompemos los papeles.
D: De acuerdo. ¿Dónde debe firmar Mariana?
P: Debe firmar aquí.
M. ¿Qué es lo que debo firmar?
D: Vamos Mariana firma ya.
Mariana firmó sin leer el documento. Luego lo firmó Patricio, teniendo como testigo a David como testigo. Las cláusulas eran terribles. Quedaba a entera disposición de Patricio de por vida y podía venderla, cederla, alquilarla y disponer de ella absolutamente como quisiera sin ningún tipo de limitación. No se mencionaban los castigos a los que podía ser sometida pero expresamente indicaba que no había limitación alguna por degradante, humillante o doloroso que fuera. Era un contrato sumamente severo, pero todo dentro de la ley.
Patricio consideró que lo mejor era amordazarla para que no pudiera responder a los comentarios de los dos hombres. Se le colocó una esponja en la boca y se sellaron los labios con varias vueltas de una cinta alrededor de su cabeza. A continuación David le indicó a Mariana que comenzara a quitarse la ropa. Mariana quiso expresar su disconformidad por ello pero un cachetazo de su tío la hizo entrar en razón. Comenzó por quitarse la remera y unas bermudas. Ahora vestía solamente las bragas, el sostén y los zapatos.
Su tío le indicó que no se quitara más ropa y me preguntó a Patricio: ¿Qué le parece?
-No tiene marcas de látigo. Veo que la trata con dulzura.-
-Ya le he dicho que apenas la he entrenado Algún azote que le apliqué ya se le borró.-
Marina comenzó a preocuparse. Estaban hablando de azotes con látigos...
-Tiene una espalda que será una delicia azotarla cuando no trote como espero que lo haga. Que se quite el sostén que quiero verle las tetas que tanto me ha ponderado. ¿Le ha perforado los pezones?-
-No. Nunca le perforé los pezones. Alguna vez le coloqué un par de cencerros pero sujetos con pinzas.-
-Serán unas lindas tetas para torturar, azotar, perforar y todas esas cosas. Mariana, quítate las bragas.-
Con algún temor se las quitó viendo que no tenía mucha alternativa. Apareció una conchita afeitada que le pareció deliciosa para usar. Se dio vuelta para que le mirara el culo. Los ojos de Patricio se encendieron. ¡Qué culo! ¡Que redondeces! Puede suponerse que el comprador lo azotaría sin piedad.
-Creo que se la voy a comprar. ¿Cuánto quiere por ella?-
-Ouuuggg. Ahhhuogg.Uuuuggghh.-
Mariana quería quejarse pero la bien colocada mordaza le impedía articular palabras.
-Ya le he dicho que la vendo porque necesito dinero. Unos ochenta mil estarían bien.-
Mariana nuevamente intentaba hablar. Comprendió que su tío la iba a vender a un desconocido como esclava y que seguramente la torturaría. Antes que pudiera moverse, Patricio le había colocado unas esposas mientras David le arrollaba una cuerda en los tobillos.
-Parece que es un poco rebelde. La voy entrenar en poco tiempo para que se porte con una esclava, pero ochenta me parece mucho. Le doy cincuenta.-
-¡Pero mire qué cuerpo! ¿Se imagina ese culo a su disposición para azotarla y esas tetas para ser perforadas por anillos? Además podrá servirle para los trabajos en el campo y estoy seguro que disfrutará de esa conchita. Vale mucho más pero quiero desprenderme de ella. Ochenta mil.-
-Así no hacemos negocio. Se lleva de vuelta a su sobrina y si la vende a una casa de putas no le dan de veinte mil.-
-Mariana no está para una casa de putas. Está para ser amarrada a un carro y que ella lo arrastre. Está para ser azotada, castigada, flagelada, todo. Setenta y cinco es el último precio.-
-Está bien, setenta y cinco, pero no quiero ningún reclamo porque le hago esto o aquello. Seguramente me llevará a pasear por el pueblo en el vehículo que tengo para atarla y allí la verán sus parientes y vecinos como una yegua de carga.-
-Eso no me importa. Usted puede hacer con ella lo que quiera. Habrá visto que ni siquiera leí el documento que ella firmó . Total, quién pondrá el cuerpo es ella, no yo. Yo me quedo con el dinero.-
-Allí lo dice todo. De ahora en más no tiene derecho a nada...-
David recibió el dinero delante de Mariana que miraba horrorizada por lo que estaba ocurriendo. David se retiró.
Mariana quedó en medio del salón, desnuda, amordazada, con los tobillos atados y esposada. Estaba desconcertada. Nunca hubiera pensado que su tío podía hacerle eso por dinero. Patricio se retiró un momento para regresar con un látigo.
-Inclínate hacia delante que te voy a dar unos azotes en el culo. No puedes comenzar así, sin marcas.-
La joven entendió que estaba todo perdido. Había sido vendida y ahora este hombre haría con ella lo que quisiera y la primera cosa que deseaba era azotarle el culo. Si inclinó hacia delante dejando esa parte lista para recibir la visita del látigo que no hizo esperar.
Capítulo III.
Esa noche durmió en un establo. Ya lo había hecho en la casa de su tío pero en esta oportunidad estaba con grilletes en los tobillos y una cadena que rodeaba su cuello. Se despertó con el ruido que hizo Patricio al entrar.
-¿Cómo te sientes en tu nueva casa? Seguramente te voy a tratar peor que tu tío.-
-Después de lo que me ha hecho, de venderme a un desconocido, ¿puede haber algo peor?-
-Por supuesto que sí. Voy a comenzar azotándote para después cogerte. Más tarde te ataré al carro para que me lleves a recorrer el campo.-
-¡Más azotes no! Por favor, mi culo todavía está ardiendo del castigo de ayer.-
-Hoy no te azotaré en el culo, por lo que no tienes que temer por eso y no te amordazaré para escuchar tus gemidos.-
Le quitó la cadena de su cuello y los grilletes de los tobillos. La llevó a un extremo del establo y le ató las muñecas. Fijó la cuerda en una viga, manteniendo sus brazos en alto.
-Separa un poco las piernas que quiero tocar esa conchita que usaré más tarde.-
Mariana obedeció. Después de todo algo de entrenamiento tenía y era, por lo menos, un poco obediente.
-Como tienes el culo un poco rojo, de castigaré en el vientre y las tetas. ¿Te gustará la fusta o el látigo golpeando tus senos y tus pezones?-
-Señor, ¡no me castigue en las tetas!. ¡Ud sabe que es una parte muy delicada de las mujeres! ¡Le ruego que en las tetas no!-
-Bueno, calla ya. Los azotes también irán a las tetas. Quiero dejarte unas marcas y ¡a callarse!-
Patricio empuñaba un temible látigo de cuero trenzado con nudos. La joven miraba horrorizada. Nunca había sido azotada con nada igual y este hombre parecía que no tendría piedad con ella. Levantó el látigo y lo hizo restallar en el aire. La segunda vez que lo levantó, fue para descargarlo en el vientre, un poco más abajo del ombligo.
Mariana dio un grito que llenó el establo mientras se le aflojaban las piernas del dolor. Sabía que no había manera de defenderse. Sus brazos atados por encima de su cabeza le impedían cualquier defensa. Una media docena de azotes con el látigo en el vientre y otra media docena con la fusta en las tetas fue el comienzo del día para la joven.
Luego de beber algo de leche con cereales, le colocó el arnés y la fijó al carro que debía arrastrar portando a Patricio como pasajero.
Una vez todo listo, con un suave azote en la espalda le indicó que saliera a trotar. Mariana debió tomar por unos caminos pedregosos. Hacía un verdadero esfuerzo por mantener el ritmo, porque en cuanto lo bajaba, el azote en el culo no se hacía esperar. Mientras trotaba pensaba en su tío. ¡Cómo le había hecho esto! La había vendido como si fuera una yegua pero ella era.... y sí, era una yegua que ahora estaba arrastrando un carro. Un azote en el culo la sacó de estos pensamientos.
Luego de andar un buen trecho pararon a descansar. Su amo le desató los brazos y le dio de beber agua. Luego observó, casi con horror, que Patricio estaba desenfundando su verga.
-Ahora me la chuparás hasta que me corra. Quiero que te tragues el semen.-
-No señor, ¡por favor! Nunca me he puesto una verga en la boca.
-Pues ahora te la pondrás y tragarás la leche o te castigaré tan duramente que te será difícil volver arrastrando el carro.-
Marina se puso de rodillas y tomó el pene de Patricio entre sus manos y lo acercó a su boca. No podía soportar la idea de chupar y luego tragarse la leche. Miró a los ojos a su amo. No lo dudó más. Esa miraba delataba que estaba dispuesto a hacer cualquier cosa con ella que sería mucho peor que una mamada. Abrió su boca y lentamente la fue introduciendo hasta que casi tocaba su garganta.
Cerró lo labios en forma de "O" y comenzó a acariciarla con la lengua. La verga se agrandaba y se ponía cada vez más dura. Comenzó con un ligero movimiento de entrada y salida. No quería pensar en lo que estaba haciendo. No hubiera querido ni siquiera pensar que tendría que hacer una felatio.
Mientras continuaba con la mamada notó que su concha se ponía cada vez más húmeda. Después de todo tenerla en la boca y acariciarla con la lengua no era tan malo. Sus labios se ajustaban al pene con una fuerza como lo haría una concha virgen. Momentos después sentía que su boca se llenaba de un líquido pastoso y salado. Lo tragó completamente.
-Ahora volveremos al establo. Has hecho una buena mamada. ¿Estás segura que nunca chupaste una pija?-
-No amo, nunca la chupé y mucho menos tragarme el líquido.-
Otra vez el arnés sobre su cuerpo, el freno en la boca y las ligaduras a las varas del carro. Con esfuerzo volvió al trote al establo.
-Te han quedado solamente algunas marcas en el culo y la espalda. Ese culito lo quiero estrenar pronto.-
Mientras la desataba y le quitaba las restricciones Patricio observó las tetas de la joven esclava. No tenía ninguna marca de látigo, apenas de la vara. Era una lástima desaprovechar de esa manera su cuerpo. Sin adelantarle lo que iba a hacer le ató ambas muñecas con una cuerda que luego unió a una de las vigas del establo. Mariana con sus brazos en alto y completamente desnuda presentaba una vista verdaderamente apetecible. Le azotaría las tetas.
Fue en busca de unas disciplinas con tientos de cuero anudado. Si se azotaba con fuerza con semejante instrumento las marcas eran profundas y permanecerían mucho tiempo. Si se azotaba suave, las marcas quedarían solamente un día. Patricio se acercó a la esclava y frente a ella levantó las disciplinas.
-Algunos azotes en las tetas te vendrán bien. No tienes ninguna marca y eso es una lástima.-
-¡No Amo! ¡En las tetas con eso no!-
Patricio no hizo caso a la súplica y descargó el látigo contra los pechos de Mariana. Ésta, para evitar el azote sobre sus senos, giró el cuerpo justo a tiempo para que el azote diera debajo de su axila izquierda.
-¡Puta de todas las putas! Te quiero azotar en las tetas. Debes dejar cu cuerpo inmóvil. ¡Para eso eres mi esclava!
Patricio levantó nuevamente el instrumento para descargar otro azote, pero Mariana nuevamente movió su cuerpo evitando que diera de lleno en sus tetas. Patricio se enfureció. Le desató las manos y la condujo fuera del establo, atando su cuerpo al tronco de un añoso árbol. Mariana quedó con sus brazos atados por detrás del tronco. Una cuerda luego de rodear su cintura también fue anudado detrás del árbol lo mismo que sus tobillos. Ahora le sería imposible moverse.
Su amo tomó nuevamente las disciplinas pero decidió que la azotaría sin piedad en las tetas hasta dejarle profundas marcas. El primer azote tomó ambos pezones, las areolas y parte de la delicada piel de los senos. Un grito de dolor y angustia partió de su garganta. Algunas lágrimas asomaron en sus ojos.
-Sabes puta, que te castigaré sin piedad. Lo que has hecho dentro del establo indica que necesitas mucho entrenamiento para que obedezcas como debe hacerlo una verdadera esclava. No me gustan las rebeldes. Te anticipo que recibirán ahora muchos azotes en las tetas. Flagelarlas me produce placer.-
Marina se preguntaba cómo su tío había podido venderla en estas condiciones. No le quedaba esperanza alguna. Su amo dispondría de su cuerpo enteramente a su gusto y su gusto era doloroso para ella. Estaba sumida en estos pensamientos cuando recibió el segundo azote.
Nuevos gemidos y muestras de dolor mientras sus tetas se tornaban de rojo oscuro y sus pezones estaban cada vez más hinchados producto de los azotes. Al finalizar el azote número treinta Marina ya no tenía siquiera lágrimas para derramar. No podía alejar de su pensamiento a su tío. Nunca hubiera creído posible que le hiciera esto.
-Espero que te sirva de enseñanza para entender cómo debes portarte. Permanecerás así atada dos horas más.-
Marina no contestó. ¿Qué podía hacer? Solamente rogaba para sus adentros que no quisiera seguir con los azotes en otras partes de su cuerpo. Tenía las piernas algo separadas y la concha accesible. Esperaba que no se le ocurriera azotarla en la raja. Pasado el tiempo que le había anunciado que permanecería amarrada, vio acercarse a Patricio.
La desató para conducirla al establo. Una vez que le colocó un collar le encadenó las manos y los pies le anunció que al día siguiente sería la yerra de algunos animales de una estancia vecina. Aprovecharía la oportunidad para que ella también fuera marcada a fuego.
-¿Me marcará con un hierro como hacen con los caballos?-
-Así se marcan los caballos pero también las yeguas. Tú eres una yegua de mi propiedad y debes ser marcada. ¿Qué te sorprende?-
-Esa es una tortura terrible. ¡No puede hacerme eso!-
-No seas exagerada. Si se les hace a las yeguas, ¿por qué no a ti? Una linda marca en el culo que sentará bien. Además quiero que te afeites bien la conchita. Quiero que luzcas en todo tu esplendor en este acontecimiento.- -
Mariana no pudo contener las lágrimas. Ya comenzaba a sufrir anticipadamente de lo que ocurriría al día siguiente. No solamente el dolor físico de la quemadura en el culo, sino que, además, sería presentada desnuda ante los hombres de campo.
-Ya es hora de metértela por el culo. Después de mañana será difícil separarte las nalgas para penetrarte. Vamos, agáchate y separa los cachetes para que el agujero quede visible.-
Mariana lo dudó un momento, pero era inútil. Patricio tenía el derecho de hacerle cualquier cosa, eso es lo que decía el documento que ella había firmado, y si no obedecía es posible que decidiera volver a torturarla. Se inclinó hacia delante y con ambas manos (ya le había quitado las cadenas de las muñecas) se separó los glúteos.
Patricio miró el agujero virgen de su esclava. Le parecía imposible penetrarlo con su polla que se había agrandado enormemente. Le puso un poco de saliva justo en la entrada y apoyó el glande contra el esfínter y comenzó a empujar. Mariana se mordió los labios para no gritar. Le dolía la dilatación de su agujerito trasero. Lentamente la picha de Patricio fue penetrando.
Mariana temía que se le desgarrara el ano. No podía siquiera imaginar semejante falo entrando por allí. Contuvo la respiración cuando Patricio empujó con fuerza para penetrarla completamente. Luego comenzó un ligero movimiento de vaivén mientras con una mano acariciaba los hinchados pezones todavía sensibles por los azotes y con la otra le tocaba el clítoris y el dedo pulgar se introducía en la vagina.
A pesar del dolor en el culo Mariana se estaba calentando por las fricciones de las distintas partes de su cuerpo Sintió que se acercaba al orgasmo justamente cuando sintió el líquido caliente que invadía sus entrañas. Su amo ya la había cogido por todas las partes posibles de su cuerpo. El resto del día lo pasó encadenada en el establo.
Continuará