La polla del pollero

Relato real de cómo fue mi primer polvo con un colega al que le tenía muchas ganas.

LA POLLA DEL POLLERO

Por Pasguor

El pollero toma un trago de su lata de cerveza. Eructa y se ríe.

Miro a su entrepierna y veo que la polla le aprieta formando un buen bulto contra la bragueta de sus ajustados vaqueros de color azul desteñido.

“¡

Joder, si la tiene tiesa!

”

pienso. Y, de repente, me encuentro preguntándome si voy a tener suerte. Sería demasiado porque...

Estamos en su coche. Es de madrugada. Suena una canción de heavy de las que tiene en el cargador para CD

’

s. Estamos algo bebidos. Quizá, de no ser así, no pasaría nada. El día anterior quedamos en ir a tomar algo y, como es fin de mes y estamos mal de pelas, hemos comprado un montón de latas de cerveza en un hiper en cuanto ha salido de trabajar en la galería comercial en la que despacha aves y caza a las órdenes de su jefe y me ha llevado hasta un sitio apartado y medio escondido en medio de un descampado a las afueras. Me ha dicho que, aquí, no es normal que nos molesten. Que él viene a follar y que nunca le han pillado en pleno polvo.

—

Estás empalmado

—

me lanzo, sin pensar, ayudado, sin duda, por la cerveza.

Me mira a los ojos sin decir nada. Sostengo su mirada.

—¿

Quieres verla?

—

Contesta de repente.

—

—

le digo, sin creer en mi suerte.

Empiezo a ponerme caliente. El pollero siempre me ha gustado mucho desde que la primera vez que le vi.

Tira por la ventanilla la lata de cerveza, se afloja el cinturón y se desabrocha los vaqueros y la bragueta. Después, arqueándose en el asiento, se baja los pantalones y los bóxer. Su polla sale disparada de su encierro, toda tiesa. Veo que es normalita, unos dieciséis centímetros le calculo a ojo, pero bastante gorda. Se la coge con la mano y la menea un poco haciendo que la piel se retire y su glande aparezca entero.

—¡

Qué bonita!

—

Le digo.

—¿

Te gusta?

—

Me pregunta.

—

—

contesto

—

Me gusta mucho. Tienes una polla guapísima, pollero.

—

Quiero que me la chupes. Y, después, que me folles el culo. Me gustas mucho. Y sé que yo te gusto a ti.

¿

O te crees que no me he dado cuenta de cómo me miras cada vez que vienes a comprar? Si te he traído es por algo, joder. Ya te he dicho que yo vengo aquí a follar.

—

Me pones a tope

—

le confieso. Ahora que sé que él también es gay y que vamos a hacerlo juntos, ya no hay razón para seguir disimulando.

“

Joder, qué puta suerte más buena la mía

”

pienso. Estoy, ya, excitado del todo. No me hubiera imaginado nunca tener esta oportunidad y no pienso desaprovecharla ahora que se me ha presentado.

Alargo la mano para cogérsela pero él me detiene.

—

Primero enséñame la tuya

—

dice.

Obedezco y me la saco, imitando los movimientos que el pollero ha hecho hace poco. Sale toda empalmada.

Él la mira.

—¡

Qué polla tienes, colega!

—

Dice

—

. Me va a gustar tenerla dentro.

Su mano llega, veloz, hasta mis huevos. Comienza a sobarlos, acariciándolos despacio, jugueteado con ellos.

Le cojo la polla y empiezo a hacerle una paja. Él suelta mis bolas, toma mi rabo y se pone a hacerme lo mismo. Siento como los huevos se me ponen duros como piedras. Me está haciendo algo que he deseado durante mucho tiempo y, viendo como mi fantasía se hace realidad, siento la lefa hirviendo en las pelotas. No sé si voy a poder aguantar mucho tiempo antes de correrme. No soy un eyaculador precoz. Pero estoy muy caliente.

—

Despacio, pollero

—

jadeo

—

.

¡

Despacio o me corro, joder!

¡¡

Me tienes a mil, cabrón!!

Se ríe.

—

Eso es porque soy un pajillero de puta madre. Me hago muchas pajas. Dos o tres al día por lo menos. Pienso en ti

—

me dice, jadeante

—

casi siempre, mientras me la meneo...

¿

A que te gusta cómo te la estoy cascando, putita?

—

Sí.

¡¡

Síiiii!!

—

Respondo

—

. Lo estás haciendo de puta madre, joder.

¡

NO TE PARES!

Su mano sigue agitando toda mi polla, haciéndola subir y bajar, dándome el placer con el que tantas veces había soñado. Yo, igualmente, continúo masturbándole también. Nos miramos. Acerco mi cara a la suya. Él saca la lengua. Yo hago lo mismo. Empezamos a juguetear con ellas, acariciando la una con la otra mientras no dejamos de pajearnos mutuamente. Siento, de repente, como de su capullo sale abundante líquido preseminal mojándome la mano. Separo la cara y me lamo mi mano, saboreándolo. Él, sin dejar de mirarme, continúa cascándomela, muy despacio ahora. Tiene la cara colorada como un tomate.

—

Dame más fuerte

—

pido.

—

No quiero que te corras en mi mano, sino en mi culo, puta

—

responde.

—¡

JODER!

—

Grito, resignado

—

.

¡

Qué rico tu líquido, pollero! Estoy loco por probar a ver cómo sabe tu leche, hijoputa.

El pollero me suelta el rabo, de repente; me toma por el cuello y acerca mi cara a la suya bruscamente. Me mete la lengua hasta el fondo de la boca. Hago  que la mía se enrosque en la suya. Empezamos a besarnos a saco. Siento su saliva entrando en mí y trago como puedo, ansioso, para, después, bombearle yo la mía. Mi mano vuelve, a tientas, a aferrar su gorda polla, aunque, ahora, ya no le hago la paja. Las lenguas siguen luchando entre sí, recorriendo nuestros paladares, salvajes, dándonos placer, mientras el beso se hace más profundo y excitante. Siento la polla del pollero agitarse, follándose mi mano, y, a la vez, mi rabo hace lo propio, moviéndose solo, cabeceando, tieso como un pepino.

Cuando, al fin, nos separamos lo hacemos jadeantes. Nos falta la respiración debido a la intensidad que hemos puesto en el beso. Miro su polla. Su capullo ha soltado algo de líquido preseminal más del que me trago un poco y, después, llenándome la mano de nuevo, hago que coma él, obligándole a que lama la palma de mi mano y se meta mis dedos en su boca, lamiéndolos despacio.

—

Ahora chúpamela

—

ordena al terminar

—

. Quiero correrme en tu boca y que te lo tragues todo, mamón. Me gusta que mis putas se lo traguen todo, todo...

Yo, a mil por hora como estoy, sabiendo que dentro de poco va a pasar lo que el pollero desea, le contesto:

—

Ya mí tragarme todo lo que salga de las pollas de mis machos. Y me gusta ser tu puta, también

—

añado.

—¡

Pues chupa de una puta vez!

—

aúlla

— ¡¡

PUTA!!

Me toma la cabeza con sus dos manos y empuja hacia su polla. Obedezco a su deseo, completamente entregado, y coloco mi cabeza entre sus piernas. Abro la boca y empiezo la mamada que tanto tiempo había estado deseado.

Lengüeteo, ansioso, la cabeza de su polla. La tiene gordita, redonda, de color rojo.  Lamo, una y otra vez, el capullo mientras agarro sus gordos huevos y los acaricio, sintiéndolos llenos de lefa. Me meto el glande en la boca y lo chupo, fuerte, jugueteando, después, con su prepucio, al que doy pequeños y suaves mordiscos

—

que él recibe con grititos de placer

—

mientras lo cubro de saliva.

—

Así, así, asííí...

¡

qué bien lo haces, putita!

—

Jadea el pollero

—

ya sabía yo que eres un mamador de primera, sigue así perra, cómete todo mi capullo entero, cabrón.

Continúo chupando hasta que, de repente, siento que sus manos, que no han dejado de acariciarme el pelo mientras le como el capullo, me empujan hacia abajo.

—

Ahora, cómetela entera, puta,

¡¡

VAMOS!! Cómete la polla del pollero entera PUTAAAAAAAAAA...

Abro bien la boca y siento como sus gordos dieciséis centímetros entran enteros en mi, alojándose dentro.  Empiezo a mamar al  ritmo que me marca el pollero con sus manos, que hacen subir y bajar mi cabeza sin parar, disfrutando de la polla de mi macho.

—

Joder, joder, jodeeeeeeeeer.

¡¡

Qué rico, puta!!

¡¡

QUÉ RICO!!

Sigo chupando sin parar. Mi mandíbula empieza a dolerme un poco. Me saco la polla del pollero de la boca y la miro. Le masturbo un poco, le escupo bien por el capullo y me la trago otra vez para seguir comiéndosela.

Poco después me golpea en la cabeza y grita:

—¡

PUTA! Quieto ahora, puta. Abre bien la boca, que te la voy a follar.

Obedezco y él empieza a hacerlo, con movimientos fuertes, metiendo y sacando su polla de mi boca y sin soltarme del pelo para que no me mueva.

Sé que lo tengo salido a tope porque, de repente, siento como su rabo empieza a moverse sin poder controlarse, su capullo golpeando contra mi garganta. Con toda la polla dentro de la boca acaricio, con mi labio inferior, los huevos del pollero.

“

Está a punto el hijo de puta

”

pienso.

Y no me equivoco. Me he comido muchas pollas, me hago bastantes pajas y sé cuándo se está a punto de echarlo todo. Él me lo confirma, chillando, salvaje:

—

No... no aguanto más... Voy a correrme...

¡¡

YA!!

¡¡

YAAAAAAAAHHHHHH!!

¡¡

AAAHHHHH!!

Su lefa, abundante, caliente y deliciosa inunda mi garganta. Mientras trago el tercer lechazo (pues los dos primeros han salido tan disparados de su glande que han entrado directamente, a toda presión, bajando por mi garganta), saboreándolo, siento los espasmos y movimientos descontrolados de su cuerpo. Se corre más.

Me saco su polla de la boca y la contemplo, toda tiesa aún, con los últimos restos de la leche saliendo por la punta de su capullo y desplazándose rabo abajo hasta sus huevos, donde se detienen en los largos pelos. El pollero tiene los huevos muy peludos. Eso me gusta. Las bolas afeitadas no me ponen nada. Levanto la mirada y le veo, la cabeza apoyada contra la puerta del coche, los ojos cerrados, relajándose después de su orgasmo salvaje. Sus manos acarician, suavemente ahora, mi pelo. Le cojo la polla y se la meneo, bien fuerte para conseguir que los últimos restos de semen salgan. Después le como todo el tronco del rabo, las pelotas y los pelos, muy despacio, hasta que le dejo limpio por completo.

—

Puta, puta, puta; mi puta guarra

—

dice el pollero, en voz baja

—

Qué chupada más rica, puta...

Me incorporo en el asiento. Mi polla, que ha echado líquido preseminal, está a punto de explotar. Sé que no voy a poder aguantar mucho antes de correrme. El pollero mira mi nabo y se da cuenta de ello.

—

Ahora es mi turno

—

digo.

Se mete mi polla en su boca. Estoy tan caliente que, apenas empieza a chupar, no puedo aguantar y me llega la vez para correrme y llenarle la boca de lefa.

Cuando se pone derecho, en el asiento, le acaricio la cara.

—

Ha estado de puta madre, pollero

—

le digo

—

. Pero de puta madre. Qué polla más rica tienes tío.

Nos besamos, aprovechando para sentir y lamer los restos del semen de cada uno en nuestros paladares.

Mientras esperamos a recuperarnos de las corridas que nos hemos provocado el uno al otro, hablamos y bebemos más cerveza. Como a la media hora larga siento que ya estoy en forma otra vez. La polla se me empieza a poner dura de nuevo mientras miro al pollero.

—

Vamos, pollero

—

digo

—

. Termina esa lata, que todavía tengo pendiente una cosa contigo.

¿

O ya no te acuerdas de que le pediste a tu puta que, después de chupártela, te diera por el culo?

—

Claro que sí, putita.

¿

Ya puedes?

—

me mira el rabo medio empinado

—

. Sí

—

dice

—

veo que ya puedes. Fóllame. Quiero tu polla rompiendo mi agujero, puta. Sé mi hombre y lléname de lefa el culo. Es nuestra primera vez y quiero hacerlo a pelo. Quiero sentir tu rabo dentro sin nada más.

¿

Quieres hacérmelo así, cariño?

—

Me pide

—

.

¿

Sí?

Hace mucho tiempo que no echo un polvo a pelo. En estos tiempos no es lo más recomendable, desde luego. Pero estoy muy cachondo y la idea de terminar en el culo del pollero me excita mucho. No me voy a negar a su deseo.

—

Vamos al asiento de atrás

—

digo.

—

No

—

responde

—

. Sal fuera.

Nos abrochamos los vaqueros y salimos del coche. El pollero termina su cerveza y arroja la lata lejos.

—

Ven

—

me pide.

Le sigo hasta la parte de atrás de su coche. Abre el maletero. Empieza a sacar cosas de éste. Me pasa una sábana grande y él toma una almohada.            Vamos, cogidos de la mano, hasta debajo de un árbol. Coloco la sábana, bien extendida, sobre el césped del descampado. El pollero tira la almohada encima y comienza a desnudarse. Yo le imito.

Cuando terminamos, después de quedarnos en pelotas por completo; nuestras ropas revueltas entre sí en el suelo, nos observamos de arriba a abajo.

El pollero está gordo. A mí me va follarme a tíos que estén así. Me gusta poder tener donde agarrar cuando estoy empujando,

¿

sabéis?

Miro sus tetas. Tiene los pezones pequeños, puntiagudos, de grandes areolas color marrón oscuro. Rodeados de pequeños pelos que se extienden, en gran cantidad, por todo su torso hasta llegar a unirse con los de sus huevos. También tiene bastantes por sus gruesas piernas. Es mejor que todo lo que había imaginado cuando me pajeaba en mi casa pensando en él y en cómo sería follármelo. Ya os he dicho que me van los tíos algo  peludos.

—

Qué bueno estás, pollero

—

digo.

—

Tú también, tío.

¡

Joder que si lo estás!

—

Responde

—

. Venga, vamos a quilar.

¡¡

Ya no aguanto más!!

El pollero se tira, boca arriba sobre la sábana, apartando la almohada. Me escupo saliva en la mano y me acaricio el capullo un poco mientras le veo hacerlo. Me acerco y me acuesto junto a él.

Giro mi cuerpo, ladeándolo, hasta encontrarme con el suyo.

—

Ahora tú serás mi puta, pollero

—

digo

—

. Y harás todo lo que me salga de la punta de la polla,

¿

entendido?

—

Soy tu puta

—

contesta.

Nos damos lengua. Siento cómo sus manos recorren, despacio, mi espalda; bajando hasta que encuentra mi culo. Se agarra a él. Me lo soba y lo azota, dándome un par de fuertes cachetadas. Nuestras pollas chocan entre sí. Mientras continuamos besándonos comienzo a mover mis caderas, muy despacio, para que nuestros glandes entren en contacto. Él comprende mi intención y me imita. Pellizco uno de sus pezones, que se pone duro al instante.

Le saco la lengua y le doy un pico.

—

Fóllame

—

me pide.

—¡

Cállate puta!

—

digo

—

. Te voy a comer todo antes de metértela, cabrón.

Empiezo a comerle las tetas, muy despacio. Le doy saliva por sus pequeños pezones y los mordisqueo, con suavidad, pasando del uno al otro. Él gime, mientras murmura algo inaudible. Yo sigo; recreándome, disfrutando del sabor de su cuerpo que tanto he deseado. Bajo, poco a poco, por todo su torso, besándoselo y pasando la lengua, una y otra vez, por sus pelos que tanto me ponen, hasta llegar a su ombligo. Me detengo ahí, empezando a juguetear con mi lengua en él. Hago que mi mano coja el rabo del pollero, todo duro de nuevo, apretándoselo. Escupo en el agujero de su ombligo y extiendo la saliva con la punta de mi lengua. El pollero me coge del pelo y me pide que le siga comiendo ahí, que le pone mucho. Lo hago durante un rato. Cuando me canso le obligo a que me suelte y bajo hasta su polla, que me trago y empiezo a chupar con ansia mientras se la meneo.

—¡

PUTA!

—

grito, cuando dejo de comérsela

—

Qué polla más rica tienes, joder. Ahora le toca a tus huevos...

—

Sí. Cómete mis bolas, por favor.

¡

Cómetelas, VAMOS!

Aparto el rabo del pollero, sujetándolo con mi mano contra su estómago, para que no estorbe, y me meto un huevo en la boca, comenzando a succionar. Él gime. Me paso al otro testículo haciendo lo mismo. Lamo los pelos de sus bolas y tiro de ellos.

—¡

Ay!

—

grita.

Le ordeno que se calle y que me deje hacer. Que recuerde que es mi puta. Sigo a lo mío, comiendo polla y huevos, tragando el líquido preseminal, que le sale del capullo de nuevo.

Me incorporo quedando apoyado sobre mis rodillas, entre sus piernas. Me cojo el nabo y me la empiezo a menear, despacio, mientras veo cómo él me mira y se pellizca los pezones. Le tomo por las piernas, levantándoselas, hasta conseguir que sus pies queden a la altura de mi cara. Empiezo a lamerle las plantas.

—¡

Hostia!

—

Dice

—

. También te vas a comer eso. Nadie me lo había hecho nunca, joder.

—

Te dije que te iba a comer entero antes de metértela, puta.

¿

Te gusta?

—

Sí.

¡

Joder, sí! Venga, sigue lamiendo...

Le como las plantas de los pies y todos los dedos, muy despacio. Mientras, él se pajea. Le pido que ande con cuidado, no se vaya a correr todavía. Quiero tragarme toda su leche pero cuando haya terminado de follármelo.

Estoy super caliente y ya no aguanto más sin metérsela. Por mí lo hubiera hecho ya hace rato, pero quería ponerle a tope del todo antes.

—

Vamos, puta

—

le digo

—

ponte a cuatro patas como la zorra que eres. Voy a romperte ese culo gordo que tienes con mi polla, cabrón.

—¡

Por fin! Ya era hora, joder. Estoy como loco por tenerte dentro, coño.

—

Me responde mientras se coloca a perrito.

Le miro, colocado así; de espaldas a mí, y siento que mi polla, sin saber cómo es posible, se pone aún más dura. Por fin voy a cumplir mi fantasía del todo, meses después de haber conocido al pollero.

—

Vamos a ver ese ojete

—

jadeo.

Le separo el culo, grande y gordo, con mis manos; dejando a la vista la raja  y el agujero. Hago que uno de mis dedos inicie una serie de suaves movimientos circulares alrededor de su ano. Primero muy despacio, luego, a medida que se va excitando al sentir el placer que proporciona ese acto, más de prisa. Me lamo un dedo, dándole bien de saliva, y repito mis movimientos anteriores hasta que siento que su agujero se abre un poquito. Entonces empujo, con cuidado, y mi dedo entra en él. Poco a poco voy moviéndolo hasta que lo hace por completo.

—¡¡

AYYYYYYYYYYYYYYYYYYYYY!!

—

chilla el pollero.

—¿

Duele, puta?

—

Siiiiiií

—

dice

—

. Pero no te pares, que me gusta.

Muevo un poco mi dedo dentro de su agujero y, después, lo saco y me lo lamo.

—¡

Qué bien sabe tu culo, pollero!

—¿

Te gusta?

—

Vamos con dos dedos ahora

—

le contesto.

—¡

Espera! Si quieres, tengo un bote de lubricante en la guantera del coche .Se me ha olvidado cogerlo antes.

“

Y una mierda

”

pienso yo. Estoy, ya, lanzado, y no pienso cortarme el rollo yendo a buscar el lubricante de los cojones.

—

Tú tranquila, puta. Me basta con los dedos y la lengua para prepararte

—

le respondo

—

. Ya lo verás.

Le meto los dos dedos en su culo que se abre más para recibirlos. Entro y salgo con ellos, haciendo que el agujero se vaya dilatando poco a poco.  Después de un par más de embestidas decido que ya es hora de darle un poco de lengua. Me pongo a ello, lamiendo rápido su ano y toda su raja, desde la base de los huevos hasta arriba del todo. Siento, en mi lengua, cómo el agujero está latiendo. Sigo lamiendo, sin parar, mientras bombeo saliva e introduzco mi lengua en él. Primero la punta, después me entra mucho más. La muevo. Siento el sabor del culo del pollero en ella. Él me pide que no pare, que siga dándole duro, que el placer le está volviendo loco. Pero yo ya no puedo más. Necesito follármelo de una vez o voy a explotar.

—

Date la vuelta, pollero. Quiero ver tu cara mientras te estoy dando por el culo, puta.

Él me obedece, quedando, de nuevo, acostado boca arriba. Le tomo de las piernas, abriéndoselas todo lo que puedo y echándolas hacia atrás. Veo como su polla, sin poder controlarse, cabecea golpeándose contra su estómago. Me agarro el rabo comienzo a pasárselo por su agujero. Primero todo entero, haciendo que mi capullo termine en sus huevos, después concentro las pasadas de éste sobre el agujero del culo, restregándolo varias veces contra él. Empujo, finalmente, y la punta de mi pene se introduce en su ano.

—¡¡

AAAAAAAAAAAHHHHHHHHHH!!

¡¡

SÍIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIII!!

—

aúlla.

Yo resoplo y me muevo un poco, sin dejar de mantener firme mi polla con los dedos; haciendo que ésta entre un poco más.

—

Ahora, termina tú de metértela, pollero. No quiero hacerte mucho daño.

—

le dije.

El pollero se queda quieto durante un instante. Después, poco a poco, se empieza a mover, gimiendo, mientras yo empujo, y hace que mi polla vaya desapareciendo dentro de su culo, hasta que entra del todo. Aprieta, entonces, con los músculos de su esfínter, y siento mi rabo prisionero dentro de él. Se mantiene así durante un momento y, luego, afloja soltándolo.

—

Fóllame

—

me pide, jadeando.

Yo se la saco y la meto de nuevo, empujando bien fuerte esta vez. Él grita como un salvaje. Repito mi movimiento por segunda vez. Empiezo a tirármelo, entrando y saliendo muy rápido. Me gustaría hacerlo más despacio, para alargar la follada todo lo posible, pero estoy a mil y no puedo dominarme. Sólo deseo vaciarme por completo dentro del pollero, como he soñado tantas y tantas veces. Acelero más y más mis movimientos, sin poder contenerme, mientras veo cómo la cara del pollero se desencaja de placer. Ha empezado a hacerse una paja, de nuevo, tratando de acoplar su ritmo al mío, mientras se chupa los dedos de la mano que le queda libre. En el descampado empiezan a oírse, muy altos, nuestros gemidos de placer. Es una enculada animal. Y me gusta que sea así.

Si alguien nos pillara, de repente, no nos daríamos cuenta, tan concentrados como estamos en nuestro acto.

Continúo clavando mi verga en el culo del pollero; sintiendo cómo su agujero se abre cada vez más para recibirme, al tiempo que no deja de latir. Dejo de meter y sacar, de repente, quedándome dentro de él y comienzo a hacer movimientos circulares con mis caderas.

—¡¡

ME VUELVES LOCO!!

—

Grita

— ¡¡

Sigue así!!.. Fóllame más...

¡¡

QUÉ BIEN FOLLAS, HIJO DE PUTA!!..

¡

Aaaaaaaaahhhhhhh! No te pares, no te pares... DAME MÁS POLLA.

¡¡

MÁS POLLA, JODER!!.

—

Toma más polla, pollero

—

le respondo, completamente entregado a satisfacer los deseos de mi macho.

Empiezo a entrar y salir de nuevo, frenético. Se la saco y, durante unos instantes, me la casco, observando cómo él lo sigue haciendo, también. Coloco la punta de mi nabo en su ojete, empujo y entro en su agujero de nuevo, roto ya por completo, a estas alturas.

Él no aguanta más y me dice que está a punto de correrse. Lo hace casi enseguida, gritando como un loco, mientras yo termino de ponerme a punto por mi parte. Su lefa sale disparada de su rojo y redondito capullo, cubriéndole la mano y cayendo a lo largo de su estómago y pecho.

Siento la llegada de mi orgasmo.  Ya no lo puedo aguantar por más tiempo y me abandono del todo a él. Su culo se ha contraído, mientras se corría, y ha apretado mi tiesa polla dentro de sí. Eso hace que sienta cómo, finalmente, toda mi leche, corre por el tronco de mi rabo hasta llegar al capullo.

—

Yo... yo...

¡¡

NO PUEDO MÁS!!

¡¡

ME CORRO, PUTAAAAA!!..

¡¡

Jodeeeeeeeeerrrrrrrr!!

¡

Me CORROOOOO!! Yaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa.

—¡¡

En mi culo, tío!!

¡

Lléname el culooooooooooo!

¡¡

DAME TU SEMEN, VENGAAAA!!

Mi lefa le inunda,con varios lechazos muy abundantes, todo su interior. Los dos acabamos jadeando y exhaustos.

Le saco mi polla, que empieza a batirse en retirada, sin fuerzas para continuar tiesa, y le separo las piernas que él había comenzado a cerrar una vez que yo había salido. Como esperaba, veo cómo un chorro de mi lefa se escurre del agujero de su culo por su pierna. Lo recojo con mi lengua, lamiendo ávido, y me voy hasta su torso. Tomo parte de la leche que ha echado él, mezclándola con la mía, y se la ofrezco en mi lengua. Nos besamos, tragando cada uno de nuestra mezcla de fluidos.

Después nos tiramos, el uno al lado del otro, acostados boca arriba encima de la sábana. Le tomo de la mano y le beso los dedos.

Nuestro primer polvo ha sido espectacular. Espero que, desde hoy, haya muchos más. No me importaría que uno cada día. Ya os lo he dicho. El pollero me pone un huevo.