La polla de Luis (Relato corto)
Cada día me gusta más la polla de este chaval...
La polla de Luis
Luis es ya un joven de dieciséis años. De él me gusta todo, pero especialmente me gusta su polla. Es normalita de tamaño, pero está muy bien hecha. Se ha hecho un verdadero pene adulto desde que operó de fimosis a los trece años. Y me encanta cómo es
Luis es bisexual y además es fetichista de la lencería femenina. Me encanta cómo se ve su polla, dura y potente, cuando se pone una de mis tanguitas transparentes. Para excitarlo, le suelo meter un plugin anal uno de mis juguetitos- en su culito. Cuando se pone mis tangas o alguno de mis sujetadores de copas abiertas, solemos terminar en un sesenta y nueve explosivo. Ahora, que su sexo ya destila una abundante carga seminal, me suelo desayunar con buenas raciones de leche en mi boca y sobre mis tetazas y pezones. Él nunca se conforma hasta que yo haya destilado una buena cantidad de flujos provocados por su ya experta lengua y haya tenido tres o cuatro orgasmos consecutivos.
Su polla tiene ahora un glande precioso. Él sabe que me encanta que juegue con él en mi clítoris o con mis pezones, dándoles golpecitos hasta que se ponen erectos, puntiagudos y muy duros. En los últimos meses, Luis siempre espera a que yo vuelva del trabajo vestido con piezas de mi interminable vestuario lencero. Cuando abro la puerta, me besa, me desnuda y me pone el arnés que tengo en el que se pueden acoplar hasta tres dildos distintos de diversos tamaños, formas y vibraciones por su parte exterior y varios artilugios interiores que se aplican en mi clítoris y coño. Después de cenar, me obliga a que le folle el culo hasta que ambos acabamos en orgasmos diferentes cada jornada. Hoy, sin ir más lejos, me ha recibido vestido de enfermera inocente, con un corpiño cuyo sujetador tiene copas semiabiertas, medias blancas caladas y una cofia con la cruz roja estampada en hilo.
Tras haber tenido nuestra primera follada esta noche, hemos realizado varias labores de "mantenimiento", como él dice: Nos hemos depilado nuestros sexos mutuamente, me ha hecho la cera, le he puesto un alargador de pene durante un par de horas y él, mientras, se ha dedicado a irme metiendo mi larga lista de consoladores en el coño, limpiándolos y lubricándolos todos perfectamente. Como postre, me ha pedido que le meta en el culo el nuevo plugin hinchable que me compré la semana pasada, para irle ensanchando su ano y así poder llegar a meterse algún día el "Big Black", el consolador más grande que tengo, por su ya experto ano.
Antes de acostarnos, le he pedido que me folle salvajemente. Quiero sentir su polla bien dentro de mí. Quiero que me inunde con su leche. Al terminar, Luis se ha quedado dormido chupándome las tetas. Y yo me he quedado como extasiada viéndole su polla, aún semierecta y húmeda por mis flujos y su leche. Es preciosa, cada día más. Viéndola me he visto recompensada por lo que me da, a veces sin que yo se lo pida
El otro día, por ejemplo, me sorprendió por su iniciativa. Era sábado y yo había invitado a mi amiga Sara a comer a casa. Él me hizo la comida, excelente, y después se metió debajo de la mesa porque quería, según me dijo, "agradecer a Sara y a ti lo mucho que me habéis enseñado". Cuando Sara llegó, la mesa ya estaba puesta, Luis estaba desnudo bajo el largo mantel, y yo ya empezaba a sentirme húmeda por la espera de mi amiga. Abrí la puerta y Sara apareció impresionante: llevaba puesto un precioso vestido negro con escotes interminables por delante y por detrás. Debajo, nada. Sara me besó en la boca metiendo su mano bajo mi faldita plisada (ella me había pedido que me vistiese de colegiala con coletas) para comprobar que mi chochito estaba ya mojadísimo. Tras sacar su lengua de mi boca me preguntó que dónde estaba Luis. "Debajo de la mesa", le dije, "quiere darnos una buena "comida". Él ha cocinado y parece ser que quiere "cocinarnos" mientras que comemos"
"Desde luego Rosa", me respondió, "tu hijo no deja de sorprenderme cada día"