La pobre señora del casero (02)

(con fotos) El casero es un hombre ya mayor, pero su esposa, para estar más segura, se ocupa de dejarlo de cama, para que no se levante en todo el día. Pero el hombre parece feliz... Y ahora estoy entendiendo por qué...

La pobre señora del casero 02

Por Bajos Instintos 4

Bajosinstintos4@yahoo.com.ar

Cuando pasé por la cocina de la pensión me encontré con Rosalía lavando la vajilla. Me quedé de una pieza al ver que llevaba sus tremendos melones al aire. Sin mirarme, dijo: "le acabo de hacer una paja al viejo que lo dejó de cama" Se refería a su esposo, el casero, un hombre considerablemente mayor que ella.

"Una hora", continuó, "le hice una paja muy lenta, de una hora, para dejarlo acabado hasta mañana. Lo dejé completamente despatarrado e inconsciente".

"Así podemos estar solos", terminó, dándose vuelta para mirarme a los ojos.

Sabía que podía hacer de mí lo que quisiera.

Inmediatamente tuve una erección. Rosalía se rió, divertida. "Tenemos que solucionar eso ya mismo" dijo tomándome por la polla, "así después lo hacemos bien tranquilos. Total tenemos hasta mañana."

"Tirate aquí" me ordenó, y volviendo a ponerse los guantes de goma, acto seguido sacó mi pija afuera. Eso sí, de paso sentó su culo en mi cara. Y acomodándomelo un poquito, como para aumentar mi erección, empezó su paja.

No se demoró mucho para que mi acabada no fuera catastrófica, como la otra vez, sino más bien para producirme un orgasmo rápido, así más tarde seguiría abusando de mí. Así que me hizo una paja rapidita, mientras movía su culo en mi cara. Me corrí como un pajarito.

Continuó con su culo en mi rostro, moviéndolo apenas lo suficiente para que yo pudiera respirar. "Cuando lo conocía a mi esposo me dije "a este lo tengo que atrapar", porque era propietario de este hotelito. Así que ocupé de lo que los hombres usan para pensar, es decir su polla. A sus sesenta y cinco años tenía una polla gruesa y grande y empecé a hacerle todo tipo de diabluras, al pobre hombre. Primero le di a las pajas, una o dos diarias, a veces hasta tres. Y le sacaba bastante leche. Claro que han pasado ya ocho años y ahora, con una buena paja, lo dejo en babia por muchos días. Pero por aquella época lo tenía al palo todo el día, todos los días."

Mi pija, aún recién vencida, comenzó a reaccionar a su relato.

"Así que al pobre lo llevaba de la pija como si lo llevara de la nariz." Yo igual seguía con mis otros amigos, porque nunca fui mujer de un solo hombre. Hubiera sido un desperdicio, ¿no te parece, corazoncito?, pero no tenía porque enterar al viejo para no correr riesgos. Igual lo tenía boludo conmigo. Y sólo esperaba mi vuelta para que le metiera mano. Generalmente yo venía de garchar, pero mantenerlo boludo conmigo era un deber, casi como un trabajo que yo realizaba muy diligentemente."

Como Rosalía seguía dándole pequeños vaivenes a su culo, entre eso y lo que me estaba contando, volvió a parárseme el nabo. Pero Rosalía ni me lo tocó.

"El viejo estaba perdido por mí. Así que comencé a hacerlo lamerme el culo. A propósito", dijo dirigiéndose a mí, "si quieres darle a la lengüita a mi no me moleste, chiquito."

"Los hijos, una chica y dos muchachos, de más de veinte años, no entendía el enamoramiento que el padre tenía conmigo. Aunque cuando me conocieron no les fue difícil comprender. Asi que pronto me cogí a los dos muchachos."

"Total yo podía con ellos, con el viejo y muchos más. Así que los muchachos también estaban locos conmigo. Con la hermanita me llevó un poco más de tiempo, porque era un poco tímida y tardé más en seducirla. Pero para mí era importante asegurar mi lugar en la familia del viejo. De modo que me los cogí a todos." Lanzó un suspiro ronco "¡Así, cielito, así, con la lengüita...!" Yo me había lanzado a lamerle el ojete con muchas ganas. Qué remedio, con semejante monumento al culo sobre mi rostro...

"Tenía además un novio", continuó, "él creía que era el único. ¡Los hombres son tan ingenuos... Pero lo tenía obsesionado con mis tetas, así que lo dejaba chupármelas, es más: lo inducía, hasta que terminaba corriéndose en los pantalones, ya que nunca lo dejé cojerme, total con eso le alcanzaba. Y además para eso contaba con otros." La voz se le puso un poco ronca y algo jadeante, por efecto de mis lamidas.

"Pero al viejo lo tenía completamente atendido, corazón, porque era mi seguridad en la vida. Así que después de enseñarle a lamerme el ojete, comencé a trabajarlo con mi concha. ¿después me vas a dar una lamidita?" me preguntó con voz mimosa, abriendo más el culo, para que mi lengua le cogiera mejor el ojete.

"Bueno, que siem... pre conta...ba con po...llas, co... razon...cito..." Sus jadeos se hicieron más fuertes, y los movimientos de su culo sobre mi cara, también. ¡Se estaba cogiendo el culo con mi lengua!

"Ha... bí... uno... ahh... que... te...nía... ahh... ahh... una... tre... men... da.... aahhh... " su voz se enronqueció, mientras su culo se daba placer con mi cara. "...Y si... em...pre... me... lo... co...gí...a... ca... si ... en... las... na...ri...ces... del viejo,,, y... ¡ahhh, ne... ni...to... no… te… te… de…ten…gas… ¡aaahhhh, aaaaahhhhhh, aaaaaaaaahhhhhhhhhhhh…" y acabó con su gran culo sobre mi cara, aplastándomelo hasta casi dejarme sin respiración. En ese momento, mi pija se corrió por si sola, sin que la tocara. Por suerte, después levantó un poco el culo, porque podría haberme asfixiado. Y yo habría muerto feliz.

Cuando desmontó mi cara lo hizo volcando su cuerpo hacia delante, con su cara sobre mi pringosa polla.

"Vidita", me dijo mientras me limpiaba el semen de la polla con su lengua, calentita y suave, "tenemos el resto del día, así que después la seguimos" dijo irguiéndose. "Hoy a la tarde viene a jugar otra amiga mía. ¿No té molesta, no?" Y no, no me molestaba, después de esas dos acabadas nada podía molestarme.

Rosalía lo sabía, y estaba decidida a seguir adelante sobre mí, todo lo que se le diera la gana.

Y después se fue, dejándome dormir. Ella había puesto a dormir a los dos hombres de la casa: su marido y yo. Si hubo más, no me enteré, y el marido tampoco. Buena táctica esa, de poner a todos los hombres a dormir. Pero como ella seguía fresca y radiante, puede que haya hecho cualquier cosa, cuando salió de la casa, como todas las tardes.

Pero para mí todo estaba bien, con Rosalía. Me gustaría que me contaras si a ti te parece lo mismo: bajosinstintos4@yahoo.com.ar