La pobre Marquesa tetuda en la corte perversa 6

La Secretaria Real continua disfrutando de su hermosa Marrana sometiéndola a nuevos padecimientos y entrenándola en sus funciones de Bufona Real, un reclamo de su Reina las llevará la reino aliado para...

La pobre Marquesa tetuda en la corte perversa

Capítulo seis

Estoy extasiada, mi corazón no escucha tus lamentos, en cambio a mi sexo, le afectan hasta el delirio – susurra su ama acariciando su cara y besándola apasionadamente - sin embargo, hasta lo mas profundo de mi alma llega tu total entrega, mi hermosa marrana

La Baronesa rabiaba de envidia, entregaría la mitad de lo que posee por sentir, aunque solo fuera una vez, el poder y el dominio que Lady Edit gozaba sobre la bufona, era tal su admiración por este hecho, que pagaría, y mucho, por poseer a semejante criatura. La entrega de ésta, era tan total y absoluta que jamás había visto nada igual, además, esta deliciosa hembra había soportado la penetración anal de su falo número dos en su rotundo trasero apenas iniciado hacía muy poco tiempo, toda una hazaña sin lugar a dudas.

Algo parecido pensaba la doncella que no había conseguido semejante proeza hasta el cuarto o quinto intento, a pesar de ser mucho mas experta en los placeres anales, no la odiaba por eso, pero con su magnífica actuación minimizaba los esfuerzos y padecimientos que había soportado para lograrlo, la había desprestigiado sin siquiera proponérselo, por su causa su señora no estaría tan satisfecha con ella como había estado hasta que la preciosa bufona se cruzó en su camino.

Creo que Lucy tiene ahora la palabra – anuncia la secretaria real - ¿Habrá penitencia por su orgasmo?

Si de mi depende, si, mi Lady – asiente la doncella sin lugar a dudas

¿Y que deseas como premio a tu saber hacer? - espera de corazón que la doncella no sea tan sádica como su señora, no le gustaría negarle su recompensa, pero no está dispuesta a someter a un castigo excesivo a su hermosa marrana

Creo recordar que vos no deseabais que la bufona culminara su placer, por lo que sugiero que, las que lo hemos presenciado, le apliquemos un único azote en su vagina infractora, cada una con un instrumento de libre elección – sentencia la doncella que sin detestar a la bufona quiere castigarla, se lo merecía

Me parece una sentencia justa, yo escojo la vara de bambú ¿Cuál será vuestro instrumento Baronesa? – pregunta aliviada, tres azotes no suponen un elevado precio a pagar por un orgasmo no consentido

Yo elijo mi pequeño látigo de siete colas – ya que solo podía darle un azote al menos que fuera con un instrumento que dejara buenas marcas y como Lady Edit se le adelantó con la vara de bambú

¿Lucy? – pregunta a la doncella

Yo prefiero el cinto de cuero – contesta antes de dirigirse al armario que guarda todos estos artículos y muchos mas

En ese momento sonaron unos fuertes golpes en la puerta y tras la orden de la Baronesa entró un paje que se disculpó por la interrupción y entregó un mensaje a Lady Edit, esta lo leyó y tras responder afirmativamente al mensajero con un par de instrucciones, lo despidió.

Bien, no me queda mucho tiempo, tengo algunos asuntos que resolver – anunció la secretaria real – si no os importa, terminemos con esto para que pueda atenderlos

Esperaron a que Lucy les acercara los instrumentos de castigo y decidieron que la mejor postura en que debería colocarse la bufona sería de pie con las piernas bien abiertas, la Baronesa y Lucy preferían azotar colocadas a su espalda y Lady Edit lo haría de frente, quería admirar su gesto al recibir los azotes. En todo el tiempo que tardaron con sus discusiones la pobre Marquesa mantenía su postura erguida ante ellas, con sus manos detrás de su nuca, no movió ni un pelo ni emitió un solo sonido, no habría podido, mitigada en parte su excitación, solo el dolor de su ano violado persistía.

Marrana – le susurra pasando repetidas veces su mano a lo largo de su cabello hasta llevarla mas abajo de su cintura – Lucy te va a retirar el número dos y tan pronto lo haga, recibirás tus azotes, no desfallezcas ahora, compláceme y podremos retirarnos – la observa mientras la criada poco a poco le retira la monstruosidad que deforma su culo, es tal el alivio que experimenta, que a punto está de volver a correrse, cuando su ama la rodea para poder admirar el estado que presenta su ano – Inclínate para que podamos apreciar tu grupa – le ordena empujando su espalda que difícilmente puede doblarse con el apretado corsé - ¡Por las joyas de la corona! Si que es efectivo el número dos ¿recuperará su aspecto natural?

No debéis preocuparos Lady Edit, mi experiencia me dice que dentro de poco recuperará su anterior apariencia, claro que no volverá a ser lo mismo – se congratula con el aspecto que presenta el dilatadísimo ano de la bufona – es importante que no pierda su elasticidad si quiere satisfacer a futuros amantes, pero no debéis inquietaros, podréis disfrutar con nuevos padecimientos anales si lo deseáis, solo es cuestión de no prepararla antes como hemos hecho hoy, ¿verdad, Lucy, que apenas en un par de días se recuperará?

Si mi señora, pronto estará como nueva – admira la doncella la cloaca de la bufona que bien podría aceptar su puño

Lo veremos – vuelve a rodear a su mascota y separándose un poco de ella para mirarla – Endereza tu espalda y acepta el castigo por correrte, quizá consigas que se pase mi enfado – le advierte.

A la secretaría real le cuesta un mundo parecer enfadada con ella, teniendo en cuenta el aspecto que muestra su grupa ha tenido que padecer horrores y todo por ella, para complacerla, piensa, mientras parada a su lado admira el hermoso rostro de su mascota, sus ojos le devuelven la mirada con adoración, sus labios húmedos entreabiertos emiten pequeños jadeos y de pronto todo cambia, sin perder el contacto visual, sus cejas se elevan, sus ojos se abren y las lágrimas los invaden, sus jugosos labios se retuercen y sus blancos dientes asoman para morderlos, ha recibido el primer azote, que Lucy con el cinto de cuero y sin medir fuerzas acaba de aplicarle. Lady Edit acaricia levemente su sonrojada mejilla arrastrando sus lágrimas con su pulgar, admirando su afeitada entrepierna cuando el segundo azote acierta de lleno en su vagina y al subir la vista puede comprobar como los duros pezones de su preciosa marrana se yerguen tensos coronando sus enormes tetas, el látigo, con la admirable maestría de la Baronesa, apenas a asomado por su frente, las puntas de las siete colas han dado de lleno en su clítoris y en la entrada de su humedecida vagina. Se separa lo justo para poder maniobrar con su vara, se lame el dedo bañado en lágrimas y le propina el tercer azote, sin dejar de mirar a su espléndida mascota. Magnífico comportamiento, solo leves jadeos, insuperable escena.

Hoy me has enojado mucho y aún no me siento resarcida, se que todo esto te ha resultado doloroso, marrana mía – murmura de nuevo contra sus labios – a pesar de que ambas lo hemos disfrutado – certifica sus palabras al bajar una de sus manos y acariciar su despoblada y recién azotada vagina que la recibe dolorida, caliente y sobre todo húmeda – aún no se me ha pasado del todo el disgusto, desde este momento y hasta que yo indique lo contrario cada vez que alcances el clímax – continua jugueteando con sus dedos en su interior - será con un objeto alojado en tu ano – hace una señal a Lucy para que se acerque por detrás - llegará el momento en que con solo penetrarlo, sentirás tal placer que imploraras que folle tu culo toda la guardia real – chapotea en su vagina con su mano produciéndole una intensa mezcla de dolor y placer - eres por tu naturaleza una mujer hermosa y sensual y yo te convertiré en la mas lúbrica y sumisa de las criaturas - pellizca su clítoris provocándole un nuevo y devastador orgasmo que la rápida Lucy evita que de con ella en el suelo al sujetarla desde atrás - ¡Guardias!

Los guardias apostados en la puerta entran rápidos al oír la llamada y obedeciendo a la secretaría real uno de ellos toma a la bufona de brazos de la criada y sujetándola con infinita ternura contra su pecho, se dirige a la salida con su preciosa carga siguiendo a Lady Edit que tras despedirse con un escueto, hasta mañana, abandona la habitación.

La secretaria real estaba muy excitada, la sodomización a la que ha sometido a la preciosa marrana no ha podido salir mejor, cuando vio que aceptaba esa monstruosidad de falo en sus entrañas pensó que se rompería, pero al admirar como había quedado tras retirarlo, casi se corre solo de verlo, pero el poder azotarla después, con su culo tremendamente abierto por esa aberración de madera al que sometieron a su pequeño agujero, fue superior a todo lo que pudiera imaginar ¿Qué tenía esta hermosa hembra que cuanto mas la lastimaba y humillaba, mas la excitaba? Algo como eso no le había pasado nunca, de hecho, hasta la fecha, siempre había reprochado ese tipo de prácticas sexuales como debilidades de carácter en sus semejantes, pero ahora que tenía su mascota, comprendía ese placer, necesitaba dominarla, someterla en su entrega, esa sensación de poder era sublime, el poder de provocarle placer y dolor inundaba su alma de satisfacción pura y su sexo de una excitación superior, nunca lo habría jurado.

Despidió al guardia que la había traído y se quedó largo rato admirando su cuerpo marcado, el lento subir y bajar de sus pechos y su torso constreñido por el apretado corsé, era una criatura deliciosa. Lady Edit nunca había descartado ninguna opción en el plano sexual, de hecho, había tenido innumerables amantes de ambos sexos, pero nunca, jamás, pensó que podría disfrutar tanto de un solo ser, de maltratarlo y humillarlo.

Lady Edit había conseguido mucho de su mascota en poco tiempo y aún quería mas. Quería todo de ella, conseguiría que su dependencia fuera tal, que no pudiese vivir sin pertenecerle. No podría tolerar otra vida ni otro lugar para ella que estando a sus pies, a su completa disposición y pidiendo mas de lo que ella quisiera darle. En eso pensaba cuando apareció su leal doncella.

Buenas tardes mi Lady – saluda la leal Carlota - ¿Habéis comido? ¿Deseáis que os traiga un almuerzo tardío o alguna otra cosa?

Buenas tardes Carlota, no, no tengo tiempo, he recibido un mensaje que debo atender de inmediato, se acercan visitantes y tengo un par de asuntos que resolver – admitió dirigiéndose a su estudio y tras tomar un par de documentos – por favor, encárgate de mi preciosa marrana, aliméntala a ella y que descanse un poco.

Así se hará mi señora – asintió la criada

Por cierto, mi mascota cree que aún estoy muy enfadada con ella y quiero que siga pensándolo, a la menor ocasión que se te presente me gustaría que la convencieras de ello, tardaré en regresar, por lo que si se te ocurre alguna penuria que pueda producirle pesar mientras me extraña, te estaría muy agradecida

Algo se me ocurrirá mi Lady, por cierto, ahora que lo recuerdo, ha venido ese muchacho tan gracioso, el aprendiz del maestro artesano y os ha dejado las últimas piezas que habíais encargado

Estupendo, supongo que le habrás dado una momeada por las molestias

Si mi Lady, de todos modos parecía mas interesado en que le dejarais admirar el uso que pretendéis darles a vuestras adquisiciones que en la propina – se reía recordando las bromas del muchacho

Gracias Carlota, sabía que podía contar contigo, serás recompensada por las tareas extras que te estoy encomendando – reconoce la secretaria real saliendo de sus aposentos

¡Oh mi Lady! No espero compensación alguna, me divertiré de lo lindo con vuestra mascota – asiente satisfecha pensando en alguna cosilla que le gustará hacerle – esa será compensación suficiente

Salvo las dolorosas y humillantes atenciones que le prodigó la vieja doncella para ordeñarla y alimentarla, la pobre Marquesa pasó la mayor parte la tarde sola. Pero mejor sola que tener que aguantar la reprimenda y los improperios de la doncella; todo el tiempo que estuvo con ella se lo pasó despotricando y quejándose de su comportamiento y falta de lealtad. Le dolía todo el cuerpo, los azotes que habían caído en estos últimos días sobre él se hacían notar con mayor intensidad en la soledad de la habitación, pero peor incluso que el dolor de su culo violado, era el sentimiento de culpa que la embargaba, había enfadado a su adorada ama y por eso ahora la ignoraba y la dejaba sola, eso le había dicho Carlota y tenía razón, su comportamiento había sido pésimo, pero ¿como compensarlo? Prefería que la azotara a que la dejara abandonada, incluso se había planteado el solicitarle que la sometiera al que consideraba el peor de los castigo, coserle la boca. La vieja doncella regresó al dormitorio, acompañada de Martita, la criada que la había ayudado con la limpieza y un lacayo, la cara de la doncella muestra un extraño gesto, entre enfadada y expectante.

Pedro, acompáñame que te indicaré como has de colocar los clavos, Martita, trae el taburete del rincón de la salita – ordena la vieja doncella dirigiéndose al hermoso biombo tallado que decora una esquina del dormitorio y deteniéndose tras él unos momentos explicando algo al lacayo

Doncella Carlota – preguntó a la vieja criada mientras comienzan a sonar los golpeteos del lacayo colocando los clavos - ¿sabéis donde está Lady Edit?

Por supuesto – contestó esta asomándose tras el biombo, sin dar mas detalles

¡Ah! ¿y sabéis si continua muy enfada conmigo?

Si, lo sé y seguro que aún está muy enfadada, esta vez no la contentarás fácilmente, deberías estar avergonzada de lo que has hecho – vuelve a esconderse tras el biombo y sale un rato después despidiendo al lacayo, se acerca a la marrana que muestra una expresión contrita y le ordena – Saca la lengua

¿Perdón?

¡Ah marrana, con razón Lady Edit está enojada, no creo que sea tan complicado lo que te he ordenado! Simplemente quiero que saques la lengua, Martita, por favor, deja el taburete detrás del bimbo y si eres tan amable de sujetarle la lengua fuera de la boca un momento – y divertida la criada tras colocar el taburete se acerca a la pobre Marquesa para, pellizcando fuertemente su lengua, tirar de ella sin compasión

¿Así será suficiente? - se ríe del aspecto ridículo que presenta ahora su hermosa cara con su lengua de fuera y sus ojos abiertos por la sorpresa y la molestia que le causa con sus tirones, aplicando todas sus fuerzas a la pinza de sus dedos para sujetarla y que no resbale por culpa de su humedad

Si, que no se te escape ahora – le advierte mientras con unos hilos de esparto muy finos pero igual de ásperos rodea su lengua y la aprieta con un nudo consistente rodeándola con otro par de vueltas y atando el hilo restante detrás de su cabeza dejando su atada lengua asomando entre sus labios deformados por la cuerda – Creo que de esta forma no volverá a decir algo que nadie quiere oír ¿no crees Martita? – se ríe observando la cara de estupefacción que muestra la bufona

Y que lo digas Carlota, no solo no podrá hablar, en breve tendrá que hacer grandes esfuerzos si no quiere embadurnarse con sus propias babas – se reía la criada

Pues tendremos que hacer algo mas para que no sea esa su única preocupación, con la poca consideración que ha demostrado al enfadar a la secretaria real, pasará el resto de la tarde lamentado sus acciones, créeme. ¡Vamos marrana, detrás del biombo!

Y ante el asombro de la joven criada, Carlota hace sentar a la bufona en el taburete, con otro trozo de cuerda ata sus manos y las sujeta por encima de su cabeza a un aplique de la pared, con sus brazos muy estirados, empujando su espalda hasta apoyar su cabeza contra la esquina que forman las paredes, de manera que mas que sentada queda reclinada contra la pared y pellizcando con fuerza sus pezones, dice:

Martita, lamento tener que pedirte esto – dice con fingido pesar, sabiendo que lo que va a pedir será del agrado de la joven – ¿te importaría chupar y morder sus pezones para que sobresalgan un poco mas? – pregunta soltándolos y demostrando que con los pellizcos ya han alcanzado un gran tamaño

Bueno Carlota, no se si mis pobres labios podrán succionar sus enormes pezones, pero haré lo que pueda – y sin mas comienza a lamer, chupar, morder y succionar con ansia – está brotando deliciosa su leche – comenta y va cambiando de pezón, pasando de uno a otro, mientra su boca se aplica en uno, sus dedos juguetean con el otro, un buen rato pasa hasta que considera que han alcanzado su máximo tamaño – Así será suficiente – se relame

Veamos, tira de este muchacha – ordena extrayendo otra áspera cuerda igual a la que colocó antes en su lengua y repitiendo la misma operación con el excitado pezón – si, esto servirá a mis propósitos, ahora el otro – repiten la misma operación dejando sus dilatados pezones bien atados – ahora fíjate en lo que hago y repite todos mis movimientos

Y tirando hacía arriba de la cuerda sobrante y soltándola de golpe se entretienen un rato en hacer saltar sus enormes tetas, cuando los jadeos que salen de la babeante boca de la marrana han incrementado su volumen por las molestias que le están causando, la vieja doncella lleva el extremo de la cuerda con la que ha estado jugando hasta la pared y pasándola por el clavo que el lacayo acaba de colocar procede a atarla dejando su teta bien tirante, la doncella copia todos sus movimientos y dejan a la hermosa marrana sujeta a la pared por sus estirados pezones, obligando a sus desmedidas tetas a quedarse bien abiertas y apretadas.

Con mucho cuidado le suben una pierna doblada y con otro trozo de cuerda un poco mas gruesa y larga, atan su pierna doblada rodeando su muslo varias veces y pasándola por su diminuta cintura, repiten la misma operación con la otra pierna, la hermosa marrana queda total y obscenamente abierta sobre el taburete, en precario equilibrio sujeta arriba por sus brazos estiramos y a la pared por sus enormes tetas atadas y mostrando ahora sus ampliados agujeros sin trabas. La dilatación que presenta su ano se puede apreciar con todo lujo de detalle.

Bien, creo que en esta postura nada te distraerá y podrás pensar en tus actos, examinando tu conciencia hasta que regrese Lady Edit, de ella dependerá liberarte del tu forzada inmovilidad – se despide la vieja criada – espero que recapacites y no cometas la imprudencia de volver a contrariarla

La pobre Marquesa había perdido la noción del tiempo, si las horas de soledad durante la tarde le pasaron lentas y tortuosas, el rato que pasó hasta que sintió abrirse la puerta de los aposentos de Lady Edit, se le hizo eterno, en todo momento lamentó su actitud y se prometió que en adelante, procuraría no volver a enojar a su ama, observaría un comportamiento totalmente libre de faltas, al menos, estaba dispuesta a intentarlo, agradaría a su adorada ama, que podía ser dulce y amorosa a la vez que excitante y despiadada. En contra de lo que había sentido anteriormente en su vida, desde el mismo momento en que la entregaron a ella, todos sus momentos de vigilia se centraban en una única persona y un único fin, tenía la imperiosa necesidad de doblegarse ante su ama, rebajarse y humillarse, cualquier cosa para satisfacerla, lo necesitaba tanto o mas que respirar. El placer experimentado sumado al dolor que sentía por sus azotes y ataduras eran el catalizador que la impulsaba en esos pensamientos.

La secretaria real regresó muy tarde a sus aposentos y no lo hizo sola, dos elegantes caballeros la escoltaban, entre risas, bromas y sobeteos los tres se dejaron caer sobre el lecho y comenzaron a desnudarse unos a otros con desenfreno, hablando en una extraña lengua que la hermosa marrana desconocía. A través de la intrincada talla del biombo tenía una vista privilegiada de lo que sucedía y su inmovilidad forzada no le permitía evitarla si no era cerrando sus ojos. Lo intentó, pero el ronroneante tono de voz de su ama, hablando en esa lengua extraña a sus amantes, la apremiaba a abrirlos y admirar su hermoso cuerpo, que desnudado y acariciado a cuatro manos, besado a la vez por dos bocas, era una visión celestial, no pudo volver a cerrarlos, apenas parpadeaba deseando, con toda su alma, ser ella quien la desnudara, que fueran sus manos las que disfrutaran del privilegio de acariciar sus rotundas carnes, su boca besando y lamiendo su delicada piel.

Una vez desnudos, los amantes se revolcaban en el lecho llevados por su formidable excitación, se acariciaban y besaban en estudiado desorden cuando su hermosa ama se inclina sobre uno de ellos para poder lamer y disfrutar de su erección mientras su compañero la acomodaba para poder hacer él lo propio con ella. Los sonidos que llegaban a la pobre marrana no podían ser mas explícitos, la imagen que admiraba a través de la intrincada talla del biombo la excitaba a pesar del dolor que padecía todo su cuerpo y de la incomodidad que le producía su molesta inmovilización. Era tal el deleite que parecía colmar a su ama, que el no ser partícipe del mismo se había convertido en su mayor aflicción.

En determinado momento, cuando la verga de uno de sus amantes había alcanzado el tamaño deseado, su ama se acomodó sobre ella y comenzó a cabalgarla, colocada de frente al biombo, ofreciéndole la deliciosa imagen de su abierta vagina engullendo el vergajo y sus enormes pechos atendidos por las manos de su segundo amante que, de pié en el lecho, acercaba su polla a la jadeante boca. La pobre Marquesa nunca había pensado que una mujer pudiera disfrutar de las atenciones de dos amantes a la vez, pero todo parecía demostrar que su ama lo disfrutaba y mucho, se moría por poder participar y prodigarle mayor placer aún. Un tiempo después la secretaria real cambio de posición sobre la polla que se follaba y girando su cuerpo volvió a ensartarse, mostrándole ahora a su presa mascota su deliciosa grupa subiendo y bajando sobre el excitado falo. Los jadeos y los sonidos de succión que inundaban la habitación se silenciaron un momento cuando el segundo amante colocándose sobre sus compañeros, procedió a tomarla por su ano. ¡Estaban penetrando a su ama por sus dos orificios a la vez! y a pesar de que a ella pudiera parecerle imposible o incluso doloroso, su ama los disfrutaba en demasía, ya que comenzó a emitir una serie de profundos y placenteros jadeos como no le había escuchado en sus anteriores orgasmos.

Largo rato pasaron sus amantes entrando y saliendo de ella, primero por turnos y luego a la vez, en una intrincada coreografía lasciva, acompasaban sus movimientos guiados por los jadeos y ronroneos de su ama, intercambiándose frases y caricias lujuriosas. La pobre Marquesa se sentía muy excitada por todo lo que estaba contemplando y en el momento en que los amantes se separaron para ponerse en pie a los lados de su arrodillada ama, que recorría con sus manos todo su cuerpo, en el centro del lecho, de frente a ella, sus amantes sacudiendo sus pollas enérgicamente comenzaron a bañar sus deliciosas tetas, un blanco torrente manaba de ambos miembros y caía a lo largo de su delicioso cuerpo, la marrana, inconscientemente empujaba su atada y dolorida lengua hacía delante con la absurda intención de alcanzar a su ama y poder lamer y limpiar su adorado cuerpo.

Los amantes cayeron desmadejados sobre el lecho, emitiendo susurros y comentarios en su singular lengua y tras lo que pareció una eternidad a la cautiva marrana, ambos caballeros se despidieron cariñosamente de su ama y entre bromas se vistieron y se marcharon de sus aposentos. Lady Edit con su cuerpo brillante de sudor y cubierto con la esencia de sus amantes se levantó del lecho y tomando un objeto de su tocador, se acercó al biombo donde se encontraba su maltrecha y excitada mascota, admirando la precaria y ofrecida posición en que se encontraba.

Lo suponía pero no tenía pruebas de que Carlota fuera tan hábil e ingeniosa, es increíble lo que puede hacer con unos pedazos de cuerda – y acercando su mano con el objeto que había recogido del tocador, cortó las cuerdas que sujetaban sus piernas en obscena apertura y las fijaciones de sus tetas a la pared sin el menor esfuerzo, no así los nudos que aprisionaban sus deliciosos pezones que prefirió mantenerlos donde estaban

Hhhmmmpppfff – extraños sonidos emitía con su atada, adormecida y seguramente inflamada lengua

No se si debo liberar tu lengua, últimamente no me ha satisfecho lo que has hecho con ella – cortaba la cuerda que sujetaba sus brazos y refiriéndose, para recuerdo y tormento de la marrana, a la palabra que le había prohibido repetir, a pesar de sus comentarios cortando con maestría el nudo que la atormentaba

Mientras su hermosa mascota recuperaba la movilidad de su cuerpo, con enérgicos movimientos y frotamientos en brazos, piernas y pechos, la secretaria real regresó a su lecho para sentarse en el borde y verla aparecer. Su hermosa marrana no se hizo esperar y a pesar de asomarse de pie por un lateral del bimbo, con un fluido movimiento se colocó sobre manos y rodillas y gateando como la mascota que su ama quería, contoneando su grupa y sus enormes y cargadas tetas arrastrando los hilos sobrantes de los nudos de sus pezones por el suelo, se acercó a su ama y lentamente y con total devoción y entrega procedió a limpiar su deleitable cuerpo de los restos de las secreciones de sus amantes. Con lentas, largas, cálidas y húmedas pasadas de su congestionada lengua traidora retiró toda prueba dejada por los excesos de sus amantes y una vez finalizada la tarea y con el beneplácito de su ama continuó descendiendo por su cuerpo hasta llegar la centro mismo de su placer y con toda el ansía y la necesidad que experimentó en su encierro, regaló a su ama el mas dulce de los orgasmos.

Encadénate para pasar la noche – fue lo único que su ama le dijo antes de trepar por su lecho y tumbarse para dormir plácidamente saciada y satisfecha, tanto con sus amantes como son su mascota

¡Encadenarse!, era del todo innecesario, no solo porque era ella siempre la encargada de hacerlo y deshacerlo, la hermosa marrana no imaginaba otro lugar donde quisiera estar que no fuera más próximo a su ama. La cabeza de la pobre Marquesa daba una y mil vueltas a las imágenes que le había ofrecido su ama con sus amantes, estaba tremendamente excitada, mas que por lo que había admirado por haberle producido un orgasmo con sus labores de limpieza, no se había parado a pensar que era la leche de otros hombres la que lamía, no, lamería con fruición lo que fuera que cubriera el magnífico cuerpo de su ama. Había encadenado su pié a la cama y se había tumbado sobre la mullida alfombra que se había convertido en su lecho. Tenía sus manos libres y podría haberse masturbado para aplacar sus ansias, pero no se atrevía a aliviar su excitación, su deseo sería ignorado, una vez lo había hecho por voluntad propia y se había ganado un nuevo castigo, no, no empeoraría su situación volviendo a desobedecerla, si su ama deseaba que permaneciera con ese latente ardor sin alivio, tendría que hacerlo, era lo menos que merecía por haberla contrariado, un nuevo padecimiento sobre su cuerpo.

Mucho tardó en dormirse y cuando lo consiguió, fueron sueños inquietos los que plagaron su descanso, un ruido la despertó a la mañana siguiente para comprobar que de nuevo la habían dejado sola, a su ama no se la veía ni oía por ninguna parte y la vieja doncella se acercaba a ella con los mismos útiles que había utilizado para la extracción de la leche de sus pechos en anteriores ocasiones. Volvía para alimentarla. Cuando la vieja doncella, tras juguetear de nuevo con las cuerdas que colgaban de sus tetas, ahora cargadas de leche, liberó sus atormentados pezones de los nudos que los constreñían, no pudo evitar quejarse en silencio y que gruesas lágrimas surcaran sus mejillas.

Si en las anteriores ocasiones en que la leal Carlota la ordeñó y alimentó había padecido con sus atenciones, hoy, a pesar de utilizar el mismo burdo torniquete lacerando sus tetas, al que debería haberse acostumbrado, se sumaba el incesante dolor de sus pezones, un suplicio que solo finalizó cuando la última gota de su leche salió de su dolorido pecho hacía la palangana que lo recogía. La vieja doncella parecía sumida en sus propios pensamientos ya que en todo el proceso de ordeñe no le dirigió ni una sola palabra, ni de aliento ni de reproche y cuando se acercó con el odre para alimentarla, no jugueteó con él como en otras ocasiones obligándola a perseguir el chorro para poder ingerirlo.

Con lo que se estaba convirtiendo en su rutina, la vieja doncella la liberó de su apretado corsé y le facilitó todo lo necesario para lavarse, incluso cepilló su larga cabellera una vez terminadas sus abluciones matinales. Manteniendo su férreo silencio volvió a colocarle el corsé mas apretado aún que la víspera, lo que curiosamente no le costó demasiado, su cintura se había acostumbrado a la estrechez a la que la sometían y presentaba un tamaño tan disminuido que pronto su ama podría abarcarla con sus manos como había deseado desde un principio. La criada la cubrió con la camisola y le ordenó esperar sobre su alfombra, no sería necesario que se encadenara, esta vez.

Lady Edit entró en su dormitorio sobresaltando a la hermosa marrana al poco de que Carlota terminara de adecentarla y con un escueto, sígueme, la precedió por los desiertos pasillos del palacio en dirección a los aposentos de la Baronesa.

Allí llevaban largo tiempo cuando el capitán de la guardia y dos soldados enviados por su majestad, que la habían buscado por todas partes, la encontraron sometiendo a la bufona marrana real a un extraño experimento para modificar sus andares. Vestida con sus nuevos ropajes de seda, de hermosos colores brillantes, adornados con campanillas y cascabeles, se ceñían a su cuerpo resaltado sus rotundas curvas y dejando poco para la imaginación. Probaban a calzarla con incómodas y pesadas botas con unas plataformas de diferentes alturas que la obligaban a cojear al caminar. A cada paso su grupa y piernas asomaban entre los pañuelos que componían su falda y un incesante y alegre tintineo la acompañaba. No contentas del todo con los resultados, decidieron, para aumentar mas su incomodidad, llenarle las botas de pequeñas piedrecillas que la obligaban a dar saltitos de vez en cuando y a emitir graciosos quejidos, con ello consiguieron dificultar sus andares y con sus nuevos añadidos la obligaron por horas a brincar, botar, correr y piruetear por toda la sala.

Lo habían conseguido, resultaba graciosa su manera de moverse, las diferentes alturas de sus plataformas conseguían imprimir a su hermoso trasero un bamboleo constante que iba acompañado del consiguiente vaivén de sus enormes tetas, los tintineos que emitían los adornos de su nuevo ropaje hacían imposible que pasase desapercibida, si es que con un físico tan agraciado como el suyo eso era posible, la extensión de carne que mostraba en cada movimiento era tan sensual como el contoneo de su cuerpo. Se felicitaban por los logros alcanzados cuando fueron interrumpidos por los soldados.

Lady Edit – anuncia el capitán al encontrarla, admirando babeante los sinuosos movimientos y tintineos de la bufona - su majestad reclama vuestra presencia en la corte del Rey aliado, no nos han autorizado a explicaros el motivo del reclamo, que de hecho desconocemos, pero sabed que algo que está mal con su pequeña tetona y espera que vos seáis capaces de solventarlo. Nos ha ordenado escoltaros hasta allí de inmediato

De acuerdo, preparé mi equipaje y en una hora partiremos hacía allí – organizaba rápidamente preocupada por lo que pudiera estar causando amargura a su adorada Reina – nos reuniremos en el patio, de camino, por favor, ordenad que alisten mi carruaje – se despiden los guardias para obedecer sus órdenes

¿Qué haréis con la bufona durante vuestra ausencia mi Lady? Para mi, sería un placer custodiarla entretanto – ofrecía presta la Baronesa que contaba con poder disfrutar plenamente de la bufona mientras durasen sus asuntos fuera de palacio, podría cobrarse por la excitación que le había producido

Agradezco vuestro ofrecimiento, Baronesa, sin embargo, mi mascota irá donde yo vaya – sentenciaba y desinflaba con ello las pretensiones de la horrible mujer – Marrana, cámbiate el calzado, tenemos prisa y esas botas en estos momentos, solo conseguirán retrasarnos

Lady Edit, no necesitó mucho tiempo para preparar su equipaje con la ayuda de su vieja criada, no olvidó incluir ni su reloj modificado ni todos los encargos que los artesanos ya habían finalizado, incluido el falo doble y flexible que el curtidor había entregado esa misma mañana.

El viaje en el carruaje no fue agradable para su mascota, no solo por la vergüenza de cruzar el reino mas desnuda que vestida, su cuerpo magullado padecía horrores con los traqueteos del carruaje, claro que lo peor era que se sentía ignorada de nuevo, sentada en sentido contrario a la marcha, frente a su ama, que con su actitud preocupada y su mente ocupada en posibles soluciones a situaciones que su cabeza imaginaba, cada cual, mas estrafalaria que la anterior, conseguían abstraerla y que no le prestase atención.

Tan pronto llegaron al palacio del reino vecino, Lady Edit y su mascota acudieron a los aposentos de la Reina para enterarse de lo que había provocado el reclamo e intentar, por todos los medios a su alcance, solucionarlo.

¡Ah Lady Edit! Menos mal que has venido – saludaba la Reina a su secretaria real admirando de pasada a su bufona marrana real que con sus sedas y cascabeles presentaba un aspecto delicioso – es una tarea delicada la que me ha hecho reclamarte

Estoy aquí para ayudaros en lo que pueda majestad – reverenciaba con adoración a su Reina y ambas olvidando a la pobre Marquesa, que triste e ignorada, se quedaba en un rincón expectante por averiguar que podría estar mal con su hija

Os contaré mis cuitas – se acomodaron para charlar quedamente

El problema real, no era otro que el marido de la pequeña tetona, se trataba de un joven muchacho encantador, sin embargo, resultó ser un poco desviado, es decir, gustaba mas de compartir sus placeres con hombres que con mujeres, al igual que su flamante esposa, sentía una atracción irresistible por su mismo sexo, mientras que la repugnancia que le producía el contrario hacía imposible la consumación del matrimonio, a pesar de haberlo intentado con denodados esfuerzos, no conseguía penetrarla para fecundarla.

La boda se había celebrado al día siguiente de su llegada y la pequeña tetonta había congeniado con su marido en el poco rato que les habían dejado para conocerse. No había nada que pudieran reprocharles, la pequeña tetona se había sometido a la voluntad real ofreciendo su vientre y su vagina para que fueran fecundadas, poco importaba que le desagradara ese hecho, podía cumplirlo, no era el caso de su marido, no había manera humana de que culminase la cópula y ese simple hecho había creado una situación difícil de solventar. Los ánimos de todos los implicados estaban decaídos.

La pequeña tetona había hecho todo lo posible por animar a su esposo a la tarea, a pesar de resultarle desagradable en extremo, había mamado el vergajo de su marido hasta la saciedad y con ello conseguido potentes erecciones que en el momento de introducirse en su vagina se desvanecían como castillos de naipes. El pobre príncipe estaba consternado, era un buen muchacho que deseaba poder terminar con ese asunto cuanto antes, para contentar y silenciar a sus padres, pero era algo que no estaba en su naturaleza y su recién desposada se sentía igual, no le importaba someterse a la cópula, haría eso por su Reina y mas, pero fracasar en cada intento, una y otra vez, había terminado por minar su alegría.

Para comprobar que la cópula se consumaba, ambas Reinas habían estado presentes en la alcoba nupcial, en todas las ocasiones, ocupando lugares preferentes junto al lecho. Esto incomodaba a la pequeña tetona, a pesar de que su adorada Reina la consolaba con caricias y gestos amorosos en sus adoradas tetas, la madre de su marido, esa mujer despreciable, era otro cantar. La insultaba diciéndole que no era lo suficiente hembra para conseguir que su hijo mantuviera una erección, que su cuerpo no era digno de su simiente ya que no conseguía ser fecundada, en fin, que la Reina estaba preocupada porque la pequeña tetona no solo no conseguía cumplir su destino, si no que además, el trato que le otorgaba su suegra estaba consiguiendo entristecerla y deprimirla de tal modo que hasta sus preciosas tetas se resentían, se mostraban mustias y disminuidas, cosa que la Reina no podía y no quería consentir bajo ningún concepto.

La secretaria real evaluó el problema, solicitó la venía para entrevistarse con el marido de la pequeña tetona y fue conducida con su mascota a los aposentos del príncipe. Un par de horas mas tarde citó a ambas Reinas en la alcoba nupcial para que pudieran por fin, ver cumplido su objetivo. Creía haber dado con la solución a todos los problemas de la cópula de la pareja.

La pequeña tetona yacía en el lecho con sus enormes tetas entristecidas caídas hacia los lados, sus piernas abiertas y su joven vagina ofrecida cual sacrificio en el altar que era su lecho. La Reina tumbada a su lado, susurraba en su oído y la acariciaba para consolarla. La suegra de la niña, sentada en una butaca frente al lecho, acariciaba a su ronroneante gato sin prestar demasiada atención hasta que apareció su hijo, seguido de la secretaria real y de una hembra imponente que presentaba su cuerpo enfundado en un apretado corsé cubierto solo por múltiples y finísimas sedas que dejaba entrever unas enormes y espectaculares tetas y su vagina desprovista de vello alguno.

Siguiendo las instrucciones de la secretaria real, la pequeña tetona lamió, chupó y endureció, una vez mas, la polla de su recién desposado y cuando esta alcanzó el tamaño apropiado volvió a ofrecer su abierta vagina, sabiendo lo que vendría a continuación, pero para asombro de las presente, la marrana bufona real, se colocó un artilugio extraño en su boca, era la pieza fabricada por el artesano en la que podían engarzarse dos penes e introduciendo uno de ellos en su boca, sujetó las cinchas alrededor de su cabeza mostrando como el segundo pene sobresalía de ella, brillante de lubricación. Arrodillándose detrás del marido de su hija, procedió a sodomizar al muchacho con el falo que sobresalía de su boca consiguiendo con ello que su erección alcanzara proporciones épicas, pudiendo así introducirse en la virgen vagina de su esposa.

Poco a poco, la bufona metía y sacaba el falo que invadía el culo de su yerno, restregaba su cara contra sus posaderas y este arremetía con el mismo ímpetu en la vagina de su hija, la follada resultó tan excitante para el público asistente, que cuando el príncipe gruño y jadeo como una fiera descargando su preciosa carga en la, esperaban, fértil vagina de su esposa, el dormitorio se lleno de jadeos y sonidos de satisfacción por la proeza. Ambas reinas estaban satisfechas, el objetivo se había cumplido, de nuevo la secretaria real había sabido salir del paso en una nueva prueba con su intelecto e imaginación. Esta misma operación se repitió un par de veces durante la noche con pocas o ninguna modificación, la bufona real follaba el culo de su yerno con su boca armada con el falo de madera, para que este pudiese descargar su simiente en el interior de su hija, la pequeña tetona.