La pobre Marquesa tetuda en la corte perversa 5

La hermosa Marrana reconoce como ama a la secretaria real que continua disfrutando de su placer y dolor, castigándola con nuevas sodomizaciones.

La pobre Marquesa tetuda en la corte perversa

Capítulo cinco

Con cuatro de sus dedos atormentando la vagina de su amante y su dedo pulgar jugueteando con su clítoris, la mascota comenzó de nuevo un recorrido ascendente por su glorioso cuerpo, sentía su piel arder con el contacto, su ombligo se contraía con las pasadas de su lengua, y cuando llego a sus pechos, sus pezones la recibieron saltando a su encuentro, duros y vibrantes, parecía que su boca estaba en todas partes a la vez, su lengua dejaba un sendero ardiente en cada contacto y cuando comenzó a succionar y succionar, mordisqueando ahora no tan suavemente, el éxtasis asaltó de nuevo a su dueña que no pudo contener los espasmos de su insuperable culminación. La entrega de la marrana a su dueña quedó sellada con dolor y lágrimas, placer y devoción eterna. Era suya para lo que quisiera hacer con ella.

Ven hermosa marrana, comparte mi lecho – ordenaba sensual su dueña tendiendo su mano y acomodando abrazados sus sudorosos cuerpos – descansemos

Como era habitual en ella, la secretaria real a las pocas horas de quedarse dormida despertó apaciblemente, su lecho era un revoltijo de sábanas, piernas, pechos y brazos, su adorable masota estaba profundamente dormida emitiendo unos leves ronquidos producto de la restrictiva prenda que le obligaba a llevar y con su gran falo de madera asomando entre sus suaves muslos. Le gustaría dejarla descansar, tan hermosa la veía, pero no quería que olvidara su posición ni que pensara que por haberle provocado intensos orgasmos había modificado ni un ápice su suerte. Poniéndose su bata, que había quedado olvidada en el suelo cuando se la quitó a besos su mascota, decidió despertarla.

Despierta hermosa marrana – le decía zarandeando levemente su hombro con la intención de que continuara su descanso en el lugar que le correspondía, sobre su alfombra y encadenada a su cama, pero viendo que no respondía al ser su sueño tan profundo, fruto del cansancio acumulado entre la sesión de castigo y placer, optó por otro método menos amable de despertarla y pellizcando fuertemente su clítoris consiguió su propósito – Arriba dormilona - regañó

¡Ay! - se quejó y protestó su mascota arrodillándose de un brinco en el centro del lecho y protegiendo su entrepierna mientras sus cargados pechos oscilaban – Pero

¿Cómo te atreves? – preguntó mientras le cruzaba la cara con dos buenas tortas – ¿No te he tratado lo suficientemente bien para que comiences el día disgustándome y que la primera palabra que sale de tu boca sea un "pero"? – le pregunta enfadada sujetándola por el pelo y tironeando de ella para acercarla a dos milímetros de su cara haciéndola gatear por su lecho – Tenías terminantemente prohibido pronunciar un solo "pero" so pena de un grave castigo ¿Es eso lo que quieres? ¿Qué ordene que te cosan la boca?

Perdonadme mi ama – se excusaba su mascota con sus ojos llenos de lágrimas por las bofetadas, el tirón de pelo, el dolor que aún notaba en su clítoris y la temida amenaza de coser su boca, sin darse cuenta de que había cambiado el apelativo de señora por el de ama, jadeando entre sollozos y su incapacidad de tomar aire correctamente – Apenas estaba despierta

Nada de excusas, marrana, era una orden fácil de cumplir y ahora me veré obligada a llamar a la modista real para que ejecute tu castigo – sermoneaba meneando su cabeza sujetándola fuertemente por un puñado de su hermoso cabello, no quería coserla, por supuesto que no, mucho menos después de los placeres que había disfrutado con esa boca y menos aún teniendo en cuenta que por primera vez la había llamado ama, cosa que consiguió excitarla de solo pronunciarlo y no pensaba privarse de oírlo de nuevo – Tu te lo has buscado

Por favor ama, no volverá a suceder, no llaméis a la modista real, aceptaré cualquier otro castigo que tengáis a bien imponerme pero, por favor, no me cosáis la boca – sollozaba la hermosa marrana

¿Qué voy a hacer contigo? Me dices que no volverá a suceder y en la misma frase ya estás incumpliendo tu palabra – la empuja fuera del lecho tirándola sin ningún cuidado sobre su alfombra, escuchando satisfecha sus jadeos y sollozos al caer sobre su maltratado cuerpo ¿Qué tenía esta mujer que disfrutaba tanto maltratándola y doblegándola?

Por favor ama, no lo hagáis, aceptaré cualquier otra castigo, por favor, tened piedad – sollozaba arrastrándose por el cuarto en pos de su dueña, llorando desconsolada a sus pies

¿Qué no lo haga? – le gruñía alejándola de una leve patada, realmente estaba disfrutando del espectáculo que ofrecía su horrorizada mascota a sus pies, pero por nada del mundo dejaría traslucir su agrado - ¿Qué debo hacer entonces?

No lo se mi ama, por favor, pensad otro castigo para aplicarme, no podré soportarlo si ordenáis que me cosan la boca – jadeaba la llorosa mascota acurrucada de nuevo a sus pies regándolos con sus lágrimas

¿Prefieres acaso que te castigue como hizo la Reina sometiéndote a sodomía? – le pregunta sabiendo que la última vez se desvaneció a la séptima polla

No, bueno, yo…. – no sabía que decir, aquél había sido un castigo brutal para ella, sin embargo consideraba que era peor el cosido – me someteré al castigo que mas os plazca ama, por favor no me cosáis

Lo pensaré – le dice mientas por su perversa mente pasan rápidas e innumerables imágenes de cómo castigar a su mascota por sus nuevas faltas y recordando de pronto el falo que aún ocupa su vagina - Encadénate y acomódate en tu sitio – le ordena saliendo del dormitorio para buscar las cinchas que le dio la víspera el curtidor

La pobre marrana se encadena a la cama de su dueña y emitiendo leves sollozos lamenta tremendamente el haber comenzado tan mal el día después de la intensa noche de placer compartido con su ama. ¿Ama? ¿De donde había salido esa palabra? ¿Era así como consideraba a la secretaría real? ¿Como su ama? Ciertamente era dueña de su vida en estos momentos y sabía que le pertenecía, sin embargo¿su ama?. Sentía una extraña e irreprimible atracción por ella y por nada del mundo quería contrariarla, pensaba mientras acomodaba su maltrecha anatomía sobre la mullida alfombra y trataba de regular su respiración, bastante difícil por cierto ya que notaba como el corsé la oprimía, no podía dudar que ella se lo había buscado, tendría que medir sus palabras en adelante y soportar con valentía cualquier castigo que su ama quisiera imponerle para resarcirla de su reincidente falta, aunque decidiese sodomizarla, no merecía menos.

Arrodíllate con las piernas bien abiertas – le ordena bruscamente su ama al regresar

Acercándose a ella sujeta el gran falo de madera por el extremo que sobresale entre sus abiertas piernas y comienza a meterlo y sacarlo sin ninguna delicadeza. La vieja doncella entra en el dormitorio, su cuarto está a una pared de distancia del de su señora, no es habitual esto, pero como tiene tan extraños hábitos era la mejor solución para poder atenderla a cualquier hora y despertada por el jaleo que había organizado la bufona se presentó de inmediato para admirar la imagen de su señora postrada ante su mascota follándola con el tremendo falo y retirándose a un rincón para no interferir. La pobre marrana parece que se va acostumbrando a recibir semejante trato y para su vergüenza, poco a poco sus gimoteos se van convirtiendo en placenteros jadeos. Cuando considera que su excitación ha alcanzado un alto nivel y que por ello el falo ha de estar bien impregnado de sus jugos, lo saca con un brusco movimiento y tras ordenarle levantar la cabeza y abrir bien la boca se lo introduce sin consideración hasta el fondo de su garganta.

Ni se te ocurra expulsarlo – le reprende ante las arcadas que el aparatoso instrumento invasor provoca forzando su garganta y sujetando las largas cinchas a su base se las pasa bien apretadas alrededor de su cabeza, dos pasando por encima de sus mofletes y orejas y la tercera por encima de su nariz y frente, dificultando mas con ello su respiración y manteniéndolas así colocando el pasador tras su nuca – al menos ahora no tendré que oír cosas que no deseo, mejor te relajas un poco si no quiere ahogarte y ni se te ocurra moverte – le aconseja comprobando sus dificultades para tomar aire entre el apretado corsé, su boca ocupada y la cincha que pasa por encima de su nariz – Buenos días Carlota, sígueme a mi despacho – saluda a su vieja doncella saliendo del dormitorio y deleitándose al chupar los jugos que la excitación de su mascota ha dejado en sus dedos

Buenos días mi Lady – reverencia la vieja siguiendo a su señora y curiosa por saber que la habrá llevado a tratar así a su hermosa marrana

Lady Edit estaba radiante y la leal Carlota totalmente desconcertada, hasta que su señora le explicó en susurros el motivo del maltrato recibido por su mascota, no es que la hubiera enfurecido como le había hecho creer, al contrario, estaba complacida, tanto con su nuevo apelativo de ama, como el que se hubiera ofrecido a padecer cualquier otro suplicio que a ella se le antojara, disfrutaba tanto sometiéndola que no quería dejar pasar ninguna oportunidad para estrechar el cerco que cernía sobre ella y como ese día tenía que dedicar las primeras horas de la mañana a los asuntos reales, habría unas instrucciones que impartir al respecto de su bella marrana.

Se cumplía el segundo día de ayuno impuesto por su insubordinación, pero como la secretaria real no quería que desfalleciera por falta de alimento, ordenó a su vieja doncella que durante ese día y los siguientes, hasta nuevo aviso, alimentara a su mascota con lo que saliese de sus pechos, le comentó que tendría que encargarse de ordeñarla al menos cuatro veces al día y dárselo utilizando para ello un odre del que tendría que mamar para aumentar su ultraje, cuanto mas consiguiera extraer mas aumentaría su producción. Indicó a su leal criada que en absoluto observara delicadeza en el trato a su mascota, es más, tendría que procurar que padeciera lo indecible con las extracciones y la mayor vergüenza posible con la ingesta. Confiaba plenamente en ella para humillar a su bonito juguete. Luego pasaría a buscarla para llevarla a su entrenamiento con la odiosa Baronesa.

Lady Edit decidió que bien podría comenzar con su jornada laboral a pesar de ser hora tan temprana y su vieja doncella, acostumbrada a sus extraños hábitos insomnes se dispuso a ayudarla con su arreglo antes de encargarse de su desayuno. Entraron de nuevo en el dormitorio y lo primero que vieron fue la cabeza de la marrana asomando tras el lecho, echada hacía atrás por culpa del enorme falo que ocupaba su garganta, con sus ojos cerrados y a causa del molesto invasor su saliva cayendo por su barbilla hacía sus enormes tetas, emitiendo leves jadeos que parecían de placer, cosa que les extrañó en un principio, sin embargo, al acercarse mas a ella comprobaron el motivo de tal comportamiento. ¡La bella marrana se estaba masturbando!, aprovechando la forzada apertura de sus piernas, retorciendo el torso, estaba introduciendo una de sus manos en su vagina y con la otra atormentaba su clítoris. Sin hacer el menor ruido, Lady Edit hizo un gesto de silencio a su doncella, entrando en su saloncito, regresó con su nueva fusta y acercándose silenciosamente a su mascota, la asustó de un fustazo en sus tetas

¿Quién te ha dado permiso para aliviar tu calentura, marrana? ¿No te había ordenado que no te movieras? – viendo la mirada horrorizada y asustada de su mascota que al sentir el fustazo intentó encogerse y aliviar sus pechos con sus manos rociando con sus babas las maltratadas tetas – Vuele a poner las manos donde estaban – le ordena con otro fustazo en ellas viendo auténtico terror reflejado en su rostro medio cubierto por las cinchas – Termina lo que has empezado – otro fustazo cruzando sus pezones y dejando intensas marcas – Hasta que hayas culminado no pararás de masturbarte – seguía fustigando su pecho con menor intensidad mientras su mascota aceleraba sus movimientos – Vamos, córrete para mi – le ordena con otro par de azotes viéndola convulsionar de placer – Pon tus manos detrás de tu cabeza – cuando le obedece la aún excitada Marquesa la alecciona con nuevos fustazos, esta vez dirigidos a su encharcada vagina – Nunca, jamás volverás a hacer algo semejante, tu placer me pertenece, toda tu, de hecho – la reprende fustigando levemente su aumentado clítoris – Te despellejaré viva como se te ocurra privarme de él de nuevo – se despide con un último y demoledor azote – Carlota haz el favor de sujetarle las manos en su nuca con las cinchas, que esta sucia marrana es incapaz de comportarse

Si mi Lady – se acerca a la pobre mascota, que pena da mirarla, sus ojos llorando, su nariz moqueando, su boca babeando y sus tetas y vagina marcadas de nuevo con los azotes – Tonta criatura ¿Cómo se te ocurre disgustar así a Lady Edit? – le amarra las muñecas, bien fuerte y sin delicadezas, con los extremos de las cinchas enojada con ella por disgustar a sus señora

Déjala así de momento y atiéndeme – solicita a su doncella – ya se me ocurrirá alguna penitencia acorde a su nueva infracción, quizá la deje en manos de la Baronesa, ella sabrá como rectificar su conducta – girándose satisfecha al escuchar el lastimero jadeo emitido por su mascota

La pobre Marquesa está realmente apesadumbrada, se había quedado tan excitada con las manipulaciones de su ama con el gran falo de madera en su vagina que no pensó en las consecuencias de sus actos y al tener libres las manos, no dudó en aplacar sus ansias, estaba próxima a satisfacerse cuando la pillaron, pero con lo azotes no solo consiguió culminar si no que su orgasmo se vio incrementado, por extraño que pudiera parecerle.

Lady Edit se aseó, se vistió y salió de su dormitorio sin dedicar ni una sola mirada a su mascota. Fuera del alcance de su vista y oído, festejó con su doncella el impúdico comportamiento de su marrana, no solo era incapaz de padecer la calentura sin atemperarla, si no que además, la había paliado con sus azotes, de nuevo la deleitaba con un doloroso orgasmo. Contenta consigo misma, solicitó a su doncella que le sirviera el desayuno en su despacho y luego volviera para ordeñar y alimentar a la hermosa marrana que con sus nuevas marcas padecería con las atenciones de la leal Carlota por suaves que fueran, además tras quitarle el falo de madera que ocupaba su garganta tendría que volver a acomodarlo en su vagina y mantenerlo sujeto por sus cinchas.

También le tocaría a la doncella hacer las veces de barbero, ya que la secretaria real quería que su sexo se mostrara expuesto en cualquier ocasión, sin bello alguno que lo ocultara, nadie en la corte se lo rasuraba, que ella supiera y de eso sabía mucho y por ello, sería aún mas admirada su bonita mascota, que padeciera mas vergüenza al mostrarse sin obstáculos cuando ella lo decidiera.

Cuando la vieja doncella regresó al lado de la marrana había pasado un buen rato, sus piernas estaban acalambradas y sus pechos henchidos de leche, su cara mostraba los rastros de su llanto y estaba surcada de lágrimas, mocos y babas y para que supiera lo que se esperaba de ella en ese momento, le comentó:

Vengo a ordeñarte – le anuncia acercándose con una palangana y una áspera cuerda que utilizará para facilitar su tarea y aumentar sus padecimientos como le han ordenado – te soltaré las manos, pero solo para que puedas apoyarte en ellas y esas ubres cargadas queden mirando al suelo

Colocada la marrana a cuatro patas, cual animal para el ordeñe, la vieja doncella sitúa la palangana bajo sus tetas y sin compasión alguna comienza a apretar el marcado pecho para extraer su contenido, como los chorros salpican al caer, decide colocar debajo de la palangana un par de libros para levantarla y satisfecha con el resultado continúa apretujando y vaciando su preciosa carga, cuando parece que no va a salir nada mas de ese pecho, con la áspera cuerda lo rodea con un par de vueltas y con un pequeño palo continua apretando y secando a la pobre mascota que con el dolor vuelve a sollozar calladamente. Una vez finalizada la operación con el primer pecho pasa al segundo y con la aplicación del basto torniquete los sollozos y gemidos de la marrana atraen a su ama para contemplar las maniobras.

Ingeniosa manera de ordeñarla Carlota – felicita su señora admirando los padecimientos de su juguete que al contrario que en anteriores extracciones no estaba disfrutando en absoluto con estas

Gracias mi Lady, se me ha ocurrido que mejor la cuerda que mis manos, me acabarían doliendo de tanto apretujar estas ubres – comentaba para deleite de su señora y vergüenza de la mascota que a pesar de no haberse avergonzado nunca de sus grandes pechos, empezaba a verlos como fuente de continuas vejaciones

Si has traído cuerda suficiente podrías dejárselas amarradas un rato – acercándose a su mascota y haciendo saltar su teta amarrada al empujarla con su pie sin mirar su cara e ignorando sus muecas de dolor – sobresalen de un modo muy gracioso así atadas – regresa a su despacho volviendo a ignorar a su mascota, que la sigue con su triste mirada intentando llamar su atención

Muy bien mi señora, se hará como ordenáis – ignorando los padecimientos y la tristeza de la marrana, cuando no sale ni una gota mas, procede a dejarle los pechos como ha ordenado su señora, bien atados y apretados utilizando para ello todo la cuerda que había traído

Una vez finalizada la extracción, la doncella llevó a un rincón la palangana y comenzó a llenar el odre con el que alimentaría a la marrana, había escogido uno de suave piel de cordero que tenía en su boca una especie de tetilla, sería perfecto para que mamara. Se acercó de nuevo a la llorosa mascota y la avisó:

Tengo que alimentarte, así que te retiraré lo que ocupa tu boca y volveré a colocarlo en tu vagina, pero como emitas una sola palabra, volverás a tragarlo tan pronto terminemos – le dice soltando las cinchas y liberando su garganta del falo de madera, en la misma postura en que se encuentra la rodea para poco a poco introducir el gran falo en su empapado coño y sujetarlo con sus cinchas – Te habías ganado tres días de ayuno pero Lady Edit no quiere que desfallezcas, por falta de alimento, a la hora de recibir tus castigos y por ello has de mamar tu propia leche, no se cuanto durará esto, pero mejor vete acostumbrando. Procura que no se derrame o tendrás que limpiar lo que ensucies aunque para ello debas lamer del suelo

Dicho esto le acercó el odre a su boca y poco a poco la fue alimentando, de vez en cuando y por mera diversión, en un momento que asomaba su señora para admirar a su mascota, retiró la tetilla de su boca y le hacía beber a distancia, bañando su cara, también lo movía para que la pobre marrana tuviera que perseguirlo. Como era inevitable el suelo quedó salpicado de leche que la mascota limpió concienzudamente. Una vez alimentada, la vieja doncella la liberó de su corsé, no así del falo invasor y le ofreció unos paños y una palangana con agua fría para que se lavase. Finalizadas sus abluciones volvió a colocarle el corsé como su señora había indicado, apretándolo una medida mas de lo que marcaba la víspera. Su cintura se veía diminuta desbordando el corsé sus enormes tetas marcadas y su culo maltratado.

Le ordenó tumbarse sobre el lecho de espaldas y sujetando sus rodillas bien abiertas procedió a eliminar todo el vello que cubría su entrepierna, le soltó las cinchas pero no le quitó el falo que cada poco tiempo movía, retorcía y agitaba para poder dejarla totalmente lampiña, entre los manejos de la vieja criada, que la excitaban sin remedio y lo expuesta que se sentía la pobre mascota, ultrajadas lágrimas volvían a brotar de sus ojos.

La secretaría real observó toda la operación sin ser vista por su mascota, fingiría ignorarla durante un tiempo para comprobar su reacción, cierto es que no hay mayor desprecio que no hacer aprecio y su necesidad de someter a esta mujer, así lo exigía, además, seguía supuestamente muy enfadada con ella y tenía muchos castigos que aplicarle. Se marchó para encargarse de sus asuntos, ya volvería a buscar a su mascota cuando hubiese finalizado sus obligaciones con el reino.

Cinco largas horas habían pasado cuando la secretaria real regresó a sus aposentos para encontrar a una criada limpiándolo todo y a su leal doncella ordeñando de nuevo a su mascota arrodillada de espaldas ofreciéndole una hermosa vista de sus nalgas marcadas, se apoyó en la puerta sin ser vista por ésta y disfrutando de la rudeza de su criada en todo el proceso. Que graciosa estaba su hermosa marrana persiguiendo el chorro de su propia leche con sus enormes tetas amarradas.

Muchas gracias Carlota, buenos días Martita, eso será todo de momento, ahora iremos con la Baronesa para continuar con el entrenamiento de la marrana – anunció sorprendiendo a su mascota que intentaba por todos los medios atraer su atención sin conseguirlo – Desátale los pechos y quítale mi juguete de madera, la quiero solo con el corsé, los pololos bien abiertos y la camisola suelta por encima – ordenó antes de retirarse a su despacho ignorando a su hermosa marrana

Vamos criatura, ponte de pié delante del espejo – decía mientras recogía las prendas que había utilizado el día anterior – hemos de cubrirte rápidamente que no debemos hacer esperar a la secretaria real – le colocaba la camisola y haciéndosela sujetar le ponía los pololos bien abiertos – Martita, acércate un momento ¿crees que así estará bien expuesta al gusto de Lady Edit? – preguntó a la criada que limpiaba el cuarto que se acercó curiosa para ver a la vieja jugueteando con un enorme falo de madera en la vagina pelada de la bufona hasta extraerlo finalmente y dejándola bien abierta y brillante

¡Vamos Carlota, seguro que puedes hacerlo mejor! – le dice la descarada criada admirando a la hermosa mujer que refleja el espejo, su largo cabello le llega hasta el marcado trasero expuesto por la abertura de los pololos, pero el frente, ¡ah! que deliciosa imagen – La prenda esta bien abierta, pero no así la marrana, déjame que te ayude – y ni corta ni perezosa la criadita se arrodilla ante la bufona y comienza a abrir sus labios y excitar su clítoris tironeando de el como si pretendiera quedárselo - Estarás de acuerdo en que ahora se ve mucho mejor, ¿no crees?

Tienes razón, Martita, gracias por tu ayuda – le hace un guiño la vieja admirando el reflejo de la hermosa marrana que emite sordos jadeos de excitación y vergüenza.

La pobre Marquesa está mas azorada, ruborizada y abochornada de lo que pudiera llegar a creer que estaría en su vida, la imagen que le devolvía el espejo era una desfachatez, sus pechos se veían claramente a través de la camisola que apenas le tapaba el corsé, resaltando la desnudez de su vagina que por culpa de las dos criadas y los azotes anteriores se veía colorada, hinchada y brillante de los jugos que habían producido las manipulaciones. ¿Su ama pretendía que se paseara así por el palacio? Si, eso mismo pretendía si a la voz de "Carlota no tengo todo el día" que llegó desde el despacho, la criada la tomó de la mano y rauda la llevó junto a su ama que ya salía de sus aposentos. La pobra marrana tuvo que corretear detrás de ella entre jadeos y vergüenza, al ser vista y comentada por el personal del castillo con el que se cruzaban.

Buenos días Baronesa – saludaba la secretaría real al entrar en sus aposentos, en la sala dedicada al entrenamiento de su marrana – Lamento es retraso. ¡Quítate esas prendas! – ordena a su mascota refiriéndose a sus pololos y camisola, no pensaba excusarse ante semejante mujer y para que no se quejara por haber estado perdiendo el tiempo esperándolas toda la mañana, decidió entretenerla con algo que seguro sería de su agrado – Hoy he decidido sodomizar a la marrana ¿Qué sugerís?

Buenos días Lady Edit, parece que venís con ganas de divertiros – se relamía ante la visión de la hermosa bufona que sin las prendas que llevaba no podía dejar de admirar la vagina tan desnuda que mostraba – Jamás había visto nada igual ¿puedo? – ante la aceptación de la secretaria real se acerca para palpar tan desnudo sexo – Es una obra maestra – elogia agachándose para observarla de cerca y sin parar de acariciar los suaves labios, distribuyendo la humedad que la recibe con gestos bruscos – Sin duda causará furor en toda la corte y posiblemente hayáis iniciado una nueva moda

Es mas que probable lo que decís, pero no era esa mi intención – no, no lo era, solo quería tener a su marrana lo mas expuesta posible – me parecía difícil el embellecer mas a mi mascota, no obstante creo haberlo logrado

Una idea soberbia, desde luego, lucen mucho mas vistosas las marcas con esta desnudez tan acentuada, por lo que veo os habéis esmerado con ella – haciendo referencia a las marcas dejadas por la fusta

Si ha sido necesario para rectificar una falta cometida –responde sin darle mucha importancia

Y estas marcas tan extrañas en sus pechos ¿A que se deben? – refiriéndose y pasando sus dedos sobre los colorados círculos que las rodeaban

Mi doncella a creído necesario amarrar sus enormes tetas – si no sabía que esas maravillosas tetas eran lactantes, no sería ella la que le informara, no tenía ningún interés en compartir eso también con ella – tiene sus propios sistemas disciplinarios

Amarrarlas, que curioso, nunca se me hubiera ocurrido tampoco, claro que con este tamaño, he de reconocer que lucen magníficas con esas marcas tan diferentes de las que dejan los azotes habitualmente, sin embargo, mejor no nos distraigamos de nuestro objetivo que se nos pasará el día – recordando la intención de sodomizar a la bufona, pensando de inmediato como podrían hacerlo – disculpad un momento que daré unas indicaciones a Lucy – dirigiéndose hacía esta para instruirla

Ssshhh – se acerca a consolar a su hermosa marrana acariciando su rostro mirando sus ojos que muestran claros síntomas de llanto y bochorno, le susurra – a pesar de lo que piense esta horrible mujer, no hago esto por diversión, será tu castigo, pero no queremos que ella lo sepa o será peor – besa delicadamente sus labios sin dejar de calmarla con sus caricias – ¡Ay marrana! me has enojado mucho esta mañana y has de pagar por ello, pero si superas la prueba a mi entera satisfacción, sin que una queja salga de tus labios, recibirás el consuelo que anhelas – zanja sus lamentos y sollozos con un nuevo y profundo beso

La Baronesa reclama la atención de Lady Edit para explicarle el procedimiento que sugiere aplicar para la correcta sodomización, propone introducirle uno a uno sus falos de madera, claro que, conociendo su primer castigo impuesto por la Reina, al igual que toda la corte, para escarnio de la bufona y dado que la grupa con la que van a deleitarse no es virgen, lo normal sería comenzar por el número cinco o seis. Tras una leve discusión se decantan por el seis, entre otras cosas con el fin de prolongar su padecimiento. Debaten unos momentos sobre el tema de la lubricación adecuada y la postura idónea, llegando a la conclusión de que será Lucy la encargada de inmovilizar a la bufona real en un cepo para someterla a las primeras sodomizaciones mientras las señoras disfrutan del té que tanto agradó a la secretaria real en su anterior visita.

La servicial doncella se acerca a la hermosa bufona para llevarla al cepo, maravillada con su expuesta vagina y sus marcadas carnes, con delicadeza, sabiendo por experiencia propia los padecimientos que tendrá que soportar a lo largo de la tarde la inmoviliza en un cepo sujetando sus manos y cuello, dejando su grupa en perfecta posición para ser sodomizada y admirada, aprovechando la ocasión para manosear toda su anatomía, erizando su piel.

Lady Edit ¿habéis impuesto alguna restricción que debamos conocer? – interroga a su socia viendo como su criada comienza a lubricar con aceite el primer falo – ¿debe mantener silencio? ¿ha de disfrutar?

No, no he impuesto nada en absoluto, bien podría hacerlo – piensa un momento y aclara – de acuerdo, no quiero silenciarla, al menos de momento y me gustaría que en cierto modo lo disfrutara, claro que no deseo que culmine su placer

De acuerdo, procede Lucy, no olvides las indicaciones de Lady Edit, queremos oírla y que lo disfrute, sin embargo no has de satisfacerla ¿Veinte introducciones de cada falo os parece suficiente, Lady Edit? – pregunta sabiendo que llegados al cuarto eso se convertirá en una dura prueba

Si, veinte me parece un numero acertado, claro que comenzarán a contar una vez haya sido aceptado cada uno en su totalidad – responde para alegría de la Baronesa

Lady Edit quería que su hermosa marrana apreciase las delicias del sexo anal y esperaba que en esta ocasión, al ir progresando de tamaño en las penetraciones, llegase a deleitarse de este tipo de placeres, pensaba mientras aceptaba la taza del delicioso té que la Baronesa le ofrecía.

El falo numero se seis estaba totalmente engrasado y ante la petición de Lady Edit de hacer disfrutar a la bufona, Lucy sujetándolo por su base decidió introducirlo primero en su vagina, suavemente pero sin pausa hasta que sus dedos rozan la entrada, dentro y fuera, aplicando suaves giros, que poco a poco van calentando a la bufona que comienza a gemir lentamente. Cuando su respiración entrecortada solo se traduce en dulces gemidos de éxtasis, anticipando su clímax, retira por última vez el falo empapado ahora por sus jugos y procede a introducirlo por su ano.

La pobre Marquesa siente la invasión y en su calentura intenta relajarse para que no le resulte tan doloroso como la vez anterior en que su ano fue follado y consigue centímetro a centímetro aceptar en su interior el primero de los juguetes de madera. La doncella procede como anteriormente en su vagina aplicando suaves giros lo introduce y lo retira hasta casi extraerlo en su totalidad para volver a introducirlo hasta que prácticamente desaparece en su interior. Gemidos lastimeros se escuchan en la sala solo interrumpidos por el tintineo de las tazas de té que sus castigadoras están saboreando.

Este ya entra perfectamente y sin resistencia alguna, señoras – anuncia la criada manteniéndolo en el interior de ese rotundo trasero – contaré las veinte penetraciones a partir de este momento

Y sin las contemplaciones observadas hasta el momento comienza un frenético mete – saca mientras va contando todas y cada una de las penetraciones, acompañada por gemidos y lamentos de la bufona, que sin pronunciar palabra dejan constancia de lo poco que está disfrutando en esos momentos.

La misma operación repite la doncella con el falo numero cinco, ayudándose con su mano libre para separar las hermosas y marcadas nalgas o para apretujarlas o acariciarlas a placer. Al comenzar con el número cuatro e introducirlo en su vagina, la doncella casi se deja llevar embelesada por los balanceos de esas preciosas, enormes y marcadas tetas y a punto estuvo de producirle un tremendo orgasmo a la castigada, pero en el último momento reacciona y cambia de agujero para comprobar que el tono de los gemidos y jadeos que emite la bufona cambia también radicalmente. Los excesos cometidos en su vagina han producido una cantidad ingente de flujo que poco a poco va cayendo por el interior de sus muslos, dejando un delicioso reguero brillante. Tiene el ano tan dilatado que a la primera introducción consigue que se lo trague entero y comienza pues, a contar las veinte penetraciones que le corresponden. La pobre Marquesa no cree poder mantener sus lamentos en silencio por mas tiempo, sus piernas le tiemblan, sus muñecas y cuello se resienten con tanta fricción contra el cepo y sus pechos comienzan a molestarle con tanto balanceo producido por las embestidas.

Hasta aquí, mas o menos se habría igualado cualquier penetración a la que la sometería una polla humana de proporciones normales y ahora con el número tres, la cosa cambiaba bastante, ya que sería equiparable a un órgano de dimensiones mas que considerables y posiblemente resultarían muy dolorosas, si no, insoportables. Lady Edit esperaba impaciente para comprobar la reacción de su mascota a semejante instrumento follando su, hasta hace poco, ano virgen.

Lucy acércate un momento – le ordena Lady Edit cuando retirado el numero cuatro pretendía comenzar con el número tres – Me estoy cansando de tanto gruñido y gemido animal, no me dejan disfrutar en paz y con lo que viene ahora, mejor amordazarla – comenta tendiéndole su propio pañuelo de fina seda y observando el dilatado ano de la marrana que aparece como un enorme y profundo agujero.

La criada, al igual que la Baronesa, lamenta profundamente la decisión de privarlas de los sonidos que emite la bufona, justo ahora que comenzaba lo bueno, el número tres era un pollón con todas las letras, pero tenían verdaderas ganas de ver si la bufona era capaz de admitir el dos, ya que Lucy era casi incapaz de admitirlo y sabía lo doloroso que podía llegar a ser, ya que tal y como había vaticinado la secretaria real, los falos de madera que faltaban se podían considerar auténticos instrumentos de tortura.

Las manipulaciones en la vagina con el falo número tres se limitaron a un par de penetraciones ya que la calentura alcanzada por la bufona no se había mitigado en absoluto y en cada una de ellas flexionaba una pierna y luego otra con la intención de minimizar las sensaciones, pero la cantidad de flujo que corría por sus piernas dejaba patente el alto nivel que había alcanzado. Bien lubricado como estaba el falo número tres apenas encontró resistencia en el dilatado ano y tras un par de meneos, la criada comenzó a contar las veinte penetraciones correspondientes finalizando las últimas cinco con una serie de movimientos furiosos que hicieron aullar a la pobre bufona.

Era el momento de parar, Lady Edit no permitiría que los falos restantes invadieran el precioso culo de su mascota, al menos de momento, no se arriesgaría a lastimarla en exceso, por ello, ordenó a Lucy que dejara insertado el numero tres, liberara del cepo y la mordaza a la bufona y se acercara portando el número dos.

Acércate marrana mía, arrodíllate ante nosotras, tengo una proposición que hacerte para rematar por el momento tu castigo – le dice Lady Edit que terminado su té permanece sentada al lado de la Baronesa

¿No vais a someterla al siguiente falo? – preguntó ésta que pagaría por verla ensartada en esa verga monstruosa y temía que su diversión peligrara

Deseo que sea la marrana quien lo decida – sonríe a su mascota que arrodillada ante ellas espera temerosa la proposición de su señora – Te daré a elegir entre dos opciones, piénsalo detenidamente ya que ambas incluyen sufrimiento y solo una algo de alivio ¿estas de acuerdo en ser tú quien escoja el castigo?

Si mi ama – contesta sumisamente con el nuevo apelativo dedicado a su señora haciendo rabiar de envidia a la Baronesa con su nueva muestra de entrega total

La primera opción será someterte a la sodomización con el falo número dos, Lucy lamerá tu empapada vagina mientras la Baronesa y yo te aplicamos diez azotes con la vara de abedul en tus nalgas y en tus tetas – se detiene para que la marrana pueda asimilar lo que le cuenta – y la segunda, permanecer con el número tres en tu ano mientras, Lucy, la Baronesa y yo te azotamos treinta veces con la vara de bambú en tus nalgas, tetas y vagina

El silencio que se produjo en la sala era tan intenso que se podría cortar, cualquiera de las dos opciones propuestas por la secretaría real dejaban a la bufona enteramente sodomizada y azotada, claro que en el caso de la primera, la sodomización sería espantosa, pero no así los azotes, si se comparaban con la segunda, además la aplicación de Lucy en la primera podría ser una mínima fuente de placer, mientras que en la segunda opción no había placer ninguno. Desde luego no era una decisión fácil, pero estaba casi decidida por la primera, solo que

¿Se me permite preguntaros algo, ama? – interroga humildemente

Si, por supuesto – contesta feliz la secretaria real, ya que cada vez que su hermosa marrana la llama ama siente palpitar su sexo y se puede escuchar el rechinar de los dientes de la Baronesa

¿Los azotes son en total o es esa cantidad en cada zona y se me permite alcanzar el orgasmo, si es que eso es posible, con las atenciones de Lucy sin penitencia?

Los azotes son en total, en la primera opción serán cinco en las tetas y cinco en tu culo y en la segunda diez en cada zona, pero recuerda que con la vara de bambú y respecto al orgasmo, bien, si a pesar de la dolorosa sodomización, Lucy es capaz de hacerte culminar, deberíamos dejarla a ella decidirlo ¿no crees?

Bien mi ama, en ese caso, acepto la primera opción – asiente dócilmente

Estupendo, si esa es tu decisión – ve el tímido pero firme asentimiento de su mascota – gírate en donde estás, apóyate en manos y rodillas para que la Baronesa y yo podamos apreciar la sodomización con el número dos, luego procederemos a los azotes

La hermosa marrana se gira y se coloca ofreciendo su culo invadido por el falo número tres para que su ama y la Baronesa disfruten de sus padecimientos de la próxima sodomización. Mientras Lucy aplica el aceite en cantidades industriales sobre el tremendo falo, la Baronesa no se priva de juguetear con el número tres, retirándolo un poco para volver a introducirlo haciendo grandes giros con él que molestan a la bufona. La doncella se arrodilla al lado de la bufona y acariciando delicadamente su trasero extrae el número tres ante a atenta mirada de su señora y la asombrada de Lady Edit, su ano se muestra tremendamente dilatado y colorado. El inmenso falo que toca ahora, inexorablemente va abriendo el, antes diminuto, agujero, la destreza y maestría de Lucy consiguen que al poco tiempo la mitad de semejante monstruosidad desaparezca en las entrañas de la bufona, sin que esta emita poco mas que leves lamentos y gruñidos., pero ante un gesto de la secretaria real y para admiración de la Baronesa el resto del falo es empujado bruscamente. El grito de dolor y los sollozos que no puede evitar la marrana satisfacen, curiosamente, a las tres espectadoras que una vez cumplida la primera parte del castigo se disponen a azotarla.

Ponte de pie marrana mía – ordena su ama a su maltrecha y llorosa mascota – Has de permanecer con las manos agarradas detrás de tu cabeza y con las piernas abiertas, aunque no creo que esa monstruosidad que ocupa tu culo te permitiera cerrarlas – le indica mientras gira a su alrededor acariciando su cuerpo

La dolorida Marquesa, apenas puede mantener el equilibrio, el terrible dolor de su culo le nubla la visión y las palabras de su ama llegan a ella como si las pronunciara desde la distancia a pesar de sentir su dulce y amoroso roce continuamente, mientras la Baronesa se entretiene en seleccionar dos buenas varas de abedul y la criada se arrodilla entre sus abiertas piernas abriendo con sus manos la depilada vagina que en breve podrá saborear.

Baronesa, para vos el culo – ofrece al recibir la vara seleccionada para ella – Comienza Lucy, si eres capaz de arrancarle un orgasmo mientras la azotamos, tendrás la posibilidad de imponerle una nueva penitencia – con lo cual la doncella comienza un desenfrenado ataque contra su lúbrica presa

Muy bien mi Lady, comenzaré con el primero y los restantes seguirán a cada uno de los vuestros – se coloca la Baronesa en posición para disfrutar azotando ese precioso trasero donde asoma la base del enorme falo que lo ocupa – Comencemos

No había terminado de pronunciar la palabra cuando el primer azote calló sobre el dolorido culo de la Marquesa, no se hizo esperar la respuesta en sus pechos, el segundo varazo trasero volvió a marcarla y cuando le tocó el turno a sus tetas la doncella le mordió suavemente el clítoris consiguiendo un sonoro gemido. El tercero con su respuesta se hicieron esperar un poco mas dando tiempo a la doncella a excitar mas a su presa y cuando finalizaba el cuarto doble azote sus piernas temblaban, lágrimas corrían por sus mejillas, pero solo jadeos salían de su boca. Su vagina se deleitaba con la boca que, glotonamente, la doncella aplicaba con un arte magistral y cuando el quinto azote cayó casi simultáneo en ambas partes consiguieron romper su silencio y con el lastimero lamento y una sucesión de gemidos, la hermosa marrana se corrió entre espasmos y contracciones que casi dan con ella en el suelo si no es por la doncella que la sujeta contra su cuerpo, dieron por finalizado el castigo, a falta de la penitencia que impondría la doncella como premio a sus labores.

Estoy extasiada, mi corazón no escucha tus lamentos, en cambio a mi sexo, le afectan hasta el delirio – susurra su ama acariciando su cara y besándola apasionadamente - sin embargo, hasta lo mas profundo de mi alma llega tu total entrega, mi hermosa marrana