La pobre Marquesa tetuda en la corte perversa 3

La Bufona Marrana Real tras recibir su primer correctivo comienza a vislubrar lo que será su vida en la perversa corte.

La pobre Marquesa tetuda en la corte perversa

Capítulo tres

La imagen de la bufona marrana real totalmente entregada, saltando sobre la mesa que la ensartaba con la polla que le habían puesto, con sus piernas exageradamente abiertas, su diminuta cintura remarcada por la prenda restrictiva ensalzando sus portentosas tetas marcadas por los azotes que danzaban con los saltos de su cuerpo acompasados de las palmas de sus castigadoras, maltratando su azotado culo contra la mesa, hasta alcanzar el orgasmo, acompañaría a las tres mujeres durante días.

Ha sido un espectáculo magnífico Lady Edit, creo que yo también tengo mucho que aprender de vos – reconocía la Baronesa que no se había cansado de aplaudir y aplaudir – Habéis doblegado a esta criatura de un modo magistral, se ha comportado como una auténtica salvaje de las colonias a vuestra merced

Agradezco vuestras palabras, cierto es, que el mérito no es solo mío – se acercaba a su mascota, ayudándola a levantarse de la mesa la recompensa con nuevas caricias en su mejilla – Me has agradado hermosa marrana, mucho, sabía que me gustaría verte aliviando tu calentura y ha sido precioso, pero la Baronesa y yo tenemos que discutir sobre tu entrenamiento y necesitamos hablar

Si mi señora – logró articular la Marquesa jadeando sin control, entre el tremendo orgasmo y el apretado corsé tardaría un buen rato en serenarse ¿realmente se había comportado como una salvaje?

Retírate a un rincón, sin olvidarte de tus enaguas, mantendrás las piernas separadas y las nalgas expuestas durante todo el día, quiero admirarlas y es posible que vuelva a azotarlas si me apetece ¿estas de acuerdo en eso, hermosa marrana?

Creo que si mi señora, - asentía dudosa de sus actos incluso de sus palabras, ¿estaba de acuerdo en que volviera a azotarla? Culpa del corsé, que no dejaba llegar el aire a su cabeza

¿Creo?

Si mi señora, estoy de acuerdo – asentía, realmente iba a necesitar el tiempo para pensar, algo estaba cambiando en su interior, había notado como algo se rompía al entregar su placer por orden de su dueña a la vista de terceros

Aprovecha el tiempo, haz examen de conciencia y analiza tu posición, es posible que hablemos sobre ello esta noche. Obedece y si no quieres que ordene a Lucy que te desnude completamente, procura mantener las nalgas al descubierto y las piernas como te he ordenado, mirando a la pared y sin voltearte ni un poco – ve pasar por delante de ella a la ultrajada Marquesa, sujetando con infinito cuidado sus enaguas mostrando sus marcadas nalgas, no se puede contener y le ha una palmada en su dolorido trasero

Eso haré mi señora – jadea por el azote avergonzada sin poder negarse a esta mujer que tan pronto la trataba con infinita dulzura como la castigaba sin piedad, sujetando sus enaguas con paso tembloroso, se dirige humillada al alejado rincón indicado, ¿era realmente la salvaje que la Baronesa decía?

Ahora que le hemos aplicado uno de sus correctivos como corresponde me gustaría instruirme sobre varios particulares, si es que vos no tenéis inconveniente – pregunta la secretaria

En absoluto mi Lady, preguntad – admitía la Baronesa

Habéis utilizado el número cuatro ¿significa eso que hay tres mas, aparte de este?

En realidad son siete, pero una mujer adulta que ha parido con anterioridad debería poder admitir sin problemas el cinco o el cuatro, como así ha sido. Lucy – ordena a su doncella – retira el cuatro, límpialo y trae mis otros juguetes de madera para mostrárselo a Lady Edit

La doncella obedeció sin tardanza, liberó y limpió el número cuatro y tras unos momentos se acercó empujando un carrito en el que podía verse una hermosa colección de falos de madera, todos con un número grabado en su base y las muescas necesarias para encajarlos en la mesa. El número tres era considerablemente mas grande que el cuatro, pero el dos y sobre todo el uno parecían auténticos instrumentos de tortura, dudaba de que mujer alguna pudiera albergarlos.

La Baronesa se explayó en sus explicaciones, era uno de sus temas favoritos y en contra de lo que la secretaria real pudiese pensar, con la dedicación y paciencia suficiente, tanto el dos como el uno habían sido utilizados en varias ocasiones por la Baronesa con alguna de sus díscolas doncellas, de hecho Lucy no había conseguido introducirse aún el uno, pero el dos, en las últimas ocasiones, no le había supuesto mas que un sordo dolor, que no le duraba mas allá del siguiente día. Lady Edit agradecía las lecciones, no le gustaba nada que la Baronesa sometiera al servicio a semejante trato, esta mujer no tenía ni modales ni conciencia.

Le explicó como había sido diseñada su mesa, que tenía muchas de sus piezas de madera desmontables, donde podrían anclarse uno o mas falos. Lady Edit solicitó su permiso para mostrársela al artesano real con la idea de que le fabricara su propia mesa, ante la aceptación de la Baronesa, su doncella se retiró en busca del artesano.

Entretanto la maligna Baronesa, confundiendo el interés de Lady Edit que estaba cada vez mas encandilada con los temas del castigo y la disciplina, le enseño también otros útiles con los que podría azotar a la bufona, no solo debía aplicarse el castigo con varas, la aleccionaba, paletas, cucharones de madera, fustas, látigos cortos y largos eran admisibles en esta materia. La secretaria asimilaba todo lo que le explicaba la Baronesa, no en vano su portentosa mente podía retener los conceptos con solo escucharlos y mientras esperaban la llegada del artesano decidió probar las paletas con su mascota, ella no tenía que observar respeto o deferencia por ella, dado que su posición era la mas baja de la corte, cosa que no parecía poder distinguir la Baronesa.

Marrana deseo volver a azotarte, colócate en posición sobre la mesa – ordenaba sin siquiera mirarla mientras escogía una de las paletas - ¿Esta sería apropiada?

Eso depende mi Lady, si lo que queréis es colorear una zona, la lisa es la ideal, pero si preferís marcar además de colorear deberéis optar por la que tiene los agujeros y si vuestra idea, además de colorear es inflamar, la paleta rugosa es la idónea – mostraba cada una de las opciones mientras relataba sus cualidades

Lady Edit girándose hacía la mesa donde su obediente mascota estaba perfectamente colocada como la vez anterior, girando a su alrededor se coloca frente a su cara y deleitándola con una de sus amorosas caricias, elevando su rostro, le muestra las tres paletas

Dime bella bufona, ¿con cual de estas tres paletas crees que debo azotarte para embellecer mas tu trasero? – pregunta melosa

No sabría deciros mi señora – contesta temerosa por lo que acababa de escuchar y el padecimiento que la esperaba, mirando temerosa a su dueña frotando su rostro contra su mano, tomando aire con dificultad

Pero es que yo quiero que seas tú la que decida, ¿es que no quieres complacerme? – preguntaba con esa voz almibarada y prodigándole nuevas y lentas caricias

Si mi señora, usad las tres si ese es vuestro deseo, podréis alternarlas para comprobar la diferencia del resultado – contesta sumisa mirándola con adoración emitiendo leves suspiros al no poder tomar aire con normalidad

¿Ves como no era tan difícil complacerme? Ahora que has decidido que utilice las tres, habrás de indicarme el número de azotes que quieres recibir con cada una – comentaba como si fuese idea de la Marquesa el ser menospreciada y escarmentada

¿Diez? – preguntó temerosa, no creía poder soportar ni un azote mas y ese número ya le parecía elevado, siendo tres paletas, recibiría treinta azotes, pero temía ver un rictus de descontento en el semblante de su dueña si decía un numero menor

Sea, te daré diez azotes con cada paleta – asentía satisfecha y con una expresión pícara en su rostro – en cada nalga – se inclinaba para rozar sus labios con los de su mascota

P… mi señora – a punto estuvo de soltar otro "pero" y ganarse el que le cosieran la boca como la había amenazado y no dudaba cumpliría, sus ojos llorosos de imaginar su suplicio, sus pechos balanceándose con sus leves y repetidas inspiraciones – eso serán sesenta azotes, no se si podré

Podrás, verás que puede resultar terrible pero no es mortal, ni sus efectos permanentes. No se de nadie que haya muerto de una zurra – restaba importancia a las pruebas que pensaba realizar - ¿estáis de acuerdo Baronesa?

Cierto, en mi dilatada experiencia eso no ha sucedido jamás – aseveraba la perniciosa dama, había estado cerca de conseguir esa proeza, lo cual le había acarreado serios problemas y no estaba dispuesta a llegar tan lejos de nuevo

¿Lo ves, hermosa bufona? Deja ya de preocuparte - pasando su mano en lenta caricia por su pelo y cambiando a un tono mas zalamero - ¿Lo aguantarás por mí, marrana?

Lo intentaré mi señora – contesta

De momento me conformo con eso, no perdamos mas tiempo pues – rodeando la mesa se coloca en posición para comenzar a probar las paletas – veinte azotes con la pala lisa

Uno, dos… dieciséis, los azotes caían sin descanso sobre su culo alternando cada nalga, de arriba hacía abajo y de abajo hacia arriba, los últimos cuatro los dio de manera frontal. La pobre Marquesa sentía arder su culo, solo había emitido un leve jadeo, silenciosas lágrimas caían por sus mejillas, nunca, jamás en su vida había padecido un dolor semejante, pronto había olvidado sus sodomizaciones. Soltando la paleta, su dueña pasó su mano suavemente por el enrojecido trasero, las marcas de los azotes con la vara de bambú se veían ahora mas intensos y la piel al paso de su mano, se electrizaba.

¡Ah marrana, si pudierais verlo! – exclamaba de placer sin dejar de acariciar suavemente las enrojecidas nalgas – Acercaos Baronesa ¿No muestra un aspecto delicioso este trasero?

A buen seguro mi Lady – afirmaba esta propinando un fuerte pellizco que consiguió otro sentido jadeo - ¿Cuál será la siguiente?

Ahora serán diez azotes en su nalga derecha con la paleta agujereada – afirmaba Lady Edit

Y procedió a aplicar los azotes. La paleta agujereada dejaba unas hermosas marcas circulares y coloreaba mas la carne lacerada, cuando se acercaba a la decena, la pobre Marquesa tetuda apenas podía respirar entre el dolor y el apretado corsé, la puerta se abrió para dar paso a la doncella seguida del artesano real.

Lamento haberos interrumpido mi Lady, os he traído al artesano – se disculpaba Lucy con una reverencia y colocándose junto a la pared desde donde podría gozar de la representación

Muchas gracias por acudir a mi llamada, artesano – saludaba al hombre que seguido de su aprendiz entraba en la sala – Hay un trabajo que quiero encomendaros, Baronesa si sois tan amable de mostrar el numero tres – solicitaba - Bufona, retírate de la mesa para que puedan apreciarla

La Baronesa y la secretaria real mostraron al artesano y su aprendiz el falo de madera con el número tres, no tenía un tamaño tan exagerado como los otros, pero era realmente grande, Lady Edit no recordaba haber catado, a pesar de su dilatada experiencia, uno semejante. Discutieron de tamaños, formas y texturas. Los mecanismos de la mesa para anclarlos, les llevaron mas tiempo. El maestro escuchaba y daba su experta opinión y el aprendiz tomaba rápidas notas y asentía cada vez mas excitado con todo eso, sin poder quitar ojo al enrojecido culo de la bufona real, que sujetando sus enaguas lo mostraba con ultrajado recato. ¡Que colorado y sabroso se veía!

Muchacho, ¿te gusta lo que ves? – preguntó la secretaría real

¡Oh si señora… mi Lady! – contestó avergonzado por que lo pillaran mirando ese tremendo culo, tomando sus mejillas el mismo color que las nalgas que observaba

Puedes tocarla que no se va a romper – le dice al atribulado muchacho que ni corto ni perezoso se acercó a la bufona y para mayor vergüenza de esta, restriega su callosa mano por la tumefacta carne y no contento con ello también hurga en la entrada de su vagina

¡Está muy caliente! – exclamó asombrado volviendo a su tarea junto a su maestro

Ja, ja, ja, pues claro que lo está, muchacho ¿Qué esperabas con ese color? – se divertía la Baronesa aumentando con ello la zozobra del muchacho, que no solo se refería a esa calentura y de la bufona que sabía a que se refería el muchacho, ¿realmente era una salvaje que disfrutaba de los azotes o era de las leves caricias y besos de su señora?

Ahora que ya sabéis lo que espero de vos, esta tarde me pasaré por vuestro taller para daros las últimas indicaciones, os garantizo un sustancioso incentivo si me agrada vuestra celeridad y destreza en la elaboración de mi encargo – despedía al artesano y su aprendiz la secretaria

Os espero esta tarde mi Lady, os aseguro que es incentivo suficiente el agradaros con nuestra obra – asentía respetuoso el artesano, era bueno tener contenta a la secretaría real – Si nos disculpáis señoras, nos pondremos manos a la obra

Una vez a solas de nuevo, continúan con la prueba de las paletas

En posición bufona – ordena la Baronesa – Lucy se que deseas admirar el espectáculo, pero otra vez será, atiende a tu señora – ordena mientras se acomoda para deleitarse

La doncella abandona su puesto junto a la pared y fastidiada, aunque sin demostrarlo, para no ganarse un castigo, procede a atender a su señora arrodillándose ante ella y separando sus ropas y sus piernas, entierra su cabeza entre los mantecosos muslos. A la secretaría le excita toda la escena, pero sobre todo, la entrega de su mascota, que colocándose de nuevo en posición sobre la mesa espera que continúen las pruebas

No se cuantos azotes llevábamos cuando nos interrumpieron hermosura ¿los sabes tu? – pregunta volviéndose a colocar delante de su cara y levantando su rostro

No mi señora – lamenta no haber llevado la cuenta, por lo que pueda pasar

Habrá que empezar de nuevo ¿te parece? – pregunta acariciando sus pechos que poco a poco van colmándose con su delicioso alimento

Si ese es vuestro deseo mi señora – contesta apesadumbrada, con un leve tono de voz, lo que se temía, vuelta a empezar

Si, lo es – besa largamente sus labios - también deseo que cuentes cada azote para que no suceda otra vez lo mismo – retoma su posición ante la hermosa grupa coloreada de su mascota - Continuemos

En la habitación solo se escuchan las paletadas seguidas de las cuentas de la bufona con cada azote y leves gemidos de la Baronesa producidos por los trabajos linguales de su doncella, mucha práctica habría de tener la pobre Lucy que no necesitaba ninguna indicación por parte de su señora, dudaba que pudiese respirar ahí metida.

Excelente resultado, esta paleta de agujeros colorea y marca por igual – afirma Lady Edit una vez finalizada la cuenta – probaré ahora los diez azotes con la pala rugosa y así comprobaremos las diferencias. Cuenta preciosa mía

Vuelven los sonidos a retumbar entre las cuatro paredes, una paletada, una cuenta y jadeos emitidos por la Baronesa, que parece estar alcanzado el éxtasis con las atenciones de su doncella, claro que también se escucha un leve jadeo detrás de cada cuenta, esta paleta rugosa está causando estragos en las, ya doloridas, nalgas de la bufona.

¡Ay Baronesa estoy agotada! ¿Podríais vos aplicarle el resto de los azotes? – pregunta acariciando el maltratado trasero de su mascota – No consigo decidirme con que paleta se obtienen mejores resultados – vuelve a rodear la mesa para ver la colorada y llorosa cara de su marrana

Encantada mi Lady, descansad mientras yo me encargo de vuestra mascota ¿queréis que Lucy os atienda entretanto?

Cautivador ofrecimiento Baronesa, seguro que Lucy es muy diestra con sus atenciones, prefiero reservarme para mi preciosa marrana – le dedica una auténtica mirada de afecto, por nada del mundo dejaría que una boca que acaba de deleitar a semejante mujer hiciera lo mismo con ella – Cuenta y agradece a la Baronesa cada azote, soporta para mí la prueba, con sosiego y quietud y obtendrás tu recompensa – promete a su mascota volviendo a besarla, anticipando con ello su premio y retirándose para admirar a la corrupta azotar a su mascota

Y como no podía ser de otro modo la Baronesa no se anduvo con contemplaciones con la bufona real, haciendo uso de su maestría y experiencia de largos años en la administración de disciplina, propinó la tanda de diez azotes con la paleta agujereada en la nalga izquierda, la maltratada bufona contaba y agradecía cada uno de ellos.

Cambió de paleta y de nalga, ahora tras cada azote con la pala rugosa, mientras la bufona, sollozando contaba y agradecía, restregaba ese culo maravilloso con la superficie rugosa para incremenar el castigo. Que ejemplar mas maravilloso, era de envidiar la suerte de la secretaría que podía disponer a su antojo de esta preciosa hembra salvaje de las colonias.

Debo reconocer que el resultado es excelente – admira Lady Edit las malogradas nalgas de su mascota – Todas las paletas me gustan por igual, he aprendido mucho de vos Baronesa

A vuestra disposición Lady Edit – reverencia a la que cree nueva amiga

A tu rincón marrana – admira la sumisión de su juguete que con tremendos dolores y muy despacio sujetando sus enaguas pasa a su lado oscilando sus tetas, cada vez mas cargadas, con sus silenciosos sollozos - ¿Os parece que pidamos una ligera comida?

Por supuesto mi Lady, Lucy encárgate

Si mi señora – se despide con una rápida reverencia la doncella muy excitada con el castigo y el aspecto delicioso que muestran la nalgas de la castigada, deseaba fervientemente que le dejaran disfrutarla

Hablemos mientras de su entrenamiento – vuelve a sentarse junto a su aliada para dedicarse de lleno a la tarea encomendada por la Reina sin dejar de mirar las amoratadas nalgas expuestas de su mascota – ¿por donde creéis que debemos empezar?

Al haber la Reina, abandonado la corte con su séquito, contaban con mas tiempo del que esperaban para dedicarse a la tarea encomendada, por ese mismo motivo la primera aparición de la bufona marrana real tendría que ser espectacular, un ampuloso acontecimiento del que se hablaría en todo el reino. Tendría que seleccionar con extrema pericia las burlas y chanzas, sus vestimentas a partir de ese momento y hasta modificar sus maneras y andares. Tenían mucho trabajo por delante, solo esperaba que su mascota estuviera a la altura de sus expectativas, cosa que había superado con creces hasta el momento.

Creo recordar que hemos acordado primero diseñar sus nuevas ropas y modificar sus andares para que resulten cómicos – enumeraba - respecto a su vestimenta habéis dicho que a de ser acorde a la posición que ocupa y como bufona tendrá que llevar ropas de intensos colores, se me ocurre que, adornada con numerosas campanillas, para que todos sepan que se acerca y puedan admirarla, pero como marrana, sugiero que sus ropas sean lo mas escuetas posible, según mi criterio debería ir desnuda como la salvaje de las colonias que es, pero vuestra es la última palabra, Lady Edit

Nada me agradaría mas que poder mantener completamente desnudo ese hermoso cuerpo, pero su majestad no estaría de acuerdo con eso, por real decreto solo las tetas de su pequeña tetona pueden mostrarse en la corte, por otro lado, tengo especial interés en que lleve permanentemente el corsé, no solo es una prenda restrictiva que le recuerda, con cada inspiración, la posición que ocupa, quiero reducir sus cintura hasta poder abarcarla con mis manos – explica juntando sus dedos a modo explicativo

Pero que idea mas embriagadora – admira la diminuta cintura que ya muestra – será un precioso reloj de arena, espero sinceramente que lo consigáis

Lo haré, perded cuidado, pero hasta ese momento no deseo prescindir del corsé – afirma categóricamente

No por supuesto, habréis de lograr el objetivo propuesto, podremos diseñar una falda compuesta de velos que se sujeten a él – imagina la Baronesa – de este modo a cada paso mostrará sus piernas y con solo retirarlo levemente podrá lucir todo su esplendor

Excelente idea, podremos rematar cada uno de los velos con las campanillas que decíais y así con cada paso y cabriola anunciara su llegada o presencia – aplaudía satisfecha con los avances

Discutieron de colores, pero lo que no hizo falta discutir fue de materiales ni texturas, harían uso de las mas primorosas sedas, piezas traídas del otro lado del mundo cubrirían a la salvaje de las colonias.

Tan enfrascadas en su tarea estaban las dos mujeres, que les sorprendió la llegada de la doncella abriendo las puertas para dejar libre acceso a otras criadas que portaban su comida. Mientras éstas preparaban todo para que pudieran degustar los manjares, Lady Edit se acercó a su mascota que aguardaba obediente en su rincón, manteniendo su impuesta exhibición.

¿Duele preciosa? – susurra en su oído, acariciando con una mano su larga melena y con la otra su dolorido culo, estremeciéndola

Si mi señora – jadea su mascota, que inmersa en sus pensamientos no había reparado en la proximidad de su dueña y aún no alcanzaba a controlar las pequeñas inspiraciones que le permitía su corsé

¿Querrás volver a complacerme, regalándome de nuevo tu placer? – le pregunta girándola para poder apreciar su cara y sujetándola con ambas manos - ¿Harás eso por mí? – susurra a un suspiro de sus labios, justo antes de besarla intensamente, sorprendiéndola por primera vez al utilizar su lengua – Levanta ahora la parte delantera de tus enaguas – musita bajando una de sus manos lentamente acariciando sus henchidos y azotados pechos hasta llegar a la entrada de su vagina, que en esta ocasión la recibe con su cálida humedad - ¿Me dejarás sentir la plena sensación de dominio que me embarga cuando te entregas a mi?

Si mi señora, haré lo que queráis – afirma cediendo de nuevo embelesada con sus besos y caricias, no puede pensar, solo dejarse llevar por esa voz y esas manos

Me haces feliz, marrana – murmura contra su boca, lentamente vuelve a besarla con pasión y poco a poco retira su mano de su ahora empapado coño despidiéndose con un leve pellizco en su excitado clítoris y girándose hacía la coparticipe del adiestramiento de su juguete anuncia - Me gustaría disfrutar del placer de mi mascota mientras comemos – propuso – ¿podría Lucy proporcionárselo mientras lo hacemos?

No hace falta preguntarlo mi Lady – asegura la Baronesa- ¿me dejáis que les de unas leves indicaciones que harán mas efectivo su placer y el vuestro?

Lo mismo digo Baronesa, obrad libremente, con ese particular – recalcando "ese particular" quedaba claro que solo en lo referente a proporcionar placer a su mascota podría actuar impunemente, quería verla disfrutar de otro orgasmo salvaje, era suya y suyos eran sus orgasmos

Lucy, trae el doble, muéstraselo a Lady Edit, creo será de su agrado y hará las delicias tanto de la secretaria real como de su mascota

Si señora – se relamía de placer la doncella, agradecida enormemente a la secretaria por la oportunidad que le brindaba de disfrutar de su mascota y con lo excitada que estaba era todo un regalo que le permitieran hacerlo con el doble

El doble no era otra cosa que otros dos falos de madera unidos entre sí por su base con un par de eslabones de gruesa cadena, tendrían aproximadamente el mismo tamaño que el número cuatro, parecían estar hechos de una madera, curiosamente, mas flexible. Esto dio otra idea a Lady Edit, esa tarde se había hecho con mas ideas para jugar y disfrutar sexualmente que en los últimos cinco años pasados en la perversa corte, a pesar de que la Baronesa no considerase esos instrumentos como juguetes. Claro que, como ella jamás había carecido de amantes, nunca había sentido la necesidad de utilizar otra cosa que falos reales y no esas imitaciones de madera, magníficamente elaboradas, pero imitaciones a fin de cuentas.

Marrana mía, acércate y sigue las indicaciones de Lucy, ella será la encargada de proporcionarte placer para que yo pueda disfrutarlo – indica a su mascota

Lucy coloca con extrema delicadeza a la bufona de rodillas, que sujeta levantada toda su enagua, separando ligeramente sus piernas, nunca había participado sexualmente con una mujer tan deliciosa, su señora decía que era una simple salvaje de las colonias, puede que lo fuera, pero era formidablemente excitante y hermosa. La giró un poco para que quedara bien ubicada ante sus señoras, que comienzan a disfrutar de su comida y del espectáculo.

Con embeleso acercó uno de los falos a la boca de la bufona indicándole que lo lamiera, la bufona sacaba su lengua y la doncella le restregaba el falo en toda su longitud. Cuando la totalidad de la superficie de madera relucía con su saliva, se le introdujo poco a poco en la boca, atravesando sus brillantes labios, acariciaba su cabeza, su largo pelo, sin dejar de introducir y extraer lentamente el falo. De vez en cuando miraba de reojo a las señoras para comprobar si estaba resultando de su agrado el espectáculo. ¡Como no habrían de hacerlo! La extrema excitación alcanzada por la bufona con las anteriores palabras y acciones de su señora, la estimulaba a chupar ese falo como si fuera vital para su existencia. La pericia de Lucy con sus manejos no era nada comparado con la admiración que despertaba ese ejemplar exquisito de hembra, consiguiendo que el falo de madera entrara en su garganta casi en su totalidad, cosa que ella estaba lejos de lograr. Pero eso no era todo lo que era capaz de hacer su excitada compañera, aún podía sacar su sonrosada lengua y lamer los dedos que sujetaban el falo, que albergado en lo mas profundo de su garganta ofrecía una imagen sublime.

La doncella consigue bajar su otra mano hasta la húmeda cavidad entre sus muslos y sin dejar de follar su garganta, con ansia comienza a acariciar su vagina. Un dedo, dos, tres, las lúbricas caricias ofrecidas por Lucy, consiguen arrancar jadeos de su garganta y la animan a mamar con mas ardor. Lucy está tan caliente que necesita follar y necesita hacerlo de inmediato. Retira el empapado falo de la boca de la mamona para introducirlo en su vagina, al ver la expresión de disfrute que muestra su público, que hasta han dejado de comer para no perder detalle, quedando la Baronesa absorta con una mano a medio camino de su boca y cara de completo asombro, decide darle un pequeño giro a la situación y se lo introduce de un solo golpe, sin delicadeza alguna.

El giro fue del todo inesperado para la doncella, ya que lejos de quejarse con la brusquedad del movimiento, la bufona estalla en un escandaloso orgasmo que hace las delicias de su público. Su mano se riega con los fluidos que manan con su culminación y sentirlo la incitan a mover mas y mas rápido su mano. ¡Como disfruta la bella bufona, realmente es salvaje en su placer! Una vez bien introducido, modifica un poco su postura para, poniéndola apoyada en manos y rodillas, follarse esa vagina ardiente que con las contracciones de su orgasmo dificulta un poco sus movimientos. ¡Que manera de apretar en su interior, esta mujer podría hacer morir de placer a cualquier polla que la folle! Los sonidos que produce el chapoteo del falo de madera son mas de lo que la caliente Lucy puede aguantar y separando desesperada sus ropas, llevando su empapada mano con el flujo de la bufona a su propia vagina se coloca también a cuatro patas, en dirección contraria, para introducir en su cuerpo el falo sobrante y disfrutar plenamente de la cópula.

Las asombradas espectadoras no cabían en sí de gozo, que espectáculo mas maravilloso digno de ser apreciado por toda la corte, la doncella y la marrana real follando cada una un extremo del doble falo, chocando sus culos en cada envite, lo que debe hacer padecer dolorosamente a la bufona al tenerlas tan maltrechas por los azotes y a pesar de ello, acompañando los jadeos de su compañera con sus propios lamentos, sin dejar de empujar como la salvaje que resultaba ser, mas y mas fuerte, mas y mas profundo. Hasta que una rápida sucesión de jadeos y gemidos apaga el sonido que produce el entrechocar de sus carnes y ambas caen desplomadas entre estertores, jadeantes de placer, la doncella con sus manos en su vacía vagina, disfrutando de los últimos espasmos de su orgasmo y la salvaje bella bufona, con el falo abandonado por su compañera colgando del que invade su cuerpo, mirando embelesada a su dueña que, feliz y complacida, acepta la entrega del suyo.