La pluma mágica y la novia de Carlín.

Caro cuenta como se las arregló para curarle el supuesto ojeado a Leti, la novia de Carlín, y algo más. Un relato lésbico con reminiscencias educativas.

La pluma mágica y la novia de Carlín.

Caro cuenta como se las arregló para curarle el supuesto ojeado a Leti, la novia de Carlín, y algo más. Un relato lésbico con reminiscencias educativas.

¡Hola! soy Caro, profesora de historia, de nuevo lista para relatarles otra de mis experiencias. En este caso, la continuación de "La pluma mágica y el hermano de mi mejor alumno" donde les relaté cómo le saqué el supuesto mal de ojo que padecía Carlitos, segundo hijo de mi amiga Luli. Quiero que sepan, por si no lo saben, que no tengo la más mínima idea de cómo se cura el mal de ojo. Lo mío es una mezcla de desparpajo, audacia y divertimento.

No perdamos el tiempo y vayamos al grano. Cuando ese miércoles sonó el despertador a las 6 de la mañana, me sentí realmente feliz. ¿Por qué? Mi alumnos de la mañana realizarían una visita al Museo de Bellas Artes y yo no tenía que darles clase. ¡Maravilloso! Silencié la chicharra del reloj y comencé a remolonear y a dar vueltas sobre la cama disfrutando del dolce far niente. ¡Qué lindo que es quedarse tendida sobre la cama haciendo nada! Pero me duró muy poco porque a las 7 sonó el teléfono. ¡No lo podía creer! ¿Quién carajo sería? Para averiguarlo no me quedaba otra que levantarme y atender.

Hola.

¿Caro, sos vos?

¿Quién es?

Carlitos, ¿no me conocés la voz?

¿Qué hacés llamando a esta hora?

¿Te desperté?

No, estaba haraganeando en la cama porque hoy no tengo clase.

Perdoname pero tengo un problemita.

¿Otra vez estás ojeado?

Si y no.

No te comprendo.

Tu cura del ojeado fue proverbial. Estoy hecho un toro.

¿Tu novia que opina?

¿Leti? ¡Encantada de la vida! Pero no todo es gloria.

¿Qué pasó?

Mirá, todo bien con el sexo vaginal pero para el carajo con el anal.

¡No me digas que necesitás que te repita la última lección!

No, Caro, yo estoy diez puntos. La que no funciona es ella.

¿Qué está pasando?

Quiere pero no puede. Tiene miedo, dice que le va a doler pero insiste en intentarlo.

¿Seguiste las instrucciones que te di?

¡Al pie de la letra! Pero no pasa nada. Ahora la problemática es ella.

¿Y qué querés que haga?

Leti dice que ahora es ella la que está ojeada.

¡Que no diga pavadas!

Pavada o no, está convencida de que está ojeada y que por eso no podemos culear. ¿No le harías una curación como la mía?

¡Pará la mano Carlín! No la conozco y puede ser un poco violento e incómodo para ella.

¡Te tiene una fe ciega! ¡Dale, Caro, haceme el favor!

Lo voy a intentar pero no quiero que empieces a mandarme a todos los que creen que están ojeados porque esa no es mi especialidad.

¿Podés ahora?

¿Ahora?

En una hora. ¿Si?

Bueno, mandala.

¡Increíble! ¿Cómo me las iba a arreglar para improvisar algo en menos de una hora? ¡En flor de quilombo me estaba metiendo! Reaccioné porque no era momento propicio para los lamentos. ¡El tiempo urgía! Arreglé la cama lo mejor que pude, tendí varias toallas sobre las sabanas, apilé los almohadones, prendí los sahumerios de incienso, apagué la luz y encendí las velas. ¿Qué variante podía utilizar? Ahí fue cuando se me ocurrió que en esta ocasión no sólo podía utilizar las famosas "plumas mágicas" sino también los consoladores. ¿Adónde carajo los había guardado la última vez? Por suerte me acordé, en el placard grande. Los saqué del envoltorio y los oculté debajo de los almohadones porque todavía no sabía si los necesitaría. Estaba en esas lides cuando sonó el timbre.

¡Hola! ¿Caro?

¿Vos sos Leti, la novia de Carlín?

Si

Pasá, pasá.

¡Linda chiquilina! Un rápido semblanteo me permitió comprobar que estaba en presencia de una pendeja flaquita, rubia, pelito largo, piernitas finas, culito chiquito pero aparentemente durito. La conduje hasta el living y no sentamos en el famoso sillón.

¿Nena, qué te está pasando?

No sé cómo explicártelo porque es un poco engorroso de contar.

No tengas vergüenza. Contá, contá.

Bueno, después que vos le curaste el ojeado a Carlín tuvimos sexo en varias oportunidades. ¡Fue muy bueno! ¡La pasamos bomba!

Perfecto, me alegro.

La cosa se complicó cuando quisimos tener sexo anal. ¡Esta vez la que no pude fui yo! – exclamó mientras prorrumpía en llanto.

Calmate, bebe, calmate y seguí contándome.

¿Qué más querés que te cuente? ¡No pude, no pude! ¡Es el mal de ojo!

¡Pará la mano! No te desesperes.

¡Cómo no me voy a desesperar si no puedo hacer lo que hacen otras sin problemas! ¿Vas a curarme?

Leti, yo soy una amateur en el tema. Voy a tratar hacer lo mejor pero no te puedo asegurar que te solucione el problema.

¡Por favor, ayudame, ayudame!

Está bien. Vamos a mi dormitorio y hacé todo lo que te diga.

Me levanté y me dirigí hacia mi pieza seguida por los pasitos cortos y temerosos de la chiquilina. Al ingresar quedó impactada por el ambiente que había preparado.

El primer paso consiste en que te saques toda la ropita. Quedate desnudita. Yo voy a hacer lo mismo. ¿Si?

Si, Caro.

Temblorosa y angustiada, Leti se sacó toda la ropa. ¡Hermoso cuerpo! Con razón le gustaba tanto a Carlín. Me senté en el borde de la cama y, con un gesto, le indiqué que se acostara boca abajo sobre mi falda como si estuviese a punto de recibir una buena nalgada. ¡Una colita preciosa! La acaricié dos o tres veces y, usando los pulgares, le separé los glúteos dejando a la vista un magnífico circulito amarronado. Tomé una de las "plumas mágicas" y se la pasé desde la vagina hasta el ojete. Leti suspiró profundamente. Tengo que confesar que comencé a sentir que me estaba mojando. Aprovechando esa circunstancia, abrí mis piernas, introduje mi mano derecha entre su cuerpo y el mío y mojé mi dedo índice con los jugos vaginales, que eran abundantes. Sin dejar de acariciarle los glúteos con la pluma, le embadurné el ojete con mis jugos. Repetí la operación tres veces y me decidí a aprovechar sus propios jugos como lubricante. ¡Mierda, cuanto juguito que le salía de la cachucha! Calentito, viscoso, suave y abundante. Metí el índice lo más hondo que pude, extraje rápidamente y le mojé el ojete. Jugué con el pulgar moviéndolo circularmente y, despacito, fui penetrándoselo. Una, dos, tres, cuatro veces. El jadeo me indicaba que la pendeja estaba disfrutándolo.

¡Abrete sésamo! ¡Abrete sésamo!

¡Shiii, shiii, shii!

¿Te gusta bebe!

¡Shiii, shiii! ¡Mmmm, mmmm!

Estiré la mano izquierda y le alcancé la teta más cercana. Chiquita pero suave y firme. Amasé dos veces para después pellizcarle levemente el pezón. Leti tembló y se le puso la piel de gallina.

¡Acostate boca arriba, abrí las piernas y juntá las plantas de los pies!

¡Si, si!

Masturbate con una mano y con la otra tocate las tetas. Mirá bien lo que voy a enseñarte.

Me ubiqué a los pies de la cama, de espaldas a ella, levanté las caderas y puse el culo para arriba para que pudiera observarme sin dificultad. Busqué la cachu con la mano izquierda, la acaricié mientras que con los dedos de la derecha me dilataba lentamente el ojete usando el jugo vaginal como lubricante.

¡Nena, mirá como me meto el dedito!

¡Uauuu! ¡Cómo te entra!

¡Ahora con dos deditos!

¡Fantástico, fantástico!

¡Seguí pajeandote, bebé, seguí, seguí!

¡Si, si, siiiii!

¡Tresss deeedossss, treeesss dedoooosss!

¡Quiero hacer lo mismo, quiero hacer lo mismo!

¡Hacé lo mismo que yo, hacé lo mismo que yo!

Leti se colocó a mi lado y me imitó a la perfección. ¡La piba estaba gozando como una marrana! ¡Se le notaba en la cara! Rosadita, exultante, con los ojos cerrados y mordiéndose la lengua.

¡Me gusta, Caro, me gusta! ¡Siiiii! ¡Siiiiiiii!

¡Dos deditos, dos deditos!

¡Aaggg! ¡Aaaggg!

¡Tres, tres, tres!

¡UUUAAAAA! ¡UUUUUAAAA!

¡Más, más, más adentro bebota, metelos más adentro!

¡Me voy, me voy, me voyyyyy! ¡AAAAAAAAAAAA!

¡Bien, bien. bien!

¡Espectacular, espectacular! Leti se había quedado quieta, con el culo levantado, con tres dedos de la derecha metidos en el ojete y cuatro de la izquierda en la cajeta. Imprevistamente, reanudó los movimientos de penetración. Adentro, afuera, adentro, afuera, adentro, afuera.

¡YE, YEE, YEEE, YEEEEEE!

¡Bien mamita, bien, bien, bien!

¡AAAAGGGGGGHHHHH!

¡Había terminado otra vez así como así! ¡Lo que es ser joven! El cuerpo les dá para todo. La pendeja se desplomó sobre la cama para quedar inmóvil. Le acaricié el pelo y las orejas para calmarla.

¡Uauuu! Caro, esto fue una delicia.

¿Te gustó el experimento?

¡Impagable! ¡No te podés imaginar todas las cosas que sentí!

Por supuesto, es algo maravilloso si se sabe cómo hacerlo.

¿Ya terminamos?

La primera parte si, ahora falta la prueba de fuego.

¿Cuál?

Que te entre una pija gordita y dura.

¿Cómo lo vamos a hacer si no hay ningún hombre?

¡Cómo se nota que sos tiernita! Aquí tengo unas cositas que pueden reemplazarlos.

Metí la mano debajo de los almohadones y extraje los dos consoladores. Los sorprendidos ojos de Leti se iluminaron. Sin decir una palabra los tomó y comenzó a acariciarlos con curiosidad.

¿Los conocías?

Los vi en pelis y en fotos pero nunca tuve uno en mis manos.

¿Qué te parecen?

¡Una belleza! ¡Mirá las bolitas que tienen los dos!

No son como las reales pero, bue. Pero antes tenemos que hacerte una limpieza especial para evitar infecciones.

¿Qué tipo de limpieza?

Limpieza integral de la colita, pero por adentro.

¿Por adentro?

Si, bebé, una enemita para sacarte toda la suciedad que tengas adentro. ¡Te parece bien?

¿Duele?

¿Nunca te pusieron una enema?

No.

Ponete boca abajo y descansá mientras la preparo.

Fui hasta el baño, busqué la perilla de goma, llené un recipiente de 2 litros con agua tibia para regresar a la habitación donde encontre a Leti placidamente acostada boca abajo y dormitando.

¿Lista bebota?

¿Qué hago?

Poné ese almohadón debajo de la barriga y levantá la colita.

Listo. ¿Y ahora?

Relajate y esperá un poquito que te tengo que lubricar el agujerito.

¡Lindo, lindo!

Te aviso que te va a entrar agua tibia y que, en cualquier momento, te vienen las ganas de hacer cacota. ¡Aguantá, aguantá, aguantá!

¡Si mamita, hago lo que vos digas!

Así me gusta. Estirá los bracitos hacia atrás y abrite la colita con las dos manos.

¡Qué obediente! Cumplió al pie de la letra todo lo que le pedí. Lubriqué la cánula y con el excedente hice lo mismo con el ojetito. Más todavía, le metí el dedito dos o tres veces para dilatárselo un poco. Aguantó el contenido de tres perillas, cerca de un litro y medio de agua. Suspendí porque noté que tenía la pancita algo hinchada.

¿Estás bien?

Me siento un poco hinchada.

Bien. bien. Aguantá.

¿Mucho tiempo?

Date vuelta, acostate boca arriba y te hago unos masajitos en la pancita para que surta efecto.

A la cuarta pasada de manos por la panza Leti se incorporó desesperada y, sin pronunciar palabra, corrió hacia el baño. El agua quería salir apresuradamente. Encendí un cigarrillo y la seguí. Antes de entrar, los ruidos que escuché indicaban que estaba moviendo los intestinos aceleradamente. ¡Qué espectáculo! Sentada en el inodoro, con el cuerpo inclinado hacia delante y la cara desencajada por el esfuerzo.

Fumate este cigarrillo que te va a ayudar un poco.

Bueno, bueno – contestó vacilante.

No sé por qué motivo, pero el cigarrillo ayuda al buen cagar.

¡Qué ocurrencia!

Verdad, por lo menos es algo que a mi me da resultado. Yo te lo sostengo.

Bueno.

Cuando estés segura de que terminaste, te lavás en el bidet y volvé a la cama.

La dejé solita para que no se inhibiera. Me recosté sobre la cama y, mientras esperaba su regreso, prendí un cigarrillo. ¡Miren en los trances en los que me estoy metiendo! ¿Esto es curar el mal de ojo? ¡Ni por puta casualidad! Estoy garchandome a una pendejita de 19 años y, lo peor, es que lo estoy disfrutando como loca. Lo más trágico es que me lo pidió su novio. ¡De locos!

Ya terminé Caro.

Bueno. Antes te tengo que dar algunas indicaciones que considero que son indispensables.

Vos dirás.

Cuando culeen, que él siempre use forro. Limpita y todo, jamás dejes que te metan en la concha un pito que antes te penetró el culo. ¿Si?

Comprendo. Para evitar infecciones.

Correcto. Elegí el consolador que más te guste y ponele el forro que está sobre la mesita de noche.

¿Así?

Correcto. Ahora te vas a poner con la colita para arriba, colocá el almohadón debajo de la pancita y abrite el culito con las manos. ¿Te molestaría que te haga un tratamiento de lengüita en la conchita? No soy lesbiana pero es recomendable que el hombre te incentive un poco. Como no tenemos hombre a mano, te lo hace Caro.

Quiero probar para ver como es.

Le abrí los labios mayores con ambos pulgares, saqué la lengua y busqué ardorosamente la depilada entrada de la vagina. ¡Espectacularmente sabrosa! Rezumante de exquisitos y tibios jugos vaginales. Saladitos y viscosos. Ubiqué el clítoris, lo lamí tres veces y absorbí con fuerza. Leti respondió dando un gritito mimoso. Seguí por el perineo y me focalicé en los labios menores. Adentro, afuera, adentro, afuera. Pausa y suspiro. Adentro, afuera, adentro, afuera. Pausa. ¡Estaba a punto! Tomé el consolador, lo lubriqué con crema, lo froté sobre su ojete varias veces y me preparé para penetrarla.

Bebé, voy a apoyar la punta contra la entrada del ojete. Cuando estés lista, tirá el cuerpo para atrás para que te entre.

Si, si.

Al principio te va a doler un poquito, pero no te asustes. Una vez que la tengas adentro, va a ser un paseo. Vos sos la que regula la entrada y salida. ¿Comprendido?

Si, mamita, si.

Bueno, ahí vamos.

Afirmé la parte trasera del consolador contra mi pubis y esperé a que Leti se decidiera a comenzar. Lo intentó dos veces, pero se quedó en el amague. La tercera vez fue la decisiva. Retrajo las caderas, tomó impulso y, sorpresivamente, las tiró violentamente hacia atrás. ¡Entró de un solo saque!

¡YAAAAAAA! ¡Como duele carajo, como duele!

¡Aguantá bichita, aguantá!

¡HAAYYYY! ¡HAAAYYYY!

Adentro, afuera, adentro, afuera, adentro. Pausa. Los gritos desgarradores fueron transformándose lentamente en un jadeo que indicaba que le resultaba placentero lo que estaba haciendo.

¡Me duele el culo pero me gusta mamita, me gusta!

¡Balanceá las caderas!

¡MASSS, MAAASSS, MAAASSSSS!

¡Si, bebé, si!

¡REVIENTOOOO, REVIENTOOOO!

¡Así, así, así!

¡AAAAAAAAAAAAYYYYYYYY! ¡AAAAAAAAYYYYYY!

¡Aguantá, aguantá!

¡SACAMELA; SACAMELA Y NO ME TOQUES! ¡NO ME TOQUES!

Solté el consolador dejando que saliera por sí sólo. Con los ojos desorbitados y mordiéndose ferozmente los labios, ni bien sintió que tenía el ojete libre, se introdujo tres dedos para comenzar un intenso meta y pone que duró cerca de dos minutos. Y llegó la calma. Casi desfalleciente, la pendeja quedó tendida boca abajo sobre la cama.

¡Tengo el cuerpo electrizado! ¡No me toques!

Si, bebé, no te toco.

¡Impresionante! ¡Una locura total!

¿Te gustó?

¿Si me gustó? ¡Me enloqueció! No pensé que era tan maravilloso.

¡Estuviste estupenda!

Gracias a vos que colaboraste como una diosa. ¿Cómo voy a hacer para pagártelo?

Descansá un poco y te lo digo.

Tuve que aguantar una hora de elogios y cinco cigarrillos hasta que se calmó. Por todos los medios y sin alcanzarle las palabras, intentó explicarme lo que había sentido. Sin lugar a dudas, disfruto todos y cada uno de los momentos vividos.

¿Me vas a decir cómo hago para pagarte lo que hiciste por mi?

Sencillo. Es fácil si no tenés miedo para hacerme lo que te voy a decir.

Lo que quieras, Caro, lo que quieras.

¿Lo que yo quiera?

¡Te dije que sí!

Bebé ¿Te animás a hacerme un cunilingus?

¿Un qué?

¡Desayunate, nena, desayunate! Te estoy pidiendo que me chupes la concha. ¿Entendiste?

Más claro, echale agua. Claro que te entendí. Lo que pasa es que nunca lo hice y me puede salir mal.

Yo me encargo de guiarte.

¿Entonces qué estamos esperando? ¡Manos a la obra!

Abrí las piernas y aguardé a que ella se posicionara acostada boca abajo frente a mi vagina. Comenzó inocentemente, dándome suaves besitos sobre el pubis. Besito y mirada, besito y mirada. ¡Hermosa!

¡Qué peludita que la tenés Caro!

¿Te gusta?

Si mamita. Sobre todo el olorcito fuerte que te sale.

¿Muy fuerte?

¡Divino! Olorcito a pis pasadito.

Lameme las ingles.

¿Así?

Besame el clítoris.

¡Iumm. Iumm! ¡Mamita, ium, ium!

¡Qué dulce que sos bebota!

¿Lengüita en el ojetito?

¡Si bebita, si! Esperá que pongo el almohadón debajo de la cintura.

¡Iumm, iummm! ¡Qué rico gustito ácido que tenés mamita!

¿Te gusta?

¡Una exquisitez! ¡Cuanto juguito que te está saliendo de la cachuchita! ¡Riquísimo!

¡Ayyy! ¡Ayyyy! ¡Me gusta , bebé! ¡Quiero lengüita, mucha lengüita!

¡Iumm, Iummm!

¡Meteme el dedito en el ojete, por favor!

¿Así?

¡¡¡SSSIII!!!

¡Te acabás de tirar un pedido mamita!

¡Perdoname bebé, lo hice sin querer!

¡Ahora me gusta más! ¡Hacé fuerza y tirate otro!

¿Te gustó puerquita? ¿Te gustó?

¡Si, quiero otro! ¡Bárbaroooo!

¡Sos una chancha inmunda! ¡Meteme el consolador grande, metémelo!

¿Así?

¡¡¡¡¡¡¡SSSSSSSIIIIIIII!!!!!

Adentro, afuera, adentro, afuera, adentro. Pausa. La guacha lo estaba haciendo muy, pero muy bien. Con la derecha bombeaba la cajeta con el consolador y con el índice de la izquierda me torturaba el ojete. ¡Una maravilla!

¿Te gusta mamita, te gusta?

¡Más fuerte, más fuerte!

¿Así?

¡ME CORRO, MEEE CORRROOO! ¡AAAAYYYYY!

Arqueé la espalda, cerré los ojos, me mordí los labios y moví las caderas de adelante hacia atrás para sentir más intensamente la doble penetración.

¡NO PUEDO MAS! ¡NO PUEDO MAS! ¡ME MEO, ME MEO1 ¡PONEME LA TOALLA ENTRE LAS PIERNAS!

¡Terminaste, mamita, terminaste!

¡Gracias bebé, gracias! ¡Qué polvazo fenomenal!

¿Estaré curada del ojeado?

Probá con Carlín y después me contás. Yo creo que si.

¡Sos una divina, Carito, sos una divina!

Miré el reloj y eran cerca de las cuatro de la tarde. ¡Cómo pasó el tiempo! Leti se baño y se fue con una sonrisa en la boca. Yo me tiré sobre la cama para dormir hasta las 11 de la noche, cuando sonó el maldito teléfono. ¿Quién rompe las pelotas a esta hora?

¡Hola Caro!

¿Quién es?

Carlín.

¡Hola, nene! ¿Qué te pasa?

Quedate tranquila, nada, nada. ¡Sos una diosa!

¿Por qué?

¡Leti es una fiera! ¡Lo hicimos dos veces y le salió perfecto!

El mérito y el culo son de ella. No tenés nada que agradecerme.

¡Eso es lo que vos crees! ¡La curaste, Caro, la curaste!

Dejalo ahí, dejalo, ahí. ¡Ni se te ocurra mandarme otro de tus amigos o amigas con mal de ojo! ¿Entendiste?

Te lo prometo, te lo prometo.

Chau, Carlín, chau.

Colgué le auricular del teléfono, acomodé la almohada y me dispuse a ponerme a disposición de Morfeo. Mañana me esperaban los chicos del curso. ¡Qué cagada!

Colorín colorado, este cuento se ha acabado.