La Playa
Lucas y yo nos habíamos escapamos por unos días a una playa lejana para disfrutar del agua turquesa, arena blanca y sexo desenfrenado, condimentado con la posibilidad de sumar a los extraños que así lo desearan.
Por Alexia
Lucas y yo nos habíamos escapamos por unos días a una playa lejana para disfrutar del agua turquesa, arena blanca y sexo desenfrenado, condimentado con la posibilidad de sumar a los extraños que así lo desearan.
Luego de varios días de playa y sol decidí calentar a Lucas tentando a algún solitario vacacionista con mi diminuta bikini rosa, absolutamente transparente, tanto que se ve my conchita como si estuviera desnuda. Bajé a la playa con anteojos oscuros, solera blanca sobre la bikini y bronceador. Cuando llegamos, me saqué la solera, esparcí aceite sobre mi cuerpo ya dorado por el sol y me recosté sobre la lona con las piernas suficientemente entreabiertas como para que la mirada de algún curioso se deleitara. Obviamente estaba absolutamente depilada y con mis tres piercing, quede expuesta y ya húmeda a la espera de algún curioso.
Lucas que estaba nadando en el mar se acerco mirando mi concha y mis tetas, bajo el diminuto y trasparente bikini cuyo corpiño solo cubría mis pezones duros por el deseo de él me los chupara frente a otros. Se recostó a mi lado, bajo su mano por mi entrepierna y la sumergió en mi concha ya empapada por el deseo. Con su dedo mayor entró una y otra vez a mi vagina, lentamente hacia afuera y suavemente hacia adentro, una y otra vez, hasta que empapé su mano con un orgasmo mudo y alucinante.
El sol brillaba en la playa, las olas rompían frente a nosotros y un par de hombres se acerco a nosotros para observar que sucedía. Al descubrir que Lucas me masturbaba públicamente, y que yo separaba más las piernas para que ellos no se perdieran detalle, se acercaron atrevidamente. Los labios de mi concha estaban brillantes por mi flujo y suplicaban que una pija los rozara, así que ellos decidieron echar manos a la obra y comenzaron a manosearme descaradamente. Se turnaban para introducir sus dedos en mi concha, yo estaba al borde de caer en una laguna de placer.
Lucas sentado detrás de mí con mi cabeza en su regazo, me sostenía de los muslos, haciendo que mi concha que chorreaba jugos, se abriera cada vez más. Me puse en cuatro patas ofreciéndole el culo a Lucas para que me cogiera, uno de los extraños se acostó debajo mío chupándome las tetas y el otro con sus dedos recorría toda mi concha mientras Lucas me bombeaba con su pija agarrotada y sus huevos empapados por mi flujo, que llegaba hasta mis rodillas.
Mis tetas se bamboleaban al ritmo de las embestidas de mi marido, al cabo de un rato de manoseo y penetración, invité a Lucas a acostarse para que yo pudiese subirme y cabalgarlo, sin pensarlo mi amor se recostó e introdujo nuevamente su verga en mi vagina, los otros dos hombres seguían manoseándome la concha, el culo y chupándome las tetas suavemente. Uno de ellos, el más decidido comenzó a lamerme el culo con la intención de penetrarlo, yo lo dejé hacer; el solo pensar en que Lucas y alguien más me iban a coger a la vez me produjo un tremendo orgasmo estando yo estática. El hombre detrás mío se puso un preservativo y al momento sentí como dos terribles pijas me cogían rítmicamente hasta hacerme acabar reiteradas veces mientras suplicaba por más, mientras tanto el tercero delante de mí me ofrecía su pija para que la chupara. Al final, un brutal orgasmo me invadió cuando Lucas y el que estaba dentro de mi culo acabaron haciéndome sentir su leche calienten dentro mío.