La playa desierta

Dos hombres tienen un encuentro morboso en una playa desierta.

Había recalado en un lugar desértico, después de conducir por caminos de tierra de pésima conservación, entre sembrados y pastizales, llegó a un lugar donde pudo dejar el coche cercano a unas higueras y bajó a una playa desértica de una belleza singular.

Era temprano y la bruma inundaba la playa, creaba un misterioso ambiente en aquel lugar donde solo se oían las gaviotas y las fuertes olas.

Extendió una gran toalla sobre la arena, clavó una sombrilla y colocó todas sus cosas bajo esta a la sombra, llevaba suficientes provisiones de agua fría, frutas y algunos alimentos para pasar todo el día en aquel lugar.

Sacó un mp3 para escuchar su música favorita, el libro que llevaba tres días leyendo y lo tenía cautivado, por lo cual lo devoraba con avidez, deseoso de entrar mas adentro de la historia que relataba.

Una vez se hubo desnudado completamente camino alrededor de donde había acampado por ese día, para ver las cosas que existían próximas a el. Se situó perfectamente, se acercó a la orilla para ver la temperatura del mar pero aun era pronto para tomar un baño, debía esperar que su cuerpo desnudo tomara contacto con el calor del sol y lo templara.

Volvió y se colocó en posición de meditación sobre la estera que había colocado en la arena, aquel sería como su pequeño salón desde donde divisaría todo lo que sucediera a su alrededor.

Se introdujo en su profunda lectura por tiempo incontable perdiendo la noción del tiempo que discurría, eso no le importaba, el no necesitaba regirse por las manillas del reloj, estaba de vacaciones, se iba a dedicar a vagar por donde le apeteciera sin reparar en tiempos ni situaciones, mientras que le apeteciera estaría en uno u otro lugar.

El sol ya calentaba en lo alto del firmamento, dejaba sentir sus llamas sobre sus hombros y eso le alertó de que debería guarecerse un poco de el. No quería broncearse excesivamente y buscó entre sus cosas un protector solar que le defendiera de esos rayos abrasadores. Untó lentamente su cuerpo con la crema y después con otra más potente resguardó su rostro de la abrasión solar. Ya tenía una edad en la que comenzaba a tomar conciencia de los efectos adversos que producía una excesiva exposición solar.

Encendió un cigarrillo mirando al infinito atlántico. Allá en la lejanía se divisaba un enorme carguero que cruzaba desde el mediterráneo el estrecho en busca del ancho océano que lo llevaría posiblemente hasta un lugar de America. ¿Iría quizás a otro lugar?

Mientras su mente volaba imaginando el destino de ese enorme barco las gaviotas picoteaban cerca de el en la orilla y emprendían vuelo hacia dentro de las aguas buscando presas fáciles con las cuales alimentarse ese día estival.

Todo discurría lentamente a su alrededor, el tiempo era inexistente. Solo el sol se movía pausadamente marcando los espacios del día con la luz que inundaba aquel pequeño paraíso donde estaba aposentado nuestro hombre.

Comenzó a tener hambre, sacó fruta de su nevera y mordisqueó unas ciruelas, también unas cerezas y para terminar ese pequeño tente en pie comió un melocotón. Decidió que se daría el primer remojon del día, para ello caminó un poco antes de atreverse a entra en esas frías aguas del atlántico.

Jugó con las olas se sumergió en los adentros mas hondos de aquel bravo mar que le masajeaba con su corriente y la sal que lo componía en elemento salado y reconfortante.

Después de nadar un poco salió reconstituido y caminó hacia su acampada personal donde después de untarse nuevamente crema protectora dormitó al sol unos instantes.

En esos menesteres estaba cuando de repente tuvo la sensación de que alguien más se encontraba en ese paraje. Se incorporó un poco exaltado y ansioso por buscar donde podría haber algún ser que perturbara su deseada paz.

No vio a nadie, ni humano ni animal, pero él tenia la sensación de que alguien mas andaba por allí cerca.

Decidió no preocuparse por aquello, volvió a su lectura tumbado boca abajo sobre la toalla y así permaneció un larguísimo rato, inmerso en la novela que devoraba ansiosamente olvidó esa sensación que tuvo anteriormente.

Pasado un largo rato tuvo sed y decidió incorporarse para beber agua de la nevera, al levantarse y coger la botella de la nevera, observó que allí cerca de el había otro hombre.

Era alto de piel morena pero con marcas donde su cuerpo no había tomado el sol, estaba desnudo como el, tenia el cuerpo velludo y su aspecto era la de un hombre trabajado al sol, podía ser alguien relacionado con el campo.

El hombre lo miraba desde lejos sin saber muy bien que hacer , Luis que así se llama nuestro hombre lo observaba y escrutaba su fisiquito que era muy atrayente, pero no podía saber que es lo que aquel hombre quería y porque se ocultaba desde hace rato de el.

Luis comenzó a dar paseos cerca de su acampada sin quitar ojo del individuo, lo tenia controlado para ver si hacia algún acercamiento, pero momentáneamente el hombre solo estaba de pie desnudo mirando al mar aparentemente y de vez en cuando se tocaba su miembro que Luis observó que lo tenia semi erecto.

Esta situación comenzó a darle mucho morbo, el tipo era al menos de lejos atractivo, tenia un cuerpo bien parecido y solo pensar que fuese un hombre del campo le daba un especial morbo a la situación.

En sus continuas observaciones del individuo, vio que este cada vez tenia la polla mas dura lo cual comenzó a excitarlo a el también pero no hacia nada por acercarse a el y tampoco sabia como hacer el aproximamiento a su nuevo vecino, optó por sentarse y beber agua, hacia calor y no tenia ganas de estar expuesto al sol de manera entupida , quedaban algunas horas de sol aun y debía hidratarse y protegerse bien , no quería marcharse con la piel quemada en ese primer día de vacaciones.

Tras beber un largo trago de agua volvió a ponerse crema protectora en todo el cuerpo y en la cara. Aprovecho esta acción para tratar de seducir morbosamente al tipo que continuaba quieto a la misma distancia.

Se volvió a poner de pie y extendió la crema por su cuerpo de manera pausada y con gestos lascivos agarrandose su polla y masajeando su pecho tratando de excitar al visitante, este por su parte no le quitaba ojo de encima y mientras lo miraba no dejaba de sobar su polla y sus cojones.

Luis volvió a tumbarse en la toalla, tomó una postura donde el hombre pudiera ver su estado de excitación y no dejó de masajearse su rabo para que continuase tieso como se encontraba incluso lo friccionaba con crema para que estuviese lubricado y suave.

El hombre estallaba de excitación y cambio la actitud que hasta ahora había mantenido, comenzó a caminar mostrando su pedazo de rabo tieso de considerable tamaño, en ves de dirigirse hacia la orilla o en dirección a Luis , sin quitarle ojo de encima se fue hacia unas rocas cercanas a los dos desapareciendo tras ellas .

Luis estaba ya desesperado de la calentura que aquella situación le estaba provocando y sin pensar dos veces que hacer, se incorporó y fue al encuentro de aquel semental que le esperaba tras aquellas rocas.

Sin dejar de masajearse su nabo se introdujo por donde su provocador había cogido hacia unos segundos y divisó su cabeza tras una de las rocas que componía esa especie de laberinto lunar, dio unos pasos mas y el individuo estaba apoyado sobre una de aquellos roques en posición de tomar el sol y con la cabeza erguida y tocándose su miembro de manera lasciva.

Luis sentía una acelerada palpitación en su pecho, aquel tipo lo estaba sacando de quicio, se acercó y comenzó a acariciar su pecho sin dirigirle la palabra. El hombre no hizo ningún gesto continuo inmóvil por un instante más.

Todo el morbo del mundo se respiraba en aquel instante allí entre aquellas rocas desérticas de esa playa solitaria.

Continuando con su manoseo Luis fue bajando hasta agarrar con su mano el rabo de aquel macho espectacular y con la otra continuaba pellizcando uno de sus pezoncillos, dándole pequeños pellizcos a los que el tío aquel reaccionaba con leves gemidos roncos.

Sintió como la mano de este comenzaba a acariciar torpemente sus piernas subiendo hacia sus nalgas, tenía unas manos ásperas, seguramente de su trabajo como agricultor pero a Luis le parecía de lo más gustoso aquellas fricciones que le propinaba.

Acercó sus labios a la oreja de su compañero de placer y comenzó a mordisquearle el lóbulo con un poco de sadismo, procurándole mayor excitación, rozo con su mejilla la cara sin afeitar. El tipo se retorcía de gusto y en un momentos lo agarrad con sus dos manos atrayendo a Luis hacia el y comenzó a comerle la boca dándole enorme lengüetazas que llenó de saliva su cara.

Estaban los dos ya entre lazados, las dos pollas húmedas de liquido preseminal se restregaban violentamente la una contra la otra.

Luis se soltó de las garras de su amante y bajó por todo su torso peludo hasta la polla que devoró con glotonería, sabia a macho, la ensalivó profusamente y luego pasó su lengua por esos dos maravillosos cojones peludos que mojó con todo su saliva.

El hombre gemía como perro herido agarrándose a la cabeza de Luis que continuaba su maravillosa mamada del carajo de su campesino.

Después de un buen rato de mamar desenfrenadamente El hombre separó de su polla la boca de Luis y mojando una de sus manos con un escupitajo de saliva untó el culo de este de manera violenta introduciéndole un dedo dentro del culo, jugó con el durante unos instante pasando a meter otro mas y después el tercero. Una vez que corroboró que Luis estaba dilatado lo volteó y acerco su nabo a las puertas de su ano y apuntando dio un certero golpe que le colocó todo aquel cacho de carne ardiente hasta el fondo.

Luis no tuvo mas remedio que gritar de dolor y placer a la vez, pasado un instante el caballerete comenzó a bombearlo como si estuviera inflando un globo, el placer que estaban recibiendo era indescriptible, así continuaron durante unos diez minutos mas, los huevos del hombre chocaban contra las nalgas de Luis haciendo sonar junto a los chasquidos de su polla en sus envestidas mas alto que el rugido del mar.

Luis comenzó a percibir como aquel hombre se iba poniendo rígido, convulsivamente se aproximaba el orgasmo de este y Luis hizo el geto de querer sacar ese tronco de sus interiores a lo cual el tipo respondió con un empujón desligándose de el. Luis se agachó y comenzó a lamerle nuevamente el capullo mientras le empezaron a entrar en su boca borbotones de leche caliente.

Una vez hubo lamido y limpiado la polla de su compañero de sexo, este la atrajo hacia el y le dio un profundo beso en la boca y después se agachó para lamerle el nabo provocando en Luis una corrida monumental que este recibió en su boca con mucho gusto. Una vez había recuperado una respiración mas serena el hombre se incorporó y sin decir ni media se marchó.

Nuestro amigo volvió al lugar donde tenía todas sus pertenencias, encendió un cigarrillo y fue hasta la orilla, se sumergió en un tonificante baño y pudo divisar como su compañero de sexo ya vestido se marchaba de la playa.

El maravilloso día de playa continuó y al final del día después de muchos baños y de relajantes siestas Luis emprendió su camino de regreso.