La playa

Un paseo nocturno que trajo mucho sexo.

Después de la última copa nos fuimos a pasear por la playa.

El vestido de Clara era precioso. Un vestido largo de color claro con estampados y abotonado desde el escote hasta los tobillos.

Sentada en la terraza se la veía como una diosa. Unas piernas largas y bronceadas hacían las delicias de clientes y camareros.

Y que sea sumisa a mis deseos me encanta; y como buena perrita obediente, los botones llegaban a cerrarse solo un poquito más arriba de los muslos.

Un cruce de piernas magistral que no deja nada para la imaginación, y esa visón, excita al más inerte de los cadáveres.

Ella sabe perfectamente como me pone que enseñe las piernas y que con movimientos «involuntarios» enseñe las braguitas. Me pongo como el palo de un churrero!!.

Todo el mundo tiene sus gustos y sus fantasías, y a mi, me gusta exhibir a mi mujer y que vean lo que me follo, y si puede ser que vean como disfruta cuando la soban y la follan...no es una fantasía ni más mala ni mejor que otras, es simplemente una más.

Esa noche iba a ser otra noche al servicio de Clara.

Los astros van a volver a conjurar las voluntades de los hombres para hacerla gozar, y de paso, que el espectáculo sea grabado en el cielo oscuro de la noche valenciana.

La penumbra de la noche y las luces lejanas hacían del paseo un acto sensual e intimo.

El contacto de la arena en los pies es agradable, la noche era calida y humedad. Una noche ideal para el paseo...

Pese a la oscuridad relativa, el vestido de Clara resaltaba entre la negrura de la noche. Y si te encontrabas próximo a ella, también podías observar el maravilloso contorno de sus nalgas, y frente a ella, resaltaba a través de los agujeros del vestido abotonado el color blanco satén de sus bragas.

Estaba para follarsela como un animal.

A la altura de unas hamacas estratégicamente apiladas empujo a Clara para saborear su boca. Un intenso beso fue desplegándose entre los dos mientras iba palapando sus nalgas, la respiración entrecortada y acelerada de ella era señal que estaba disfrutando.

Mientras pegaba el paquete a su coño, iba subiendo el vestido para acariciar toda su piel que ya estaba totalmente erizada.

En un instante se agacha para bajarme los pantalones, en un gesto hábil me saca la polla y comienza hacer una felación lenta e intensa. Mientras con una mano me agarra el miembro con la otra comienza a masajearme los huevos.

Una mamada de una auténtica profesional.

Mientras sigue realizando un «buen trabajo», abre las piernas enseñando unas bragas más que empapadas. Ya tiene el coño mojado.

Por su mente pasa la imagen de que algún tipo nos pueda estar observando.

La posible cercanía de otra polla erecta por verla succionar le produce un ardor uterino que hace brotar más lubricante de su coño ardiente.

Y como de un deseo cumplido se tratara, de mi espalda pasa caminando una figura masculina.

Sombra que se detiene a escasos metros para al instante seguir caminando.

«Una lástima, se ha ido» piensa Clara sin sacarse mi polla de su boca.

Levanto a Clara y la coloco de espaldas a mi, le subo totalmente el vestido y comienzo a lamerle el coño como si de una fiesta de caníbales se tratara.

Con media cara hundida entre sus nalgas saboreo todo el líquido salado que le brota de su coño. Los gemidos de Clara suben en volumen; unos decibelios que provoca que el caminante desconocido de media vuelta para posicionarse a escasos metros de nosotros.

Así, viendo como le como el coño, pasan los minutos. En un momento dado, me tumbo en la arena y Clara, lentamente se termina de quitar las bragas sin dejar de mirar al hombre.

Gracias a la oscuridad de la noche los rostros son apenas visibles. Unas tinieblas que logran que Clara se sienta más cómoda a la hora de desplegar toda la sabiduría de folladora que tiene.

Al desprenderse de las bragas se sienta sobre mi polla lentamente, un suspiro de placer acompaña a la penetración. El movimiento de caderas es lento, pero va cogiendo ritmo.

Ella manda, tiene el poder. Se siente fuerte, bella y seductora.

El desconocido se acerca a un metro escaso, ya no se oculta, ya no teme que le llamen la atención. Sabe que su presencia es parte del juego de la pareja.

El sujeto se baja los pantalones.

Mostrando un bulto más que considerable se desplaza un poco más hacia nosotros. En ese momento saca el monstruo que Clara está deseando ver. Un pollón enorme saluda apuntando a las estrellas.

Clara en ese momento acelera el ritmo, la visión de semejante sable la ha puesto más cachonda si cabe.

Aprovecho la situación para extender los brazos para comenzar a desabotonar el vestido. En una caida de hombros el vestido se desliza por sus brazos, dejándola solo con el sujetador puesto. De un golpe aparto totalmente el vestido para que el hombre pueda verla mover el culo como una puta.

Ella se quita el sujetador.

Así, totalmente desnuda se levanta y dándose la vuelta para mirar al mar, se vuelve a meter mi polla. Con el culo dirigido totalmente al desconocido empieza a moverse como un potro desbocado.

La visión de un culo tragándose una polla provoca que el individuo se comience a hacer una somera paja.

Clara quiere tocar semejante pollón, y con un gesto de la mano le pide que se acerque más.

Mientras yo voy follándola y sobándole las nalgas, ella comienza hacerle una buena paja.

Con la sorpresa de tener cogida semejante polla y apreciando la dureza del miembro, se introduce el capullo del desconocido dentro de la boca.

La lengua comienza a frotarse contra el glande, cogiendo a la par unos huevos enormes realiza una felación memorable.

Las manos del tipo dan cuenta de las tetas.

Yo tengo que luchar para no correrme como una fuente.

La saco del trance poniéndola de pie y pegándola a mi, le dejo todo el culo para el otro.

Terminando de quitarse los pantalones, comienza a pasarle la polla entre las nalgas...sin penetrar.

Clara está disfrutando. Un palo enorme, duro y caliente se pasea por su culo, y de vez en cuando, escondiéndose entre las nalgas.

Un coño literalmente derritiéndose la llama para que se toque el clítoris.

Y así, con una polla frotandose entre el coño y las nalgas alcanza su primer orgasmo...pero esto no ha acabado.

Nos situamos los tres pegados totalmente juntos y empezamos a frotar las dos pollas por todas las partes de su cuerpo.

La excitación la vuelve a inundar de nuevo.

Dos pollas y cuatros manos no dejan resquicio por descubrir.

El desconocido le susurra al oído un «te voy a follar con mi polla» que hace humedecer de nuevo un coño ávido de orgasmos.

Alcanzo a tumbarme en el suelo para que ella cómodamente se coloque a cuatro patas para ofrecerle al tipo un panorama estupendo.

Todo su culo en «pompa» muestra un coño abierto que gotea como la vagina de una gatita en celo.

El sujeto poniéndose de rodillas acerca su enorme polla a la entrada del coño, y poco a poco va penetrando un coño que en esos momentos hubiera albergado un autobús.

Así, a golpe de cadera va embestiendo mientras suelta alaridos. Ella extiende el brazo para tocarle el culo y empujarlo más adentro de sus entrañas.

Al fin se acuerda de mi y se apiada de mi polla.

Mientras me hace una buena mamada el extraño sigue traladrando el coño.

Una imagen de lo más cachonda va sucediendo a ojos de la arena y de la noche.

Clara es follada por una polla descomunal mientras le soban el culo y se traga mi polla.

El tipo comienza a apretar el ritmo y entre palmadas a las nalgas saca el mastil y vierte en el culo de ella toda la leche que almacenaba sus huevos...situación que aprovecha Clara para tocarse el clítoris...sacarse mi polla de la boca y comenzar a pajearme a lo bestia...y como uno es humano...le eyaculo todo mi esperma en la cara, provocando que la muy perra se volviera a correr desesperadamente.

Nos levantamos, nos limpiamos como podemos mientras alcanzamos la ropa y con un «bona nit» dejamos al tío sentado en la arena respirando como si de un recien rescatado del mar se tratara.