La Playa
Como me convertí en una zorrita siendo masajista
Buenos días, me presento, soy masajista en una ciudad pequeña en un hotel que tiene spa, soy la unica masajista y doy mis servicios cuando algún cliente del hotel lo solicita, sobre todo los fines de semana, el resto de la semana lo dedico a las labores de casa, estoy casada y tengo hijos, aunque ya no viven en casa.
Estoy ya en la cincuentena y mi marido tambien, por lo que su rendimiento y ganas estan en declive y yo me siento desantendida y todavia muy activa como siempre e sido, voy a contaros cosas de mi vida por que me pone muy cachonda y me ayudan a masturbarme, por que me encanta el sexo y la masturbacion. Puedo llegar a masturbarme varias veces al día, creo que es la forma de combatir el aburrimiento.
como dije rondo los cincuenta, bueno en verdad ya los pase, soy de estatura pequeña, pelo corto, buena figura, mis pechos son pequeños y de grandes pezones rosados y eso sí un buen culete, jjj, mi coño totalmente depilado y rosita, es la parte de mi cuerpo que más me gusta, por los buenos ratos que me da.
Bueno os cuento, al principio en mi trabajo como masajista los calentones que me pillaba, por que me pillaba muchos, los apagaba masturbandome cuando llegaba a casa o con mi marido, creo que es lo normal entre las mujeres masajista como yo, con el tiempo y la edad esto fue cambiando, empecé a ser más activa jugando con mi cuerpo, cuando algun tio que se ponía en la camilla me atraía sexualmente y no precisamente los más jóvenes, que también, tengo predilección por los mayores.
Ya hace unos años que como comente empeze a esperimentar sensaciones nuevas, la primera fue un dia de calor que estaba muy alterada con la menopausia y con muchas ganas de de que me metieran un buen rabo, como fantaseaba en mis masturbaciones, llevaba ya unas semana sin sexo de verdad, mi marido estaba flojo esos dias, asi que decidi sentir placer, todo lo que pudiera en mi cuerpo, habia quedado para repetir el masaje a un cliente del hotel, que se le habia dado el dia anterior, el hombre era mayor, viudo, de buena figura, muy educado, la tarde anterior pense en masturbarme pensando en como me comia su poya, pero pense, que mejor seria dejar mi calentura par el dia siguiente, haber si de una vez me atrevia a comerme una poya de verdad que no fuera la de mi marido.
Ese día llegue muy caliente fantaseando con hacer algo que nunca había hecho y para meterme más presión decidí ponerme el uniforme de masajista sin ropa interior, que morbo me daba, me subí bien los pantalones para notar la presión en mi coñito, el señor se puso en la camilla en calzoncillos boca abajo, le cubrí la cintura con una toalla y comencé el masaje, que sensaciones, mi cuerpo estaba como una olla a presión de caliente, mis pezones rozaban la tela, mi coño se humedece, termine muy rapido las espaldas, quería llegar lo antes posible a sus piernas, ufff, estaba muy cachonda, mi pantalón estaba mojado, lo sentía, tire de ellos para evitar la presión en mi coño y note la humedad en mis piernas, él permanecía callado, yo comencé a aproximarme cada vez más a sus testículos con cada pase llegando a meter mis dedos entre la tela y los testículos tocandoselos levemente, con el boca abajo, presione mi coño en la esquina de la camilla mientras seguía con el masaje de piernas y me froté dandome placer, por dios estaba a punto de llegar al orgasmo, él no se enteraba de nada boca abajo, pero yo estaba apunto de tirarme encima de él y meterme su poya, me sobrepuse de mis deseos y le dije que se pusiera boca arriba, seguía caliente, muy caliente, mis pezones y mi coño ardían.
Cuando se dio la vuelta, sorpresa, estaba empalmado, le mire y vi como parte de su poya, el capullo salía por encima de sus calzoncillo, un polla era pequeña y gordita, que rica pensé, le cubrí con la toalla enseguida y empecé a darle su masaje por la parte delantera, el no decía nada, cerraba los ojos como si estuviera dormido, mis manos calientes rozaban sus muslos y se introducían por dentro de sus calzoncillos tocando la zona inguinal veía el bulto por encima de la toalla, como palpitaba, el escote que tenia le permitía cuando me inclinaba para llegar hasta su cintura y que viera mis pechos cuando abría sus ojos a ratos,uff ardía, acabe el masaje como pude, le deje en la camilla y salí como siempre para que él se vistiera, aproveche para ir al servicio, me quite los pantalones de un tirón y empeze a tocar con rabia mi clitoris, que orgasmo por dios, tuve que taparme la boca, y hay sentada y abierta de piernas, fantaseando que me penetraba el señor mayor tuve uno de los mejores orgasmos de mi vida.
A la vuelta se despidió muy correctamente y me dijo que volvería, esta vez me dió dos besos de despedida, y al recoger la toalla, sorpresa, estaba manchada de semen de una buena corrida, mi mente calenturienta mojo mi coño otra vez, cerré la puerta de la sala de masajes, me quite la ropa y desnuda me tumbe en la camilla, cogi la toalla y empecé a restregarme todo su semen en mis pechos y mi coño, arrancándome un segundo orgasmo exagerado, tanto placer, fue el incio de que me convirtiera en una especie de ninfómana a mi manera.
A partir de ese día, todo empezó a cambiar, mi marido por la edad cada día era menos activo y yo todo lo contrario, empecé a despertar al placer, quizás por que al retirarse el periodo, perdí el miedo a quedar embarazada y a él empezó a ponerle cachondo que yo zorreara, aunque me imagino que solo de palabra en principio.
A los pocos meses de la experiencia anterior, fue un chico joven a un masaje, mi mente había cambiado como conte y cuando le tuve en la camilla desnudo ( casi siempre se quedan su ropa interior), su cuerpo atlético, depilado, ese olor de su piel con aceite, me empezó a excitar, utilice el recurso de las esquinas para rozar por encima de los pantalones y sentir mas placer, el noto algo supongo, por que saco los codos de la camilla, lo que aproveche para rozarlos levemente con mi parte púbica a través de los pantalones, me atreví a subir a sus glúteos y darle unos buenos sobes debajo de la toalla, mientras me inclinaba para ver sus testículos, que era lo único que divisaba en esa posicion, estaba tan caliente y mojada que pensé en comprarme un vestido de una pieza con faldas para dar los masajes y sentir mi sexo desnudo, al darse la vuelta para continuar el masaje boca arriba, vi como su pene estaba erecto tapado por la toalla, grande y grueso aunque tapado, el cerro los ojos y estaba rojo como un tomate, yo continué el masaje y después de terminar la piernas subí al vientre, este masaje en esta zona, no le suelo hacer, pero estaba juguetona y quería aproximar mi mano a ese enorme pene, cuando llegue a su bajo vientre, a cada pase bajaba mas hasta llegar a meter mi mano entre el capullo de su pene y su ombligo, en ese momento su pene brinco un poco hacia arriba y quedo su capullo fuera de la toalla, entonces el cogió mi mano la sujeto e hizo que tocara su pene, mi reflejo fue quitar la mano de ese caliente y enorme pene, pero el la retuvo, agarrándome con fuerza, decidi colaborar y dar a esa hermosa poya unos meneos y no tardo en correrse sobre su vientre, sus gemidos leves me excitaban, cuando termino, me dijo que le perdonara que no aguantaba mas, le dije que no importaba, que ya me había ocurrido alguna vez, esto me lo invente, me dijo que estaba viviendo temporalmente en la ciudad con su padre y no conocían a nadie, que me daba su teléfono para que le llamara si yo quería, para invitarme a cenar y compensarme, en principio pensé que tenía mucha cara, pero estaba muy excitada y receptiva, copia el teléfono, mientras se vestía y observaba de reojo su enorme y bonito pene, estaba tan caliente que tuve que masturbarme cuando se fue y por supuesto esa misma semana cambie de traje, bueno le compre para ocasiones de mucho morbo.