La Playa

Karla, aquella bella mujer que se deja llevar por la curiosidad sin saber lo que pueda depararle.

La playa

Aquel calor era terriblemente insoportable; sudaba y sudaba; su ropa se le ajustaba al cuerpo perfectamente, y aquellas gotas de sudor que le resbalaban por el cuello, el abdomen, la entrepierna, le hacían sentirse incomoda; miraba para todos lados, buscando a Carlos, que había prometido traerle un refresco hacía diez minutos, pero no aparecía por ningún lado <> pensó Karla, haciendo gestos de indignación.

Miraba hacia el mar, le parecía bello; las olas golpeando continuamente la arena; el aroma a coco, a bronceador; todo eso le parecía único; de pronto se levanto se aquella silla de madera, en la que su piel casi se había pegado por completo; se olvido de todo y se dirigió hacia la playa; quería mojarse los pies, sentir la brisa. Caminaba sin alguna pena, aquella incomodidad había desaparecido; ese caminar tan sugerente; aquel pareo que apenas le tapaba las caderas, el que dejaba ver sin más, aquellas nalgas tan tersas; ese bikini que se definía con delicadez su cuerpo, aquel que hacia sentir inseguro a Carlos; pero de alguna forma lo merecía, ya que en ocasiones trataba a Karla con desdén. Así se fue aquella diosa hacia al mar, como si quisiera desaparecer en esa marea, perderse entre el oleaje y ese coral infinito.

Respiraba cada parte de aquel aroma, cerro los ojos e imagino; una pequeña canción sonaba en ese mundo; abrió los ojos y observo el horizonte, quería llegar a el; se aproxima ese chico, el de la próxima discordia, el de ese encanto engañoso. La había mirado a lo lejos, la había observado detenidamente, sabia que aquella delicada y hermosa mujer era vulnerable; también sabia que su esposo no esta a su lado para protegerla, así que decidió hablarle; Karla tímidamente le miro, le hizo un gesto de molestia por haberle interrumpido de aquel paraíso, pero a la vez le miro con detenimiento y sabia que era del todo peligroso, que no podía rechazarle nada; algo le decía que se tenia que ir de inmediato, pero por otra parte se quería quedar, <> pensó Karla inocentemente, pero algo le decía que aquella broma, lejos de ser inocente, era mas bien peligrosa.

Adrián era un joven bien parecido, de esos que gustan de la buena vida, pero a diferencia de sus amigos, que solamente se acostaban con aquellas mujeres que eran sin duda predecibles, él prefería conquistar mujeres casadas, jóvenes que se había dejado llevar por el amor, y por obvias razones no había experimentado del todo el sexo; Adrián apetecía de aquella chicas, de las que se jactaba con sus amigos por ser ya mas de una docena de inocentes mujeres que eran atraídas por sus encantos, y que sin duda, después se arrepentían por tener un amorío fugaz con aquel joven; todo eso le reconocían sus amigos a Adrián, ese gusto por tener las mejores mujeres, aunque fuese por unos momentos.

Karla no sabia del todo que hacer, si retirarse o seguirle el juego a aquel vividor, miro hacia la mesa y Carlos no había regresado <<¿en donde estas imbecil?>> se preguntaba Karla, deseaba ser rescatada por que ella no era capaz de retirarse; Carlos no estaba y Karla sabia que había perdido ya; aquel joven le tomo del brazo y le dijo que por la noche habría una fiesta, que vistiera sexy y que le esperaba en el bar; así fue, tan rápido como parece, Karla no dijo una sola palabra, simplemente acento. Volvió a la mesa, Carlos había regresado ya, la miro y le dijo lo guapa que se veía con aquel pareo, Karla simplemente se sentó, casi de un trago se tomo el refresco y lo azoto en la mesa como enojada, Carlos le miro y le pregunto lo que tenia, Karla le miro y simplemente le dijo que quería ir a ese bar que le había gustado tanto, que quería divertirse un poco, y de paso, al final de la noche recorrer, si se pudiese, el malecón de aquella playa; Carlos simplemente le dijo que si.

Karla paso la tarde pensando en aquel muchacho, mientras que Adrián le comentaba a sus amigos que esa noche se acostaría con una mujer hermosa, sus amigos simplemente rieron y brindaron por ello; al mismo tiempo, Karla no sabia que seria objeto de una noche de placer mas.

La noche llego; vestido ajustado de color negro; sandalias del mismo color, de las que podía verse una fina cadena de oro colgando del tobillo derecho; una rosa en la oreja izquierda, y el cabello suelto; perfume a dulce de coco, recién comprado; una diminuta tanga era lo que solamente llevaba debajo de aquel fino vestido, y la misma no la había visto si quiera Carlos, ya que apenas la había comprado; quería darle una sorpresa a su esposo, estrenarla con él, pero de ultimo minuto había decido usarla para esa noche. Adrián vestía con una camisa pegada al cuerpo, esa que usan los hombres de gimnasio; un pantalón de vestir, un collar en el cuello hecho de caracoles, que le hacían ver un cuello mas fuerte, masculino, pero de alguna forma femenino. La miro entrar con su ingenuo esposo, y le dio un codazo a uno de sus amigos, el cual la miro e hizo una cara de asombro; Karla era una mujer hermosa, sin duda; aquella falda le dejaba ver sus perfectas y voluptuosas nalgas; sus senos: que a pesar de todo, seguían firmes, se notaban a leguas que no llevaban brassiere; Carlos había sido el primer hombre en su vida, y por ende, Karla aun conservaba muy bien su figura; apenas llevaba tres semanas de casada y estaban en su luna de miel; sus piernas era fuertes, sus muslos exquisitamente exuberantes; Adrián se dirigió a ella y le pidió permiso a Carlos para bailar con ella, Carlos sin mas dijo que si, Karla se sorprendió pero se levanto y se dirigió hacia la pista con aquel adonis.

Bailaban de vez en vez, pero cada que lo hacían la platica se hacia mas intima, Karla se sonrojaba por el alcohol y los piropos de aquel joven, Adrián se repegaba mas a su cuerpo y le susurraba al oído, mientras que Carlos simplemente tomaba y platicaba con alguna persona.

  • Desde que te vi, me encanto tu trasero, ¿lo sabias?

  • No eres al primero que le gusta

  • ¿Es necesario casarme contigo para siquiera admirarlo?

  • Mmmm, bueno, a mi esposo eso le costo, pero… - Karla hizo una pausa; dudosa y afirmativa.

  • No digas mas – Adrien le puso el dedo índice en la boca simulando que callara.

  • Okay.

  • Te espero en cinco minutos en la bodega que esta allá, ¿de acuerdo?

  • Okay.

Karla se dirigió a su mesa, observo a Carlos y le dijo que iría al baño, que se sentía un poco mal y que se mojaría la cara para despertar. Antes de irse le miro y le dio un beso en la boca apasionadamente, como sintiéndose culpable de lo que sabia pasaría. Se dirigió hacia aquella bodega; los amigos de Adrián simplemente la vieron pasar y se chocaron las palmas en signo de victoria. Adrián le esperaba ya; miro a Karla y observo su cuerpo; era una diosa susceptible, lo sabia; le dijo que cerrara la puerta y que se acercara a él, Karla así lo hizo. La beso, le acaricio la espalda y el cabello, bajo las manos lentamente hacia su espalda baja, poco a poco fue bajando hasta las nalgas, y soltó una leve sonrisa; Karla dejaba escapar algunos gemidos tímidos, mientras que Adrián le pasaba su mano por la vagina, le metía un dedo, luego dos, y así sucesivamente; la tomo por la cintura y la subió a una mesa abandonada, inservible, polvosa, mugrienta; la beso más, pero esta vez mas intensamente; Karla fue abriendo las piernas de a poco, dejando que aquel muchacho la dirigiese a su final; se replegó mas a ella, le paso las manos por los muslos y una vez mas se dirigió a su vagina, pero esta vez para hacer delicadamente a un lado su pequeña tanga; de improviso le metió el pene, Karla soltó un grito sin sonido y miro a la nada, Adrián comenzó a moverse rápidamente y Karla le abrazo con mas fuerza por la espalda; sus piernas se encontraban totalmente abiertas, nunca las había visto de esa manera; le miro fijamente y le dijo que quería ver, Adrián saco su pene un poco y se replegó su camisa, Karla miro hacia su vagina y observo como el pene de Adrián entraba con facilidad, se resbalaba delicadamente, y se escondía en su cuerpo, le miro;

<<¡hijo de puta!>> le decía cada vez mas fuerte a Adrián, este a su vez la penetraba mas fuerte, y simplemente los senos de Karla se movían al compás de aquellos embates que le propinaba su amante. Finalmente Adrián paro, saco su pene y le dijo a Karla que se volteara, así lo hizo; Adrián le levanto la falda delicadamente y observo aquellas nalgas tan bellas, perfectas; sabia que era afortunado, y mira hacia el techo como agradeciéndole a Dios; Adrián tomo una de las piernas de Karla y la subió a la mesa, le hizo a un lado la tanga y la penetro lentamente; Karla se deshacía, gemía, se arqueaba al compás de cada penetración; Adrián le halaba de los cabellos, la tomaba de la cintura, de la pierna que subió Karla, la tomaba de donde fuese, pero ya había tomado su cuerpo totalmente desde la primera penetración, aquella dulce y hermosa joven ya había sido suya, lo demás, era simplemente ego; y así lo hizo, simplemente la penetro, más y más; lento – rápido; se vino dentro de ella, Karla podía sentir como el semen de Adrián se depositaba en sus entrañas, le escurría de entre las piernas; ni Carlos había hecho eso aun, pero aquella sensación le encanto. Adrián se levanto su pantalón, le dio un beso, su teléfono y se retiro de aquella bodega, para perderse entre la gente; Karla se acomodo su vestido y regreso con Carlos, le beso pasionalmente y se retiraron a su casa, mientras que Adrián festejaba con sus amigos bailando con aquella rubia, la que acaba de entrar en compañía de su novio.

Enrique Monroy.