La playa (1)

Desde pequeño me gustaba ir a la playa. El motivo, poder ver las tetas de mi madre.

LA PLAYA.-

Desde que tengo uso de razón me gusta la playa. El motivo creo que está claro, al menos para mí: poder ve a mi madre con las tetas al aire. Y es que desde siempre mi madre ha hecho topless en la playa.

Empezaremos por el principio: mi nombre es Javi, tengo 21 años, estudiante en la Universidad y en todos los sentidos un tío normal (salvo por el hecho de estar loco por las tetas de mi madre desde pequeñito).

Por otro lado esta mi madre, Carmen, que es un poco mas baja que yo, unos 5 cm. por lo que mide alrededor de 1,70, rubia, no natural, ya sabéis, de bote, pero que le queda muy bien para sus 45 años. Quizá le sobre algún kilo, pero uno o dos a lo sumo, ya que se mantiene en forma con el footing y excursiones los fines de semana.

Como he dicho desde que recuerdo ir a la playa, con 3 o 4 años mi madre ha hecho topless. Por ese entonces mi padre vivía con nosotros, pero cuando tenía 11 años se separaron, por motivos personales que no eran ni cuernos ni malos tratos ni nada por el estilo, simplemente creo que se acabó el amor y punto, ya que mantienen una buena relación, y ninguno de los dos ha vuelo a tener una pareja estable, solo los desahogos normales de una persona.

He dicho que las tetas de mi madre son mi pasión. No es que sean espectaculares si bien son de una talla 95, tienen algo que me vuelve y me vuelto loco, una areola muy oscura con un pezón grande. Creo que mi madre se tuvo que dar cuenta desde el principio, ya que no se disimular bien que digamos. La verdad es que cuando comencé a tener erecciones por estimulo visual, más de una vez en la playa me tuve que poner boca abajo para que no se notase que tenía la polla como una estaca. Incluso cuando mi madre estaba con sus amigas, que creo recordar todas hacían topless, ninguna me llamaba la atención, excepto mi madre, y eso que alguna de ellas tenía un cuerpo para follar sin parar hasta quedarte seco, pero las tetas de mi madre eran y son…especiales para mí. Antes como es lógico todas estaban casadas, pero ahora más del 50% se había separado.

Acostumbramos a veranear, de siempre en Santa Pola, en Alicante, donde tenemos un pequeño apartamento de dos dormitorios, ya que al principio eran mis padres y yo, que creo que no he dicho que soy hijo único, y luego mi madre y yo, ya que mi padre nunca fue muy amante de la playa. La suerte que tuvimos fue el quedarnos con las dos casas, ya que al ser bien avenidos, y tener buenos sueldos los dos, solo pasaba una pensión por mí, ya que mi madre y él llegaron al acuerdo que ni le pasaría a ella nada, pero que se ocuparía de todos mis gastos hasta terminar la carrera.

Los hechos que cambiaron mi vida, y la de mi madre ocurrieron en el año 2000, cuando tenía 16 años y mi madre 40. En la zona donde teníamos el apartamento, una urbanización, casi todos los vecinos nos conocíamos, debido a que todos los años íbamos de vacaciones al mismo sitio, y claro, en general había buen rollo. Una noche se hizo una fiesta en la casa de una de las mejores amigas de mi madre, a la que fuimos. En la terraza del apartamento se hizo una barbacoa y se preparó una sangría fresquita. La noche era calurosa, típica de verano, por lo que al final terminamos todos con el bañador en la piscina.

Como no podía ser de otra manera, las mujeres, amigas de mi madre y mías que hacían topless se quitaron la camiseta y el bikini las que lo tenían y se metieron al agua. Estuvimos jugando un rato. Yo no podía dejar de mirar las tetas de mamá, pero procuraba que fuera de forma disimulada. De todas formas creo que ella se dio cuenta. Pero la verdad, ver todas aquellas tetas subiendo y bajando… me pusieron cachondo.

Cuando terminó la juerga cada uno se fue a su casa. Pero la verdad es que hacía tanto calor que no apetecía meterse en la cama, ya que no se podía dormir. Nos quedamos tomando un refresco. Al cabo de un rato mi madre se atrevió a preguntar.

Oye Javi,…te puedo hacer una pregunta?

Claro.

Tienes algún problema que quieras contarme?

No, porque?

Es que me parece…no se, que me miras de forma rara.

No…es que

¿Qué?

Bueno, no se como decirlo

Pues dilo y punto.

Es que me da corte.

Joder, creo que tenemos bastante confianza para contarme algo que te pasa o te preocupe.

Es que

Es que qué?

Bueno, pues que me gustan mucho tus tetas.

Pues menos mal, creí que era algo más grave.

Esa noche todo quedó ahí, pero a partir de ahí todo iba a cambiar. Durante varios días fuimos a la playa como de costumbre, con mi madre y sus amigas haciendo sus topless habituales, pero notaba algo raro por parte de mi madre. Al llegar a casa se solía quitar la camiseta y me mostraba sin pudor sus preciosas tetas. Yo no sabía de que iba aquello.

Mamá ¿te puedo preguntar algo?

Claro

Es que… bueno… me he dado cuenta que desde que te dije aquello la otra noche no paras de exhibirte en casa

Bueno!!! Te has dado cuenta

¿Cómo no me voy a dar cuenta si estás todo el día…bueno…con las tetas al aire?

Es que como me dijiste que te gustaban…pues me dije…si le gustan, pues se las enseño

Ah!!!

Me dio un poco la impresión que mi madre jugaba un poco conmigo, pero lo dejé un poco pasar.

Al cabo de un par de noches otra vez hacía mucho calor y mi madre a eso de las doce de la noche me propone jugar a algo, ya que no podía dormir y en la tele no ponían nada que mereciese la pena.

En casa solo teníamos un parchís y un juego de cartas. La verdad es que jugar a algo entre dos es un poco aburrido. Pero, en fin… era lo que había. Decidimos jugar a la escoba, un juego de cartas que consiste en sumar 15 puntos, tener más cartas, oros y sietes que el resto, y si te llevas todas las cartas, es otro punto (una escoba).

Fue mi madre la que propuso jugarnos algo.

  • Bueno, que te parece que nos juguemos algo, para hacerlo un poco más interesante.

  • Vale. ¿Qué nos jugamos?

  • No sé… el que pierda puede limpiar la casa una semana.

  • No me convence, algo más suave, que como pierda…me veo limpiando lo que no se limpia nunca.

  • No seas tonto. Se limpia lo de siempre.

  • Podemos jugarnos unos chupitos

  • No, que no quiero perder los papeles. Ya sé. Con el calor que hace podemos jugarnos las prendas

  • Pufff!

  • Venga…no seas gallina.

  • Venga vale.

La partida empezó con un empate a uno por lo que cada uno se quitó una prenda. Yo me quité la camiseta y mi madre la suya, para enseñarme esas tetas que tanto me gustan. Seguimos jugando hasta que fue mi madre la que se tuvo que quitar las bragas. Eso sí que iba a ser nuevo para mí, ya que si bien las tetas se las había visto toda la vida, el coño no se lo había visto nunca. La verdad es que estaba a la expectativa y mi erección era más que evidente. Mi madre hizo un poco de teatro, como si fuera una stripper y al fin se quedó con su chochito al aire. Resaltaba que la zona del bikini estaba muy blanca con respecto al resto del moreno cuerpo de mi madre. Mi madre se levantó y vino hacia mi.

Bueno ¿y ahora qué?

¿Qué…?

Dicho esto mi madre puso una de sus piernas en el apoyabrazos del sillón en el que estaba sentado, por lo que pude ver completamente su coño frente a mí. La verdad es que no tenía palabras, pero me armé de valor…y le lamé el coño…ya que creí que era lo que esperaba.

Mi madre empezó a suspirar. Me levanté y me dirigí al mágico objeto de deseo de mi vida… las tetas de mi madre. Las besé, primero, las succioné después y terminé mordisqueándolas un poco. Mi madre ya gemía.

Me quité el bañador y mi polla estaba en todo su esplendor por lo que poco a poco me dirigí a la entrada del coño de mamá para empezar, poco a poco a follarla. Era increíble. Estaba follando con mi madre, y tenía una excitación que no creí poder tener nunca.

Sigue así mi amor, fóllate a mamá, dale gustito en el coño, que rico, mi vida, cuanto deseaba esto. Sí, sí, sí fóllame.

Oh, que bien, que gusto, me encanta, es lo más, lo mejor de mi vida.

Más fuerte mi amor, más fuerte, que esta putita necesita esa polla moviéndose dentro de mi coño.

Así, te gusta así?

Si muévete más rápido, más, más, máaaaaas!

Me voy!!!

Y yo, me corroooooo!

Cuando terminamos nos besamos. Esa fue la primera ve z, pero no fue la última.

Si quieren más, pues por favor, ya saben cual es el e-mail.