La piscina

Dos compañeros de trabajo deciden tomar un baño en una piscina después de una cena de empresa

La piscina

Aquella había sido una buena de amigos. Celebrábamos el fin del verano y una muy buena temporada de trabajo. Decidimos que nos reuniríamos todos y lo celebraríamos todos juntos. En la mesa nos reunimos los seis compañeros, 4 chicas y 2 chicos. Digo chicas y chicos aunque en realidad nuestras edades son muy dispares. Nos lo pasamos muy bien. Cenamos muy bien servidos y rematamos la cena acabándonos la botella de vino y tomando unos combinados. No suelo beber, pero la ocasión lo merecía.

Me sentía muy animada por que parecía que el compi nuevo era un tipo estupendo, un poco mayor tal vez, y lo único que me impedía lanzarme a su cuello hasta este momento era precisamente la edad y una situación personal poco clara. Por lo demás, ese hombre me parecía un hombre muy atractivo.

Dimos por finalizada la cena. Los compañeros querían seguir de juerga, pero a mí no me van las juergas en las que se consume demasiado alcohol. Habían pasado al menos una hora de la media noche y me propuse volver a casa. No tenía, momentáneamente un vehículo a mano, así que comenté que cogería un taxi. Mi sorpresa me la llevé cuando mi compi me propuso llevarme el a casa. Argumentó en casa le esperaban y que para él también iba siendo hora de recogerse.

Me monté en su coche y se me ocurrió que tal vez era el momento de hacer una pequeña locura, así que se me ocurrió una idea. Resulta que nos dedicamos al alquiler de viviendas para el verano y yo sabía de una que estaba vacía y tenía piscina.

-Oye, Charli ¿Por qué no vamos a bañarnos?-

-¿A la playa? ¿De noche? ¡Puff! ¡No me gusta la oscuridad del mar!-

-¡Nooo! ¿Qué te parece si nos vamos a bañar a la piscina del chalet de calle boquerón? Está vacío y no vienen hasta el martes.-

-Es que no llevo bañador-

-Te bañas en calzoncillos-

-¿Y tú? ¿Llevas bañador?-

-¡Sí! ¡Lo llevo en el bolso!-

Lo engañé, porque no llevaba bañador ninguno. Yo ahora creo que el efecto del alcohol me hizo responder de la forma en que lo hice. Tomamos la dirección de calle boquerón y llegamos al chalet.

La piscina tiene luz exterior e interior. Yo encendí la interior y dejé apagada la exterior, para evitar miradas indiscretas de vecinos y falsas alarmas. Además, así la piscina, con el agua iluminada desde unos focos instalados en los laterales de la piscina parecía llamarnos.

Nos comenzamos a desnudar. Y Charli se quedó en calzoncillos y me miró. Llevaba unos boxes de color azul oscuro. Me fijé en su cuerpo. O estaba nada mal para ser un hombre maduro. Incluso me gustaba su anatomía fuerte sin necesidad de marcar una musculatura de gimnasio. Se quedó mirándome como preguntándose dónde había puesto yo mi bañador.

Porque yo me había bajado el vestido y estaba en ropa interior. Le dije.- No tengo bañador, tonto.-

-Y entonces ¿Cómo te vas a bañar?-

-Pues igual que tú, ¡Desnuda!- Y solté una carcajada que tuve que reprimir por miedo a hacer demasiado ruido y despertar a los vecinos.

-¿Yo? ¿Desnudo?-

-Si. Tú te vas a bañar desnudo por que si ni vas a mojar los calzoncillos y tu mujer te va a regañar mucho si no llevas los calzoncillos y los llevas mojados. – Por que no os he dicho, que Charli es un hombre casado.

Me quité el sujetador delante de él y corrí hacia la pisicina, por que a mí no me importaba llegar sin bragas a casa, si Charli me dejaba en la puerta. Me tiré de cabeza y sentí el frío  en todo mi cuerpo como un latigazo que se fue pasando conforme nadaba un poco a un lado y a otro de un piscina de 7 metros de largo en la que en la parte más profunda podía asomar la cabeza sin problema poniéndome de puntilla.

Miré  a Charli, que me observaba desde el borde de la piscina con los boxes  todavía puestos. Le tiré agua y le animé -¡Vamos! ¡Métete ya!-

Charli me miraba incrédulo pero al fin dijo- ¡Qué carajo!- Y se quitó los calzoncillos tirándolos sobre el césped, lejos de la piscina, y se tiró de cabeza. La vi describir una curva y salir a un metro escaso de mí.

-Y ahora ¿Qué?- Me dijo estando los dos quietos metidos en el agua. Noté que me miraba los pechos, que al estar en el agua flotaban ligeramente.

-Ahora nadamos un poquito- Le dí la espalda y me puse a nadar. Aunque la piscina no daba para mucho recorrido, si daba lo suficiente para hacer que él me siguiera a donde yo estaba.

Yo miré al interior de la piscina de agua trasparente y me fijé en su pene, empequeñecido. Me hizo gracia la situación y volví a nadar alejándome de él, ahora hacia el otro lado de la piscina. Él no tardó en seguirme.

Estuvimos nadando y moviéndonos por la piscina durante un rato. Me quería mostrar divertida y sexy y desde luego, que Charli me viera atractiva, por eso, cuando se plantó delante de mí, y me dí cuenta que me miraba fijamente y serio, ya presentía lo que  iba a ocurrir a continuación.

Charli me cogió de la cintura. Tiene una mano masculina, y sentí la seguridad que esa mano podía darme. Me tomó por las caderas. Yo le miré fijamente, sonriendo levemente. El supo interpretar perfectamente que tenía la vía libre, así que me estrechó entre sus brazos y acercó su cara a la mía, aproximó su boca a la mía , y me besó suavemente en la boca. Cerré los ojos y decidí que le sería receptiva a sus atenciones, así que coloqué mis manos alrededor del cuello y me entregué a un beso que sabía que podía llegar a ser interminable.

Charli deslizó sus manos de mis caderas a mis muslos y de mis muslos a mis nalga. No tardó en apartar de mis nalgas las bragas y me alzó. Yo entonces puse mis piernas alrededor de su cintura estrechándolo contra mí en el doble lazo que suponía tenerlo abrazado con mis cuatro extremidades, mientras nuestro beso continuaba en episodios que se interrumpían para volver a reiniciaros.

Me llevó en volandas hacia una esquina de la piscina, donde más cubría, aunque a él no le cubría tanto como a mí y allí yo me apoyé en la pared. Y el beso continuó en intervalos en los que separábamos nuestras bocas para volverlas a juntar de nuevo con renovada pasión.

El agua de la piscina hacía que no sintiera el cuerpo de Charli como podía haberlo sentido en una atmósfera de aire, pero de todas formas, el roce de su cuerpo con el mío era agradable, sensual, sexy.

Charli me dejó caer un poco y pude sentir entre mis nalgas su pene erecto. Sentirlo así y ahí me excitó y comencé a moverme para rozarme con él. Charli apartó sus labios de los míos y comenzó a besarme e cuello y a mordisqueármelo. Yo me agarré con más fuerza al cuello, y cerré todavía más el cerco de mis piernas sobre la cintura de Charli. Sentía la punta de su pene en mi sexo cubierto por las bragas y miles de mariposas recorriendo desde mi vientre hasta mi cuello

-¡Dejame que me las quite!- Le dije susurrándole al oído. Se  separó de mí y yo deslicé las bragas mojadas por mis muslos, mis pantorrillas y mis tobillos, hasta sentirme liberada y tirarlas fuera de la piscina. –Y ahora- le dije mirándole a los ojos,  -¡Ahora, fóllame!-

Me volvió a coger delas nalgas y me alzó de nuevo por encima de su pene. Me agarré de nuevo a sus hombros y juntamos nuestras cabezas. Poco a poco Charli fue soltándome  y mi cuerpo iba bajándose deslizándose por su vientre y sentí se pene primero separando los labios de mi sexo, y luego introducirse poco a poco en mi vagina. Las mariposas del vientre se convirtieron en una agradable presión que me bajaba hasta la parte más baja de mi sexo.

Charly me movió de sitio un par de metros, donde él estaba más cómodo. Comenzó a mover sus caderas y a empujarme contra el borde de la piscina mientras me agarraba fuertemente por las nalgas, para tenerme bien sujeta y facilitar su penetración. Sus movimientos hacían que su polla entrase y saliese dentro de mí. Yo por mi parte intentaba seguir su ritmo y cuando el subía, yo bajaba, y sentía su pene introducirse profundamente dentro de mí.

-¿Por qué no salimos?- Me dijo. Me quedé un poco decepcionada por que pensé que quería acabar ahí la fiesta, pero pronto comprendí que lo que él quería era llevar la fiesta a otra parte. Me llevó en volandas al extremo de la piscina donde menos cubría. Él salió primero, cogiendo impulso y apoyándose en las manos. Yo me apoyé en los brazos. Cuando salí me estaba esperando de pié. Su miembro estaba muy muy vivo.

Se lo acaricié unos momentos y luego busqué su mano para llevarlo a una zona del césped donde estaba realmente oscura y a resguardo de miradas indiscretas. No llevábamos toallas, pero había una butaca con una colchoneta fina que pusimos en el suelo. Me tumbé  sobre ella y me quedé mirándole. No tarde en ponerse de rodillas primero, y luego en tumbarse a mi lado. A él le tocaba la parte del césped.

Me acarició el cuerpo de arriba abajo, empezando por los costados, y luego deslizándolos por mis senos y mi vientre. La firmeza de su mano me resultaba muy agradable debido a que yo estaba mojada, pues no me había secado al salir de la piscina.  Me observaba mientras me acariciaba y en un momento dado volvió a buscar mi boca. Lo besé con una pasión renovada, con la misma pasión que encontraba yo en sus labios.

No tardó en tumbarse entre mis piernas. Sentí de nuevo su miembro entre mis muslos. Abrí bien las piernas y de nuevo las crucé sobre sus caderas, entrelazando mis tobillos y mis pies. Charli ahora tenía más libertad para moverse  y me penetraba con más intensidad, a un ritmo lento, pero haciendo que su pene entrara profundamente en mi y se retirara lentamente, como hacen las olas cuando llegan a la orilla de la playa.

Ese ritmo me volvía loca. De nuevo las mariposas, que no habían dejado de revolotear se convirtieron en una deliciosa presión que me recorrían entera. Empezaba a sentir un cosquilleo cada vez más intenso que iba desde la nuca y las orejas hasta la puta de los pies.

Charli pareció percibir el estado de mi excitación y me agarró de los hombros con  fuerza. Puso su cabeza junto a la mía. Lo sentía respirar profundamente, esforzarse. Lo sentía queriendo cumplir como macho, esforzándose en hacer una follada de antología, y aquello a mí me encantaba, me hacía sentir divina.

Me vino poco a poco, desde dentro hacia afuera, desde el centro a los extemos. Comencé a sentir el orgasmo como un terremoto que se escucha en la lejanía y que va aumentando en intensidad, hasta que, cuando te das cuenta, lo tienes encima y te supera. Charli me follaba cada vez con más fuerza, seguramente porque se daba cuenta de que me corría y no quería quedarse atrás. Esa que gemía de placer era yo, sin duda. Esos gemidos que alguien podría haber escucha salir desde la zona oscura del jardín eran míos.

Lo sentí descargar dentro de mi vagina. Unos chorritos rítmicos y calientes que s coincidían con los movimientos compulsivos de sus caderas contra mi sexo. Lo abracé y pasé mis manos por su espalda y sus nalgas frías, resultado de no haberlas secado tras salir del baño.

Todavía pensaba que podía sacar más, porque estaba aún muy caliente, así que salí de debajo de su cuerpo. Nos miramos y rápidamente comprendió lo que yo quería. Sin sacar su miembro, o al menos así me pareció, se colocó debajo de mí y yo sobre él. Me puse de rodillas, con las piernas a ambos lados de sus caderas y las manos sobre su pecho y comencé a cabalgarle. Empecé a mover mis caderas en sentido giratorio, queriendo sentir todo su pene en cada pared de mi vagina.

Rápidamente recuperé el climax y me desbordé. Me comporté como una gata en celo. Cerré los ojos como si así todos mis sentidos estuvieran puestos en su penetración. Me sentía respirar de nuevo aceleradamente, y nuevamente empecé a presentir la llegada del orgasmo, que en realidad parecía no haberse despedido de mí. Ya no me movía girando las caderas sino que bajaba y subía sobre su pene, que mantenía su vigor a pesar de haber eyaculado.

Eché mi cabeza hacia detrás y puse mis manos sobre mis muslos y ya no me movía de arriba abajo, sino que me agitaba de detrás hacia adelante, cada vez más rápido, conforme sentía que el nuevo orgasmo, más fuerte todavía que el primero se apoderaba de mí. De nuevo volví a gemir de placer mientras me corría, durante unos instantes que se me hicieron eternos y muy cortos a la vez.

Me quedé sobre él, acariciando su torso, mientras el me acariciaba los muslos. Luego lo abracé y sentí las manos en mi espalda, pasándola con suavidad desde la nuca hasta las nalgas una y otra vez, mientras manteníamos nuestras caras juntas.

-¿Has quedado contenta?-

-Mucho. Ha sido una cena como Dios manda-

-A mí también me ha gustado mucho la cena ¿Sabes? Tendríamos que cenar juntos más a menudo-

-¡Oh! ¡Eso no podrá ser así! ¡Es Usted un hombre casado!- Me reí. Nos besamos en la boca en un beso en el que ya quedaba más la pasiónde los amantes que el deseo no satisfecho.

-Es tarde. Deberíamos pensar en irnos-

Nos vestimos. Yo no me puse las bragas porque estaban mojadas, así que las llevaba en la mano. Cerramos todo muy bien para que nadie sospechara que habíamos estado allí y nos metimos en su coche. Estuvimos hablando.

-Oye Charli. Este coche…-

-Este es el que usa normalmente mi mujer. El mío está en el taller. –

-¡Ah!-

-Mañana no tengo coche, por que mi mujer lo necesita a primera hora. Tendré que coger el autobús.-

-¡Qué pena! Yo no puedo recogerte.-

Llegamos a la puerta de mi casa. Me despedí de él con un besito en los labios y salí del coche pensando “Ya eres mío”.

Porque yo, en un despiste, dejé mis bragas mojadas en el suelo de mi asiento. Fue un despiste… O tal vez no lo fuera. Quién sabe.

Lasarage.