La picadura del escorpión

Me puse mi mejor traje, mi mejor corbata, mi mejor camisa, mis mejores zapatos y cogí un avión que me iba a llevar hasta Madrid. No soy persona de hacer locuras pero en ocasiones algo desconocido me lleva a ser irreflexivo.

LA PICADURA DEL ESCORPION

Me puse mi mejor traje, mi mejor corbata, mi mejor camisa, mis mejores zapatos y cogí un avión que me iba a llevar hasta Madrid. No soy persona de hacer locuras pero en ocasiones algo desconocido me lleva a ser irreflexivo. Solo se vive una vez en la vida. Y solo una vez en la vida ella te dice que estará todo el día (y toda la noche en casa). No, no piensen mal. Ella no esta casada lo que sucede es que ella vive con sus padres. Sabia de ella a través de Internet pero no voy a dar más datos, tenia alrededor de 25 años, una morena de mirada peligrosa que vivía a 600 kilómetros de mi pene. Una seductora a la que le encantaba seducir. Peligrosa como la picadura de un escorpión pero dulce como el algodón de azúcar. La conversación empezó de broma, primero me dijo que sus padres se iban dos días de vacaciones y tendría el piso para ella sola.

No se como pero al día siguiente estaba cogiendo un avión a primera hora de la mañana vestido con mi mejor traje. ¿Por qué con un traje? A ella le excitaban los hombres vestidos con traje y yo no pensaba desperdiciar esa oportunidad. Al menos no con una mujer como aquella, sueño prohibido de todo hombre cercano a los cuarenta años, una mirada tan peligrosa como su picadura, unos labios tan dulces como el más increíble de los postres. Me dio la dirección de su casa. Eso me extrañó. La dije si prefería quedar en algún otro lugar antes. "Si tu coges un avión por mi yo te espero en mi casa". Esa fue su única e irrebatible respuesta. El aeropuerto estaba abarrotado de gente, cogi un taxi y le di la dirección de que me había dado ella, eran las doce del mediodía.

El taxista me dijo que invertiríamos menos de 20 minutos en llegar a esa dirección. Le envié un mensaje al móvil de ella que simplemente decía "en media hora estoy ahí". Al cabo de sesenta minutos estaba picando a la puerta de un chalet adosado, ella abrió y entonces la vi. Era tal y como había imaginado, morena de mirada leonina, los labios finos y peligrosos, pómulos marcados, ojos entrecerrados y un cuerpo que invitaba al más punible de los pecados. Me saludó con un beso en la mejilla. Después me enseño la planta baja del chalet donde vivía. Lo compartía con sus padres o mejor dicho, vivía bajo el reinado de sus progenitores. Pese a ello parecía una mujer terriblemente segura e independiente, como si allí solo viviese una persona, ella misma. Mientras me enseñaba el chalet (un adosado bastante usual) aproveche para mirarla de reojo, iba vestida de negro, ceñida y provocativa. Dispuesta a clavarme su aguijón en cualquier momento. Y yo iba a dejarme.

-¿Tienes hambre? –me preguntó cuando llegamos a la cocina.

-He comido algo en el puente aéreo –mentí, no quería perder mas el tiempo.

Ella se acercó a mi y me susurró al oído

-Me refiero a otro tipo de hambre.

Gire mi cabeza e intenté besarla en a boca pero ella se deshizo hábilmente de mi acción. Después se separó unos pasos y simplemente se dio la vuelta quedando contra la pared. Yo me acerque y metí mis manos dentro de su pantalón no sin antes desabrochar algún que otro botón. No llevaba ropa interior… como había imaginado. Simplemente perfecta. Su piel estaba caliente y era deliciosamente suave, mis dedos se deslizaron por su pubis rasurado y uno de mis dedos se detuvo en su clítoris. Mi pene, en total erección, luchaba por liberarse de los pantalones. Me apoye contra su culo y la hice sentir esta circunstancia. Ella suspiró y yo comencé a masturbarla lentamente mientras la mordía suavemente por los hombros. Olía deliciosamente. Con la mano que me quedaba libre comencé a tocarle los pechos por encima de la ropa. Tampoco llevaba sujetador y podía magrearlos y pellizcarlos como si no hubiese una fina tela entre sus pezones y mis dedos. Su respiración comenzó a acelerarse.

-Espera –dijo deshaciéndose de nuevo de todos mis abrazos.

Era hábil, parecía como si hubiese estado escapándose toda la vida de los abrazos de los hombres. Ahora permanecía en la otra punta de la cocina, con los pantalones desabrochados, despeinada y mirándome desafiante. Entonces apagó la luz.

Me quedé quieto mientras escuchaba como se movía. Parecía que se estaba quitando la ropa en la oscuridad. Hice lo mismo. Cuando al cabo de un rato se acercó a mi nuestras pieles desnudas se fundieron en un abrazo.

-Chico listo… -dijo ella.

-Chica mala… -respondí yo.

Intenté deslizar de nuevo mi mano hacia su entrepierna pero ella me lo impidió. Intenté besarla pero de nuevo se deshizo de todas y cada una de mis intenciones en la oscuridad. De improviso note como su lengua se deslizaba por toda la superficie de mi pene. Se había arrodillado, aunque no pudiese verla. Puse mis manos en su cabeza y cerré los ojos. Menuda estupidez. Cerrar los ojos en una habitación completamente a oscuras. Su boca se deslizaba por la superficie de mi pene de manera salvaje, hasta la mismísima base.

-Espera… -le dije- voy a correrme.

Ella libero su boca de mi polla.

-¿Y que? Para eso lo hago

Volvió a meter mi polla en su boca y a los pocos segundos descargue todo el semen que había acumulado desde el día que supe de ella en su garganta. Ella siguió chupando hasta que no quedó ni una sola gota. En ese momento me fallaron las fuerzas y caí al suelo. Por suerte no me golpee en ningún lugar, había caído encima de mi propia ropa. Note como ella reptaba por mis piernas, pasando por encima de mi pene y deteniéndose en mi rostro. Olía a sexo. Intente besarla (no me importaba que tuviese aun mi semen en su boca) pero ella se deshizo de nuevo. Era toda una experta.

Lo siguiente que note es que se había sentado encima de mi polla y estaba restregándose contra ella, al poco rato volvía a estar en erección. Note como ella cogia mi polla, se frotó repetidas veces el clítoris con ella y después se la metió de golpe en el coño (o al menos creo que era el coño… conociéndola… seguro que fue el coño…).

Comenzó a cabalgarme de manera salvaje mientras yo me aferraba a sus tetas como se aferra un domador a las bridas de un potro salvaje. No obstante domar a aquella mujer era tan imposible como sobrevivir a la picadura de un escorpión. Estuvimos haciendo el amor en la oscuridad (o simplemente follando) cerca de una hora. Después ella se levantó y encendió la luz. Ambos estábamos sudorosos. Resultaba curioso que después de estar todo el rato follando ahora nos avergonzásemos de la visión de nuestros cuerpos desnudos. Ella se dirigió a la nevera y la abrió, saco dos cervezas y me dio una.

-Bebe –me dijo- vas a necesitarlo.

Le propiné un largo trago a la cerveza. Estaba sediento. Ella me miraba con esa expresión de vampiresa que tanto me había gustado en todas sus fotos. Frunciendo los morros. Estaba increíble, desnuda, sudorosa y desafiante. Un escorpión en medio del desierto.

-¿Cuándo sale tu avión? –me preguntó.

-¿Cuándo vuelven tus padres? –le pregunté.

Estuvimos follando (o haciendo el amor) hasta la mañana siguiente. He de reconocer que fue una de las experiencias mas increíbles de toda mi vida. Durante todo ese tiempo hicimos de todo menos una cosa. Besarnos en los labios. Cuando nos despedíamos en la puerta no pude reprimir pedirle algo.

-Dame un beso. Por favor.

Se acerco a mi y colocó sus labios sobre los míos, mientras me besaba sus dientes se cerraron mordiéndome con fuerza y haciéndome sangrar. Después se separó, sonrió

-Hasta la próxima, amor.

Finalmente cerró la puerta. Por fin lo había comprendido. La picadura del escorpión, aunque duele… no siempre es mortal.

amo_ricard@hotmail.com

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Dedicado al único escorpión del mundo por el que me dejaría picar… porque el es ella: la letal escorpiona.