La Piara. Feliz 2020 (

El fin de año de 2019 fue una reunión con viejos y nuevos amigos, presentándole a las integrantes de La Piara a un par de parejas conocidas de toda la vida. Sumisión, humillación, lesbianismo y otras situaciones que hacen que sea un relato políticamente, incorrecto.

Ante todo, precisar algo que me han comentado algunos lectores y es que, en ocasiones, el gran numero de personajes hace que sea un poco difícil seguir el hilo. Pediros disculpas es lo único que puedo hacer, puesto que en ocasiones, no está en mi mano controlar cuantos asistentes hay en la reunión.

Por otro lado, todos aquellos lectores con curiosidades, que no duden en preguntarlas a mi correo.

Sobre las 21:30 horas del día 31 de diciembre de 2019 ya estaba casi todo a punto para recibir a los invitados. Durante las vacaciones de navidad, mi casa había sido la base de operaciones para que todos pudiéramos pasarlas juntas. Marcos y vaca se habían instalado el mismo sábado 20 de diciembre, fecha en que vinieron también nodriza y su mujer, guante. Ambas parejas se habían instalado en dos habitaciones de invitados y sus hijas, en la tercera. Que durmieran todas las niñas juntas fue una suerte para fresa, que se lo pasaba teta con ellas

Las hembras, nerea, vaca, fresa, nodriza y guante, habían hecho la cena y preparado la mesa y la casa para que pudiéramos tener un fin de año como Dios manda. Tanto mi mujer como nodriza eran dos excelente cocineras y daba gusto verlas trabajar con únicamente los collares puestos. Sus movimientos se coordinaban y se mezclaban con los besos y los dedos entrando y saliendo de alguno de los agujeros de la otra como casi de forma inconsciente. Ver como preparaban la cena mientras les botaban las tetas al ritmo de sus movimientos era casi embriagador.

Carlos: ¿Qué has preparado, zorra? – Le dije a mi mujer mientras la agarraba por detrás y sospesaba una de sus tetas, como si fuera una fruta madura en el mercado, lista para comprar.

Nerea: Lo que ordenaste, Amo: Vieiras de… primero…. Hmmmmm – dijo mientras gemía. Le encantaba que le apretara los pezones con fuerza – Carne… asada… uffffffff… y fre… fresas con na.. nata… de postre, Amo.

Carlos: Buena chica – le dije mientras le apretaba más los pezones. Ella cerró con fuerza las piernas y se apretó así las paredes del coño. Era algo que la ponía muy cerda y lubricada – así me gusta, que seas obediente. – Y dándole un cachete en el culo, me fui hacia el comedor. Aquel golpe movió su cola de zorra en la que terminaba su plug anal y dejo la marca de los cinco dedos en su nalga. La suya, con la de vaca, eran las dos únicas de zorra. El resto, eran de perra.

Salí al salón y vi como fresa le lamia los huevos a su padre, que gemía de gusto. La verdad es que era una escena excitante ver como su propia hija hacia las funciones de agujero cuando esta no estaba. Vaca, por su parte, estaba terminando de poner la mesa. Sus ubres se bamboleaban cada vez que ponía un cubierto. No pude resistirme y me acerque a ella, dándole un fuerte azote en la base de la teta, que la hizo saltar y mover, chocando con la otra.

Carlos: ¿Está todo listo, vaca?

Vaca: Si Amo. Estoy terminando de poner los cubiertos y en cuanto este, me llevare a las niñas a la ducha y les pasare un agua.

Carlos: Perfecto. Deja los cubiertos. Quiero mear.

Vaca, sin recibir otra indicación, deposito los cubiertos sobre la servilleta con la que los limpiaba y se arrodillo. Luego, me bajo la bragueta y sacándome la polla del calzoncillo, se la metió en la boca, esperando mi orina, que trago mientras me miraba a los ojos. Meter la polla en la boca de vaca era sinónimo de placer, ya fuera vaciando los huevos o la vejiga. Cuando noto que terminaba de usarla, la chupo bien para dejarla completamente limpia y me la volvió a meter en el pantalón. Después, se levanto y reanudo su trabajo colocando cubiertos.

A las 22:00 llego la primera pareja invitada: José, un hombre entrado en la cincuentena, con una barba  plagada de canas y gafas de ver. Su constitución era normal y su porte era más bien tímido cuando no se le conocía. Su mujer, Amparo, era conocida en nuestros círculos sociales como “pavo” debido a que sus labios menores sobresalían tres dedos de los mayores, lo que le daba un cierto parecido con dicho animal, al menos en el coño. Era una mujer de 45 años, metro setenta, pelo corto y castaño, con una generosa 90 de pecho rematada por unos sensibles pezones de madre. Tan pronto nerea cerró la puerta, se puso de rodillas y abriéndole la cremallera a José, se metió la polla en la boca, succionándola como si fuera un chupete, tal como le había ordenado específicamente. En los dos minutos que pavo tardo en quitarse la ropa y ponerse de rodillas, la morena recibía el primer lechazo de la noche.

José: Joder!!! Que puta aspiradora!!! Como me gusta tu mujer, Carlitos…  - dijo mientras mi esposa terminaba de sorber las últimas gotas de semen del Amo

Carlos: Ya sabes que mi esclava, es tu esclava – le dije mientras le apretaba la mano, saludándolo. Luego, me fije en pavo, que se había puesto de rodillas, esperando órdenes. Le metí dos dedos en el coño, encontrándolo totalmente empapado de un flujo blanquecino y oloroso. Cuando termine de hurgar en su interior, lleve los dedos a la boca de la esclava para que los limpiara – veo que tu perra sigue tan deliciosa como siempre.

José: Si, no puedo quejarme… ¿Qué tal todo? En el mensaje que me enviaste me dijiste que tenias nuevas adquisiciones y la verdad, esto de vivir en la capital, lejos de tus esclavas, me hace envidiarte profundamente.

Carlos: Si. Ahora, en cuanto lleguen los otros invitados, te las presentare. Estoy seguro que serán de tu pleno agrado.

Un par de minutos después y mientras todavía estábamos intercambiando estas impresiones, volvieron a llamar a la puerta. Eran Eduardo y su mujer. Edu, para los amigos, era un hombre de 65 años, ya jubilado pero con una tremenda vitalidad, tanto para la vida cotidiana como para la sexual. De rostro y barriga redonda, siempre tenía una sonrisa en la boca, incluso cuando disciplinaba a su mujer, llamada Marta, pero conocida como cabra. El nombre no le venía de sus procesos mentales, que muchas veces hacían parecer que realmente no se encontrara plenamente en sus cabales, si no a sus tetas. La veterana, de 60 años, tenía dos buenas tetas que recordaban a las de ese animal, ya que eran redondeadas y con el pezón hacia arriba. De todas las presentes, el pezón de cabra era el más gordo, con un tamaño parecido al del pulgar de cualquiera de los Amos. Su raja, depilada a laser era como el de una niña de 12 años, cerradita y en forma de hucha, de la que solo asomaba la puntita de los labios menores, dándole un punto divertido.

Mientras cabra se desnudaba, nerea repitió el ritual y succiono el miembro del veterano, pero tal como era de esperar, no consiguió que se corriera en tan poco tiempo.

Eduardo: ¿Qué tal, amigo mío? – Me dijo mientras me daba un abrazo, lo que hizo que la polla le entrara a mi mujer hasta la garganta, al verse aprisionada entre los dos - ¿Cómo va todo?

Carlos: Muy bien ¿Vosotros? ¿Listos para la cena?

Eduardo: Claro! Para eso hemos venido – rio mientras agarraba el pelo rizo de nerea y empezaba a follarle la garganta, aprovechando que se le estaba poniendo la polla morcillona – Veo que por muy elegantes que hemos venido, las reglas de vestimenta siguen siendo las mismas en tu casa

Eduardo se refería a que en mi casa, siempre que había una reunión de gente de nuestro ambiente, la vestimenta es sencilla: las hembras van desnudas, con sus collares y plugs anales mientras que los Amos vestimos con un sencillo pareo de color negro, que tapa nuestros sexos cuando así lo consideramos oportuno y nos ofrece la comodidad suficiente como para sentarnos en donde consideremos oportuno, sin tener que poner las nalgas sobre cualquier otra superficie que no sea la tela.

Carlos: Por supuesto. Ya me conoces, soy un amante de las tradiciones.

Eduardo: por supuesto - dijo mientras le ordenaba a cabra que le cambiara la ropa, como había hecho poco antes pavo con su Amo.

Cuando dejamos atrás el recibidor y entramos en el comedor, encontramos a Marcos en pie, con la misma ropa que lucíamos nosotros. A su lado y en orden jerárquico estaban vaca, fresa, nodriza y guante. Todas estaban de rodillas, en posición de espera, con las rodillas separadas y las manos sobre sus muslos, con las palmas mirando hacia arriba. Únicamente llevan puestos los collares y sus plug anales. Sus colas, marcaban también su jerarquía y mientras que los de más rango eran de zorra, los de menos, eran simplemente de perra.

Tras acceder a la estancia, nerea gateo rápidamente y ocupo su lugar en el primer puesto de la fila, adoptando la misma postura de respeto que las otras esclavas.

Carlos: José, Eduardo, venir, os presentare a parte de la piara…

Cabra: Disculpe, Amo, pero necesitaría ir al baño. El viaje ha sido largo y no puedo aguantarme más.

Eduardo miro a su esclava. Aquella salida de protocolo no era típica de su animal, que por lo general, conocía su lugar. Cabra estaba realmente roja y se notaba que realmente, lo estaba pasando mal. El Amo me miro y con un gesto manifestó su incomodidad y a la vez, solicitaba mi permiso para que su esclava usara el baño.

Carlos: Por supuesto – le dije a la esclava – guante, en posición.

La esclava gateo apenas un metro y abrió la boca, inclinando la cabeza hacia atrás. Cabra al principio no supo qué hacer, hasta que, como un relámpago, la idea de lo que tenía que hacer paso por su mente. Se acerco a guante y agachándose ligeramente sobre su boca, hizo que los labios de su coño tocaran la boca de guante. Cuando estuvo en posición, se concentro y empezó a mear. La madre de dos crías se trago la meada de la sexagenaria en frente a ellas sin ningún tipo de problema. Cuando cabra termino, se incorporo y fue sorprendía por el gesto de guante, que la agarro por las caderas y paso la lengua por su coño, para limpiarlo totalmente de orina. Una vez satisfecha con su trabajo, la soltó y volvió a su lugar en la fila.

José: Caray… que wáter más práctico…

Carlos: Si quieres usarlo…

José: Puede que tal vez luego…

Carlos: A Marcos, nerea y vaca, ya les conocéis – dije recuperando mi papel de anfitrión – esta pequeña putita es fresa, la hija de vaca – cuando escucho su nombre, la sumisa gateo un metro y se puso en pie. Llevo sus manos a la nuca y separo sus codos lo máximo posible, para ponerlos en ángulo. De esta forma, sus tetas quedaban totalmente expuestas. De la misma manera, separo las piernas y las flexiono, dejando expuesto su coño y el agujero anal al separársele también las nalgas. José y Eduardo la examinaron como si fuera una yegua a la venta. Tiraron de sus pezones, abofetearon sus tetas y su cara, metieron los dedos en sus agujeros e incluso la olieron. Cuando estuvieron satisfechos con el examen, se retiraron ligeramente. A esa señal reacciono la esclava y poniéndose de rodillas primero y gateando hacia atrás después, volvió a su lugar.

José: Con la edad que tiene unas buenas tetas. Seguro que le crecerán tanto como a la vaca de su madre

Eduardo: Estoy deseando ver lo que sabe hacer con la boca. Su madre tiene el nivel muy alto. Espero que sepa lo que hace.

Una tras otra, las esclavas fueron presentadas a mis compañeros y una tras otra, pasaron el examen de los Amos. Luego, tras evaluar a los animales, ambos compartían sus opiniones con nosotros.

Tras las presentaciones de la piara, los Amos presentaron, una vez más a sus esclavas. Tanto pavo como cabra habían sido folladas en numerosas ocasiones por nosotros y por lo tanto, fue un acto más formal que efectivo.

Marcos: ¿Qué tal si mientras las cocineras terminan el ágape, nos tomamos un coñac en el estudio?

Puesto que todos aceptamos la propuesta, nerea y nodriza marcharon a la cocina, acompañados por cabra, que también era una buena cocinera. El resto, nos dirigimos al estudio y guante se llevo a las pequeñas para que cenaran ya y no molestaran durante la cena de los mayores.

Cuando pasamos al estudio, pavo sirvió las bebidas y cuando termino, se puso de rodillas al lado de José, esperando instrucciones. Pero puesto que en estas fiestas, todos ponen a sus esclavas a disposición de todos, le ordene que viniera. Ella cruzo la sala a 4 patas y se coloco ante mí. Sin tener que decirle nada, puesto que conocía mis gustos, aparto el pareo y empezó a lamerme únicamente los cojones mientras disfrutaba de la copa.

José ordeno a fresa que bailara para Él i la pequeña lo hizo lo mas sensualmente posible, mostrándose sin dejar ni un solo recoveco. Danzo, se inclino, abrió y espatarro para mi compañero al que se le notaba un buen bulto en el pareo, pero que en ningún momento ordeno a la cría que lo trabajara.

Por su parte, vaca empezó a hacer sentadillas sobre la polla de Eduardo, de espaldas a él, cosa que aprovecho su marido para sacar una cuerda de uno de los cajones y hacerle un prieto shibari en las ubres. Empezó por la derecha y la apretó hasta que empezó a amoratarse. Cuando termino con esa, empezó con la otra y le hizo un sujetador que pasaba por detrás de su nuca y suspendía el peso de ambas ubres sobre un único punto (doloroso) en la base de cuello de vaca. Con la presión sanguínea, los pezones de vaca empezaron a hincharse y Marcos aprovecho para colocarle un par de pinzas con cascabel, que resonaban cada vez que su mujer saltaba sobre la polla de nuestro amigo.

Si teníamos en cuenta que esa era solo la toma de contacto y que todavía quedaba toda la cena, la noche prometía. Como durante todo el día, el teléfono no paraba de recibir mensajes de conocidos, amigos, socios y familiares para felicitar el año nuevo, así que mientras me ponía cómodo en el sofá y separaba mas las piernas para que pavo  pudiera trabajarme mejor los huevos y el ojete, empecé a leerlos y responder a lo que consideraba interesantes. Uno tras otro, los fui pasando hasta que llegue a uno que me llamo especialmente la atención. Era una foto de Mari y Ariadna en aquel momento. Ambas parecían no haber roto un plato en su vida y estaban vestidas de fiesta. Mari con un traje de color rosa y su hija con uno de color blanco. Pero lo que llamo mi atención fue que tras ese mensaje, la madre me había enviado unas fotos en el baño, sentada en el suelo y con las piernas abiertas, separándose los labios del higo, las nalgas para mostrarme su ojete y con el escote bajado para enseñar sus pezones de madre lactante. En un mensaje de voz me decía que tenía ganas de que empezara el curso para que pudiera ir a su casa y me la pudiera follar de una vez, que las navidades habían sido muy largas y tenía necesidad de polla urgentemente. Unos mensajes después, entraba un video de la pequeña Ari, en el que se la veía en su cocina y me decía que aprovechaba que su madre estaba en el baño (seguramente, haciéndose las fotos para mí) para darse un “alivio”. Entonces la pequeña zorrita se separaba la cámara, se subía el vestido (bajo el cual no llevaba nada de ropa interior) y poniendo la pierna derecha sobre el taburete, se empezaba a follar, casi con violencia, con los dedos mientras ponía los ojos en blanco hasta que, mordiéndose el labio inferior, se apreciaba como se corría. Luego, se metía los dedos, cubiertos de flujo, en la boca para limpiarlos y con un besito, se despedía, desando un feliz 2020. Riendo por la comprobación que eran un par de perras, más perecidas entre sí a lo que quisieran, le dije a pavo que se metiera la polla hasta la garganta y concentrándome, empecé a mear, tragándoselo la madrileña sin rechistar. La ventaja de mearte en la garganta y no en la boca es que el orín baja directamente al estomago y así huele mucho menos la boca, ya que no ha estado en ningún momento en ella. Su marido se corría rápido, pero la había adiestrado bien.

Media hora después, las cocineras nos llamaron a la mesa, así que procedimos a sentarnos tanto los Amos como sus parejas mientras fresa, junto con guante y nodriza se metieron bajo la mesa para amenizar la cena. Durante la misma las zorritas se dedicaron a comer pollas y coños, consiguiendo fresa el orgasmo de José con su esplendido trabajo bucal justo a mitad del primer plato. El veterano la agarro por la nuca y mientras apretaba su barbilla contra los huevos, se corrió tan abundantemente en su garganta que la lefa le salió por la nariz.

José: Eres una cerda, fresa… no me extraña que tu padrino, Carlos, este tan orgulloso de ti… en cuanto te crezcan un poco más las tetas y no se note tanto la edad que tienes, le pediré a tus Amos que te cedan durante un fin de semana. Estoy seguro que a mis clientes les gustara usarte durante una cena de negocios…

Marcos: Sin problemas – Dijo Marcos, mientras agarraba por el pelo a su hija y empezaba a follarle la garganta, con la leche de José todavía goteándole de la nariz – esta pequeña puta pronto podrá salir a comer pollas como lo hace la vaca de su madre una vez por semana en Terrassa…

Mientras, las dos madres seguían con su labor de pollas y coños. Nerea había agarrado a nodriza con los muslos y devoraba sus vieiras mientras la morena le comía el coño, haciendo que alcanzara el orgasmo una y otra vez mientras le empapaba la cara con su flujo y daba tirones a sus hinchados pezones para que goteara leche como una verdadera vaca lechera.

Nerea: Traga, cacho de mierda!!! – Le decía cada vez después de llenarle la cara de flujo – da ejemplo de cómo se ha de comerse un squirt, so zorra. Te sacamos de aquel puto burguer para esto!!!

Guante, por su parte, trabajaba el increíblemente juvenil coño de cabra, que gemía y abría la boca no solo para tomar la comida, si no para correrse mientras contraía el estomago mientras Eduardo, que había renunciado a que le comiera la polla ninguna de las animadoras de la noche durante la cena, ante su inminente corrida por la excitación que acumulaba, tiraba inmisericordemente de los pezones de su mujer. Como sus compañeras, la práctica daba la perfección y sus corridas eran potentes chorros de líquido que salpicaban toda la cara de la madre del año.

En el segundo plato, que fue servido por guante y nodriza, con la cara chorreante de flujos, las animadoras de la cena rotaron, quedando entre mis piernas la tierna fresa. Marcos ordeno a guante que se posicionara a sus pies y que nodriza sirviera a José. Con aquella distribución bajo la mesa, la carne asada, pese a ser un excelente plato  con un gusto insuperable, fue a lo que menos atención se le prestó, ya que los gemidos, bufidos y orgasmos se iban sucediendo uno tras otro, con más o menos regularidad.

La pequeña fresa, tras cientos de horas de práctica, sabía exactamente como trabajarme la polla para darme el máximo placer y retrasar el orgasmo todo lo posible para poder seguir con la felación. Sus dedos y lengua saltaban de mi miembro a mis cojones o mi ojete con la perfección que da la práctica y como premio obtuvo mi primer orgasmo de la noche, que trago con sumo agrado, al considerarse ella misma, adicta al semen de sus Amos.

Que de tanto en tanto se escuchara un golpe bajo la mesa no fue algo casual ya que Marcos había puesto a guante en una incómoda posición para que ella misma se follara el culo mientras su Amo cenaba. Y no era extraño, porque cuando la esclava se corría, solía subir la cabeza para gemir y se daba contra la mesa. Pero las perras “viejas”, como decía su antiguo Amo, no suelen cambiar de hábitos. Si Marc hubiera podido echar un vistazo en aquel momento bajo la mesa y ver a su mujer, ocupando el lugar que les correspondía en la sociedad, seguramente, no las hubiera cedido.

José: Joder, que morbazo – dijo mientras nodriza le hacia una cubana, con sus dos grandes tetas goteando leche sobre los cojones del Amo – Esto es francamente una experiencia… Si continuas así… joder… joder… joder!!!

Y el Amo exploto en un nuevo orgasmo que salpico la cara de nodriza, dejándole gruesos chorretones de leche de macho en la cara y en las ubres.

Una vez finalizada la limpieza, las niñas volvieron a sus anteriores coños y vaca salió de debajo de la mesa para ir a preparar el postre.

Carlos: Espero que os haya gustado la cena – comente a los comensales, pese a que sabía que la habían disfrutado todos – ahora, si no os parece mal, mientras tomamos el postre, las esclavas de menor rango prepararan las uvas.

Todos estuvimos de acuerdo y mientras disfrutábamos de las fresas con nata, haciendo tiempo para que llegaran las doce, las cocineras prepararon, en el salón, las uvas. Las de los Amos en pequeñas copas sobre la mesa, Para las sumisas, había un círculo de recipientes en el suelo, frente a nosotros y sobre la alfombra. En cada recipiente, las doce uvas perfectamente peladas y listas para consumir.

Con el trabajo hecho y sus Amos listos, las sumisas de alto rango ocuparon su lugar en el circulo, que quedo configurado con el coño de nerea en la boca de vaca, el de esta en la boca de pavo, que le tenía en frente al de cabra, la veterana tenia frente a si el coño de guante, que tenia la nariz de fresa pegada y por ultimo y cerrando el círculo, estaba nodriza, con sus tetas rebosando leche por la excitación que llevaba ante la boca de la esclava de mayor jerarquía. Una de ellas miraba hacia dentro del círculo y una hacia fuera. De esta manera, todas tenían un coño ante su nariz.

Marcos: bien, esclavas. Rellenar vuestros cuencos. Diez y dos.

Las sumisas introdujeron diez granos de uva en el coño de la que tenían delante y dos en el ano. Pese a haber sido elegidas, las frutas rellenaron casi por completo las cavidades de todas, excepto guante, que las encajo con soltura.

Cabra: Madre mía… que holgura… en lugar de uvas, le podría haber metido kiwis y no hubiera tenido problemas en aceptarlos.- La ocurrencia nos hizo reír a todos y sonrojarse a la aludida.

Cuando empezaron a sonar las campanadas, todas las esclavas hundieron el morro entre las piernas de su homónima y con la lengua, sacaban una a una las frutas del agujero que ellas mismas elegían, ya fuera el coño o el ojete. Mientras tanto, los Amo hicimos lo propio y nos comimos las uvas de nuestros recipientes

Una vez finalizada la ingesta de uvas, las esclavas deshicieron el círculo y acudieron a los pies de sus Amos. Nerea gateo hasta mi polla y tras lamerme los huevos como solo ella sabe, se la metió en la boca, encontrándola dura y babeante de liquido pre seminal. Vaca hizo lo propio con Marcos y cabra y pavo, también, encontrándolas duras a tope. Las otras tres sumisas, siendo de una categoría inferior a las que ya nos estaban comiendo las pollas, se tuvieron que conformar con los agujeros de sus homónimas. Fresa se amorro al ojete de nerea, mientras que guante y nodriza hicieron lo propio con los culos de las invitadas, quedándose únicamente vaca sin lamedora.

Tras las campanadas y las felicitaciones habituales, sonó el timbre y fresa fue a abrir. En la puerta estaban agujero, cerda y dulce, vestidas de fiesta y listas para unirse al grupo. Les habían dicho a sus padres que iban a una discoteca junto con la hija de Marcos  y que nosotros las llevaríamos con el coche y las recogeríamos y que para no molestar, se quedarían todas a dormir en mi casa.

Marcos: Pasar golfas – Les ordeno – y uniros a la fiesta!

Ellas, sin recibir más indicaciones, se despojaron de sus trajes, quedándose totalmente desnudas, puesto que tenían prohibida la ropa interior y se pusieron los collares. A cuatro patas llegaron hasta el comedor, luciendo sus colas de perra que traían desde casa, aprovechando la longitud de los trajes de fiesta.

Marcos: ¿Qué les habéis contado a vuestros padres, perras? ¿La historia de que salís de fiesta y luego venís a dormir? – Todas asintieron desde su posición de espera

Era maravilloso tener aquella carne fresca para usarla como apeteciera. Desde que fueron captadas en esa estúpida apuesta de colegio, habíamos convertido a tres crías en verdaderas sumisas, que no cuestionaban ni por un segundo nuestra autoridad.

Carlos: José, Eduardo, pavo, cabra, os presento al resto de las integrantes de La piara – Les dije a nuestros invitados – ellas son agujero, el juguete sexual de Marcos, cerda, la mayor de todas ellas y dulce, nuestro wáter particular. Si tenéis que mear, no dudéis en usarla.

Sin pronunciar palabra, cabra se levanto y acercándose a dulce, le puso el coño en la boca y empezó a mear. Fue una meada larga y placentera para la abuela y mas, cuando el baño saco la lengua y empezó a comerle el coño para dejárselo bien seco. Pero en lugar de eso, la veterana soltó un largo squirt que la joven se trago sin ningún tipo de problema. Cuando termino, la veterana se puso a su altura y tras proporcionarle un tremendo sopapo le dijo que fuera la última vez que le comiera el coño sin que nadie se lo ordenara y luego, le dio un morreo, notando el gusto de su propio orín.

Cabra: que lengua tiene esta cría – le dijo a pavo – ven, ponte sobre ella… si tu Amo te deja…

Pavo hizo lo propio y cuando la joven le comió el coño, también se corrió, soltando toda su corrida en la boca de la aprendiza, que se la comió sin rechistar.

Mientras, Marcos había agarrado a agujero por la coleta y la había llevado hasta un sofá, sentándose en él y haciendo que la joven le comiera la polla para recuperar toda su dureza. La media pastilla de viagra hacia milagros, pero tenias que mantener el morbo alto.

Marcos: ¿Qué os parece si mientras las dos esclavas domesticas (guante y nodriza) recogen la mesa, no nos relajamos y empezamos el año como se debe? Con una buena mamada!

Todos convenimos que era una excelente idea, así que ordenamos a las recién llegadas que se pusieran a cuatro patas y que nos comieran la polla mientras las de mayor nivel les abrían los agujeros para nosotros, ya que pese a su entreno, llevaban unas horas de retraso.

Así pues y como era de esperar, la servil agujero fue usada por Marcos, mientras que cerda se ponía ante José, dulce ante mí y fresa comía la polla de Eduardo. Detrás de las jovencitas, nerea daba por el culo a dulce, vaca a agujero, pavo a cerda y por último, el agujero de fresa era rellenado por el arnés de cabra.

José: Joder, vaya rebaño tenéis… a parte de verse jovencitas, se intuye que todas son buenas hembras y tienen ganas de ser usadas. Hmmmmmm y además, saben comerse una polla…

Marcos: Pues si… tenemos suerte de que sean tan cerdas y calientes. Además de ser unas cachondas, no tienen problemas en correrse una y otra vez…

Eduardo: ah… Dichosa juventud… ¿Y cuál de ellas es mas facilona a la hora de correrse?

Carlos: Todas tienen su punto… ya veréis… Esclavas – dije mirando a las que tenían puesto el arnés – quiero que las folleis duro. La primera que consiga que su montura se corra, tendrá premio. La última, un castigo.

Marcos: diez fustazos en las tetas – apuntillo mi compadre – no sé a qué esperáis… la apuesta ha comenzado…

Las esclavas se miraron. Todos sabíamos que la carrera iba a ser entre nerea y vaca para ver quien conseguía que su montura se corriera antes, debido a la ventaja que tenían al conocerlas tan íntimamente y que cabra y pavo serian las perjudicadas por los fustazos, ya que no tenían ese conocimiento.

Vaca, aprovechando el conocimiento que tenia de agujero, casi inmediatamente, saco la polla de goma que la unía por el arnés a agujero y empezó a azotarle el culo de forma inmisericorde. Sabía que aquella jovencita era masoquista y que la mejor forma de llegar al orgasmo era a través del color. Nerea, por su parte, clavo el arnés hasta lo más profundo de dulce y dejando de bombear, rodeo la cadera de la joven y empezó a frotarle frenéticamente el clítoris a la pajillera compulsiva, que para sorpresa de todos, se corrió en menos de un minuto mientras cabra y pavo apostaban por el uso convencional del arnés, es decir, follando a sus monturas con ellos.

Como ya he contado, la primera en caer fue dulce, con la paja a traición que le había hecho nerea y por tanto, la ejecutora, tendría un regalo. La segunda, contra todo pronóstico fue fresa. Los empujones de cabra, junto con un dedo en el culo, habían obrado el milagro orgasmo en forma de squirt que había mojado las piernas de ambas esclavas.

Eduardo: Esto se pone interesante – dijo mientras seguía disfrutando de la mamada de la recién orgasmada fresa – si pierde vaca, me pido azotarle las ubres…

José: Si pierde pavo, esos azotes se los daremos los cuatro. No soporto perder…

Desafortunadamente, los golpes que recibía agujero hicieron que se corriera antes que la follada que recibía cerda, si bien, cuando termino el orgasmo de su compañera, la repetidora tenía uno de los más potentes que había experimentado con un arnés.

José: Me cago en Dios! – Exclamo el madrileño cuando vio que su esclava no conseguía hacer correrse a la joven antes que cabra – eres una puta inútil, pavo. Cualquier día de estos, dejo que se te folle toda la planta del hospital. A ver si así aprendes… Trae la fusta, puta inútil…

Pavo recorrió el camino desde el despacho al cuarto de juegos y vuelta a cuatro patas. Cuando regreso, traía una fusta de equitación entre los dientes.

José: en posición, perdedora.

Pavo se puso de rodillas ante su Amo y poniendo las manos en la nuca, saco pecho. José descargo sin piedad los diez fustazos en las tetas de su esclava/esposa en todas direcciones. Al terminar, las bellas tetas de pavo estaban surcadas por un conjunto de líneas rojas. Marcos y Eduardo, sumaron las suyas y cuando llego mi turno, le pedí a su Amo que si en lugar de la fusta, podía usar la mano.

José: joder, claro… le harás mas daño con esa manaza que tienes que con la fusta – me contesto – dale duro.

Puse a pavo ante mí, de rodillas, como con los otros Amos. Sus tetas mostraban multitud de rayas rojas, algunas violetas y otras pocas lilas. Agarre a la sumisa por el collar y la incline 45 grados, dejando sus tetas colgando. Entonces, solté una torta sobre tu teta izquierda, que choco violentamente contra la derecha. La esclava, que hasta entonces no se había quejado, soltó un gemido. Aquel pequeño triunfo me hizo sonreír, así que repetí el castigo y no fue hasta el séptimo tortazo que conseguí hacer chillar a pavo. Las tres últimas se repitió la respuesta, con lo que al terminar, todos los Amos me felicitaron.

Eduardo: Con esas manos, no creo que ninguna de las esclavas este deseando que la azotes.

Marcos: Jajajajaja – se rio mientras follaba con dureza la garganta de agujero – esta hija de puta es masoquista ¿Verdad, fulana? – dijo, soltándole una buena hostia – y le encanta que le hagan daño. Es un puto saco de boxeo húmedo.

José: ¿De verdad?

Marcos: por supuesto! Ya verás… hazle daño.

José: ¿Gratuitamente?

Marcos: No. Para su placer y el tuyo – dijo dándole una potente torta a sus tetas en desarrollo, lo que provocó un gemido en la sumisa - ¿Ves?

Carlos: Ya que nos vamos a poner serios, vayamos a la sala de juegos - Y levantándome, me dirigí a una de las habitaciones de la casa.

La sala de juegos, a diferencia de la del Amo Marc, estaba diseñada para las practicas BDSM y no para aislar a sus hijas. En la sala había todo lo necesario para pasar horas y horas de prácticas sexuales. Para proteger la intimidad de nuestras preferencias sexuales, la puerta únicamente se abre con una combinación electrónica, así que tras introducir el número correcto, el zumbido de la cerradura nos permitió el acceso al interior.

Dentro una cruz de San Andrés, con muñequeras y presas a diferentes alturas, presidia la sala. El cepo y la silla de ginecólogo tenían un lugar preeminente también, al lado de unos sofás acolchados y una ducha con amplio espacio, no lo solo para usarla de forma convencional, si no como zona de lluvia dorada. Además, en una de las paredes, una surtida colección de fustas, gatos y demás artilugios colgaban ordenadamente en grupos y tamaños. En otra de las paredes, archivadores de cristal que dejaban ver el contenido de un variopinto surtido de objetos relacionados con el sexo. Era, como se podría decir, el sueño de todo aficionado a la disciplina. Si un objeto no se encontraba en aquella exposición o bien no existía o no era relevante para la práctica del BDSM.

Carlos: agujero, a la silla – le ordene a la esclava. A cuatro patas se acerco hasta la silla de ginecólogo y se subió a ella. Nerea se acerco de la misma forma y poniéndose en pie, subió las piernas de la joven a los hierros para sujetar las piernas, luego le puso las correas, dejándola inmovilizada.

José: baja el respaldo, nerea. Quiero que esta cerda tengo algo en la boca mientras compruebo que tan masoquista es.

Nerea manipulo los mandos de la silla y puso el respaldo en posición horizontal. Luego, se subió a horcajadas sobre la cara de agujero, dejando su coño a escasos centímetros de la boca de la esclava.

Cabra: Amo – le dijo respetuosamente a Eduardo - ¿Podría darme permiso para usar el coño de la esclava a la que llaman guante? Cuando me he comido las uvas en su coño me ha dado mucho morbo que lo tuviera tan ancho.

Eduardo me miro a mi y asentí con la cabeza, así que cabra se llevo a guante a uno de los sofás y la hizo sentar, con las patas muy abiertas. Agarro el lubricante y tras meterle un buen chorro en el chocho, empezó a jugar con sus dedos en él. Los primeros cuatro dedos desaparecieron dentro de la oquedad de la esclava con relativa facilidad, lo que agrado a cabra, que se tocaba el coño con la izquierda, masturbándose. Cuando plegó el pulgar en el interior de la mano para empezar con el fist, un estallido seco surco el aire.

José había descargado el primer golpe de gato en los muslos de agujero, que había levantado la cabeza por el dolor, mezclado con el placer, encontrándose con el húmedo coño de nerea. Ese trallazo produjo tres gemidos: el de José, al ver que la esclava no chillaba, el de agujero al recibir ese estimulo doloroso que tanto le gustaba y necesitaba y el de nerea, que al notar una boca en su coño abrió mas las piernas para que se lo pudieran trabajar. Un segundo impacto en el otro muslo fue seguido de otro en cada pie. Al ser una zona no trabajada por Marcos, los impactos en los pies fueron una estimulación extra para agujero, que se corrió sin poder contenerlo, haciendo salir un líquido espeso y blanco de su coño.

José: La muy zorra se ha corrido! – Dijo sorprendido el madrileño – cuatro hostias y se ha corrido…. Hmmmmmm – y empezó otra serie de golpes que volvieron a llevar a agujero una y otra vez al orgasmo.

Mientras, con cada corrida y gemido, el coño de nerea recibía una estimulación extra y la esclava, después de pedir permiso al Amo que estaba usando a su montura, empezó a tirarle de los pezones y a azotar sus tetas en desarrollo, a fin de que gimiera mas y notarlo en el coño. En el tercer orgasmo de la masoquista, nerea dejo ir el suyo, llenándole la cara de flujo.

Carlos: Ven aquí, pavo. Vamos a divertirnos – le dije mientras la agarraba del pelo y la llevaba hasta la cruz. Al llegar al lado del objeto, la hice poner en pie y ate sus manos y sus pies a las aspas de la cruz, dejando sus deliciosas tetas a la vista – Deliciosa – le dije y le solté una torta en la teta.

Luego fui a uno de los cajones de la cómoda que contenía el material y seleccione una pieza de plástico con 15 pinzas de la ropa, unidas por un fino cordel de color negro. Una a una, las fui colocando en la teta izquierda de pavo, en todo el perímetro, pero sin pinzar el pezón. Luego, repetí la operación con el otro pecho y cuando termine, aquella sumisa tenía 30 pinzas en los pezones, unidas por dos cordeles. Ella me miraba con curiosidad. Pese a todos sus años de sumisa, nunca le habían hecho una “cremallera”.

Carlos: ¿Te gusta cómo te muerden las pinzas, zorra? – le pregunte al oído. Ella cabeceo afirmativamente mientras gemía. Una sola pinza no era un estimulo demasiado elevado, pero si se le unían veintinueve mas, la cosa cambiaba.

Y en cuanto metí los dedos en el coño de largos labios de la sumisa me di cuenta que le gustaba la situación. Lo tenía empapado, así que gire la postura de los mismos y tocando su punto G, empecé a masturbarla hasta que se corrió con fuerza y justo en medio de su orgasmo, de un solo tirón a los cordones, le arranque las pinzas de las tetas. El orgasmo y la sensación de dolor y placer, le produjeron convulsiones y únicamente gracias a estar sujeta a la cruz, no cayó al suelo.

Pavo: Ah!!! AAAHHHHHH!!!!! OOOOHHHH!!!!!! – repetía con los ojos en blanco mientras yo no paraba de hundir con fuerza mis dedos en su babeante coño.

Marcos, que siempre había demostrado un interés especial por cabra estaba ahora detrás de la veterana, con la polla taladrando duramente su ojete mientras le tiraba de los pezones, alargando más sus tetas. La abuela no había dejado de follar a guante con el puño, que ahora entraba y salía realmente rápido, bañado en flujo y lubricante mientras la madre se corría una y otra vez, apretándose las tetas, de las que brotaba un hilo de leche, que le daba una imagen más pervertida todavía.

Marcos: Vamos puta cabra!!!! – Le decía mientras taladraba a la veterana y le azotaba el culo con verdaderas ganas – quiero que mañana esta perra no pueda ni cerrar las piernas!!!

Eduardo miraba la escena sentado en uno de los cómodos sillones que tenia la sala. Había puesto a dulce de rodillas ante sí y tenía la polla en su boca. La esclava había recibido una larga meada hacia poco y ahora estaba comiéndole el miembro al sexagenario con total parsimonia, como se gustaba a Él. Era la calma que precede a la tormenta, puesto que todos sabíamos la afición del veterano por follar gargantas.

Eduardo: vaca, nodriza. Poneros un arnés. Quiero que ajustéis la polla más gorda que haya en el surtido – les ordeno a las esclavas sénior. Cuando los tuvieron puestos, les ordeno a cerda y fresa ponerse a 4 patas ante ellas. Fresa, conocedora de lo que le pasaba cuando su madre se calzaba el arnés, se puso ante nodriza – no no no, pequeña puta… te quiero ante tu madre – dijo el Amo sonriendo – me encanta ver como la familia se lo pasa bien junta…

Así pues, cerda y fresa cambiaron de posición, quedado el culo de la hija en frente de las ubres de su madre. La jovencita sabia que una de las aficiones favoritas de su progenitora era darle curo y que cuando lo hacía, terminaba corriéndose y medándose, cosa que le había prohibido expresamente vaca. Pese a todo, no podía evitarlo y la madre contaba con ello para poder humillarla por desobediente.

Eduardo: Bien, cerdas… esto es una competición – explico el sexagenario mientras acariciaba la cabeza de su mamadora – disponéis de quince minutos para follaros a la esclava que tenéis delante por donde más os apetezca. Al cabo de ese tiempo, la poseedora del arnés que haya conseguido mayor número de orgasmos de su montura ganara. El premio consistirá en darle por el culo a la perdedora durante ese mismo tiempo. Por supuesto, la montura que menos orgasmos tenga también será castigada con la misma penitencia que su amazona. Cada vez que una de las monturas se corra, levantara la mano y contara en alto su número de orgasmo. Pues venga, empieza el tiempo – dijo, mirándose el reloj

“Como perdamos, te vas a cagar. Literalmente” le dijo vaca a su hija. Para la tetuda, que una esclava de inferior clase le diera por el culo como castigo, era humillante, pero mucho más lo seria perder una apuesta. Así pues, vaca hundió el consolador en el coño de su hija y empezó a bombear como si no hubiera un mañana. La práctica que tenia usando el arnés hacia que follara como un macho y pronto fresa tuvo su primer orgasmo sintiendo que aquel consolador le expandía el coño con cada pollazo.

Por su parte, nodriza contaba con muchísima menos experiencia en el uso del arnés, pero tenía la ventaja de estar “casada” con otra mujer y de que tenía la orden de follársela a diario hasta que se corriera mínimo un par de veces. Ese conocimiento hizo que su ritmo fuera mucho más bajo, pero que rodeando la cintura de cerda, empezó a sobarle el clítoris y masajearle de los pezones.

La follada de vaca era de una esclava de nivel superior a una de nivel inferior: dura y humillante. La de nodriza, casi se podía decir que era tierna. Si se hubiera tratado de cualquier otra competición, ya fuera fuerza, destreza o humillación, vaca habría pasado la mano por la cara a nodriza. Pero se trataba de dar placer a la montura y en eso, la camarera, era una experta.

Cuando quince minutos después se termino el tiempo, Eduardo tenía una sonrisa en la cara.

Eduardo: vaya, vaya, vaya… - dijo con tono irónico – solo he visto dos veces perder una apuesta a la vaca tetuda de Marcos… una fue cuando nerea se gano el privilegio de ser tu superior. Y la segunda, hoy. Tu hija se ha corrido una vez menos que su amiga…

La cara de vaca se torno en una máscara congelada. No transpiraba ninguna emoción, pero los que la conocíamos sabíamos que aquello solo significaba una profunda vergüenza y enfado, a partes iguales. Haber perdido aquella apuesta significaba que la iba a “castigar” el escalafón más bajo de La Piara.

Y la que recibía mejor el castigo era la cerda de agujero, que seguía encajando los golpes de José. El madrileño le había dado en todas las partes posibles de su cuerpo y la esclava lo tenía totalmente rojo desde los pies a las tetas. Su cara, protegida por las piernas de nerea no había recibido un solo impacto, pero su boca rebosaba de los flujos de mi mujer, que había entrado en una espiral de orgasmos encadenados de la que no quería bajarse.

Uno tras otro, la joven había encajado los golpes del Amo y se había corrido tantas veces, que ya no sabía cuando terminaba un orgasmo y empezaba el siguiente. Le dolía todo el cuerpo y solo sabía una cosa: que quería estar ahí para siempre.

José, con el brazo cansado se acerco a la esclava y le dio un par de fuertes palmadas en su maltrecho coño. La esclava se corrió otra vez y cuando termino, el Amo, se la clavo hasta los cojones por el culo. Ni tan siquiera lo había lubricado, pero era tal la cantidad de líquidos que le salían del coño a aquella hembra que José lo sintió tan lubricado como si le acabara de penetrar el coño. Cuando el Amo empezó a bombear, nerea se inclino sobre la homónima y empezó a besar en la boca al madrileño, que le dio un par de potentes tortas en las ubres, lo que provoco un escalofrió en la hembra y una nueva corrida en la boca de la masoquista.

Poco rato después y fiel a su forma de ser, José se volvió a correr en el culo de agujero. Al retirarse ordeno a nerea que primero le limpiara la polla de los restos de su corrida y después hiciera lo propio con los agujeros de la maltrecha sumisa. Ella, que siempre había considerado el semen del Amo madrileño como un festín, lo hizo inmediatamente y cuando se la dejo impoluta, continuo con el agujero anal de la chica, aprovechando la postura y que los hierros de la silla no le permitían cerrar las patas. Tan bien lo hizo que sin tener que pegarle, logro arrancarle otro orgasmo comiéndole solo en ano.

Mientras observaba con satisfacción como mi mujer me dejaba en buen lugar como Amo, saque de otro cajón una cuerda de un dedo de grosor y volví a la cruz. Pavo se había recuperado de los orgasmos y veía con placer como su Amo follaba a la masoquista.

Yo por mi parte, empecé por debajo del pecho de la sumisa y di cuatro vueltas alrededor de su pecho, haciendo un círculo cada vez más estrecho en la base de su teta. Al terminar me dedique a la otra y realice el mismo procedimiento. Unas vueltas después, los pechos de pavo estaban alargados por la base y empezaban a adquirir un bellísimo color morado.

Carlos: ¿Estas bien, pavo? – Ella asintió - ¿Recuerdas la palabra de seguridad?

Pavo: si, Amo – respondió – pero sabe que jamás la he usado

Carlos: Con eso cuento, pavo… con eso cuento

Y agachándome fije, mediante otra cuerda, un vibrador de cabeza redonda sobre el clítoris de la esclava, poniéndolo a máxima potencia.

Sabía que aquel “masaje” era tremendo para la esclava, que casi al instante, empezó a ponerse colorada y a correrse una vez tras otra. Pavo tenía un clítoris tremendamente sensible y cualquier estimulación sobre él, por pequeña que fuera, la llevaba al orgasmo.

Entre el primer y segundo orgasmo, le puse las pinzas en los pezones. Estas no eran de la ropa, si no que llevan un mecanismo de cierre que permite bloquearlas y una presilla que permite cargarles peso. Pavo tenía un buen par de pezones, igual no tan grandes como los del resto de esclavas adultas, pero si respetables, así que tras fijar las presas, le uní un par de pesos de medio kilo, lo que tiro de ellos hacia abajo, alargando sus ubres. Pese a ello, el placer que notaba en el clítoris era mucho mayor que la molestia que le podía suponer ese tirón constante y volvió a correrse.

José: Me encanta ver como la usas – me dijo, colocándose a mi lado. Había dejado a las sumisas en posición de 69 y ordenado que cuando nerea decidiera, podían volver a ocupar la postura de espera. Si conocía bien a mi mujer, la pobre agujero iba a estar comiendo coño hasta que la reclamara Marcos. Y ahora, el Amo, estaba muy ocupado con los agujeros de cabra – esta puta siempre está muy necesitada y cuando venimos por Barcelona se que le van a dar lo que se merece.

Carlos: Lo sé… - dije soltando una torta en las amoratadas tetas de la esclava – estos días que estéis por aquí, serán bien empleados, te lo garantizo. Ya me he puesto en contacto con unos amigos.

José: Lo sé, Carlos… Lo sé – y mirando el reloj dijo – Bueno… es tarde… me voy a dormir. Que la disfrutes – y salió por la puerta, destino a una de las habitaciones de invitados, donde le esperaba la cama.

Mientras veía como se alejaba, abrí otro de los cajones de la cómoda y seleccione una vela de cera de abeja de color rojo, descartando las de soja o parafina, que tenían una cera mucho más fría. No era la primera vez que le iba a pintar las tetas a pavo y por lo tanto, me apetecía subir el nivel.

Cuando las primeras gotas cayeron en sus tetas, el contacto con el material fundido y la poca circulación sanguínea que tenían los apéndices obro su magia. Pavo abrió mucho los ojos y gimió, retorciéndose e intentando evitar el goteo constante de la candela. Sin duda, el vibrador amortiguaba su tortura, así que mientras decoraba sus  tetas, la esclava siguió corriéndose.

Marcos: Que cabrón!!! – me dijo mientras seguía follandole el culo a cabra. Había cambiado la posición de las esclavas y las había puesto haciendo un 69, pero mientras la abuela seguía taladrando el coño de guante con el puño, esta se concentraba en los huevos del Amo, que se los había puesto en la boca – mira que te gusta darle cera a la pobre pavo jajajaja.

Marcos siempre había sido un Amo a quien le gustaba tener controlada la situación, como a mí y pese a parecer que estaba a lo suyo, en realidad tenia controlado todo lo que pasaba en la habitación de juegos. Así pues, también tenía controlado como vaca y cerda se habían intercambiado los arneses y ahora, sus dos hembras estaban a cuatro patas ante nodriza y la compañera de clase de su hija.

Eduardo: Putita, lubrica los anos de las perdedoras – le dijo a dulce, mientras le pegaba un empujón con la pierna y la echaba de culo al suelo. Primero saliva y luego, lubricante. Se generosa. Es un castigo, pero quiero que disfruten…

Dulce se desplazo a cuatro patas, moviendo grácilmente la cola que todas usaban a menos que un Amo requiriera su ano. Se situó primero detrás de vaca y empezó a lamerle el culo. Enseguida, el agujero de la veterana se abrió para facilitarle el trabajo y su dueña, empezó a gemir con el masaje. En apenas unos minutos que duro este, vaca consiguió correrse al menos, una vez.

Tras untarle el culo a la madre, la esclava realizo el mismo trabajo con la hija, que si bien lo intentaba, no podía relajarse para alcanzar el orgasmo, ya que la furibunda mirada de su madre no perdía detalle de su cara. Fresa sabía que no haberse corrido mas iba a significar que tuviera que sentarse durante unos días de lado, del castigo que le aplicaría su madre con la fusta tan pronto como pudiera.

Eduardo: Ven aquí, pequeña… ponte tu también lubricante, que te vas a encular…  - le ordeno a la joven gafitas

Cuando los tres agujeros estuvieron listos, Eduardo dio la orden y empezó a contar el tiempo de 15 minutos.

En el primer pollazo que encajo vaca le dolió mas el orgullo que el ano, pese a que la polla de látex la dilataba casi por completo. Miro por encima del hombro y vio como nodriza la miraba con casi una sonrisa en la boca. Para ella, poder encular a la segunda al mando había sido siempre una fantasía, pero que jamás creía que podría llevar a cabo puesto que las peticiones se hacen de arriba abajo y nunca al revés. Así pues, ahora la madre lactante tenia agarrada por las generosas caderas a su superior jerárquico y la estaba follando con mas rudeza que a su primera montura, pero tratándole de dar todo el placer posible. Poco a poco vaca se fue relajando y la rabia fue cediendo al placer de aquella polla artificial que le taladraba el culo. Cuando casi estaba a punto de renunciar al orgasmo, los experimentados dedos de nodriza alcanzaron su clítoris y empezaron a masajearlo, haciendo que una corriente eléctrica fluyera de él y desplazándose por su columna vertebral, estallara en forma de orgasmo en su cerebro.

Por su parte, la instigadora del juego y última responsable de que todas las alumnas más guarras del Escala Dei estuvieran allí, la repetidora cerda, estaba follando el culo de su amiga con total reverencia. Cuando vaca le puso el arnés, miro la polla con la que cargaba y se preguntaba cuanto gritaría fresa al metérsela. Para su sorpresa, su amiga se había tragado aquel pollón sin problemas serios y ahora estaba moviendo el culo para obtener más placer.

Eduardo: Quince minutos! – Anuncio con una palmada en el culo de dulce, que cabalgaba sobre Él, con la polla encajada en el culo mientras el abuelo tiraba de sus pezones y la abofeteaba – y ahora, que ya han disfrutado, quiero que les reventéis el culo. Así que dejaros de hostias y darles duro o os atare a las dos y hare que mi mujer os meta el puño por el ojete. Y tu sigue, fulana, que me voy a correr…

Ante una amenaza tan seria, nodriza y cerda se miraron. Una cosa era respeto y la otra, desobedecer a un Amo. Y si el Amo había dicho que había que darles duro… lo harían.

Nodriza agarro a vaca por las caderas y le metió toda la polla de un solo golpe. la esclava, que hasta ahora había estado disfrutando de una follada deliciosa, se noto rellena de golpe y su barbilla, que en todo momento había estado a la altura de sus tetas, salió propulsada hacia arriba mientras abría al máximo los ojos y un “oooohhhhhh” salía de su garganta. Tras ese primer y profundo pollazo, nodriza aprovecho la dilatación anal de su superior y entro y salió de su culo todas las veces que le fue posible.

Por su parte, fresa, recibía los pollazos de su amiga con menos placer que su madre. Su ano estaba menos dilatado que el de su progenitora y aquella polla estaba haciendo estragos en el final de su aparato digestivo. Cerda se había tomado en serio lo de reventarle el culo y lo estaba consiguiendo. De forma casi inconsciente, su mano derecha se abrió y busco el contacto de la mano de su madre. Al verlo, vaca entrelazo los dedos con su hija y poco antes de que se terminaran los cinco minutos, alcanzaron el orgasmo casi de forma sincronizada.

Pero la verdad es que si hubieran tardado más, no hubiera importado. Eduardo estaba a punto de vaciar los huevos en el culo de dulce y descarto la tarea de control, centrándose únicamente en el placer que le proporcionaba el agujero marrón de la cría. Poco después, agarrándola por el cuello, el sexagenario, descargaba las pelotas en el ojete de la esclava.

Eduardo: cabra!!! – Chillo el Amo – ven aquí, puta vieja y límpiame la corrida que esta niñata ha exprimido. Vamos!!! Y vosotras dos, golfas. Ya podéis parar…

A cabra, que hacía poco acababa de tener un orgasmo con la polla de Marcos en el culo y la lengua de guante en el coño no le hizo mucha gracia tener que abandonarlos, pero sacando la mano de las entrañas de guante, gateo hasta su Amo y sacando la ya morcillona polla del ojete de dulce, se la metió en la boca. Marta, viendo el ojete de su amiga goteando leche de Amo, se adelanto para lamerla de la fuente y al moverse, se quito ella misma el arnés del culo. Aquel agujero tenía un diámetro de tres dedos y no fue hasta el cabo de un par de minutos que se empezó a contraer, justo cuando su dueña empezaba a lamer el semen del suelo.

Marcos, privado del agujero anal de cabra, tras meterle la polla en la boca a guante para que le limpiara los posibles restos, se levanto y vino hacia mi posición. Yo hacia un rato había sacado a pavo de la cruz y la había puesto en el cepo, aprovechando la posición para follarle duramente el culo mientras se lo azotaba. Sus tetas poco se movían en aquella posición gracias a la gruesa capa de cera que tenían y que, si hubiera querido, hubieran configurado un molde preciso de su pecho.

Marcos: ¿Me dejas que le folle la boca? Estoy a punto y no quiero usar a una de las nuestras para terminar

Carlos: Toda tuya. Dale una buena ración de crema catalana a esta madrileña de mierda. Que cate lo que es el producto de la tierra.

Marcos ajusto la altura del cepo y agarrando a pavo por la nuca, se la empezó a follar por la boca sin ninguna contemplación. La madrileña, pese a ser una experta en garganta profunda tuvo algunos problemas en tragársela entera, ya que el potente ritmo que le estaba imprimiendo en el culo la desconcentraba, pero en cuestión de momentos, Marcos y yo nos secuenciamos y cuando su polla salía casi de la garganta de pavo, mis huevos chocaban contra su empapado coño y cuando era mi capullo lo que estaba a punto de salir de su ano, los huevos de Marcos le tocaban la barbilla a la sumisa.

Estuvimos poco más de cinco minutos así hasta que los huevos de Marcos no resistieron mas la presión y estallaron en la garganta de pavo, que trago tanto como pudo, pero no lo suficiente, ya que parte de la lechada de mi colega le salió por la nariz, provocándole tos y que contrajera de forma involuntaria el ano, momento que aproveche para descargar yo también mis pelotas en lo más profundo del recto de pavo. En cuanto me retire, un grumo espeso salió lentamente del culo de la esclava y sabiendo que tanto le gustaba, hice que mi ahijada nos limpiara a todos con la lengua, dándose un buen atracón de semen paterno y de su padrino.

Carlos: Bueno, familia… dije tras el trabajo de limpieza que me había hecho mi ahijada en la polla - ¿Qué os ha parecido el inicio de año? ¿Es o no lo que os propuse?

Eduardo: Joder, ha sido fabuloso. Mucho mejor de lo que me esperaba.

Marcos: Y lo que nos espera, jejeje – dijo frotándose las manos - ¿Qué os parece si ahora nos retiramos a descansar un rato? Son las cuatro de la mañana y yo, personalmente, estoy cansado.

Eduardo: Perfecto ¿Cómo nos organizamos? Porque no creo que hoy queráis dormir con el mismo chocho que compartís cama a diario.

Carlos: Que cabrón… como nos conoces… - le dije mientras me servía otra copa de cava – he pensado la siguiente distribución, a ver que me decís… tu, Edu, te quedas con vaca, cerda y peque. Marcos con pavo, agujero, como no… y mi hija, bastarda. José, que ya se ha ido a la cama que duerma o lo que quiera con nerea, dulce y lucia. Y yo me quedo con tu mujer, cabra, fresa y Raquel ¿Qué os parece?

Marcos: Por mí, encantado.

Eduardo: Por mi bien, pero… ¿nodriza y guante? ¿Con quién van?

Carlos: Joder, Edu! – Le dije mientras salíamos de la sala de juegos, antes de ir a las respectivas habitaciones a continuar la fiesta – pareces nuevo… alguien tiene que quedarse a limpiar…