La piara. El teléfono nuevo de fresa
La poca atención que pone fresa en cuidar su teléfono hace que tenga que aprender una importante lección sobre como se ha de ganar la vida una persona honrada
“Estoy hasta los cojones” escuche chillar a Marcos instantes antes de que el sonido de una torta cruzara el espacio entre el comedor de mi casa y el recibidor. No era raro escuchar el sonido de un castigo al entrar, pero el tono de voz de mi compadre sí que lo era. Así pues, entreguémi maleta a nodriza y jugué distraídamente con sus ubres lecheras mientras la esclava me cambiaba los zapatos por un calzado más cómodo. La ventaja de tener a los animales desnudos por casa es que no hay impedimentos para usarlos y acariciarlos como se quiera en cualquier momento. Tras ordenarle que me trajera un café, fui a ver qué pasaba.
Cuando llegue al comedor, mi ahijada estaba de rodillas, únicamente con el collar y la cola que se ponían todas las integrantes de la piara al cruzar el umbral. Marcos le estaba echando la bronca a la vez que la agarraba de la coleta y le follaba la garganta con verdadera rabia. Los ojos de la cría soltaban lágrimas, pero lejos de ser de pena o dolor eran unas lágrimas producidas por el simple reflejo del impacto del miembro de su padre contra lo más profundo de su garganta.
¿Qué pasa, socio? – Le dije mientras me sentaba en el sofá, a la espera de que llegara nodriza con mi encargo.
Joder! Estoy hasta los huevos de que esta puta niñata no le de valor a nada – Respondió Marcos, a la vez que sacaba la polla de su hija y le propinaba otra torta en la cara – Es la segunda vez que pierde el móvil en lo que va de trimestre! Se cree que el dinero crece en los árboles – y tras pegarle otra torta, se la volvió a clavar en la garganta hasta que sus huevos hicieron tope con la barbilla de la chavala.
Que una miembro de la piara perdiera el teléfono no era un gran problema de seguridad. Los aparatos solo podían ser desbloqueados mediante la huella dactilar de la propietaria o la de sus Amos, así que algún desconocido accediera a la información que contenían no era la preocupación del progenitor.
Tras traerme el café la esclava y hacer que se ordeñara para ponerle una nube de leche, le ordene que me quitara los pantalones y me lamiera los huevos. Mientras notaba tan agradable caricia, saque mi propio teléfono y tras acceder al programa de control del terminal de fresa, borre sus datos y cruce su batería. En unos minutos, esta se hincharía y provocaría daños irreparables al aparato, dejándolo totalmente inservible. Las pequeñas ventajas de tener amigos en el mundo de la seguridad: ellos proporcionan tecnología y nosotros, hembras con las que divertirse y desconectar.
El teléfono de tu hija ya es un amasijo de hierro sin valor – le dije a Marcos tras bloquear mi propio terminal y ordenarle a nodriza que subiera sobre mi polla para cabalgarme lentamente – ahora tendremos que compararle otro para que pueda estar con contacto
Me cago en la puta… y no puede ser una mierda como se merece porque si no, el programa de control no entra – ahora, mi colega, tenía la polla clavada hasta lo más profundo de la garganta de su hija y con la zapatilla le estaba azotando el redondo trasero, que en estos momentos ya estaba rojo como un tomate.
Hmmmmmmmmm tengo la solución – dije tras sacarme la ubre derecha de nodriza de la boca y tragar la leche materna que había soltado tras succionársela de sus duros pezones – me la llevare a ganárselo esta noche.
Haz lo que quieras con ella – dijo su padre mientras se limpiaba la polla llena de babas con el cabello moreno de fresa y luego le pegaba un empujón en el hombro con el pie que la echo al suelo.
Tras salir del comedor, ordene a mi ahijada que viniera a 4 patas a lamer mis pelotas y, tras hacer que le sacara la cola, el ojete de nodriza tras dejar impoluto el plug con la boca. No porque pensara usarlo, si no que, para la tercera en el escalafón, realizar aquella tarea con el servicio resultaba más bien humillante.
Tras un buen rato de masaje con el coño de nodriza y la lengua de fresa, me termine el café mientras revisaba los correos electrónicos. La verdad es que aquello si era calidad de vida y no los lujos que tienen otros con más pasta ¿Qué se puede comparar a la succión de un coño bien entrenado mientras una lengua te acaricia los huevos y un buen par de ubres cuelgan sobre tu pecho para apretarlas y abofetearlas a placer?
Ordene a nodriza que se pusiera a 4 patas y coloque a fresa debajo para que me siguiera lamiendo los cojones. Cuando monté a la antigua cocinera y esta empezó a mover el culo para continuar con su masaje en mi miembro, hice un par de llamadas a unos colegas. Tras unas consultas supe exactamente a donde debería llevar a mi ahijada para que se ganara su teléfono nuevo y cuando termine de vaciar los huevos en el interior de la madre lactante, mientras la pequeña despistada le vaciaba de semen el coño y ella me limpiaba a mí los restos del rabo, envié un par de mensajes a otros conocidos.
Unas horas después y con el sol ya oculto tras las montañas, fresa y yo dimos la vuelta en la autopista en la salida de Castellolí, llegamos a la cafetería Queralt, situada al lado de la gasolinera REPSOL donde había quedado con un par de amigos a los que había llamado por la tarde. Entramos en el local, presidido por una larga barra y a mano derecha, sentados en una mesa estaban se hallaban ambos contactos.
Uno era Héctor, un chico de mediana edad, responsable de una tienda de telefonía que además pertenecía al mundo liberal. Era el proveedor oficial en cuanto a tecnología de la piara y de nuestras empresas. Otro era Jaime, un chicarrón del norte, también del ambiente liberal, camionero y propietario de una pequeña flota. Verlos uno junto al otro era una contraposición puesto que, si el vendedor tenía una constitución normal, el camionero hacia honor a su profesión y unas espaldas anchas, acostumbradas a cargar peso hacían intuir su forma preferida de follar.
Buenas noches, caballero – salude a mis amigos con la nueva forma estúpida de chocar los puños a la que nos ha acostumbrado esta maldita pandemia mientras me sentaba a la mesa – gracias a ambos por venir.
Ya sabes que siempre es un placer acudir a tus citas, amigo mío – Dijo el camionero mientras devoraba con los ojos a fresa. Durante nuestra amistad había usado en un buen número de ocasiones a su madre, pero a la cría todavía no la había catado, así que no desaprovecho la oportunidad cuando se la ofrecí - ¿Así que esta es Marta? ¿La hija de Neus?
Así es – le respondí mientras la interpelada saludaba de la misma forma estúpida que yo, en lugar de dar dos besos – Esta es la pequeña despistada que esta noche tendrá que ganarse un nuevo Redmi Note 10.
Aquí lo tengo – dijo Héctor, poniendo sobre la mesa una bolsa con publicidad de su tienda. En el interior, un terminal como el que había perdido la esclava hacia unas horas - ¿Quieres que se lo de ya? – Pregunto solicito. Igual que Jaime, era la primera vez que veía a fresa y su nerviosismo se notaba en el vaho que tenían sus gafas. La mascarilla no ayudaba a dispersarlo, pero los ojos muy abiertos del vendedor denotaban que mi animal le había gustado.
No – le respondí al chaval – todavía no se lo ha ganado. Vamos a ver así aprende y no se vuelve a olvidar el teléfono en cualquier lado – le respondí con calma, notando la mirada de fresa. Pese a ser una esclava excelente y experimentada, que la llevara a un sitio nuevo sin explicarle nada de lo que había planeado, todavía la ponía nerviosa – fresa, llévate a mi amigo Héctor al baño y agradécele, de la forma que más le apetezca, la amabilidad que ha tenido de traerte el teléfono hasta aquí. Trátalo como un NC/NL
Si, Amo – respondió la cachorrita, bien adiestrada como estaba, cosa que causo euforia en mis invitados a tenor de la cara que pusieron – NC/NL, pero… no tengo teléfono… ¿Cómo lo voy a gravar para enviarlo al grupo? – pregunto, ocultando su traviesa sonrisa bajo la mascarilla de dinosaurios que llevaba, lo que le daba un aire más infantil del que tenia de por sí.
No te preocupes, putita – le respondí llamándola así a posta – mi amigo no es tan despistado como tú y si que tiene teléfono. Lo grabara todo y me lo enviara ¿Verdad, colega?
Si, si, si, si – dijo el vendedor mientras se levantaba. En su pantalón se notaba un bulto que delataba que la idea de que fresa “le agradeciera de cualquier forma” que le hubiera traído un terminal nuevo, le gustaba.
Fresa volvió a sonreír, entrecerrando los ojos, se levantó y se marchó decidida hacia los WC, situados en el extremo contrario de la cafetería. Llevaba únicamente una sencilla camiseta blanca que le llegaba a medio muslo, con el logo de los Rolling Stone en el pecho y unas sandalias. Su pelo negro y liso le caía hasta media espalda. El calor pre estival había hecho que se le pegara la prenda y que hasta avanzados unos metros, no se soltara de su redondo culo, que se marcaba con detalle mientras se alejaba para cumplir mis órdenes. Pese a que la camiseta era blanca, no puede reprimir una sonrisa de orgullo cuando observar un pequeño círculo más oscuro en la zona que justamente le quedaba a la altura de la entrepierna.
Unos minutos después, me llegaba el primer video. En él se podía ver a fresa, sentada en una taza del wáter comiéndose una polla de tamaño medio mientras miraba a cámara con una sonrisa traviesa se escuchaba como gemía con cada movimiento. En el segundo se veía a una fresa mucho más lanzada, agarrando al vendedor por los muslos y follándose a sí misma la boca. La polla entraba y salía de su garganta a un ritmo frenético y la pequeña puta no perdía ni por un segundo la cámara de vista mientras intentaba mantener la sonrisa
Joder… sí que está bien educada – dijo el camionero, que veía los videos a mi lado sin perder detalle.
Tanto sus padres como nosotros procuramos darle una educación lo más estricta posible – le respondí – es la única forma que conozca su lugar en la cadena de mando y que el día de mañana sea una mujer de provecho.
Un agujero de provecho querrás decir ¿No? – me replico con una sonrisa mi amigo.
¿Qué diferencia hay? – El comentario mordaz hizo que ambos estalláramos en una sonora carcajada mientras descargaba el tercer video.
En él, tras una potente mamada de fresa que ponía al borde del orgasmo al informático, se veía como fresa se incorporaba y girándose, se subía la camiseta. Bajo ella no había más que su cuerpo de zorrita que, separándose las nalgas mostro sus agujeros totalmente depilados.
¿Te apetece follarme? – le pregunto mi esclava a mi amigo mientras seguía mirando a la cámara, consciente de que el chaval no había despegado los ojos de su pantalla, fijándose más lo que esta transmitía que el culo en directo que tenía delante.
Yo… ehhhh… Me pongo el… el condón y te follo… si… - respondió aturullado aquel chaval a quien el ímpetu de mi esclava le estaba pasando factura.
No hace falta – dijo fresa agarrando la polla del chaval por entre sus piernas y echando el culo para atrás, tragándose, literalmente, la polla de mi amigo con su empapado coñito de adolescente – el Amo ha dicho que eras un NC y eso significa “no condón”. Mejor… me gusta mucho más a pelo…
En camionero tenía los ojos abiertos como platos, fijos en la pantalla de mi teléfono. Aquella cría era digna hija de su madre y ahijada de nerea.
El cuarto video lo gravo ella misma. Había hecho pasar la camiseta de tal forma que quedaba plegada en su nuca, como si de una pequeña torerita se tratara, lo que dejaba ver sus tetas en desarrollo y como se movían cada vez que recibía un pollazo desde atrás. Su cara de placer lo decía todo y si bien se podría pensar que era fingida, conociéndola un poco se podía ver que era real. Poco a poco, fue cambiando el ángulo e hizo una perspectiva que termino mostrando un contrapicado de cómo entraba y salía la polla del comerciante de su coño. Cada vez que entraba y salía se veía más empapada en el flujo vaginal de la chavala y unos segundos después, el teléfono termino reposando sobre la taza del wáter mientras aquella zorrita se tapaba con una mano la boca para mitigar en lo posible sus gemidos de placer y con la otra, se tiraba furiosamente de los pezones mientras se corría con uno de sus característicos chorros, que a buen seguro empapo el suelo del WC.
Hostia puta!!! Que me corro!!! – se escucho decir de repente en el video a mi amigo.
Dentro!!! Dentro!!! Llevo DIU!!! Échamelo dentro!!! – le respondió con un gemido fresa, que seguía moviéndose pese a su reciente corrida. Era evidente que tenía otro orgasmo preparado y que no quería cortar el polvo para poder desfogarse a gusto.
El video seguía tras la eyaculación del informático en el interior de la esclava y en él se podía ver como cuando retiraba la polla del coño, una cascada de semen caía del mismo, pasando al lado del terminal. Luego, la cámara se movió y se pudo ver como fresa hacia un selfie mientras le limpiaba la polla al chaval de los restos de su flujo y del semen que todavía le quedaba en ella. Al terminar con la polla, saco la lengua y termino el trabajo lamiendo los rastros que pudiera tener en los testículos.
Justo al terminar de ver el video, pudimos comprobar cómo fresa primero y Héctor después, salían de los baños. Ella totalmente radiante y con algunas manchitas sobre el vinilo de su camiseta. El informático, por su parte, parecía que acababa de correr una maratón: rojo e incluso con las gafas mal puestas. Se acercaron otra vez a la mesa y se sentaron con nosotros.
¿Ha recibido los videos, Amo? – pregunto fresa con su sonrisa bajo la máscara de dinosaurios. Se notaba que había disfrutado con aquella pequeña travesura en los baños - ¿quiere que me lleve también a su otro amigo? Pero algo me da que no será tan caballeroso como Héctor ji ji ji – rió su propia gracia.
No, putita – le respondí mientras le daba un billete de veinte a mi esclava – ve a pagar. Nos vemos fuera - Cuando la morena se alejo de la mesa, el camionero me pregunto que si NC significaba “No condón”, a que me refería cuando le dije que también era NL – Fíjate en sus piernas – respondí, sin dar más detalles. Cuando lo hizo, pudo comprobar como una fina línea de flujo y semen resbalaba por sus muslos pierna abajo – NL, significa “no limpiar”. Así va dejando rastro, como los caracoles.
Y sin esperar a que encajaran la información, me levante y me dirigí al exterior de la cafetería, mientas mi esclava pagaba las consumiciones. Al girarse, pudo ver por el reflejo de la puerta como el camarero no le quitaba ojo del culo ni del rastro de gotitas que iba dejando en pos de la puerta, así que casi llegando a esta, se giro y le mando un besito por el aire.
Cuando nos reunimos fuera, Jaime nos informo que antes de que llegáramos, ya había colocado el camión al lado del repetidor de telefónica y que le había dado el ángulo adecuado para que entre la cabeza tractora y el remolque quedara un espacio “cómodo” para lo que teníamos previsto. Incluso había puesto una manta sobre el depósito de combustible para que la pequeña sumisa no se manchara
Perfecto – dije en cuanto lo vi, después de cruzar todo un aparcamiento con bastantes camiones de gran tonelaje estacionados – esto es lo que vamos a hacer: Jaime y fresa se darán una vuelta por el aparcamiento, mostrando el material, para que a aquellos que les apetezca, puedan usarte, pero como que has de pagar un teléfono móvil que cuesta doscientos euros, esta noche harás de puta de camioneros.
Jijiji – Rió la morenita, segura de sí misma – vale… Tres o cuatro camioneros y tendré dinero hasta para comprarme una funda…Estoy seguro que por una muñequita así, están dispuestos a pagar ochenta euros sin problemas…
No, pequeña, no – le dije mientras le acariciaba la cara – aquí has venido a saber el valor del trabajo y el esfuerzo que se ha de emplear para conseguir las cosas que tu tan alegremente pierdes. Así que vas a trabajar por cinco euros el turno. Y por cierto… - le dije mientras le alcanzaba un tampón – como “tienes la regla” te follaran por el culo.
Pero… yo… - dijo totalmente descolocada la niñata – eso… eso son cu… cuarenta tíos…
Y cinco más para que te puedas comprar la funda – dije yo mientras iba a buscar el coche para posicionarlo cerca del camión, por si teníamos que salir a la carrera.
Tras colocar el coche en una posición adecuada tanto para tener controlada la situación como para salir rápido en caso de peligro llame a fresa y le ordene que usara el semen que había recibido como regalo unos minutos antes como lubricante. La esclava, ante todos, se puso en cuclillas y recogió todo el semen que todavía tenía en el interior, junto a los restos de flujo de producción propia, poniendo la mano en forma de copa. Luego se incorporo y vertiendo el contenido en el inicio de su culo, lo dejo resbalar hasta el ojete, donde lo introdujo con la ayuda de los dedos. Unos minutos después, dio la operación por concluida.
Lubricada, Amo – anuncio, con la mirada baja - ¿Qué más quiere que haga?
Ahora acompañaras a Jaime a dar una vuelta por el aparcamiento. Has de promocionar la mercancía, así que caminaras sexy a su lado, agarrada a la cintura y le harás caso absolutamente en todo lo que te diga. Si algún camionero quiere meterte mano, lo hará sin que se lo impidas pero siempre por encima de la camiseta y por supuesto, tu les tocaras las pollas por encima del pantalón y les harás la oferta de follarte el culo a cambio de solo cinco euros – le di las últimas instrucciones a la esclava – cuando regreséis aquí, lo haréis con algunos de los camioneros que mi amigo ha tenido el detalle de invitar. Y por esta molestia, dejaras que sea él quien te folle el culo por primera vez esta noche. No hace falta decir que también es un NC/NL ¿Verdad? – fresa negó con la cabeza y Jaime hizo un gesto nervioso, que denoto su agrado con aquella instrucción – perfecto… así pues, cuando volváis a este punto, te pondrás otra vez en cuclillas y tras prepararle la polla a mi amigo con la lengua, te tumbaras, boca abajo, sobre el depósito de diesel, sobre la manta, separaras las nalgas y dejaras que te folle hasta rellenarte bien. Al terminar, te giraras, le limpiaras de todo lo que tenga en la polla y te pondrás en posición otra vez, para que los amables trabajadores de la carretera que lo deseen, usen tu agujero de puta despistada para vaciar sus huevos.
Si Amo – respondió la morena con determinación. No era la primera vez que la usaba alguien a cambio de algo, pero ser simplemente un agujero de descarga a cambio de dinero era algo nuevo para fresa - ¿Alguna indicación más, Amo?
Si, pequeña – respondí mientras introducía los dedos bajo su camiseta. Tal como esperaba, tenia los pezones durísimos y el coño empapado pese al tampón que llevaba para justificar que únicamente la podían usar por el culo – Has venido a “trabajar” y para aprender una lección. Si te corres mientras te usan significara que en ese servicio no has aprendido nada y por lo tanto, no se le cobrara a quien te encule.
Si Amo – dijo la esclava, mirando al suelo y roja de vergüenza. Que le follaran el culo no era una de sus prácticas sexuales preferidas y menos por parte de desconocidos, pero si lo hacían suficientemente duro y con una buena polla, le iba a ser muy difícil no correrse.
Con un cabeceo le indique a mi amigo que se la llevara para exhibirla. Jaime la agarro por la cintura y se alejo del camión. La diferencia de altura y corpulencia hacia que pareciera que un padre se había llevado a su hija a dar una vuelta por el aparcamiento de camiones. Una vuelta tremendamente morbosa, porque no habían recorrido ni cinco metros cuando mi colega subió la camiseta de la esclava y le agarro la nalga derecha como si tuviera miedo de perderla.
Tal como estaba planeado, la vuelta por el estacionamiento fue realmente espectacular. Uno de los camiones de la flota de Jaime se encontraba aparcado cerca del suyo y el conductor fue uno de los primeros en ver en directo a fresa y poder manosearla. Mientras hablaba con su jefe, como si no lo conociera de nada, este le explico en voz alta que aquella niñata necesitaba pasta y que se iba a dejar dar por el culo por cinco euros. Además, quien consiguiera que se corriera, lo podría hacer gratis, pero con un límite de tiempo de 5 minutos. Quien no consiguiera correrse en esos cinco minutos tendría que salir y dejar su lugar a otro.
El recorrido de mi amigo y fresa por el aparcamiento, de camión de su flota en camión de su flota, esparcidos por toda la explanada fue todo un éxito. Unos minutos después, parecía el flautista de Hamelin, pero en lugar de llevar un instrumento musical, Jaime llevaba una hembra tierna y de buen aroma, así que, al regresar al vehículo, un nutrido grupo de camioneros vio como aquella cría se ponía en cuclillas y con el hilo del Tampax colgando, bajaba la cremallera del “jefe de pista” y sacaba una polla gorda y venosa. Fresa, consciente de que cuanto más cachondos los pusiera más rápido se correrían, dio el espectáculo que todos querían: lamio los huevos al macho mientras lo masturbaba, hizo comentarios obscenos y práctico la garganta profunda con Jaime hasta que se le pusieron los ojos en blanco y casi se corre en su boca.
- ¿Queréis follarme el culito, chicos? – Pregunto la sumisa, metida en el papel de estrella del espectáculo, con una voz mucho más infantil de la que tenia de por sí. Un rugido de aprobación recorrió a los allí congregados – pues vamos…
Y diciendo esto, se levantó, se colocó otra vez la mascarilla y se tumbó sobre el depósito lateral del camión, tras subirse la camiseta hasta la nuca, para que todos vieran como sus tetas en crecimiento se aplastaban contra el depósito del camión. Sus manos separaron sus nalgas y aparecieron en escena sus dos agujeritos. El primero tapado y el segundo dispuesto a tragar todo lo que le ofrecieran.
Jaime se acercó y sus manos casi ocultaron las nalgas de la chavala. Tras darle un par de palmadas, agarro la polla por la base y se la acerco al agujero chiquitín de la esclava y apretó suavemente. El entrenado esfínter de fresa se dilato y gracias a toda la saliva que le había puesto a la polla del camionero y a la lubricación que se había podido introducir anteriormente, engullo aquel rojo prepucio sin demasiados problemas hasta que los huevos chocaron con su obturado coño.
Tienes el culo más apretado que tu madre – le dijo Jaime a fresa con un susurro.
Claro… soy más joven – le contesto la niñata – pero no te cortes… como a ella, me encanta que me jodan muy duro y estoy deseando que me rellenes de semen. Mama siempre dice que sueltas mucho – le dijo, calentándolo con el doble objetivo de obtener placer y que se corriera rápido – Además, contigo si me puedo correr, que no pagas…
El camionero soltó las nalgas de la cría y agarro sus caderas. Poco a poco, pero con determinación empezó a incrementar el rimo de la follada. Si en un primer instante pareció incluso cariñoso, conforme le iba bajando la sangre a la polla, las envestidas eran mayores y más duras. Unos minutos después, una fresa con los ojos en blanco recibía una descarga en lo más profundo de su esfínter que coincidió con su tercer orgasmo anal.
Hija de puta! – exclamo el camionero tras vaciarse en su interior – eres una jodida aspiradora!!!
Ufffffff que polla – dijo fresa mientras se incorporaba. Las piernas le habían fallado un par de veces, pero no por la postura, si no por los intensos orgasmos que le había arrancado mi compañero – Ven, que termino contigo y vemos si alguno de estos caballero quiere follarme el culito también.
Y diciendo esto, se volvió a poner en cuclillas. El pegote de semen fue resbalando de su interior hasta convertirse en una mancha en el pavimento mientras que la joven esclava limpiaba los inexistentes rastros que hubiera podido dejar y todo el grumo que todavía tenía pegado el potente miembro de Jaime, que gemía y se retorcía como si tuviera la polla en una picadora en lugar de en la boca de una hembra cachonda.
En cuanto se dio por satisfecha con el trabajo realizado en la polla que la acababa de encular, obediente como era, se volvió a tumbar sobre el depósito y se separó las nalgas, a la espera del siguiente macho que la montaría mientras miraba la cola que se había formado.
- Caballeros, tal como les ha dicho esta putita, por el módico precio de cinco euros la podrán usar durante cinco minutos – Alecciono Jaime a sus camaradas de carretera – pero para hacerlo más emocionante, si conseguís que se corra, el polvo os resultara gratis – Un rugido volvió a recorrer el aparcamiento – y como pista, os digo que le gusta que le den duro.
Y diciendo esto, le dio una palmada en el culo a fresa y extendió la mano al primero de los camioneros de la fila. El hombre, un rumano de mediana edad, pago el precio estipulado y con la goma puesta, abordo el ojete de fresa sin la más mínima delicadeza, acostumbrado como parecía estar, a las putas de carretera. Y para él, fresa no era más que otra, así que no tenía que hacer distinciones. Así que cuando se notó bien dentro, afianzo los pies y le dio duro. La verdad es que no se si buscaba que le saliera el polvo gratis, si lo hizo por agradar a fresa o si lo hizo porque no sabía hacerlo de otra forma, pero aquel tío uso a fresa como lo que era en aquel momento: un agujero. Y antes de los cinco minutos descargo los huevos dentro de la goma que llevaba puesta.
- ¿Te has corrido, putita? – pregunto Jaime a fresa, que resoplaba como una locomotora, con las tetas aplastadas contra el depósito y el pelo en la cara. Ella, negó con la cabeza y le sonrió con autosuficiencia – Lastima… no tienes premio, camarada… Siguiente!!!
Uno tras otro, durante las siguientes tres horas y media, los camioneros de aquel aparcamiento estuvieron enseñando a fresa el significado de que le dieran por el culo a uno a cambio de conseguir algo. A ella le dieron por el culo literalmente. Y lo hicieron con pollas pequeñas, medianas y gordas. De forma casi cariñosa o tremendamente dura. Siendo agarrada por las caderas, las tetitas o incluso por el cabello, como una yegua salvaje. Y durante todo ese tiempo, solo recibió como lubricación algunos escupitajos del propio Jaime, que se apiado del cada vez más lamentable estado de su ojete, que, si había empezado la noche siendo de un color rosa oscuro, ahora estaba rojo, irritado y a punto de partírsele la piel de tanto desgaste con el roce de las gomas que lo habían usado como sacaleches.
Por suerte, pensó fresa, el último de la lista era un camionero nacional. Moreno, con gorra y de una edad que presuponía que estaría cercano a la jubilación. Un objetivo fácil… hasta que se bajo la cremallera. Aquello que saco parecía el brazo de un niño. Tras pagar y ponerse con muchas dificultades la goma, se acercó al reventado culo de fresa y agarrándola por sus marcadas caderas, se la metió en tres tandas. Gracias a ello, la esclava no se desmayó ya que, tras tanto ejercicio de contención, que le hubieran metido aquello por el culo significo para ella un fist en toda regla.
Hostia puta! – Exclamo el abuelo – es la primera vez que se la puedo meter por el culo a una puta!!! Que agujeraco tiene la zorra!!! Que lástima que solo tenga cinco minutos para correrme… - se lamento
Caballero – llame la atención de aquel hombre, mientras me bajaba del coche - ¿Qué le parece si yo le doy más tiempo con mi puta y usted deja que grabemos con detalle cómo le da lo suyo?
¿Mas de cinco minutos? – pregunto con recelo. Yo asentí sin decir palabra – te la voy a reventar.
Está aquí para aprender una lección, así que… no te cortes.
Tras colocarnos estratégicamente e iluminar la escena con las linternas del teléfono, los tres empezamos a grabar aquel último cliente de la noche, cada uno en una posición diferente y flanqueados por un buen número de curiosos que ya habían catado el agujero trasero de la esclava. Jaime lo hacía desde el lateral, el informático desde abajo y yo desde el frente, junto a la cabeza de una fresa que tenía el pelo pegado en la frente, sudaba copiosamente y mordía fuerte la manta sobre la que se aplastaban sus tetas para soportar toda aquella carne en el interior de su ojete. El hombre, al que podríamos llamar Manolo, tiro centímetro a centímetro de su polla, haciéndola salir casi por completo del maltrecho agujero de fresa y cuando solo lo mantenía abierto por la presencia de su capullo en el interior del esfínter, dio un golpe de riñones, reconquistando de golpe todo el espacio perdido y haciendo que fresa pusiera los ojos en blanco y soltara un chillido al sentir que casi la parten por la mitad.
Joder, como encaja – dijo, tras repetir el movimiento dos o tres veces, lo que hizo que fresa boqueara como un pez fuera del agua – que pena no poder follarle el coño por la regla…
fresa – le dije a mi esclava, que estaba en pleno viaje interestelar – fresa! – y le solté una torta, que la hizo volver a la realidad. Cuando sus ojos volvieron a enfocar le di una orden simple – el caballero desea usar tu coño. Ofrécelo - Sin decir más, la esclava se quitó el tampón, que, pese a estar diseñado para contener gran cantidad de líquido, chorreaba por el hilo como si estuviera hecho de cartón y se separó las nalgas – caballero, si se cambia la goma, le permito que le folle el coño. El truco de la regla era solo una estratagema para que solo la usaran por detrás.
“Manolo” sonrió y volvió a tirar con parsimonia de su polla antes de pegarle tres duras envestidas a fresa, que tuvo que morder una vez más la manta para no chillar como una cerda en el matadero. Tras la cuarta, el camionero hizo señas a su compañero de carretera para que se acercara y le indico que enfocara el culo de fresa. Cuando lo hizo, el veterano camionero saco su polla de aquel orificio y Jaime gravo la magnitud del desastre: el ojete de fresa, que hacía unas horas era un agujerito rosa, tremendamente deseable, a estas alturas era un boquete estriado, totalmente rojo y con finas vetas de mierda, pese a que la sumisa se había preparado a conciencia antes de acudir a la cita y mientras el veterano conductor hacia un “cambio de neumáticos” el cámara hizo su comparativa. Primero introdujo un dedo en el ojete de la chavala. La comparación era ridícula y ni con el primero, ni con el segundo ni siquiera con el tercer dedo junto consiguió tocar las dos paredes del ojete de la esclava. Solo cuando introdujo los cuatro, noto algo de resistencia a la fricción. Aquello le iba a doler una semana seguida.
- Listo – dijo Manolo, con el condón nuevo calzado. Pese a ser de talla XXL, al preservativo todavía le quedaban tres dedos para cubrir totalmente el miembro del transportista, pero asumiendo un riesgo mínimo, le di permiso para penetrar el coño de fresa.
Ninguna de las hembras que está a mi servicio en la piara, desde las más veteranas a las más jóvenes pueden decir que no saben lo que es que se les haga un fist vaginal. Es uno de los ejercicios quincenales que tienen y por lo tanto, cuando Manolo empezó a empujar en el coño de fresa, pese a ser únicamente la segunda polla que se tragaba aquella noche, el agujero se adaptó rápidamente al tamaño, tragándoselo entero. Lamentablemente, no se adaptó tan rápido como hubiera querido fresa y por unos instantes saboreo el placer que tantas veces le proporcionaba su padre a agujero. El dolor, en una zona tan sensible se volvió placer. Y el placer es siempre la llave del hiperespacio, así que poniendo los ojos en blanco se pegó una de sus escandalosas corridas, empapando la polla, huevos y pantalones del conductor, así como todo el suelo que había entre ellos.
- Hija de puta!!! – Exclamo el camionero - ¿Pues no se ha corrido la muy cerda y me ha manchado los zapatos? ¿Te gusta, puta? – le pregunto a la cría.
Por desgracia para él, la chavala no podía decir nada. Su coño estaba enviando constantemente señales a su cerebro de un placer tremendo. La humillación de haber tenido que follarse toda una cola de desconocidos, en aquel momento, ni tan siquiera era un recuerdo. Ahora, su mente, estaba centrada en aquella tremenda polla que estaba tirando hasta el límite de cada centímetro cuadrado de su coño. Y como buena esclava, resistiría todo lo que le hicieran.
Al no obtener respuesta, el caminero repitió la jugada anterior, tirando despacio de su polla para luego clavársela hasta los huevos de un solo golpe. La técnica resulto demoledora para la esclava, que encadeno orgasmo tras orgasmo hasta que, un buen rato después, el propio camionero solicito volverla a encular, cosa a la que accedí sin problemas.
Por desgracia para la pobre fresa, durante el cuarto de hora que su ojete había sido respetado, este había podido empezar a contraerse para intentar recuperar su diámetro anterior, pero el puyazo de Manolo, con el condón totalmente chorreando de los jugos vaginales de la esclava rompió esa contracción en menos de un segundo, devolviéndola al mundo de agujero y su placer en el dolor.
Manolo, que había demostrado ser todo un artista con aquel ariete que tenía entre las piernas, siguió follando con furia el agujero trasero de la esclava durante aproximadamente diez minutos, tras los cuales, agarro con una mano por el pelo a la chavala y con la otra por una teta y tiro hacia él. El movimiento combinado hizo que su polla entrara hasta los mismísimos cojones, que cuando notaron el contacto con el empapado coño de fresa, liberaron su carga en el interior de la goma, haciendo que Manolo rugiera como un tigre herido y se quedara quieto, apretando, como si quisiera entrar más en el agujero de la esclava.
Pese a no notar la descarga de semen en su interior, la esclava si noto como aquella monstruosa polla se hinchaba en su interior momentos antes de soltar la carga, que percibió como un punto caliente en su interior. Aquel incremento de la de por si brutal polla, hizo que le flaquearan las piernas y que solo encontrarse tumbada sobre el depósito, contra el que el camionero la había estado empotrando durante casi media hora, hiciera que no cayera al suelo. Sin embargo, cuando el camionero se dio por satisfecho y se retiró del reventado agujero de fresa, al no tener sujeción trasera ni fuerza en las piernas, fresa resbalo hasta el asfalto, donde se empapo de sus propios fluidos.
- Madre mía… que puta más bien entrenada tienes, tío… - me dijo el camionero mientras se quitaba la goma, rellena de semen y la metía en la botella de plástico cortada que habíamos habilitado al lado del depósito para que, una vez finalizado el turno, todos los participantes dejaran su condón - ¿Dónde la tienes trabajando? Porque entiendo que lo de esta noche es “una promoción”.
Tras explicarle que fresa no era una puta profesional si no que había sido castigada por sus Amos para que no olvidara lo mucho que costaba conseguir el dinero, el veterano camionero me volvió a felicitar y tras entregarme su número de teléfono por “si alguna vez teníamos que castigarla otra vez”, volvió a la cabina de su camión, contento y feliz de haber podido usar a una hembra capaz de tragar por sus dos agujeros inferiores todo lo que la naturaleza le había dado.
Tras esta conversación, me gire y mire a fresa. Seguía sobre el charco que ella misma había producido, sudando, respirando entrecortadamente y, contrariamente a lo que algunos podían apostar, produciendo flujo que le resbalaba por el muslo y se añadía a la gran cantidad que ya había en el suelo.
Arriba, esclava - le dije mientras la giraba con el pie, dejándola boca arriba, para demostrar que no tenía ninguna compasión por ella y que esperaba que hubiera aprendido la lección – hora del recuento.
Re… ¿recuento, Amo? – dijo, todavía aturdida por las horas en la misma postura y el dolor profundo que sentía en ese momento de cintura para abajo.
¡Te he dado una orden, puta! – le dije, mientras tiraba de su melena con mi mano izquierda, poniéndola de pie. Cuando se encontraba erguida, con la derecha la agarre por el cuello de la camiseta y se lo revente, dejándola con las tetas al aire, lo que aproveche para darle un par de tortas en ella que se marcaron sobre la rojez producida por haber estado tanto tiempo apoyada sobre ellas.
Con las piernas tambaleantes fresa se puso en pie y escucho mis instrucciones. Una vez comprendidas, se dirigió hasta la botella y uno a uno desanudo los condones y se los echo sobre sus ubres en desarrollo mientras contaba… uno… dos… doce… veinte… cuarenta y seis…La cuenta ascendió hasta los cincuenta y dos condones. A esas alturas, las tetitas de fresa rebosaban de semen de diferentes texturas mientras resbalaban en dirección a su depilada entrepierna. Después, Jaime le facilito el sobre donde, uno por uno, había ido metiendo los billetes de cinco euros que habían pagado los que no consiguieron que la esclava se corriera mientras la enculaban. Ahí había doscientos veinticinco euros. Hechos los números nos salía que la zorra, mientras la enculaban sin escrúpulos un grupo de camioneros desconocidos, se había corrido siete veces.
- Agarra el dinero, las gomas y muéstralo todo a cámara, zorra – le ordene a mi esclava. Ella, algo más recuperada, cumplió la orden y miro a mi teléfono, con una angelical sonrisa y cincuenta y dos condones en una mano y un fajo de billetes de cinco en la otra, mientras sus tetas chorreaban lefa – Bien… perfecto… ahora paga, puta.
Fresa extendió la mano y le dio el dinero a nuestro proveedor informático. A cambio, recibió la caja de un flamante teléfono nuevo. Cuando lo abrió y lo puso en marcha, lo primero que hice fue ordenarle que se pusiera a 4 patas ante el camión, que tenía las luces encendidas y saqué un par de fotos de cómo habían dejado sus agujeros y la puse de fondo de pantalla y de pantalla de bloqueo, dándole la orden a la esclava de no cambiarlas bajo ningún pretexto.
- Bien, puta – le dije a mi ahijada – ya tienes teléfono nuevo. Si lo vuelves a perder, repetiremos la operación, pero esta vez, en lugar de un billete pequeño, usaremos la moneda de mayor valor. Es decir, que follarte el culo les va a costar dos euros. Y te aseguro que elegiré un modelo más caro para ti. Y ahora…
Y diciéndole esto, la agarre del cabello y le folle la boca sin piedad. Aquel era el único agujero que todavía se mantenía prieto en ella a estas alturas. Y estaba tan bien adiestrado como los otros dos, así que no tuvo problemas por encajar mi polla hasta la garganta. Una vez tras otra, mis huevos chocaron contra su barbilla y mi capullo contra su campanilla, imprimiendo un excitante bamboleo a sus cada vez más gordas tetas, coronadas por dos duros pezones que eran una copia de los de su madre a su edad. La folle duro hasta que ese masaje hizo que descargara todo mi semen dentro de ella con tanta fuerza que parte de él le salió por la nariz y fue a mezclarse con el que todavía le cubría las tetas, junto con un torrente de saliva, procedente de su boca en cuanto le saque mi polla de la misma. Pero no duro mucho esta mezcolanza, ya que, tras retirarme y sentirme satisfecho con la corrida, decidí dar por zanjada la clase, no sin antes mearme en su cara, echarle una botella de dos litros de agua por la cabeza y meterla en el maletero, para que durmiera todo el trayecto de vuelta hasta casa, donde enseñaría su nuevo teléfono y en él, las horas de grabaciones que había hecho yo con el mío mientras la pequeña fresa aprendía el significado de “trabajar”.