La piara. Café con leche II Un producto singular

Un pequeño detalle de una amiga abre un nuevo camino para la exhibición de mis hembras en plena calle. Sexo lésbico y exhibicionismo en un sex shop del tradicional barrio de Gracia.

Cuando se abrieron las puertas del ascensor y madre e hija salieron totalmente recompuestas de su pequeño escarceo en el mismo, pasaron por delante del simpático recepcionista que, tras un cordial saludo procuro disimular su mirada a los pechos de ambas hembras. Lamentablemente, no lo consiguió y tanto vaca como fresa notaron como su vista repasaba sus tetas, fijándose en los abultados pezones que se marcaban bajo sus ropas.

  • Entre el semen que me he tomado con el café, la comida de morro que me ha pegado la putita de mi hija en el ascensor, el movimiento que noto del vibralush incluso cuando esta parado y el plug en el culo, estoy al borde de mi enésimo orgasmo de hoy, Amo – Comento abiertamente vaca mientras caminábamos por la calle.

  • ¿Tantos llevas hoy, esclava? – pregunte a vaca mientras enfilábamos la calle Bretón, en dirección a nuestra primera parada

  • Hoy voy muy cachonda, Amo – Respondió vaca mientras le pellizcaba disimuladamente el pezón derecho – a primera hora han traído por una urgencia derivada a un chaval con una apendicitis para que lo operáramos. Cuando he empezado a rasurarlo para meterlo en el quirófano me he dado cuenta que tenía un pollón tremendo y como lo habían sedado para que no le doliera, he aprovechado y en lugar de rasurarle solo el hemitórax inferior me he ido más abajo y le he rasurado el pubis y he llegado a los huevos – explicaba con pasión la enfermera mientras gesticulaba con las manos, recordando el proceso – Por favor… Que polla!!! – Exclamo y mirando a su hija le dijo – a un chaval como ese has de echarte tú como novio. Que tenga buena polla. Luego ya lo pervertiremos y le haremos ver que lo de follarse a la suegra y a la madrina es algo natural… en nuestra familia jajaja – rió con ganas.

  • Bueno, mama… - le dijo fresa a su progenitora sonriendo abiertamente – Solo buena polla… ¿Y más cosas, no?

  • Claro que si, hija mía – le dijo mientras la atraía cariñosamente hacia ella y le daba un pico – muchas más cosas… pero sobretodo, con una buena polla – concluyo la frase la matriarca antes de echarnos todos a reír. Tras unas carcajadas, reprendió su relato – pues eso… que aprovechando que el pobre chaval estaba medio atontado, le he depilado hasta los huevos y claro… con el toqueteo y los meneos que le he dado para dejarlo bien rasurado, se le ha puesto dura. No veas que cacho de rabo. Mas que el diablo – le decía con complicidad a su hija – como estábamos solo en preoperatorio, me he acercado aquello a la boca y no veas que olor a macho… te juro, Amo, que si hubiera podido, me quito las bolas chinas del coño y me monto sobre ese pilar de carne, pero a ver cómo le explico yo al doctor que el paciente entra con restos de flujo en la polla… bueno… seguro que encuentro la manera… total, somos muy bueno… colegas – dijo con una sonrisa picarona que denotaba que el jefe de cirugía había pasado por entre las piernas de la enfermera – y eso… que entre el olor tan delicioso que hacía y que ya estaba limpio de pelo, no me he podido contener a darle un par de lengüetazos en las pelotas y entonces me he dado cuenta que el chico había levantado la cabeza y me miraba con cara de bobalicón

  • Joder! – Exclamo fresa – ¡Vaya pillada! ¿Y qué has hecho?

  • Jajajaja – rió la enfermera – pues le he pegado un par mas mientras se la meneaba un poquito y le he dicho que eso que creía haber visto era una alucinación causada por el calmante y me lo he llevado con la camilla al quirófano. No veas que espectáculo cuando se ha abierto la puerta y todos han visto como le abultaba la bata jajaja. Menos mal que no es la primera vez que entra alguien con una buena erección en el quirófano a causa de los medicamentos que le han dado.

  • Eres una cochina, vaca – le dije a la enfermera mientras le daba una sonora palmada en el culo.

  • Ya ves… menos mal que con la anestesia se le ha ido bajando, que si no… una de las enfermeras jóvenes la ha tenido que sujetar para que el médico hiciera la incisión y no veas la cara de circunstancias que ponía… pero luego le han tenido que decir que ya la podía dejar, que ya había salido de la visual del cirujano. La tenia bien agarrada jajaja – volvió a reír la enfermera – mañana, si no hay trabajo, me paso a ver qué tal va el postoperatorio y a hacerle la cura – dijo la cachonda sanitaria – y quien sabe… como no hay visitas con toda esta mierda del COVID… igual le acabo el trabajito porque al salir del quirófano he tenido que ir al baño a hacerme un apaño y luego a cambiarme el pantalón del uniforme, porque no veas cómo lo he dejado… en ocasiones tendrían que dejar que me pusiera bragas, Amo.

  • Ni lo sueñes, perra – le dije a la asistenta mientras pasaba mi brazo por debajo del suyo y pellizcaba furiosamente su pezón – eso sería demasiado fácil. Además… Si te pones bragas no notaras como te resbala el flujo por el muslo, pernera abajo del pijama…

  • Amo… por favor… - suplico la esclava – Amo… que entre lo cachonda que voy y lo que me está haciendo va a conseguir que me corra… Amo…

Apenas habíamos recorrido trescientos metros desde la puerta del trabajo de la segunda hembra de la piara y ya estaba lista para correrse por primera vez desde que nos habíamos visto, así que evalué la situación y aproveche uno de los recovecos de la calle de Bretón para dirigir a mi esclava hacia una esquina donde quedaría relativamente protegida de la vista de la mayor parte de la calle. Era una simple hendidura de unos cinco metros donde había la entrada de una portería, pero con espacio suficiente para mi propósito.

  • Fresa, ponte a un par de metros delante de tu madre, entre ella y la calle – le ordene a la pequeña – no quiero que se vea demasiado como tu madre se sube el vestido y se corre como la cerda viciosa que es mientras le aprieto el pezón de vaca lechera que tiene.

Acostumbradas como estaban a obedecer, las dos  hembras hicieron al instante lo que les había encargado y fresa observo desde la distancia indicada como el coño de su madre quedaba al aire al subirse el vestido y casi al instante, un potente chorro de flujo salía de él y casi llegaba a salpicarle los zapatos, seguido de una serie de más cortos mientras la veterana mugía como una vaca al notar el orgasmo y mis fuertes dedos apretar hasta dejar sin circulación sanguínea su sensible pezón de quien fue una madre lactante.

  • Oooohhh… Oooohhhh… Mmmmmmmmm… Dios!!! – exclamaba la veterana, apoyada en la esquina mientras se iba, literalmente, por la pata abajo.

Tras unos instantes de puro placer, vaca volvió a tensar las rodillas y dejo caer el vestido gris claro que le llegaba a medio muslo casi totalmente indemne. Únicamente unas gotas de flujo habían caído sobre la tela y contrastaban claramente con el color de la prenda. Cuando abrió los ojos se fijo en un obrero que estaba descargando runa en un saco. La casualidad había querido que se quedara en un ángulo suficientemente bueno como para ver el corridón de la veterana enfermera. Cuando sus ojos quedaron libres del hechizo hipnótico que representaba para el currela el coño que acababa de ver correrse a chorro, sus miradas se cruzaron y se encontro con una sonrisa y un giño. Y como si fuera la cosa más natural del mundo vio como los tres nos poníamos otra vez en marcha, dejando como único recuerdo en la zona una serie de alargados surcos de humedad que irían desapareciendo con el calor del día.

Sin embargo, cuando llegamos al sex shop de nueva generación, situado en la calle de Torrent de l’olla, la humedad que le bajaba por el muslo la había traicionado y en la prenda se veían pequeños surcos y gotas oscuras que iban desde el pubis hasta el fin del mismo.

  • Espéranos aquí fuera, fresa – le ordene a la jovencita – ve a la frutería y cómprate algo para merendar. No creo que tardemos demasiado… - Y diciendo esto, entramos en el establecimiento sexual.

El local, con un nombre comercial que correspondía más a una empresa de paquetería que a una tienda de productos para adultos era un nuevo concepto de sex shop. Con espacios iluminados y estanterías del IKEA, tenía un poco de todo, pero distribuido de una forma tradicional. Las blancas estanterías repletas de productos eróticos como geles y aceites esenciales compartían espació con las marrones, hechas de astillas de pino, que daban soporte a conjuntos de lencería, consoladores y otros complementos sexuales. Alejado del concepto tradicional de “vender sexo”, en este espació no habían cabinas individuales donde poder ver porno ni de las estanterías interminables de otros locales, dedicadas a exponer infinitas colecciones de videos para mitigar las solitarias horas en casa.

Tras el mostrador de DM lacado, bajo unas lámparas de cuerda encontramos a nuestra amiga Eva.  Antigua recepcionista de una cadena odontológica ahora se ganaba la vida vendiendo consoladores en lugar de hacer números para que los clientes se arreglaran la boca. Era una chica de estatura y complexión media, largo cabello castaño que siempre llevaba recogido en una coleta excepto cuando salía, que se hacia una trenza que le llegaba hasta casi el culo. Con un pecho dentro de lo normal, en ella no destacaba nada por encima del resto excepto la amplia sonrisa que siempre dibujaba su amplia boca. Una boca que en más de una ocasión, en alguna fiesta liberal, había demostrado ser capaz de comerse dos pollas a la vez sin demasiadas complicaciones.

  • Amo Carlos!!! Vaca!!! – Nos saludo saliendo del mostrador y abriendo los brazos para que le diéramos un abrazo, pudiendo restregarnos sus tetas que siempre iban libres y un beso - ¿Qué tal, chicos?

  • Muy bien, Eva ¿y tú? – Le pregunte al tiempo que le daba dos besos tras apartar la mascarilla y notaba como me tocaba el culo mientras yo hacía lo mismo.

  • Hola, cariño – le dijo vaca antes de tirar de la mascarilla y darle un pico en todos los morros y dejarse sobar las nalgas por la dependienta al tiempo que hacia lo propio - ¿Cómo va el negocio?

  • Pues hoy un poquito flojillo – dijo señalando con la cabeza a un chico que se miraba con timidez los consoladores - ¿Habéis venido solos?

  • No. Fresa esta fuera – le respondió la madre del animalillo que nos esperaba en la calle

  • Mmmmmmm fresita… - respondió Eva - ¿Por qué no le dices que se pase a la trastienda mientras yo distraigo al chaval? – nos comento en voz baja la dependienta mientras iba al encuentro del cliente dudoso.

Cuando salí a por ella, la pequeña zorra ya había montado uno de sus numeritos. Había comprado una banana en la frutería que estaba delante del sex shop y se dedicaba a hablar de temas intrascendentes con el frutero, un sudamericano que no podía quitar la vista de cómo aquella colegiala se comía, con todo el puterio del mundo aquella fruta que apenas le cabía en la boca. O al menos eso quería hacerle creer al dependiente.

  • Marta, cariño!!! Ven! – Llame la atención de mi ahijada, que rápidamente descarto su pasatiempo y se acerco a mi posición mientras movía el culito.

Cuando se situó al lado de la puerta me fije en nuestra amiga y vi como, de forma excesivamente grafica, le estaba mostrando al cliente la mejor posición para meterse una misma un consolador de un tamaño considerable, mientras sonreía y ponía el culito en posición. Evidentemente, se había puesto de tal forma que la entrada de aquella colegiala al establecimiento le resulto totalmente imposible de percibir al cliente, pero ella no perdió detalle, así que en cuanto cerro la venta acompaño al cliente a la puerta y tras cerrarla con el pestillo puso el socorrido cartel de “Regreso en cinco minutos” y nos llevo a todos al reservado situado entre la estantería y el mostrador, dejando el camino su máscara suspendida en la barbilla.

  • fresa, zorrita – le dijo Eva a mi ahijada mientras que agarraba su nuca con la mano izquierda y deslizaba la derecha bajo su falda para sobarle a placer el culo, lejos de las miradas indiscretas de posibles clientes. Luego, atrayendo su cara a la propia, le comió la boca como si de una verdadera lesbiana se tratara – como me gustas.

En verdad Eva era bisexual, pero como a muchas les pasaba, la mezcla equilibrada entre candidez y zorrerio que tenia de forma innata fresa en su persona las volvía locas. Por su parte, la pequeña se dejaba magrear, poniendo el culito en pompa y separando las piernas para que la dependienta pudiera jugar con sus nalgas y con el plug que reinaba en el espacio entre ambas.

  • Hmmmmmmmm que delicia – dijo mientras agarraba por la base del cristal el juguete y se entretenía en follarla con él – tu Amo siempre te tiene lista para el uso…

  • Como si tu no lo estuvieras… - dijo vaca, que se coloco a la espalda de la dependienta para comerle la oreja, envolviéndola en un delicioso emparedado de madre-hija que la lleno de morbo, al tiempo que le comía la oreja – a ver qué sorpresita tienes para mi…

Y poniéndole la mano en la rodilla, subió por la pantorrilla hasta llegar al fino tanga de encaje que escondía la cuerda del objeto que ocultaba Eva entre las piernas. con un simple movimiento de su dedo pulgar, vaca aparto la tela y pinzo la cuerda de las bolas chinas. Un ligero tirón basto para liberarlas de su humeda prisión y tras extraerlas, vaca las acerco juguetonamente hasta la boca de su hija, que las lamio lascivamente mientras miraba a los ojos a su propietaria, que se unió a tan lujurioso quehacer. Tal como dicen, no hay dos sin tres y en un momento, el conjunto de tres óvalos que hasta hacia unos instantes ocultaba el coño de la dependienta era devorado por tres hembras. El juguete para adulto volva de boca en boca entre lenguas, sobetéos y ruido de chupetones.

Las manos de las tres habían perdido toda timidez y volaban de un agujerito a otro, ya fueran ajenos o propios. Los vestidos de Eva y vaca ahora estaban retenidos en la cintura mediante unos precarios pliegues dejando que los dedos de las hembras se introdujeran en ellos y la falda de vuelo de fresa apenas molestaba para que las dos adultas jugaran con sus agujeros o con los juguetes que tenían en su interior. Las lenguas que estaban libres de mamar el complemento de Eva chocaban entre ellas para conquistar la boca de la amiga que la buscaba y al cabo de unos momentos, las tres con los ojos cerrados no hubieran sido capaces de afirmar en la boca de cual estaban.

Ver aquella orgia lésbica era totalmente hipnotizante. Ante mi tenia a tres hembras morbosas y entregadas. Ninguna de ellas buscaba el placer propio y lo daban todo para que las otras lo obtuvieran. Sus esfuerzos se vieron recompensados y la primera en alcanzar el orgasmo fue la anfitriona, que con los dedos de vaca y los morros de fresa atendiéndola consiguió un potente orgasmo que exteriorizo abriendo los ojos desmesuradamente y metiendo la lengua en la boca de mi ahijada para ahogar el profundo gemido que precedió su orgasmo. Vaca, cuando noto el cambio de fluido, incremento el ritmo, buena conocedora de lo que le gustaba a Eva e introdujo el cuarto dedo en su vagina, lo que la dilato a tope e hizo que se vaciara totalmente mientras agarraba a la cría por la nuca.

Tras su orgasmo, la siguiente fue fresa, que con los dedos de la morena triturándole el clítoris de una forma furiosa alcanzo el clímax y mojo los pies de todas con su potente corro de flujo mientras resoplaba en la garganta de la misma.

Por último, le llego el turno a vaca, que alcanzo el cenit de su placer mientras saboreaba con avidez las bolas de Eva y fresa le introducía casi el puño entero mientras la dependienta la follaba con el plug que la veterana tenia asomando por el culo. Si el chorro de la cría no fue escaso, el de su madre estuvo a la altura y choco con tanta fuerza contra el suelo que salpico las piernas del grupo, llegando hasta su propio vestido y dejando rastro de su húmeda cachondez.

Cuando las hembras se tranquilizaron un poco, gracias a la llegada de sus orgasmos, el suelo de la trastienda estaba empapado. Del coño de vaca y su hija todavía caían visibles gotas de flujo mientras que entre las patas de Eva se deslizaba un hilo de flujo que, tras recorrer toda su pierna, se perdía en la suela del zapato de tacón de la bisexual.

  • Joder, como lo necesitaba – dijo la dependienta mientras apretaba los visibles pezones de la matriarca por encima de la fina ropa de su vestido – voy a por una fregona al baño…

Al regresar y mientras pasaba el mocho mientras su vestido seguía arremangado a la altura de la cintura, con lo que se podía ver su delicioso culito moviéndose al ritmo de las pasadas de fregona, nos explico que me había mandado el mensaje de texto diciendo que tenía unos juguetes nuevos ya que le habían llegado unos plug, muy parecidos a los que madre e hija llevaban en aquel momento, pero con un detalle que estaba segura que me iba a gustar.

  • ¿Me permites que se los ponga, Carlos? – pregunto la dependienta, con la misma ilusión que una niña espera desenvolver los regalos de los reyes.

  • Por supuesto, preciosa – le concedí el deseo a mi amiga – vaca, fresa, poneros contra la mesa, cruzad los plug y separaros las nalgas.

Madre e hija se quitaron los juguetes anales que habían llevado todo el día y con plena naturalidad los acercaron una a la boca de la otra. Ambas abrieron el hocico y aceptaron el tibio metal recién salido del ano de la otra. No era nada extraordinario ese ejercicio ya que fomentaba la confianza entre ellas en que todas habían hecho su trabajo y ninguna de esas piezas de metal contenia algún resto que la otra no se quisiera llevar a la boca y por lo tanto lo aceptaron sin ascos. Después, ambas se agarraron las nalgas y las separaron, dejando a la vista sus agujeros inferiores.

En casos como estos se ve que los genes juegan un importante papel en el desarrollo de las hembras. Uno al lado del otro, los agujeros de vaca y fresa parecían prácticamente iguales, si bien el conjunto de la madre llevaba miles de usos tragando polla y el de su hija únicamente apenas un centenar de sesiones. Pese a la diferencia en las horas de servicio, ambos ojetes se mostraban cerraditos y listos para la inspección. Los coños, tan parecidos presentaban una diferencia: mientras los labios menores de vaca estaban algo salidos ya por el uso y la edad, los de fresa seguían manteniéndose juntos, dándole el aspecto de hucha que tanto gustaba a todos. Limpios de restos y de pelos el primero que eligió Eva fue el de vaca, conocedora de la importancia que tenía el escalafón dentro de la piara. Así pues, tras dar un largo lengüetazo en el coño de la madre, que le llego desde el clítoris hasta el propio ojete, Eva inspiro el aroma de aquel agujero y como si fuera una verdadera delicia, hundió la lengua en el mismo. El orificio, bien entrenado, se dilato para dejar pasar la lengua de su invitada y esta tomo posesión de la oquedad, lubricándola a placer tantas veces como deseo y quiso. Una vez saciada su hambre más que el propósito de lubricar la zona, la dependienta saco de la caja un plug con una cabeza de considerable tamaño, rematado con un cristal lila y una pequeña sorpresa en la punta y lo introdujo, casi sin resistencia en el ano de vaca. Tras repetir el proceso con fresa, se retiro e hizo un par de fotos “para su colección”.

  • Levantaros, chicas – ordeno la antigua recepcionista mientras daba un azote en las nalgas exteriores de ambas sumisas.

Cuando lo hicieron, un sonido metálico lleno la habitación. Ambas hembras se quedaron quieras y recibieron unas traviesas palmadas en las nalgas. Con cada impacto, el ruido metálico se reprodujo y ambas comprendieron que aquello que llevaban introducido en el ano tenía unos cascabeles que tintineaban con cada movimiento.

  • ¡Me encanta! – Dijo fresa con la boca llena del antiguo plug de su madre, mientras movía el culito para hacer sonar su nuevo complemento.

  • Mmmmmmmmmm – exclamo vaca, aprobando el nuevo sonido que producía el metal que llevaba insertado en su ojete mientras seguía saboreando el juguete que había llevado horas colocado su hija – que interesante…

  • ¿Os gustan? – Pregunto la dependienta mientras admiraba los juguetes introducidos entre las nalgas de sus amigas – los hemos recibido esta semana y ya os los he reservado porque creía que iría mucho con vuestro estilo.

  • En nombre de las hembras de la piara, gracias, Eva – Le dije a nuestra anfitriona - ¿Todos son lilas? – interrogue. La dependienta me dijo que si con la cabeza y haciendo la lista de cabeza le pedí 12 unidades, contando las dos que acababa de colocar. Una vez dentro de la correspondiente bolsa, pague en efectivo – Chicas, agradecerle a Eva que haya pensado en vosotras. Vaca, tú detrás.

La orden pillo un poco descolocada a la dependienta, pero mis animales, bien educados y conocedoras de mis deseos pusieron a la dependienta en medio de la habitación, con el vestido todavía trabado en la cintura y se pusieron en cuclillas. Fresa empezó inmediatamente a comerle el coño mientras introducía un par de dedos en el empapado coño de Eva. Vaca separo sin prisas las nalgas de su amiga y su experta lengua empezó a jugar con el agujero marrón de su anfitriona. Pese a que el ojete de la morenita no estaba tan entrenado como el suyo también termino cediendo y abriéndose para que la experta lengua de la madre jugara con él hasta introducirse unos cuantos centímetros, actuando como una pequeña polla.

El efecto combinado de ambas lenguas no tardo en dar sus frutos y mientras en la estancia se escuchaban los ecos de los cascabeles alojados entre las nalgas de mis animales, los labios de Eva formaron una amplia sonrisa y dejaron escapar un sonoro orgasmo que fresa se trago con pasión.