La pescadora infiel (3)

Ahora me quedé a pescar en casa

LA PESCADORA INFIEL III

Han disfrutado de mis aventuras anteriores, cuando acompañé a mi esposo a practicar su hobby favorito: la pesca.

Querida, este fin de semana me voy de pesca

Te acompaño mi amor, le dije disfrutando por anticipado la diversión

No esta vez, nos vamos solos con Daniel

Me sentí muy disgustada. No solo no me llevaba, sino que se llevaba con él al único de sus amigos que podía haberme consolado esos días. Yo aprovechaba los viajes para liberarme, pero en mi casa y en mi barrio tenía mucho cuidado de no dar que hablar a los vecinos, por lo que me comportaba como una esposa fiel y recatada. La decisión de mi esposo me condenaba a dos días de aburrimiento.

¿ Qué voy a hacer sola?, pregunté enojada.

No te preocupes, mi amor. Mi hermana vendrá con su familia a hacerte compañía.

Y esta noticia termino de arruinarme el día.

Su hermana vivía lejos de casa y teniamos muy poco contacto. Mi marido la visitaba periodicamente, pero solo y nunca venían a nuestra ciudad.

Su esposo era un pobre hombre sometido por el fuerte carácter de ella, y tenian un hijo del cual tenia un vago recuerdo de hacía 5 ó 6 años cuando nos habíamos visto por última vez. Era un niño de 12 ó 13 años, flaco, desgarbado y con lentes, dedicado a la lectura y siempre encerrado en su casa.

Pero querido, podría haber aprovechado tu viaje para descansar, y no tener que atender gente.

Mira, por una vez que vienen bien puedes atenderlos, cerró la discusión.

El sabado a la madrugada vino Daniel a buscarlo, y mientras mi esposo terminaba de arreglarse pudimos hablar.

Podrias haberte quedado, le reproché

Querida, voy con él porque no vas a estar sola, así que nada hubiera ganado con quedarme, y así me gano su confianza y tendremos más posibilidades de estar solos.

Debí reconocer que su razonamiento era acertado. Si hubiera intentado verlo estando mi cuñada, seguramente hubiera tenido problemas.

Se fueron, y me quedé sola mascullando mi rabia.

A las 10 de la mañana más o menos, llamaron a la puerta.

Al abrir me encontré con mi cuñada y su esposo cargados de bolsos.

-¡Querida! Dijo la hipócrita, ¡ Que bien estás!

¡Cuñadita! Dije con no menos hipocresía, ¡ El tiempo no pasa para tí!

Sendos besos y abrazos entre los tres y los diálogos de rigor, que el viaje, el clima, etc. etc.

Entramos y nos sentamos en el living. Cuando acabábamos de ponernos cómodos volieron a golpear la puerta.

¡ Nos olvidamos de Arturito! Dijo mi cuñada, refiriéndose a su hijo que había quedado en el auto.

Fui a abrir la puerta, y al hacerlo casi me caigo de espaldas. Parado frente a la puerta, un joven alto, de buen porte, con unos anteojos que le daban un aire de intelectual de los más sensual, me tomó de la cara y me plantó dos besos en las mejillas.

¡ Tía! ¡ Cuanto hace que no te veo!, dijo sonriente, con una voz grave y profunda.

¡Cómo has crecido! Dije mirándolo de arriba a abajo y sintiéndome muy caliente, ¿ Cuantos años tienes?

Cumplo 20 a fin de año, dijo sonriente, y a continuación pasó a mi lado y entró a la casa.

Me parecía estar flotando. Lo seguí y pude observar sus anchas espaldas, su cintura, sus piernas sólidas que se marcaban bajo sus jeans, y temblé de solo pensar en tenerlo desnudo sobre mí.

Nos sentamos y charlamos de temas familiares y cuestiones triviales. De reojo vigilaba a mi sobrino, y noté con satisfacción que el también me observaba con interés.

Al mediodía almorzamos pastas, bien regadas con vino, y luego de la sobremesamis parientes se retiraron a descansar, saciados de comida y bebida y además cansados por el viaje.

Mis cuñados ocuparon el cuarto de huéspedes, y a mi sobrino lo ubiqué en mi propio dormitorio, alegando que iba a quedarme levantada para terminar unas cosas pendientes.

Cuando terminé mis tareas, aunque sin poder apartar de mi cabeza a mi sobrino, me dirigí a mi cuarto.

Arturito dormía profundamente. Fui al baño y me duché, y envuelta en la toalla volví al cuarto a cambiarme. Intencionalmente hice ruido buscando mis prendas, y por el espejo pude ver que mi sobrino se despertaba y me miraba entredormido. Sin prisa y como distraída, tomé mi ropa interior y de espaldas a la cama, dejé caer la toalla y comencé a vestirme.

Por el espejo pude ver como sus ojos se abrieron como dos platos, sin poder creer lo que veía, mientras yo, lentamente, me puse mi tanga, una remera, y un jean ajustado que marcaba mi cuerpo.

Hecho esto, sin mirarlo, salí del cuarto y me fui a la cocina.

Desde allí, escuché como al rato, la puerta del baño se cerró, y al pasar por mi habitación vi la cama vacía, y acercándome al baño, tuve la seguridad de que mi sobrinito estaba masturbándose como un animal. Espié por la cerradura, y efectivamente pude verlo de espaldas a la puerta en un inconfundible acto de autosatisfacción.

Sonriente, volví a la cocina y preparé café.

Un par de horas después, todos aparecieron. Primero mi cuñada, luego su marido, y por último Arturito.

-¿ Descansaste Arturito?, pregunté atentamente

Si tía, dijo el muchacho, desnudándome con la mirada

No parece, se te nota cansado, dije sonriendo

No hay problema tía, estoy bien, dijo apretando los dientes, y tragando saliva.

Cuñadita, si nos disculpas queremos ir a comprar algunos regalos para nuestros amigos, dijo la hermanita de mi marido

No hay problema, tomense todo el tiempo que quieran, la cena la prepararemos cuando vuelvan.

Bueno, perfecto.Arturito ve a cambiarte. Me imagino que no saldrás a comprar en short, le dijo a su hijo.

No voy a ir. Me quedaré estudiando, dijo el jóven.

Este hijo mío siempre tan responsable. En fin, ¿ No te molesta que se quede en la casa?, preguntó su padre.

Para nada, lo único que espero que mis tareas no lo distraigan, dije con inocencia.

No te preocupes tía, me quedaré en tu habitación, si no te molesta, dijo el joven con un dejo de temblor en la voz, y tratando de ocultar la erección que portaba.

Para nada, quedate donde quieras y usa todo lo de la casa como te plazca, le dije dándole ánimos.

Me miró, entendiendo mi mensaje.

Mis cuñados saludaron y se fueron, Arturito se encerró en el dormitorio y yo me quedé en la sala.

Pasaron unos quince minutos.

¡Tía!, dijo Arturito llamándome

Despacio fui hasta la habitación, y me paré en la puerta, sin abrirla.

¿ Qué necesitas?, pregunté

¿ Puedes entrar?

Mojándome los labios ( de mi boca, porque los otros hacía rato que estaban empapados), abrí la puerta y entré. La oscuridad era total.

Quise prender la luz, pero una mano aferró mi brazo y me arrastró contra un cuerpo desnudo.

Dijiste que podía usar todo lo de la casa, me dijo susurrando

Eso dije, contesté tratando de separarme.

A vos te quiero usar, dijo exhibiendo un grado de calentura que daba miedo. Y pasando uno de sus brazos por mi cintura, bajo su mano para acariciarme el trasero.

Espera, me parece que te equivocas, contesté para cumplir, mientras sentía su verga apoyada en mi pierna, y debo decir que era de un tamaño bastante respetable.

Subió sus manos hasta mi remera, y tomándola de ambos lados del escote, la destrozó como un papel, dejando desnudo la parte superior de mi cuerpo. Esa violencia terminó de descontrolarme, y el muy degenerado, viendo mi complacencia tomó posesión de mis pechos con su boca, comenzando a chuparlos y lamerlos con desesperación.

Tiré la cabeza hacia atrás y lo dejé hacer. Sus manos buscaron las mías y las dirigieron a su sexo, el cual estaba caliente y chorreando liquidos. Sus pelotas estaban duras y distendidas. Seguramente la oscuridad hacía parecer todo más grande, pero tuve la sensación que estaba en presencia de un verdadero semental.

Mientras chupaba mis tetas, habilmente desabrochó mis pantalones y agachándose los arrastró hasta abajo, junto con mi tanga. Me saqué las sandalias y le ayudé levantando alternadamente mis piernas para que pudiera liberarme de mis prendas.

Cuando me tuvo desnuda, me levantó en el aire y me arrojó sobre la cama, para de inmediato meter su cabeza entre mis piernas y comenzar a chuparme la concha, pasando mi lengua por toda su geografía, y jugueteando con su lengua en la entrada de mi culo y de mi sexo.

Con los ojos cerrados, me dejé llevar. Luego de un rato, lo atraje hacia mí, y poniéndolo de espaldas giré colocando mi entrepierna en su cara y buscando ansiosamente su vara con mi boca.

Mientras su lengua seguía jugando con mi sexo, encontré su verga, y debo reconocer que no había sido una ilusión. El hijo de puta portaba una pija que apenas me entraba en la boca, Gruesa y larga, y con una cabeza impresionante, aluciné pensando en lo que sentiría cuando este salvaje me clavara.

Seguimos un rato más en esta posición, pero ambos sabíamos cual era el final. Sabíamos que tenía que ponerme a gritar de placer, así que haciendo girar mi cuerpo, me tomó de un brazo y me colocó sobre él. Lo entendí. Coloqué mis piernas una a cada lado de su cuerpo y tomando su pija, descubrí su cabeza y comencé a refregarla en mi concha.

En ese momento él me detuvo. Me bajó de su cuerpo, se levantó y encendió la luz del cuarto.

Acostada en la cama, lo vi regresar, con su hermosa pija como un péndulo, desafiando la ley de la gravedad.

Me llevó hasta el borde de la cama y separó mis piernas.

Soñé con esta imagen, dijo señalando el espejo del cuarto.

En ese espejo pude ver mi cuerpo boca arriba sobre la cama, y mis piernas sostenidas por sus brazos. De pie, un hermoso ejemplar macho, joven y todo músculo. Y más abajo, un tremendo pedazo de carne que apuntaba a mi entrepierna. Despacio se inclinó sobre mi acercandose hasta que la cabeza de su pene separó mis labios vaginales y con un empujón introdujo su ariete unos diez centímetros, haciéndome gritar sin poder dejar de mirar esa penetración en el espejo, y luego de unos segundos, juntó aire y con otro empujón, su verga se perdió por completo dentro mío. La sensación de dilatación fue gloriosa.Nunca me habían llenado de esa manera. Apoyado en la punta de sus pies y en sus manos, su cuerpo se arqueaba como un arco, y el mete y saca que empezó fue de campeonato.

Cada edad tiene sus ventajas. Sin dudas que la experencia es atractiva y excitante y es lógico que las mujeres jóvenes busquen hombres mayores, pero la fuerza y la energía de un joven veinteañero es lo que necesita una cuarentona que hace rato que lo único que recibe de su esposo es un polvo de fin de semana, rápido y aburrido.

La manera en que este animal me poseyó, no la olvidaré jamás. Fue brutal y poco romántico, para nada tierno, pero me serruchó como si fuera un leñador con una sierra de cadena. Me sacudió como si fuera un árbol. Creí que mis tetas iban a desprenderse de mi cuerpo por la manera en que chocaban y se bamboleaban. Y pasó algo impresionante.

A los pocos minutos de estar tirando, comencé a acabar, sin que ésto fuera siquiera registrado por mi pareja, quien siguió dándome para que tenga, hasta que en un momento, me clavó hasta el fondo y se vació dentro mío. Sentí como su leche me quemaba, y cuando la sacó pensé que todo había terminado. Equivocada de mí. Sin detenerse un segundo, me dio vuelta en la cama, me puso en cuatro e irguiéndose por completo, me volvió a clavar con su verga que no se había ablandado un ápice por su acabada anterior. Su altura hacía que su verga entrara en mi cuerpo de arriba hacia abajo, provocando un roce terrible, y en esa posición siguió un rato largo empujando.

Sentí como mi vagina se inflamaba y comenzó a dolerme, pero mordiendo la almohada para no gritar aguanté sus embates. Estaba a punto de desmayarme cuando me clavó otra vez hasta el fondo y volvió a vaciar sus huevos dentro mío. Allí se quedó. Sentía como su pija latía mientras se iba achicando, hasta que por fin salió y detrás de ella, una verdadera catarata de líquidos de los dos.

Basta, por favor, supliqué al borde de perder el sentido.

No te preocupes tiíta, dijo el animal, hasta la noche no te volveré a coger, porque tengo que estudiar, pero esta noche esperame desnuda en tu cama, que tengo ganas de seguirte dando. Ahora me voy a bañar, y levantándose se dirigió al baño dejándome desecha en la cama.

El fin de semana recién empezaba. Pero tuve miedo. Pensé que iba a pescar una mojarrita y encontré un maldito tiburón. Lo que siguió fue alucinante.

Mis cuñados regresaron y preparamos la cena.

Se sentaron uno frente al otro, y yo quedé sentada frente a mi joven macho.

Durante la cena, hablamos un poco de todo, y llevé la conversación hacia Arturito.

Es muy estudioso, dijo mi cuñada, muy dedicado. Sus compañeras de facultad se pelean para venir a estudiar con él, y se encierran en su habitación día y noche, para aprovechar su capacidad.

Me imagino, de solo verlo uno nota que está muy preparado, dije mirándolo de reojo, hoy, por ejemplo, se quedó en mi cuarto sin salir.

Tía, cuando a uno le gusta lo que hace no significa ningún esfuerzo, dijo sonriente.

Pero te haría bien relajarte un poco, dije

Es lo que siempre le digo. Con todas las amigas que tiene y prefiere quedarse en su cuarto estudiando con ellas, que salir a bailar o al cine, dijo su madre.

Me imaginé esas horas de estudio y sentí que comenzaba a mojarme. Lo miré disimuladamente, y sostuvo mi mirada como si me leyera el pensamiento.

Disimuladamente, me quité un zapato y lentamente deslicé mi pie hasta colocarlo en su entrepierna. Tropezé con una dureza que indicaba claramente que él estaba caliente como yo. Si hasta ahí estaba húmeda, en ese momento me inundé, pensando en como hacer para pasar con él esa noche.

Cuando sintió mi pie se sobresaltó para disimular enseguida pasándose la servilleta por la boca. Me retiré y volví a la normalidad. Ya había averiguado lo que quería saber.

Comencé entonces a mantener los vasos de vino de mis cuñados siempre llenos y mientras charlamos, ellos tomaban sin notarlo. Arturito tomó un vaso de vino, pero cuando vio mi plan en marcha, siguió tomando agua, con la excusa que luego de cenar tenía que estudiar.

Tomamos 2 botellas de vino, y con el café les serví dos copas grandes de whisky a cada uno.

A las 11 de la noche, ambos estaban achispados, y media hora después cabeceaban y les costaba seguir la conversación.

Bueno, estoy un poco mareada, me parece que me voy a ir a dormir, dijo mi cuñada lo que fue reafirmado por el marido, también bastante mareado.

La habitación ya está preparada, dejemos todo para lavar mañana y vayamos a acostarnos, dije, tu Arturito dormirás en el sofá aquí en el comedor, y podrás estudiar hasta la hora que quieras, sin molestarnos a ninguno.

Gracias tía, yo también trataré de no molestarlos, dijo con una ingenuidad total.

Fui a mi dormitorio, y esperé que mis cuñados se acostaran. Cuando estuvieron ya en la cama, tomé de mi mesa de luz un par de somniferos suaves, y me dirigí hacia su cuarto.

Cuñadita, aquí tengo algo para el dolor de cabeza y el mareo y que les va a permitir dormir bien, dije con toda la inocencia

¿ Te parece que nos hará bien?

Si querida, comimos y tomamos mucho, y va a ser dificil que concilien el sueño.

Te agradecemos la deferencia, dijo mi cuñado y tomando una pastilla la tragó con un sorbo de agua. Mi cuñada hizo lo mismo, los saludé y me retiré.

En mi cuarto, me desnudé y busqué un conjunto de seda negra, sobre el cual me coloqué un camisón corto transparente. Me peiné y me perfumé, y dejé pasar una media hora.

Despacio me asomé a la habitación de mi cuñada. Los dos dormían a pierna suelta y roncaban. Cerre la puerta de su cuarto, y me dirigí al comedor.

Arturito, vestido solo con un pantalón pijama, estaba leyendo.

Hasta mañana nene, saludé.

Se dio vuelta y me miró. Se notó que lo que vio le gustó.

¿ te vas a dormir ya?, preguntó

Si, tus padres ya están dormidos y tomaron un sedante así que no se van a despertar hasta mañana al mediodia, y yo tengo ganas de recostarme y descansar, así que sigue estudiando, le dije, le tiré un beso, di media vuelta y fui a mi habitación.

Acostada, apagué la luz, y veía por la puerta el reflejo de la luz que venía del comedor.

A los pocos minutos, una silueta se paro en el dintel de la puerta.

¿ Estás dormida?, susurró

No todavía, me parece que si no hago un poco de ejercicio no voy a poder dormir, dije insinuante

Avanzó hacia la cama.

Cierra la puerta primero, le dije.

Se detuvo, volvió sobre sus pasos y cerró la puerta.

Prendí el velador, y me senté apoyada en el respaldo de la cama.

Volvió a avanzar. Su bulto se notaba a través del pijama.

Lo de hoy estuvo muy bueno, pero es hora que dejes de tirar con nenas, y aprendar a disfrutar de una mujer, le dije seria y con firmeza en mi voz.

Tia, ninguna se ha quejado, dijo pedante.

No me quejo, pero es una pena que no aproveches tu potencial. Podrías ser el sueño de toda hembra.

¿ Estás dispuesta a enseñarme?, preguntó, con curiosidad.

Por supuesto. ¿ Para que soy tu tía?, contesté.

Acercate,ordené.

Avanzó hasta pararse al borde de la cama.

Me arrodillé sobre ella y acercándome comenzé a besar suavemente su cuello y su cara, mientras mis manos recorrían su pecho, y pellizcaban sus pezones. El cerró los ojos y me dejaba hacer.

Muy despacio mis manos recorrieron sus piernas y acariciaron su aparato por encima del pijama. Estaba latiendo como si tuviera vida propia. Mientras lo seguía besando con piquitos suaves y descendía por su torax, mis manos habilmente desataron el nudo de su pijama y de a uno desabrocharon sus botones.

Sus manos comenzaron a acariciar mi cabeza, enredando sus dedos en mis cabellos.

Dejé caer su pijama, y su verga apareció en todo su esplendor. Seguí bajando lentamente por su cuerpo y mis manos tomaron posesión de su sexo, comenzando lentamente a masturbarlo. Mi lengua iba dejando un surco en su cuerpo, mientras me acercaba a su lanza. Cuando la tuve ante mis ojos, elevé mi mirada hacia mi sobrino. Nos miramos y comencé a pasar mi lengua por la cabeza de su verga, y despacio fui absorbiendola centímetro a centímetro. El, sosteniendo mi nuca, me urgía a completar mi posesión.

Me retiŕe y lo miré.

Tranquilo nene, aprendé a gozar de cada cosa. No me fuerces, dije simulando estar enojada.

Perdona tía, dijo disculpándose.

Volví despacio a mi trabajo anterior y seguí chupando su pija. Mi sobrino acariciaba ahora mi cabeza, pero sin empujar.

Alternaba mis chupadas con lamidas a su tronco y sus huevos, lo que estaban duros y distendidos.

Ahora vas a desnudarme, pero lentamente, le dije

Con cuidado, tomó mi camisón y lo levantó por encima de mi cabeza, dejándome solo con mi ropa interior.

Sus manos recorrieron temblorosas, mi cuerpo, tomando posesión de mis pechos, por encima de mi corpiño.

Desabróchalo, le sugerí, y demostrando muy poca práctica lucho unos segundos tratando de soltarlo, sin conseguirlo.

Tienes que practicar mas, le dije, no siempre es bueno arrancar la ropa de tu pareja, y ayudándolo, solté los corchetes.

Tomo las tiras de mi corpiño y lo sacó hacia adelante, dejando mis tetas a la vista.

Las acarició y acercándose comenzó a lamerlas.

-Juega con mis pezones, y como un alumno aplicado, su lengua empezó a enroscarse en ellos, dándome mucho placer.

Me paré sobre la cama y despacio me quité mi bombacha, volviendo a sentarme apoyada en el respaldo como estaba al comienzo. Separé mis piernas.

Chúpame, pedí. El mocoso subió a la cama y ubicando su cabeza entre mis piernas comenzó a recorrerme con su lengua. Mi ano y mi concha fueron visitadas, y mis líquidos inundaban su boca.

En un rato, lo tomé de los hombros y lo obligué a subir por mi cuerpo. Hice que se acostara a mi lado y girándome quedamos los dos de lado frente a frente.

En esa posición seguimo besándonos. Nuestras lenguas se enlazaban y se fundían en una sola. Mi pierna izquierda pasó por encima de las suyas y mi pierna derecha se metió bajo su cuerpo.Nuestros sexos quedaron enfrentados, y sentiamos mutuamente el calor del otro. Su verga rozaba los labios de mi vagina.

Ahora, avanzá despacio, le dije acariciando su cabello.

Despacio, sentí como su lanza golpeaba la puerta de mi nido. Con mi mano dirigí su miembro hasta ubicarlo entre mis labios.

Poseeme despacio, dije, y como respuesta, la punta de su verga fue entrando en mi cuerpo.

Su respiración estaba agitada. Se notaba su excitación y desesperación. Estaba acostumbrado a poseer a sus amigas a los empujones y este control lo estaba desquiciando.

Por favor tiíta, quiero metertela hasta el fondo, suplicó.

Todo llegará, pero ahora retírate, le ordené.

Con pocas ganas, salió de dentro mío.

Ahora bebé, vas a volver a entrar despacio hasta que yo te diga, y mi sobrinito avanzó despacio, esperando mi señal, señal que nunca llegó ya que le permití enterrarme su herramienta hasta el fondo.

Bueno, te di el gusto ahora quedate quieto y besame, le dije y nuestros labios se comieron mutuamente con desesperación y deseo.

Sentía su verga dentro mío, y como latía cuando mis besos se hacían más posesivos. El también sintió como mi concha se contraía y lo apretaba cuando sus besos tocaban alguna cuerda especialmente erótica.

Nos quedamos así un largo rato, hasta que sentí como mi orgasmo crecía.

Voy a acabar, siénteme y disfrútalo. Es el mejor regalo que puedes darle a una mujer, le dije entre beso y beso, y me dejé llevar.

Te siento tiíta, te siento, me decía al oído mientras yo me elevaba al cielo como un globo.

Cuando me recuperé, me dio pena mi alumno. Era joven y necesitaba liberarse.

¿ Te gustó? Le pregunté

Estuvo muy bueno, pero estoy muy caliente, dijo agitado

Esta bien, ahora te voy a complacer, y girando subí sobre su cuerpo, sin deshacer el empalamiento.

Ya sobre el, comencé a subir y bajar, rebotando sobre su verga, mientras el se apoderaba de mis tetas bamboleantes

¡ Que placer !, decía entre dientes mi joven amante.

Seguí saltando sobre él, y estaba llegando a mi nuevo orgasmo, cuando no aguantó mas.

Como si fuera una muñeca, giró arrastrándome con él, y me colocó de espaldas en la cama, tomó mis hombros y se hundió hasta el fondo, aplastándome y penetrándome como un animal.

Intenté una queja, pero me tapó la boca con su mano.

Muy linda la clase, pero ahora te mostraré como trato a las putas como vos, y a continuación con sus arremetidas me aplastó contra el colchón sin que pudiera moverme. Para colmo no podía gritar por miedo a que mis cuñados se despertaran. A los pocos minutos la cama crujía y se quejaba como si estuviera por partirse en pedazos. Sus manos aferradas al respaldo, ayudaban a empujar bien adentro, y la cama resentía el esfuerzo. Tuve miedo que la cama se rompiera y nos cayéramos al suelo. Le pedí a Arturito que parara , pero era como intentar detener una locomotora con un escarbadiente. El orgasmo que crecía dentro de mí, ante el temor de la situación explotó con una furia inusitada. Me forcé para no gritar pero en cambio, comencé a llorar de placer.

Te voy a llenar hasta que te salga por la boca, dijo el animal, y uniendo el hecho al dicho sentí como su semen me inundaba. Eran chorros espesos que golpeaban contra mi útero. Si no tomara pastillas, seguramente la bestia me hubiera embarazado.

Se quedó dentro mío, recuperando fuerzas. Su verga se ablandó y la sacó. Avanzó sobre mi cuerpo y me la refregó por la cara, embadurnándome con su leche y mis líquidos.

Sos un animal, dije mientras trataba de evitar ese tratamiento, pero cuando comenzó a golpearme con su verga semi erecta, la capturé con mi boca y se la chupé. Recién allí se tranquilizó, pero el remedio fue pero que la enfermedad.

Su pija comenzó a crecer y a endurecerse.

Eres muy hábil tiíta, pero como estás cansada no voy a volver a cogerte esta noche.

Me sentí aliviada, Realmente estaba magullada e irritada. No olviden que esa tarde ya había tenido función doble. Seguí chupando ya más tranquila.

El se quedó allí arrodillado acariciando mi cabeza con una mano, metiéndome un dedo en el culo con la otra, y mirando la fellatio que estaba haciendo.

-Pobrecita, te maltraté bastante hoy, dijo acariciándome, pero lo que ocurre es que mis amigas necesitan que las trate de esta manera. Me gustó tu estilo. Sentí mucho más placer haciendo el amor así que con las taradas que paso por la piedra todos los días. ¿ Te conté que tengo sexo varias veces por semana y siempre con mujeres distintas? ¡ te voy a contar!

Y mientras yo seguía chupando, el me relataba con pelos y señales la manera en que gozaba con sus compañeras, me contó como las partía al medio, y ellas le contaban a sus amigas que hacían fila para recibir el mismo tratamiento. Me contó de las que tenía solo para encularlas, y temblé al pensar en tener en mi culo semejante aparato. Estaba nuevamente al borde del climax.

Pero ¿ sabés cual es mi mayor satisfacción? ¿ No? Primero, provocar un orgasmo en las mujeres cuando me estan chupando la verga, como a vos en este momento, ¿ no tiíta?, dale acabá, me incitó, y como si esperara su orden comencé a acabar aferrándome con fuerza a su pija.

Así putita, así, gozá, mientras un dedo estaba dentro de mi concha y otro en mi culo.

¿ Ya está? Me preguntó atento, lo que asentí con la mirada sin soltar su tronco.

Como te decía, primero provocar un orgasmo y segundo vaciarme en la boca de la hembra y ver como se toma toda mi leche. Mis ojos se abrieron como platos y traté de hablar, pero el primer chorro de leche pegó en mi garganta. Tuve arcadas, pero al primero siguió otro, y luego otro, y no tuve mas remedio que empezar a tragar, mirando a los ojos de mi sobrino que con la mirada turbia, sonreía gozando inmensamente. Parecía que nunca terminaría de escupir semen esa pija maravillosa, y mi garganta seguía tragando sin pausa.

Bueno, putita, te agradezco tu lección sobre sexo de clase, y espero que te haya gustado mi lección sobre sexo salvaje. Mañana nos vamos así que no volveré a cogerte por un tiempo, pero quiero que sepas que tengo un sistema. La primera vez, las cogo a morir. La segunda vez les acabo en la boca, y la tercera, las enculo. La proxima vez, te voy a encular. Te meteré mi verga hasta el fondo de tus intestinos, te serrucharé y te llenaré el estómago de semen, y una vez que lo pruebes me pedirás por favor que te rompa el culo todos los días, me dijo al oído, cuando terminó de vaciar sus huevos.

Sin más se levantó, tomo su pijama y se fue al comedor a dormir.

¡ Querida! ¡ Volvimos!, dijo mi esposo al entrar a casa.

¿Como te fue?

Bien, pasamos un lindo fin de semana. ¿ Como te fue con mi hermana?, preguntó

La pasé bien. Lamenté que se fuera, dije sin mentir en lo más mínimo

Me alegro, le gustará saber esto cuando la visite el mes entrante.

La próxima vez te voy a acompañar, porque nos quedaron cosas por hacer, le dije con inocencia.

Será un placer, mi amor.

Y bueh, visitaré a mi sobrino para que me enseñe en detalle la tercera parte de su sistema. Algún día les contaré.